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Recreación de la Batalla de Waterloo - Belgica

Recreación de la Batalla de Waterloo

La recreación de la batalla comenzaba a las ocho de la tarde, muy tarde, en mi opinión, para las dos horas que duraba la batalla. La organización llegó a algún acuerdo porque ampliaron los horarios de los trenes siendo el último en salir a la una y diez de la madrugada (lo recordaron por megafonía el viernes). Aun así yo creo que lo del bicentenario se les fue un poco de las manos, cuando compré las entradas según el plano había la mitad de gradas de las que en realidad hubo, y dos zonas de pie. Nosotras teníamos tickets para la zona de pie dado que las entradas para estar sentada eran más caras y no sabía cómo serían en realidad. Entre las dos zonas para estar de pie optamos por la zona E que era la que inicialmente estaba en el plano, y por lo que nos dijeron el montículo de la zona J disminuyó la visibilidad de la batalla. Aparte del hecho de que había muchas más gradas y zonas de espectadores que las iniciales también  pasó que abrieron solo dos horas antes, y con la de gente que tenía que entrar (según la prensa unos 60.000 espectadores el viernes) la batalla acabó comenzando más tarde de las ocho y nos cansamos de oír a los locutores pedir que se sentaran en las gradas lo más rápido posible. También al abrir las puertas tuvieron un problema con el lector de los tickets y tardaron en poder dejar pasar a la gente, hasta se disculparon por megafonía por ello. El caso es que no estaban muy preparados para el mega evento que se montó por tema del bicentenario, pero me complace informar que el sábado las cosas fueron mejores; hubo más seguridad (vallas que no había el viernes) para evitar accidentes en las colas de entrada, los escáneres de tickets funcionaron y hasta abrieron dos horas y media antes de la batalla para que no pasara como el día anterior. Volviendo al viernes, cuando llegamos a la puerta quedaban dos horas y media para la batalla y ya había gente, por lo que decidimos hacer fila, estábamos las segundas en la fila pero teníamos que recorrer un largo trayecto hasta la zona de pie. Afortunadamente sabemos andar rápido y pudimos elegir sitio, lo cual nos costó mucho porque no sabíamos dónde podríamos verlo mejor. Al final elegimos un lugar intermedio, justo frente a la colina del león. No se pudo ver toda la batalla pero la parte que vimos nos encantó, nos entusiasmó, en fin, que nos alegramos de haber hecho la fila. Como quedaban dos horas para que comenzara la batalla hicimos lo que todo el mundo, nos sentamos en el suelo a esperar y guardar sitio. A eso de la hora de la batalla detrás de nosotras había bastante gente pero aun así nos enteramos de los recreadores que desfilaron y se colocaron para entrar en el campo de batalla desde nuestra zona. Desde donde nos posicionamos el viernes, que se recreaba el ataque francés, teníamos visibilidad del cementerio, la granja de Hougoumont y la casita roja que ya no recuerdo que granja era. De lejos vimos a los escoceses en la zona de la casita roja, que nos pillaba mucho más alejada por lo que de regimiento escocés solo pillamos el sonido de las gaitas, que se dejaban escuchar sobre el sonido de los disparos, los cañones y los locutores (uno en inglés, otro en francés). Por otro lado, desde nuestro lado estaba la parte francesa y justo delante nuestro se colocaron tres cañones, con lo que tuvimos una gran visibilidad de los disparos con cañón. También desde nuestra posición pudimos ver las formaciones en lo alto de la colina, es cierto que estaban alejados pero aun así se podían ver sus gestos y acciones, avances y retiradas, y lo disfrutamos muchísimo. Cuanto más avanzaba la batalla, lógicamente, más se hacía de noche y más humo rodeaba el ambiento por el tema de la pólvora de los disparos de fusil y cañón, debido a ello cuando se me agotó la batería de la cámara antes de que acabara la batalla tampoco lo lamenté mucho porque mis ojos aún podían ver pero mi cámara no era tan buena como para captar lo que yo veía. El viernes fue el día que más gustó ver la batalla, tal vez porque lo vimos más real, el movimiento, las acciones, es como si estuviéramos viviendo el momento. Lo cierto es que no sabría describirlo, ver en las colinas la caballería desplegarse, las filas de regimientos marchando al mismo ritmo, el sonido de las armas todas juntas resonando entre el humo, en fin, que realmente había que verlo para poder disfrutarlo, no creo que pueda describirlo con palabras. Tras la batalla salimos despacio pero sin pausa y nada más salir nos encontramos con el grupo de españolas, pero mira que hay 60.000 personas y de entre tantas teníamos que encontrarnos por segunda vez. Aprovechando, como ellas el jueves habían tenido que ir al campamento y al espectáculo de Infierno le preguntamos donde se cogía el autobús lanzadera para llegar a la estación de tren porque el mar de gente se dividía en dos, una seguía recto y otra iba hacia la derecha. Seguimos a la gente y vimos la interminable fila que había para coger el autobús y como vimos un cartel para ir andando a la estación de tren, pregunté a un policía y decidimos ir a la estación de tren andando. Había muchísima gente andando (pero muchos era para llegar a los parking donde habían aparcado sus coches) y nos costó muchísimo conseguir pasar el primer tramo a pie, íbamos más lentos que un caracol. A medida que se fue descongestionando la cosa nos encontramos con que no sabíamos si estábamos tomando los desvíos correctos (con lo de los parkings no nos podíamos fiar de que toda la gente a pie fuera hacia la estación de tren), pero cada ciertos tramos había un policía al que preguntarle por la dirección a la estación de tren, o bien pasaban los autobuses lanzadera completamente llenos con el cartel de Gare du train. Y así, sin mucha dificultad, y tras recorrer los 3 kilómetros andando que separaban el campo de batalla de la estación de tren de Braine-l'Alleud, llegamos sin problema. El único momento en que lo pasamos un poco mal fue en la propia estación porque la gente se empujaba, había muchísima gente y unas escaleras que bajar para ir hasta el andén del siguiente tren. Y escaleras y gente empujando nunca son buenas combinaciones. Nada más conseguir llegar al andén entramos al tren y conseguimos sentarnos. El tren paraba en muchísimos sitios pero al final llegaba a Bruselas central así que esperamos pacientemente hasta que sobre la una de la madrugada llegábamos a Bruselas central. El sábado en cambio, como había muchísima más gente que el viernes decidimos hacer fila tres horas antes de la batalla, tomamos el primer lugar, nos sentamos y sacamos nuestro jamón serrano y nuestro queso y nos dispusimos a comer (que idea tan buena el llevarnos el embutido de España para la espera). A todos los que estábamos sentados haciendo file tres horas antes nos quisieron engañar: resuelta que la zona de pie E estaba algo alejada (como ya comenté sobre el viernes), pero hay una puerta que está más cerca. El problema es que para llegar a esa puerta había dos opciones: -ser un VIP y poder ir recto hasta la puerta, o buscarte la vida y caminar durante horas hasta llegar. Y sé esto porque el viernes íbamos sin parar de ver cosas pero el sábado pensamos intentar hace fila en la puerta más cercana a la zona de pie E, pero cada vez que preguntábamos nos hacían lo mismo: ¿eres VIP? no, entonces tienes que dar una vuelta por ahí. Ibas ahí, preguntabas y te decían: ¿eres VIP? respuesta: no, entonces tienes que bajar por el otro lado y dar un rodeo, llegabas ahí y otra vez lo mismo, en fin, que al final dijimos, para estar dando vueltas sin sentido nos vamos a nuestra puerta ya conocida.Y estando sentadas haciendo fila con el resto vinieron dos chicos de la organización intentando convencernos de ir a la otra puerta, pero cómo los presentes nos conocíamos el tema, nadie se movió. Es cierto que ese día hubo muchísima mas gente y que se iba a formar atasco en esa entrada, pero también es cierto que no es lo mismo andas 600 metros rectos que 2 kilómetros dando vueltas, nuestra puerta estaría "más alejada" en teoría, pero a la hora de la verdad era mejor que buscar la otra puerta (si no eras un VIP, claro).  Esta vez, como ya había comentado, la cosa fue mucho mejor, más organizada (eso intentaron). Además los grupos de recreadores desfilaron antes (no solo me permitieron verlos mejor que el viernes sino que esta vez la recreación de la batalla sí comenzó puntualmente). Volvimos a repetir la zona E de pie, pero esta vez cambiamos de lugar y nos pusimos un poquito más arriba. A cada lado nuestro teníamos unas cámaras con objetivos impresionantes, con lo que intuimos que no era un mal lugar. Como más de 60.000 espectadores no es un número muy elevado resultó que el chico al lado nuestro nos escuchó hablar en español, nos preguntó de dónde éramos en un regular español, y resultó que él había estado viviendo en Zaragoza desde el 2007 al 2012. Si ya lo digo siempre: el mundo es demasiado pequeño. El sábado había muchísima más gente que el viernes, notamos la diferencia porque al mirar detrás nuestro había mucha más gente que el día anterior, sin contar con las filas que se formaron antes de entrar. Al final se coló una china alrededor nuestro, a nosotras no, pero a los chicos de al lado les quitaron el sitio descaradamente, los pobres no pudieron hacer ninguna fotografía, y si les dejan hasta se hubieran metido en el campo de batalla, de verdad son un auténtico peligro (lo dije en mi viaje a Rusia y cada vez que viajo lo confirmo). El lugar que elegimos el sábado estaba un poco más elevado que el día anterior, por lo que no veíamos el cementerio pero aun así tuvimos una buena visibilidad del resto del campo de batalla. Antes de comenzar escuché mucho español alrededor (mira que nos dejamos oír) y una familia llevaba la bandera española (alguien que se acordaba que hubo un par de españoles en la batalla de Waterloo (la de hace doscientos años)). Esta vez el combate comenzó a su hora, y antes de comenzar pidieron por megafonía un minuto de silencio en recuerdo. El silencio se notó en los espectadores, pero no en los recreadores más alejados, que no debieron enterarse de la petición porque se oían sus gritos y risas perfectamente (al estar todo lo demás en silencio). He de decir que la batalla del sábado, el contrataque aliado, nos resultó algo más monótona que la del día anterior, aunque nos encantó igualmente, había momentos en los que no sabías hacia donde mirar pues en todos los rincones había un ataque. Eso sí, vimos perfectamente los distintos tipos de formaciones militares (el cuadrado, el círculo, el rombo, etc), los ataques a caballo, las hogueras en lo alto de los montículos, los disparos de las formaciones desde las granjas y desde el trigal. Había momentos en los que no sabias hacia donde mirar, los ataques a caballo, las formaciones avanzando en fila mientras al otro lado de la ladera los aliados en grupos sueltos disparaban ante el ataque. En la granja de enfrente el ataque y disparos de un bando y de otro, dentro y fuera de la granja. Es mucho más impresionante vivirlo en el mismo momento, pues contado me es imposible describir dos horas de ataque. Como había tanta gente en vez de esperar como el día anterior en cuanto el presentador empezó a despedirse nosotras comenzamos a salir deprisa para poder coger cuanto antes el tren. Supongo que por seguridad (la organización intentó mejorar los fallos del viernes) bloquearon el pasillo por donde habíamos salido el día anterior, y solo podíamos salir por detrás de las gradas. En consecuencia se formó un gran atasco porque la gente se paraba, sobre todo porque en cuanto acabó la batalla se puso a llover. Como estábamos cansadas de tantas espera decidimos hacer la cola para coger el autobús a la estación de tren (por supuesto hubo gente que se coló). Mojadas subimos al autobús y por lo menos cuando bajamos para coger el tren no había demasiada gente y nos evitamos los peligrosos empujones que vivimos el viernes. Nuevamente subimos al tren con tiempo para sentarnos y de regreso a Bruselas vimos un par de murales junto a la estación de Midi que estaban iluminados. No sé qué tal lo vivieron la gente de las gradas pero nosotras desde nuestra zona de pie, pese a tener que perder entre dos y cuatro horas de nuestro tiempo, lo vimos todo maravillosamente bien y disfrutamos como niños de la batalla: historia viva en su doscientos aniversario.

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Waterloo - Belgica

Waterloo

De nuevo toca madrugar para coger el tren de Bruselas a Braine-l'Alleud, que es el pueblo más cercano al campo de batalla (no me he equivocado, no es Waterloo, sino Braine-l'Alleud, lo que ocurre es que es en Waterloo donde Wellington tenía su cuartel general, y ya sabéis: quién gana es el que escribe la historia). Desde Braine-l'Alleud habían puesto para la ocasión autobuses lanzaderas que llevaban a todo el mundo gratis hasta los campamentos y campo de batalla. Nada más salir de la estación estuvimos dubitativas sobre qué autobús sería la lanzadera pero el conductor nos pitó y nos dijo que nos acercáramos, así que no tuvimos problema alguno. Por supuesto contábamos con la ventaja de que al final, después de mucho dudar (las predicciones del tiempo eran muy variables), decidí vestirme de época, por lo que el conductor al verme vestida de 1800 dedujo a donde iba. Nos bajamos donde casi todo el mundo se bajó (cuando vas a un evento tan grande es difícil que te pierdas o equivoques de parada). La parada estaba en la intersección entre el campo de batalla y la avenida que va hacia el monte del león y el museo memorial 1815. Nos dirigimos hacia el museo memorial y entramos para conseguir las entradas (había pases especiales pero cuando le dieron las vacaciones a mi amiga ya se habían agotado), y entramos de las primeras al museo. Nada más entrar creí ver a alguien conocido, el presidente de la Asociación de los Sitios de Zaragoza vestido de un regimiento escocés. Y efectivamente no me equivoqué, y acabamos viendo el museo en compañía de Gonzalo Aguado Aguaron, una persona majísima, aunque no me diréis que las probabilidades de que entre 5.000 recreadores y 60.000 espectadores nos encontremos tres de Zaragoza son bastante bajas. El museo es increíble, tiene cuadros en movimiento que deben costar mucho dinero y que tras verlos, luego ver un cuadro normal te sabe a poco. No tienen nada que ver con los cuadros usuales porque parece que estás viendo el momento en tiempo real. En el museo hay muchos trajes militares de la época, armas, cuadros, y varios objetos para disfrutar del museo de forma interactiva. Otra de las cosas que más nos gustaron del museo (aparte de esos cuadros en movimiento) fue la película en tres dimensiones de la batalla de Waterloo. La película fue rodada por recreadores y hay escenas en las que parece que estáis ahí mismo y que la bayoneta te va a atravesar o el cañón te va alcanzar. Las caídas de los caballos también son asombrosas y todo bajo la lluvia con la que se aconteció la batalla real. Impresionante. Del museo pasamos a ver el panorama de la batalla, un gran cuadro circular de la batalla pintado de forma que desde el centro puedas tener una visión de cada uno de los puntos estratégicos de la batalla. Y tras el panorama subimos a la colina del león. Esta colina visible desde cualquier punto del campo de batalla no estaba en 1815 sino que fue levantada tiempo más tarde para conmemorar la muerte de alguien en la batalla (no me quedé exactamente con quién). Desde el león se obtiene una vista perfecta del campo de batalla, de sus inmensas extensiones, y en estas fechas del campamento aliado, donde por lo que vimos ya estaban empezando a formar. Ahí Gonzalo se despidió de nosotras pues tenía que llegar al entrenamiento y nosotras nos quedamos un rato más dando un par de vueltas hasta que descendimos y nos dirigimos hacia el campamento aliado. En principio tenía pensado ver lo usual de Waterloo: el museo de Wellington en Waterloo, el museo de la colina del león con el campo de batalla y el museo de Napoleón, pero como ya que estábamos cerca del campamento decidimos que mejor ver los campamentos y por el camino ir viendo los museos que se pudieran ver, al fin y al cabo teníamos dos días dedicados exclusivamente a Waterloo. Al final fue un acierto hacer esto pues el viernes disfrutamos mucho más de los campamentos que el sábado. Como comentaba salimos de la colina del león y nos dirigimos hacía el campamento aliado, ahí pasamos bastantes más horas de las previstas, pero es que no se puede comparar ese campamentos con otros en los que haya estado. En el campamento aliado pudimos ver la instrucción militar, tanto de los caballos como de los regimientos a pie, y mucho más de cerca de lo que se podrían ver en la batalla, de ahí que nos retrasáramos más en el campamento. Cuando habíamos visto todo el campamento y nos cansamos de tanta instrucción, disparo y formaciones, nos dirigimos hacia la granja museo de Hougomont, donde el día anterior el príncipe Charles de Inglaterra había inaugurado una escultura homenaje. Pero antes de llegar nos reencontramos con las españolas del baile de la duquesa de Richmond, que eran cantineras del regimiento 42 (la amiga de Elba me reconoció por el bonete de Charo-cuaderno de costura-). Y entre que las saludamos y demás nos liamos y salimos del campamento sin pasar por Hougomont. De campamento aliado al campamento francés tomamos el camino a pie, siguiendo a la fila de gente que iba de un sitio a otro. Al mirar el plano fueron 3.4 kilómetros los que recorrimos para llegar (que luego tuvimos que ir del campamento al campo de batalla, y fueron otros 2.5 km a añadir) pero es que para ir en los autobuses lanzadera había como el triple de gente que andando. Además el camino es muy bonito, con sus campos de trigo amarillo y ¿alcachofas? verdes. Después de haber pasado horas en el campamento aliado el campamento francés nos defraudó un poquito, era mucho más pequeño y la instrucción la tenían que hacer en los campos de fuera del campamento porque no cabían. Además era la hora de la comida por lo que no había nada interesante que ver. En vez de continuar hacia el tercer campamento: el campamento de Napoleón, decidimos ir hacia el campo de batalla andando y buscar las puertas de acceso. Para esas horas ya había una marea de gente andando por la carretera, que ya había sido cortada, y como llevábamos entradas de pie (mucho más baratas que sentado) decidimos buscar la puerta y hacer fila para poder coger sitio en primera línea. Sobre la recreación de la batalla podéis leer la entrada “Recreación Batalla de Waterloo”. Tras acabar la recreación, mientras salíamos con la marabunta, nos encontramos con las españolas acompañadas del fotógrafo Valischka (que conocí en la recreación de Los Sitios de Zaragora y la de Bajaras-Madrid). Y creo que si lo intentamos no nos encontramos. Y así volvimos a Bruselas (llegaríamos sobre la una de la madrugada pasada) y al día siguiente volvimos a madrugar. Este día me levanté cansada y decidí no vestir el otro traje que llevaba, y fue un acierto porque al final del día llovió y nos mojamos así que la cosa fue bien. Estábamos entre ir a Waterloo y ver el museo de Wellington o empezar e ir al museo de Napoleón, aprovechar y ver el campamento napoleónico y luego ir al museo de Wellington. Al final lo hicimos así. Llegamos de nuevo en tren de Bruselas a Brand’allen, de aquí cogimos la lanzadera que nos dejó en el monte del león y con unos poco nos quedamos esperando al 365 que es el autobús que nos acercaría (gratis por ser la recreación) al museo del antiguo cuartel general de Napoleón, y por tanto al campamento de Napoleón. Fuimos de las primeras en entrar al museo, y aun así enseguida se llenó de gente. Este museo es pequeñito, al igual que el de Wellington, pero es porque son sus cuarteles generales de la época y no museos creados expresamente para ello. El museo es interesante pero no tan espectacular como el del memorial. Tras salir del museo recorrimos el campamento de Napoleón y aunque aprecia que iban a hacer algo decidimos marcharnos para coger el 365 y llegar al museo de Wellington, este ya sí en la ciudad de Waterloo. Al ser sábado los horarios de los autobuses era bastante malo, y aún tuvimos la suerte que el conductor de una lanzadera nos llevó hasta la parada del W que pasa con más asiduidad. Así que tras una larga espera (tenía más frecuencia pero no dejaba de ser sábado) conseguimos coger el bus y llegar al cuartel general de Wellington donde nos esperaba una inmensa cola. He de decir que tanto el viernes como el sábado no paramos de oír español, tanto de espectadores como de recreadores. Al final decidimos volver andando desde el museo de Wellington al campo de batalla porque las filas para coger el bus eran kilométricas. En el camino nos paramos en una parada del W porque al poco venía uno no muy lleno y lo cogimos para llegar al Monte del león. Desde aquí fuimos andando hasta el campamento aliado con el propósito de ver la granja museo de Hougumont pero la fila era larguísima y desistimos de seguir con las esperas, con el bus y el museo de Wellington habíamos tenido suficiente. Lo bueno es que la granja se ve muy bien por fuera, por lo que solo nos quedó ver el museo del interior. En otro viaje, cuando no sea el bicentenario, ya nos acercaremos (ahora que ya sabemos cómo funcionan los horarios de autobús). De vuelta de nuestro intento fallido de ver el museo (la granja si la vimos) nos encontramos con Luis Sorando Muzas, el presidente de los Voluntarios de Aragón, otro zaragozano muy majo, y ya le dije que le echaba en falta dado que pese a haber más de 65.000 personas no había tenido problema en encontrarme con todos los pocos conocidos que tengo en el ámbito de la recreación. Tras hacer unas pardas en el campamento aliado para cotillear sombreros de época, comprar guantes, chocolate de bombas de Waterloo, etc. nos dirigimos hacia la puerta que ya nos conocíamos para comer y coger sitio para la batalla, que os cuento  en la entrada de la "Recreación de la batalla de Waterloo".

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