Personalmente es una actividad que me encantó por lo poco
usual que es y por el encanto que lleva el paisaje y la gente que participa. En
primer lugar comienzas a entrar en el pasado cuando llegas a Hoorn y tienes que
comprar los billetes de tren, que se hacen en el museo del tren a vapor que
tiene varios tipos de trenes, y una taquilla antigua donde comprar los
billetes. También están los revisores vestidos de época que una vez subes al tren pasan a chequear tu
billete.
El trayecto del tren pasa por lugares muy interesantes, pequeños rincones bonitos y por grandes campos de amapolas. Cuando fui en otoño las amapolas no estaban en flor pero el gran campo de flores y los molinos típicos holandeses creaban un hermoso paisaje, que en primavera será aún más espectacular.
Las paradas eran en pequeñas estaciones que conservaban el
aspecto antiguo, con la gente vestida de época como trabajadores y viajeros, de
forma que en esas pequeñas paradas quienes desentonaban eran los turistas como
yo y no ellos. En el camino un coche de época con su conductor y pasajeros
ataviados de época siguen al tren pro carretera y uno puede salir a la parte
trasera del vagón y disfrutar del paisaje además de saludarlos, al igual que
ellos.
Hay varias pequeñas paradas hasta que el tren llega a su
destino final junto al puerto donde espera un barco de vapor. La actividad
tiene dos puntos de interés: por un lado el punto histórico del viaje en el
tiempo y por otro lado el paisaje, que es bonito en otoño y en primavera será
espectacular.
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