Santa Ana de Beaupre & Isla de Orleans- Canada

Santa Ana, Costa de Beaupre & Isla de Orleans

Tras dejar la cascada de Montmorency nos dirigimos a cruzar el puente que conecta con la isla de Orleans. Había visto por internet varias excursiones a las isla de Orleans cruzando el rio San Lorenzo en ferry pero nosotros lo haríamos en autobús, de esta manera recorrimos la costa viendo las casitas de madera rodeadas de árboles, un paisaje otoñal idílico, aunque no se veía ninguna persona, estaba todo como vacío, aunque con el día frio y gris que hacia lo normal es que estuvieran dentro de sus casas calentitos. Llegamos a un pueblo donde paramos para tomar algo en una chocolateria-heladeria, a nuestros ojos parecía que la chocolatería estaba cerrada y vacía pero no, había gente dentro, lo que confirmo la idea de que el lugar no estaba abandonado solo que no se quedaban fuera de casa, y eso que todavía no había llegado el invierno, en el invierno debía ser aún más triste el no poder salir a la calle y ver gente. Contra el viento y el frio, mientras el resto del grupo reposaba con su chocolate caliente (en la tienda importan el chocolate desde Bélgica), nosotras salimos fuera a ver el pueblecito; solo las casas porque no había ni un alma, aparte de nosotros, en la calle. Y nos acercamos al puerto lo justo para ver Quebec desde la isla de Orleans, se veía muy bien y era una bonita vista pero el aire frio y el agua del rio que salpicaba nos hizo marcharnos pronto y , por lo menos yo, regresar dentro de la tienda a calorcito. Después de un descanso continuamos por la costa de Beupre hasta llegar a Santa Ana de Beaupre, donde la catedral de Santa Ana ocupa un inmenso espacio en el pueblo. Tiene una gran plaza y una fachada altísima, pero lo más impresionante de Santa Ana es el interior. Primero tienes un pasillo central cubierto el suelo de mosaicos pero con imágenes modernas como máquinas de escribir y teléfonos y el techo cubierto también de mosaicos dorados e imágenes. Este pasillo te lleva a las puertas de entrada a la catedral, es normal encontrar pasillos y entradas pre-salas de la entrada al lugar pues así, aparte de las pesadas puertas que se puede encontrar pro todo Canadá, evitan que el frío entre al interior. Una vez dentro de la iglesia la vista se te va del suelo al techo que es altísimo, hay una hermosa y dorada decoración por todos los lados, y si no lo supiéramos dudaríamos de que fuera una iglesia moderna porque es una auténtica belleza en decoración. La primera columna de la entrada está llena de muletas, desde viejas de madera hasta las más modernas, pregunté al guía al respecto y me comentó que la gente que reza a Santa Ana una vez recuperada deja sus muletas en la columna. El recorrido de la iglesia del suelo al techo de inicio a fin vale la pena porque tiene todos los detalles cuidadísimos y es preciosa. En el lateral derecho del altar se encuentra una reliquia de Santa Ana, el hueso del brazo, nunca había visto una reliquia de tan cerca (te puedes acercar sin problemas) debe ser que por ahí no tienen muchos ladrones de iglesias como pasa en España. Por el lateral izquierdo al altar hay unas escaleras que llevan a la cripta toda decorada del techo al suelo con todo tipo de mosaicos pintados, y una réplica de la piedad. Saliendo por la parte trasera de Santa Ana han un monte donde hay diversas figuras representando el via crucis. Como esta parte está más recogida y no hacía tanto viento todo el grupo fuimos subiendo la empinada cuesta siguiendo el vía crucis a escala real. Desde arriba, en la crucifixión de Jesús la vista de Santa Ana y la costa de Beaupre era admirable, tanto paraje vacío y de repente la gran cuidada Sana Ana como presidiendo el lugar. Tras la visita fuimos al baño y regresamos a Quebec (hay muchos baños públicos por este lado de Canadá, con calefacción, gratis y limpios).

Visita: Noviembre 2013

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Montmorency - Canada

Montmorency

Aunque podíamos quedarnos en Quebec y ver la ciudad con tranquilidad, la noche anterior habíamos hecho un estudio por el cual, podíamos ver lo esencial y bonito de la ciudad y a la vez tomar una excursión de medio día por diferentes parajes. Así que salimos por la mañana, una mañana muy fría, camino a Montmorency, donde una impresionantes cascada, o chute como se llamaba ahí, nos estaba esperando solo para nosotros dado que aparte de nuestro grupo no había ningún otro loco mojándose y pasando frío a los pies de la cascada. La cascada de Montmorency está formada por el río de su mismo nombre y es 30 metros más alta que las cataratas del Niágara, aunque claro, la majestuosidad de las cataratas del Niagara las hace más interesantes turísticamente que la altura. Llegados al parque y bajamos junto al teleférico, que estaba cerrado, y nos dirigimos hacia la cascada, que se deja ver desde la carretera. Por el camino podíamos ver numerosas escaleras que permiten observar la cascada desde diferentes puntos de vista. Debido al mal tiempo y para evitar accidente nosotros solo nos acercaríamos al mirador en la base de la cascada y no subiríamos las escaleras a ningún otro mirador, aun así la vista desde abajo es increíble, principalmente porque antes de llegar uno comienza a mojarse y cuando está en el mirador obtiene una ducha completa, dado que el agua cae como si estuvieras justo debajo de la misma cascada. El entorno a la cascada no acompañaba dado que ahí en vez del otoño que podíamos ver en Niagara, ya había llegado el invierno y los arboles estaban sin hojas y la piedra relucía de un profundo color negro (era pizarra), añadido al mal día que había, todo tenía un triste color gris. Bueno, todo menos el agua, que tenía un color amarillento que me recordó a Escocia, y es que el guía me oyó y comentó que el agua de la cascada tiene mucho hierro lo que la hace tener ese color amarillo, exactamente igual que en Escocia, donde el agua era amarillenta por ese mismo motivo. Tras darnos una señora ducha subimos en autobús a la parte de arriba del parque para recorrer el mirador y cruzar el puente colgante que hay sobre la cascada. La vista desde el puente es increíble, dado que no solo ofrece una vista espectacular de la caída sino también de la isla de Orleans y del río san Lorenzo dado que la cascada está situada en la desembocadura de río Montmorency sobre el río San Lorenzo, justo al frente de la isla de Orleans.

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Quebec - Canada

Quebec

Atrás dejamos la Canadá inglesa y nos adentramos en el estado de Quebec y la Canadá francesa, ya en la estación de servicio donde paramos un rato (dado que teníamos un largo recorrido desde Ottawa hasta Quebec) ya hablaban francés. La bandera del estado cambio de tener la bandera inglesa en una esquina a tener la flor de lis en cuatro cuadrados. Eso sí, seguían siendo mega amables sujetando las puerta y ofreciendo a ayudarte o hacer fotos sin ni siquiera pedirlo. Llegamos a Quebec como siempre hacia las tres de la tarde, perfecta hora española para comer, cruzando una de las puertas de la ciudad (no recuerdo el nombre pero es la que da acceso a la ciudadela) comimos en uno de esos restaurantes de la zona, tanto el restaurante como la zona nos recordó a Saint Malo (Francia). Comimos y, aprovechando que aún nos quedaba algo de tiempo libre hasta la visita panorámica, salimos del restaurante dejando atrás el calor del fuego (si, un fuego de verdad con su chimenea, afortunadamente para nosotras porque aquí arriba ya hacía más frio) recorrimos la calle llena de casitas muy al estilo inglés como en Saint Malo, y que nos llevaron hasta la puerta junto a la ciudadela, donde había un carro de caballos para los turistas. También se conservaba por esta zona algo de la muralla, el tema de la muralla es que la ciudad quería destruirla y en cambio lo que hicieron fue acortarla, una pena, pero en este caso mejor el remedio que la enfermedad pues derribar completamente las murallas hubiera roto parte de la historia y encanto de la ciudad, que más tarde fue declarada patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El tiempo libre era muy corto y tuvimos que volver sobre nuestros pasos para montar en el autobús y hacer la visita panorámica que gastaría todas nuestras horas de luz solar dentro del bus. Bajamos por la calle todo recto hasta llegar a la plaza de armas, ahí se encuentra un museo y el hotel castillo, saliendo de la plaza de armas pasamos por la iglesia de notre damme y las tiendas de souvenirs como la tienda de navidad, abierta todo el año, pasamos por la plaza de youville (aunque no entendimos eso al guía y cuando luego intentamos volver nos costó localizarla en el plano) donde hay otra puerta, la pista de patinaje y, oh sorpresa, nieve que quedaba de la primera nevada caída hacia unos días atrás. Pasamos por la puerta y fuimos hasta el parlamento, y de ahí volvimos a cruzar la puerta de la ciudadela para entrar en la ciudad antigua y amuralla de Quebec y acabar bajando por la cuesta de Abraham, y ver la zona del puerto viejo y el barrio de petit champlain. Ahí hicimos una breve parada para poder ver todas las tiendas de souvenirs en las casitas bajo la plaza de armas, en lo alto el castillo y también vimos la plaza del rey Luis XIV, con un busto del mismo presidiéndola, y así se pasó el tiempo, con apenas un breve vistazo a la zona tuvimos que volver al autobús (no conseguimos averiguar cómo hacer que el semáforo se pusiera verde, y es que en vez de un botón era un lector, había que pasar la mano por arriba (quien lo hubiera imaginado) y tras subir al autobús cruzamos el río y desde el puerto nuevo tuvimos una vista completa de la ciudad (el skyline de la misma) y nos hicimos una fotografía de grupo antes de subir de nuevo al autobús e ir a nuestros hoteles. Cuando llegamos al hotel ya era de noche (aunque no llegarían ni a las ocho de la tarde) y el de la recepción debía ser algo tonto porque además de no saludar se confundió y a la pareja de Linares les dio una habitación que ya estaba ocupada, y como son estos andaluces que nos reímos un montón mientras los otros nos miraban como diciendo, ¿Qué pasa aquí? Que además creo que nos entendían porque nos hablaban en francés y ya se sabe que el francés y el español se parece en ocasiones. Como nuestro hotel estaba en las afueras de la ciudad nos acercamos a un subway para la cena y nos fuimos pronto a dormir. Al día siguiente tuvimos una excursión de medio día pro la costa de beaupre, mont morency y la isla de Orleans, y por la tarde en vez de comer con el resto del grupo en el hotel Chateau, nos dispusimos a recorrer la ciudad de Quebec. No quería que nos pasara como en Ottawa así que aprovechamos las pocas horas de luz solar para ver la ciudad. Cumplimos con nuestro recorrido y también disfrutamos de la ciudad de noche, muy bonita con las luces nocturnas y navideñas pero eran solo las seis de la tarde y parecían las dos de la madrugada. Pero empecemos por el principio, el guía nos dejó en la plaza de armas junto al hotel castillo, dado que el resto del grupo iba a comer ahí, así que nosotras empezamos la visita en el mirador junto al castillo, desde ahí arriba se ve todo Quebec, como los ferrys van de un lado al otro del rio, los puentes y todo con bastante claridad porque aunque el día amaneció nublado el fuerte y helador viento dejaba bastante claridad. Recorrimos el paseo, vacío a esas horas, para ver el hotel castillo, realmente es un edificio muy bonito aunque no sea antigua, cerca del hotel, pro e paseo se llegan a los cañones y al fuerte- ciudadela de Quebec, desde aquí se llega fácilmente a las llanuras de Abraham donde en septiembre de 1.759, se enfrentaron los franceses contra la armada inglesa y fue un momento decisivo para la historia de Canadá.. Pero pasear por la ciudadela en un día como ese era muy incómodo, así que tras jugar un poco con los cañones regresamos por el mismo camino andado hasta llegar a la plaza de armas y darle un giro completo. Pasando por el museo llegamos a la iglesia de Notre Damme, una de las más antiguas del continente americano. Ha sido restaurada varias veces por sufrir incendios y la ira de los británicos durante su asedio a la ciudad. La catedral actual mantiene el estilo original, de aquí marchamos hacia la la plaza d'Youville. El palacio Montcalm, situado a un lado de la plaza, es uno de los lugares más importantes de conciertos, tanto de música clásica, jazz como contemporánea. Al otro lado está el Capitole, lugar multi-usos , una de las puertas de la ciudad , y la pista de patinaje, que estaba llena de gente patinando, ahí, tras la puerta estaba la nieve con la que jugamos de tal manera que un canadiense se paró y pregunto si no había nieve en nuestra casa, le comentamos que sí, pero que no muy cerca, y cuando le dijimos que éramos de España él nos comentó que en unas semanas se iba a Barcelona y que tal tiempo hacía. En se momento en Quebec estábamos a 3 grados y en Zaragoza mi madre me había dicho que estaban a 21, así que imaginaos mi respuesta. Dejando atrás la pista de patinaje, con gran envidia dado que ninguna de las tres sabe patinar, seguimos la muralla que nos llevo a otra puerta, a casitas encantadoras y finalmente salimos de la ciudad vieja amurallada para acercarnos al parlamento. De aquí bajamos hasta la calle de Petit Champlain y que hay que recorrer sí o sí en la visita a la ciudad. Parte del lugar donde se encuentra la escalera que lleva a la parte alta de la ciudad (y del funicular) y llega hasta el Boulevard Champlain. Merece la pena ver sus galerías de arte, ojear las tiendas de recuerdos. Se conserva como siglos atrás y tiene un gran encanto pero hoy en día está repleta de pequeñas tiendas de artesanía con productos enfocados al turista y llenos de adornos navideños. Al lado tenemos la plaza con una iglesia de la que no averiguamos su historia aunque había un grupo de estudiantes junto a ella en, concretamente, un circulo en el empedrado del suelo que estaba conectado a la iglesia como en un dibujo. En el centro de la plaza rodeado de curiosas casitas estaba el busto del rey Luis XIV, callejeando por esta zona bajamos hasta el puerto viejo no sin antes disfrutar de las casitas que me recordaron a la zona de la Bretaña francesa, hay que tener en consideración que aquí son más franceses que ingleses y que cuando era una colonia francesa el rey Luis XIV envió a todas las huérfanas de 14 años en adelante para que si querían fundaran una familia con los hombres de Quebec, si no deseaban casarse podían volver a Paris, todo el pasaje de ida y vuelta lo pagaba el rey, así que a esas mujeres se las llamaba las hijas del rey y la ciudad recuerda la historia de cómo evolucionó. Dejamos a tras los cañones del viejo puerto y la vista del hotel castillo y las murallas de la ciudad y seguimos callejeando hasta la Place Royale donde hay un gran mural , en el lado de una casa, en el que se representan muchos personajes históricos de Quebec, situados en las ventanas, puentes y elementos de una "supuesta" calle de Quebec. Frente a él hay un panel en el que los podemos identificar a todos. Nos debatimos si tomar algo en una cafetería pero nos decantamos por hacer compras. Como pudimos comprobar el mejor lugar donde comprar souvenirs es Quebec, en ningún otro lugar antes o después encontramos cosas tan interesantes y bonitas. Ya de noche subimos en el funicular a la parte de arriba de la ciudad, la zona tras las murallas para visitar la tienda de navidad, hacer unas cuantas fotos nocturnas y visto que ya eran cerca de las seis de la tarde y las tiendas cerraban y solo estábamos nosotras y una pareja pro la calle (parecían las dos de la madrugada en vez de las seis de la tarde, que depresivo) tomamos un taxi (la mejor opción y bastante barato) para volver al hotel. Si en Perú la gente conocía más Extremadura (de donde son mis amigas) que Zaragoza y Aragón, en Quebec y Montreal mas bien fue al revés y lo que conocían era Zaragoza (el taxis mismo, por ejemplo). Puede que parezca que regresamos muy pronto al hotel pero cada vez hacía mas frío y por lo que hablamos al día siguiente con el resto del grupo, la ciudad no es como Dublin, aunque se haga de noche y haga frío la gente no se reúne en un pub a beber sin conocimiento.

Visita: Noviembre 2013

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Ottawa - Canada

Ottawa 

Llegamos a Ottawa a eso de las tres de la tarde, teniendo en cuenta las pocas horas de luz solar, teníamos poco tiempo para comer y ver la ciudad de día. Mis amigas quisieron comer con el resto en un local con la carne típica del lugar, yo habría preferido ir por libre y aprovechar para ver la ciudad, pero tampoco dije nada. Lo cierto es que me quedé con las ganas de ver con tranquilidad de día la ciudad. Tras comer salimos a la calle y hasta que nos encontramos todo el grupo para hacer la visita guiada caminamos para ver la zona, toda llena de casitas estilos pub ingleses junto al hotel castillo, en esto que había un mercadillo y ahí perdí de vista a mis amigas. Gasté el poco tiempo libre dando vueltas buscándolas, así que no pude aprovecharlo para ver algo de la ciudad de día. Luego nos encontramos y empezamos la visita panorámica. Pasamos junto al monumento al soldado desconocido, aquí el guía no comento nada de unas figuras tamaño natural que había en la plaza, también al lado estaba el hotel castillo. Seguimos hacia el parlamento, donde hicimos parada japonesa para bajar el autobús y acercarnos hasta el fuego perpetuo que hay frente al parlamento y hacer las fotos de rigor. Tras la parada japonesa continuamos cruzando al otro estado/ciudad. Es curioso como el rio separa no solo dos ciudades sino dos estados. Aquí entramos al museo de las civilizaciones, no para verlo porque no teníamos tiempo sino para ver el escudo del estado en grande y sobre todo cierta sala desde arriba (para verla por dentro había que pagar y dado que no teníamos tiempo para ver el museo como que no compramos entrada). De camino a la sala se podían ver los audioramas de los “esquimales” de esa zona de Canadá (no sé si ellos como los de Groenlandia se llaman inuits), y luego la sala que es la zona de los tótems y resto de objetos de los indios americanos-canadienses. Al fondo había una figura importante según el guía, que aparece en una de las monedas canadienses. Los tótems son altísimos, muy detallados y coloridos. Realmente es una sala magnifica para ver, aunque solo fuera desde la zona de arriba y deprisa. Al salir ya estaba anocheciendo, normal dadas las pocas horas de luz que nos quedaban cuando llegamos a la ciudad. Desde el museo hay una bonita panorámica del parlamento y la ciudad de Ottawa con el río. Nos montamos en el autobús, siempre corriendo, y cruzamos el puente para ir de nuevo a Ottawa y dejad Quebec atrás (lo que os comentaba de los dos estados), desde el puente pudimos observar que el museo por fuera tiene las columnas como remos de canoa puestos hacia arriba, muy originales. Luego vimos la araña, el monumento al ejercito (mar, tierra y aire, dos hombre y una mujer) y la catedral de Notre Damme. Cuando llegamos al hotel, junto al museo de historia natural, ya era noche cerrada. Por supuesto, dejamos las cosa y salimos a ver la ciudad a pie, de noche porque no había oportunidad de verla al otro día, aunque anochece muy pronto no amanece pronto por lo que da igual si te levantas pronto e intentas aprovechar antes de salir porque no vas a tener luz para ello. El museo de historia natural es muy curioso, es como un antiguo palacio, muy inglés, que tiene un diorama de una ballena en la torre frontal, y esta está cubierta de cristaleras, así que, como la ballena estaba iluminada se veía perfectamente llamando la atención. Mientras yo hacía fotos del lugar mis amigas se entretuvieron mirando el mapa de la ciudad y algunos canadienses se pararon para ofrecer su ayuda aunque estas no la habían pedido, en esta ciudad nos dimos cuenta que los canadienses son mega amables, y cuando se paraban para preguntarte si querías una foto cuando ni siquiera habías hecho amago de pedirlo a veces hasta nos sentíamos mal de decir que no, que solo se la estábamos haciendo al monumento. Excepto en Montreal, que fue la ciudad que menso nos gustó a todos, en el resto de Canadá son increíblemente amables, nunca me habían sujetado la puerta para pasar tantas veces como aquí. Como iba diciendo, terminé de hacer las fotos y continuamos hasta el monumento con el indio canadiense, el águila, el oso y demás representaciones de Canadá. De ahí caminamos hacia la plaza con el monumento del soldado desconocido y pasamos por el monumento a un famoso jazzista de la ciudad de Ottawa. El monumento es muy curioso porque es el hombre sentado al piano pero le acompaña música de piano asique parece como si de verdad estuviera tocando, muy original y bien cuidado. El monumento al soldado desconocido es impresionante y al lado estaban las figuras de tamaño real que había visto antes desde el autobús, y que en realidad era el monumento a los valientes (esto lo descubrir al llegar a España). Tal vez como hay gente muy sensible con la historia el guía prefirió no comentar nada, pero es un poco tonto cuando uno lo ve, y hasta recibí una moneda canadiense conmemorativa de la guerra de 1812, con Laura Secord en la misma. Esta mujer tiene una escultura en el monumento a los valientes de Ottawa. Al regresar a España pude enterarme que Laura Secord (la de la moneda y escultura) aparece en el bicentenario de la guerra de 1812 porque para los canadienses Laura Secord fue una heroína canadiense de la guerra de 1812-1813 . Ella es conocida por haber caminado 20 millas (32 km) de territorio ocupado por los estadounidenses en 1813 para advertir a las fuerzas británicas de un ataque estadounidense inminente. Tras la foto con Laura Secord y Charles de Salesberry, otro héroe de 1812, pasamos del francés y nos hicimos otra foto con el indio americano, que no sé quién es (bastante me costó adivinar quien eran Charles y Laura). Tras las fotografías de rigor nos acercamos al hotel castillo, y por el mismo paseo al parlamento, para ver de cerca sus tres edificios, y la llama eterna olía a gasóleo que echaba para atrás. Tras el parlamento nos metimos pro el parque junto al hotel castillo para ver diferentes perspectivas del parlamento desde le rio, no había nadie y parecían las dos de la madrugada pero mirando el reloj solo eran las siete de la tarde (no es de extrañar que tengan depresiones por falta de luz). Así llegamos al puente que habíamos cruzado y así vimos ambas orillas antes de acercarnos a la escultura de la araña y la catedral de Notre Damme. Tras esto regresamos al hotel y al día siguiente vimos el terreno donde está la casa de la reina ¿y qué reina? Pues la reina de Inglaterra, no sé si lo había comentado antes pero estos canadienses son muy british, por algo pertenecen a la Commonwealth y no es de extrañar que todos llevaran la amapola roja de tela en el ojal de los trajes y es que quedaba menos de un semana para el el Remembrance Day, festivo en Canadá. El 11/11 se celebra cada año en Canadá el Día del Recuerdo (también conocido como el Día de la amapola) que es un día para recordar a los miembros de las fuerzas armadas que han muerto en acto de servicio, se eligió el 11/11 porque fue el 11/11 a las 11 horas cuando se declaro oficialmente terminada la I Guerra Mundial. Durante toda la semana pasada varios ciudadanos de Canadá llevaban una amapola roja de tela en la solapa y en todos los programas de la televisión, ya fueran en ingles o en francés (en Canadá se hablan ambos idiomas) salían con la amapola. El motivo es que se acercaba el día del recuerdo. En el hotel de Ottawa en la recepción estaba la cajita del donativo para dar dinero por los soldados y tomar así una amapola.

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Estado de Ontario & Mil islas - Canada

Estado de Ontario & Mil Islas

Canadá es muy grande y las distancias muy extensas por lo que el recorrido de una ciudad a otra más el bajo nivel de luz solar que hay en esta época del año nos supuso viajar en coche durante casi todo el día, y cuando quedaban apenas dos horas de luz solar es cuando ya llegamos a la ciudad. Afortunadamente en el recorrido hacíamos pequeñas paradas en interesantes lugares. Durante nuestro recorrido del estado de Ontario camino de Toronto a Ottawa nos salimos de la carretera principal para atravesar un cementerio y llegar a una fábrica de tartas de manzanas. La fábrica estaba rodeada de varios animales de granja y estaba tanto por fuera como por dentro decorada para Halloween, con calabazas, heno, espantapájaros y gatos negros. En el interior había viajas máquinas de coser, ventanas adornadas con cortinas de cuadros rojos y blancos, manzanos y cestas de manzanas. Al entrar al baño había una vieja mecedora vacía y una fotografía antigua en un campo de manzanas, y junto al lavabo un folleto de muebles antiguos. Un lugar de lo más curioso e interesante aunque a mí no me gusta el apple pie (pastel de manzana), como ya saben los que me leéis de continuo soy muy rara con el tema de las comidas, y no porque no estuviera bien hechas, el lugar tenía un cristal y desde la tienda se veía la fábrica y como hacían los pasteles, solo que no me gusta como saben. Frente al lugar había un viejo granero y el paisaje era de postal. Retomamos el camino y la carretera, que volvió a ser muy monótona, solo árboles en el camino, árbol tras árbol durante en estado de Ontario y el de Quebec, que son los dos estados canadienses que atravesamos (o provincias, como se llamen). En el camino nos paramos en el pueblo donde se cogen los barcos para en verano y primavera hacer los recorridos por el lago de las mil islas, llamado así porque cada trocito pequeño de tierra se considera una isla y peñones en los que no cabe ni una casa con dos habitaciones se les considera islas. En esta época del año, aunque el río San Lorenzo no está helado ya no salen barcos. Aun así el pueblecito es muy mono, con su ayuntamiento, su puerto, su antiguo fuerte inglés y el río San Lorenzo bañando el lugar. Seguimos nuestro camino dejando el rio San Lorenzo a un lado de la carretera lo que nos permitía ver desde el coche los cientos de islas, grandes y pequeñas que poblaban el río, así como las casas, algunas auténticas mansiones, otras no más que una pequeña choza de madera. También pudimos observar los barquitos y lanchas todos recogidos y cubiertos en la costa, junto a la carretera, preparados para la llegada del invierno. Paramos unos minutos junto al río, para contemplar las vistas de las islas y del paisaje. En invierno todo ese lago de mil islas se hiela y se puede ir caminando sobre él, esto me recordó el lago Inari como en marzo estaba todo helado y se caminaba con tranquilidad sobre él. En verano y primavera los barcos hacen recorridos por entre las islas, aunque por lo que pude comprobar en Suiza, los paseos en barcos aunque tienen bonitos paisajes me aburren, de ahí que no sea mucho de cruceros. Tras dejar atrás mil islas continuamos sin parar hasta llegar a Ottawa. Algo que me sorprendió de Canadá es el mal estado de las carreteras, todas con baches y agrietadas, el guía nos comentó que es debido al hielo y la nieve del invierno, que estropea mucho el estado de las carreteras que necesitan continuo mantenimiento.
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