Diario 2013: España - Zaragoza - Ruta día 2 - Visita teatralizada en el Cementerio de Torrero (Aragón)

El jueves 31 de octubre, la noche antecesora al día de todos los santos, cuando dicen que las ánimas cobran vida reserve con Gozarte una visita teatralizada al cementerio de Zaragoza al cual llevar a mis amigas extremeñas. Salimos pronto y con los bocadillos preparados para la cena, hacía muy buena noche, el cierzo se había parado y la calle estaba llena de niños disfrazados pidiendo caramelos, costumbre muy americana esto de Halloween que cada año tiene más adeptos por lo que puedo ver, y por la cantidad de caramelos que se agotan en mi casa. Al final, pese a salir pronto, tuvimos que coger un taxi debido a la fatídica huelga de autobuses urbanos, pero el trayecto no es muy caro aunque el taxista no estaba muy seguro de si esa era la puerta del cementerio antiguo (el cementerio tiene varias puertas). 

 

 


Como yo soy bastante ignorante con respecto a mi ciudad, llamé a casa para asegurarme y tras confirmarlo nos sentamos en un banco frente a la puerta donde ponía claramente “Cementerio de Torrero” y nos pusimos a cenar nuestros bocadillos, con nuestra agua. Y además al lado había baños para Carmen, que siempre va tras un baño. Poco a poco fue llegando la gente, éramos un grupo grande, pero tras nosotros media hora más tarde aún había otro grupo. Mientras pagábamos y nos organizábamos nos iban repartiendo los farolillos y encendiendo la vela que daba calorcito, dado que aunque el cierzo no soplara muy fuerte frio hacía igualmente, por la noche y siendo ya inicio de noviembre es normal.






Comenzamos la visita con la historia del cementerio, desconocía que el cementerio de Zaragoza durante años había sido de los único en no cerrarse jamás, lo que aparte de permitir robos permitía hasta vivir en él (si tienes que esconderte y no tienes otro sitio al que ir aquí se puede estar de o más tranquilo), lo que me recordaba a la ciudad de los muertos de el Cairo, que tan lejos y siendo una cultura diferente al final tenían personas que hacían lo mismo en los cementerios. y nos nada más entrar nos encontramos con el primer actor, el vigilante del cementerio. La visita transcurrió por varias tumbas, con explicaciones del guía y con alguna que otra visita de las estatuas del cementerio que cobran vida de noche, a mis amigas le resultó curioso que hubiera niños en la visita, pero ya les había avisado que no era una visita de miedo, por mucho que fuera el 31 de octubre.





Además así “la afición” la estatua de la tumba del torero Herrerin dio lugar al bautizo de uno de los niños como “electricin”, y durante la visita, además de aprender, también nos llevamos algunas risas. Una pega que encontraron mis amigas es que a veces había explicaciones muy dirigidas a la gente de Zaragoza, que ellas, como eran de fuera no conocían, y yo, que soy la persona más despistada del mundo, pues tampoco, y cuando me hablaban de la cuesta del moran y de otras familias y lugares de Zaragoza, pues me quedaba como ellas, todo el grupo decía que sí sabía de que hablaba el guía y mis amigas me preguntaba y yo contestaba, “estoy como vosotras, ni idea de lo que me habla”. Aunque bien mirado es normal que esto pasara dado que creo que la mayoría de la gente que toma estas visitas es de la propia ciudad, y los nombres de las familias y lugares les van a ser conocidos.






Terminamos la visita junto a una tumba perfecta como escenario donde el guía nos contó de principio a fin la historia de Don Juan Tenorio, recitando algunos versos, y esta parte nos encantó. Salimos de la visita destacando, sobre todo lo demás, al guía y como explicaba las cosas. Y es que el guía nos dio esa guinda de pastel contándonos con tal viveza la historia de Don Juan Tenorio y Doña Inés, que a cualquiera le entraban las ganas de ir a un teatro a verla y disfrutar tanto de la historia como lo estábamos haciendo solo escuchándola de los labios del guía junto a una tumbas decorado con una hermosa escultura en la oscuridad de la noche. Como decía, lo que más disfruté es de como hizo la visita el guía, que si me hubieran quitado el encanto de las estatuas vivientes no lo habría notado, pero además, al final de la visita, nos dieron buñuelos y mosto, y había para repetir. Por si el final anterior, ese gran final de la historia de D. Juan Tenorio no había sido suficiente, comida y bebida para el cuerpo. Creo que mis amigas quedaron más que satisfechas con la visita, tras la cual bajamos a coger un taxi y pasamos por la antigua cárcel de torrero. Así que, aunque satisfechas, me echaron en cara que dos días enteros en Zaragoza y habían visto hasta el cementerio y al cárcel pero no El Pilar por dentro. Bueno, eso es porque el horario del Pilar es muy amplio, pero esa ya es otra historia para la siguiente entrada.




 

Diario 2013: España - Zaragoza - Ruta día 2 (Aragón)

Hoy jueves, víspera de festivo, hay que aprovechar para ver todo lo que tiene horario de cierre y que no pudimos ver el día anterior, entre otras cosas. Lo primero de todo es ver la antigua fábrica azucarera, por fuera no había problema de horarios pero por dentro, como es una biblioteca, sí que lo hay. No vinos todo porque íbamos por libre y hay zonas que no sé si se puede entrar sin guía así que nos limitamos a ver la zona publica, lo suficiente para hacerte una idea de la fábrica.








Tras la comida seguimos con el itinerario, ahora tocaba acercarnos a la plaza del Pilar, ver La Lonja (que no de pescado) sino de mercaderes para hacer los negocios, y no en las plazas, decorada como si fuera un palacio, las fuentes dela plaza del Pilar, el Pilar por todos los ángulos hasta llegar a la fuente de la Hispanidad y la iglesia de San Juan de los Panetes con su torre inclinada, la única que queda en pie de las dos que había inclinadas.










Como me recordaron mis amigas teníamos pendiente la visita obligada al caballito que hay tras la Lonja y que es el memoria del caballito que un fotógrafo ponía para hacer las fotos a los niños, es la foto típica y divertida, así que nos subimos una vez cada una, dos juntas, y las tres para inmortalizarnos sobre el caballito, que esta dorado de la de gente que se sigue montando (yo desde pequeña siempre con vestido de baturra). Y de ahí nos acercamos por la rivera hasta el convento del santo sepulcro construido con parte de la muralla medieval que se ve perfectamente, y donde hay una placa de información histórica. Sobre la pared de la casa pegada al antiguo convento hay una pintura de una de las puertas de la ciudad, no la había visto antes así que no sé desde cuando esté.











De aquí subimos dejando atrás la muralla medieval y llegamos hasta la iglesia de la Magdalena, con otra pintura en la casa de al lado de cómo era la ciudad y vista de la torre mudéjar de la Magdalena, preciosa sobre el brillante cielo azul. Y de aquí hasta la plaza san Miguel, para ver el exterior de la iglesia de San Miguel y la pintura de la puerta de la Victoria. De aquí caminamos por el Coso, vimos alguna que otra casa restaurada, el Casino mercantil, que aunque como es una caja de ahorros no se puede ver por dentro pero por fuera iluminado es precioso, y visitamos el interior del palacio de Sastago, con su escalera de madera y vidriera llamativa como la de Correos, la entrada es gratuita dado que como La Lonja se utiliza como sala de exposiciones. Saliendo seguimos por el Coso pasando por la puerta de los antiguos juzgados y bajamos hasta el mercado central, que se construyó en 1903 con el objetivo de ser un mercado donde había estado la antigua plaza del mercado pero que el constructor, que había visto edificar la torre Eiffel de Paris no olvidó ningún detalle, y si uno se fija en las flores de hierro, los animales de porcelana, las frutas, verduras y animales que adornan las columnas y las paredes de piedra del mercado se dará cuenta que podría ser un palacio en vez de un mercado por la decoración exquisita en detalles. Ahí, junto a la estatua de Cesar Augusto están las murallas romanas que nos llevan al torreón de la Zuda y la iglesia de San Juan de los Panetes. De aquí volvimos a casa a descansar un rato antes de salir de nuevo y visitar el cementerio en una visita teatralizada que había reservado para la noche.



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