Diario 2019: Italia - Herculano - dia 4

Después de comer en Portici nos acercamos andando hasta Herculano, dado que no está muy lejos de ahí. Dicen que tres horas es el tiempo medio de visita a las ruinas de Herculano (Ercolano) aunque puede ser más larga si vas haciendo fotos y leyendo toda la información que se proporciona en la guía gratuita (en varios idiomas, incluyendo el español) que puedes coger en la entrada (en mi caso fue la francesa Claire quien, sin decirle nada, de repente me llamó por mi nombre y me dio el folleto en español – se había acordado de mí y había cogido un folleto en español para mi a la vez que cogía uno en francés para ella, sin duda lo mejor de este viaje fue la gente tan agradable que conocí, esas personas que tienen pequeños detalles sin hacerlo a cambio de nada – no como otros-). 

 
 
 
 
 
 

En nuestro caso como después de aquí teníamos que ir a Paestum y no podíamos alargarnos fue una visita menos larga de lo que me hubiera gustado por lo que el museo quedó fuera de mi recorrido dado que quería ver cuánto pudiera de Herculano, y las vistas de la ruinas con nosotros andando entre ellas le daba un aspecto de Grand Tour que no se vería en otras visitas (pese a algunos de los andamios que rodeaban algunas de las ruinas). Dicen que la estructura de la ciudad sigue el mismo modelo geométrico de Nápoles, y nada más entrar desde arriba se puede ver la estructura de la ciudad, las casas, las calles, esculturas, fuentes y plazas así como el río que la recorre. Herculano se alzaba sobre una colina volcánica que caía a pico en el mar. Estaba amurallada y tenía dos puertos fluviales. 

 
 
 
 

La gran erupción del Vesubio expulsó tanta lava y escoria que cambió el entorno de la costa. Herculano debía de ser una ciudad pequeña (afortunadamente porque en tan poco tiempo no podríamos haber visto apenas) y se cree que llegó a ser una ciudad de vacaciones de la aristocracia romana. En el programa original el día lo pasamos en Pompeya pero debido a un cambio de dirección se nos revocó el acceso en ropa de época por lo que Margarita cambió la visita a Portici, Herculano y Paestum, que personalmente me gustó mucho más (en Pompeya ya había estado pero en Portici, Herculano y Paestum no por lo que por mi parte me parecía mucho mejor). Pompeya es realmente increíble, pero Herculano es más real porque al ser más pequeña al andar por sus calles, contemplando las casas y sus pinturas parece que estás en un lugar abandonado hace poco tiempo y no hace miles de años. 

 
 
 
 
 

Así, tras la erupción, Herculano fue cubierto por el barro y se conservaron los pisos superiores de las casas -en Pompeya no-, varios restos orgánicos, villas con sus camas y sus fuentes, sus decoración en pinturas y mosaicos, vigas de madera, balcones, hornos y tabernas con barriles. También una de las termas mejor conservadas del mundo antiguo y fuentes de mármol en todos los cruces de caminos. También se pueden ver los esqueletos que son los restos de los habitantes de Herculano que buscaron refugio en los almacenes que había en la antigua playa. Murieron asfixiados por el humo tóxico. Los arqueólogos no crearon moldes con la forma exacta de sus cuerpos, por eso siguen siendo esqueletos (que se pueden ver en Pompeya, según recuerdo de mi visita pasada). Y en el museo que ha reabierto una de sus salas recientemente se dicen que hay varios restos increíbles para ver pero ya no nos daba más tiempo y además estábamos cansados. Una visita muy recomendable, sin duda Pompeya es un gran lugar pero vale la pena perder una tarde en Herculano, que te da la oportunidad de descubrir una villa romana más completa.

 
 
 
 
 
 

Diario 2019: Italia - Palacio de Portici - dia 4

El domingo, justo el día que salíamos de la ciudad de Nápoles para conocer rincones del Golfo de Nápoles, amaneció lloviendo y pasó prácticamente todo el día lloviendo. Aun así eso no nos detuvo, a los que no tenía paraguas se compraron uno antes de subir al autobús a las diez de la mañana, ciertamente los paraguas modernos rompían el aspecto histórico del resto de nuestros trajes pero era algo inevitable, con lo que estaba cayendo no protegerse de la lluvia no era una opción. Llegamos al Palacio de Portici y pese a la lluvia lo primero que hicimos fue salir al patio para disfrutar de la vista de sus jardines, que es lo más llamativo del palacio (todavía con grandes partes en reconstrucción). Y es que el Palacio muestra una fachada magnífica con amplias terrazas y balaustradas y se constituye de una parte inferior y una superior divididas por un vasto patio por donde pasa la antigua “Calle Real de las Calabrias” que ahora se llama “viale Universitá”. 

 
 
 
 
 

El Rey Carlos edificó el Palacio Real de Portici en 1737, a causa de una tempestad, la pareja real se vio obligada a detenerse en Portici. La Reina María Amalia se enamoró al instante del lugar y el Rey tuvo la idea de construir allá una residencia real, y que fue ampliando comprando palacetes ya existentes. El Palacio Real nació como residencia de veraneo de la Corte pero luego se convirtió en residencia real y casa del Museo Ercolanense para albergar los resto encontrado en Herculano (así Portici se convirtió en una de las etapas del Grand Tour). 

 
 
 
 

De aquí subimos al primer piso, las escaleras están decoradas con pinturas en las paredes y el techo que hacen que se cree una visión de profundidad y decoración que no existe, estas escaleras dan lugar a la Sala de Guardias y la Sala del Trono, que muestran parte de los adornos originarios y que son las dos mejores sales del palacio, desde el suelo al techo todo está decorado. Después de estas salas las restantes están decoradas con diversos objetos y restos de Herculano, así como mosaicos romanos. Después de visitar el palacio visitamos el jardín botánico con guía, desgraciadamente estaba y había llovido tanto que un enorme agujero de agua impedía la entrada al invernadero (incluso del guía con ropa moderna). Afortunadamente mis botines de época me protegieron de la lluvia, las damas con bailarinas o sandalias no tuvieron tanta suerte. 

 
 
 
 
 

El parque representa una de las maravillas del Palacio, como se puede percibir pese a la intensa lluvia. Se constituye de un jardín inglés hacia el mar y largos bulevares. Más allá del jardín se extiende el bosque, diseñado según las necesidades de diversión típicas de la Corte. En el jardín también visitamos el muro de Pallacorda al final del jardín. Por lo que vi el pallacorda es un juego entre el tenis y la pelota vasca. Bajo la lluvia pudimos ver el gran muro de piedra que se conserva desde antes del imperio napoleónico, en el medio está la puerta de acceso y Ben nos explicó lo que se usaba como raqueta y la pelota. 

 
 
 
 
 

El juego consistía en lanzar la pelota, golpearla con esa especie de raqueta hasta que la pelota golpeaba la pared y rebotaba y tocaba volver a darle. Teníamos permiso para golpear la pelota contra el muro, así que pese a la lluvia y el césped mojado se lanzó la pelota hasta conseguir golpear el muro (hay un vídeo en la página de Facebook del blog). La cancha para el juego de la pelota es uno de tantos lugares antiguos e interesantes que hay en los jardines del palacio de Portici, gracias a eso pudimos comer a refugio, como llovía y no podíamos tener nuestro picnic bajo las palmeras nos refugiamos para tener el picnic en el antiguo edificio que servía como zona botánica de la reina.

 
 
 
 
 

Presentación

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