MachuPichu
Visita: Noviembre 2011
Mis imagenes: aqui algunas de la ciudadela y del WaynaPichu
Información del pais: aqui
Nada más llegar a Aguas calientes o Machupichu pueblo, lo llaman de las dos formas, dejamos el equipaje para subir a la ciudadela de Machupichu. La salida para mi fue muy caótica y es que el pueblo es pequeño, todo calles en cuestas, estrechas, y todo tiendas, un gran tenderete de tiendas rodean la estación. Junto al río, al otro lado de la estación de trenes está la parada de autobús que lleva a la ciudadela. Nosotras ya teníamos los billetes de ida y vuelta comprados. No había que investigar mucho donde había que cogerlo dado que en a calle había una gran fila para montarse. Salen bastantes seguidos, en cuanto se llenan. Durante la subida estuve mirando por la ventanilla pero con la cantidad de vegetación era bastante difícil ver algo, solo se vislumbraban atas montañas entre la niebla. Porque cuando llegamos hacia bastante niebla. La carretera de subida son curvas tras curvas, camino de tierra estrecho, había zonas donde el autobús tenia que parar para que el otro autobús el de bajada, pasara. Pero los conductores parecían tener dominado ya el camino de subida-bajada. Entre la vegetación se podía ver a veces el camino por donde se puede subir andando, pero hay que tener ganas y tiempo para ello dado que no es un subida rápida. Antes de entrar a la ciudadela hay baños (donde hay que pagar), y un restaurante. Al entrar nos piden los pasaportes así que volvieron a decir lo de que hay muchas marias en España. A este paso Carmen se quita el María del nombre. Pueden pedirse mapas gratis en la entrada y además, al celebrar los cien años desde el descubrimiento de Bigham de la ciudadela te sellaban en el pasaporte una estampa de los cien años de Machupichu. Aunque lógicamente la ciudadela es más antigua que eso. La misma no es visible nada mas entrar sino que hay que andar un poquito para encontrar las casas y las terrazas. Para ver machupichu sin perderse y subir y bajar y repetir templos y casas, o no llegar a ver algo que se desea lo mejor es estudiarse bien el plano. Después de un recorrido con guía de la ciudadela salimos de la ciudadela para comer, dado que en teoría no se puede comer ni beber nada dentro del recinto. A la vuelta (se puede entrar con la misma entrada del día) la niebla bajaba y cada vez se veía menos de la ciudadela, y las montañas que lo rodeaban estaban cubiertas y sus cimas ocultas, lo que auguraba pocas vistas impresionantes, aun así nosotras nos dirigimos hacia la puerta del sol (Intipuku), la entrada a Machupichu del camino inca. Esta a una altura mayor que el Huaynapichu (una de las montañas alrededor de la ciudadela) la que sale en las fotos típicas de la ciudadela. Y el camino se me hizo mucho más largo y pesado que el que haría el día siguiente. Está en dirección contraria al Huaynapichu, y aunque está todo empedrado, hay momentos de dura subida. Pero al final, entre la niebla, se visualiza una casa sin tejado, con algo de gente. El Intipuku. Después de descansar y tomar unas cuantas fotos regresamos por el mismo camino de ida, tal y como se preveía no había ninguna vista desde la puerta del sol, no porque habitualmente no haya sino porque todo estaba cubierto de una niebla baja. Regresando la niebla fue subiendo y pudimos ver la ciudadela impresionante a lo lejos, pequeñitas las construcciones incas, con las montañas inmensas alrededor, y las curvas sin vegetación por donde subía la carretera a la ciudadela. Al regresar pudimos disfrutar de una tarde de sol por la ciudadela, así que volvimos a hacer un recorrido completo, hasta que viendo que se acercaban las cinco de la tarde (cuando cierran) nos fuimos dirigiendo hacia la salida y casi gritamos de terror cuando una feísima llama nos pillo de frente en un camino, y sin ninguna escapatoria. Por suerte no nos escupió y pasó de nosotras, pegadas a la pared de piedra, evitando casi respirar. No fuera que se lo tomara a mal el bicho, que de pequeño no tenía nada. Bajamos de la ciudadela en autobús y tras dejar los bultos en el hotel corrimos hacia los baños termales. Que parece que están cercanos pero también hay cuestas y cuestas que subir hasta llegar a ellos. Ya se había hecho de noche al llegar pero estaban llenos de gente. El día había pasado volando y al día siguiente ya volvimos para Cuzco, no sin antes volver a la ciudadela. No madrugamos mucho pero a eso de las nueve ya estábamos por la ciudadela, por la noche había llovido con intensidad y al subir en el autobús encontramos una tremenda roca en medio del camino, que había caído de la montaña debido a las lluvias. Para hacerse una idea era como la roca redonda de la película de Indiana Jones, impresionante lo que la intensa lluvia había hecho el día anterior. Aprovechando que la niebla se estaba levantando y nos hacía un fabuloso sol volvimos a recorrernos toda la ciudadela, tomando fotos en cada rincón, para tener unas con sol y otras con niebla. Y cerca de las diez nos acercamos a la entrada del Huaynapichu, teníamos a entrada para las diez, y esperábamos que nos diera tiempo de subir y bajar para coger el tren de regreso sin problemas. Lo principal era el tiempo que hiciera. El día anterior en el camino a la puerta del sol conocimos a una chica que tenía la entrada del Huaynapichu pero que tuvo que volverse porque por la niebla no era capaz de ver donde ponía los pies, lo que es bastante peligroso en la montaña. Antes de la hora vimos a unos españoles pasar antes de las diez, echándole jeta al estilo español. No me sorprendió oírlo y verlo pero luego no me extraña que en algunos sitios a donde viajo los españoles tengamos tan mala fama, si es que nos la buscamos nosotros mismos. Llegada la hora puntual firmamos el libro de registro y comenzamos el camino, justo costó una hora de subida, y no nos paramos a penas para hacer fotos, solo en aquellos lugares que tenían espacio para ello, dado que aunque bien señalizado no todo el camino de subida era sencillo. Tuvimos mucha suerte de que nos hizo sol toda la subida. Al llegar a una gran explana descansamos un rato y luego cuando íbamos a subir una francesa que nos había adelantado nos pregunto si sabíamos como llegar. El problema es que para llegar al pico hay que subir unas rocas y meterse por un agujero nada señalizado. Nosotras lo sabíamos porque todos los españoles que bajaban nos decían que merecía la pena la subida pero que para subir del todo había que pasar por una pequeñita gruta, de rodillas y con la mochila por delante porque no cabe una persona y su mochila. El caso es que tras nosotras tres nos siguieron la francesa y otra pareja más que había estado dando vueltas por la explanada, suponemos que buscando como subir a al cima. Tras meternos en el agujero a rastras, sin ver nada de nada hasta llegar al agujero de salida (tenía delante a una compañera y con lo estrecho que era el agujero no había ni una pizca de luz), al salir una escalera de madera apoyada en una roca nos permitía subir a la cima y disfrutar de la vista, impresionante de la ciudadela, del camino hasta la puerta del sol a lo lejos, el rio muy lejano, la carretera de subida a la ciudadela. Lo cierto es que la vista merecía el esfuerzo de la subida. Y al poco de estar ahí arriba comenzó a llover y comenzamos la bajada, con calma porque el barro y la piedra mojada resbalaban fuimos retomando el camino de vuelta. Hay más para ver en el Huaynapichu pero nosotras íbamos algo pilladas de tiempo dado que a las tres y algo de la tarde salía el tren a Cuzco y primero teníamos que bajar de ahí sin caernos, y luego ir hasta la salida, que la montaña no está pegada a la entrada y la ciudadela es grande de recorrer, y luego tomar el autobús que había filas para cogerlo debido a la cantidad de agua que caía, y luego de la parada del bus al hotel a coger las mochilas, para luego ir a la estación. Vamos, que no nos sobraba el tiempo y el objetivo, que era la cima, ya estaba cumplido. Aun así después de firmar el registro de salida del Huaynapichu tuvimos que refugiarnos en una de las pocas casas incas con techo que hay. Estábamos casi todo el mundo ahí apretujado porque llovía con gran intensidad. Machupichu con lluvia es también algo para ver, porque es difícil imaginarse como alguien pudo vivir ahí arriba con esas intensas lluvias.
Visita: Noviembre 2011
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