Este fin de semana con la excusa de un evento regencia no solo viajamos en el tiempo (entre 1790 – 1820) sino que también visitamos un sitio nuevo. Cuando estuve por los Paises Bajos no llegué a este pueblecito porque no hay tren. Tienes que llegar en bus o en coche. Está más cerca de Belgica y de Rotterdam que de Amsterdam pero por tema de horarios, lugar de compañía (no iba sola sino que me acompañada una amiga de recreación) y precios al final fuimos de Barcelona a Amsterdam y en Amsterdam cogimos un taxi para ir a Veere, que son unas dos horas de trayecto. Si vas solo no te resulta rentable el pago del taxi así que mejor coger la opción de ir en tren hasta Middelburg y de ahí coger el bus hasta Veere o un taxi, que te resultará más barato. Pero como he dicho hay múltiples opciones de salida que si vas solo puedes barajar. Cuando llegamos, aunque era antes de la hora del check in, tuvimos la suerte de que la habitación del bed and breakfast ya estaba preparada, la dueña entendía español y además nos tocó el ático por lo que teníamos la habitación más espaciosa, con ventanas a todos los rincones de la ciudad; al puerto deportivo, al lago, al ayuntamiento, a la antigua iglesia. Preparándonos para ir a la clase de baile escuchamos una música seguida de las campanas dando la hora, esa es una de las cosas típicas de Veere, cada hora suena las campanas antecedidas por una melodía. Las campanas suenan a todas las horas por lo que si no puedes dormir con ruido recuerda llevar tapones. En nuestro caso no teníamos problema al respecto así que en vez de molestar nos ayudaba a controlar la hora, ya que no podíamos dedicarnos solo al turismo, también teníamos citas de recreación a las que asistir. Mucho más útil las campanas del reloj que ponerse una alarma o ir mirando continuamente el móvil. Tras vestirnos de 1800 de día salimos para ver un poco del pueblo antes de ir a la clase de baile ya que teníamos algo de tiempo. Primero admiramos las casitas frente al puerto. El puerto de Veere, con orígenes en el siglo XIV, fue históricamente un bullicioso centro comercial y hoy es un puerto deportivo para yates y barcos. El área del puerto cuenta con varios cafés y restaurantes que ofrecen cocina local y un típico puente que cruza un canal que da al lago. Mientras estábamos mirando cada detalle del puerto empezaron a pasar coche de época uno tras otro. No sabemos que sería exactamente, pero nos pareció muy curioso verlos pasar. De aquí nos acercamos al Grote Kerk. La casita pequeña que hay camino a la antigua iglesia, rodeada de césped y árboles, es donde tuvimos la clase de baile de dos horas con descanso y bebidas y pastas de té (riquísimas). Aparte de la comida del descanso la clase también estuvo interesante, el maestro de baile usaba las castañuelas como guía y explicó que enseña los bailes más difíciles. Hubo uno muy divertido porque tenía un paso llamado “mariposa” porque se movían los brazos como las alas de una mariposa batiendo, pero cuando yo lo hacía parecía la imitación de un pollo. El lugar era pequeño y éramos bastantes así que hacía mucho calor. Tras la clase de baile nos marchamos a hacer turismo por el pueblo ya que apenas habíamos visto el puerto deportivo. Empezamos por la iglesia; Grote Kerk, construido a principios del siglo XIV, es una iglesia monumental en Veere. Tiene una estructura imponente que se ve desde cualquier rincón del pueblo. En el interior, la iglesia funciona como un centro cultural con exposiciones, conciertos y eventos, es muy larga, alta y con techos abovedados, entramos por un lateral, disfrutamos de su jardín y revisamos por dentro la entrada, pero al ver el precio decidimos no acceder, el precio de la entrada nos parecía demasiado caro para lo que veíamos que había. Así que salimos del recinto pro el otro lado, donde hay un cañón, y seguimos el camino rodeando la antigua iglesia hasta lo que parecía un pozo rodeado de césped y n pequeño camino hacia una arboleda y otro camino hacia unas casitas, el pueblo está lleno de pequeñas casitas de estilo holandés, con sus tejados escalonados, estrechas y bonitas muy cuidadas con puertas, ventanas, y vallas pintadas de colores y flores rodeando el camino. Seguimos en dirección contraria al centro del pueblo por otro camino de casitas hasta el molino Koe. Este molino de viento bien conservado ofrece una vista típica de Holanda y se puede ver afuera y fotografiado. Junto a él hay un gran parking que estaba lleno de coches de turismos, nosotras nos acercamos andando hasta la valla donde se veían a unas ovejas durmiendo bajo la sombra de un gran árbol. Una estampa idílica y un lugar imperdible. Hay muchas actividades de ciclismo y paseos por el lugar que salen o pasan por Veere. Del molino volvimos hacia el puerto por el canal que nos llevaría hasta el centro para ver el ayuntamiento, muchas de las casas, calles y edificios del centro histórico de Veere datan de los siglos XV y XVI. Merece la pena ver el antiguo ayuntamiento en el mercado. El ayuntamiento y las Schotse Huizen (literalmente "casas escocesas", en referencia al comercio de lana con Escocia) albergan ahora el museo Veere, aquí no entramos, pero ni miramos el precio, fue por faltaba de tiempo. Despues de ver este rincón cito del pueblo bordeando la la Torre Campveerse volvimos al alojamiento para comer y descansar, y justo a tiempo ya que se puso a llover en cuanto subimos a nuestra habitación. A las seis de la tarde salimos y paseando por el paseo de arboles paralelo a la iglesia llegamos hasta el parking donde coger el autobús a Medelburg. En ese momento llovía por lo que no pudimos hacer nada de turismo en Medelburg más allá de ver el ayuntamiento por fuera y por dentro, ya que el baile era ahí. Al día siguiente salimos caminando por el bastión rodeando el lago para ir a dar un paseo en antiguo velero pesquero de la época. Veerse Meer es una gran laguna que se creó como una medida para contener inundaciones en el año 1961. La laguna está rodeada de reservas de la naturaleza, ideal para senderismo y observación de aves, y los visitantes pueden participar en diversas actividades acuáticas como navegación, windsurf etc. La pesca es popular y cuando montamos en el velero el patrón nos comentó las características de ese velero para navegar. El paseo en velero por el lago fue fabuloso ya que no solo se ven las costas y el pueblecito, sino que también disfrutando de la navegación ya que fue un fin de semana de mucho viento así que las velas desplegaron en su esplendor, tuvimos que agacharnos muchas veces para que “no rodaran cabezas” como decían, por el movimiento de los mástiles al manejar las velas con el viento. Tras el recorrido en velero fuimos hasta el museo de Veere ya que en frente nos esperaba un carruaje de caballos, cubierto por si llovía, para hacer un recorrido por los alrededores de Veere. Quienes llevaban el carruaje vestían como holandeses antiguos y el paisaje que recorrimos de canales, pastos, vacas, ovejas, molinos, etc era idílico para excursiones a pie o en bicicleta, nosotros atascamos un poco el trafico por nuestro carruaje a caballo, pero no podíamos hacer nada al respecto. El casco antiguo también cuenta con pequeñas tiendas, cafeterías y galerías donde los visitantes pueden explorar artesanías y productos locales. Ubicado en el centro, sirve como un punto de partida conveniente para explorar otras atracciones en Veere. Las visitas guiadas regulares ofrecen ideas más profundas sobre la historia y el patrimonio arquitectónico de la ciudad. Tras el paseo de hora y media nos marchamos a comer ya que teníamos hora y media libre hasta la siguiente actividad; un tea, chocolate o café con pastas. Pero tantas pastas que eso era como una cena mas que una merienda, y por tanto nos duró como unas dos horas. Yo esperaba que fuera en el interior, pero al final lo hicieron en el exterior, y tuvimos lluvia, pero nos respectó bastante. Después de descansar un rato mientras llovía intermitentemente salimos para ver la Torre Campveerse. Es una de las hospederías más antiguas de los Países Bajos. Estuve mirando el alojamiento ahí, pero era demasiado caro para nuestro presupuesto. Ya paseando con más calma visitamos el bastión, los cañones, y vimos las medusas flotar por las orillas del puerto, con la calma del viento el lago parecía un reflejo del cielo. El lugar vale la pena visitarlo.
Destinos errantes: Berbe en movimiento (viajes, escapadas, visitas, recreaciones, etc.)
Palacio Real de Turin - Italia
Palacio Real de Turin
El segundo día amaneció con un cielo despejado lo que auguraba mucho más calor que el día anterior. Como la visita no era hasta las diez aproveché el tiempo para ir al patio de entrada de palacio, donde me encontré con más recreadores que se dirigían hacia los jardines. Los jardines reales de palacio tienen entrada gratuita y hay zonas con sombra muy placenteras para escapar del calor. A las diez nos localizamos en el centro del patio interior del palacio para dividirnos en grupos, dos grupos de guía en inglés, un grupo de guía en italiano y otro de guía en francés. Si tengo que elegir prefiero el inglés porque entiendo más vocabulario, el francés y el italiano lo estudie, pero hace mucho tiempo que no lo uso y para quien los idiomas solo los aprende pro necesidad pues se olvida muy fácilmente. Empezamos la visita por las estancias de palacio estrechas, por las que iría el servicio, y que daban a comedores y otras salas con vistas al jardín, luego de un comedor pasamos a bajar hasta las cocinas. De la cocina original quedan solo un montón de sillas de madera apiladas pero la visita a las cocinas fue la parte menos sufrida porque al estar en la parte inferior del palacio se estaba mucho más fresco que arriba, en las cocinas se ha cuidado el detalle de dejar los elementos que se usaban en cada estancia, los alimentos y figuras del personal de cocina, incluida la “nevera”. Tras salir de la zona de cocinas cruzamos el patio para entrar a la gran escalera de Palacio, es realmente impactante la grandeza de la misma, para mi gusto el guía iba demasiado rápido para disfrutar correctamente de la misma, de aquí entramos a una gran sala llamativa desde los suelos hasta el techo, las dimensiones me recordaron al ayuntamiento de Oslo, entre la escalera y esta estancia es fácil imaginar porque era uno de los palacios mas grandes de su época. De aquí pasamos a visitar las salas del palacio, aquí el suelo estaba cubierto por alfombras y algunas paredes con tapices, lo que significaba que si ya hacia calor, más calor íbamos a tener, los tapices necesitan calor para su conservación. Así que, entre sala y sala, toda la visita muy interesante pero ya notaba de nuevo las gotas de sudor cayendo, me quite hasta los guantes esperando que quitando capas dejara de sufrir. Visitamos también el baño, inmenso y tras bajas escaleras volvimos a la gran sala donde el guía nos dejó tiempo libre para visitar el resto del palacio. El resto de salas son habitaciones impresionantes pero lo mejor es la armería, como es lo más llamativo del lugar estaba lleno de turistas, pero resulta impactante no solo por la armería en sí sino también por la sala en sí, los suelos y los techos. Tras las habitaciones se llega a la capilla, redondeada y aunque parece pequeña luego se ve que también es inmensa y ya puedes ir al siguiente nivel que es una zona dedicada a la pinacoteca, todo eran cuadros y, por fin, aire acondicionado, me detuve poco ahí, no me llamaban mucho la atención los cuadros. De aquí bajando las escaleras se llega al sótano donde se expone todo arte romano y griego, mosaicos, esculturas, cerámica. Ya se parecía al palacio Madama donde acumulan arte por todos los lados. Al final fueron tres horas de visita, la salida del palacio da a los jardines, pero como ya los había visitado por la mañana me dirigí al interior del café real para la comida (se podía comer dentro o fuera, pero si dentro había aire acondicionado mejor dentro), pero dentro no se notaba el aire acondicionado y además tiene la mala costumbre que toda el agua natural estaba caliente, eso si la comida muy buena y además había de sobra para que todos repitieran, creo que fue una de las pocas veces donde pude comer mucho y bien en estos eventos. Pero volviendo a la entrada, dentro había hueco en una sala donde Roberta y los malteses me dijeron si quería sentarme, como voy sola me da igual, no tengo problemas con los sitios. Luego quedó Silvia sola así que me ofrecí a sentarme en hueco de la mesa de las españolas para que se pusiera junto a Roberta (ambas italianas) pero cuando dijeron “igual quiere estar sola, no hace falta que te sientes aquí” me volví y no dije nada, yo si no me quieren no me impongo, por supuesto luego fue llegando más gente y como, es lógico, los sitios estaban contados y la última persona tuvo que sentarse en el hueco de la mesa española, bueno, así es la vida, no me querías a mí ahora tienes a alguien que habla ingles y tú, que me has desdeñado, no lo hablas, a eso algunos lo llaman karma. Al finalizar la comida me despedí de la gente y a la cumpleañera (había alguien de la recreación que cumplía años ese día) le desee que pasara un buen resto de cumpleaños y me marche a descansar y refugiarme del sol de las tres de la tarde.
Baile en el Palazzo Falletti di Barolo en Turin - Italia
Palazzo Falletti di Barolo de Turin
El Palacio Fallettti di Barolo se encontraba muy cerca de mi alojamiento lo que implica que se encuentra muy cerca del Palacio Real. Tras un recorrido turístico por la ciudad me acerqué al palacio para el Baile 1800 que organizaba Margarita de Jane Austen Society Florence. Había dos sesiones, pero para poder hacer todo el turismo que tenía planeado (las recomendaciones eran reservar unas dos horas para el museo egipcio) yo cogí la ultima sesión, para no ir apurada. La entrada al palacio es por el museo, la oficina de entrada no da la impresión de palacio hasta que entras al patio interior donde te encuentras con las escaleras y los ventanales de acceso a la planta superior, ahí es cuando lo ves como el palacio que es. Una vez subes la escalera estaba el salón de baile con un piano, aunque todavía no había comenzado la clase de bailas, continuas a una de las salas del palacio donde se exponían y los chales de Empire Shawls y donde había sillas para poder sentarse (un gran acierto) y la sala contigua del palacio encontrabas vestidos y complementos varios de la época napoleónica. Tras esas salas había más salas y al final legabas al pasillo que da a la terraza, donde estaba la gente disfrutando del poco fresco de la tarde, pero es que dentro del palacio hacía mucho más calor que fuera (y eso es decir mucho). Después de saludar a conocidos y a la organizadora volví dentro para seguir viendo el palacio, las salas estaban iluminadas con velas así que le daba un encanto de la época, fue en 1800 cuando Napoleón llego a Turín y el propietario del palacio se convirtió en amigo personal de Napoleón, ofreciéndole un regalo en su boda en 1806. Así fui pasando de habitación en habitación del palacio, la más llamativa es la que contenía la cama, con el orinal en una esquina, el escritorio, la camisa de dormir, etc todo lujo de detalles. Una de las cosas más llamativas son los techos de las salas. Tras le primer baile salimos de nuevo a la terraza pro un descanso, ya estaba anocheciendo así la luz de las velas le daba un toque más de la época y encantador (para no variar el agua estaba caliente, que costumbre tienen en Turín con el agua natural ponerla del tiempo, cuando el tiempo es de calor). Después de salir un rato y como no tenía nadie quien me acompañara volvía entrar a hablar un rato con Charo, aquí le comenté porque decía que yo que yo iba en viaje parecido, este viaje fue programado como recreación, pero al final se quedó en viaje de turismo, y solo permanecieron dos visitas como recreación. Así que quería aprovechar para hablar un rato con los amigos que hace tiempo no veía, pero al final fue poco el tiempo, la tarde se hizo muy corta, ni siquiera llegué a bailar apenas y es que el calor dentro del palacio era horroroso, notábamos caer las gotas de sudor sin llegar a hacer nada. Y así llegó el final de la noche me despedí de los amigos recreadores hasta no se sabe cuando nos volveremos a encontrar.
Visita: Julio 2024
Mis imágenes: Palazzo Falleti di Barolo
Información para viajar: Jane Austen society Florence
Turin - Italia
Turin
En verano es muy difícil que consiga algún día de vacaciones, pero con gran esfuerzo conseguí el viernes, perfecto para ir a Madrid y a primera hora coger el avión a Turín. Ya había facturado y estaba dentro del aeropuerto cuando pasó lo del fallo del sistema operativo, como no estaba viendo las noticias no me enteré mucho pero básicamente no funcionaba el programa a nivel global, como ya habíamos hecho todo y hasta teníamos ya la puerta de embarque asignada solo nos quedaba embarcar por lo que tampoco notamos mucho el retraso, que tuvimos, pero apenas quince minutos que no se notó. Durante la espera del aeropuerto me encontré con una compañera de recreación que también iba al mismo destino en el mismo avión, así que pasamos el rato de espera hablando y ni personalmente ni me enteré del retraso. Hablamos de todo un poco y no recuerdo muy bien como salió, pero comenté cómo había cambiado Corea del Sur y Singapur de la primera vez que los visité a ahora, y ella comentó que le pasó lo mismo con la costa amalfita la cantidad de gente que había porque ahora todo el mundo viaja. Yo en realidad no lo comentaba por la cantidad de turismo que hay ahora (que lo hay; ahora viaja mucha más gente que antes) sino más bien lo decía por como se transforman los lugares adaptándose y modificándose por y para el turista. Por ejemplo, en Corea del Sur cuando fui no es que apenas hubiera extranjeros frente al turismo extranjero que hay ahora, si, hablamos de ello, pero yo más me refería a que cuando fui no había tiendas de alquiler de hanbok y ahora hay muchas para turismo interno y sobre todo externo, no existía el falso “camino de Santiago coreano” que han creado en la isla de Jeju para que la gente recorra andando la isla viendo los lugares de interés paisajístico e histórico, esas cosas han salido para y por el turismo. Y cambian completamente el paisaje y las ciudades. Mi tía comentaba lo gris que le pareció Turín cuando ella lo visito, y yo le decía, pues ahora sale en todos los sitios como lugar de escapada, pero claro, se habrá adaptado a tener también turismo. Finalmente llegamos a Turín y del aeropuerto hay dos autobuses para ir a la ciudad ero como había tenia una semana horrible en el trabajo y llevaba una maleta lo suficientemente grande como para tener que facturarla yo me cogí un transfer que más o menos me salió de precio como un taxi en Madrid y Barcelona ( y lo sé porque a la ida salí de Madrid pero a la vuelta regrese pro Barcelona, es la ventaja de vivir en medio, que eliges la mejor opción según el día, y como es muy complicado pedir vacaciones el mismo domingo ya estaba volando de vuelta). Tenía un alojamiento muy céntrico, a cinco minutos andando del Duomo, así que nada más llegar deje el equipaje y me fui de turismo. Fui andando hasta la Plaza Castello donde se encuentra el Palacio Real y el Palacio Madama, y la primera sorpresa fueron los semáforos, hay que tener encontré que como nunca he querido aprender a conducir estoy acostumbrada a verde y rojo, el naranja lo asocio a los coches, claro, el primer semáforo con el que me tope en Turín estaba el peatón en naranja y no tenía claro si podía pasar o no, luego vi que es como cuando parpadea el verde, puedes pasar, pero date prisa que se va a poner rojo. Me adapté pronto, pero al principio mi instinto era parar, luego decía, ah, que puedo cruzar. Y esto me lleva a comentar algo que me llamó la atención y es que para ser Italia son muy civilizados en la conducción, me paraban más en los pasos de cebra de lo que me paran en España, por pararme me paraba hasta el tranvía, que eso fue muy gracioso, en mi ciudad el tranvía tiene prioridad sobre peatones y vehículos, así que yo vi que venía un tranvía y me quedé quieta, solo estaba yo esperando para cruzar, y el tranvía me paró, solo para que yo cruzara; fue un coque cultural. Es más, había una pareja con dos niñas en el otro lado y la niña le dijo a su padre en español, “mira papa, el tranvía ha parado, si pude parar”, lo que refleja lo que decía, uno se acostumbra a que no puedan parar ni para dar paso a los peatones. Y todo esto lo decía porque estuve paseando Turín desde plaza Castello, Plaza San Carlo, plaza Vittorio Veneto, porque con esos edificios elegantes uno puede pasear y disfrutar de los lugares que Turín tiene para ver. Pero siguiendo con las visitas comencé en la plazo Castello visitando el palazzo madame que estaba en obras y tenía zonas cerradas a la visita pero aún así vale mucho la pena, es más, me resultó muy curioso porque buscando que ver en Turín en muchos sitios no se comenta nada del Palazzo Madama así que fui un poco con la intriga de si valdría la pena y la verdad es que es una visita muy recomendada porque tienes de todo, y como no es muy turístico estuve prácticamente sola en la mayoría de las salas. El Palazzo es un museo con una variedad muy completa, tienes restos romanos, telas de teatro antiguas, cuadros, miniaturas, esculturas, baúles, ropas, cerámica, muebles de las salas del palacio, etc. No es como otros sitios que uno ve el palacio y sus salas amuebladas, o el palacio con exposición de ropa, o el palacio y exposición de pinturas, o el palacio y exposición de porcelana…no, aquí encuentras de todo, lo que para mi me parece maravilloso y me gustó mucho, sobre todo porque como nadie lo nombra en los blog y revistas de viaje es más sorprendente y muy tranquilo visitarlo. Ya se da un toque diferente empezando por el inicio, ya que por fuera tiene una fachada barroca que da a la plaza del Castello junto al palacio real y otra fachada más medieval con sus torreones que dan al monumento comandante Emanuele Filiberto de Saboya, flanqueado por soldados de varios ejércitos de la Primera Guerra Mundial. Una vez dentro tienes las impresionantes escaleras de los laterales, aunque la visita comienza por abajo y vas subiendo poco a poco, las salas del palacio son preciosas pero estaban restaurando el suelo de madera de algunas de ellas, los muebles hay algunos muy curiosos, y las miniaturas me llamó la atención que hay una de 1800 con el chal que reprodujo Empire Shawls, la cafetería se ve desde la plaza, con su enorme lampara, y hay tantas cosas por ver, en una de las torres hay un ascensor si no quieres subir y bajar escaleras para ir visitando las distintas plantas, pero también te permite subir hasta arriba del torneo donde hay una vista de 360 grados de la ciudad. El día estaba nublado, aunque caluroso, pero eso dejó ver más fácilmente las montañas que rodean la ciudad. Cuando termine de visitar el Palazzo rodee el lugar camino a la Galería Subalpina, que estaba prácticamente vacía, pasando junto al Cafe Baratti e Milano, sus escaparates son la atención de a quien le guste la moda y el modernismo. Tras visitar la Galerita me dirigía hacia la plaza San Carlo pero me desvié y acabé llegando al Puente Vittorio Emanuele I, otro de los lugares que no puedes perderte de la ciudad, por las vistas del río Po, sino también por las vistas al Mirador Monte dei Cappucini y las montañas. El agua del río Po baja tan tranquila que el reflejo de las casas y los arboles de la otra orilla son como un espejo. Pero como no era mi intención tras un vistazo y cruzar el puente para ver más de cerca la iglesia de Gran Madre de Dios y regresé camino a la plaza de San Carlo para ir al Café San Carlo, este café abrió en 1822 y es uno de tantas cafeterías antiguas de Turín que me rece la pena visitar, no son baratas pero el dulce de aquí es grande y buenísimo, mejor una buena merienda que una cena. Y de aquí ya marché a visitar el museo egipcio que en este año cumplía 200 años desde su apertura, por supuesto, para no variar con el resto de la ciudad tenía zonas cerradas por reforma aun así vale la pena visitarlo porque, y hay que tener en cuenta que he visitado el museo del Cairo, es muy completo de todo el arte egipcio, desde objetivos hasta momias, escritura, ataúdes, etc. Lo cierto es que acumulan tantos objetos que a veces te puede llegar a saturar tanta cosa, me recordó a cuando vimos Chan Chan, donde en uno de los museos se acumulaban los objetos en las estanterías uno pegado al otro que era difícil destacar un solo objeto. Pese a todo es una visita obligada y tal vez por eso aquí había mucha mas gente, nada que ver con la visita al palazzo madama por el que fui casi completamente sola. El museo tiene hasta rincones que son como las tumbas que vi en el valle de los reyes en Egipto, en esto se nota que sea un museo de 200 años, sin duda alguna ahora ya no se pueden ver mover tantos objetos preciosos y detallados en colores vivos como en la antigüedad. Tras visitar el museo egipcio y tras el paseo bastante completo por la ciudad volví al alojamiento para descansar un poco antes de vestirme para ir al Palazzo Falletti di Barolo que también es visitable como museo, pero yo fui para un baile aunque visite algunas de las salas y también tengo que comentar que hay visitar guiadas en italiano, lo que más me gusto es encontrarme con viejos amigos y la vita del lugar a la luz de las velas. Y este fue mi primer día, al día siguiente marche para visitar los jardines del Palazzo Real antes de tener una visita guiada por el palacio, que es también enorme, y aunque muy interesante al final estaba muy agotada y asfixiada del calor dentro del mismo, y que además este si que estaba lleno de turistas, pero también es cierto que este lugar siempre se comenta en los blog, no como el palalacio Madama. Y tras la visita comimos en el café del palacio, donde el aire acondicionado no se notaba apenas y además, malacostumbre que vi que tenía en Turín, pese a la calor el agua natural la servían del tiempo (es decir, caldo). Tras la comida fui a descansar y refugiarme del calor porque el día anterior, aunque caluroso habíamos tenido la suerte que estuviera nublado, pero en el siguiente día el sol brillaba en un cielo despejado y a la hora de la siesta era infernal estar en la calle, con razón desde quien me recogió en el aeropuerto como la del B&B se quejaban de lo caluroso del día, no están acostumbrados a esos calores. Tras dejar que el sol bajara un poco salí para seguir mi visita de la ciudad, me acerqué esta vez a la Puerta Palatina que era una de las puertas de acceso de la antigua ciudad romana y que se encuentra bien conservada y rodeada de un jardincillo, de ahí me acerque a la catedral de Turín y entre para verla por dentro, aquí es donde se guarda la Sabana Santa y se nota el número de feligreses que entran para rezar delante de los cristales que protegen donde se guarda. La catedral está unida al palacio real, pero como esta zona ya estaba vista me dirigí hacia la Via Po con sus soportales, a estas horas había venta de libros de segunda mano, lastima que fueran en italiano. Siguiendo la Via Po puedes desviarte y llegar hasta La Mole Antonelliana, que actualmente es el museo del cine, no entré a verlo, pero es uno de los lugares que más turistas tenía alrededor. Y tras la parada obligatoria a este monumento tocaba volver a acercarse al puente de Vitorio Emmanuele y cruzar el río Po para ver la iglesia de la Gran Madre de Dios y después desde ahí subir hasta el Mirador Monte dei Cappucini. El camino no tiene perdida ya que una vez visitada la iglesia a la derecha ya tienes una pendiente rodeada de vegetación, ese es el punto más positivo, y es que la zona que iba a visitar estaba rodeada de arboles que daban sombra y protegían del intenso calor. Puede parecer que va a ser una subida dura, pero nada más lejos de la realidad al final la iglesia de Cappucini está muy cerca y durante la subida se puede disfrutar entre los arboles de la vista de las montañas que rodean Turín. Una vez llegas al mirador está la postal típica de la ciudad de Turing y La mole, cuando subía había una pareja de novios y unas andaluzas que tardaron siglos haciéndose fotos, ninguna les gustaba. De aquí marche andando por la ribera del Po hacia el Parque Valentino, que para no variar también estaba en obras (la ciudad esta toda reformándose, así que sugiero que esperes a que terminen la obras para disfrutar aun más de la ciudad). En el parque valentino primero me dirigí a ver el castillo valentino, que, aunque estaba rodeado de zanjas y verjas de obras se podía ver la magnificencia de su fachada, de aquí me adentré en el parque para ver la escultura de las farolas enamoradas, y por el camino vi a los topos del parque. Tras encontrar y ver las farolas enamoradas me desplace hacia la fuente de los doce meses, que en marcha refrescaba el ambiente, y la verdad, por todo mi paseo por el parque el lugar estaba lleno de turinenses descansando en el césped a la sombra y alejándose del calor del asfalto. Y viendo que un banco se quedó libre frente al burgo medieval (que es una réplica de una ciudad medieval que, en la línea de la ciudad, está cerrado por reformas), me cogí un refresco fresquito del quiosco del parque y me senté a la sombra a descansar un rato y aunque a estas horas podría estar en el palacio de Stupinigi en un baile de 1800 lo cierto que decidí no ir y lo peor, no lo lamento en absoluto. De inicio este viaje lo reserve en enero por la recreación pero cuando por fin salieron muy tarde ya era muy tarde y no me llegaba para hacer todo el programa, y la cosa es que supongo que he ido a muchos bailes de este tipo y ya no me compensan tanto, recuerdo el de Nápoles, que si que lo disfrute viendo todo, y la cena, y todo lo que quieras, pero al final depende del precio no em compensa porque también paso muchos ratos aburrida, no lo había dicho antes pero la realidad es que cada vez me aburro más. En el próximo baile voy acompañada así que supongo que será diferente, ya os contaré. Tras un rato descanso cruce el puente Isabell para tomar la Viale Stefano Turr que me daba una vista del atardecer sobre el burgo medieval. Y seguí hasta llegar de nuevo al puente Vittorio Emmanuele donde tomé la vía Po para disfrutar del anochecer sobre el centro de la ciudad como despedida ya que al día siguiente salía de regreso por la mañana. Y dicen que más sabe el diablo por viejo que por diablo, como sé que viajar en verano es infernal (y no solo por los calores) como el tren de regreso a las seis de la tarde, si todo iba bien iba a estar mucho tiempo en Barcelona pero como es verano, el vuelo, junto con otros, se retraso horas, así que estuve bastantes horas en el pequeño aeropuerto de Turín. Finalmente salimos y aquí es donde hay que darle la razón a quien me dijo que ahora viajaba todo el mundo, lo que le costo (y ya empezaba tener poca paciencia) a la azafata convencer al viajero que el equipaje en el despegue y aterrizaje debía ir arriba o bajo el asiento, que además el equipaje no era nada pequeño porque, afortunadamente había un asiento libre detrás, finalmente consiguió que el viajero entendiera que si lo llevaba encima y pasaba algo golpearía a otro viajero, cuando lo fue a meter bajo el asiente le fue imposible, pedazo de mochilón lleva, y lo quería llevar sobre las piernas. La cosa no acaba aquí, antes de aterrizan dijeron, la salida será ordenada por filas que se irán nombrando, manténganse en sus asientos hasta que les toque, pues nada, todos de pie corriendo a colocarse para salir, pues cuatro veces dijo la azafata que se sentaran, y ni caso, tuvo que ir otra azafata de refuerzo para decir, a ver, os ha dicho ya cuatro veces que os sentéis, id a vuestros asientos y el equipaje fuera del camino de paso si hay que hacer una evacuación de emergencia. Finalmene la marabunta volvió a sus sitios, se sentó y ya pudimos salir ordenadamente según nombraban. Luego toco el caos de la cinta, como salimos con tantísimo retraso nuestro vuelo no salía en pantalla sino que salían los posteriores, y aunque no lo parezca yo me fijo en mi alrededor y después de un buen rato en el que un grupo de personas del vuelo (los había visto algunos en el vuelo otros en la fila de facturación) vi que había dos chicas que facturaron a la vez que yo que escaneaban el QR y tras un rato largo mirando vi que se fueron a una cinta, como vi que no se movían de la cinta me acerqué y vi que en la cinta ponía que era el equipaje del vuelo de Turín. Así que en cuanto cogí mi equipaje me acerque a las pantallas donde todavía había gente del vuelo esperando encontrar su cinta y avise que la cinta 6 era el equipaje de Turín (buena acción hecha) y me fui corriendo a la salida, todavía tenia que llegar a la estación de tren y con mucho estrés pero llegue con tiempo para estar diez minutos antes de que saliera, muy justo pero por eso lo cogí con mucha separación, así que un recorrido tan corto me supuso casi un día entero de viaje.
Ataque carlista 1836 Zaragoza - España
Zaragoza 5 Marzo 1836
Visita: Marzo 2024
Llega el cinco de marzo de 1836, donde los carlistas invaden Zaragoza y son repelidos. De aquí se convierte en la primera fiesta laica de Zaragoza. Y otra excusa para viajar en el tiempo. Debían ser alrededor de las cuatro de la mañana del cinco de marzo de 1838. Reinaba la noche más absoluta y las calles parecían en calma, pero justo entonces un pequeño grupo de soldados carlistas trepó a los muros de la ciudad para, una vez dentro, forzar la puerta del Carmen y que sus compañeros entraran en tropel. Por eso el primer lugar de partida es la Puerta del Carmen, de aquí nos moveremos hacia la Iglesia de Santa Engracia ya que se
dice que el lugar que se ocupó en cuestión de minutos, desplegándose luego por
la plaza de la Constitución, el Coso y algunas calles adyacentes. Recorrido que
continuaríamos, tras las explicaciones de Daniel Aquillue doctor en Historia
que nos la explica con todo detalle mientras vivimos esa jornada. Paramos en la
calle que lleva nombre de este día para explicar un poco más de la fiesta y de
las vestimentas de las mujeres liberales de la época. Y cuando nos acercamos a
la plaza San Felipe nos explican los trajes de los hombres, milicianos y tropa,
como las banderas, antes de lanzar la salva de honor. Y tras la salva nos
acercamos al mercado central para recordar como fueron los ciudadanos quienes
ayudaron a derrotar el ataque carlista a Zaragoza, terminando recreando el
abrazo de Vergara en la iglesia de San Pablo.
Mis imágenes: cuaderno fotografico
Información para viajar:
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