Mujeres Viajeras - por La Casa Victoriana

Y del blog La Casa Victoriana os traigo un artículo muy interesante: Mujeres Viajeras.

 
Flora Tristán

Fue rescatada del olvido en 1925, cuando se publicó su obra Tour de France, un informe sobre su campaña sobre los derechos de los trabajadores franceses en las zonas industriales. Su temprana muerte de fiebres tifoideas frenó su sueño de creación de un sindicato universal de trabajadores que incluyera entre sus puntos fundacionales la igualdad de derechos de las mujeres. Su largo viaje en solitario a Perú, por cuestiones familiares, significó el despertar político y reivindicativo de la escritora, como ella misma refleja en su obra.

Frances Trollope (1780-1863)

Como su hijo Anthony Trollope, la autora británica fue una prolífica escritora de novelas, llegando a publicar un total de 34; pero, al contrario que su hijo, nunca recibió el reconocimiento ni la fama que él alcanzó. Su gran éxito fue el libro inspirado por sus viajes por Estados Unidos, Domestic Manners of the Americans, donde de forma irónica y desde un punto de vista muy británico, hacía un retrato de la nueva sociedad estadounidense, sus costumbres y carácter, centrándose muy especialmente en el entorno rural. mostrando una profunda preocupación por el papel que la mujer representa dentro del ámbito familiar y público, llegando a lamentar lo que ella define literalmente como el “la lamentable insignificancia de la mujer americana”



Amelia Edwards (1831- 1892)

Mientras la mayoría de las viajeras británicas sentían la necesidad de mostrar su descubrimiento de la libertad a través de sus novelas y escritos sobre viajes, podríamos decir que el viaje de Amelia fue en sentido contrario, ya que comenzó a viajar cuando ya era considerada una escritora de prestigio entre el público y la crítica. Desde muy joven demostró un sobresaliente talento para la poesía y la novela, publicando varios de sus escritos a través de periódicos y revistas y alcanzando el éxito con novelas como Barbara’s History, y sobre todo con Lord Buckenbury, de la que se llegaron a hacer 15 reediciones. De espíritu inquieto, decidió viajar a Egipto en compañía de unos amigos, quedando inmediatamente fascinada por el pueblo y la cultura egipcia. Sus viajes a Egipto los documentó en su libro A Thousand Miles Up the Nile, un masivo éxito de ventas, con el que comenzó una concienciación social por la protección de los tesoros y monumentos egipcios y la reivindicación de un turismo responsable y respetuoso con las culturas que visitaba. Los últimos años de su vida, Edwards dejó de lado la literatura para dedicarse en cuerpo y alma al la egiptología y el coleccionismo, colaborando con varias asociaciones arqueológicas y convirtiéndose en una erudita sobre el tema. Pero ni siquiera su nueva pasión hizo que su afán por viajar y conocer nuevas culturas disminuyera, emprendiendo un nuevo viaje por las regiones más desconocidas e inaccesibles del Tirol, que plasmó en su obra Untrodden Peaks and unfrequented Valleys: A midsummer Ramble in the Dolomites, donde consigue transmitirnos cada una de las sensaciones que las culturas centroeupeas causaban en su educación victoriana británica.



Mary Kingsley (1862-1900)

La vida de Mary Kingsley refleja, quizás, el estereotipo de la viajera victoriana más que cualquier otro, porque en ella están presentes casi todos los tópicos de la época Hija del escritor George Kingsley y sobrina del novelista y reformador Charles Kingsley, fue una niña inquieta que, pese a su escasa formación, devoraba los volúmenes de la biblioteca paterna. Sus ansias de viajar y conocer otros mundos se vieron frenadas por la invalidez de su madre y la obligación de cuidarla. Pero Mary nunca dejó de soñar con viajes a culturas exóticas, muy diferentes de los tours que ofrecían las agencias de vacaciones británicas, y, cuando sus padres fallecieron, se sintió lo suficientemente liberada y fuerte para embarcarse en sus propios proyectos. Así comenzó su sueño africano. Además de lo exótico que resultaba una indefensa mujer victoriana conviviendo con las tribus africanas, enfrentándose a los peligros de la selva, la prosa llena de humor de Mary Kingsley cautivó a los británicos que seguían con inusitado interés las experiencias de la viajera en canoa por el río Ogooué siendo atacada por los cocodrilos, encarándose con los leopardos, el descubrimiento del canibalismo y su escalada al monte Camerún, por una ruta que jamás había seguido otro europeo. Sus descubrimientos los reflejó en su libro Travels in West Africa, con el que le rindió homenaje a su padre, pues de algún modo sentía que ella estaba finalizando el trabajo que él había comenzado.

Isabella Bird (1831-1904)

La prestigiosa Royal Geographical Society ofreció por primera vez un puesto a una mujer como reconocimiento a su gran trabajo sobre culturas y viajes por todo el mundo. Esa mujer era la escritora británica Isabella Bird Esta viajera incansable, de fuerte y excéntrico carácter, se crió bajo la conservadora educación de su padre, un vicario inglés con el que recorrió múltiples parroquias de todo el país. Hasta los 40 años de edad se vio relegada a tareas caseras y al cuidado de sus padres enfermos; pero fueron sus propias dolencias- fuertes dolores cervicales e insomnio crónico- lo que propiciaron que comenzara a viajar, ya que los doctores le recomendaron salir de la fría Inglaterra en busca de lugares más cálidos. Comenzó sus viajes acompañada de su hermana Hanny, pero pronto se dio cuenta de que el carácter conservador de su hermana frenaba sus instintos aventureros, por lo que decidió emprender sus propias aventuras; viajó a Australia, Hawaii y a los Estados Unidos. Fascinada por el medio oeste publicó su exitoso A Lady’s Life in the Rocky Mountains. Pero pronto, se vio necesitada de conocer otras culturas mucho más exóticas para una inglesa y eligió Asia como su próximo destino, visitando Japón, China, Malasya y Singapur. En las últimas etapas de su vida, esta mujer siempre inquieta estudió medicina y se estableció en la India aceptando la propuesta de matrimonio con el doctor John Bishop.


“If we grow weary of waiting, we can go on a journey. We can be the stranger who comes to town” "Si te cansas de esperar, puedes hacer un viaje. Puedes ser el extranjero que llega a la ciudad" Mary Morris

Constitución de Cadiz de 1812 (en Zaragoza)

RUTA ZARAGOZA CONSTITUCIONAL  1813
 Viernes 19 de julio - 20:00h

 El lugar de partida será en Echegaray Caballero, en la plaza que está detrás de la Lonja,al lado del Puente de Piedra.

 1. Presentación en el Puente de Piedra. De la ocupación a la liberación.(Punto quedada, detrás de la lonja junto al caballito)

 2. El Pilar- La Seo- el Ayuntamiento: la jura constitucional del 25 de julio de 1813 y las primeras elecciones municipales (agosto 1813). La legislación municipal y la importancia de los espacios locales en el primer liberalismo.

 3. Plaza de España: la promulgación constitucional del 20 de julio de 1813, la ceremonia cívica. Plaza de San Francisco, plaza de la Constitución, escenario de revoluciones y contrarrevoluciones: 18013, 1814, 1820, 1835 y 1836.
RECREACIÓN DE LA LECTURA Y JURAMENTO DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ EN ZARAGOZA (20 Julio 1813 - 2013)

Sábado 20 de julio

11,30-12 horas: concentración de participantes en Plaza del Pilar
 
12 horas: Salida de la comitiva, compuesta por:
Piquete de Húsares a caballo abriendo camino.
Grupo de músicos tradicionales
Maceros y heraldo portando el libro de la Constitución
Lacayo portando el retrato de Fernando VII
Autoridades civiles, militares y religiosas de la plaza.
Piquete de soldados de escolta.
Sigue el pueblo zaragozano encabezado por sus clases adineradas y nobleza y detras el pueblo llano.

Todos vestidos con sus mejores galas pues es un gran día de fiesta. Tropa sin mochilas y civiles sin armas porque la Guerra ya ha terminado.

Recorrido: Pza. Pilar, c/Alfonso, Coso, Plaza España, escaleras de la Diputación.
Desarrollo: una vez situados en la escalinata de la DPZ, y tras una arenga introductoria por parte de las autoridades, el heraldo leerá los principales puntos del nuevo código en el que el pueblo español de la época tenía puestas todas sus esperanzas.


 A continuación y ante el retrato del Rey las autoridades juraran acatarlo, y las tropas dispararán salvas de honor, tras lo cual romperán filas, fundiéndose en un abrazo con el pueblo, entre músicas alegres, aclamaciones del público y vivas a ¡¡ La Pepa!!".



2º Encuentros Viajeros en Zaragoza

Ya está aquí el 2º encuentro viajero organizado por VBZ - Viajeros Blogueros de Zaragoza.
Cada viajero es diferente y tiene su propio estilo, así que porqué no hablar de COMO, CUANDO, DONDE Y CON QUIEN VIAJAS ....
Háblanos de eso que hace que TU viaje sea diferente...

Fecha: 17 de Junio de 2013.
Lugar: El Atrapamundo - Café del Museo del Teatro Cesaraugusta.


Medina Azhara - España

Medina Azahara

Nos levantamos menos pronto que el día anterior pero aun así pronto para ser domingo para ir a coger el primer autobús que va a Madinat al-Zahra, o Medina Azahara, que es un conjunto arqueológico a unos 8 km de Córdoba. En la parada del autobús hubo gente que preguntaba si se cogían ahí los billetes, yo los cogí por internet (pagina de turismo de Córdoba) porque había descuento y así las dos nos salía por doce euros, pero creo que solo se pueden coger en la oficina de turismo o su página web. Cuando llegó el bus a la segunda parada (la nuestra) estaba casi lleno y con los que estábamos ahí (y teníamos el billete ya comprado) se llenó, así que el resto de gente se marcho a buscar la oficina de turismo. Solo hay dos horarios de autobús para ir a Medina Azahara así que mucho ojo de intentar ir a la parada sin billete porque es fácil que te quedes en tierra. El trayecto no dura mucho y cuando llegamos la guía de la oficina de turismo recoge a los que han pagado la visita y pregunta que si alguien quiere puede contratarla, aunque no recuerdo cuanto dijo que costaba la visita guiada. Del autobús es fácil ir al museo dado que no hay nada más alrededor, en el museo te dan la entrada para coger el bus que lleva a las ruinas de Mediana Azahara (ida y vuelta). Este bus lanzadera hay que pagarlo si vas por tu cuenta, pero si vas habiendo comprado el billete de autobús Córdoba-Medina Azahara se incluye en el precio, solo hay que enseñar el billete del autobús y te dan el del bus-lanzadera que te lleva al recinto arqueológico. Así que tomamos las entradas, cogimos el bus (que se llenó) y entramos al centro de interpretación. Este está en lo alto de las ruinas y tiene una vista magnifica de lo que es el reciento arqueológico, solo un 10% de la ciudad es lo que está excavado, así que es fácil imaginarse lo grande que sería en su época. Cuándo me regalaron el viaje a Córdoba estuve mirando la vista a Medina Azhara y pude ver que el salón de Abderramán II o salón rico estaba cerrado por restauración. Sé, por todo lo leído y las fotografías que en el centro había, que es lo más bonito que se conserva en Medina Azahara. Aun así también había leído que la visita merecía la pena aunque no se vea el salón rico, y tienen razón. Sobre todo hay que tener en cuenta que el acceso al reciento es gratuito, como mucho pagas el transporte lanzadera, excepto si vas en otro transporte (bicicleta por ejemplo). Primero disfrutamos de la vista del reciento desde lo alto, me reafirmo: impresionante, y luego comenzamos a bajar a la ciudad de Medina Azahara por lo que era la entrada trasera de la ciudad. Antes de llegar aquí es importante haberse provisto de varias botellas de agua, porque excepto un tenderete antes de entrar al recinto arqueológico, no hay ni una sola fuente ni lugar donde conseguir agua, y el sol abrasa bastante en el descampado de cualquier reciento arqueológico que se precie. Vimos los abrevaderos de los caballos que eran antiguas tumbas romanas, los baños de una casa, la piscina y los patios con sus arcos decorados, el Edificio Basilical Superior, la puerta de la Casa de Ya´far, hornos de ladrillo en los que cocinaban, las paredes pintadas de rojo, etc. y así fuimos detalle por detalle recorriendo las calles y casas de la ciudad hasta llegar donde el acceso al salón rico estaba corta por las obras de restauración. En todo caso no teníamos mucho más tiempo y subimos corriendo otra vez hacia el centro de interpretación para coger el bus-lanzadera. Llegamos al museo y nos metimos a ver la proyección (de unos 30 minutos), que vale mucho la pena porque puedes ver cómo eran lugares por los que has pasado y para lo que se usaban en su época de esplendor de la ciudad. Tras la proyección nos hubiera gustado ver el museo pero por el tiempo gastado en las ruinas no teníamos esa posibilidad. Así que cogimos el bus de regreso a Córdoba, nos acercamos a comer cerca del hotel y después de comer nos fuimos al hotel para coger la maletas, ir a la estación y coger el ave con destino a Zaragoza casi sin apenas parar para nada. Con todo ello queda pendiente una visita más completa a Medina Azahara (tal vez cuando abran el salón rico) y así aprovechar para ver de nuevo con detalle la mezquita de Córdoba, porque una hora no es suficiente para disfrutarla de verdad.
Visita: Junio 2013

Mis imagenes: Pendientes

Información para viajar:  Lugares Cordoba (sobre Medina Azahara al final de la entrada)

Cordoba - España

Cordoba 

Tras salir de trabajar y comer en la estación cogimos el AVE con destino Córdoba. Había dos aves juntos y nunca había visto tanta gente para coger el tren, parecía que media Zaragoza se marchaba a Andalucía. En el mismo vagón coincidimos con una despedida de solteros con los que coincidiríamos a la vuelta (con lo grande que era el tren), y en el mismo tren también coincidimos con compañeros de trabajo que se iban de fin de semana Sevilla (luego en el vagón de vuelta había una chica del trabajo que había ido el fin de semana a Córdoba con su marido para una boda; menuda casualidad coincidir en el mismo vagón con lo grande que era el tren). Cuando llegamos a la estación de Córdoba nos tropezamos, nada más salir, con una discusión, y lo saco a colación porque me lleve un poco mal sabor de boca debido al trato de varios cordobeses. Se me hacían más simpáticos y en cambio fueron bastante desagradables, no sé si es el calor o que no le caen bien los turistas. El caso es que salimos de la estación por la puerta que no era, para no variar, pero en seguida nos orientamos y fuimos hasta el hotel sin perdida, que estaba localizado entre la plaza de las tendillas y la estación de tren. Dejamos el hotel para dirigirnos hacia a la plaza de las tendillas y de ahí, por calles estrechas, de paredes blancas engalanadas con macetas de coloridas flores, fuimos caminando hasta llegar frente de la catedral-mequita. A un lado estaba la torre, toda ilumina, al otro la virgen de los faroles. Comenzamos a rodear la mezquita por el lado de la virgen y así hasta llegar al lado de la torre. La mezquita por fuera es preciosa, tanto más de noche que de día porque la iluminación y el enclave, aparte de su estructura y detalles árabes antiguos, evocan un tiempo pasado con gran facilidad y romanticismo. Rodeando la mezquita llegamos a la puerta y el puente romano. Cruzamos el puente junto con un montón de gente que iba de fiesta, pero no avanzamos más allá de la puerta y nos dimos la vuelta atacadas por los mosquitos. Entre vuelta y vuelta se había hecho bastante tarde y todavía no habíamos cenado, y como hacía mucho calor, pese a ser cerca de la medianoche nos paramos en un bar a beber algo y nos sorprendieron con unas tapas acompañadas con la bebida, ahí el precio incluye bebida y tapa así que con los minis bocadillos que nos dieron nos dimos por cenadas y regresamos al hotel dado que al día siguiente teníamos que levantarnos pronto. Además teníamos que salir antes de que abrieran el comedor de desayuno del hotel (que en fin de semana abría muy tarde) para ver la mezquita de Córdoba, dado que de ocho y media a nueve y media el acceso es gratuito. Cuando llegamos no sabíamos muy bien por cual puerta se entraba pero rodeándola encontramos más turistas alrededor de una puerta, asi que nos quedamos por ahí, junto a ellos y justo se abrió la puerta (la lateral derecha mirando al rio) y nos dejaron entrar en la mezquita en silencio hasta las nueve y media. Yo sabía que entrar hasta las nueve y media era gratis, lo que no sabía es que a las nueve y media te echan, y solo una hora no fue suficiente para tanta belleza. En una hora sí nos la recorrimos entera pero con lo que nos gusta el arte y al historia a mi amiga y a mí, una hora se nos hizo corta y cuando salíamos al patio pensábamos que en cuanto termináramos de ver el resto de la ciudad volveríamos a entrar, aunque fuera pagando, dado que no nos importaba con tal de gastar más tiempo y verla con más detalle: hay tanto arte, árabe, romano, cristiano mezclado y tanta combinación de luces y colores. Aunque al final no pudo ser, porque no paramos de ver cosas en Córdoba (y eso que en el trabajo aparte de los patios cordobeses y la mezquita la gente nos decía que la ciudad no tenía más cosas para ver). Tras la mezquita fuimos a buscar los baños califales y como donde se suponía que estaba no lo vimos empezamos a callejear por bonitas callejuelas blancas llenas de macetas con coloridas flores buscando los baños. Y perdidas con las vistas de las casas y las calles llenas de flores al final no encontramos los baños, así que tomamos el camino hacia la sinagoga, ya que entre calleja y calleja habíamos entrado en el barrio judío. Junto a la plaza donde hay una estatua de un ilustre judío había un andaluz tocando la guitarra también muy maleducado, imbécil diría yo, y siguiendo esa calle a la derecha, el acceso a un patio cordobés todo engalanado con flores que en teoría era un mercado pero que solo tenía una tienda abierta. Se podían subir las escaleras y disfrutar de los balcones del patio cordobés y de sus vistas. Tras salir del patio llegamos a la sinagoga, que se distingue por la placa que tiene, dado que no hay nada especial en su fachada. La entrada aquí es gratis así que seguimos sin pagar nada, hay más turistas aquí y me sorprende que aunque pequeña está muy bien conservada con los detalles de las letras hebreas y sus muros decorados en piedra y arcos más de estilo árabe que judío. Sorprendida gratamente por la sinagoga, dado que espera mucho menos, nos quedamos pensando si ir a la casa sefardí o volver por nuestros pasos y acercarnos a la capilla mudéjar que habíamos pasado de largo al estar cerrada. Finalmente nos acercamos a la capilla mudéjar, pagamos el euros y medio que cuesta la entrada y disfrutamos de los azulejos y pinturas de la capilla, pequeñita pero bien conservada y decorada del suelo al techo, hasta los azulejos del suelo habían sido restaurados, y también su lámpara de candil. Al lado de la capilla esta la facultad de filosofía, abierta el sábado por la mañana. Luego volvimos en busca de los baños califales. Como no había forma de encontrarlos en la plaza donde deberían estar, junto al Alcázar de los reyes cristianos, nos acercamos a información y turismo y nos dijeron que estaban ahí mismo y nosotras, bien, pero exactamente donde es aquí mismo porque llevamos dando vuelta alrededor un par de veces, así que nos dijeron que estaban bajando unas escaleras, la entrada a las escaleras cerca de una farmacia, y justo por ese lado no habíamos ido. Y ya que estábamos ahí, compramos la entrada para el Alcázar cristiano, si las compras para entrar a partir de las cuatro y media la puedes adquirirla con acceso al espectáculo nocturno de luz, sonido y agua. Yo no pensaba en el espectáculo pero como mi amiga quería y no era caro cogimos esa entrada. Tras la compra nos acercamos hacia la farmacia y ya, desde la farmacia, pudimos ver el cartel de los baños califales y las escaleras para bajar a ellos, si hubiera sido un perro nos hubiera mordido pero es que desde el lado donde dábamos vueltas no se veía el cartel, solo se veía desde la farmacia, y las escaleras pensábamos que daban a un parking como el de la plaza del pilar de Zaragoza. En fin, que pagamos la entrada a los baños (por muchas entradas que pagáramos Córdoba nos pareció baratísima en comparación con Barcelona o incluso Zaragoza). De los baños califales no queda mucho pero hay una serie de audiovisuales y luces que sirven para recrear el aspecto y la historia del lugar. Tras salir de los baños nos acercamos a las callejuelas de la mezquita y de ahí subir hasta la plaza de las tendillas, y tomar la calle hasta el ayuntamiento donde están los restos de un templo romano. Cuando llegamos ahí, frente a las columnas romanas elevándose tras unas verjas (eso es todo lo que se podía ver) había un termómetro marcando cuarenta y dos grados (y eso que es junio) y como cerca de ahí nos habían recomendado un sitio de tapas, pues de tapas que nos fuimos a comer. Cerca teníamos el Cristo de los faroles pero tras terminar de comer decidimos ir en dirección contraria hacia la plaza de la Corredera, muy al estilo de la plaza mayor de Madrid, toda de arcos y estilo cuadrangular. Y de ahí empezamos a callejear de nuevo, protegiéndonos del sol y disfrutando de las calles típicamente andaluzas de Córdoba hasta llegar a la posada del potro y su plaza. Tras las fotos de rigor seguimos caminando, esta vez hacia la mezquita, y por aquí pudimos ver muchas despedidas de solteros y solteras, además de parar a tomar algo. Tras llegar a la mezquita subimos por una calle paralela a la que subimos para ir de la mezquita al hotel y esta nos llevó al callejón de las flores. Haciendo honor a su nombre lo encontramos todo engalanado de flores en sus arcos de pared encalada de blanco, recorrimos el callejón hasta la fuente y pequeña placita y luego volvimos a recorrer el callejón para seguir subiendo la calle y descubrir que los baños árabes de santa María (de una casa privada) son un tablao flamenco, y que si para ver los baños hay que ver flamenco para turista, como que se lo dejamos para los japoneses, que eso lo disfrutan mucho. As que regresamos por donde habíamos venido y fuimos a cruzar el puente romano, dado que el día anterior fue llegar a la otra punta y volver, y no lo habíamos cruzado del todo. De esta manera disfrutamos de la vista de la ciudad, con la mezquita de Córdoba en lo más alto y el puente sobre el río con sus molinos a los lados. Esa foto, desde el otro lado del puente, es la postal típica de la ciudad. Dimos vuelta atrás sobre nuestros pasos y volvimos a cruzar el puente para dirigirnos hacia el molino junto al muro y de ahí hasta el Alcázar de los reyes cristianos. Los alcázares son pequeñitos, lo más grande que tiene son los jardines. La subida a la torre con sus espectaculares vistas de la ciudad desde lo alto vale la pena, tanto que no cabía ni un alfiler en lo alto de la torre de los turistas que había. Así que bajamos rápido y nos dirigimos hacia las salas del Alcázar, no sin antes bajar por las escaleras de caracol con tal velocidad que si hubiera habido un muro me lo hubiera tragado, los turistas que iban a subir se rieron tras mi salida triunfal de las escaleras. En fin, en las salas poco adornadas lo más llamativo son los mosaicos romanos que se conservan en las paredes, me recordaron Mérida (España), Pompeya (Italia) y Cartago (Túnez) por lo grandes y bien conservados. Bajando hasta los jardines hay una placa conmemorativa del cautiverio y alumbramiento de la reina de canaria en ese alcázar. Y cerca de esta placa hay un camino con algunos recodos para entrar a los baños árabes, de los baños solo quedan los arcos del techo y las figuras estrelladas en ellos pero la luz que le otorgan le dan un aspecto místico al lugar, es difícil imaginar ese lugar como unos baños pero fácil imaginar las figuras de luz que las estrellas creadas en los techos del baño arrojarían en el agua. Tras los baños pasamos al patio del Alcázar y de ahí a los jardines, que en comparación con la residencia del Alcázar son muchísimo mayores. Hay una fuente con mosaicos romanos en el fondo, que en el espectáculo nocturno se utiliza para contar la historia de la Córdoba romana, y también las figuras de los reyes católicos con Cristóbal colon, que se usan también en el espectáculo nocturno. Salimos de los jardines y marchamos corriendo al hotel para cargar las baterías de las cámaras, cuando estuve en Tokio se me olvidó comprar otra batería, hago siempre tantas fotos que necesito o dos cámaras o dos baterías, antes tenía dos baterías. En todo caso, a mi amiga le paso lo mismo, tantas fotos sin parar y el calor (cuarenta y dos grados) dejo muertas las baterías. Teníamos una hora hasta el comienzo del espectáculo a las diez, era el primer pase, todos duran una hora y te van llevando de un sitio a otro del Alcázar y los jardines contándote una época de su historia con la chica del espectáculo cambiando de ropa en función de la época y luego hacían un juego de luces, sonido y jugaban con el agua de las fuentes, así se repasó toda la historia de Córdoba: romanos, árabes, judíos, cristianos… la última visita es de las fuentes principales de los jardines con el Alcázar de fondo, y es una foto preciosa. Al salir buscamos donde cenar algo de tapeo, para no variar, y de ahí nos marchamos para ver el Cristo de los faroles, al día siguiente nos íbamos de Córdoba y lo habíamos dejado pendiente hasta que casi nos lo perdemos, así que pasamos la cuesta enchinada (con todos los dibujos en chinas, adornado de flores y bien iluminado) y nos metimos por un callejón oscuro que nos llevo a una plaza solitaria y oscura, solamente iluminada por los faroles que rodeaban al Cristo del mismo nombre. Mi amiga, un poco miedosa, quería salir de ahí enseguida, demasiado silencio y oscuridad para ella, así que las fotos salieron un poco movidas. Aún así valió la pena ir de noche, porque de día no hubiera tenido el mismo encanto y, por supuesto, no hubiera tenido ese juego de luces y oscuridad como a esas horas de la noche. Las murallas de la ciudad las vimos el domingo antes de coger el autobús a Medina Azhara y de lo planeado solo quedó el palacio de Vianna, pero se podría decir que no paramos en todo el día, así que tampoco lamentamos la visita.
Visita: Junio 2013

Mis imagenes: Pendientes

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