Salimos del Palazzo Vecchio y nos dirigimos tras Napoleón y los duques de la Toscana, hacia las galerías Uffizi para coger el corredor cubierto que lleva al puente Vecchio. Atravesamos el puente Vecchio y vamos andando hasta los jardines Bordini. La subida a los jardines es a pie, lo que nadie esperaba es que fuera un monte tan pronunciado. Bajo el calor de la tarde (que además el domingo fue el día de más calor en Florencia) y los ropajes de corte, la subida por el camino a la parte alta de los jardines, fue complicada, agotadora y casi hasta mortal. En la subida vi a más de un inglés o ruso rojo como un tomate, sin respiración y buscando la sombra de algún árbol. Las ropas de corte no eran las más adecuadas para ese paseo. Sé que cuando se pensó en ello fue porque la subida, aunque en continua pendiente, va descubriendo hermosas vistas de Florencia. En una de las curvas de la cuesta, entre las hojas de los árboles se podía ver la cúpula del duomo al fondo. Y cuando nos acercamos a la villa donde comeríamos hermosos jardines escalonados brillaban bajo el sol de la toscana. Pero el catering falló de nuevo, después de esa difícil y larga subida en cuesta bajo el sol abrasador llegamos deshidratados y el agua se había acabado y nadie del catering había sacado más. De todo el fin de semana finalmente, por mucho que me haya podido “quejar”, que los que me conocen saben que no son quejas, lo que de verdad me dolió y esta vez sí es una queja, es llegar a la villa después de esa subida bajo el sol y no tener agua. Además la gente de la villa, menos una persona, fueron superdesagradables, parecía que nos estaban haciendo un favor por dejarnos comer ahí. Y lo de menos, pero como anécdota no está mal, el catering se confundió, nos envió el catering de otros y además no había más que cucharas y cuchillos, y sí, se puede comer con cuchara y sin tenedor. El lugar era maravilloso, los jardines escalonados, y desde la villa una vista completa de Florencia: el duomo, las torres, el río y sus puentes. Lo que se dice una vista impresionante de Florencia. Hubiera sido una tarde maravillosa si no hubiéramos tenido ese infierno de clima. Ese calor era mortal, y por muy admirables que fueran las vistas cuando uno está agobiado, no disfruta igual. La moda de 1796 implicaba que las mujeres llevaran el pelo largo y rizado, vestidos anchos (así que varias enaguas debajo), y turbantes o pañuelos con plumas en la cabeza. Debido a ello la mayoría de las mujeres llevaban pelucas o extensiones rizadas, y si ya de por sí hacía un día más caluroso de los normal, si le añades pelucas o extensiones extras de cabello y telas sobre la cabeza, el resultado es mucho más calor encima. Yo no había sudado así desde la selva de Malasia. Estaba saliendo fuera de la villa tras la comida y notaba como las gotas de sudor me iban cayendo y recordaba Malasia y el calor húmedo de la selva. Ese calor húmedo que no te deja ni respirar con tranquilidad. Ese es el calor que tuve ese domingo en Florencia, de manera que pasé un poco de las vistas maravillosas de Florencia y acabé dentro de la villa en el pasillo del aire acondicionado. Tras la comida había que ir en grupos pequeños por el jardín Bardini al jardín Boboli y de ahí al palacio Pitti para visitar el museo. Según el programa la salida era en grupos pequeños y parecía fácil, pero de fácil no tenía nada. Cuando nos dispusimos a ir al museo ya se había ido Margarita con gran parte del grupo y tuvimos que buscar el camino, después de subir por las cuestas del jardín Bardini buscando la salida hasta el jardín Boboli finalmente agotadas y deshidratadas llamamos a un taxi (otra vez a esperar contactar con uno, porque el radio taxi deja bastante que desear en Florencia) y de ahí fuimos en taxi hasta la entrada del palacio Pitti. En los jardines Boboli (parte del palacio Pitti) nos encontramos con gente del grupo que se iba a descansar y otros que ya avisaban que no irían a la actividad de la noche (el calor nos pasó factura a todos). El paseo fue una gran desilusión porque hacía demasiado calor y pocos árboles para disfrutar del jardín Boboli (que por cierto estaba lleno de esculturas modernas que afeaban el paisaje) y las salas del museo estaban cerradas por la exposición, y solo podíamos ver la sala de porcelana, que la verdad, como que no nos interesaba. Así que la dichosa exposición moderna nos dejó con las ganas de disfrutar del Palacio Pitti. La próxima vez hay que asegurarse de que no haya cosas así para poder disfrutar del sitio como corresponde.
Visita: Junio 2017
Mis imágenes: Recreación Napoleonica Florencia II
Información para viajar: Jane Austen Society Florence
Comentarios
Publicar un comentario
.