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Mont Temblant - Canada

Mont Temblant 

Este era el día en que a las cuatro de la tarde salimos del hotel de Montreal con destino al aeropuerto para volver a España, aun así teníamos el deseo de poder visitar Mont Temblant, dado que me habían hablado muy bien del lugar, así que apurando salimos preparadas (en el canal del tiempo daban nieve) salimos hacia allí. A medida que nos acercábamos y empiezan a desaparecer los valles y surgir las montañas se empezó a ver algo de nieve, cuando paramos en la gasolinera el lugar estaba cubierto de nieve, el suelo, los tejados de las casas, los coches aparcados, así que nos desilusionó un poco que al llegar a Mont Temblant no hubiera nada de nieve. Aun así el pueblecito que está en cuesta está al lado de un lago y es muy bonito, todas las casitas bien cuidadas y cada una de colores pastel. Como era domingo había muchas familias con niños. El teleférico estaba cerrado pero no importaba dado que era la excusa perfecta para hacer un poco de senderismo y subir y caminar por los recorrido de treking que tienen en la zona junto a la pistas de esquí. Dejando atrás el pueblo empezamos a subir siguiendo a la gente y los niños hasta llegar a las cascadas, no impresionantes como las vistas hasta ahora pero muy bonitas porque conservaban entre los arboles el hielo y la nieve que había caído días anteriores. En el camino había banquitos de madera para contemplar la cascada, que en primavera o verano debe ser muy relajante sentar en el sol a disfrutar del ruido del agua caer y los olores de la montaña. El caso es que con el frio que hacia (en mis cinco mangas llevaba dos polares, uno de 200 y otro de 400) no apetecía sentarse en la madera. Dejando atrás la cascada y el riachuelo llegamos a una encrucijada de caminos, una dirección ponía la Grand brule y otra nos llevaba hasta la zona del teleférico. Salimos hacia el teleférico donde había una pequeña pero abundante concentración de nieve, así que ya sabéis, ver nieve y ya las tengo jugando como críos a tirarse bolas de nieve. Pero lo bueno de esta zona no solo era la nieve sino la vista espectacular desde arriba, con el lago inmenso, las grandes islas verdes en el medio (no llegamos a ver el lago desde el suelo porque se nos fue le tiempo entre unas cosas y otras) y el pueblecito a los pies de la montaña y junto al lado, todas las casitas de colores resaltando sobre el azul y verde del lugar. Una vista espectacular, y casi mejor que desde el teleférico pues aquí no teníamos limitación en la visibilidad, ni reflejos de cristal, ni nada. Tras un rato por ahí volvimos la encrucijada y tomamos el camino hacia la gran brule, pasamos riachuelos y puentes de madera y rocas al más estilo belén navideño (cosa que acompañaba los pinos y la nieve espolvoreada que quedaba sobre ellos y el suelo). Seguimos disfrutando del camino y del paisaje hasta que nos entró la duda de si seguir y volver tras nuestros pasos, la Grand brule no sabíamos lo que era y si bien había carteles en ninguno te avisaba de cuantos kilómetros quedaban para llegar a destino, y como tampoco había mucha gente paseando por esa zona (a las familias con niños las perdimos en la zona de nieve) y los que había iban todos preparados para un señor treking con sus batones y botas de montaña, además de la nieve había quedado barro en varias zonas y la cosa se iba presentando difícil, de forma que la cuestión estaba en que no hacíamos noche ahí para seguir disfrutando de la ruta sino que a las cuatro teníamos que estar sanas y salvas en Montreal por lo que volvimos atrás siguiendo nuestros pasos, para la bajada tomamos otro camino en la zona de la cascada que sigue el recorrido del río y que crea un paisaje otoñal idílico. Luego nos recorrimos el pueblo solo parando para comer, por ejemplo, s e me apeteció un helado (si, con el frio que hacía, mis dos polares y cinco mangas voy yo y me apetece un helado, pero lo dije en voz alta y lo que se le apetece a una se le apetece al resto así que en cuanto encontramos una heladería nos compramos unos helados, que ricos, aunque tras ello tuvimos que entrar en calor comprándonos algo con más calorías, la cola de castor. La cola de castor es un dulce típico de ahí que consiste en la masa de los churros aplanada y cubierta con lo que quieras, nosotros que solo de churros con chocolate pedimos una cola de castor de chocolate, y tuvimos nuestra cola de chocolate cubierta de azúcar glas. El sabor era como los churros untados en chocolate, la pena es que al estar la masa aplanada se comía fatal, pero calorías tenia suficientes para que perdiéramos el frio. Aunque en los baños públicos de los que ya os hablé también hacia calorcito. Tras la cola de castor aun me compre una bolsa de algodón de azúcar mientras mis amigas veían el helado de jarabe de arce, y es que había una tienda con un cubo de madera con nieve por encima y un cartel de no tocar, y al preguntar nos dijeron que ahí ponían un palo de madera y echaban jarabe de arce desde una jarra y con el palo ibas recogiendo el jarabe sobre la nieve convirtiéndolo así en un helado de jarabe de arce. Vimos a una familia con niños hacerlo pero el sabor del jarabe de arce n me convencía, por muy dulce que fuera, así que opte por mi algodón de azúcar (era el tercero o cuarto que compraba en Canadá, donde es fácil encontrarlo). Tras entrar un rato a una cafetería decidimos volver a Montreal, fue una pena no tener más tiempo para disfrutar de la montaña, el guía nos comentó que hay veces en que pasan la noche ahí y se puede hacer senderismo y ver a los renos, pero nosotras no teníamos tiempo. Llegamos a Montreal justo para salir al aeropuerto. La experiencia del vuelo de regreso ya la relate en Transfer en Londres-Heathrow y es que merece un apartado aparte.

Visita: Noviembre 2013

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Montreal - Canada

Montreal

Partimos de Quebec dirección Montreal, como la distancia es más cercana esta vez primero haremos a visita panorámica y luego nos iremos a comer. Aquí el estado lleva el control de la venta de bebidas así que es muy habitual no encontrar bebidas alcohólicas en todos los sitios y que si las hay están sean muy caras, donde comimos dejaban que los clientes llevaran su propia bebida porque ellos tienen que pagar más por la bebida que si el cliente va a la tienda del gobierno y compra su bebida ahí y la lleva al restaurante. Pero como iba diciendo primero comenzamos la visita panorámica viendo el skyline de la ciudad, paramos en un parque al otro lado del río desde donde se veían dos puentes, la basílica de la ciudad, las casas y la montaña que está al fondo de la ciudad y la cruz que hay sobre ella, esa cruz la puso ahí el fundador de la ciudad y se veía perfectamente recortando el horizonte. Tras la vista global de la ciudad pasmaos por el biodome y el parque olímpico, el biodome se creó para la Expo internacional y se quedó como zoológico-parque botánico. Es muy curioso visto desde lejos porque parece una ciudad dentro de una burbuja. Tras esto marchamos al circuito de Montreal, y es que el circuito lo dejan abierto para que la gente vaya ahí a correr, montar en bicicleta, patines, y también pueden ir coches pero a muy poca velocidad. Aquí hicimos otra parada fotográfica para poder disfrutar de la pole de salida y de pisar el circuito de Montreal, esto ninguno nos lo esperábamos (no estaba en el planing) y creo que fue una de las cosas que más nos gustaron junto con la basílica. Tras recorrernos todo el circuito marchamos hacia el monte donde vimos la cruz y desde donde está la vista desde lo alto de la ciudad, y tras parada japonesa para hacer fotografias volvimos a la ciudad y empezó a caer agua nieve, que ilusión, veíamos caer la nieve en Canadá. Pasamos por el centro histórico de la ciudad, las casitas de estilo francés e inglés, el parlamento, la estatua Nelson con un solo brazo, el mercado antiguo, la basílica, chinatown y la catedral que es una réplica más pequeña de la de San Pablo del Vaticano. Y aquí acabó al visita panorámica, rápida y muy breve, como la de Ottawa pero como llegamos antes teníamos tiempo de luz solar para verla a pie. Nuestro hotel estaba cerquita de chinatown así que el primer lugar que visitamos tras parar en el hotel a ponernos un par de jersey más (aquí es cuando por fin hice uso de mis jerséis de “lana” y lleve cinco capas. Cada día que pasaba hacía más frío, y eso que Montreal estaba más bajo que Quebec, pero no era cuestión de localización sino que se acercaba una borrasca, y así fue dado que el último día cuando nos marchábamos de Montreal estábamos en el aeropuerto (el vuelo se retrasó) y veíamos caer la nieve sin parar acompañada con un viento muy fuerte. Ya les llegaba el inverno. Pero continuando con nuestra visita, pasamos chinatown y nos dirigimos hacia la basílica, tiene una plaza muy mona rodeada de interesantes edificios, aprovechando el paseo por la plaza entramos en la tienda de la basílica a comprar las entras del espectáculo nocturno. Para ver la basílica puedes pagar 5 dólares y verla o puedes pagar 10 dólares y te ves el espectáculo y luego la basílica. Como el guía nos recomendó el espectáculo decidimos ir a verlo, fuimos por libre pero al final en la puerta de la basílica a las 6.30 de la tarde coincidimos todo el grupo y nos sentamos todos juntos a ver el espectáculo. Pero nuevamente me adelanto, tras comprar las entradas marchamos hacia el ayuntamiento, el viejo puerto, y la columna de Nelson, que no eh investigado pero curiosamente tiene un cocodrilo en la base de su columna, supongo que algo significará ese cocodrilo. Tras ver cada detalle del casco histórico entramos al mercado antiguo que ahora está lleno de tiendas de ropa y tiendas de souvenirs. Y aquí descubrimos que era un souvenir que veníamos viendo en Quebec y aquí en Montreal pero no en los otros sitios y es que es una réplica de una figura que hacían los esquimales de Canadá. Es curioso pero en Quebec y en Montreal pudimos encontrar muchas tiendas con, aparte de la típica hoja de arce y el jarabe de arce, la figura de los esquimales de ahí y tótems y demás artículos de los indios americanos. Cuando salimos del mercado era ya de noche y visitamos todo el casco histórico pero de noche con su iluminación nocturna. (El casco histórico es pequeñito y está todo muy cerca). Así llegamos a la basílica (que no la catedral) y entramos antes de la hora (en cuanto nos dejaron) porque el frío ya se hacía notar cada vez más. Dentro de la basílica se está calentito, para el espectáculo te dan unos auriculares para escuchar todo, los tienen en inglés, francés, español y japonés. Sí, es curioso pero aquí aprecian más el español que en otros lugares donde parece que el turista español no existe. Para el espectáculo la iglesia está toda cubierta pero las pantallas blancas donde se reproduce la historia de la iglesia desde su idea en Francia hasta su último arreglo (las vidrieras pro el centenario) se van quitando a medida que pasa el espectáculo de forma que al finalizar la iglesia queda libre de pantallas blancas y se puede ver por entera sin obstáculos, y realmente es preciosa llena de detalles de madera y coloridos del suelo al techo, verdes, rojos techos azules estrellados de dorado, y el altar es impresionante, lo que más me impacto fue durante el espectáculo, muestran la imagen de cómo era antiguamente el altar y de repente cuando cuentan la historia de las quejas de los feligreses y como lo tuvieron que cambiar se alza el telón blanco que hacía de pantalla y te quedas impactado por el increíble altar que se muestra. Además, en el espectáculo van iluminando los lugares y sus detalles y si vas y no hay luz solar es muy difícil ver esos detalles. Tras el espectáculo, que recomiendo encarecidamente a quien vaya Montreal, nos marchamos hacia el hotel. Al día siguiente podíamos optar por pasarlo en Montreal e ir a ver la catedral y el biodome con el parque olímpico, o bien tomar una excursión a Mont Temblant, conociéndonos decidimos optar por Mont Temblant, aunque teníamos que apurar el tiempo dado que a las cuatro de la tarde teníamos que salir hacia el aeropuerto para volver a España.
Visita: Noviembre 2013

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Santa Ana de Beaupre & Isla de Orleans- Canada

Santa Ana, Costa de Beaupre & Isla de Orleans

Tras dejar la cascada de Montmorency nos dirigimos a cruzar el puente que conecta con la isla de Orleans. Había visto por internet varias excursiones a las isla de Orleans cruzando el rio San Lorenzo en ferry pero nosotros lo haríamos en autobús, de esta manera recorrimos la costa viendo las casitas de madera rodeadas de árboles, un paisaje otoñal idílico, aunque no se veía ninguna persona, estaba todo como vacío, aunque con el día frio y gris que hacia lo normal es que estuvieran dentro de sus casas calentitos. Llegamos a un pueblo donde paramos para tomar algo en una chocolateria-heladeria, a nuestros ojos parecía que la chocolatería estaba cerrada y vacía pero no, había gente dentro, lo que confirmo la idea de que el lugar no estaba abandonado solo que no se quedaban fuera de casa, y eso que todavía no había llegado el invierno, en el invierno debía ser aún más triste el no poder salir a la calle y ver gente. Contra el viento y el frio, mientras el resto del grupo reposaba con su chocolate caliente (en la tienda importan el chocolate desde Bélgica), nosotras salimos fuera a ver el pueblecito; solo las casas porque no había ni un alma, aparte de nosotros, en la calle. Y nos acercamos al puerto lo justo para ver Quebec desde la isla de Orleans, se veía muy bien y era una bonita vista pero el aire frio y el agua del rio que salpicaba nos hizo marcharnos pronto y , por lo menos yo, regresar dentro de la tienda a calorcito. Después de un descanso continuamos por la costa de Beupre hasta llegar a Santa Ana de Beaupre, donde la catedral de Santa Ana ocupa un inmenso espacio en el pueblo. Tiene una gran plaza y una fachada altísima, pero lo más impresionante de Santa Ana es el interior. Primero tienes un pasillo central cubierto el suelo de mosaicos pero con imágenes modernas como máquinas de escribir y teléfonos y el techo cubierto también de mosaicos dorados e imágenes. Este pasillo te lleva a las puertas de entrada a la catedral, es normal encontrar pasillos y entradas pre-salas de la entrada al lugar pues así, aparte de las pesadas puertas que se puede encontrar pro todo Canadá, evitan que el frío entre al interior. Una vez dentro de la iglesia la vista se te va del suelo al techo que es altísimo, hay una hermosa y dorada decoración por todos los lados, y si no lo supiéramos dudaríamos de que fuera una iglesia moderna porque es una auténtica belleza en decoración. La primera columna de la entrada está llena de muletas, desde viejas de madera hasta las más modernas, pregunté al guía al respecto y me comentó que la gente que reza a Santa Ana una vez recuperada deja sus muletas en la columna. El recorrido de la iglesia del suelo al techo de inicio a fin vale la pena porque tiene todos los detalles cuidadísimos y es preciosa. En el lateral derecho del altar se encuentra una reliquia de Santa Ana, el hueso del brazo, nunca había visto una reliquia de tan cerca (te puedes acercar sin problemas) debe ser que por ahí no tienen muchos ladrones de iglesias como pasa en España. Por el lateral izquierdo al altar hay unas escaleras que llevan a la cripta toda decorada del techo al suelo con todo tipo de mosaicos pintados, y una réplica de la piedad. Saliendo por la parte trasera de Santa Ana han un monte donde hay diversas figuras representando el via crucis. Como esta parte está más recogida y no hacía tanto viento todo el grupo fuimos subiendo la empinada cuesta siguiendo el vía crucis a escala real. Desde arriba, en la crucifixión de Jesús la vista de Santa Ana y la costa de Beaupre era admirable, tanto paraje vacío y de repente la gran cuidada Sana Ana como presidiendo el lugar. Tras la visita fuimos al baño y regresamos a Quebec (hay muchos baños públicos por este lado de Canadá, con calefacción, gratis y limpios).

Visita: Noviembre 2013

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Montmorency - Canada

Montmorency

Aunque podíamos quedarnos en Quebec y ver la ciudad con tranquilidad, la noche anterior habíamos hecho un estudio por el cual, podíamos ver lo esencial y bonito de la ciudad y a la vez tomar una excursión de medio día por diferentes parajes. Así que salimos por la mañana, una mañana muy fría, camino a Montmorency, donde una impresionantes cascada, o chute como se llamaba ahí, nos estaba esperando solo para nosotros dado que aparte de nuestro grupo no había ningún otro loco mojándose y pasando frío a los pies de la cascada. La cascada de Montmorency está formada por el río de su mismo nombre y es 30 metros más alta que las cataratas del Niágara, aunque claro, la majestuosidad de las cataratas del Niagara las hace más interesantes turísticamente que la altura. Llegados al parque y bajamos junto al teleférico, que estaba cerrado, y nos dirigimos hacia la cascada, que se deja ver desde la carretera. Por el camino podíamos ver numerosas escaleras que permiten observar la cascada desde diferentes puntos de vista. Debido al mal tiempo y para evitar accidente nosotros solo nos acercaríamos al mirador en la base de la cascada y no subiríamos las escaleras a ningún otro mirador, aun así la vista desde abajo es increíble, principalmente porque antes de llegar uno comienza a mojarse y cuando está en el mirador obtiene una ducha completa, dado que el agua cae como si estuvieras justo debajo de la misma cascada. El entorno a la cascada no acompañaba dado que ahí en vez del otoño que podíamos ver en Niagara, ya había llegado el invierno y los arboles estaban sin hojas y la piedra relucía de un profundo color negro (era pizarra), añadido al mal día que había, todo tenía un triste color gris. Bueno, todo menos el agua, que tenía un color amarillento que me recordó a Escocia, y es que el guía me oyó y comentó que el agua de la cascada tiene mucho hierro lo que la hace tener ese color amarillo, exactamente igual que en Escocia, donde el agua era amarillenta por ese mismo motivo. Tras darnos una señora ducha subimos en autobús a la parte de arriba del parque para recorrer el mirador y cruzar el puente colgante que hay sobre la cascada. La vista desde el puente es increíble, dado que no solo ofrece una vista espectacular de la caída sino también de la isla de Orleans y del río san Lorenzo dado que la cascada está situada en la desembocadura de río Montmorency sobre el río San Lorenzo, justo al frente de la isla de Orleans.

Visita: Noviembre 2013

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Quebec - Canada

Quebec

Atrás dejamos la Canadá inglesa y nos adentramos en el estado de Quebec y la Canadá francesa, ya en la estación de servicio donde paramos un rato (dado que teníamos un largo recorrido desde Ottawa hasta Quebec) ya hablaban francés. La bandera del estado cambio de tener la bandera inglesa en una esquina a tener la flor de lis en cuatro cuadrados. Eso sí, seguían siendo mega amables sujetando las puerta y ofreciendo a ayudarte o hacer fotos sin ni siquiera pedirlo. Llegamos a Quebec como siempre hacia las tres de la tarde, perfecta hora española para comer, cruzando una de las puertas de la ciudad (no recuerdo el nombre pero es la que da acceso a la ciudadela) comimos en uno de esos restaurantes de la zona, tanto el restaurante como la zona nos recordó a Saint Malo (Francia). Comimos y, aprovechando que aún nos quedaba algo de tiempo libre hasta la visita panorámica, salimos del restaurante dejando atrás el calor del fuego (si, un fuego de verdad con su chimenea, afortunadamente para nosotras porque aquí arriba ya hacía más frio) recorrimos la calle llena de casitas muy al estilo inglés como en Saint Malo, y que nos llevaron hasta la puerta junto a la ciudadela, donde había un carro de caballos para los turistas. También se conservaba por esta zona algo de la muralla, el tema de la muralla es que la ciudad quería destruirla y en cambio lo que hicieron fue acortarla, una pena, pero en este caso mejor el remedio que la enfermedad pues derribar completamente las murallas hubiera roto parte de la historia y encanto de la ciudad, que más tarde fue declarada patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El tiempo libre era muy corto y tuvimos que volver sobre nuestros pasos para montar en el autobús y hacer la visita panorámica que gastaría todas nuestras horas de luz solar dentro del bus. Bajamos por la calle todo recto hasta llegar a la plaza de armas, ahí se encuentra un museo y el hotel castillo, saliendo de la plaza de armas pasamos por la iglesia de notre damme y las tiendas de souvenirs como la tienda de navidad, abierta todo el año, pasamos por la plaza de youville (aunque no entendimos eso al guía y cuando luego intentamos volver nos costó localizarla en el plano) donde hay otra puerta, la pista de patinaje y, oh sorpresa, nieve que quedaba de la primera nevada caída hacia unos días atrás. Pasamos por la puerta y fuimos hasta el parlamento, y de ahí volvimos a cruzar la puerta de la ciudadela para entrar en la ciudad antigua y amuralla de Quebec y acabar bajando por la cuesta de Abraham, y ver la zona del puerto viejo y el barrio de petit champlain. Ahí hicimos una breve parada para poder ver todas las tiendas de souvenirs en las casitas bajo la plaza de armas, en lo alto el castillo y también vimos la plaza del rey Luis XIV, con un busto del mismo presidiéndola, y así se pasó el tiempo, con apenas un breve vistazo a la zona tuvimos que volver al autobús (no conseguimos averiguar cómo hacer que el semáforo se pusiera verde, y es que en vez de un botón era un lector, había que pasar la mano por arriba (quien lo hubiera imaginado) y tras subir al autobús cruzamos el río y desde el puerto nuevo tuvimos una vista completa de la ciudad (el skyline de la misma) y nos hicimos una fotografía de grupo antes de subir de nuevo al autobús e ir a nuestros hoteles. Cuando llegamos al hotel ya era de noche (aunque no llegarían ni a las ocho de la tarde) y el de la recepción debía ser algo tonto porque además de no saludar se confundió y a la pareja de Linares les dio una habitación que ya estaba ocupada, y como son estos andaluces que nos reímos un montón mientras los otros nos miraban como diciendo, ¿Qué pasa aquí? Que además creo que nos entendían porque nos hablaban en francés y ya se sabe que el francés y el español se parece en ocasiones. Como nuestro hotel estaba en las afueras de la ciudad nos acercamos a un subway para la cena y nos fuimos pronto a dormir. Al día siguiente tuvimos una excursión de medio día pro la costa de beaupre, mont morency y la isla de Orleans, y por la tarde en vez de comer con el resto del grupo en el hotel Chateau, nos dispusimos a recorrer la ciudad de Quebec. No quería que nos pasara como en Ottawa así que aprovechamos las pocas horas de luz solar para ver la ciudad. Cumplimos con nuestro recorrido y también disfrutamos de la ciudad de noche, muy bonita con las luces nocturnas y navideñas pero eran solo las seis de la tarde y parecían las dos de la madrugada. Pero empecemos por el principio, el guía nos dejó en la plaza de armas junto al hotel castillo, dado que el resto del grupo iba a comer ahí, así que nosotras empezamos la visita en el mirador junto al castillo, desde ahí arriba se ve todo Quebec, como los ferrys van de un lado al otro del rio, los puentes y todo con bastante claridad porque aunque el día amaneció nublado el fuerte y helador viento dejaba bastante claridad. Recorrimos el paseo, vacío a esas horas, para ver el hotel castillo, realmente es un edificio muy bonito aunque no sea antigua, cerca del hotel, pro e paseo se llegan a los cañones y al fuerte- ciudadela de Quebec, desde aquí se llega fácilmente a las llanuras de Abraham donde en septiembre de 1.759, se enfrentaron los franceses contra la armada inglesa y fue un momento decisivo para la historia de Canadá.. Pero pasear por la ciudadela en un día como ese era muy incómodo, así que tras jugar un poco con los cañones regresamos por el mismo camino andado hasta llegar a la plaza de armas y darle un giro completo. Pasando por el museo llegamos a la iglesia de Notre Damme, una de las más antiguas del continente americano. Ha sido restaurada varias veces por sufrir incendios y la ira de los británicos durante su asedio a la ciudad. La catedral actual mantiene el estilo original, de aquí marchamos hacia la la plaza d'Youville. El palacio Montcalm, situado a un lado de la plaza, es uno de los lugares más importantes de conciertos, tanto de música clásica, jazz como contemporánea. Al otro lado está el Capitole, lugar multi-usos , una de las puertas de la ciudad , y la pista de patinaje, que estaba llena de gente patinando, ahí, tras la puerta estaba la nieve con la que jugamos de tal manera que un canadiense se paró y pregunto si no había nieve en nuestra casa, le comentamos que sí, pero que no muy cerca, y cuando le dijimos que éramos de España él nos comentó que en unas semanas se iba a Barcelona y que tal tiempo hacía. En se momento en Quebec estábamos a 3 grados y en Zaragoza mi madre me había dicho que estaban a 21, así que imaginaos mi respuesta. Dejando atrás la pista de patinaje, con gran envidia dado que ninguna de las tres sabe patinar, seguimos la muralla que nos llevo a otra puerta, a casitas encantadoras y finalmente salimos de la ciudad vieja amurallada para acercarnos al parlamento. De aquí bajamos hasta la calle de Petit Champlain y que hay que recorrer sí o sí en la visita a la ciudad. Parte del lugar donde se encuentra la escalera que lleva a la parte alta de la ciudad (y del funicular) y llega hasta el Boulevard Champlain. Merece la pena ver sus galerías de arte, ojear las tiendas de recuerdos. Se conserva como siglos atrás y tiene un gran encanto pero hoy en día está repleta de pequeñas tiendas de artesanía con productos enfocados al turista y llenos de adornos navideños. Al lado tenemos la plaza con una iglesia de la que no averiguamos su historia aunque había un grupo de estudiantes junto a ella en, concretamente, un circulo en el empedrado del suelo que estaba conectado a la iglesia como en un dibujo. En el centro de la plaza rodeado de curiosas casitas estaba el busto del rey Luis XIV, callejeando por esta zona bajamos hasta el puerto viejo no sin antes disfrutar de las casitas que me recordaron a la zona de la Bretaña francesa, hay que tener en consideración que aquí son más franceses que ingleses y que cuando era una colonia francesa el rey Luis XIV envió a todas las huérfanas de 14 años en adelante para que si querían fundaran una familia con los hombres de Quebec, si no deseaban casarse podían volver a Paris, todo el pasaje de ida y vuelta lo pagaba el rey, así que a esas mujeres se las llamaba las hijas del rey y la ciudad recuerda la historia de cómo evolucionó. Dejamos a tras los cañones del viejo puerto y la vista del hotel castillo y las murallas de la ciudad y seguimos callejeando hasta la Place Royale donde hay un gran mural , en el lado de una casa, en el que se representan muchos personajes históricos de Quebec, situados en las ventanas, puentes y elementos de una "supuesta" calle de Quebec. Frente a él hay un panel en el que los podemos identificar a todos. Nos debatimos si tomar algo en una cafetería pero nos decantamos por hacer compras. Como pudimos comprobar el mejor lugar donde comprar souvenirs es Quebec, en ningún otro lugar antes o después encontramos cosas tan interesantes y bonitas. Ya de noche subimos en el funicular a la parte de arriba de la ciudad, la zona tras las murallas para visitar la tienda de navidad, hacer unas cuantas fotos nocturnas y visto que ya eran cerca de las seis de la tarde y las tiendas cerraban y solo estábamos nosotras y una pareja pro la calle (parecían las dos de la madrugada en vez de las seis de la tarde, que depresivo) tomamos un taxi (la mejor opción y bastante barato) para volver al hotel. Si en Perú la gente conocía más Extremadura (de donde son mis amigas) que Zaragoza y Aragón, en Quebec y Montreal mas bien fue al revés y lo que conocían era Zaragoza (el taxis mismo, por ejemplo). Puede que parezca que regresamos muy pronto al hotel pero cada vez hacía mas frío y por lo que hablamos al día siguiente con el resto del grupo, la ciudad no es como Dublin, aunque se haga de noche y haga frío la gente no se reúne en un pub a beber sin conocimiento.

Visita: Noviembre 2013

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Ottawa - Canada

Ottawa 

Llegamos a Ottawa a eso de las tres de la tarde, teniendo en cuenta las pocas horas de luz solar, teníamos poco tiempo para comer y ver la ciudad de día. Mis amigas quisieron comer con el resto en un local con la carne típica del lugar, yo habría preferido ir por libre y aprovechar para ver la ciudad, pero tampoco dije nada. Lo cierto es que me quedé con las ganas de ver con tranquilidad de día la ciudad. Tras comer salimos a la calle y hasta que nos encontramos todo el grupo para hacer la visita guiada caminamos para ver la zona, toda llena de casitas estilos pub ingleses junto al hotel castillo, en esto que había un mercadillo y ahí perdí de vista a mis amigas. Gasté el poco tiempo libre dando vueltas buscándolas, así que no pude aprovecharlo para ver algo de la ciudad de día. Luego nos encontramos y empezamos la visita panorámica. Pasamos junto al monumento al soldado desconocido, aquí el guía no comento nada de unas figuras tamaño natural que había en la plaza, también al lado estaba el hotel castillo. Seguimos hacia el parlamento, donde hicimos parada japonesa para bajar el autobús y acercarnos hasta el fuego perpetuo que hay frente al parlamento y hacer las fotos de rigor. Tras la parada japonesa continuamos cruzando al otro estado/ciudad. Es curioso como el rio separa no solo dos ciudades sino dos estados. Aquí entramos al museo de las civilizaciones, no para verlo porque no teníamos tiempo sino para ver el escudo del estado en grande y sobre todo cierta sala desde arriba (para verla por dentro había que pagar y dado que no teníamos tiempo para ver el museo como que no compramos entrada). De camino a la sala se podían ver los audioramas de los “esquimales” de esa zona de Canadá (no sé si ellos como los de Groenlandia se llaman inuits), y luego la sala que es la zona de los tótems y resto de objetos de los indios americanos-canadienses. Al fondo había una figura importante según el guía, que aparece en una de las monedas canadienses. Los tótems son altísimos, muy detallados y coloridos. Realmente es una sala magnifica para ver, aunque solo fuera desde la zona de arriba y deprisa. Al salir ya estaba anocheciendo, normal dadas las pocas horas de luz que nos quedaban cuando llegamos a la ciudad. Desde el museo hay una bonita panorámica del parlamento y la ciudad de Ottawa con el río. Nos montamos en el autobús, siempre corriendo, y cruzamos el puente para ir de nuevo a Ottawa y dejad Quebec atrás (lo que os comentaba de los dos estados), desde el puente pudimos observar que el museo por fuera tiene las columnas como remos de canoa puestos hacia arriba, muy originales. Luego vimos la araña, el monumento al ejercito (mar, tierra y aire, dos hombre y una mujer) y la catedral de Notre Damme. Cuando llegamos al hotel, junto al museo de historia natural, ya era noche cerrada. Por supuesto, dejamos las cosa y salimos a ver la ciudad a pie, de noche porque no había oportunidad de verla al otro día, aunque anochece muy pronto no amanece pronto por lo que da igual si te levantas pronto e intentas aprovechar antes de salir porque no vas a tener luz para ello. El museo de historia natural es muy curioso, es como un antiguo palacio, muy inglés, que tiene un diorama de una ballena en la torre frontal, y esta está cubierta de cristaleras, así que, como la ballena estaba iluminada se veía perfectamente llamando la atención. Mientras yo hacía fotos del lugar mis amigas se entretuvieron mirando el mapa de la ciudad y algunos canadienses se pararon para ofrecer su ayuda aunque estas no la habían pedido, en esta ciudad nos dimos cuenta que los canadienses son mega amables, y cuando se paraban para preguntarte si querías una foto cuando ni siquiera habías hecho amago de pedirlo a veces hasta nos sentíamos mal de decir que no, que solo se la estábamos haciendo al monumento. Excepto en Montreal, que fue la ciudad que menso nos gustó a todos, en el resto de Canadá son increíblemente amables, nunca me habían sujetado la puerta para pasar tantas veces como aquí. Como iba diciendo, terminé de hacer las fotos y continuamos hasta el monumento con el indio canadiense, el águila, el oso y demás representaciones de Canadá. De ahí caminamos hacia la plaza con el monumento del soldado desconocido y pasamos por el monumento a un famoso jazzista de la ciudad de Ottawa. El monumento es muy curioso porque es el hombre sentado al piano pero le acompaña música de piano asique parece como si de verdad estuviera tocando, muy original y bien cuidado. El monumento al soldado desconocido es impresionante y al lado estaban las figuras de tamaño real que había visto antes desde el autobús, y que en realidad era el monumento a los valientes (esto lo descubrir al llegar a España). Tal vez como hay gente muy sensible con la historia el guía prefirió no comentar nada, pero es un poco tonto cuando uno lo ve, y hasta recibí una moneda canadiense conmemorativa de la guerra de 1812, con Laura Secord en la misma. Esta mujer tiene una escultura en el monumento a los valientes de Ottawa. Al regresar a España pude enterarme que Laura Secord (la de la moneda y escultura) aparece en el bicentenario de la guerra de 1812 porque para los canadienses Laura Secord fue una heroína canadiense de la guerra de 1812-1813 . Ella es conocida por haber caminado 20 millas (32 km) de territorio ocupado por los estadounidenses en 1813 para advertir a las fuerzas británicas de un ataque estadounidense inminente. Tras la foto con Laura Secord y Charles de Salesberry, otro héroe de 1812, pasamos del francés y nos hicimos otra foto con el indio americano, que no sé quién es (bastante me costó adivinar quien eran Charles y Laura). Tras las fotografías de rigor nos acercamos al hotel castillo, y por el mismo paseo al parlamento, para ver de cerca sus tres edificios, y la llama eterna olía a gasóleo que echaba para atrás. Tras el parlamento nos metimos pro el parque junto al hotel castillo para ver diferentes perspectivas del parlamento desde le rio, no había nadie y parecían las dos de la madrugada pero mirando el reloj solo eran las siete de la tarde (no es de extrañar que tengan depresiones por falta de luz). Así llegamos al puente que habíamos cruzado y así vimos ambas orillas antes de acercarnos a la escultura de la araña y la catedral de Notre Damme. Tras esto regresamos al hotel y al día siguiente vimos el terreno donde está la casa de la reina ¿y qué reina? Pues la reina de Inglaterra, no sé si lo había comentado antes pero estos canadienses son muy british, por algo pertenecen a la Commonwealth y no es de extrañar que todos llevaran la amapola roja de tela en el ojal de los trajes y es que quedaba menos de un semana para el el Remembrance Day, festivo en Canadá. El 11/11 se celebra cada año en Canadá el Día del Recuerdo (también conocido como el Día de la amapola) que es un día para recordar a los miembros de las fuerzas armadas que han muerto en acto de servicio, se eligió el 11/11 porque fue el 11/11 a las 11 horas cuando se declaro oficialmente terminada la I Guerra Mundial. Durante toda la semana pasada varios ciudadanos de Canadá llevaban una amapola roja de tela en la solapa y en todos los programas de la televisión, ya fueran en ingles o en francés (en Canadá se hablan ambos idiomas) salían con la amapola. El motivo es que se acercaba el día del recuerdo. En el hotel de Ottawa en la recepción estaba la cajita del donativo para dar dinero por los soldados y tomar así una amapola.

Visita: Noviembre 2013

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Estado de Ontario & Mil islas - Canada

Estado de Ontario & Mil Islas

Canadá es muy grande y las distancias muy extensas por lo que el recorrido de una ciudad a otra más el bajo nivel de luz solar que hay en esta época del año nos supuso viajar en coche durante casi todo el día, y cuando quedaban apenas dos horas de luz solar es cuando ya llegamos a la ciudad. Afortunadamente en el recorrido hacíamos pequeñas paradas en interesantes lugares. Durante nuestro recorrido del estado de Ontario camino de Toronto a Ottawa nos salimos de la carretera principal para atravesar un cementerio y llegar a una fábrica de tartas de manzanas. La fábrica estaba rodeada de varios animales de granja y estaba tanto por fuera como por dentro decorada para Halloween, con calabazas, heno, espantapájaros y gatos negros. En el interior había viajas máquinas de coser, ventanas adornadas con cortinas de cuadros rojos y blancos, manzanos y cestas de manzanas. Al entrar al baño había una vieja mecedora vacía y una fotografía antigua en un campo de manzanas, y junto al lavabo un folleto de muebles antiguos. Un lugar de lo más curioso e interesante aunque a mí no me gusta el apple pie (pastel de manzana), como ya saben los que me leéis de continuo soy muy rara con el tema de las comidas, y no porque no estuviera bien hechas, el lugar tenía un cristal y desde la tienda se veía la fábrica y como hacían los pasteles, solo que no me gusta como saben. Frente al lugar había un viejo granero y el paisaje era de postal. Retomamos el camino y la carretera, que volvió a ser muy monótona, solo árboles en el camino, árbol tras árbol durante en estado de Ontario y el de Quebec, que son los dos estados canadienses que atravesamos (o provincias, como se llamen). En el camino nos paramos en el pueblo donde se cogen los barcos para en verano y primavera hacer los recorridos por el lago de las mil islas, llamado así porque cada trocito pequeño de tierra se considera una isla y peñones en los que no cabe ni una casa con dos habitaciones se les considera islas. En esta época del año, aunque el río San Lorenzo no está helado ya no salen barcos. Aun así el pueblecito es muy mono, con su ayuntamiento, su puerto, su antiguo fuerte inglés y el río San Lorenzo bañando el lugar. Seguimos nuestro camino dejando el rio San Lorenzo a un lado de la carretera lo que nos permitía ver desde el coche los cientos de islas, grandes y pequeñas que poblaban el río, así como las casas, algunas auténticas mansiones, otras no más que una pequeña choza de madera. También pudimos observar los barquitos y lanchas todos recogidos y cubiertos en la costa, junto a la carretera, preparados para la llegada del invierno. Paramos unos minutos junto al río, para contemplar las vistas de las islas y del paisaje. En invierno todo ese lago de mil islas se hiela y se puede ir caminando sobre él, esto me recordó el lago Inari como en marzo estaba todo helado y se caminaba con tranquilidad sobre él. En verano y primavera los barcos hacen recorridos por entre las islas, aunque por lo que pude comprobar en Suiza, los paseos en barcos aunque tienen bonitos paisajes me aburren, de ahí que no sea mucho de cruceros. Tras dejar atrás mil islas continuamos sin parar hasta llegar a Ottawa. Algo que me sorprendió de Canadá es el mal estado de las carreteras, todas con baches y agrietadas, el guía nos comentó que es debido al hielo y la nieve del invierno, que estropea mucho el estado de las carreteras que necesitan continuo mantenimiento.
Visita: Noviembre 2013

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Niagara Falls - Canada

Niagara Falls

Como comentaba en la entrada de Toronto, tras terminar la visita panorámica por Toronto nos marchamos hacia Niagara Falls. Ya había estado en Niagara Falls cuando hice un recorrido por la zona Este de EE.UU. pero fue en otra época y en otra compañía, así que no me importó repetir. Cuando estábamos acercándonos a la ciudad paramos en el helipuerto para los que quisieran optarán por tomar la visita de las cataratas desde el aire. La vez anterior había recorrido todo el parque que rodea las cataratas en la zona de EE.UU., había estado en mirador que hay junto al puente en el lado estadounidense, había cruzado para ver la iluminación nocturna desde el lado canadiense, y había visto las cataratas en uno de los barcos que acercan a los turistas hasta casi debajo de las mismas, pero no las había sobrevolado en helicóptero así que esta era una parada obligatoria para nosotras, y sobre todo porque desde mi primer vuelo en helicóptero sobre Nueva York me he enamorado de esta opción. Solo había un helicóptero en funcionamiento, el resto estaban siendo recogidos en los hangares, entiendo que porque rápidamente se hace de noche y tampoco es una época de excesivo trismo. Debido a esto tuvimos que esperar a que el helicóptero llegara y al ser todo un descampado el aire corría con ganas y, tomando las fechas en las que estábamos, era bastante frío. Tras montarnos en el helicóptero nos fuimos acercando a río Niagara, como ya me conocía la zona pude ver el transbordador español en el hoyo que forma el río que debido al otoño estaba rodeado de árboles de hermosos colores rojizos y anaranjados. Y desde ahí ya se veía al fondo la torre Skylon de Niagara Falls, la construcción más alta que hay, y el vapor del agua de las cataratas subiendo por el cielo. Poco a poco nos fuimos acercando a las cataratas y dimos un rodeo para verlas por diferentes ángulos. Afortunadamente aunque nublado las cataratas se veían a la perfección, tanto la catara Niagara, como la del Velo de Novia, ambas en el lado estadounidense, como la herradura, en el lado canadiense. La fuerza del agua se alzaba como si fueran nubes desde el fondo azulado del río y los rápidos dejaban ver la velocidad del agua. La vista desde el helicóptero no tiene comparación, y al igual que me pasó en el Gran Cañón de EE.UU. es una vista magnifica que me gustó mucho más que la vista a pie. Tras la visita en helicóptero continuamos nuestro camino hasta Niagara Falls, donde nada más llegar paramos a comer. Para seguir aprovechando vistas nuevas del lugar fuimos a comer a la torre Skylon, el restaurante es giratorio 360 grados y era muy divertido ver que cuando conseguías encuadrar la fotografía el suelo ya te había desplazado y las cataratas se habían movido de lado. Estuvimos un rato hasta conseguir sacar alguna foto decente nuestra con el movimiento, aunque mientras estas sin mirar fuera no notas que se mueva. Lo cierto es que comimos muy bien y la vista desde ahí también es muy recomendable, no se puede comprar a la del helicóptero porque es diferente pero es un ángulo que desde los miradores no vas a poder tener. Tras la comida y la maravillosa vista de las cataratas salimos para recorrer los túneles escénicos del lado canadiense. Esta vista tampoco la había tenido en el viaje anterior dado que me recorrí más la parte estadounidense que la canadiense. Para bajar a los túneles escénicos se llega por el mirador del lado canadiense más cercano a la catarata de la herradura, debido a la fuerza del agua en esa zona parece que está lloviendo con intensidad pero simplemente es el agua de la catarata. Los tunes escénicos permiten ver la catarata de la herradura desde un lateral, casi al pie de la misma, y cuyo mirador estaba vacío dado que aunque te den impermeables el agua que cae en el lugar tan pegado a la catarata es impresionante. El resto del camino consiste en túneles interiores que recorren la catarata por dentro de la roca y tienen ventanas abiertas para poder ver y oír como cae el agua de la misma, es como estar justamente detrás de la catarata, solo que a una cierta distancia, para evitar peligros por la fuerza del agua. También hay varios carteles informativos sobre como desde ahí se lanzaban gente por las cataratas, siendo la primera una mujer y su gato, y también algún que otro cartel sobre la guerra de 1812 en ese lugar. Tras la visita a los tunes escénicos dimos un paseo por el mirador de la zona canadiense, que junto a la herradura, como decía, es una lluvia constante, pero ver como cae el agua desde arriba, la rapidez a la que va y el color brillante que tiene es mucho más interesante que luego la vista de las cataratas estadounidense desde el mirador canadiense. Y con este último paseo regresamos al minibús para volver a Toronto. Como veis en esta época del año no hay barcos pero hay muchas otras atracciones que encontrar en Niagara Falls.
Visita: Noviembre 2013

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Toronto - Canada

Toronto 

Marchamos destino Toronto con escala en Londres, pero solo porque era más barato, dado que es el peor destino para hacer transbordo. Como de costumbre en Londres había filas interminables y después de la anécdota de las tres Marias en el control de pasaportes (después de Perú ya le habíamos cogido el truco – dado que las tres tenemos nuestro primer nombre María, lo que les resulta muy curioso a todos), nos dirigimos al control de seguridad. En Madrid una de mis amigas y yo habíamos pitado al pasar el control, así que supusimos que aquí pasaría lo mismo, por lo que pasamos primero, pero resultó que la última, que no había pitado en Madrid, fue la que pitó en Londres. Mientras la registraban me acerqué a las pantallas de los vuelos y vi que en el nuestro ponía closing gates, y aun había que llegar al ascensor para coger el tren para llegar a la terminal donde estaba la puerta. Nada más salir del tren echamos a correr, delante de nosotras una pareja salió de los vagones anteriores del tren corriendo y nos adelantaron en las escaleras mecánicas, tras subir corriendo las larguísimas escaleras aún teníamos camino que recorrer porque, para hacerlo más gracioso la puerta justo era la última de la terminal. No sé si es que nos engañaron o corrimos mucho pero aun faltaron diez minutos desde que entramos al avión hasta que este salió, aunque diez minutos no es mucho, igual si no hubiéramos corrido habría sido peor. El aeropuerto de Toronto está lejos de la ciudad, o eso me pareció mientras íbamos llegando en el coche, y lo primero que pensé al entrar en la ciudad en coche es que Toronto se parecía a Filadelfia, o por lo menos la entrada a la ciudad desde el aeropuerto lo hacía. Nada más dejarnos en el hotel nos cubrimos de varias capas de ropa y salimos a ver la ciudad. El hotel no estaba muy lejos del puerto y por tanto de la torre CN y demás lugares que visitar, salimos con prisas para aprovechar la ultima hora de luz del día (eran las cuatro de la tarde y a las cinco anochece), y después de andar una media hora, ver que se hacía de noche y que el puerto no aparecía por ningún lado, me acerque a la casa de los masones y busque alguna calle en el plano, me costó localizarlas pero al final las encontré, en dirección contraria al puerto, en la zona de la universidad, así que tuvimos que desandar lo andado y para cuando llegamos al hotel ya era de noche. Ese es nuestro maravillo sentido de la orientación. Si solo hay dos opciones en línea recta cogeremos siempre la errónea. El problema de viajar en esas fechas es que hay muy pocas horas de luz solar, porque aunque anochece sobre las cinco de la tarde, no amanece antes como pasa en algunos países de Asia. Así que entre el tema de la luz y nuestro sentido de la orientación al final vimos Toronto de noche. Nos acercamos al ayuntamiento viejo y nuevo, aunque cuando vimos la plaza y los edificios no sabíamos que eran los ayuntamientos, simplemente íbamos camino a la torre CN y lo encontramos en nuestro camino y nos gustó, así que nos paramos a hacer fotos y debatir que sería. Muchos de los edificios que encontrábamos los llamábamos el estadio de beisbol, hasta que por fin dimos con el verdadero estadio, lo que pasa es que los edificios en Toronto son muy modernos y así es complicado adivinar que son si no lo sabes de antemano, y menos aún de noche. Finalmente, dejando atrás los ayuntamientos y tras ver pasar el tranvía y pisar las hojas caídas de los árboles de un parque cerrado nos fuimos acercando a la torre CN. La entrada para subir hasta arriba del todo es algo cara, pero vale la pena el gasto. Hay varias paradas, subir hasta arriba del todo es lo más caro pero también lo más recomendable. La primera parada, la del restaurante, no tiene mala vista, aunque se refleja la luz de dentro. Luego hay otro ascensor que lleva arriba del todo, hasta la antena, que como decía hay que pagar más pero las vistas son espectaculares. Arriba del todo solo estábamos nosotras tres, y la iluminación es la de la torre, cuando se vuelve rosa, se ilumina de rosa, cuando se apaga, estas a oscuras, cuando está iluminado de azul, estas todo azul. Así que si es cierto que se refleja el rojo o el azul pero cuando se apagan las luces ya no hay reflejos en los cristales y la vista es más amplia que desde la planta del restaurante. La visión de Toronto de noche desde la torre CN es impresionante, y da la impresión de no terminar nunca. A nuestros pies se encuentra, por fin, el estadio de beisbol, cerrado por el mal tiempo, así no había forma de distinguir que era un estadio de beisbol, y los puertos del lago con los barcos iluminados, así como los rascacielos. La siguiente parada al bajar en el ascensor es una planta con un mirador exterior, pero tiene todo rejas y entre el frio y las rejas lo que hicimos fue entrar y salir, sin mirar más, dado que las vistas no se podían comparar. También en esta planta están los suelos de cristal, aunque no dan ninguna impresión ni vistas interesantes. El ascensor que sube y baja de la torre también tiene el suelo de cristal pero como solo se ve el suelo, no es interesante. Tras dejar la torre CN nos fuimos a cenar y al día siguiente comenzamos la visita de día de la ciudad con guía. Nuestra primera parada fue el ayuntamiento viejo y nuevo, la fuente que está enfrente de ambos estaba helada, y es que estaban preparando para convertirla, como todos los años, en una pista de patinaje. El ayuntamiento nuevo se puede visitar gratuitamente, nos dieron unos pines al visitarlo, y tiene nada más entrar una escultura de clavos desde donde si lanzas una moneda y llega al final sin problemas se cumple el deseo que has pensado. Tras la visita a los ayuntamientos visitamos panorámicamente chinatown y la zona de la universidad. La universidad tiene un gran campo de futbol (europeo, no americano) frente al edificio principal, y las porterías le quitan encanto a la foto de postal. Los edificios de la universidad se han utilizado en películas donde sale Oxford y otros lugares del estilo debido a que como nueva Orleans (EE.UU.) Canadá tiene una devolución de impuestos muy interesante a la hora de rodar películas o series en sus ciudades. De aquí fuimos al parlamento. La fachada estaba cubierta por obras pero por dentro pudimos visitarlo. Nada más entrar se ven dos cuadros de la época de la colonia británica de Canadá, y los cetros con los que se erigía al gobernador de la zona, muy británico, no es de extrañar que tengan la bandera de Inglaterra en una esquina de la bandera del estado. Frente a los cuadros nos encontrábamos con unas escaleras de madera que separan el parlamento en dos zonas, la zona de la derecha se conserva en madera tal y como era, y se pueden ver las salas del hemiciclo, las habitaciones, los techos y columnas de madera, y sobre todo e s curioso el intenso olor a madera que desprende el lugar. La otra zona de la izquierda es toda de mármol porque se quemó en un incendio y se decidió reconstruir con vidrieras y columnas pero en mármol, para destacar la diferencia. Al salir del parlamento disfrutamos del parque que hay enfrente donde los árboles tenían un tono naranja rojizo otoñal de postal. Tras una recolección de hojas de arce de colores rojizos como la de la bandera del país marchamos hacia la torre CN, donde volveríamos pagar para subir de nuevo, pero esta vez para ver la ciudad de día. Parece tonto pagar dos veces pero la vista nocturna valía tanto la pena y nos gusto tanto que queríamos ver la ciudad de día (lo bueno es pagar solo una vez y ver anochecer desde la torre, así tienes la vista de día y de noche, pero no pudo ser). Y tal y como suponíamos la vista de la ciudad no defraudo. De día es aún mejor que de noche en cuanto a que se pueden ver bien las islas del lago, que es tan enorme que parece un mar, los colores rojos y verdes de los árboles que bordean el puerto, los barcos veleros de los puertos, las casas en las islas, los molinos, la noria, las banderas, el estadio, los jardines verdes, la costa del lago, tantos lugares que ver de la ciudad. Tras visitar la torre CN nos marchamos con dirección Niagara Falls y cuando regresamos a Toronto hacía tanto viento y frío que nos quedamos calentitas en el hotel, dando gracias de haber visto la ciudad de noche. Nos quedó de ver la Casa Lomas, que no entraba en la visita con guía y que al cerrar a las cinco de la tarde no tuvimos oportunidad de ver el día anterior. Y también nos quedó cruzar con el ferry a una de las islas del lago Ontario y ver el puerto desde un ángulo diferente. Esto tendrá que ser en otra visita, con más tiempo de luz solar a ser posible.
Visita: Noviembre 2013

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Información para viajar: Toronto - Lugares que visitar

Niagara on the Lake - Canada

Niagara on the Lake

Siguiendo por la misma carretera se llega a Niágara on the Lake, esta población, como bien indica su nombre está al lado del un lago creado por el rio Niágara. La población antes de que abran las tienda y lleguen todos los turistas es muy tranquila, una calle principal con pequeñas calles que dan a la principal. Y todo casitas pequeñas de madera, las tiendas, la botica, el hotel, el centro de visitantes, todo son casas que hacen parecer al pueblo anclado en otra época, el hotel es el original de la época de 1863, se llama príncipe de gales en honor al príncipe de gales y conserva el mismo estilo con el que se construyo dado que no se ha eliminado nada. si uno deja atrás la calle principal, con sus tiendas y sus casitas puede recorrer el parque hacia el lago, donde hay hasta un playa con arena, es un lago tremendamente grande y a lo lejos se ve un antiguo fuerte, este sí que no es original como el hotel del pueblo sino que está reconstruido. De todas formas el pueblo es un lugar con encanto, y digno de no perderse, aunque a eso de las once ya esté lleno de turistas por todos los rincones. Si se llega antes de esa hora se puede disfrutar de la tranquilidad y reposo del lugar.

Visita: Septiembre 2008

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Queenston - Canada

Queenston

Siguiendo la carretera que bordea el rio Niágara, con la belleza del rio Niágara a un lado y de la naturaleza de Canadá al otro se deja atrás Niágara Falls y se llega a la población de Queenston. Esta población son todo casitas grandes, de ricos, que a un lado tienen una especie como de garaje que en realidad es una bodega. Todas las casas de esta población tienen su bodega añadida a la casa porque viven del vino. El paisaje de este pueblo son viñedos y viñedos con casas y sus bodegas. Y es que de estos viñedos hacen el vino helado, que se hace con las uvas heladas de las viñas y que se debe vender bien porque las casas no son nada baratas. Lo que si el lugar tiene un gran encanto. Todo el camino, con el Niágara a un lado, los viñedos en otro y las casitas hasta llegar al pueblo central te recuerdan a series como Ana de las Tejas verdes y esos paisajes de época. Aquí también hubo una lucha entre los estadounidenses y los canadienses y queda una reconstrucción de un antiguo fuerte.

Visita: Septiembre 2008

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Cataratas del Niagara

Cataratas del Niagara
Dentro del río Niágara, entre Canadá y EEUU hay algo que no se puede perder uno si se visitan las cataratas del Niágara y eso es ver las cataratas en barco. Navegando por el Niágara, en el barco mist of the river, tanto el que sale de la costa canadiense, como el que sale de la costa estadunidense la vista es la misma, se recorre el Niágara bajo las cataratas. Una vista que no se puede perder. Te mojas un poco, pero realmente no mucho, no tanto como para ponerse esos chubasqueros azules pero como no lo sabes cuándo te montas acabas poniéndotelo. Desde abajo se la gente pequeñita ahí arriba, al lado de las cataratas, en la zona de estados unidos que ya recorrí y ves lo diferente que es vista desde arriba a vistas desde abajo.

Visita: Septiembre 2008

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Niagara Falls - Canada

Niagara Falls - Cataratas del Niagara

Como comentaba en la parte estadounidense Niágara Falls se divide en dos, un lado del rio Niágara es estadunidense, el otro lado es canadiense. El lado canadiense está más explotado turísticamente, con más casinos, hoteles, torres y demás lugares turísticos dado que la vista de las cataratas desde el lado canadiense es frontal y más completa. Para pasar no necesitamos visado, cruzamos el puente (el rainbow bridge) y con el pasaporte pudimos entrar. Se puede pagar con dólares estadounidenses por lo que no tuvimos que cambiar. De noche, pero solo a partir de las nueve y algo ponen un juego de luces en las cataratas. Hasta que lo ponen, aunque es noche cerrada, no se pueden ver las cataratas pero se escucha su ruido del agua al caer. Los juegos de luces de colores sobre las cataratas me parecieron muy pobres, apenas se veían las cataratas. Solo con la luz blanca se podían apreciar las cataras de noche preciosas. Al lado canadiense también cruzamos al día siguiente por la mañana para ver la zona de Niágara Falls canadiense. Esta zona no son solo las cataratas (cuya vista frontal es preciosa, no s e puede negar) ni los casinos y las torres de altos edificios, también caminando por la carretera que recorre la ribera del rio Niágara se puede visitar el primer teleférico del mundo, inventado por un español (hay una placa conmemorativa al respecto) y que se llamo transbordador, cruzaba de una orilla a otra orilla del lado canadiense ambas pues el rio hace un requiebro. Hoy en día sigue en funcionamiento pero solo en determinadas ocasiones para no estropearlo. Siguiendo por esta ruta pasa al lado de varios campos de golf, sorprende que estén tan cerca de la carretera (que bordea el rio Niágara) porque ¿y si a alguno se le va la pelota? sin duda algún coche se habrá llevado alguna bolladura. La carretera que recorríamos se hizo famosa cuando Churchill la recorrió, aunque la fama de ir de luna miel a las cataratas del Niágara la inicio el hermano de Napoleón Bonaparte, o al menos eso dicen los canadienses. Finalmente se llega al jardín botánico y a un famoso reloj floral, o al menos es un lugar destacable en las guías para visitar en Niágara Falls.

Visita: Septiembre 2008

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