Camino a Puno
Visita: Noviembre 2011
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La ruta nos lleva otra vez a Patapampa, donde paramos un rato. La patapampa es el lugar donde estaba la reserva con las alpacas, vicuñas y demás, deshaciendo el camino que habíamos tomado de Arquipa a Chivay. Después de parar para que los turistas tomáramos coca (cosa que no hice) tomamos otro camino diferente al que lleva a Arequipa, ya en dirección a Puno el paisaje va cambiando y entramos en el Altiplano, aparecen montañas como colinas de diversos colores verdes y amarillos, pueblos pequeños en medio de la nada, casa típicas con sus rebaños, y el paisaje más plano y ondulante respecto a la zona de volcanes vista anteriormente. Si había suerte nos comentaron que podíamos llegar a ver flamencos, y tuvimos suerte, no solo vimos a los cóndores cuando no era habitual verlos sino que también vimos cientos de flamencos. El autobús paró en medio de la carretera para que pudiéramos bajar y acercarnos al lago por donde estaban volando y descansando los flamencos, que resaltaba con su intenso color rojo y negro. La pena es que si te acercas mucho los flamencos salen volando, así que las fotos no se aprecian tan bien como con el cóndor. Seguimos el camino por carretera y el paisaje continuó siendo igual, ondulante, casas solitarias, y verdes difuminados y pequeños lagos. El autobús paró junto a lagunillas, el lago es enorme, de un claro color azul, hacía mucho aire pero gastamos al máximo el tiempo ahí arriba, viendo el paisaje desde lo alto. El conductor nos aconsejó que no corriéramos porque era una zona de altura y los turistas no estamos, en teoría, acostumbrados, y que ellos tenían un litro más de sangre en el cuerpo que nosotros por estar aclimatados a la zona. No le hicimos mucho caso pero si se notaba que costaba más respirar. Sé que no hago más que comprar pero el paisaje me recordó a Escocia, con esas montañas ondulantes de color verde junto al lago tranquilo de tono azul. Volvimos a tomar el bus y pasamos por el puente que cruza el lago y vimos más flamencos a cada lado nuestro, sobre el lago. Luego el paisaje siguió entre montañas y planos hasta que empezó a anochecer. Llegamos a Juliaca ya de noche y nos sorprendió lo enorme que es la ciudad, toda llena de coches, gente y luces, un tráfico intenso, muchos moto-taxis y mucho ajetreo en las calles. Según comentaron es una ciudad que vive del contrabando por su cercanía Bolivia. Y ya en noche cerrada llegamos a Puno.
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