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Palazzo Corsini, Florencia - Italia

Baile en el Palazzo Corsini, Florencia

Afuera ni una sola brisa se nota en el ambiente, no ha llegado el verano y el calor ya abrasa esta ciudad. Desde la ventana de mi habitación puedo ver le puente alla grazie sobre el río Arno y como la luna ilumina la oscuridad de la noche. Son apenas las dos de la madrugada y entre el calor y la emoción no puedo conciliar el sueño. Esta noche he asistido al baile en honor del cumpleaños del General Andrea Puleo, que se ha celebrado en el Palazzo Corsini de Florencia. Como es habitual en mi, he llegado tan puntual que apenas estaba la guardia de Napoleón en el patio del palacio. Sé que no se estila pero no consigo acostumbrarme a llegar tarde a todos los sitios, la ventaja de no seguir la moda es que he podido observar de primera mano la llegada al palacio de Napoleón Bonaparte, de su hermana Paolina Bonaparte, y sus generales. Al llegar Napoleón la tropa ha formado fila, mostrando respeto, y han ofrecido la bandera del Imperio francés para que su emperador la besara. Tras ello Napoleón y Paolina se han dirigido al interior del palacio en compañía de los anfitriones mientras el resto de gente va llegando al palacio y se pasea por el patio para hablar con los conocidos mientras observan entre sí sus vestimentas. El patio del palacio es de tipo cuadrangular y su acceso es a través de las puertas del palacio que dan al río Arno. El palacio tiene bastante de arquitectura barroca, lo que es raro en Florencia. Mientras va llegando más gente podemos empezar a subir por la escalera principal que da a los apartamentos superiores del palacio. El elemento más característico es la famosa escalera de caracol y en el interior del "caracol" por el que se puede ver la entrada. En lo alto de la escalera hay dos guardias del regimiento 113, uno a cada lado y en posición de firmes. Esta escalera, con su iluminación y la guardia napoleónica al frente hace que sienta que estas entrando a un lugar importante. Tras subir la grandiosa escalera accedemos al interior del palacio donde nos espera un pasaje con ventanales que tiene vistas al patio y al río Arno, y que en sus techos nos ofrecen hermosas pinturas clásicas. En este pasaje podemos encontrar en un lateral bebidas frescas para soportar el calor de la tarde. En todo el interior del palacio se encuentran hermosas habitaciones con frescos y estucos, como la del Trono, ricamente decorado, el de la danza, el de Silvani, etc. En los laterales del pasaje podemos encontrar varias habitaciones disponibles para nuestro disfrute, salas con sillones, salas de juegos, sala de bebidas, y el acceso al salón de baile. A través del salón encontramos más habitaciones, con sillones y sofás donde recostarse a descansar, beber, o jugar. El palacio es un lugar inmenso, aunque no todas las habitaciones están disponibles a la vista de inv itados, por ejemplo, la sala donde será servido el buffet está cerrada hasta la hora de la cena. Tras llegar todos los invitados al baile somos llamados al salón principal donde Napoleón y su hermana Paolina están sentados en la zona del “trono” y el resto de nosotros los rodeamos atentos a la presentación que se va a realizar. El salón del trono es la sala más grande del pnalacio, cubierta con tapices coloridos a juego con su suelo, y brillantes lámparas que iluminan la sala durante toda la noche. En primer lugar la anfitriona agradece la presencia de Napoleón y su familia, que dan tanto caché a su baile, y posteriormente presenta a los músicos que neos van a acompañar durante toda la velada. Tras ello ofrece a Napoleón una sorpresa, un baile dedicado a la familia Bonaparte: el fandango. El fandango es una danza popular española con la que Bonaparte quedó impresionado cuando le fue mostrada en la Isla de Elba. El fandango recreado fue compuesto por el italiano Luigi Boccherini, que lo escribió durante el período en que vivió en Madrid, periodo, también, en el que estaba en estrecha relación con la familia Bonaparte. Así es como dos bailarines aparecen con trajes con un aire español, suenan las castañuelas y comienzan a bailar con los pasos característico de un fandango.Tras la muestra del fandango, con el aplauso de todos los presentes la anfitriona nos reserva otra sorpresa; un solo de violín del maestro Paganini. Esto es algo que ya pudimos disfrutar el año pasado, en Lucca, en el baile de la corte de Elisa Bonaparte, otra de las hermanas de Napoleón. Para poneros en antecedente el maestro Paganini fue un prodigio del violín, de tal manera que corrían rumores de que había hecho un trato con el diablo para conseguir ese talento. De 1805 a 1813 fue director musical en la corte de Maria Anna Elisa Bacciocchi, princesa de Lucca y Piombino, que no era otra que una de las hermanas de Napoleón. Y tras los aplausos nos llega otra tercera sorpres a: el canto de la soprano Sarina Rausa, que nos ha deleitado en otras ocasiones en teatros de Italia, y que esta vez nos ofrece un canto de varios temas musicales. Sarina no solo es una cantante maravillosa sino que además es una persona encantadora, la vi la tarde antes del baile cuando regresaba del paseo con Napoleón por Florencia y enseguida me saludó con cariño y me preguntó por lo que hacíamos. Y se despidió hasta la noche, por lo que yo sabía de antemano que iba a estar en el baile, lo que posiblemente significaba que íbamos a poder disfrutar de su voz en directo. Sin duda la anfitriona quiere que se recuerde su baile como uno de los mejores de la temporada. Tras las sorpresas de la anfitriona con las que ha deleitado nuestra vista con el baile del fandango, y nuestros oídos con la música de Paganini y la voz de Sarina, el maestro de baile Donald Francis toma lugar para dar comienzo al baile, los músicos afinan los instrumentos y comienza el baile. Una de las cosas divertidas de los bailes de esta época es que es habitual el cambio de pareja, por lo que es fácil encontrarse de la mano del emperador dando un giro o un molite. Y no tomo el mundo puede decir que ha bailado con el emperador Bonaparte. Tras haber bailado unos pasos bailes me acerco a uno de los salones. Como casi todos ellos está decorado con hermosos frescos y pinturas en el techo, enormes y brillantes lámparas, y cómodas long chaise o sillones para poder reposar los cansados pies mientras disfrutamos de una bebida fría. Desde la chaise longe donde me asiento puedo ver la sala de baile y como los bailarines van cambiando de pareja, me resulta interesante ver a las parejas bailar, así puedo observar los errores en los pasos, o los trajes de la gente. Sin duda el baile más divertido es (nunca recuerdo el nombre) el que hay que formar un gran circulo porque nunca consigo verlo sin que las parejas se confundan y pierdan el paso. La cuestión es que cuando pierdes el paso en este baile te quedas fuera del círculo. Y hay ocasiones (como esta noche) en las que la gente vuelve a entrar y es como un divertido juego del corro de la patata o un tira y afloja, a ver quién sale y entra más vez. Tras estar un rato observando la sala de baile decido levantarme e investigar por las habitaciones del palacio. Cruzando el salón de baile y pasando por varias habitaciones encuentro una pequeña puerta pintada como si fuera la pared y abriéndola descubrimos un excusado. Avanzando un poco más entrando en salones oscuros y solo iluminados por la leve luz de la tarde que se filtra por las ventanas, descubro la biblioteca, con libros antiguos guardados en sus estanterías, también hay una chimenea en la sala, aunque ningún lugar para sentarse a leer un buen libro junto al fuego. En el salón de baile, tras uno de los tapices descubrimos una sala donde guardar todas esas cosas anacrónicas. Esta vez dejé la cámara de fotografías guardada por lo que no tengo imágenes o videos de esas pequeñas sorpresas que nos ofreció el baile, pero os lo puedo contar y compartir fotografías/videos de compañeros de viaje. Así, pasando de salón en salón acabo en el pasaje, disfrutando de una bebida, conversando con amigos junto a los ventanales, que debido al calor de la noche se han abierto para intentar refrescar el ambiente. La noche es muy calurosa pero es interesante asomarse y cotillear al resto de invitados haciendo exactamente lo mismo, intentado encontrar la incorrección de alguien. Entonces la música se detiene y somos llamados de nuevo al gran salón de baile donde Napoleón va a homenajear a uno de los invitados, dándole una medalla por sus servicios prestados. Me gustaría poder explicar más peo lo cierto es que no me enteré de todo lo que decían. Tras finalizar el evento comienza el baile de nuevo y decidimos dejar el agobio de la danza y pasar por la sala de juegos. Por todas las habitaciones por las que he pasado, menos en la biblioteca, había gente, y la sala de juegos no fue una excepción. Aquí encontramos a varios caballeros y damas jugando al faraón. Poniéndoos en antecedentes mucha de la gente había leído sobre el juego del faraón y tenía curiosidad sobre ello, por lo que la mesa de juego nunca estaba vacía. En muchos libros se refleja la importancia de este juego, en “la historia de mi vida hasta 1797” Casanova admite que el Pharaon (faraón) era una de sus fuentes de ingresos. El español encargado en ilustrarnos en este juego de la época lo explicó adecuadamente pero ya no me acuerdo. Lo que he encontrado en internet dice que en la mesa se dispone el tapete que reproduce las 13 cartas (del as al rey) de un mismo palo, generalmente picas. El banquero, después de haber barajado y cortado, coloca el montón sobre la mesa. Los jugadores efectúan su apuesta sobre una de las cartas dibujadas en el tapete. En este momento, la banca descubre tres cartas, la primera no se toma en consideración, la segunda pierde y la tercera resulta vencedora. La banca recoge las apuestas colocadas sobre la carta perdedora. En caso que el banquero destape dos veces la misma carta, retira la mitad de la apuesta. A medida que salen las cartas, se registran en el marcador, colocando las bolitas en las proximidades de la carta que haya salido. Hay mucha gente en la sala por lo que apetece dar un paseo por el patio del palacio, además me he dado cuenta de que se me ha desatado la cinta del zapato. Mis amigas suelen ir siempre a la última moda, llevan esos conjuntos que uno ve en las fashion plate de último mes de la época a recrear (este baile era de 1800 a 1817), pero siempre dicen que yo tengo ojo para los complementos, ya sean joyas, decoraciones del cabello o zapatos. De 1810 en adelante los vestidos de noches se han acortado permitiendo danzar con más libertad, enseñando los tobillos lo suficiente para que se vean las hermosas cintas de las zapatillas de baile que llevamos. Para no ser indiscreta me siento en el inicio de la gran escalera para atarme las cintas de la zapatilla, la razón de buscar un sitio donde no haya gente es debido a los escotes de la época. Justamente habíamos estado hablando de lo feo que quedaba el moreno y blanco de los escotes de algunas damas. Y es que en la época moderna, como decía Amaia, los pantalones se llevan cortísimos enseñando mucho más que solo pierna y en cambio apenas se enseña escote, y mucho menos nada comparado con la época napoleónica. De ahí que encontráramos esos choques de bronceado. Lo de los escotes se podía sospechar por lo que dijo una rusa: los (recreadores) militares rusos solo van a los bailes (de recreación) por dos motivos: la bebida, y los escotes de las mujeres. Por eso mismo dado el escote del vestido, si me tengo que agachar, mejor hacerlo disimuladamente. Al fin bajamos la escalera y cruzamos le patio hasta la puerta donde nos encontramos con la guardia. Porque tal y como manda la época tenemos a una guardia francesa vigilando la puerta de acceso al palacio. Aunque están de guardia durante toda la noche hasta que acabe el baile, la tropa no se lo está pasando nada mal dado que se divierten entre ellos y entre la gente que va pasando por la calle y que les pide hacerse fotografías y demás. Nosotras salimos de la puerta a disfrutar de un poco de aire frente al río Arno, la pena es que no sopla nada de aire. Volvemos y mantenemos una conversación entretenida con la guardia de la puerta. Para que nos quede claro, son el 113th regiment. Y tal y como sospechábamos se mantendrán en guardia hasta que acabe el baile,y no pueden subir al baile a bailar ni comer porque todos los que están ahí abajo son tropa, solo los oficiales o personas de más rango pueden estar arriba en el baile (y eso es llevar la recreación de forma fidedigna). Toda la tropa es italiana, pero de los presentes solo hay uno que sea de Florencia, el resto son de otros sitios de Italia. Cuando regresamos el que habla bastante fluidamente español nos acompaña hasta casi la puerta, muy descarado que la tropa ligue así con unas damas, pero nos tiene que abandonar cuando Napoleón cruza el patio camino a la puerta, y tal y como se despide parece que se va a meter en un lío: “voy a ver que quiere el emperador” y sale corriendo hacia la puerta. Aún volveremos a bajar al patio de nuevo, esta vez para espiar a Napoleón y su hermana en una de sus salidas, donde solo conversan y ríen junto al río Arno y junto a una persona de chaqué verde, bautizado como “sujetavelas”. Lo de “sujetavelas” viene porque, estando en la puerta, espiando a Napoleón cubiertas por la tropa, nos comentaron que el que les acompañaba se llamaba xxx(no recuerdo el nombre) y preguntaron como era en español. Me costó pero al final recordé que el tercero en compañía de la pareja es un”sujetavelas”. Así que fue rebautizado como “sujetavelas”. Nos escapamos de vuelta al baile antes de que Napoleón y Paolina regresaran, y disfrutamos de las salas del lugar (alguno vio a las damas quitarse camisolas y tumbarse en los divanes) y esperamos junto a al sala del banquete a la llegada de la cena. La cena se compuso de un inmenso Buffet Froid a la Carême siguiendo el estilo de la época, los que me habéis leído de otros bailes en Italia sabréis que el salmón conserva su cabeza, los dulces tienen una forma cuidada, etc. Esta vez una gran tarta blanca con velas coronaba la mesa. La anfitriona nos invitó a cantar el cumpleaños feliz al general Andrea, y tras ello el general apagó todas las velas de la tarta el solo. Y se abrió la veda para la comida. Lo cierto es que esta vez hasta sobró comida y el pastel de chocolate fue exquisito. La mejor cena de todas (y con lo rara que soy yo comiendo, eso es mucho decir). Y con esto se dio por acaba la velada y poco a poco nos fuimos despidiendo y volviendo a nuestros alojamientos, nosotras solo teníamos que cruzar el puente para ello, y la noche acompañaba a permanecer despiertos.

Visita: Junio 2017

Mis imágenes: Recreación Napoleonica Florencia I

Información para viajar: Jane Austen Society Florence

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