Schaffhausen (Rheinfalls)- Suiza

Schaffhausen (Rheinfalls)

Llegamos a Schaffhausen y al salir de la estación buscamos entre las varias paradas de autobús (hay muchísimas) el que se dirige a las RheinFalls. Justo cuando encontramos la parada el autobús se acercaba y nos abrió las puertas. Es difícil equivocarse de autobús porque en la parte de arriba pone Rheinfalls (ya íbamos con precaución). Subimos y esperamos a ver la parada Zemtrum que es la parada que nos convenía para ir a las cataratas. Al llegar a la parada en vez de seguir a la gente, como llevábamos el día tonto, nos fuimos por el otro lado y acabamos caminando por un senderito de tierra entre arboles que iba discurriendo pro la montaña, no vimos a nadie en nuestro caminar pero al final el sendero acababa en el parking donde está el embarcadero para coger los barquitos para navegar por el Rhin. Así que nos vamos perdiendo, pero con inteligencia, porque dimos a parar con el lugar correcto. Nos acercamos bajo la lluvia, porque no dejo de llover en toda la mañana, a la zona del embarcadero que estaba abarrotada de gente. Hay varias rutas de barcos. Una que se acerca a la roca central para que puedas subir del todo y luego recoge a los pasajeros. Otra que te lleva a la zona del castillo para ver las cataratas desde un lateral y subir y bajar al castillo, luego te recogen. Otra que te acerca a las cataratas para verlas desde el río. Y otro que es una combinación de las otras. Puestos a hacer yo hubiera hecho la combinación de rutas para no perderse nada, pero mis amigas estaban en plan “llueve mucho y no nos apetece hacer ejercicio”, así que cogimos el que da un paseo por el rio hasta las cataratas, que no había que subir ninguna escalera. El recorrido merece la pena porque se acerca tanto a la catarata que parece que vas a tocarla con la mano, es otra perspectiva que desde los miradores no tienes. Como llovía un poco más de agua no nos afectó pero hay que tener en cuenta que se acerca tanto que te mojas completamente (si alguien ha cogido el barco por las cataras del Niágara sabrá lo que digo con respecto a lo de mojarse). Luego, al regreso nos acercamos a los miradores para ver las cataratas desde arriba, ya que las habíamos visto desde abajo. La vista vale la pena por todos los lados. Una vez vistas regresamos a coger el autobús, pero como tardaba nos metidos bajo un portal para descansar de tanta lluvia, y mientras esperábamos decidimos que en vez de regresar a Zurich nos acercaríamos a visitar Basilea. No sé qué tren cogimos pero este pasaba junto a la parte de arriba del castillo (supongo que se podrá bajar y subir por esa parte, dado que el tren tiene parada donde el castillo y ahí, aparte de montaña y el castillo, no hay nada más), y la vista de las cataratas de tan arriba también es increíble.
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         Berbegal
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24 octubre de 2006
Ciudad, país:
Zaragoza, España
Categorías:
Tu ciudad, Viajes


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Stein am Rhein - Suiza

Stein am Rhein

Nos levantamos y fuimos a desayunar a una cafetería-pastelería que teníamos cerca del aparta hotel junto a la ribera del rio. El día había amanecido gris y presagiaba lluvias. Hoy teníamos planeado ver las cataratas del Rhin y algo de Zurich. Pero, no sé por qué, me convencí de que en vez de ir a Schaffhausen para ver las cataratas del Rhin teníamos que ir a Stein am Rhein, así que con el swiss pass cogimos el tren de Zurich hasta Whinterthur y ahí bajamos para coger un tren a Steim am Rhein. El paisaje por esta zona era diferente, dejamos atrás los verdes valles, los lagos y las montañas para dar paso a un paisaje de campos llanos y granjas. Cuando llegamos a la estación llovía ligeramente. Bajamos recto hasta llegar a un puente donde se ven las casitas monas junto al río, y que da al casco histórico del pueblo. Cruzamos el Rhin y entramos dentro del casco histórico, la zona junto al ayuntamiento estaba en obras y con las calles todas levantadas así que dimos un pequeño rodeo por los edificios junto al rio, que también eran muy bonitos. Luego llegamos a la plaza del ayuntamiento que estaba llena de turistas y con el mercado de la mañana en funcionamiento pero aún así se podía apreciar muy bien las casas. Las de la zona junto al rio eran del estilo que había visto en Dinamarca y en la zona de Francia, pero las que rodeaban el Ayuntamiento e iban calle abajo eran diferentes, las paredes de las casas estaban pintadas como cuadros. Puede que no estuviera previsto en el itinerario pero este pueblo es un lugar encantador, las casas son todas increíbles con esas pinturas del suelo al techo tan reales y las flores de colores intensos adornando los balcones. Todas las casitas del pueblo están muy bien conservadas y el paseo desde el ayuntamiento hasta la muralla es encantador. Paseamos por la calle principal y mientras íbamos viendo las casas ir buscando la parada del autobús que había leído hay que coger para ir a las cataratas. Cuando llegamos a la puerta de entrada de la muralla, como no vimos ninguna parada de autobús, solo el camino para subir al castillo, decidimos regresar por donde habíamos llegado y acercarnos a la oficina de turismo. Lo cierto es que anduvimos un poco perdidas por el pueblo hasta que nos dimos cuenta del error. Que ese no era el lugar para ir a las cataratas. Y la chica de la oficina de turismo no fue precisamente de ayuda. Cuando le preguntamos por las cataratas nos señaló en el plano donde salían, nosotras le preguntamos como llegar ahí y nos dijo que en tren o bus, y mi amiga le preguntó que si se podía andando y la de la oficina le dijo que si. Bueno, pues salimos de la oficina de turismo, cruzamos el puente de nuevo y decidimos andar por la orilla del Rhin a ver si nos orientábamos. A esto que ahora ya no llovía débilmente sino que diluviaba. Y nosotras que no conseguíamos situarnos de ninguna manera en el plano de la oficina de turismo, ni el castillo, ni el río, ni nada, nos cuadraba con el plano. Hasta que nos dimos cuenta de que no era un plano de la ciudad donde estábamos, Steim am Rhein, sino de Schaffhausen. Las vacas pastaban alegremente pero nosotras bajo la lluvia no estábamos muy contentas, ya decíamos que el castillo no nos cuadraba de ninguna de las maneras. A eos hay que añadir que de Steim am Rhein hasta Schaffhausen hay 25 Kilómetros, si claro, andando se puede hacer pero vamos, que bajo esa lluvia no es que tuviéramos mucho interés en andar 25 kilómetros. Y nos acordamos de la chica de la oficina de turismo durante nuestro camino bajo la lluvia hacia la estación de tren. Cuando llegamos a la estación comprobamos en los carteles que la forma más rápida era coger el tren de nuevo a Whinterthur y ahí tomar el tren a Schaffhausen (menso mal que el swiss pass nos servía para todos los trenes del día porque tanto ir y volver menudo gasto). Así que cogimos el tren y por lo menos evitamos al lluvia hasta la llegada a nuestro destino.
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Monte Pilatus - Suiza

Mt. Pilatus

Cuando llegamos al a oficia de turismo de Lucerna había fila, pero no era tan grande como el día anterior. Esta vez la chica que nos atendió no sabía español pero si inglés y cuando le dijimos lo que queríamos nos enseñó la web donde tienen la webcam con el Mt. Pilatus y las nubes al fondo. Como hacía muy bien día supusimos (acertadamente) que las nubes irían desapareciendo. Compramos el billete con el que hacer el circulo dorado: Lucerna – Alpnachstad – Pilatus Kulm – Kriens – Lucerna, que con el swiss pass tenia un 50% de descuento y costó 34 francos (todos los precios que pongo es lo que me costó a mi, una persona).Nos acercamos al muelle (frente a la estación de tren y la oficina de turismo) para esperar a subir. El barco, el MS Flüelen, partió a las 9.40h. Nos sentamos en cubierta para ver el paisaje por el lago pero bien resguardadas, habiendo aprendido del viaje por el lago Thun. Aún así al poco de pasar el revisor ya teníamos frio y fue el lugar donde más frio pasamos. Ni siquiera en el Klein Matterhorn (3883m) nublado tuvimos tanto frio. De vez en cuando entrabamos dentro a entrar en calor porque había tanta gente que no quedaba ningún sitio para ir sentado en segunda clase y también había mucha gente de pie donde el bar, todos bebiendo sin parar. Llego un momento en que el olor a alcohol era insoportablemente fuerte y es que medio barco no paraba de pedir bebidas y bebidas. En la cubierta por poco me caigo, iba saliendo del interior de nuevo a buscar a mis amigas cuando un coreano que estaba sentado en cubierta de pronto extendió las piernas y tropecé. Con esa ya eran dos veces que casi me caigo redonda en el suelo porque en el tren camino a Lucerna el tren dio un bandazo mientras iba de un vagón a otro y ahí me caí completamente sobre un chico, qué vergüenza pasé y lo que se rieron mis amigas. Afortunadamente ya estábamos llegando a nuestro destino y dejamos la helada navegación por el Lago de los Cuatro Cantones para bajarnos en Alpnachstad, última parada.Enfrente del embarcadero estaba la estación del tren cremallera, el más empinado del mundo con pendientes de hasta el 48 %. El camino no tiene pérdida dado que casi todo el barco se dirigía ahí. Antes de llegar a la estación había un par de chicas en una mesita con sombrilla donde te intercambian el ticket por el billete que nos serviría para el tren, el teleférico, telecabina y bus. Si en cambio no tienes los tickets hay que ir a comprar el billete de tren directamente a las oficinas. Y mientras nos tenían como ganado esperando a los vagones del tren pudimos ver como se cambiaban las vías para mover el vagón de un lado a otro de la vía y en el entretiempo una de las mujeres mayores que habían salido del barco con su bebida en la mano tropezó conmigo y me duchó en cerveza. Su amiga, aún más borracha que la otra, no paraba de reír. Tomamos pro fin el tren y llenaban los vagones a conciencia, estábamos más apretados que en una lata de sardinas, no se podía uno levantar ni sacar la cabeza por la ventanilla. Lo de levantarse la gente lo cumplió a rajatabla, lo que si te toca de frente y hacia el lado izquierdo es una pena porque te pierdes unas maravillosas vistas. Lo de sacar la cabeza por la ventana, mucho más peligroso en mi opinión, y sí que lo incumplía todo el mundo. Yo iba sentada hacia el frente y tuve que girar la cabeza casi como la niña del exorcista para poder ver las vistas, pero que vistas más bonitas. Recomiendo que si se coge el tren más empinado del mundo se intente montar en el lado derecha mirando hacia arriba pero colocándose dirección contraria a la subida del tren, es decir, no poder mirar hacia arriba, porque de esa manera mientras subes puedes ver mucho mejor las increíbles vistas de la pendiente de la montaña y como poco a poco va quedando el lago cada vez más lejos, precioso.Llegamos al monte Pilatus y nada más salir cogimos uno de los folletos gratuitos con información de los diversos caminos que hay para recorrer. De todos los caminos solo hicimos un par, dejamos el más largo sin recorrer, y eso que mis amigas no descienden de los monos sino de las cabras., pero ninguna debíamos estar con ganas. Subimos arriba y en la azotea entre las hamacas donde la gente tomaba el sol junto al hotel vimos a un hombre tocando un instrumento típico que no sé cómo se llama. Estábamos teniendo bastante suerte al encontrarnos con cosas inesperadas.De aquí hicimos el recorrido que resultó ser el que más alto subía y el más empinado (si ya decía yo que mis amigas desciende de las cabras). Con la subida entramos en calor y lo cierto es que la vista compensa el esfuerzo. Desde ahí dice el folleto que se ven los seis lagos. Nosotras como el día estaba despejado empezamos a contar y la verdad, o nos salían menos o nos salían más dado que no distinguíamos donde se empezaba a considerar uno u otro. Y entre los lagos las montañas y los picos de las que teníamos más cerca también se veían perfectamente dado que no tuvimos ni una nueve. Bajamos y tomamos otro de los recorridos del plano, el último que hicimos fue el del dragón que es por dentro de las cuevas del monte pilatus con agujeros en la roca con vistas de las montañas a nuestros pies. El vagón del tren de cremallera tiene el símbolo de un dragón porque hay una leyenda de la edad media que dice que en esta montaña vivía un dragón.Nos sentamos en la azotea a comer nuestros bocadillos y nos quedamos con la duda (que más adelante despejaríamos gracias a internet) sobre la leyenda de que el Monte Pilatus se llama así porque estaba el alma de Pilatos ahí. Claro, se nos hacia raro que el Pilatos romano hubiera acabado en Suiza pero los folletos no explicaban más.Una vez comimos hicimos nuevamente fila para coger el teleférico y regresar. También es posible volver a bajar en el tren, todo es cuestión de elegir el recorrido a hacer antes de coger el billete. La vista del descenso, como siempre, impresionantes. La primera estación intermedia que se llama Fräkmüntegg, aquí tomamos el telecabina. Desde arriba vimos que esta zona está llena de actividades que realizar, lo cierto es que íbamos con el tiempo cronometrado porque si hubiéramos tenido tiempo hay un sinfín de actividades que realizar por Suiza. Desde el telecabina vimos las tirolinas, ya la gente que se lanzaba en el Rodelbahn, un tobogán larguísimo (1350m) que bajaba por la montaña.de Frakmuntegg se llega a Kriens. Kriens hay que tomar el bus número 1 en dirección a Lucerna. Para llegar la parada del autobús es muy fácil, solo hay que ir siguiendo los carteles de bus en azul. Cada pocos pasos tenias uno, para que el turista no se perdiera buscando el bus a Lucerna dado que hay que bajar una buena parte de la montaña andando entre las casas. Llegamos a un lugar donde había una fuente de agua potable así que paramos para rellenar nuestros botellines de agua, que para algo que era gratis. Mientras estábamos ahí nos alcanzó una pareja de chinos que había bajado detrás de nosotras en el telecabina. El chico me preguntó si era agua potable y después de nosotras rellenaron sus botecitos con agua, son esos botes que vi en China que siempre llevan consigo con hierbas dentro. Como íbamos al mismo sitio bajamos juntos hasta llegar a una avenida. Ahí no vimos ningún cartel ni autobús así que no sabíamos si girar a la izquierda, a la derecha o cruzar de frente. Con esa cara de perdidos una mujer suiza que iba en bicicleta se paró de golpe y nos sorprendió preguntando si necesitábamos ayuda. Los suizos son siempre muy amables, solo hay que ver como se detuvo de su camino en bicicleta para ayudarnos sin nosotros pedirlo. Cuando le dijimos lo que buscábamos nos señaló a la derecha y siguió su camino en bicicleta. Cuando nos acercamos a la parada vimos que el cartel señalando la parada estaba lleno de pegatinas diversas, y por eso no era posible localizarlo. Cuando llego el bus subimos por la puerta trasera, nos resulto muy curiosa en los autobuses que cogimos en suiza que se pudiera subir por cualquier puerta, al igual que el metro de Lausana aquí no se deben colar mucha gente porque sino no lo entiendo.
 
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Lucerna - Suiza

Lucerna

Como lo que habíamos hecho no estaba planeado en el itinerario los horarios que habíamos cogido para guiarnos en cuanto al tren no nos servían, aun así no tuvimos problemas para llegar a Lucerna solo que el tren que cogimos tenía casi todos los vagones de segunda clase reservados. Vamos, solo había uno sin reservar. Nos posicionamos en al área del andén donde decía en el cartel que iba a parar pero aun así había muchísima gente. Encontramos un hueco entre vagón y vagón donde dejamos las mochilas y nos sentamos en las escalerillas. En nuestro hueco había una chica y un hombre que no hacía más que quejarse en italiano a los revisores. El tren debía estar a rebosar porque los revisores cuando pasaron nos dieron a todos los que no estábamos sentados un ticket de compensación por la molestia de no tener asientos libres, el ticket era para comprar cualquier cosa en las cafeterías del tren o de la estación por un importe de 10 francos. Con ese dinero lo único que pudimos coger fue un botellín de agua, pero bueno, un botellín de agua que nos salió gratis y tampoco fuimos tan mal, empezamos a buscar donde cambiar el ticket de compensación y así recorrimos todos los vagones de segunda y primera clase, y el tren estaba a llenísimo de gente. No solo todos los asientos estaban ocupados, en los huecos entre vagón y vagón había unas ocho y diez personas de pie o sentadas por los suelos como podían. No se podía ni andar. Así que lo cierto es que tuvimos suerte porque en nuestro hueco éramos solo cinco y una chica se bajo en la primera parada y luego más adelante se quedaron asientos libres en la entrada del vagón donde estábamos y las tres nos pudimos sentar en los asientos en vez de en el suelo. Así que, entre una cosa y otra, no me fije mucho en el paisaje.Llegamos a Lucerna y aprovechando que el tren nos había dejado al ladito de la oficina de turismo nos acercamos para comprar el billete para ver el Mt. Pilatus. Una parte del recorrido que queríamos hacer lo cubría el swiss pass pero otra parte solo tenía descuento, como ya era habitual. El caso es que haba una enorme fila en la oficina de turismo. No nos importó esperar pero cuando llegamos a la chica esta nos dijo que mejor cogiéramos el billete a la mañana siguiente por la mañana, cuando fuéramos a hacer el viaje, no fuera a hacer mal tiempo. Como no teníamos ni un día libre para pasarnos nosotras ya sabíamos que aunque hubiera niebla como en Gornergratt íbamos a hacerlo pero supusimos que como había una buena fila detrás nuestro la chica lo decía más bien por quitar gente de la fila. En todo caso como el barco lo cogimos al lado de la estación de tren no tuvimos problema. Nos fuimos hacia el hostal. Dejamos todo el equipaje y nos fuimos a ver un poquito de Lucerna porque en nada iba a anochecer y teníamos que aprovechar todas las horas de luz solar posibles. Giramos hacia el lago para ver las casas con sus pinturas en las paredes y cruzamos el puente de los molinos, muy mono con su capillita en medio y sus pinturas en la parte superior del puente.Por el otro lado del rio empezamos a callejear, no hace falta seguir ningún plano todo son casas preciosas con las paredes decoradas con pinturas, vas de una placita a otra calle ves la casa y llegas a otra placita encañadora y así hasta que llegas al ayuntamiento, con la catedral y la iglesia Fraummunters. Fuimos a salir al rio y ver el puente capilla. Ahí nos quedamos un buen rato disfrutando del lago con el puente y los cisnes. Y me resulto más bonito que de día.Nos levantamos y después de desayunar, dejar las maletas en el hotel y comprar chocolates suizos (fue una tentación teníamos dos tiendas al ladito del hotel con todo chocolates y no pudimos resistirnos al ver que habían abierto) nos fuimos dirección a la oficina de turismo. Para aprovechar fuimos en dirección contraria que el día anterior, así cruzamos una plaza muy mona con su fuente y su edificio cerca del hotel donde había una representación de una antigua botica, muy curiosa. De ahí cogimos la ribera del rio y nos acercamos al puente capilla para verlo desde otro ángulo y a la luz del día. luego nos fuimos al Mt. Pilatus y de Kriens regresamos a Lucerna. El bus número 1 que va de Kriens a Lucerna nos paró justó pasado el puente al lado del lago. Ya nos quedaba poco de la ciudad por ver dado que por la mañana ya habiamos visto el puente capilla y la noche anterior el casco historico, asi que adentramos un poco en la calle Lowenstrasse.Paramos para ver La Colegiata y después seguimos hasta el final de la calle para ver el león de Lucerna que es el monumento de un león moribundo esculpido en la roca y que representa a los héroes suizos que murieron los Jardines de Tullerías luchando durante la Revolución Francesa. Y de ahí nos acercamos a la muralla, la cuesta y subir las escaleras de la muralla merece la pena cuando después, paseando por la muralla, ves la ciudad, el lago y el monte Pilatus. Anduvimos hasta el final de la muralla y luego bajamos por la otra zona hasta regresar por la ribera del rio hasta el hotel a recoger las maleta se irnos a la estación a coger el tren a Zurich cubierto con el swiss pass.
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