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Las fortalezas de La Habana & El Capitolio - Cuba

Las fortalezas de La Habana y El Capitolio

El día que teníamos libre era el día que volvíamos a España, pero nuestro vuelo salía a las diez de la noche así que teníamos tiempo suficiente para aburrirnos. Lo primero que teníamos programado era una visita guiada al interior del Capitolio Nacional. La entrada está resguardada por seis gigantescas columnas dóricas en lo alto de una escalinata. A ambos lados de lo más alto de la escalera se muestran esculturas de bronce, una masculina y otra femenina, obra del italiano Angelo Zanelli. En el interior del capitolio, en una de sus salas, se ven las obras de prueba regaladas por el gobierno italiano expuestas junto con un video de cómo se diseñó la obra arquitectónica. Arriba de las escaleras, las puertas de entrada están diseñadas con imágenes de la historia de Cuba: desde el asalto a los indios por parte de los españoles hasta la última construcción del edificio. A las diez abrieron las puertas y comenzamos la visita que se dividió en grupos, a nosotras nos tocó con un grupo francés. Lo primero que ves cuando se abren las puertas del Capitolio es la alta escultura cubierta de oro en el interior del Capitolio. Las escultura es más impresionante que las brillantes láminas de oro rusos que adornan la cúpula. Esta escultura central que tiene la forma de la diosa Atenea es la Estatua de la República, una gigantesca mujer de 14,60 metros de altura y más de 30 toneladas, que simboliza la virtud tutelar del pueblo y el trabajo. Bajo la bóveda y frente a la escultura se ubica la réplica del Diamante del Capitolio, que perteneció al último zar ruso y marca el kilómetro cero de las carreteras cubanas. Nos comentó el guía que el diamante está maldito y que ha ido creando leyenda desde la familia del último zar ruso hasta el último ladrón que la robó del mismo capitolio. Aquí marchamos por el Salón de los Pasos Perdidos, llamado así por su excepcional acústica, donde el guía nos habla del salón y el edificio del Capitolio, de los escudos y detalles que adornan el lugar, donde se resalta la Republica cubana y donde presume de haber tenido el tren antes que en España, lo que es un error, porque cuando Cuba tuvo tren Cuba no era un país propio sino que era parte del país España. Mi amiga dice que luego rectificó diciendo que lo tuvieron antes que la metrópoli, no sé si será verdad. Del salón seguimos caminando por el lugar con el guía viendo diferentes salones interesantes como el Salón Baire, que fuera sala de conferencias y protocolo de la Cámara de representantes; el Salón Bolívar, que conserva su mobiliario original con espejos venecianos y que tienen un estilo recordando la época de Napoleón, el Salón Baraguá, de estilo neoclásico, que fue utilizado como zona de trabajo para las secretarías de la Cámara de Representantes, y el Salón Martí, con un hermoso cromatismo y de estilo del renacimiento italiano, la cual sirve como antesala de la biblioteca. También vistamos la sala del hemiciclo, con la madera original de las mesas y que hoy funciona como sede institucional de la Asamblea Nacional (Parlamento unicameral). Y la vajilla decorada del gobierno. Los salones y la decoración recuerdan a los palacios de los zares en San Petersburgo. Una vez terminada la visita, que apenas dura una hora, nos acercamos al barrio chino, que se encuentra al lado del capitolio. No lo recorrimos sino que apenas llegamos a la calle con su puerta principal. Esto es porque he visto bastante de China y de Cuba como para no interesarme recorrerlo así que llegamos a estar en la puerta y un poquito más allá. Nuestro guía en Trinidad era chino cubano y según nos dijo actualmente quedan pocos ciudadanos chinos de los muchos que ocuparon esta zona, este barrio llego a ser el segundo más importante del mundo después del de San Francisco. Se conserva la puerta de entrada y alguna calle. Aquí cerca hay un parque con la plaza de la India Habana y un árbol sagrado, esos árboles son muy parecidos a los baobab que hay en África, por esos los esclavos africanos que fueron llevados a Cuba los consideraban sagrados y entre su religión y la cristiana se creó la Santería. Muchos de estos árboles están rodeados de rejas para evitar que se toquen. Tras esperar un rato sentadas en el parque (yo ignorando a todo cubano que se acercaba) nos acercamos a encontrarnos con la guía del tour de Matanzas, el mismo día habíamos contratado un tour a medida: visitar las cuatro fortalezas de La Habana. No había ruta 3 de bus turístico y no sabemos regatear taxis, así que mejor ir con guía al otro lado de la bahía, sin contar con que nos explica más cosas y nos da múltiples opciones, son muy recomendables sus tours (Natural Cuba Travel). Como decía nos reunimos con ella y nos dio dos opciones para llegar a la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña. Una: en barca que usan los cubanos, dos: regateando un taxi (lo haría ella), ella nos recomendaba la uno por tener una experiencia distinta en La Habana. Tomamos la opción una, que igual podríamos haber hecho por libre pero puedo decir que solo vi a una pareja de turistas en la barca. Así que nos acercamos a pie desde el Capitolio a la terminal desde donde salen las barcas, que con esto de los 500 años está toda nueva y moderna. Como habíamos tomado muchas veces la calle O’Really y Obispo la guía decidió bajar hasta la bahía través de otras calles para que viéramos la Habana profunda y tuviéramos otras experiencias en La Habana (su recomendación del lugar donde tomar daiquiris de fruta más grandes y a mejor precio que en la Floridita fue muy buena así que lo que ella sugiriera nos parecía bien). Tras verlas mí amiga y yo tuvimos más claro que nunca que nos sería muy difícil visitar la India algún día. La terminal de donde salen las barcas está al lado del museo de Habana Club (ron de Cuba) y la iglesia ortodoxa rusa de La Habana (con su oro en las cupular, ya sabemos que estos rusos en Cuba no escatiman en oro). La guía preguntó cuánto tardaban en salir las barcas, hay dos barcas que desembarcan en zonas distintas, así que es mejor no equivocarse y coger la correcta. El precio para los cubanos es 1 cup, para los turistas es 1 cuc pero como íbamos con ella, ella pagó 3 cup y entramos en la barca sin problemas. La barca va muy despacio cruzando la bahía lo que es aceptable teniendo en cuenta que se va de pie y no tiene muchos de los laterales cerrados, así que si fuera rápido sería posible que acaecieran múltiples caídas al agua de la bahía. Llegamos al otro lado de la bahía, donde tras desembarcar empezamos a subir la colina hasta el mirador del Cristo donde giramos a la izquierda para seguir subiendo y subiendo hasta la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, lo que tiene el haber subido por ese camino son las increíbles vistas que se van descubriendo de la bahía de La Habana. Entramos a la fortaleza de San Carlos de la Cabaña donde estábamos casi prácticamente solo pues los tour son al visitan y el bus turístico que lleva hasta aquí (la ruta 3) no funcionaba. El lugar es inmenso y muy bien conservado y tiene unas vistas increíbles de la bahía de La Habana, la Habana Vieja y el Capitolio. Despues de recorrerlo todo nos dirigimos andando hasta la fortaleza de los Tres Reyes del Morro, al lado, donde había un par de turistas mas más, pero como en la otra fortaleza éramos muy poco en un lugar tan grande. Aquí se puede ver bien la batería que tiene construida para evitar el acceso a la bahía de la ciudad así como el faro, que hoy en día está cerrado y no permiten subir. La guía nos comentó que los tours nocturnos que salen a las seis incluyen la vista del anochecer desde ahí, que estando en la misma la punta tiene una vista completa de La Habana y su largo malecón. Una vez salimos la guía nos dio tres opciones para regresar al otro lado. Uno: coger un taxi. Dos: vovler andando hasta el Cristo y coger la barca (decididamente no porque ente visita y visita la zona de las barcas estaba en la otra punta, bastante lejos. Tres: Hacer autostop hasta que un autobús nos para y pudiéramos cruzar el túnel subterráneo que atraviesa la bahía de la habana (construido en los años 50). Cogimos la opción dos porque ya estábamos cansadas y quedaban dos sitios más que visitar por dentro. Cogimos un taxi que era un coche ruso antiguo (no todos son americanos de los años 50, también hay mucho coche antiguo de la URSS y que tienen un aspecto muy cuadriculado). Una vez al otro lado de la bahía visitamos el castillo de las tres puntas y su giraldilla, que por dentro es mucho más pequeño de lo que esperábamos y lo que tiene es un museo con los resto de los encontrado en los pecios hundidos a lo largo de Cuba. Y tras salir de aquí, en vez de ir a la otra fortaleza preferimos ver el palacio de la capitanía general porque un amigo recreador me habló de sus uniformes y banderas expuestos (y además también tenían armas, carruajes y mobiliario). Nuevamente conseguí ver más de lo que hubiéramos visto por nuestra cuenta porque la guía sabía que había ido por tema de banderas y uniformes, y ella sabía que había más que solo los cuatro que habíamos visto, así que estuvo preguntando y preguntando hasta que descubrimos dos salas con banderas y uniformes, ambas salas estaban cerradas y sin ningún cartel, por lo que la gente no se dedicaba a abrir las puertas que estaban cerradas. la razón de ello es que los uniformes y banderas españolas estaban en salas normales mientras que los uniformes y banderas cubanas estaban en las salas climatizadas y por eso la puerta se mantenía cerrada, tanto que excepto nosotras y un turista chino que nos vio entrar y se "colo" dentro no creo que mucha más gente abriera una puerta cerrada sin letrero. Nuevamente la guía excedió las expectativas (si lo comparamos con todos los demás guías cubanos que tuvimos durante todo el recorrido). Aquí se terminó nuestro recorrido particular, hecho a medida para nosotras por Natural Cuba Travel y pasamos por el Museo Armería 9 de Abril, en la calle Mercaderes donde puedes ver las armas utilizadas en la revolución cubana, hasta llegar a la plaza Vieja donde nos tomamos otro daiquiri de frutas hasta que se hizo de noche y volvimos al hotel. El taxista vino a recogernos una hora antes de lo previsto y cuando fuimos a cambiar los euros en todos los sitios nos dijeron que tenía que ser en el aeropuerto, así que afortunadamente llegamos al aeropuerto con tiempo para hacer una hora y media de fila hasta conseguir cambiar los CUC por euros, y en mi caso hasta dólares tuve que aceptar porque no tenían billetes de cinco y apenas de diez euros.

Visita: Noviembre 2019

Mis imágenes: Cuba - cuaderno fotográfico

Información para viajar: Natural Cuba Travel
Tripadvisor Natural Travel Cuba

Ceremonia del Cañonazo de La Habana & vista nocturna - Cuba

Ceremonia del Cañonazo de La Habana

El motivo de esta visita es que no solo se va a ver el cañonazo sino que la visita incluye vista del anochecer desde la fortaleza de los tres reyes del morro, vista del mirador del Cristo de La Habana, el museo al aire libre de la armamentística de la batalla de playa Girón, visita a la fortaleza de San Carlos de la Cabaña y sus museos, y vista de la ceremonia del Cañonazo. Es decir, no pagas por solo ver la ceremonia, al menos no con la agencia que nosotros contratamos. En nuestro caso no hicimos la fortaleza de los tres reyes del morro porque por logística con nuestro circuito contratado desde España empezamos el tour 1 hora más tarde de lo usual (también nos costó menos, dado que se paga por horas). Nos recogieron en el hotel, puntales, aunque llegaron antes y se les ocurrió escribirnos por wasap. El wifi en Cuba es de pago y solo en algunos sitios, y los precios de habilitar los datos no son para nuestros bolsillos así que decidimos viajar mucho más desconectadas que de costumbre. El móvil solo usábamos para enviar un mensaje de los de texto a España para dar señales de vida a la familia. El aso es que como no teníamos internet no recibimos el wasap. Los últimos días en La Habana si compramos las tarjetitas de un euro por hora para usar en el hotel, pero solo porque ya habíamos tenido bastante de noche por La Habana. Pero volviendo a la excursión, la hicimos en un coche clásico americano cerrado, al principio eso de no tener cinturones de seguridad se te hace complicado, pero luego ya te adaptas tan bien que cuando llegamos a Madrid tenía que mirar a mi amiga con cara rara hasta que se acordaba que tenía que ponerse el cinturón. Tomamos el coche para cruzar el túnel subterráneo construido en los años cincuenta que une la Habana vieja con las fortalezas. Nuestra primera parada es el Cristo de La Habana, esta escultura de mármol de 20 metros de altura, se haya al otro lado de la bahía de La Habana y representa la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Como curiosidad, la escultura tiene los ojos vacíos y sandalias en los pies (no lleva los pies descalzos). El Cristo no es que diga mucho pero es un fabuloso mirador de la ciudad de La Habana. Apenas hay un par de personas ahí porque lógicamente es de noche y La Habana de noches es una ciudad con muy poquita o casi nula luz (menos mal que hay luna llena esta noche y que los móviles tienen linternas). Desde este mirador a los pies del Cristo tenemos enfrente el castillo de la real fuerza, y por tanto se tiene una vista de toda la bahía además del Capitolio que hoy tiene su cúpula dorada iluminada. La mejor vista nocturna de la Habana la encontraras en este lugar, pero es complicado ir por tu cuenta de noche, por eso los tours del cañonazo que te incluyen estas visitas son interesantes. El guía Vladimir nos comenta que las láminas que adornan la cúpula son de oro regalo de Rusia. Al lado del Cristo está la antigua comandancia del Che pero como es de noche apenas se puede ver la casa. Cogemos el coche y nos acercamos hasta la zona donde se encuentran una serie de tanques y aviones de combate, al lado hay una taquilla nada iluminada (pero que el guía nos va iluminando con la linterna de su móvil) para poder ver la crisis de Octubre cuando la batalla en playa Girón y el triunfo cubano sobre la armada estadounidense (estos cubanos son muy patrióticos, a todos los escuchas hablar de ellos y su país como si fueran los mejores del mundo-y tuvimos diez días de ello-). De aquí nos dirigimos a la fortaleza de San Carlos de la Cabaña. No había nadie en la zona de taquillas para entrar en la fortaleza y un cubano le dijo al guía algo, así que entramos en uno de los primeros patios de acceso y ahí nos dijo que le habían ofrecido que si queríamos entrar con un “guía” aparte pagando la mitad de la entrada. Estas cosillas, como las propinas, es como los cubanos se van sacando su dinerillo, porque conseguir dinero en un país comunista donde no existe la propiedad privada tiene su miga (y eso que uno de los guías en Trinidad nos dijo que ahora los cubanos ya podían venderse casas entre ellos-el extranjero por ahora nada-). Una vez dentro aprovechamos para visitar la iglesia de la fortaleza, pero el guía al ver tanta gente nos comentó que si preferíamos acercarnos a las murallas a ver la vista y coger buen sitio para el cañonazo y ver los museos de la fortaleza después. Según nos dijo fue el día que más turistas había visto en la ceremonia. Al parecer con eso de los 500 años había aumentado el turismo esa semana. La vista desde la fortaleza no está mal pero al estar más arriba no se ve con tanto detalle el castillo de la real fuerza y la iluminación de la ciudad ya se sabe, eso sí, se tiene una perspectiva perfecta de la forma de la bahía y como antiguamente era un sitio estratégicamente idóneo para evitar el acceso de los piratas y los ingleses. Aquí vimos a una mujer vestida de blanco que llevaba un paraguas/sombrilla abierto, de día con lo fuerte que pegaba el sol de Cuba no nos extrañaba, pero de noche y sin lluvia no entendíamos que hacía la mujer. El conductor de nuestra visita a Las Terrazas nos lo explico, forma parte de la tradición de la Santeria, la religión principal de Cuba por lo que vimos. Esperamos hasta comenzar la ceremonia que consiste en una recreación (algo más espectacular para el turista) del cañonazo que históricamente se hacía a las nueve de la noche desde la fortaleza y que avisaba a los ciudadanos de La Habana que iban a subir la cadena que unía el castillo de los tres reyes del morro (un Conjunto de edificios defensivos ubicados estratégicamente en la entrada del canal utilizados en el pasado para proteger la ciudad de piratas e invasores) y el castillo de San salvador de la punta, y que así evitaba al entrada de cualquier embarcación, grande o pequeña, a la bahía de la Habana. Tras el cañonazo la mayoría de los turistas se fueron y nosotras pudimos disfrutar de ver los museos, vimos primero el delas armas donde el guía nos comentó que siempre le habían parecido muy curiosas unas navajas españolas más grandes que unas dagas, casi como espadas (nunca las había visto así que no tengo idea de cómo y para qué había semejantes navajas) y luego fuimos al museo que guarda varios objetos usados a lo largo de su vida por el Che Guevara (como su mochila de medico) y fotografías con la historia de su vida de revolucionario. Es sorprendente como el guía, un chico joven, hablaba con orgullo del Che y se sabía todas sus acciones de guerra como si hubiera pasado ayer. En Cuba, entre esa obsesión por la esclavitud española a los africanos y chinos y la revolución del Che y Castro, a veces nos parecía que habíamos viajado en el tiempo, pero comentarios así no se podían escuchar en este siglo. Cuando terminamos de vernos toda la fortaleza montamos en el coche para cruzar el túnel y regresar a nuestro hotel pasando por un Capitolio completamente iluminado (y no sabéis lo mucho que nos costó verlo así en las siguientes noches), el Gran Teatro, y el hotel Inglaterra iluminados. Un tour nocturno muy completo, pues hay poco más que ver iluminado en la ciudad y muy recomendable por su vista nocturna desde el Cristo de La Habana.

Visita: Noviembre 2019

Mis imágenes: Cuba - cuaderno fotográfico

Video de la ceremonia

Información para viajar: Natural Cuba Travel
Natural Cuba Travel II

La Habana - Cuba

La Habana

En La Habana estuvimos mucho más tiempo del planeado, pero esas cosas a veces pasan. Llegamos a las once de la noche y la primera impresión de Cuba la tuvimos en el avión cuando en el papel de inmigración (y si leías la letra pequeña como hice yo) te prohibían, entre varias cosas, la entrada de literatura al país (¡literatura!). Esto ya te hace sospechar que no vas a cualquier país. Los controles de seguridad resultaron ser más sencillos y ágiles de lo esperado pero las maletas tardaron más de 1 hora en aparecer. Así que si llegando a las once de la noche a estas horas ya sabíamos que tocaba echarse de madrugada. Una vez conseguimos salir lo primero que buscamos fueron las casas de cambio. Cuba tiene dos monedas oficiales: el CUC para los turistas y el CUP para los nacionales. La mayoría de los precios baratos son con CUP pero muchas cosas, según nos dijeron los cubanos, son a precio de CUC también para los nacionales. El problema con su moneda es que tuvimos que conseguirla en el país, y como llegamos tan tarde no pensamos y cambiamos todos los euros de golpe. Esto es un problema porque en las casas de cambio y los hoteles puedes cambiar de euros a CUC pero no puedes cambiar de CUC a euros. Eso solo te dejan hacerlo en las casas de cambio del aeropuerto. El problema es que las casas de cambio del aeropuerto son de una lentitud extrema, así que había en todas unas colas kilométricas que no avanzaban, estuvimos casi una hora y al final decidimos irnos al hotel sin dinero y cambiar allí nada más llegar. Luego tuvimos que esperar un poco para conseguir subir al taxi para ir al hotel, afortunadamente con el circuito incluía el transporte de ida y vuelta al hotel, porque no vimos transporte público al mismo y los taxis… pues hay que regatear, sean oficiales o no oficiales, y como ya he dicho, nosotras no sabemos ni nos gusta regatear. Aun así, tuvimos que esperar a que se organizaran para salir en taxi hasta el hotel, con razón nos habían avisado del ritmo de Cuba es todo con mucha tranquilidad, no vayas con prisas porque solo conseguirás agobiarte….Así que entre lo lentos que son y que el viaje había sido largo al final al llegar al hotel cambiamos todo sin pensar. Y no llegamos a gastar todo lo que cambiamos y eso fue porque no dimos propinas a todo el que nos la pidió (si van a ponerse en plan Estadounidense o Egipto podrían avisarlo como hacen esos países de que al precio hay que sumarle un porcentaje extra por propinas a todo (y uno ya sabe que todo le va a costar más). No sé porque este tema de las propinas no lo llegué a leer en los blog, tal vez porque esos viajeros hicieron como nosotras y pasaron de pagar a todas las personas (si hubiera tenido que dar un euro a cada uno me hubiera gastado todo una nómina en pagarles). De camino al hotel desde el aeropuerto vimos la ciudad de La Habana, una ciudad muy vacía y poco iluminada, luego entendimos que estaba vacía de coches porque con su escasa luz es peligroso ir por la carretera (nos lo confirmó uno de los conductores del tour), en cuanto a la oscuridad, cuanto más alejado estas del casco histórico, menos luz hay, porque mucha de las luces las aportan los hoteles y restaurantes, las casas privadas no dan tanta luz y hay zonas de la Habana que vimos que son muy oscuras. Tras llegar a la habitación del hotel nos llevamos la primera sorpresa de la noche cuando vimos salir una cucaracha del baño, no sería la primera que pillamos en ese hotel, que como es un hotel histórico y el más barato del tour pues no es de extrañar. Dicen que aquí estuvo la mafia de Al Capone, y su fachada rememora a la Alhambra de Granada, hablo del Hotel Sevilla de La Habana, muy céntrico pero muy antiguo también, en el ascensor del hotel vimos que hacen tour históricos por el hotel, pero a las horas en los que lo hacen nosotras estábamos en otros tours. Realmente lo que pagamos es la localización, que es muy céntrica y dado que casi tienes que caminar con linterna cuando cae la noche en La Habana, mejor estar cerca del centro histórico que en un buen hotel en el malecón porque eso te limita a salir en taxis (y ya toca regatear) o salir con frontal y linterna (y la verdad es que en ningún momento nos sentimos inseguras pero es que no tienen apenas luz y es difícil caminar sin ver). Y lo de regatear los precios para que no te timen tampoco nos va, por lo que no nos veía cogiendo taxis. Así que mejor poder ir andando por el centro histórico aunque tengamos cucarachas en el baño. Pero tras nuestra llegada nos fuimos directamente a dormir después de matar a la cucaracha. Tras avanzaros varias de las impresiones de nuestra estancia en La Habana, vamos con el primer día en La Habana. Aquí teníamos un tour con guía que entraba como parte del circuito y ya la guía nos dejó bien claro la cosa de las propinas. Para no gustarles Estados Unidos casi parecen ser como ellos, solo trabajan por las propinas y pasan de ti o piensan que te tratan mal si no les das propina (digo piensan porque una vez me hicieron un favor, pero ya hablare de eso cuando toque). Como decía, aunque circuito íbamos nosotras dos solas con la guía, como si fuera un tour privado por la Habana Vieja. A mi amiga le gusta que le expliquen la historia de las cosas, no solo verlas, y leerlas puede hacerlo en casa pero no es lo mismo si estás enfrente del lugar, en eso es una ventaja ir con guía frente a ir solo. Comenzamos acercándonos a pie al Capitolio que estaba a cinco minutos andando de nuestro hotel. El Capitolio resalta entre el resto de los edificios. Cuando cogimos el viaje a Cuba no lo sabíamos pero en noviembre de este año la ciudad de La Habana cumplía 500 años y estaban preparándolo todo para celebrarlo, la ventaja de viajar cuando los 500 años es que lo estaban dejando todo bonito, el capitolio solo tenía un par de andamios pequeños en la parte trasera, y el jardín que lo rodea prácticamente terminado, estaban justo ese día asfaltando con alquitrán la carretera entre el Capitolio y el Teatro Principal, y le estaban dando baños de pintura a algunos edificios. El Capitolio, como decía estaba muy elegante, es una réplica del que encuentra en Washington pero dicen que es más ancho o largo (no recuerdo bien). La cúpula está decorada con planchas de oro macizo regalo de Rusia por los 500 años. Y luego nos contarían los guías que los fuegos artificiales que usaron los dos días de celebración fueron regalos de Canadá. Con esto de los 500 años las escaleras tenían unas bandas de tela con los colores de la bandera cubana y algunos trabajadores montando un escenario. Al lado del Capitolio nos encontramos con el Gran teatro de la Habana y el Hotel Inglaterra, ambos edificios históricos famosos y bonitos, principalmente el Gran Teatro, construido mientras eran todavía España y con preciosas figuras en su fachada, tanto de día como de noche resultaba un edificio precioso. Cara al Gran Teatro y el Hotel Inglaterra se encuentra el parque central, ahí hay mucho cubano que se sienta bajo las palmeras a hablar de deporte, el deporte nacional es el béisbol y se lo toman muy en serio, una noche nosotras nos sentamos un rato para descansar en la noche cubana sin que nos agobiaran, porque es uno de los rincones donde nadie nos dio la paliza (son muy cansinos y pocas veces es por el hecho de hablar, normalmente es por el hecho de sacar provecho económico). Aquí en el parque central se encuentra la parada de bus turístico (hay tres rutas pero cuando nosotras estuvimos solo funcionaba la ruta1), y el monumento a José Martí, uno de los iconos de Cuba, por eso hay tanto lugares de Cuba que tienen nombre de José Martí, porque es el héroe español que determino que él era Cubano y se levantó contra el pueblo español para reclamar la independencia del país liberando primero a sus esclavos que luego le siguieron en la lucha contra España. Lo de los esclavos es algo recurrente en prácticamente todos los guías que tuvimos, tienen una herida fresca (y hablamos de 1870) con respecto a la esclavitud en Cuba. La guía de este día nos dijo que frente a Francia e Inglaterra que habían dejado el esclavismo pro la revolución industrial España seguía teniendo esclavos en vez de invertir en la industria. No sé cuan históricamente es cierto eso de que en esas fechas Francia e Inglaterra en ninguna de sus colinas tenia esclavos, pero bueno, por demás cosas que dijo nos dejó bastante claro que no tiene buena opinión de los españoles aunque hayan pasado cientos de años de aquello. Atravesando el parque central llegas al Bar Floridita, famoso por ser lugar habitual donde Ernst Hemingway se tomaba su famoso Daiquiri. Aunque aquí no paramos y continuamos por la calle Obispo, que recorreríamos hasta llegar a la Plaza de Armas. Por esta calle, la más turística y peatonal, encuentras varios hoteles, como el hotel dos mundos donde se alojaba Hemingway, el museo del 28 de septiembre, antiguas librerías y comercios, así como restaurantes y tiendas para turistas. Aquí entramos en una farmacia porque la guía estaba algo resfriada (yo también, antes de viajar tuve que ir a urgencias del ambulatorio) y así aprovechamos para ver que la farmacia era toda de estilo antiguo, de madera de suelo a techo, con franco de cerámica con hierbas y medicinas, había un cartel anunciando las esponjas marinas, que desde cientos de años atrás se vendían recogidas de La Habana y lo que más me llamó la atención fue que la dependienta le cobró con una caja registradora antigua, de esas que ya solo se ven en España en los museos. Cuba en si misma parece un museo vivo. Aquí llegamos a la plaza de Armas donde nos sorprendimos con el suelo de madera de la calle que está frente al palacio de los Capitanes Generales. La guía nos contó que el suelo de esta calle es de madera porque la señora del gobernador de la isla se quejó del ruido que hacían los coches de caballos cuando pasaban frente a su casa, pero al cambiar las piedras pro madera el ruido se redujo. Aquí vemos unas campanas en el suelo que veríamos en muchos sitios de La Habana y es que son tan laicos que las iglesias se han desmantelado y las campanas retirado de sus torres y las dejas en el suelo a la puerta del palacio o la antigua iglesia como recuerdo. Excepto en Trinidad, nos costó bastante encontrar iglesias o cubanos católicos. En cuanto a la Santeria, esa sí que la siguen varios cubanos como veríamos andando por las calles y fijándote en las personas, lo que visten y como lo visten, pero de eso ya hablare más adelante. Alrededor de la plaza de Armas está el palacio de los capitanes general, estatua de Carlos V, la fortaleza o baluarte con la giraldilla, el templete y un hotel. Desde el hotel se escucha música en directo, ciertamente La Habana es música, en cada esquina hay gente tocando y cantando, el problema es que incluso si no quieres van a tocar, y por tanto cuando pases te van a pedir dinero por la música (como decía nosotras no damos dinero por algo que nos obligan a escuchar). El templete es un templo pequeño de estilo griego con un árbol al lado que los cubanos consideran sagrado y al que una vez al año le dan tres vueltas alrededor de su tronco para pedir un deseo. Además del templo y el árbol sagrado hay una escultura de un Colon con rostro juvenil, nos dijo la guía que no es habitual cuando se retrata a Colon, pero que como fue el primer lugar al que llegó ellos entienden que era joven cuando estuvo por primera en Cuba. Y es que el templete conmemora la fundación de la ciudad y uno de los lugares de relevancia en sus 500 años. Al lado está el Castillo de la Real Fuerza, era lunes así que estaba todo cerrado (nos daba igual porque con el tour no entraba visitar por dentro los lugares) pero aprovechamos para preguntar por su horario y nos dijeron que estaba cerrado hasta el jueves por lo menos, este fue el aspecto negativo de viajar en los 500 años de La Habana, que todo estaba cerrado por las visitas oficiales del aniversario (no fue el único sitio que nos encontramos cerrado sin que los guardias de ahí supieran cuando se iba a abrir de nuevo). El castillo de la real fuerza es una pequeña fortaleza rodeada de un foso con agua verdosa y en una de sus torres hay una figura de mujer a la que llaman la giraldilla porque está hecha en honor a la primera mujer “gobernadora” de la isla. Doña Isabel (también conocida como Inés) de Bobadilla era la esposa de don Hernando de Soto, nombrado Capitán General de Cuba por Carlos I, Rey de España. De Soto fue gobernador de la Isla hasta que viajó a la Florida para conquistar nuevos territorios y establecer el dominio español. Isabel sustituyó a su esposo y actuó como Gobernadora y Capitán General de Cuba entre 1539 y 1544. La espera indefinida por el regreso de su esposo hacía que la gobernadora pasara largas horas observando el horizonte desde la torre del vigía de la fortificación que precedió al Castillo de la Real Fuerza, un edificio que por aquel entonces era vivienda del gobernador de la Isla. Mientras tanto, De Soto recorrió varios lugares que hoy forman parte de los estados de Georgia, Alabama y la Florida. Descubrió el río Mississippi y se dice que conoció la famosa leyenda de la fuente de la eterna juventud, pero en su lugar encontró la muerte provocada por una fiebre incontrolable. Cuando se enteró Isabel regresó a España con su familia pero La Habana no la olvidó y creo esta figura en su honor. De aquí nos metemos por una calle, con una carnicería muy cubana que parece que hemos viajado a 1950, y que nos lleva a la plaza de San Francisco donde se puede ver la antigua terminal de ferrys, aquí varios guías nos dijeron que antes tenían más turismo de crucero pero desde la prohibición de Trump no había visto uno en tiempo, excepto un crucero alemán (los alemanes y Trump no son los mejores amigos). También hay una placa a Rosalía de Castro, y una escultura de San Francisco de Asís con un niño indio. Siguiendo la plaza se encuentra la escultura en honor al caballero de París, que es un cubano mendigo que daba caramelos a los niños cuando los veía, y que se creía un caballero francés, y cuando musió le dieron la orden de Paris, y dicen que se cumple tu deseo si le tocas la barba, el dedo y le pisas el pie al mismo tiempo. De aquí empezamos a callejear y llegamos a la Plaza Vieja, que ha sido reconstruida y es un lugar muy agradable, con edificios con estilo modernismo cubano, donde nos recomendaron tomar un café cuando tuviéramos tiempo libre. De aquí nos acercamos a la plaza de la catedral donde como ya imagináis se encuentra la Catedral de la Virgen María de la Concepción Inmaculada de La Habana con dos torres cada una de una anchura distinta porque se hizo a trozos y no cayeron que si construían las torres iguales no cabía en la plaza. En la plaza hay una figura dedicada a un bailarín español al que le gustaba mucho esta plaza de La Habana y junto a esta plaza además está el Callejón del Chorro, famoso por sus restaurantes llamados “paladares”. Los paladares son restaurantes “caseros” porque no tiene que rendir cuentas de sus beneficios al partido, quiero decir, Gobierno. Y donde dicen que se come bien (yo solo comí en uno de Cienfuegos así que de aquí no puedo opinar). Aquí al lado se encuentra la “Bodeguita de en medio” donde Hemingway (como veis muy presente en esta ciudad) se tomaba su mojito. Seguimos por las calles de La Habana Vieja y pasamos por una perfumería de 1791, donde acabamos disfrutando de los perfumes inspirados en Cuba (mariposa, pro la flor nacional, Son cubano, etc). De aquí salimos a una fortaleza frente a la bahía de la Habana, donde nos recogerá el taxi para llevarnos a comer en un restaurante frente al malecón y luego seguir nuestro recorrido por La Habana. Ya en coche vemos la Quinta Avenida de La Habana donde las antiguas casas de los ricos estadounidenses se han convertido en embajadas (menos la de España que se encuentra en pleno casco histórico). Después de un recorrido por varias avenidas nos llevan a la Plaza de la revolución, , de regreso al hotel pasamos en coche junto al Cementerio Cristóbal Colón, que según la revista de National Geographic Viajes es uno d elos diez cementarios resaltables para visitar. La plaza de la revolución es donde se encuentra la famosa imagen del Che Guevara junto con la frase “Hasta la victoria siempre” sobre la fachada del Ministerio del Interior. Así como la imagen de otro famoso héroe de la revolución cubana, Camilo Cienfuegos con su frase de “Vas bien Fidel”, y el monumento en honor a José Martí que es un monolito como en Washington, donde se puede subir a su punta. Aquí hay una parada de taxis antiguos, esos coches de época que casi todos están pintados de rosa, preguntamos al respecto a uno de los guías y nos dijo que es el color que más gusta a los turistas y las mujeres, es más, nos dijo la guía que un amigo suyo tenía un coche clásico amarillo y tuvo que pintarlo de rosa porque no conseguía trabajo en el taxi. Aquí termina el tour y nos regresan al hotel. Son las tres de la tarde y ya hemos comido (a las doce del mediodía, hora cubana, que nosotros decimos que es más inglesa que en eso no se les quedó nada español). Aprovechamos que estábamos muy céntricas y nos acercamos a la Bodeguita del medio para cumplir con el ritual de tomarnos un mojito (con música, irremediablemente), y luego fuimos a la Plaza Viaja a tomar café, pero tras hora y media nos fuimos de ahí sin conseguirlo, lo de tomárselo con calma a veces supera los límites de la paciencia. De camino al hotel, casi corriendo porque tenía un tour nocturno, tropezamos con un grupo de personas siguiendo una actuación callejera de unos zancudos, pero como decía no teníamos tiempo para seguirlos. Llegamos al hotel a tiempo para empezar el otro tour (el que tendrá entrada aparte). Y así acaba nuestro primer día en La Habana, en teoría solo íbamos a estar otro día más pro libre pero al final, por diversos motivos dedicamos más tiempo a callejear por La Habana de lo que esperábamos.

Tras el tour por Las terrazas tuvimos tarde libre inesperada en La Habana así que decidimos acercarnos a la bahía para disfrutar de las vistas de la fortaleza de los tres Reyes del Morro, la de San Carlos de la Cabaña, el Cristo y las barquitas del puerto. Intentamos ver el Castillo de San Salvador de la Punta pero es uno de esos sitios que estaba cerrado hasta nuevo aviso por el tema de los 500 años. También vimos el hotel donde se alojaban los reyes de España que habían llegado ese día a La Habana y que se encontraba muy cerca del nuestro (nos topamos al lado de nuestro hotel con TVE grabando en ese momento). Luego vimos parte de la muralla, un resto del escudo de España de la época y el museo de la Revolución, que se ubica en el antiguo Palacio Presidencial, el edifico, por supuesto, merece la pena por su arquitectura como pasa con la mayoría de los museos de Cuba. Frente al museo hay un tanque ruso con una placa muy divertida que habla sobre la derrota de la agencia de la inteligencia yanqui (CIA). No entramos porque ya tuvimos bastante de propaganda comunista, es increíble como esta en cada rincón como si la revolución hiciera sido ayer. Al lado está el Memorial Grandma: una serie de vehículos militares usados durante las batallas, incluyendo el yate con que Fidel desembarcó en Cuba iniciando la revolución. Este memorial estaba pegado a nuestro hotel así que acabamos de nuevo ahí y decidimos aprovechar la piscina del hotel, dado que nuestro viaje iba a tener poco de relax y había que aprovechar una tarde. Tras la piscina nos acercamos al Capitolio para verlo iluminado de colorines y es que estaban ensayando el espectáculo de los 500 años, nos quedamos ahí disfrutando de la música y el espectáculo en primera fila porque no sabíamos si cuando llegáramos a la Habana lo veríamos (al día siguiente nos íbamos al centro de Cuba y regresábamos justo el día de los 500 años, el 16 de noviembre de 2019). Aquí un cubano intento vendernos ir a un sitio de salsa muy barato, luego paso a otra cosa, luego paso a decir que vivía en el edificio enfrente (que se caía a pedazos) y que no tenía ni leche para el bebe, pero como era un tajante no y te ignoro, finalmente nos dejaron en paz aunque su tono cambio radicalmente de dulce y amable a seco y desagradable cuando la cosa no fue en su beneficio. No es habitual ver el Capitolio iluminado de esa forma, con luces de colores. Y es casi imposible conseguir verlo iluminado con luz normal, no hay una hora concreta como pudimos vivir de primera mano, y los propios cubanos a los que preguntamos tampoco saben cuándo se puede llegar a ver iluminado porque tienen restricciones de luz (además de la ya poca luz con la que viven en las calles). Con un Habana Especial y música en la terraza del hotel (donde luego pasarían el cestillo) dimos por terminado el día.

Como decía anteriormente, volvimos a La Habana después de estar unos cuantos días durmiendo en Trinidad. Y justo fue el día de los 500 años de la ciudad de la Habana. Al llegar, y desde el coche, vimos a muchísima gente en un edificio y hasta varios coches de policía, resulta que con motivo de los 500 años había abierto un mercado y los cubanos había ido en masa, de forma que se necesitaba policía para controlarlo (desde España dijo mi madre que lo había visto en las noticias), y también nos encontramos las calles cortadas y todo abarrotado de gente. Cuando salimos del hotel me sentí como si estuviera en plenas fiestas del Pilar, como que hubo momentos en que tuve que agarrar a mi amiga para no perdernos entre la marea de gente. Como no teníamos claro el programa, porque no lo tenían claro ni los cubanos, nos acercamos al malecón para cumplir con otra tarea muy turística, ver anochecer desde el malecón. A estas horas estaba el lugar lleno de pescadores, turistas y músicos callejeros de estos que te hablan en inglés y te dan conciertos a cambio de dinero, pero como nosotras “no hablamos ingles” pasamos de ellos. Alguna ventaja tiene que salir de que a todo no cubano le hablen en inglés. Lo cierto es que el paisaje anocheciendo desde el malecón es precioso, con estampas de postales. El capitolio tenía las calles cortadas para las autoridades y a la cubanos les habían puesto unas mini pantallas de televisión para ver el espectáculo (algunos cubano se quejaban de eso al día siguiente), como había mucha gente y nada para ver nos fuimos al hotel, menos mal que ya nos vimos el ensayo del espectáculo, y a las diez de la noche fueron los fuegos artificiales en el Capitolio que se veían desde nuestra habitación, aunque fueron muy cortitos, días des pues los cubanos estaban emocionados, para mí me parecieron menos que los de las fiestas de los pueblos de España.

El día que volvimos del tour por Viñales llegamos de noche a La Habana y vimos, o mejor, no vimos como las calles están apenas iluminadas (la excursión fue de varias personas, en autobús, por lo que fuimos recorriendo toda la Habana mientras dejábamos a cada cliente en su hotel, desde el más alejado pegado a la playa hasta llegar a la zona de la Habana Vieja. Gracias a esto pudimos ver la heladería Coppelia y la ruta 1 del bus turístico funcionando (hasta las nueve de la noche). Aquí quedó claro que para salir de noche por esas zonas de la Habana es necesario una linterna o frontal.

El día que volvimos del tour por Guama a La Habana pudimos tomarnos un daiquiri en El Floridita, cumpliendo otro punto turístico de que “debes hacer”. Cuando entramos había mucha gente y música en directo. A los cinco minutos de entrar el grupo de música dejó de actuar pero que nos metió el cestillo en la nariz hasta tuvo algo de dinero. Esta noche no pillamos el capitolio iluminado, solo había luces a la mitad. Pero al final lo conseguiríamos, varias noches hasta dar con el Capitolio iluminado.

El día que volvimos del tour por Matanzas llegamos casi anocheciendo a La Habana y seguimos la recomendación de nuestra guía de Natural Cuba Travel de subir a la terraza de un bar de la plaza Vieja. Este lugar no tenía música en directo (¡bien!, y no tengo nada en contra del amor de los cubanos por la música pero llegó a resultar algo pesado y molesto que en todas las comidas te pusieran música en directo obligada y luego te pasaran el cestillo del dinero como una obligación) y cenamos un buen bocadillo de jamón serrano con unos daiquiris de fruta enormes mientras veíamos anochecer sobre la plaza. Ya de noche regresamos a nuestro hotel y cuando íbamos por la calle Obispo, la peatonal y turística del lugar y nos salió una rata, nada pequeña, que paseaba con tranquilidad. Entre las cucarachas y las ratas tuve suficiente de La Habana de noche. 

Visita: Noviembre 2019

Mis imágenes: Cuba - cuaderno fotográfico

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