Costa da Morte, Cascada de Ezaro y Carnota - España

Costa da Morte, Cascada de Ezaro y Carnota

Tras la comida en Finisterre salimos en dirección a la cascada de Ézaro. Como hacía sol y no llovía paramos en uno de los miradores que hay en la costa para poder disfrutar un rato de la vista de la costa de la muerte con sus verdes costas, sus monumentos de piedra, como antiguos faros, y el mar. Tras el breve descanso nos dirigimos hacia las cascadas de Ézaro, las cascadas más grandes de Europa que caen directamente al mar. Tras pasar por el pueblo y la costa llegamos a un aparcamiento y tras parar pasamos por una central eléctrica para llegar al mirador de la cascada. Y es que el rio que alimenta esta cascada está retenido por tres embalses: Fervenza, Castrelo y Santa Uxía. No había nadie en los miradores de la cascada, y uno puede bajar las escaleras y acercarte hasta la caída de agua de la cascada a través de las rocas. No cae tanta agua como podría esperar pero el guía nos indicó que es debido a la central hidroeléctrica que tiene a su lado (y que tuvimos que pasar para llegar al mirador de la cascada). Donde están las escaleras para bajar hacia la cascada hay varias gradas de madera, están ahí para un espectáculo nocturno que hacen en verano para ver las cascadas iluminadas y con más fuerza de agua, tal y como hacen en Niagara. Tras ver la cascada salimos en dirección a Carnota, donde se encuentra uno de los hórreos más grandes del mundo. El guía nos propuso que pensáramos a quién podía pertenecer, y yo acerté al decir que la iglesia. Bueno, era bastante lógico teniendo tantas iglesias en Galicia que la iglesia fuera la más rica, y antiguamente el grano y los cereales eran riqueza. El hórreo de Carnota forma parte de un rincón muy completo y bonito, pues se haya junto una casa solariega, un palomar y la iglesia de Santa comba (con su cementerio alrededor y unas vistas impresionantes). Los hórreos fueron utilizados desde hace siglos para preservar las cosechas, sobre todo de maíz y patatas. Su separación del suelo hacía posible su conservación sin humedad y su buena aireación y oscuridad hacía que los alimentos duraran mucho más tiempo. Además la separación de los pies del cuerpo, su forma es muy característica porque su función era mantener las cosechas fuera del alcance de los ratones y otros roedores. Tras pasar un rato en el pueblo volvimos de regreso a Santiago, en el camino paramos en un mirador que permite ver toda la costa de la muerte. Normalmente el guía no para ahí debido al mal tiempo pero tuvimos serte y no llovía así que paramos, hicimos las fotos de rigor, y empezó a llover. Tuvimos mucha suerte con el día.

Visita: Noviembre 2014

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Muxia - España

Muxia

Como decía en la entrada anterior, tomamos un circuito que incluía primero la visita a Muxia, luego Finisterre, parábamos a comer ahí, y luego íbamos a ver la cascada de Ézaro y el hórreo de Carnota, además de unas increíbles vistas de la costa de la muerte.Nuestro primer destino es Muxia. Tal vez por la hora temprana a la que llegamos nos encontramos solos en el lugar. El pueblo está bastante vacío y el lugar donde ponen el sello oficial en la credencial del peregrino está cerrado, por lo que en un bar que está abierto nos sellan la credencial para dejar constancia que hemos estado en este lugar. El pueblo se deja atrás y a lo largo de la costa, con un paseo marítimo vacío, se llega hasta el santuario de Nuestra Señora de la Barca donde hay, aparte del santuario, un faro y un cruceiro. Desde aquí las vistas son impresionantes. En frente y a lo lejos, aunque gracias al día medio con sol medio con lluvia, se puede ver el otro lado de la costa y otro faro en lo alto de unos rocosos acantilados. Junto al cruceiro comienzan las rocas que llevan al faro a los pies del mar. Según el guía el mar está tranquilo pero las olas golpean con fuerza contra las rocas, y el nubarrón gris que nos persigue presagia mayores olas. El paraje es precioso. Dando un rodeo, pues por las rocas es muy peligroso, dejamos a tras el santuario, enorme y completamente reformado, para llegar a la altura del monte donde hay un monumento junto al kilómetro cero. Muxia y Finisterre se pelean entre sí el ser el kilómetro cero del camino de Santiago, por lo que en ambos lugares hay un mojón del Camino indicando que es el kilómetro cero. El monumento es una piedra roca y se levantó en recuerdo de la solidaridad que hubo cuando debido al naufragio del petrolero Prestige, las costas de este lugar y del alrededor quedaron impregnadas de petróleo. No solo esta desgracia azotó la localidad de Muxia, el santuario que hemos pasado de camino al monumento fue destruido el día de Navidad por un incendio producido por un rayo. Por esa razón está todo reconstruido y no se conserva nada del interior del templo. Resulta curioso y espectacular ver desde arriba el santuario frente al mar, rodeado de las olas del mar, que golpean con fuerza el lugar cuando hay temporal. Se pueden ver los muros de protección del santuario y así hacerte una idea de hasta dónde llegan las olas cuando el mar está bravo. Es un santuario curioso por su localización pero el guía nos cuenta que fue construido ahí por la leyenda que cuenta que la virgen se le apareció al apóstol Santiago en una barca de piedra cuando llegó a Muxia. Bajamos hasta el frente del templo para ver las piedras que formaron la llamada barca de piedra sobre la que apareció la virgen. Una de ellas es conocida como la piedra de abalar, que según el guía tiene la forma de la parte más importante de una barca (yo no entiendo así que me lo creo). Está la tradición de pasar bajo ella para curar todos los males de los riñones y demás lumbalgias. Supongo que la creencia es que si alguien puede pasar por ahí bajo la piedra no tiene muchos problemas de espalda. Nadie se animaba a hacerlo pero yo recordaba que mi tía, mucho mayor que yo lo hizo, así que yo no iba a ser menos. Empecé a pasar bajo la roca y luego siguieron el resto, toda era cuestión de empezar. También cerca de esta piedra está otra que se presenta como la vela de la barca (aquí veo la forma mejor), y luego hay otra que es como el timón de la barca. Estas piedras, frente al santuario también han sufrido por los temporales. Tras disfrutar de la vista y ya cuando empezó a llover nos marchamos para ir hacia Finisterre.

Visita: Noviembre 2014

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Finisterre - España

Finisterre

El camino de Santiago no termina en Santiago sino que continúa, puedes llegar hasta Finsiterre o hasta Muxia. Como son más kilómetros se necesitan más días y a mí ya no me quedaban días de vacaciones así que planeé visitar Finisterre pero yendo en autobús desde Santiago. No éramos los únicos peregrinos en pensar así, en el albergue del primer día una francesa también quería hacerlo y le di los horarios del autobús que tenía descargados de Internet. Una vez llegamos a Finsiterre vimos a nuestro peregrino alemán ya conocido en todas las etapas, y que había llegado también en autobús. El autobús te deja en el pueblo, y de ahí tienes que subir andando hasta el faro. El caso es que al final, en vez de ir por nuestra cuenta en autobús, cogimos un mini circuito, aunque no todas. Estando en el albergue una amiga vio las excursiones a Muxia y Finisterre en el día con guía por diez euros más de lo que nos costaría hacerlo por nuestra cuenta en bus solo yendo a Finisterre. Así que cuatro de nosotras decidimos coger el circuito de todo el día e incluir más visitas. Las otras dos fueron en autobús hasta Finisterre y la última se volvió a Madrid ese mismo día. Así que Pedrouzo- Santiago fue el principio del fin del grupo. Como decía, tomamos un circuito que incluía primero la visita a Muxia, luego Finisterre, parábamos a comer ahí, y luego íbamos a ver la cascada de Ézaro y el hórreo de Carnota, además de unas increíbles vistas de la costa de la muerte. En el circuito íbamos nosotras cuatro y otro peregrino brasileño. Muxia y Finisterre se disputan entre sí ser el kilómetro cero del camino de Santiago, y a decir verdad en ambos lugares se puede ver el mojón indicando el kilómetro cero. Como decía hay una subida desde el pueblo hasta el faro. La vista desde la carretera (es decir, de la subida) es impresionante. Se ve toda la costa de la muerte y como hacia sol y estaba más o menos despejado se podía ver todo el verde de las montañas y el azul de la costa. Al llegar al faro hay un par de tiendas donde te pueden poner el sello del peregrino a su llegada a Finsiterre, que están junto a un cruceiro. De aquí andando llegamos al kilómetro cero y al faro, que está cerrado, y junto al faro en la montaña hay varias placas recordatorio como la de la batalla naval de Finisterre de 1805 en la época napoleónica. De aquí se puede bajar hasta una cruz y en varios rincones, entre las rocas se puede ver ropa ardiendo. Actualmente está prohibido, y multado, pero aún así los peregrinos cumplen con la tradición de la edad media de quedar algo que llevaron durante todo el camino. Otro de los rituales es ver la puesta de sol como símbolo de muerte y resurrección como se hacía en la época romana cuando llamarón a este lugar finis Terrae: el fin de la tierra conocida. No tuvimos la suerte de estar hasta la puesta de sol pero disfrutamos de un fabuloso clima que nos proporcionó unas nubes densas y oscuras al fondo, y bajo ellas una línea dorada que separaba el mar del cielo, nada más allá de la vista más que mar y cielo. Sentada en las rocas que hay pasado el faro, con la vista puesta al mar, uno podía pensar que es el fin de la tierra tal y como fenicios romanos lo hicieron en su tiempo. Fácilmente pasamos un buen rato ahí sentadas, disfrutando de la vista. Es muy recomendable subir hasta el faro más occidental de Europa y sentarse en las rocas frente al mar. Es uno de esos momentos mágicos. Tras disfrutar de las vistas del “fin de la tierra” bajamos por la carretera hacia el pueblo, dejando a nuestra izquierda una capilla visitada (cuando está vierta) por los peregrinos que suben andando hasta el faro. Llegamos al núcleo urbano y el guía nos acerca hasta la lonja de Finisterre, vacía a estas horas, pero que se sitúa junto al muelle, donde se tienen una preciosa vista del puerto y los edificios de la ciudad. Aquí, junto a una playa vacía se encuentra el castillo de San Carlos, levantado dentro de un plan defensivo para proteger la ría. Esta fortificación fue terminada a mitad del siglo XVIII bajo el mandato del rey Carlos III. Se sitúa en un terreno rocoso, con forma irregular, y como el guía no nos animó a ir supusimos que estaba cerrado, como tantas otras cosas en Galicia (por temas de robos nos dijo el guía). El castillo sufrió, al igual que toda la zona, el asalto de las tropas francesas de Napoleón durante la Guerra de la Independencia. Aquí, con vista al castillo y junto a la playa, nos sentamos bajo el sol y sacamos los bocadillos para comer. Tras la comida saldríamos hacia nuestra siguiente visita del día mientras el guía nos cuenta como en Finsiterre se inventó el futbolín.

Visita: Noviembre 2014

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Camino de Santiago VI: De Pedrouzo a Santiago - España

Camino de Santiago VI: De Pedrouzo a Santiago

Los levantamos con ganas de terminar la última etapa, la de la llegada a Santiago. Tal y como nos había dicho el peregrino del día anterior llueve a cantaros. No son ni las ocho y lleva ya varias horas lloviendo. Como ya tuvimos la experiencia del camino bajo una lluvia torrencial que duró más de diez horas intentamos prevenir lo máximo posible. Metemos los pies en bolsas de basura, para que cubran el calcetín dentro de la bota, luego cubrimos la parte del tobillo de la bota con el pantalón impermeable, cubrimos esa parte con más bolsas de basura, y luego lo vuelvo a cubrir con el resto del pantalón de la nieve. Nos ponemos los chubasqueros y las capas de agua, además de los gorros para el agua. Al final acabaríamos mojándonos los pies, pero no tanto como la primera vez (no tengo charcos de agua dentro de las botas y al parecer hasta llegar al monte de Gozo los pies se han mantenido secos) y el resto del cuerpo permanece seco. Así que al final tanto plástico ha valido la pena. Salimos a nuestra hora habitual a desayunar y comenzamos el camino bajo la lluvia. Noto la diferencia con respecto al día anterior en cuanto a que cuando comenzamos a andar todavía es de noche. Realmente no es que hayamos empezado antes, es que está tan nublado que no se ve nada de luz natural, y las farolas alumbran nuestro camino hasta que salimos del pueblo y entramos en un camino natural cubierto de árboles. Aquí no queda otra que comenzar a sacar las linternas, que hasta ahora no habíamos tenido que usar. Avanzamos bajo la lluvia y los árboles durante un rato hasta que algo de claridad permite guardar las linternas. El camino sigue igual, una larga fila de peregrinos caminando bajo la intensa lluvia cubiertos por árboles en nuestro camino. El agua cae con tanta fuerza que no levanto la mirada del suelo porque sino cae el agua como cascada sobre mi cara. Así seguimos andando hasta comenzar uno de los ascensos indicados en la guía. La noche anterior en el albergue estuvimos leyendo lo que nos deparaba esta etapa y oír tanta subida deprimía. Empezamos las subidas, constante y pronunciada a ratos. El agua cae con ganas y paso por una ermita y un bar, donde varios peregrinos han parado para resguardarse del agua, más que para descansar. Yo he perdido de vista a mis compañeras, sé que tengo algunas por delante y otras por detrás. Siempre hemos ido a nuestro ritmo pero hemos quedado en algún punto del camino para juntarnos. En esta etapa, no sé si pro las ganas que tiene la gente por llegar y dejar a tras tanta agua, o por llegar a Santiago cuanto antes, pero es la única etapa en la que no nos juntamos y cada una llega a su ritmo y cuando quiere. Vergonzoso pero llegamos a Santiago separadas, y la verdad es que hasta me enfadé, no por esto, sino porque una vez llegamos cada una quería hacer una cosa diferente, ni siquiera recogimos la compostelana juntas. Si no uno quiere hacer el camino en solitario y a su ritmo, se va sola como suelo hacer yo. Pero si se va en grupo, se va en grupo para lo bueno y lo malo. E ir en grupo significa claudicar en algunas ocasiones y ser menos egoísta. Y luego me preguntan porque suelo viajar más sola que acompañada. Si lo dice el dicho: Siempre mejor solo. Tras dejar atrás el bar comienza una pendiente constante por un camino rodeado de arbustos que no cubren nada. Aquí sigo viendo mucho peregrino. Cuando empiezo a oír (que no ver) a los aviones despegar y aterrizar me doy cuenta de que estoy ya cerca de Santiago. Finalmente la ascensión termina y se puede bajar para ver a un avión despegar en el aeropuerto de Santiago, sigue lloviendo con fuerza y el camino continúa. Aquí dejo atrás un monolito con bordón, calabaza y vieira, los símbolos del peregrino, que anuncia la llegada a Santiago. Bordeando la zona del aeropuerto (con sus verjas) se sigue el camino con varios altibajos y un sendero de tierra embarrado, y lo que es peor, con tanto altibajo y tanta agua se crean autentico ríos. Hay momentos en que resulta imposible caminar y acabo metiendo los pies en el agua y ya no sé si llegaré a Santiago andando o a nado. Llega el camino hasta otro pueblo y una ermita, pero sigo el camino hasta Lavacolla, donde hemos quedado el grupo en parar en un bar. Cuando llego aquí miro en los dos bares del pueblo junto al camino y no veo a nadie, llamo y mando wasap al grupo pero nadie contesta. Me da la impresión que han seguido andando y han pasado de parar. Continuo el camino que gira a la izquierda y se aproxima a unas escaleras que dan a la iglesia del lugar, rodeada por el cementerio, como tantas otras iglesias que hemos visto por aquí, donde al parecer es normal que el cementerio se encuentre rodeando la iglesia, en el medio del pueblo. Aquí cruza la carretera hasta pasar un riachuelo que con la lluvia que cae está desbordado, aquí la guía ponía que era tradicional que los peregrinos se lavaran antes de llegar a Santiago. Consigo hablar por el móvil con las liebres mientras sigo el camino bajo la lluvia constante y fuerte. Quedamos en el próximo bar, solo que su próximo bar no es el mío dado que llevan muchos más kilómetros de ventaja. Tras pasar otro pueblo comenzamos otra subida hasta pasar la televisión gallega. No sé qué me está matando más de esta etapa: las subidas, la lluvia o la poca gracia del camino. Afortunadamente esta etapa del camino es, en mi opinión, la más fea, por lo que no pasa nada que por culpa de la fortísima lluvia n levante la mirada del suelo. Finalmente paso el hipódromo y veo la cuesta del Monte de Gozo con varios peregrinos subiendo. Comienzo la cuesta y antes de llegar al monumento del monte de Gozo hay un bar donde me acerco para ver si el resto están ahí. Efectivamente están ahí pero se han cansado de esperar y se largan. Visto el panorama aviso a las que van por detrás mío que quedamos todas en Santiago para comer, porque está claro que hoy no vamos a ir juntas ni al baño. Dos compañeras del grupo me esperan y tras ir al baño salimos dirección el monumento (muy feo en mi opinión) del monte de Gozo. Las tres comenzamos por fin la bajada al monte, ya empiezo a sentir humedad en la punta de los pies, hasta aquí duró el invento de las bolsas de basura. De aquí hasta Santiago el camino circula por las ciudades y las calles bajo la lluvia, nada resaltable en esta etapa. No sé si porque sé que ya queda poco pero la llegada a la plaza del Obradoiro se me hace eterna, y cuando llego no siento esa sensación que todos los peregrinos que ya habían hecho el camino antes han vivido. No hay casi nadie en la plaza, aunque con la que está cayendo es normal. De aquí nos acercamos al albergue que está muy cerca y que desde la habitación que nos dan podemos ver una de las torres de la catedral. Tras dejar las mochilas y cambiarme de calcetines y botas (por fin uso las botas de repuesto) salimos a recoger la compostelana, esperar al resto del grupo, comer, y entrar a la catedral de Santiago. Por fuera está cubierta de andamios, pero no es la primera vez que estoy ahí. Por dentro en cambio solo tiene unos pocos donde el pórtico de la gloria. Cuando fui a Santiago el pórtico de la gloria estaba todo cubierto por restauración y no pude ver más que una fotografía. Ahora es la primera vez que puedo verlo completo y es precioso. La entrada principal, pro las obras, está cerrada así que entramos por un lateral, desde la bomba en el Pilar está prohibido entrar con mochilas, por lo que hicimos bien en dejar todo el equipaje en el albergue. Aquí cumplimos con pasar por la cripta del apóstol y darle el abrazo de rigor. De aquí pasamos a ver el hostal de los reyes católicos y nos acercamos a la iglesia de San Francisco de Asís para recoger la cotolaya, que hasta dentro de cien años no la vuelven a dar. Delante nuestro hay un montón de coreanos. Según la oficina del peregrino los peregrinos extranjeros que más hacen el camino son alemanes, como el señor mayor con parkinson, y los segundos son los coreanos. El día que nosotras llegamos se registraron 276 peregrinos llegados a Santiago. A las siete estamos en la catedral para la misa del peregrino, en la recogida de la compostelana hemos pedido (no nos lo han ofrecido pero sabíamos que se puede hacer) que digan en la misa de siete (lógicamente a la de doce no llegábamos) de dónde venimos. Así en la misa dicen desde donde han empezado el camino los peregrinos que han llegado y de donde son estos peregrinos. Si no lo sabes puede ser que no te lo digan, pero hace ilusión. Luego también vimos el botafumeiro en acción, y estaba sentada en el tercer banco del frente al altar, así que mejor vista imposible (la vez que estuve en Santiago también lo vi porque había una misa especial y había pagado por usarlo y estaba en un lateral rodeada de gente). En este caso, yo pensaba que era normal al ser la misa del peregrino, luego nos dijeron que en sábado no es normal ver el botafumeiro en acción. Debió ser porque estaban varios franciscanos celebrando el 800 aniversario de que San Francisco hiciera el camino. Asi que tuvimos un día completo. Al salir de la catedral la entrada lateral da a una administración de lotería así que compramos lotería de navidad porque tal y como nos dijo un párroco durante el camino: “peregrino mojado, peregrino afortunado”, y más mojadas que nosotras pocas.

Visita: Noviembre 2014

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Camino de Santiago V: De Arzua a Pedrouzo - España

Camino de Santiago V: De Arzua a Pedrouzo

Salimos de Arzua camino a Pedrouzo y como es costumbre nada más salir y empezar el camino nos colocamos las capas de agua, que son como nuestra segunda piel desde que comenzamos el camino. Al poco de comenzar, y tras pasar un par de caminos embarrados y alguna cuesta, me percato que el día está muy soleado así que no solo me quito la capa de agua sino que me paro, justo antes de comenzar otra cuesta, para cambiarme de ropa. La temperatura que nos ha acompañado durante el camino ha sido muy agradable, con la lluvia no lo hemos notado pero se podría decir que hacía calor para ser noviembre y estar en el norte de España. Así que me cambio los pantalones que llevo por otros de treking que uso en verano, más la camiseta de manga corta. Por una vez hago uso de la mochila que llevo a cuestas todo el camino. Alguna vez tiene que haber alguna ventaja de llevar tanta cosa a cuestas, como un caracol, y esta vez hago provecho de ello. Tras dejar toda la ropa de invierno en la mochila continuo el camino (y la cuesta) y durante todo el día el sol nos acompañaría así que hoy luciríamos más que nunca la manga corta. Tal vez porque hace mejor día nos encontramos con muchos más peregrinos que en las etapas anteriores. Aunque ningún día han faltado los coreanos (no sabía que había tantos peregrinos coreanos en el Camino). El camino discurre por caminos cubiertos de castaños y eucaliptos, de vez en cuando los árboles dejan paso a las vistas, que son solo de prados verdes y cruzamos varios pueblos que parecen deshabitados (algunos tienen los bares y terrazas cerrados, por lo que entiendo que en época estival eso está abierto y lleno de peregrinos). Encontramos muchas setas, de todo tipo, forma y color. Alguna pequeña cuesta y asi hasta que casi ya estamos desesperados por encontrar un pueblo con gente, para poder descansar, ir al baño y comer algo. No es que no podamos hacerlo en el campo pero mejor si tenemos un bar. Tras pasar el pueblo abandonado por fin encontramos el primer bar del camino, aquí nos vamos encontrado el grupo, que hoy ha salido más separado que nunca, y que mañana seguirá así, cualquier diría que nos hemos enfadado dado que cada una va sola y a su ritmo, aquí por menos esperamos a todas en este bar, donde no hay ni un rincón en la pared sin escribir y donde cuelgan camisetas de todo tipo con las firmas de los peregrinos que han pasado por ahí y las han dejado de recuerdo. La adjunta al grupo en el camino saca su camiseta de Venezuela y todas firmamos en ella. Aquí nos regala una pulserita con la concha de Santiago de forma que las siete llevamos una igual. Así seguimos la carretera hasta entrar otra vez en caminos cubiertos por lo árboles y pasamos una placa en homenaje al peregrino Guillermo Watt que murió haciendo el camino. Salimos de los caminos de árboles para llegar a la carretera donde, después de pasar un molino de viento al estilo del viejo oeste, se alcanza la figura gigante de la mascota del Xacoveo: Peregrin (que ha ido apareciendo en alguna ocasión durante el camino). Aquí es donde se llega al cruce más peligroso de todas las etapas que hemos tenido. Seguimos el camino de nuevo bajo árboles hasta llegar a pasar por debajo de un túnel que deja a nuestra izquierda un arco donde en el centro, debió estar la figura de Santa Irene pero que ahora tienen una bota abandonada y rota. Un poco más adelante está la fuente y la ermita (que es privada). La fuente de Santa Irene tiene varias leyendas a su alrededor y la zona que rodea la ermita es donde cuenta la historia que en el 1808 las tropas napoleónicas, en su camino a Santiago, entraron y robaron en el lugar antes de ir a dormir al atrio de la iglesia parroquial de Arca, por desgracia la fuente como el resto están a manos del vandalismo. De aquí el camino sigue hasta Arca y de aquí no tarda en llegar hasta el pueblo de O Predouzo. En vez de cruzar la carretera y seguir el camino de Santiago (y llegar al centro del pueblo) sigo la indicación de la carretera a mis pies que me indica que tengo que desviarme a la izquierda y entrar al pueblo desde la carretera para poder llegar al albergue donde tengo planeado ir, este desvío permite llegar antes al destinos final dado que las liebres que estaban por delante mío llegan al albergue después de que yo ya haya llegado y elegido literas (en este albergue se elige el número de literas y te registran). Llegué a la vez que un grupo de brasileños, pero todavía no había llegado mucha gente por lo que había suficientes literas para elegir un bonito rincón donde estar las siete recogidas. El albergue tiene en su entrada donde están las mesas unos murales con varias imágenes con frases interesantes. Como de costumbre nos fuimos a comer tras descargar todo el equipaje. Hay muchos bares y restaurante en la calle del pueblo donde estaba el albergue así que solo tuvimos el problema de decidir cuál de todos. Al final comimos muy bien y nos reímos mucho con el camarero, que nos gastó alguna que otra broma. Tras comer fue el proceso de siempre, aproveché para preguntar al del albergue sobre la hora en la que la iglesia abría, hasta ahora todas las misas eran a las siete perro esperaba no tener que repetir lo de Arzúa. Fue una suerte que volviera a preguntar porque aquí la misa la hacían antes: a las seis de la tarde. Por lo que es cercana a esa hora cuando estaría la iglesia abierta. Así nos acercamos hacia la iglesia, bien señalizada con carteles y un cruceiro de camino, y mientras u hombre tocaba la campana hice fotos al lugar. No estaba haciendo fotos al hombre, no es la primera vez que veo tocar una campana para llamar a misa pero me resultó curioso que me diera la espalda, y cuando los brasileños o yo preguntamos por cuando abría la iglesia nos respondió de muy malos modos y nos dejó como estábamos; con la duda. Una pena pero desde Arzúa hasta el final del camino ya no encontré a la gente agradable y simpática que había estado viendo durante el resto del camino. Lo comenté con el grupo y no soy la única que se dio cuenta de esto. Esas cosas se sienten. La iglesia de Pedrouzo es muy bonita, es pequeña y poco decorada por fuera, parece hasta una ermita nueva, pero por dentro el altar es toda una enorme concha de Santiago dorada. Y el sello, el más grande que tuve del camino, estaba en una mesa justo al entrar a la iglesia. Cuando salimos de la iglesia un peregrino que llevaba mejor ritmo que nosotras (por los horarios de salida y llegada que llevaba), nos comentó que para el día siguiente daban más lluvias que el lunes. El lunes fue el día en el que empezamos el camino, ese en que llegamos con los pies formando charcos de agua dentro de las botas de goretex. También nos comentó que ese año, aparte de la compostelana también se podía recoger la cotolaya que es el diploma que te dan porque este año era el 800 aniversario de que San Francisco de Asís hiciera el camino de Santiago. Por nuestra parte le informé que no teníamos que madrugar más de lo habitual porque aunque no llegáramos a las doce cuando es la misa del peregrino, porque había otra misa de peregrino por la tarde (más exactamente a las siete de la tarde). Lo cierto es que me hizo dudar porque decía que no, pero al final yo tuve razón, lo que pasa es que esa misa no la anuncian en internet, aunque existe.

Visita: Noviembre 2014

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