Paracas Nos alojamos en un hotel cerca del océano, que desde el balcón de la habitación de podía ver. La carretera era toda de tierra, y es que el asfalto brilla por su ausencia. El pueblo de Paracas no es muy grande, un paseo junto al océano con todo tiendas y restaurantes, y sobre todo muchos mercadillos. Tampoco tuvimos mucho tiempo para disfrutarlo, nada más llegar a Paracas fuimos de la estación de autobuses al hotel, y nada más dejar las cosas en el hotel salimos hacia el aeropuerto para tomar el vuelo en avioneta para ver las líneas de Nazca y Palpa. A la vuelta a Paracas seguimos el paseo marítimo, donde están los hoteles de lujo, y las casas y muelles privados. Por ahí se puede pasear hasta las seis de la tarde que cortan el acceso. Nos encontramos a algunos turistas italianos que, como nosotras, estaban paseando y admirando las casas de los ricos (por el lujo que tenían y porque estaban en primerisima línea de oceano), además de mirar el océano y sus barcas. Cuando la
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