Igaliku . El día de nuestra llegada no visitamos mucho de Igaliku dado que no habíamos parado en todo el día, yendo de un lado a otro, antes de ir al albergue paramos a tomar unos refrescos en el “hotel” (se llama así aunque no la única diferencia con el albergue es que las camas tiene edredones, pero además hay bungalós que no tienen baño y para ir al baño o para ducharse han de ir a la casa principal, por lo que yo no lo llamaría “hotel”). Al día siguiente visitamos la tienda de comestibles, algunos compraron música groenlandesa y jabón para lavar la ropa, mientras nos íbamos de treking Ricardo se quedó encargado de la ropa, que pusimos a lavar en la lavadora de la casa común y cuando regresamos ya estaba seca. Mucho mejor porque por la tarde el viento comenzó a subir de intensidad, tal y como marcaban las previsiones, la hierba que crecía alta se doblaba sobre el suelo y las sábanas blancas colgadas del tendedor del prado volaban cada vez más alto, hasta que al final alguien s