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Diario 2013: Canada - Mont Temblant - dia 7

Al día siguiente podíamos optar por pasarlo en Montreal e ir a ver la catedral y el biodome con el parque olímpico, o bien tomar una excursión a Mont Temblant, conociéndonos decidimos optar por Mont Temblant, aunque teníamos que apurar el tiempo dado que a las cuatro de la tarde teníamos que salir hacia el aeropuerto para volver a España.Este era el día en que a las cuatro de la tarde salimos del hotel de Montreal con destino al aeropuerto para volver a España, aun así teníamos el deseo de poder visitar Mont Temblant, dado que me habían hablado muy bien del lugar, así que apurando salimos preparadas (en el canal del tiempo daban nieve) salimos hacia allí. A medida que nos acercábamos y empiezan a desaparecer los valles y surgir las montañas se empezó a ver algo de nieve, cuando paramos en la gasolinera el lugar estaba cubierto de nieve, el suelo, los tejados de las casas, los coches aparcados, así que nos desilusionó un poco que al llegar a Mont Temblant no hubiera nada de nieve. Aun así el pueblecito que está en cuesta está al lado de un lago y es muy bonito, todas las casitas bien cuidadas y cada una de colores pastel. Como era domingo había muchas familias con niños. 

 
 
 

El teleférico estaba cerrado pero no importaba dado que era la excusa perfecta para hacer un poco de senderismo y subir y caminar por los recorrido de treking que tienen en la zona junto a la pistas de esquí. Dejando atrás el pueblo empezamos a subir siguiendo a la gente y los niños hasta llegar a las cascadas, no impresionantes como las vistas hasta ahora pero muy bonitas porque conservaban entre los arboles el hielo y la nieve que había caído días anteriores. En el camino había banquitos de madera para contemplar la cascada, que en primavera o verano debe ser muy relajante sentar en el sol a disfrutar del ruido del agua caer y los olores de la montaña. El caso es que con el frió que hacia (en mis cinco mangas llevaba dos polares, uno de 200 y otro de 400) no apetecía sentarse en la madera. Dejando atrás la cascada y el riachuelo llegamos a una encrucijada de caminos, una dirección ponía la Grand brule y otra nos llevaba hasta la zona del teleférico. 

 
 
 

Salimos hacia el teleférico donde había una pequeña pero abundante concentración de nieve, así que ya sabéis, ver nieve y ya las tengo jugando como críos a tirarse bolas de nieve. Pero lo bueno de esta zona no solo era la nieve sino la vista espectacular desde arriba, con el lago inmenso, las grandes islas verdes en el medio (no llegamos a ver el lago desde el suelo porque se nos fue le tiempo entre unas cosas y otras) y el pueblecito a los pies de la montaña y junto al lado, todas las casitas de colores resaltando sobre el azul y verde del lugar. Una vista espectacular, y casi mejor que desde el teleférico pues aquí no teníamos limitación en la visibilidad, ni reflejos de cristal, ni nada. Tras un rato por ahí volvimos la encrucijada y tomamos el camino hacia la gran brulé, pasamos riachuelos y puentes de madera y rocas al más estilo belén navideño (cosa que acompañaba los pinos y la nieve espolvoreada que quedaba sobre ellos y el suelo). Seguimos disfrutando del camino y del paisaje hasta que nos entró la duda de si seguir y volver tras nuestros pasos, la Grand brulé no sabíamos lo que era y si bien había carteles en ninguno te avisaba de cuantos kilómetros quedaban para llegar a destino, y como tampoco había mucha gente paseando por esa zona (a las familias con niños las perdimos en la zona de nieve) y los que había iban todos preparados para un señor treking con sus bastones y botas de montaña, además de la nieve había quedado barro en varias zonas y la cosa se iba presentando difícil, de forma que la cuestión estaba en que no hacíamos noche ahí para seguir disfrutando de la ruta sino que a las cuatro teníamos que estar sanas y salvas en Montreal por lo que volvimos atrás siguiendo nuestros pasos, para la bajada tomamos otro camino en la zona de la cascada que sigue el recorrido del río y que crea un paisaje otoñal idílico.

 
 

Luego nos recorrimos el pueblo solo parando para comer, por ejemplo, se me apeteció un helado (si, con el frío que hacía, mis dos polares y cinco mangas voy yo y me apetece un helado, pero lo dije en voz alta y lo que se le apetece a una se le apetece al resto así que en cuanto encontramos una heladería nos compramos unos helados, que ricos, aunque tras ello tuvimos que entrar en calor comprándonos algo con más calorías, la cola de castor. La cola de castor es un dulce típico de ahí que consiste en la masa de los churros aplanada y cubierta con lo que quieras, nosotros que solo de churros con chocolate pedimos una cola de castor de chocolate, y tuvimos nuestra cola de chocolate cubierta de azúcar glas. El sabor era como los churros untados en chocolate, la pena es que al estar la masa aplanada se comía fatal, pero calorías tenia suficientes para que perdiéramos el frío. Aunque en los baños públicos de los que ya os hablé también hacia calorcito.

 
 

Tras la cola de castor aun me compre una bolsa de algodón de azúcar mientras mis amigas veían el helado de jarabe de arce, y es que había una tienda con un cubo de madera con nieve por encima y un cartel de no tocar, y al preguntar nos dijeron que ahí ponían un palo de madera y echaban jarabe de arce desde una jarra y con el palo ibas recogiendo el jarabe sobre la nieve convirtiéndolo así en un helado de jarabe de arce. Vimos a una familia con niños hacerlo pero el sabor del jarabe de arce n me convencía, por muy dulce que fuera, así que opte por mi algodón de azúcar (era el tercero o cuarto que compraba en Canadá, donde es fácil encontrarlo). Tras entrar un rato a una cafetería decidimos volver a Montreal, fue una pena no tener más tiempo para disfrutar de la montaña, el guía nos comentó que hay veces en que pasan la noche ahí y se puede hacer senderismo y ver a los renos, pero nosotras no teníamos tiempo. Llegamos a Montreal justo para salir al aeropuerto. La experiencia del vuelo de regreso ya la relate en Transfer en Londres-Heathrow y es que merece un apartado aparte.

 
 

Diario 2013: Canada - Montreal - dia 6

Partimos de Quebec dirección Montreal, como la distancia es más cercana esta vez primero haremos a visita panorámica y luego nos iremos a comer. Aquí el estado lleva el control de la venta de bebidas así que es muy habitual no encontrar bebidas alcohólicas en todos los sitios y que si las hay están sean muy caras, donde comimos dejaban que los clientes llevaran su propia bebida porque ellos tienen que pagar más por la bebida que si el cliente va a la tienda del gobierno y compra su bebida ahí y la lleva al restaurante. Pero como iba diciendo primero comenzamos la visita panorámica viendo el skyline de la ciudad, paramos en un parque al otro lado del río desde donde se veían dos puentes, la basílica de la ciudad, las casas y la montaña que está al fondo de la ciudad y la cruz que hay sobre ella, esa cruz la puso ahí el fundador de la ciudad y se veía perfectamente recortando el horizonte. Tras la vista global de la ciudad pasmaos por el biodome y el parque olímpico, el biodome se creó para la Expo internacional y se quedó como zoológico-parque botánico. 

 
 
 
 

Es muy curioso visto desde lejos porque parece una ciudad dentro de una burbuja. Tras esto marchamos al circuito de Montreal, y es que el circuito lo dejan abierto para que la gente vaya ahí a correr, montar en bicicleta, patines, y también pueden ir coches pero a muy poca velocidad. Aquí hicimos otra parada fotográfica para poder disfrutar de la pole de salida y de pisar el circuito de Montreal, esto ninguno nos lo esperábamos (no estaba en el planing) y creo que fue una de las cosas que más nos gustaron junto con la basílica. Tras recorrernos todo el circuito marchamos hacia el monte donde vimos la cruz y desde donde está la vista desde lo alto de la ciudad, y tras parada japonesa para hacer fotografías volvimos a la ciudad y empezó a caer agua nieve, que ilusión, veíamos caer la nieve en Canadá. 
 
 
 
 

Pasamos por el centro histórico de la ciudad, las casitas de estilo francés e inglés, el parlamento, la estatua Nelson con un solo brazo, el mercado antiguo, la basílica, chinatown y la catedral que es una réplica más pequeña de la de San Pablo del Vaticano. Y aquí acabó al visita panorámica, rápida y muy breve, como la de Ottawa pero como llegamos antes teníamos tiempo de luz solar para verla a pie. Nuestro hotel estaba cerquita de chinatown así que el primer lugar que visitamos tras parar en el hotel a ponernos un par de jersey más (aquí es cuando por fin hice uso de mis jerséis de “lana” y lleve cinco capas. Cada día que pasaba hacía más frío, y eso que Montreal estaba más bajo que Quebec, pero no era cuestión de localización sino que se acercaba una borrasca, y así fue dado que el último día cuando nos marchábamos de Montreal estábamos en el aeropuerto (el vuelo se retrasó) y veíamos caer la nieve sin parar acompañada con un viento muy fuerte. Ya les llegaba el inverno. 

 
 
 
 

Pero continuando con nuestra visita, pasamos chinatown y nos dirigimos hacia la basílica, tiene una plaza muy mona rodeada de interesantes edificios, aprovechando el paseo por la plaza entramos en la tienda de la basílica a comprar las entras del espectáculo nocturno. Para ver la basílica puedes pagar 5 dólares y verla o puedes pagar 10 dólares y te ves el espectáculo y luego la basílica. Como el guía nos recomendó el espectáculo decidimos ir a verlo, fuimos por libre pero al final en la puerta de la basílica a las 6.30 de la tarde coincidimos todo el grupo y nos sentamos todos juntos a ver el espectáculo. Pero nuevamente me adelanto, tras comprar las entradas marchamos hacia el ayuntamiento, el viejo puerto, y la columna de Nelson, que no eh investigado pero curiosamente tiene un cocodrilo en la base de su columna, supongo que algo significará ese cocodrilo. Tras ver cada detalle del casco histórico entramos al mercado antiguo que ahora está lleno de tiendas de ropa y tiendas de souvenirs. 
 
 
 
 

Y aquí descubrimos que era un souvenir que veníamos viendo en Quebec y aquí en Montreal pero no en los otros sitios y es que es una réplica de una figura que hacían los esquimales de Canadá. Es curioso pero en Quebec y en Montreal pudimos encontrar muchas tiendas con, aparte de la típica hoja de arce y el jarabe de arce, la figura de los esquimales de ahí y tótems y demás artículos de los indios americanos. Cuando salimos del mercado era ya de noche y visitamos todo el casco histórico pero de noche con su iluminación nocturna. (El casco histórico es pequeñito y está todo muy cerca). Así llegamos a la basílica (que no la catedral) y entramos antes de la hora (en cuanto nos dejaron) porque el frío ya se hacía notar cada vez más. 

 
 
 
 

Dentro de la basílica se está calentito, para el espectáculo te dan unos auriculares para escuchar todo, los tienen en inglés, francés, español y japonés. Sí, es curioso pero aquí aprecian más el español que en otros lugares donde parece que el turista español no existe. Para el espectáculo la iglesia está toda cubierta pero las pantallas blancas donde se reproduce la historia de la iglesia desde su idea en Francia hasta su último arreglo (las vidrieras por el centenario) se van quitando a medida que pasa el espectáculo de forma que al finalizar la iglesia queda libre de pantallas blancas y se puede ver por entera sin obstáculos, y realmente es preciosa llena de detalles de madera y coloridos del suelo al techo, verdes, rojos techos azules estrellados de dorado, y el altar es impresionante, lo que más me impacto fue durante el espectáculo, muestran la imagen de cómo era antiguamente el altar y de repente cuando cuentan la historia de las quejas de los feligreses y como lo tuvieron que cambiar se alza el telón blanco que hacía de pantalla y te quedas impactado por el increíble altar que se muestra. Además, en el espectáculo van iluminando los lugares y sus detalles y si vas y no hay luz solar es muy difícil ver esos detalles. Tras el espectáculo, que recomiendo encarecidamente a quien vaya Montreal, nos marchamos hacia el hotel. 

 
 
 
 

Presentación

Curriculum Viajero - Presentación