Oaxaca - Mexico

Oaxaca

Dejamos atrás Puebla y vamos camino a Oaxaca, un nuevo estado, nuevo paisaje y una ciudad bonita pero diferente al resto, esta era más al estilo sobrio español, tranquila pero animada. Lo más curioso es que cuando el guía pronunciaba Oaxaca a mi oído suena como Huajaca. Así que así la llamo aunque la escriba Oaxaca. Fue capital del virreinato de Cortes, aunque al principio Cortes quería hacer la capital en otro lugar (al que luego iremos), pero la nobleza española prefirió Oaxaca así que a Cortes no le quedó otra. Cuando llegamos a Oaxaca, como se hizo habitual, ya era de noche, aunque no salimos mucho de noche por Oaxaca. El día de nuestra llegada nos avisó el guía que al día siguiente era fiesta (sí, otra vez fiesta) y que solía haber muchas manifestaciones, por lo que el hotel estaba lleno de policía. Y efectivamente teníamos un coche de policía delante, otro al lateral y una ambulancia detrás del bloque donde estaba nuestra habitación. De seguro estábamos protegidas. Por la mañana en el desayuno éramos nosotros de turistas y todo lo demás policías y enfermeras. De Oaxaca lo más interesante es el centro pues las calles adyacentes, entre la mala iluminación y las aceras levantadas no es muy resaltable. Tomando el antiguo acueducto (que ahora ha sido reutilizado como muro de casas y comercios) se puede llegar al centro de la ciudad. Antes de llegar a la catedral pasamos por varias casas de una planta, ventanas enrejadas y muros coloridos. La visita guiada comenzó en caminando hasta el antiguo convento de Santo Domingo y su iglesia. En los muros del convento se puede ver el color verde la piedra. A Oaxaca la llaman la ciudad verde y es por el tono verde de las piedras con las que se construyeron los edificios de la ciudad. La verdad es que es un precioso tono verde claro que se muestra en todos los edificios antiguos de la ciudad. Visitamos la iglesia, de forma gratuita, pero el convento es ahora un museo de las culturas, hemeroteca y jardín etnobotánico, por lo que hay que pagar entrada. La iglesia está decorada en barroco por lo que hay figuras y adornos del suelo al techo, y blanco y dorados y otros colores, aunque lo más llamativo es el árbol de la entrada con figuras de los santos en las ramas. En la plaza del convento había mucha gente, paseando, vendiendo, comiendo, es una zona amplia con mucha vida y con un jardín de cactus. De aquí nos acercamos al Andador Macedonio Alcalá, una amplia avenida llena de librerías, restaurante, cafés. Por el camino encontramos que la ciudad está construida con amplias avenidas de piedra donde todo parece haber quedado intacto con el paso del tiempo. Llegamos al Zócalo, donde hay varios edificios antiguos con portales llenos de restaurantes, y en el centro de la plaza un quiosco de música. El zócalo estaba lleno de gente, era algo agobiante, pero había sombra pro los grandes árboles, y el sol daba calor. Por supuesto encontramos a los típicos vendedores de salados, y dulces como el algodón de azúcar. Ya saben los que han leído todos mis viajes que en algún viaje siempre acabo comiendo algo de algodón de azúcar, por ahora llevaba varias ciudades donde lo había visto pero no lo había comido. Y pese al barullo de gente no vimos ninguna manifestación, ni a la policía. A un lado del Zócalo está la catedral, tampoco nada resaltable de su interior, aunque su fachada principal está decorada con muchas figuras en tono rojizo. A otro lado del Zócalo está el mercado Benito Juárez donde se vende de todo y donde, entre el barullo de la gente, pudimos ver los chapulines colorados (grillos rojos) y las bolsas de gusanos para comer. A lo más que llegamos fue a probar el cacao, con el resto de alimentos no nos atrevimos, no somos viajeras gastronómicas. Dejando el mercado y el zócalo caminamos pro las avenidas de la ciudad hasta el convento de San Agustín para ver el museo. En el museo nos pasamos unas cuantas horas porque es muy completo por dentro, pero por fuera recorrer el antiguo monasterio y sus increíbles vistas también es muy interesante. En el museo está al lado del jardín, pero por mi alergia no entramos, aunque desde el monasterio se podían ver los cactus y las flores, creando postales de colores desde las ventanas de piedra del templo. En el interior del museo pudimos ver el cráneo enjoyado encontrado en la tumba 7 de Monte Alban y otras piezas de valor de la zona arqueológica. Así casi se nos hizo de noche y ya regresamos a nuestro hotel, algo alejado del centro pero es muy fácil moverse por Oaxaca, porque es muy cuadriculada.

Visita: Noviembre 2015

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Monte Alban - Mexico

Monte Alban

Oaxaca está cerca de la zona arqueológica de Monte Alban, así que a primera hora de la mañana nos dirigimos ahí, a lo alto de la montaña, para ver esta ciudad. Aquí ya encontramos más turistas, aunque no llegamos al nivel de Teotihuacan sino había unos cuantos grupos de alemanes y una pareja de La Rioja que estaban trabajando desde hacía unos meses en México D.F. y aprovechaban el festivo para visitar más del país. Es curioso que, o bien no encontramos a nadie o encontremos turistas alemanes. En China, en el crucero por el rio Yangtse también me pasó, solo había turistas chinos y alemanes. Es curioso pero tengo que reconocer que es una pena porque Monte Alban también es una interesante zona arqueológica y se conservaba bastante bien y tiene muchos edificios, pero me está quedando claro que el turismo español vamos a los lugares típicos, también nos pasó con Perú, todos los españoles que conozco a estado en Machi Pichi, alguno en las líneas de Nazca o Isla Ballesta, incluso el lago Titicaca pero ninguno en Chan Chan o las huacas de Trujillo. Pero siguiendo con lo que nos interesa ahora, Monte Alban fue capital de los zapotecas (vamos avanzando con los “ecas”) por lo que es otro estilo arquitectónico, aunque aquí también se puede encontrar un par de juegos de pelota. No tiene los detalles arquitectónicos que el de Tajin pero si la misma estructura en I latina. Monte Alban en zapoteca significa montaña sagrada y es que para poder visitarlo hay que subir una montaña, la mayor parte del trayecto se hace en autobús pero la última parte hay que subirla andando. Al inicio hay una base de piedras formando una especie de casa, ahí se encontró la tumba número siete, que se descubrió en secreto para evitar expolios y robos y gracias ellas se fue descubriendo el resto de edificios que coronan esta montaña. La tumba número siete tuvo tanta importancia no solo por ser la primera sino por la cantidad de joyas que se descubrieron, entre ellas un cráneo todo decorado con piedras de amatista. De aquí vamos subiendo una pendiente para describir el primer conjunto de edificios completos; dos edificios bien conversados. Aquí se puede subir a uno de ellos para completar toda la ciudad y descubrir que lo que parecían que solo eran cuatro piedras en realidad es una ciudad enorme con diversos edificios que ver. En la parte inferior de la construcción se encuentran estelas con diversos glifos zapotecos. Bajamos hasta la Gran Plaza, una gran zona llana. Cabe destacar que la montaña no es llana en su cima así que, aunque no saben cómo, los arqueólogos suponen que la primera cultura de Monte Alban hicieron aplanar la cima de la montaña. En esta gran plaza se pueden encontrar los templos, palacios y juegos de pelota. El primer edificio donde nos paramos tras bajar a la gran plaza es el edificio que se usaba para la observación astrológica, con una gran piedra calendario. Después vamos pasando por un par de templos hasta llegar al edificio de los danzantes, se llama así porque en la esquina de ese edificio están colocadas diversas estelas con figuras humanas talladas que parecen estar bailando, pero bailando de dolor. También hay alguna que otra estala con números y calendarios. En el edificio de los danzantes hay una pequeña puerta para entrar y poder ver estas estelas labradas en el techo y los muros del edificio. Tras este edificio pasamos a ver los distintos templos y palacios, con sus pasajes subterráneos (están cerrados) y finalmente el juego de pelota. También hay una gran escalera que sube hasta otro edificio, este no tan decorado como los de la gran plaza, pero desde donde hay una vista completa de la gran plaza y todos los edificios; es una ciudad completa con observatorio, palacios, templos, etc. Tal vez su estado de conservación sea mejor que otros lugares porque tras la llegada de los españoles no se construyó en las alturas (como en Machu Pichu). A la salida del recinto arqueológico está el museo del sitio, pequeñito como el de Tajin pero con varias estelas labradas de la cultura del lugar. Este es otro de los lugares que me encantó, tal vez porque al tener tantos edificios y detalles es más fácil ver cómo era el lugar en pleno auge. 

Visita: Noviembre 2015

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Santa Maria de Tonantzintla y Cholula - Mexico

Santa Maria de Tonantzintla 

Salimos de Puebla hacia santa María de Tonantzintla, y aunque de camino a esta pequeña población los volcanes no se querían dejar ver por la neblina sí que pudimos ver el santuario de San Andrés de Cholula en lo alto de la montaña, con el cielo azul con el que nos levantamos el lugar parecía una postal. Tras dejar atrás la iglesia de Cholula nos movimos por las calles de Tonantizintla, con casitas de una planta e iglesias inmensas y muy decoradas, así como puertas cubiertas de flores. Aunque varias de las iglesias (al menos dos) que vimos en el lugar eran más grandes y coloridas que las casas, y estaban todas adornadas con banderines de colores. Pero la iglesia que visitamos fue la Iglesia que lleva el nombre del pueblo: Iglesia de Santa María Tonantzintla. Por fuera está toda decorada con coloridas franjas rojas y blancas, y figuras de los apóstoles de colores llamativos. En su interior (no se puede hacer fotografías) nos encontramos con más decoración colorida y llamativa. Para algunos resultaba algo recargada, aunque yo no lo vi así, simplemente es una iglesia con estilo barroco, solo que es un tipo de barroco especial dado que hay figuras del dios del cacao, vomitando cacao de su boca, o al niño Jesús saliendo de una forma extraña. Este tipo de barroco lo llamó el guía barroco indígena y muestra como para convertir a los indígenas en la religión cristiana fueron convirtiendo algunos de los elementos indígenas en cristiano, y así transformando la iglesia. No fue la iglesia más extraña que vimos pero la visita no la teníamos en nuestro programa y a mí, particularmente, me gustó ver una iglesia distinta y con esa historia tras de sí.

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Puebla - Mexico

Puebla

De Xalapa continuamos hacia Puebla, así cambiamos de estado y también de paisaje y clima. Al ser interior dejamos la humedad y el calor atrás y pasamos a tener una temperatura más fresquita, incluso nos llovió un rato al terminar el tour por la ciudad, afortunadamente fue al terminar y cuando salimos de comer ya había dejado de llover, por lo que ni usamos el paraguas. Como decía el paisaje fue cambiando y convirtiendo en un mar de cactus de diversos tipos, me recordó a mi viaje por Arizona y su paisaje. Aunque fueron unas cuantas horas en autobús pudimos disfrutar del anochecer con los cactus de fondo y las montañas o volcanes oscuros y enormes en el llano, y es que Puebla se encuentra rodeada por los Volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. De día apenas tuvimos suerte de verlos pues había neblina y solo se veían, y muy difícilmente, los picos y el humo del volcán saliendo. Cuando llegamos a Puebla ya era noche cerrada, y es que al ser invierno a las siete de la tarde ya era noche oscura, aunque así pudimos ver el estadio de fútbol de Puebla iluminado, es bastante moderno y de colores a cuadros blancos y azules. Había bastante tráfico y gente andando por las oscuras calles (no acabo de acostumbrarme a tan poca iluminación en las ciudades), y es que había un partido entre el Boca Argentino y el equipo de Puebla, los camoteros. Tras pasar el estadio pasamos por los antiguos fuertes de Loreto y San Andrés, que se usan de museo abierto y que tenían muy buena pinta, aunque no tuvimos tiempo de visitarlos no dejo de recomendar verlos si se tiene tiempo, pues parecían muy interesantes. Tras dejar los fuertes ya entramos a la ciudad, distinguible por muchas iglesias y torres. En Tajin unos mexicanos nos preguntaron por nuestro recorrido y nos dijeron que Puebla era la ciudad de las 100 iglesias, no sé cuantas habrá pero si se veían muchos campanarios sobre los techos de las casas, muy al estilo colonial español. Otras de las cosas que vimos al llegar fue la decoración de los edificios en cerámica, aquí a la cerámica de Puebla de colores azules y blancos lo llaman Talavera y no es para ellos lo mismo llevarse cerámica que llevarse talavera. El nombre, lógicamente, viene dado por la cerámica de Talavera de la Reina en España. Nuestro hotel se encontraba cerca de la plaza de armas, el centro de Puebla, por lo que era una antigua Casa, y aún conserva los salones, los techos y las escaleras de la entrada como los de la época antigua, por lo que antes de descargar las maletas ya estábamos mirando todo a nuestro alrededor. Nuestra habitación tenía unas buenas vistas de las torres de la catedral y de otra de las iglesias que tiene Puebla (con tantas es difícil distinguir cuál era). Salimos pro la noche por Puebla donde había mucho ambiente y gente. La plaza de Armas ya tenía los adornos navideños, aunque estábamos todavía a noviembre, y el cartel con las letras de Puebla (ya se había convertido en tradición hacernos una foto de las tres en el cartel de la ciudad). La plaza estaba rodeada de edificios con portales y muy iluminados. Las fuentes de la plaza también estaban iluminadas así como un paseo comercial de estilo modernista. Lo más curiosos es que la catedral no estaba iluminada. En una de las esquinas de la plaza había una churrería de la cuál salía un olor que alimentaba, y es que Puebla tenía muchos rincones con dulces, algo que echaba en falta en México con tanto picante. Al regresar al hotel coincidimos en el ascensor con unos españoles, al menos uno era músico, sino los dos, porque nos dijeron que al día siguiente tocaban ahí en Puebla y nos invitaban a verlos, pero por desgracia, pese a lo mucho que nos hubiera gustado, a la noche siguiente ya no estábamos en Puebla sino en otro estado. A la mañana siguiente visitamos con el tour Puebla, lógicamente entramos a la catedral y vimos la plaza de armas, donde ya habíamos estado de noche, aquí fue cuando empezó a llover, pero como ya habíamos estado y era el final de la visita dimos un paseo por la galería comercial y de ahí fuimos a comer a la casa de las muñecas, una de las muchas casas que hay que visitar por Puebla, porque su fachada está adornada con una serie de figuras en movimiento como muñecos, realizadas en azulejos de talavera, la historia de la casa es una burla al alcalde que no dejaba que se construyera más alta que el resto, así que el dueño puso esa cerámica en la fachada para llamar la atención. También vimos la fachada de la casa de Alfeñique, aquí el detalle de la fachada parece estar cubierto de azúcar (de ahí su nombre) y también tiene su historia, y es que se dice que una mujer de Puebla dijo que solo se casaría con el hombre con la casa que más pareciera a un dulce, y está puede pasar por un pastel por cómo está decorada. La casa está cerca del mercado artesanal del Parián donde fuimos después de comer. Pero antes de comer no nos quedamos viendo solo la catedral y su plaza sino que antes de ir ahí recorrimos más rincones de Puebla. Comenzamos por la capilla del Rosario, su interior es espectacular, y además de figuras y cerámica se pueden encontrar sirenas en las decoraciones. También fuimos al callejón de los sapos, rincón lleno de coloridas casas donde encontrar patios increíbles con cientos de muebles y antigüedades. antes de llegar al callejón de los sapos pasamos por una calle donde me fijé tiene una placa dedicada a John Lennon en lo que es la jardinera de un árbol. Recorrimos la calle de los dulces, donde no pudimos evitar comprar polvorones y calaveritas de azúcar. Estas calaveras se compran y se decoran con el nombre de la persona a la que regalarlas, yo me las compré por gula dado que cuando era pequeña recuerdo unos corderitos hechos todo de azúcar que ponían en las palmas de semana santa y que hace tiempo que no veo, así que las calaveritas, de puro azúcar, me supieron a gloria y me trajeron un recuerdo de mi niñez. Por esta calle pasamos por la casa museo de los Serdán, donde había una fila grande para entrar, sobre todo de niños. El muro de esta casa está todo lleno de balazos, y lo conservan así porque fue donde tuvo lugar el primer tiroteo de la revolución mexicana de 1910. Mientras recorrimos estas calles vimos un montón de fachadas y torres de iglesias, pues como ya había dicho Puebla tiene muchas iglesias. Finalmente pasamos por la casa del dean y la casa de la cultura, donde se encuentra la Biblioteca Palafoxiana que aloja más de 43,000 obras, y una puerta de entrada a la biblioteca impresionante (este Palafox no tiene nada que ver con el de Zaragoza), vale la pena entrar solo para verla. Una ciudad diferente en su aspecto a Veracruz o México D.F. pero muy bonita.

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Xalapa - Mexico

Xalapa


Tras Veracruz nos dirigimos a Xalapa, aunque de la ciudad solo vimos el museo de antropología, que está genial. Aunque nuevamente éramos los únicos en el lugar. Una pena porque tiene muchos objetos reales de la época olmeca, pero mejor para nosotros porque teníamos el museo para nosotros solos. Pasamos por los aztecas y la cultura tajin, ahora vamos a por los olmecas, que se caracterizan por sus cabezas gigantes, y como el resto de culturas de México hacían operaciones a los recién nacidos para modificar la estructura de su cabeza, vimos algunas calaveras de cráneos modificados, para así hacerla más cercana a sus dioses, y por tanto de elevada clase social. El museo tiene partes de interior y partes de exterior con figuras reales rodeadas de vegetación y protegidas de la intemperie por techo y paredes de cristal. Las figuras, ya fueran representaciones o muñecos para que jugaron los niños, eran muy detallada, con colores y conservadas con todo detalle, demostrando que era una cultura que se toma el are y los detalles en serio, además de muy avanzada en ello. Lo que si se puede ver es que los olmecas no tienen nada que ver con el resto de culturas que aparecieron por México, siendo sus cabezas gigantes su signo más característico. Por lo que nos contó el guía La selva se ha tragado literalmente todo lo que hicieron los Olmecas. Los monumentos Olmecas están bajo la tierra de la selva. De hecho nadie sabía de su existencia hasta el descubrimiento de la primera cabeza colosal. Una de las cabezas que se pueden ver en el museo fue enterrada deliberadamente bajo una plataforma de tierra; es decir la habían escondido. Esta completamente cubierta de lodo y nadie la podía ver. Esta cabeza no fue ocultada por el paso del tiempo, sino que fue enterrada ceremoniosamente. Curiosamente, esta cabeza no presenta signos de erosión. Tras un paseo por todas las salas del museo, tanto interiores como exteriores, salimos por el jardín del museo que estaba repleto de diversas flores, y descubrimos la flor que recibe el nombre de “floripondio”. Nada más entrar al museo nos encontramos con que todavía no habían quitado los elementos típicos del día de todos los santos. Había dos catrinas vestidas de gala y un altar. La historia de La Catrina empieza durante los gobiernos de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz. En estos periodos, se empezaron a popularizar textos escritos por la clase media que criticaban tanto a la situación del país como de las clases privilegiadas. Los escritos, redactados de manera burlona y acompañados de dibujos de calaveras vestidas con ropas de gala, bebiendo pulque, montadas a caballo, en fiestas de la alta sociedad o de un barrio… todas para retratar la miseria, los errores políticos, la hipocresía de una sociedad, como es el caso de “La Catrina”. En cuanto al altar, en este estaban todos los elementos típicos de la fiesta. El altar consiste en una mesa con mantel blanco adornado. Delante de la mesa se pone un arco de madera adornado con estrellas de palma que representan el cielo. También deben aparecer para honrar a los muertos la flor del muerto y el moco de pavo. Y se cuelga del arco los frutos de la región de donde fue el difunto (naranjas, plátanos, etc).

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