Camino a Jaca
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Información para viajar: Pendiente
Como de costumbre mi método de viaje fue el tren, lo que ya de por sí es una aventura. Esperando al “canfranero”, nombre con el que se conoce al tren que va de Zaragoza a Canfranc y que me llevaría a Jaca, me fijé que había más gente de lo que hubiera esperado, pero no lo suficiente para llenar los tres habituales vagones del tren. Pero eso fue en la primera parada, en las siguientes empezaron a entrar estudiantes con sus maletas y apuntes, tal era la cantidad que corrían a por un asiento libre. Esto era debido a que el tren llevaba los tres vagones viejo, que son más pequeños de espacio al ser más antiguos que los vagones de los regionales habituales (como el que cogí a León o Aranjuez). En conclusión los tres vagones acabaron llenos de gente y maletas, así como los rellanos entre vagón y vagón. Los estudiantes que no consiguieron asiento se sentaron sobre sus maletas o en el suelo, porque no es plan de pasarse horas de pie, y yo acabe arrinconada en mi asiento, tampoco podía moverme porque estábamos todos encajonados. Y justo en la siguiente parada de un pueblo subió un chico con una bicicleta de montaña, y en consecuencia los estudiantes sentados en el suelo del rellano entre el primer y segundo vagón tuvieron que levantarse para conseguir que entrara el chico y la bicicleta, y tuvieron que pasar el trayecto de pie. Este trayecto me recordó al de Suiza, en el que acabamos viendo a la gente sentada en los rellanos entre vagón y vagón, solo que peor, porque aquí hasta el pasillo estaba lleno de gente o maletas. El revisor consiguió con esfuerzo pasar del primer vagón al último, pero se quedó de pie en el último vagón hasta que llegamos a Huesca, porque aquello era como el camarote de los hermanos Marx. En Huesca se bajó casi todo el tren (un par de señoras mayores fueron directas a quejarse) y el resto de los viajeros nos levantamos para poder estirarnos dado que nos habíamos quedado encajonados sin movernos para que hubiera más espacio para subir. El tren tiene un paisaje muy bonito cuando entra en el alto Aragón, y además va junto al embalse y el río. Esta vez fue la vez que más agua vi en el embalse dado que llegaba junto a las vías del tren, aunque luego me dijeron que a veces hay agua a ambos lados de la vía debido a las crecidas. Supongo que como hacía mucho que no teníamos tanta agua, yo no estaba acostumbrada a verlo así, casi parecía un pantano de esos de Luisiana con los árboles cubiertos por agua. Afortunadamente hay un paisaje interesante dado que el trayecto de 144 km cuesta 3 horas y 15 minutos (si todo va bien). La cuestión es que cuando llegué a Jaca ya quedaba poco para que cerraran la ciudadela así que me dirigí al hotel (que estaba completo) y tuve la suerte que mi habitación tenía un balcón que daba a la ciudadela. Desde ahí pude ver las carpas y las banderas del campamento y fue mi útil para mi trabajo como espía. Me explicaré, una recreadora que conocía al final no pudo ir a Jaca así que como yo iba sola y no conocí a nadie más me ofrecí a ser sus ojos, hacer muchas fotografías y vídeos y prácticamente, ser su espía. En más de una ocasión capturé a gente conocida sin que se dieran cuenta, y mi habitación, situada estratégicamente, fue muy útil para esa labor. Aunque no está bien que uno lo diga, creo que no hice mal trabajo como espía. Por la noche quedé con dos parejas de recreadores a tomar algo junto al hotel, que había descubierto que estaban en la recreación de los tercios durante mi trabajo como espía. También quedé un rato el sábado por la tarde con un amigo que es de ahí de Jaca, pero cualquier otro intento de turismo en Jaca quedó relegado al olvido. La recreación fue muy interesante, nunca había visto ni estado en una de este siglo y me gustó muchísimo, por lo que de Jaca solo llegué a ver la ciudadela y el camino de la estación de tren al hotel. No es que Jaca tenga mucho para ver, pero algo más podría haber hecho si no hubiera estado tan entretenida con la recreación. Pero sobre la recreación mejor os cuento en otra entrada, aunque ya os adelanto que valió la pena el trayecto de más de tres horas (me gustó muchísimo).
Visita: Mayo 2018Mis imágenes: Pendientes
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