Guama (Cienaga de Zapata) - Cuba

Guama

Después de otra noche en La Habana marchamos a otra excursión de un día. Esta se suele hacer desde Varadero porque la zona está más cerca, pero como no nos va el tema de los animales marinos preferimos extender las noches en La Habana frente a Varadero. El recorrido resulta muy parecido después de tanto movernos por Cuba, nuestra parada es en Finca Campesina, desde España llevábamos la duda de qué sería eso, y salimos por fin de dudas. No es ninguna parada especial pero rellena el tiempo de trayecto. Al parecer Finca Fiesta Campesina es una parada casi obligatoria a la entrada de la Ciénaga de Zapata, porque se ubica en la intersección entre la carretera que conduce a la ciénaga y la autopista nacional. Está recreado allí el aire del campo, de forma que puedes ver varias especies propias de la flora, fauna y aparejos del campo de una finca cubana antigua. Nosotras teníamos un coctel incluido pero solo nos ofrecían piña colada y en Trinidad descubrí que no me gustaba, en cambio nos dedicamos a recorrer todo el complejo, viendo los bueyes, los pavos reales, y demás animales, lo más curioso es que la mayoría estaban sueltos pero las palomas las tenían encerradas en una jaula. Aquí más bien es al revés, las palomas son libres y no hay forma de quitártelas de encima, pero el resto de aves que había por ahí, se hubieran escapado. Desde aquí vimos de nuevo (camino a Cienfuegos la vimos y nos lo explicó el guía) la chimenea de la Central Australia, una antigua fábrica de azúcar desde donde Fidel Castro dirigió el ataque a Playa Girón y Playa Larga. Pasamos de largo y continuamos hacia la Ciénaga de Zapata, un humedal varios kilómetros de extensión que se sitúa en la península que lleva el mismo nombre. La entrada a la Reserva de la Biosfera Ciénaga de Zapata tiene un Centro Ecológico dedicado a la atención de visitantes y otro Centro dedicado a la investigación de la fauna del lugar. Como turistas nosotros veremos la zona abierta a los visitantes, ubicado en Boca de Guamá. Guamá es una instalación creada en los años sesenta a la orilla de la Laguna del Tesoro. Esta es una de las primeras paradas de muchos visitantes, donde se encuentra un punto de información, varios restaurantes y atracciones diversas. Todo está construido sobre pilotes, son como pequeñas islas encima de la laguna. Desde aquí se accede al paseo en lancha por la Laguna del Tesoro. Como solo éramos dos y había muchísimo turismo (alemán y ruso) tuvimos que esperar cerca de las lanchas para ver si había algún grupo con hueco para que entraran dos personas más. Si no lo conseguíamos hasta la una y media de la tarde ya no teníamos opción y para entonces se nos hacía muy tarde teniendo en cuenta que las excursiones en coche intentan terminar antes de que se haga de noche en la carretera. Afortunadamente había un grupo de alemanes que no llenaban dos lanchas, y conseguimos subirnos las dos y nuestro guía para ir desde ahí hasta la réplica de la aldea Taina. La lancha pasa a gran velocidad por los manglares hasta llegar a la laguna, cuya agua es lisa como un espejo y del color del cielo, en la ida estaba nublado así que era de un tono gris y a la vuelta tuvimos sol por lo que era el espejo de los arboles y el cielo azul. solo se rompía su efecto espejo al pasar la lancha por ella. Atravesando la laguna se llega hasta la réplica de una aldea taína llamada Guamá, el nombre de un guerrero taíno que se enfrentó a los conquistadores españoles. Este complejo está compuesto por cabañas sustentadas sobre pilotes y conectadas por pasarelas, repartidas entre varias pequeñas islas de la laguna. Allí también se encuentra la reproducción de una aldea Taína, con cabañas indias y varias esculturas modernas que representan a indios realizando tareas tradicionales. Todos los guías que tuvimos nos comentaron que cuando llegaron los conquistadores españoles acabaron con los indígenas de Cuba, pero para haber desaparecido parece que si guardan los nombres y tareas que tenía esta tribu. No estamos muy seguras si de verdad esta tribu fue la única con la que acabaron los españoles, dado que todas las demás de Sudamérica sobrevivieron aunque fuera mezclándose. Además de las esculturas y las cabañas, hay un camino que cruza el gran "caney", una especie de cabaña de guano que constituía el centro habitacional de los taínos. Aquí vivía el gran cacique, el jefe de la tribu y a su alrededor se disponían las cabañas de otras personalidades importantes de la comunidad, como el "behíque", brujo o sanador espiritual, y los principales cazadores de la aldea. Y cuando entramos en la cabaña (porque el camino la atraviesa), nos “obligaron” a pasar por un proceso de purificación para luego pedir propina, por supuesto ya que nos obligaron no dimos nada, las cosas no se hacen así. A mi amiga el lugar le pareció muy artificial (dado que es una réplica sin ningún valor arqueológico) pero a mí me gustó mucho el paisaje del lugar: la imagen de las islas sobre la laguna, los manglares, las flores y las aves que te podías encontrar. Como decía, lo mejor de la visita a la aldea Taína es el paisaje, aunque un apagado por el cielo gris era muy bonito, con verdes brillantes y donde pudimos ver un pájaro carpintero (lo asusto mi amiga). Cuando regresamos de la aldea el sol consiguió aparecer entre las nubes y durante el paseo pude ver varias aves en su habitat natural; cormoranes, garzas, pelícanos, buitres... cuando a la ida había sido imposible ver más allá de los manglares. El guía nos comentó que a la laguna se le llama Laguna del tesoro por una leyenda que dice que algunos piratas que pasaban por Cuba, en la época colonial, escondían allí sus tesoros. Otra teoría dice que el nombre se debe a que los aborígenes, en el momento en que sintieron amenazadas sus riquezas por los conquistadores, decidieron arrojarlas a la laguna, porque amaban mucho su tierra. Una vez llegamos de regreso al centro de visitantes fuimos a ver el criadero de cocodrilos, fundado para proteger a estos animales, algunas de cuyas especies están en vías de extinción. Al ser la zona más cenagosa del país, uno de los reptiles que más se ha reproducido y permanecido en la ciénaga es el cocodrilo pero entrando se pueden ver también las tortugas, las jicoteas o jutías y el manjuarí; una especie en peligro de extinción y considerado un fósil viviente porque es un animal prácticamente prehistórico. En el lugar se pueden ver a los cocodrilos en grupos, desde los más pequeños hasta ejemplares adultos de enorme tamaño. La verdad es que resulta curioso contemplarles, tan quietos como si estuviesen muertos (y ya podemos decirle a la otra amiga que los cocodrilos que vimos en el cañón del Sumidero de México no estaban disecados, sino que lo parecen cuando se quedan quietos con la boca abierta). Los cocodrilos abren sus bocas para nivelar la temperatura de su cuerpo, algunos con las bocas abiertas mostrando sus temibles dientes. Aquí habitan dos especies, el llamado americano o caimán y el cocodrilo cubano que es más pequeño y de agua dulce. Y cuando terminamos de quedar embelesadas con los cocodrilos como si no hubiéramos visto nunca uno nos acercamos a comer al restaurante de Boca de Guamá, un menú donde se podía elegir pescado frente al pollo, pero como no sabía que pescado era volví a mi amigo el pollo (ya nos dijo la guía de topes de Collantes que ellos, los cubanos, no variaban mucho en su comida). Normalmente después se visita la cueva de los peces, pero nosotras no lo hicimos, hay que tener en cuenta que el lugar, aunque como un cenote en los que ya estuvimos en México, está lleno de peces, esponjas y demás animales marinos con los que no nos gusta nadar. Sin duda a este viaje le falta la playa y el mar, pero es que el tema de los animales marinos de cerca no nos atrae mucho. Así que después de comer volvimos de regreso a la Habana.

Visita: Noviembre 2019

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Viñales - Cuba

Viñales

Desde La Habana hay muchas excursiones a Viñales, nosotras la contratamos con la misma agencia del circuito desde España pero se pueden hacer muchas otras (como pasear a caballo entre los mogotes) o hacer noche en Viñales y recorrer el interior de varias de sus cuevas. Todo el mundo que había estado me decía que había sido lo mejor de su viaje y lo cierto que nos gustó pero no nos pareció tan espectacular, igual es que tras tanto comentario las expectativas eran altas o bien porque volvíamos de pasar varios días por Tope de Collantes y el Valle de los Ingenios y comparativamente Viñales está bien pero si te gusta la naturaleza es más recomendable Tope de Collantes (para nuestro gusto, claro). Como es una excursión habitual el tour no lo hicimos nosotras dos solas sino que fuimos en un autobús con varios turistas (italianos, japonés, mexicanos, rusos, etc.). El Parque Nacional de Viñales está ubicado en Pinar del Río y de camino hasta ahí volvimos a ver el paisaje que tomamos para ir a Las Terrazas donde no hay tanto cartel propagandístico de la revolución. Esta zona estuvo cubierta por el mar y se caracteriza por sus montañas bajas de caliza, cubiertas de vegetación y únicas en el país, llamadas mogotes. Si has viajado a China o a Malaca este tipo de montaña te puede sonar porque es muy parecida por no decir que prácticamente igual. Lo especial es que se encuentra en Cuba y no en Asia. Supongo que el haberla visto en China y Malasia le quitó un poco de grandiosidad al asunto. La visita vale la pena, es un lugar natural precioso que hay que visitar si estás en Cuba, pero no es superior a Tope de Collantes, son diferentes tipos de naturaleza, pero hermosas por igual. La UNESCO lo nombró Paisaje Cultural de la Humanidad y es cierto que a medida que entramos en Pinar del Rio empezamos a ver los valles verdes plagados de altas palmera, cultivos de tierra roja (supongo que cultivos de tabaco) y de fondo las montañas redondeadas y con vegetación que son los famosos mogotes. Nuestra primera parada es una plantación de tabaco, y así damos por cerrado el ciclo de visitas de plantaciones de Cuba. Como ya habíamos estado viendo a lo largo de nuestro recorrido por Cuba, la agricultura es a la vieja usanza, con bueyes y arados manuales y caballos. Según nos dijeron en Tope de Collantes los agricultores tiene que entregar el 90% de su producción al gobierno y el resto es para ellos, ya sea para su consumo o para su venta. En la excursión a Viñales el guía nos comentó que con el tabaco es igual, el 90% es para el Estado y la familia se queda con el 10% restante. Y para quien le guste fumar habano recomendó comprarlos a los agricultores pero si lo que le gusta es tener la pegatina de la marca habanos entonces hay que comprarlo al estado. La diferencia es que uno tiene la marca y el otro no, y que el del estado es más caro y el del agricultor más baratos. Eso sí, dijo que el sabor es el mismo porque el habano se hace con el mismo producto, solo que el 90% se vende al estado y el resto se lo queda el agricultor, pero no puede usar la marca. La plantación de tabaco donde paramos pudimos ver los campos de tierra roja y el propietario nos mostró la semilla del tabaco, la más pequeña que vimos. Después de la plantación pasamos por el pueblo de Viñales que se encuentra dedicado al turismo. Es una localidad con bonitas casas con soportales, pintadas en llamativos colores. En muchas de ellas se pueden ver carteles alquilando habitaciones a turistas o restaurantes. Hay mucha gente que decide dormir aquí para hacer varias excursiones por los mogotes. De aquí nos acercamos al mural de la prehistoria donde vamos a comer, lo bueno de este lugar es que se encuentra dónde están localizados los mogotes “Las dos hermanas” , lo que significa que tenemos una vista de cerca de los famosos mogotes y le da su valor a esta parada porque lo que menos visto fue el mural de la prehistoria. Como decía entramos al recinto y fuimos admirando los mogotes de cerca, las montañas redondeadas estaban llenas de palmeras que sobresalían de cada rincón de su roca calcárea, y así de cerca aún me recordaron más a los que vi en China. A medida que te acercas al mural de la prehistoria puedes ver los mogotes desde un poco más lejos y resultan más bonitos que vistos de cerca, porque parecen hongos grandes de color verde en el valle. Es un buen lugar para ver la perspectiva de los mogotes de cerca, en cuanto al mural, es una pintura de colores en la pared de un mogote con su interpretación de la historia de la evolución humana, aprovechando las grietas de la roca para creer efectos especiales de luz y color. A nosotras fue lo que menos nos llamó la atención o nos gustó, pero lo teníamos contratado porque comíamos ahí. Aunque como decía, lo mejor del lugar es estar cerca de los mogotes. Y por supuesto el recorrido desde la plantación al mural de la prehistoria te permite ver los mogotes del valle que es la vista más preciosa. De toda la excursión lo mejor era el paseo en autobús por el valle, disfrutando de la vista de los mogotes sobresaliendo de color verde y el suelo liso de color rojo por las plantaciones. Después de comer fuimos a visitar la Cueva del Indio. En Viñales, debido al tipo de roca que es la que forman los mogotes hay muchas cuevas atravesadas por ríos subterráneos. Dicen que la cueva de Santo Tomás es la más grande pero nuestra excursión visitaba la Cueva del Indio que combina recorrido a pie y en barca. En la cueva nos encontramos con más turistas y el guía dijo que continuáramos y no nos paráramos, lo dijo para que luego no tuviéramos problemas a la hora de subir a la barca, porque la fila de espera dentro de la cueva por el número de turista fue tipo atracción de ferias. En la primera parte de la cueva, como decía, se hace un recorrido andando, la cueva es muy grande y está asfaltada de forma que no es difícil andar por ella, no hay muchas estalactitas y parece que va a ser una decepción, pero entonces consigues montar en la barca que te lleva a través de las aguas subterráneas de la cueva, y ahí sí que disfrutas de la visita, las formaciones de las estalactitas y estalagmitas en esta zona forma figuras como la cabeza de un indio (que da nombre a la cueva), un cocodrilo, una figura de la virgen del pilar, etc. La parte de la cueva con aguas subterráneas está oscura de forma que ves las formaciones rocosas porque el piloto de la barca las va marcando con una linterna. Pero el plato fuerte llega al final, cuando la barca gira para tomar la salida de la cueva y te encuentras con una inmensa entrada de estalactitas y estalagmitas abiertas por el paso del agua, afuera las hierbas no dejan suponer la imagen de su interior. Lo cierto es que la cueva en sí parece que no vale la pena en comparación con otras cuevas del lugar, pero te sirve para hacerte una idea de estas formaciones. De aquí fuimos al mirador de Los Jazmines, que en todos los blog dicen que es el mejor mirador para ver el valle de Viñales, y efectivamente fue la mejor parada de la visita. Cuando ves este paisaje en toda su inmensidad de vibrantes colores verdes, azules y rojos te das cuenta el por qué se considera a Viñales la zona más bonita de Cuba. La panorámica del valle desde este mirador es espectacular, una sola fotografía no es capaz de captar lo bonito del paisaje. Junto con el recorrido de la plantación al mirador de la prehistórica este punto es el mejor del recorrido, muy recomendable la visita si te enamoran los paisajes y la naturaleza.

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Tope de Collantes: Parque El Nicho - Cuba

Tope de Collantes: El Nicho

Dejamos Trinidad para ir a tope de Collantes, esta vez un poco más lejos, para visitar el Parque de El Nicho. La carretera para llegar al Nicho es complicada, en el circuito pone que se llegará hasta allí en jeep (entiendo que cuando vas en grupo en el circuito), como solo somos dos llegamos hasta ahí en coche. La carretera de montaña no es de las mejores conservadas pero tiene un fabuloso paisaje de vegetación entre subida y curva. El día está nublado y cada cierto tiempo empieza a llover. De los diez días por Cuba fue el único día que nos llovió. Lástima que fuera precisamente ese día. Aún así el conductor y el guía llevan el aire acondicionado encendido y a ratos esto te parece a Taiwán por el frío que hace. Afortunadamente debido a las cuestas y la carretera el conductor nos dice que tiene que quitar el aire para tener más potencia en el motor, y como que se lo agradecemos. Finalmente llegados a la entrada del parque por una carretera que ya se ha convertido en un camino de tierra y barro, en el parking (de tierra) del lugar dejamos el coche bajo los árboles y vemos que apenas hay coches, madrugar tiene la ventaja de encontrar poca gente. Una vez pasas la entrada al parque (donde el guía paga nuestro acceso) llegas a un pequeño centro de visitantes con bar, restaurante, merendero, y donde saldremos con el guía del parque a realizar el sendero “Reino de las Aguas”. Empezamos el recorrido y, aunque había parado, volvió a ponerse a llover. Por suerte llevábamos los chubasqueros y las botas de treking que usamos en el diluvio del Camino de Santiago y del Camino Caoling. Aunque lo que le faltaba a mi cámara (que el día anterior había caído al agua) era más agua. El camino es muy sencillo y plano rodeado de alta vegetación (aquí vemos más nidos de termitas, ahora ya reconocibles), pasando el camino del río sobre una pasarela de madera llegamos a la Poceta de Los Enamorados, el guía nos comenta que como está lloviendo desde ayer el agua parece muy marrón porque está revuelta pero normalmente se ve de un color azul turquesa y cristalina, nos lo creemos porque ayer estuvimos viendo otras pocetas del parque (y también que nos marchamos con lluvia). De la poceta de los enamorados continúa el camino cruzando otra vez el río y se escucha, antes de que se vea, el ruido de la cascada de El Nicho. La cascada es impresionante, realmente es el punto más visitable del camino y lo más llamativo. La cascada se divide en tres chorros de agua grandes que caen sobre las rocas y luego van inundando, en mayor o menor medida, el resto de la zona, todo depende de cuánta agua lleve. A la derecha hay otra cascada que también lleva agua al río, digamos que estamos rodeados de agua, pues apenas hay una pequeña parte de camino sin que haya cascadas o pocetas, por ello el nombre del sendero es el Reino del Agua. Aquí deja de llover y seguimos el camino sin los chubasqueros. Ahora toca subida y camino por tierra entre arboles selváticos con sus largas raíces. Entre los arboles hay flores y conseguimos ver a un colibrí, se mueve rapidísimo y cuesta seguirlo con la vista por lo rápido que va de arbusto en arbusto. Seguimos el camino, el guía del parque era para nosotras dos así que iba a nuestro ritmo, y llegamos a la Poceta de Cristal. Usualmente dan tiempo libre para bañarse en la poceta, que es de un agua cristalina pero como estaba medio lloviendo, el agua después de estar tantas horas lloviendo no era cristalina sino de un tono verde y marrón a mí no me llamaba meterme ahí dentro, y mi amiga por otro motivos tampoco pudo, así que nuestro trayecto se acortó bastante pues no entramos a la poceta. Aunque luego llegaron unos cubanos y se metieron sin pensarlo y se acercaron hasta las cascadas que alimentan de agua a la poceta. Si en la excursión anterior había alemanes y rusos, además de los nacionales, aquí había mucho turismo nacional. Yo me subí en el tronco de un árbol caído que me permitía acercarme a ver las cascadas de la poceta sin tener que meterme al agua. Y dejando atrás a los que se bañaban seguimos el camino de tierra y barro y seguimos subiendo hasta el punto más alto del trayecto que tiene un espectacular mirador al parque. Aunque estaba nublado eso lo hizo aún mejor porque podíamos ver como se movían las nubes entre las montañas grisáceas y más abajo el verdor de la selva del parque con vista a algunos recodos del río. Aquí nos quedamos un rato disfrutando del paisaje, y avisamos al guía que como no nos dijera algo nos quedamos ahí enganchadas. Una vez llegas aquí el resto del camino (circular) es de bajada a través de la selva. Los arboles estaban marcados con carteles indicando el tipo de árbol que es por lo que no hacía mucha falta el guía. Y así llegamos de nuevo a la cascada de El Nicho. Son apenas dos kilómetros (aquí no hay controversia) y como no habíamos gastado tiempo de baño el guía nos dijo que nos podíamos quedar por ahí y regresar al centro de visitantes más tarde, hasta las once y media no abrían la cocina (comíamos ahí, nuevamente arroz y pollo). En esta excursión fuimos prácticamente solas, suponemos que debido a la lluvia que había estado cayendo, pero al terminar el recorrido circular nos encontramos con un montón de turistas y al salir de comer el parking estaba bastante lleno de coches. De aquí nos marchamos camino a La Habana donde pasaríamos las últimas noches y por el camino (este día fueron muchas horas de carretera) pudimos volver a ver todos los carteles que la primera vez (camino a Cienfuegos y Trinidad) me llamaron la atención, y es que son todos carteles en referencia al Che y a la Revolución, como si estuviera todavía viva

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Tope de Collantes: Parque Guanaraya - Cuba

Tope de Collantes: Parque Gunaraya

Tras pasar la noche en Trinidad nos dirigimos hacia el parque nacional Tope de Collantes. Para visitarlo es necesario hacerlo con los guías del parque por lo que en las dos ocasiones en la que lo visitemos nos acompañaran estos guías expertos en naturaleza. En la entrada del parque nos encontramos que hay varios camiones aparcados frente al centro de visitantes, pero ninguno es el nuestro. En el centro de visitantes hay carteles de todos los senderos que se pueden hacer en el parque, en nuestro circuito están los dos más sencillos pero más bonitos según los cubanos que los han hecho. Frente al centro de visitantes hay una gran plaza que el guía nos enseña que en realidad es un reloj solar enorme. Y al frente hay un alto edificio blanco que es el hotel del parque. En esta zona refresca, lo que significa que nosotras estamos a gusto y los cubanos tienen que taparse con chaquetas. Nuestra excursión se vio afecta por uno de los grupos que componían el tour. Como solo somos dos y este tour se hace en camión, juntan a varios grupos, en nuestro caso íbamos con un grupo de alemanes y otros estadunidenses de Texas. Pero aunque estuvimos una hora esperando a los estadounidenses al final no aparecieron y nos marchamos (porque si seguíamos esperando no iba a dar tiempo de hacer todo el recorrido). El motivo de esperar tanto es porque en Cuba dan media hora de cortesía para llegar tarde (me pasó con uno de los tours del circuito), si ya empiezas dando 30 minutos de margen, bien puedes alargarlo. Para nosotras fue una suerte porque la guía quería dar el tour en alemán y en inglés y mi amiga estaba cansada de que le hablaran siempre en inglés en Cuba, justamente un sitio donde pueden hablarle en español (esa misma mañana en el hotel de Trinidad nos habían hablado varias veces en inglés el camarero del desayuno, hasta que hice de traductora (sí, increíble) y nos habían pedido rellenar unas largas encuestas que solo tenían en francés e inglés (divertidísimo). Al faltar los estadunidenses el tour lo hizo en español y alemán, aunque realmente no entiendo el por qué es necesario una guía del parque si tampoco cuenta mucho, pero así es como lo tienen organizado. Nos montamos en los camiones y acabamos muy cerca de ahí, en un antiguo cafetal. La guía nos mostró la flore y el fruto del café y un pequeño museo que tienen montado en una cafetería, y nos dio tiempo libre para tomar un café, mientras le dábamos más tiempo a los estadounidenses a llegar. Finalmente nos marchamos y comenzamos el recorrido por el parque en camión. El lugar tiene unas vistas impresionantes, y a quien le gusten las montañas disfrutará de la excursión. A lo largo del camino vimos caballos, las montañas, mucha vegetación y a las plantas crecer en los cables de la luz. Llegamo al parque Guanayara, donde comienza el sendero llamado “centinelas del río melodioso”, según la guía son 3 o 5 kilometros cubanos, porque en todas las guias pone que son tres kilómetros pero que ellos en cuba lo han medido varias veces y les sale cinco kilómetros. El día era estupendo porque hacía sol, y como el recorrido está lleno de árboles en la sombra no hacía mucho calor. Empezamos el sendero caminando por un pequeño llano entre árboles, donde conseguí ver por primera vez al pájaro nacional: el tocororo, (un pájaro con los colores de la bandera nacional cubana) . conseguí verlo porque aunque no soy de hablar con la gente si soy de prestar atención a lo que dicen (por eso me enteré que el grupo que faltaba eran de tExas), y es que estando caminando un guía llamó a nuestra guía para enseñarle el tocororo, la guía se lo mostró a los alemanes pero como yo no soy sorda me acerqué y conseguí llegar a verlo. Pero cuando acabó con los alemanes el ave se echó a volar. Así que si hubiéramos esperado a que la guía nos lo enseñara no hubiéramos podido verlo. No conseguimos ver a mas aves porque tras nosotros llego un grupo enorme de cubanos que son mu ruidosos, gritaban, saltaban, se metían al agua vestidos, vamos, lo que se llama un grupo de personas sin civilizar (porque no, no eran jóvenes a los que achacar su exceso a la juventud). Esta fue la mayor desgracia que tuvimos en el recorrido, porque la verdad es que fueron un auténtico incordio en todo momento. Seguimos el sendero hasta que entramos entre espesa vegetación de la selva tropical, así bajamos y subimos (y nos alegramos de haber llevado las botas de trekking) hasta encontrarnos con la cascada llamada Salto del Rocío.. La vista resultaría de postal sino fuera por el grupo de cubanos, pero aun así no consiguen quitarle el aspecto increíble de esas altas cascadas soltando agua desde lo alto. Abajo el agua es tan cristalina que se puede ver perfectamente cada grieta de las rocas y cada pececillo. Aquí hay una pasarela de madera suspendida sobre el río, la primera de varías que tendríamos que pasar a lo largo del sendero, y es que para tocar lo menos posible el entorno en vez de hacer puente simplemente han hecho pasarelas con un tablón de madera (¿para qué gastar más tablones?).Tras el pequeño recodo de cielo abierto que nos brinda el salto del Rocío, volvemos a adentrarnos en la espesura de la vegetación mientras el camino va paralelo al río, por eso se escucha el agua (cuando no se oye a los cubanos gritar como histéricos) y por ello el camino se llama centinelas del río melodioso. Durante el camino nos encontrábamos bambú (que han tallado con nombres como si pintarrajean las paredes – hay que decir que este parque es muy visitado por el turismo nacional y alemán, y a los alemanes no les veo yo haciendo esas cosas…), con la palmera real (que hemos estado y veríamos por toda la isla y que es el árbol nacional de Cuba) y bonitos recovecos y saltos de agua con impresionante color azul. La guía nos enseña la flor de la palmera real y tras alguna que otra pasarela más sobre el agua llegamos a la poza del Venado, en donde es posible bañarse y tomar un cóctel típico en su pequeño bar (que no conseguí beber porque el hombre se marchó con su caballo antes de que mi amiga saliera del agua). Aquí hice un intento de meterme al gua, pero no me gusta el agua de río, a una no le gusta el mar y a la otra no le gusta el río. Pero en mi intento me hundí en el barro, me raspe la mano donde llevaba la cámara y se cayó al agua. Y ya no volvió a encenderse. Cuando llegamos a Trinidad fui a un supermercado a comprar a arroz y la tuve en arroz hasta que volvió a funcionar. Aunque a veces el mando de control se vuelve loco. La poza es preciosa, con una pequeña cascada que da a la poza, bastante grande y llena de agua color azul turquesa. Mientras mi amiga se cambiaba de ropa la guía me llamó donde los alemana para enseñarme otro tocororo. Y cuando mi amiga estuvo lista seguimos el camino (ninguno de los alemanes se había bañado así que la esperábamos a ella). Nuevamente, el paisaje es encantador, con lianas selváticas, zonas de altísimos bambús y largas y gruesas raíces de árboles, como los que ves por el sudeste asiático. En esta parte la guía nos enseñó un nido en lo alto de las ramas, nos preguntó que si sabíamos que era, no conocíamos ningún ave (y las cigüeñas allí no cuentan) que pudiera hacerse eso, y al final resultó que era un nido de termitas. Tras seguir el camino por entre vegetación, palmeras y agua cristalina llegamos a donde se encuentra el restaurante “La Gallega”, fundado por una gallega y donde nos obsequian con un coctel de alcohol (no sé si habéis leído todas las entradas pero todos los días acabamos bebiendo un coctel con alcohol) antes de comer pollo y arroz (que sorpresa) y una especie de tubérculo que tienen ahí (y que no recuerdo el nombre). El lugar tiene tiendas de campaña donde nos comenta la guía que hay excursiones que hacen noche ahí y recorren el parque durante varios días (suecos, noruegos, alemanes…). Cuando salimos del lugar comienza a llover pero afortunadamente estamos dentro del camión. Antes de llegar al centro de visitantes hacemos una parada en el camino en un puesto de dulces y frutas, y nos compramos unas tabletas tipo turrón que son muy dulces y que me encantan. Una vez terminada la excursión bajamos con nuestro guía hacia el mirador del Caribe donde disfrutamos de una vista espectacular de las montañas y del Mar Caribe, que en un día despejado como hoy resulta precioso (se ve hasta Trinidad), y que al hacerlo por la tarde (los grupos suelen subir por la mañana) estamos prácticamente solas en el mirador. Y finalmente regresamos a Trinidad.

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Valle de los Ingenios - Cuba

Valle de los Ingenios

Tras la comida en Trinidad salimos en coche hacia el Valle de los Ingenios. Estábamos esperando que nos explicaran que era eso de los ingenios pero al final tuvimos que preguntar al guía. Resulta que ahí se llaman Ingenios a las haciendas azucareras, así que si como nosotras no sabías que era eso de los Ingenios, ahora ya lo sabes. Entre paisajes naturales verdes impresionantes se encuentran haciendas y fincas declaradas patrimonio de la Humanidad. Nosotras pararíamos en dos, la primera de ellas la hacienda Manaca-Iznaga, una de las mejor conservadas del valle. Compuesta por la casa hacienda, la torre vigía y el cementerio de esclavos, Manaca-Iznaga alcanzó un poder económico gracias a la industria azucarera. El lugar perteneció originalmente a Manuel José de Tellería que lo compra para construir un ingenio de miel y azúcar. La familia Iznaga-Borrell era de las más poderosas y adineradas de Trinidad y contaban con grandes caballerías de tierras dedicadas a la producción azucarera, con miles de esclavos finalmente acaban obteniendo el ingenio. Cuando llegamos al lugar hay que cruzar una vía del tren, luego descubriríamos que ese tren sigo en vigor. Pasando por varios tenderetes llegas a la hacienda donde vivian los dueños y hoy reconvertida en restaurante y tienda. Enfrente de la hacienda (una casa de una sola planta) nos encontramos con una gran campana y dos calderos de hierro, los calderos son resto de la antigua fábrica y la campana pertenecía a lo alto de la torre vigía y que hoy ya no está situada ahí porque la torre se ha convertido en un mirador. Este ingenio estuvo formado por hacienda donde vivían los dueños, una fábrica de azúcar, los barracones de esclavos y una torre vigía. Hoy se conservan restos de la fábrica y de los barracones, la casa hacienda y la torre. Aunque nosotros solo visitamos la hacienda y la torre. La arquitectura de las haciendas de los ingenios es diferente al de las casas coloniales de Trinidad, son edificios de una planta, con patios de arcos en el frente y un portal con dos ventanas abalaustradas a los lados y una puerta de madera con un gran arco. Nuestra primera visita fue subir a la torre vigía, hoy mirador, y en nuestro camino nos encontramos con un montón de sábanas blancas tejidas, todo hecho a mano pero que no nos interesaban y que a mí me daban aspecto de ropa tendida al sol. La torre tiene casi 45 metros y fue construida para vigilar a los esclavos en sus labores en la plantación y con su campanario se indicaba la hora del comienzo y del fin de la jornada laboral. Para subir por ella tenemos tramos de escaleras de madera interior, tiene siete niveles con formas geométricas diferentes que terminan en un octágono. El guía nos dijo que la mejor vista era en el nivel medio porque el inferior tenía muy poca altura y el superior es muy estrecho para apreciar las vistas, en el nivel medio en cambio hay amplios ventanales donde disfrutar de las vistas. A mí, personalmente, me gustaron las vistas desde todos los ángulos y niveles. Desde ahí arriba puedes ver todo el vale, las casas que rodean el ingenio, la hacienda del ingenio, el terreno de las antiguas plantaciones, así como las montañas al fondo. No podría elegir una vista porque cada una era diferente pero hermosa. Tuvimos, además, la suerte de que mientras estábamos arriba llego el tren a vapor que hacer un recorrido por el valle. El antiguo tren de vapor sale diariamente a las 9.30 desde la Estación de Trinidad y realiza un recorrido por el Valle con varias paradas (la hacienda Manaca-Iznaga incluida) que dura dos horas. Hay que recordar que Cuba fue el primer lugar de España (en esa época todavía era España) donde se inauguró el ferrocarril y su funcionamiento fue muy útil para el transporte del azúcar. No sé si el recorrido en tren vale la pena, pero las vistas desde la torre sin duda lo hacen, si os alojais en Trinidad hay que visitar este ingenio. Después de bajar de la torre entramos en la hacienda Manaca-Iznaga, en sus interiores se distingue un salón principal, con la decoración propia de la época y un techo de madera como los otros que vi en Trinidad. A los lados se encuentran los dormitorios, aposentos y oficinas. Y están los retratos de los dueños de la hacienda. El lugar es un bar restaurante así que hay bastante turista. Saliendo al balcón trasero de la haciendo podemos encontrar un trapiche que es n molino utilizado para extraer el jugo de la caña de azucar. Tras terminar de ver la hacienda cogimos el coche para ir de camino a San Isidro de los Destiladeros y en el coche el guía nos contó las leyendas que hay alrededor de la Torre Vigía. Se dice que el levantamiento de la torre se debió a una disputa amorosa entre los hermanos Pedro y Alejo Iznaga. Enamorados de la misma mujer, una hermosa esclava que había traído su padre, se jugaron el amor a quien construyera la mayor obra. Alejo se propuso construir una torre majestuosa y Pedro un pozo de gran profundidad. Un año demoró en levantar la torre, los esclavos trabajaron sin descanso día y noche, bajo el azote del mayoral, para que Alejo ganara la competencia. Más tarde, su hermano Pedro, también alcanzó su propósito y construyó un pozo que todavía hoy es utilizado por los pobladores de la zona. El padre de ambos no supo decidir cuál de los dos había ganado la competencia por lo que pregunto cuando medían la torre y el pozo, como ambos medían lo mismo y se habían terminado a la vez, y eran cosas igual de útiles, el padre decidió que se quedaba la esclava para él, además de obtener la torre y el pozo. Y llegamos a San Isidro de los Destiladeros, donde veríamos solas con la guía del lugar esta hacienda fue una de las más prestigiosas en producción de azúcar y donde más antiguos vestigios arquitectónicos se han encontrado. En la actualidad, los hallazgos expuestos a cielo abierto dan cuenta de la importancia del patrimonio industrial del célebre valle. El lugar está en rehabilitación, por lo que el interior de la hacienda está prácticamente desmantelado, pero con su estructura uno se puede imaginar cómo era la hacienda en sus mejores momentos. La guía nos comentó que su construcción data del siglo XVIII y que fue propiedad de Alejo María del Carmen Iznaga y Borrell, catalán que llegó a Cuba con la esperanza de amasar una buena fortuna. Su propósito se cumplió y años después las ganancias comenzaron a crecer. Luego, la propiedad fue vendida y se aprovechó la máquina de vapor y el incremento del número de esclavos para transformar a San Isidro en uno de los diez ingenios azucareros más productivos del valle y del país. El lugar se encuentra en una zona con amplios árboles que forman parte del conjunto campestre y donde podemos encontrar uno de estos árboles sagrados para los cubanos, que como dijo la guía, puedes creer o no, pero mejor no tocar el árbol por si acaso. Lo primero que nos encontrábamos, cuando quitamos la vista de la hacienda son los muros del sistema hidráulico que llevaba las aguas de un arroyo cercano al área destinada a la producción de azúcar. Allí las excavaciones han desenterrado lo que otrora fuera la destilería o molino de barro. Un poco más allá, frente a la hacienda se encuentra la torre campanario de estilo neoclásico, muy bajita y de solo tres pisos de base cuadrada, los arcos de medio punto y los detalles ornamentales. Se dice que cumplía tres funciones: mirador, campanario para avisar sobre el inicio o el fin de la jornada de trabajo, y como capilla de retiro, meditación y adoración. Como la hacienda está en reconstrucción tras ver sus arcos y estructura pasamos al a zona donde se encuentras los restos arqueológicos del llamado tren jamaiquino, en realidad de origen francés, aunque arribó desde Jamaica. Estaba compuesto por cinco calderas que se alimentaban del fuego de un horno común y cuyo fin era cocer las mieles para el azúcar. Este sistema fue la máxima expresión de la revolución industrial en el siglo XIX. Cerca se encuentra el pozo y resto de otras zonas del ingenio. Aunque pese a esas innovaciones tecnológicas la guía no deja de recalcar la barbarie acometida por los españoles a los hombres y mujeres traídos de África y China que se usaron para trabajar en los ingenios y como esclavos sexuales para generar una especie más resistente para hacer el trabajo. Lo que aquí sacó algo bueno de los españoles, resulta que con esto de usar a las esclavas sexuales paraa tener hijos que trabajaran en la Hacienda consiguieron que con la mezcla de africanos y españoles naciera la raza cubana. En esta hacienda también visitamos las ruinas de los barracones, pequeños espacios con condiciones infrahumanas. Con esto acabamos la visita al valle, con una parte de historia y otra de naturaleza. Ya habíamos visto un cafetal en Las terrazas y aquí una hacienda azucarera, ya solo nos quedaba una plantación de tabaco para dar por vistas todas las más importantes plantaciones de Cuba. Sin duda esta es una excursión imprescindible si visitas Cuba.

Visita: Noviembre 2019

Mis imágenes: Cuba - cuaderno fotográfico

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