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Lunas de Estambul: Estambul y Pamukale

En el libro "Lunas de Estambul" de Sophie Goldberga te encuentras entre México y Turquía, con la descripción de la familia judía dividida entre dos mundos. Pero además el libro también es un compendio de recetas judías caseras.

Leí el libro después de haber estado casi tres semanas por México y tras haber estado por Turquía, por lo que es fácil rememorar lugares con las descripciones que se hacen.

"Iba a dejar Turquía, la que alberga a Izmir o Esmirna, considerada por muchos la tierra natal de Homero, la perla del Egeo, la que vio clavar los maderos del caballo colosal. Iba a dejar la vieja Constantinopla que por miles de años fue el escenario de distintas soberanías. Iba a dejar Turquía, la tierra con olor a comino. Iba a dejar Turquía y su cielo sostenido por minaretes dorados. Ventura consideraba que Turquía era el museo al aire libre más grande del Viejo Mundo." 

Vista de Estambul desde el palacio de Suleiman

"Jamás dejaría de extrañar el Monte Ararat que sería reemplazado por el Iztaccíhuatl; o bien, Pamukkale, que significa castillo de algodón, el lugar en que la familia Esquenazi de vez en cuando iba a vacacionar; eso, si su economía mostraba alguna esplendidez. Este lugar era la antigua ciudad de Hierápolis que dejó como vestigio baños romanos, y su necrópolis de dimensiones extraordinarias. Pero Ventura no acudía ahí, ella iba a las fuentes termales que habían sido creadas por capas calcáreas tomando formas indefinibles, donde las piscinas a distintos niveles acentuaban un milagro visual de aguas que continuamente lavan sus terrazas erigidas por la acumulación de cal."

Necropolis de Hierapolis

Terrazas de aguas termales en Pamukale

Terrazas de sal en Pamukale

"Entre puestos y mercancías, Ventura y su madre cruzaron por las jorobas de las callejuelas del rumbo de Eminönü para llegar al Bazar de las Especias: el Bazar Egipcio. Diferentes pimientas en grano, frutos secos, esponjas de mar y panales de miel de un delicioso color ámbar custodiarían sus pasos. En su trayectoria observaban a hombres, jóvenes y viejos, sentados en cajas de madera jugando shesh besh, el pasatiempo oficial de los turcos, un juego de fichas parecido al backgammon, y bebiendo el refrescante raki. Los techos de teja roja albergaban la vid entrelazada que se tendía desde las ventanas para trepar a lo alto de los balcones proveyendo de sombra y fruta a sus inquilinos. De las terrazas tramadas con enredaderas colgaban las tradicionales alfombras: los kilims de lana y los shirvan eran desempolvados por las señoras"

Bazar de las Especias

Interior del bazar de las especias

calles adyacentes al bazar

"El empedrado de las calles había sido estriado por los senderos metálicos del tranvía de la línea T1 Zeytinburnu-Kabataş, el tranvía nostálgico, como muchos le llamaban, ya que pasaba por la Mezquita Azul, la Basílica de Santa Sofía, el Gran Bazar y, por último, el Bazar de las Especias o Bazar Egipcio. Los inicios de este último se remontan a 1663 y su nombre remite al momento en que Estambul marcaba el final de la ruta de la seda y era el centro de distribución de toda Europa. A unos pasos del puente Gálata, Ventura y su madre se sentaron en una banca para descansar de su caminata; desde ahí observaron a la gente que bajaba del tranvía y escogía por cuál de las seis diferentes entradas introducirse a ese mundo en el que se respiraba una mezcla de comino, orégano y clavo."

El Gran Bazar

Puente y al fondo la torre

Cerca del puente Gálata

"El mar de Mármara, el mar Mediterráneo y el mar Negro confluyen en las tierras de Estambul, como si asistieran a una ceremonia, como si se tratara de uno de los ejes del mundo. En premeditado embudo, forman un solo cauce que se dirige al estrecho del Bósforo, separando la parte europea de la asiática de la ciudad de Estambul y acercándose como si quisieran tocarse los labios. Justo en el punto en donde entra el mar de Mármara en dicho estrecho, se forma una península en cuya punta descansa la vieja Estambul. El Cuerno de Oro, santuario en forma de punzón y puerto natural, desemboca en el mar de Mármara y divide la parte europea de la ciudad, como si fuera una amante indecisa, entre la ciudad vieja y la zona de Gálata. Según la leyenda, el nombre de Cuerno de Oro se debe a la cantidad de objetos de valor que los bizantinos sumergieron en sus aguas y a las tierras fértiles que rodean la belleza de su forma." 

El Bósforo

El Bósforo

"Y de pronto, en su alucinación, se vislumbró en Estambul, en Santa Sofía, cuando tenía doce años. El sol del Mediterráneo se derramaba sobre los pequeños mosaicos que cubrían paredes y cúpulas, columnas y arcos. Aquel esplendor le creaba una sensación de irrealidad, como si fuera un espacio encantado." 

Interior de Santa Sofia

"Beti nos llevó a la ciudad vieja para ver la mezquita de Süleymaniye y la imponente basílica de Santa Sofía. Una frente a la otra, igual de majestuosas, igual de solemnes; una parece reflejarse en la otra como en un espejo. Cúpulas y minaretes."

Santa Sofia

La mezquita azul

"Aquella tarde, visitamos el palacio estival de Dolmabahçe, a orillas del Bósforo. Todo ahí me hacía revivir las historias de poderosos sultanes y bellas princesas. Me llamó la atención su estilo europeo, un tanto Louvre, un tanto Buckingham, sin dejar el carácter tradicional otomano. Comprobé lo que mi abuela decía sobre los techos del interior del palacio, que estaban decorados con catorce toneladas de oro. No podía creerlo. Se revelaba el esplendor del Imperio otomano. La luz natural se colaba por los dos mil setecientos ventanales. Impresionante el candil de cristal de Bohemia de setecientas cincuenta luces que la reina Victoria de Inglaterra le regaló al sultán Abdülmecit I. Estar ahí era como estar en uno de los relatos de Las mil y una noches. Después de deambular entre fuentes, esculturas y tulipanes negros, llegamos al harén, la residencia de las concubinas del sultán. Mi tía Beti describió la importancia de la jerarquía en el harén."

Interior Palacio Dolmabahe

Interior Palacio Dolmabahe

Interior Palacio Dolmabahe

Esta vez he combinado dos destinos, porque en realidad Pamukale solo lo nombra de pasada, y he combinado también dos viajes, dado que estuve dos veces en Estambúl, en la primera ocasión dejaban hacer fotografías dentro de palacio, ahora ya no dejan.

(Todas las fotografías son de mis viajes)

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