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Recreación Los Tercios en Jaca - España

Recreación Los Tercios - Jaca

Cambiamos de tercio. Y nunca mejor dicho, porque me voy de viaje a la época de los tercios españoles: la Jaca del Siglo XVI. A primera hora de la mañana ya había fila en la taquilla donde se compraba la entrada para ver la recreación de los tercios en la ciudadela. La entrada no me pareció nada cara, eran cinco euros y podías entrar y salir durante todo el día. Aunque el domingo oía a unos cuantos quejarse del precio, está claro que la gente no ha ido a otros sitios de España donde por menos pagas más. El sábado y domingo hubo bastantes visitas pese al mal tiempo, el sábado viento y un poquito de lluvia y el domingo mucho frío (al menos para mí). Lo cierto es que la ciudadela de Jaca es un lugar único para una recreación porque tienes el rincón perfecto para crear el ambiente de la época. La ciudadela de Jaca se construyó en 1592 y este fin de semana se iba a recrear la vida y batalla de los tercios, que duraron desde 1534 hasta 1704. Un tercio era una unidad militar del Ejército español durante la época de la Casa de Austria. Los tercios fueron famosos por su resistencia en el campo de batalla. Yo me lo pasé muy bien, me gustó muchísimo todo lo que vi y además me encontré con gente muy maja durante todo el fin de semana, lo que ayuda mucho a pasarlo bien. Antes de entrar a la ciudadela, la bandera de los tercios ondea en la entrada custodiada por dos guardias de la época. Desde el momento en que cruzas las puertas de la ciudadela cambias completamente de época y te encuentras sumergido en el siglo XVI. Podrías pasear por la ciudadela o bien quedarte en un rinconcito como un viajero del tiempo dedicado a observar los acontecimientos en silencio. Daba igual lo que decidieras porque en cada rincón la vida de la época estaba presente. Tras cruzar el umbral de entrada a la ciudadela me dirigí al patio central donde el capitán estaba dando instrucciones sobre el uso de la pica, a mi alrededor empezaron a llegar campesinos y nobleza para ver el espectáculo y yo me quede cerca escuchando un poco (no mucho debido al fuerte viento) las instrucciones que el capitán impartía a los piqueros sobre como manejas las picas en el combate bajo la atenta mirada del clero y la nobleza. Como observé que la instrucción iba a ser larga, algo comprensible teniendo en cuenta que las picas miden varios metros de alto, me dediqué a observar los detalles de los trajes de la nobleza cercana. La moda de este siglo nunca me ha interesado pero no deja de ser llamativa la diferencia entra las clases sociales, mucho más que en otras épocas. Además la decoración de las magas, los cuellos, los tejidos, y la complicación de las faldas no dejaban de ser llamativas. Tras despistarme de la nobleza dirigiéndose hacia la capilla observé junto al pazo otra instrucción, donde se estaba dando explicaciones de cómo cargas el arma, colocarla, encender la mecha y disparar, no sabría decir si era una instrucción de mosqueteros o arcabuceros, dado que mi conocimiento sobre armas no me permite distinguir entre mosquetes y arcabuces, y ambos son parte del ejecito español que se colocaban como apoyo a las picas en el ataque de la batalla. Junto al pozo podías ver pasar a los caballos ejecutándose con sus jinetes a sus lomos, o bien al pueblo subir con cestas llenas de comida. Girando hacia la derecha te podías encontrar con otro grupo en instrucción, pero mi duda es la misma, no sé si eran arcabuceros o mosqueteros pero también estaban enseñándoles cómo debían proceder con el arma, sobre todo muy importante, tanto en español como inglés, había algo que no se hacía nunca con los guantes puestos (el viento fue un incordio todo el sábado, tanto porque la cofia no me aguantaba en la cabeza como porque a veces no me dejaba oír con precisión lo que decían). Mientras estaba junto al pozo observando a los soldados en instrucción una dama de la nobleza bajó con su sequito y su guardia personal y conseguí ver a unos rodeleros hablar sobre la paga que habían recibido. Así que me animé y decidir subir a ver que había pro el campamento, yo tenía algunas frutas en mi cesta que se podían vender llegado el caso, y no hay que olvidar mi papel de espía, tenía que descubrir donde estaba la tienda de la persona a la que debía seguir, y localizar cómo vestía porque con tanto sombrero o casco era muy difícil conseguir reconocer a la gente así que tenía que identificar el ropaje para poder vigilarlo en la distancia. La zona de campamento era todo un pueblo viviente, podías encontrar la taberna donde había fuego real y te vendían migas o morcillas cocinadas ahí (y bien ricas), aunque cerca estaba el dentista que con los gritos de sus pacientes y la sangre quitaba un poco el apetito, mientras las tiendas de la nobleza tenían sus mesas y adornos como si fuera un pequeño palacio, nunca llevaban lejos la comodidad que su rango requerida, y hasta estaba la tienda que era la capilla del grupo, con su virgen y sus sacerdotes, mientras alrededor las tiendas de la soldadesca eran un cumulo de armas, jarras de alcohol y comida. Paseando podías ver la tienda donde vendían sardinas, cestería, hierbas, y también había música, para divertirse un rato. Un poco más lejos estaba la zona donde encargarse de los muertos, así como un charlatán que mantenía a la gente entretenida a cambio de dinero, y mientras los niños correteaban jugando con espadas de mentira otra zona de tiendas de la nobleza, y aquí se podía ver a un escribano, también muy útil si uno quería redactar alguna carta para la familia, y empezaban a organizar algún taller de costura mientras la nobleza bebía y comida en sus tiendas resguardados del viento. Mientras paseaba buscando a mi victima disfrutaba de cada rincón y lo que me ofrecía los sentidos. Y así desde arriba pude ver como las picas entrenaban los ataques unas contra otras, mientras en un lado de la muralla estaban otros practicando con las espadas. Junto a mí la nobleza comenzó a bailar y pude observar cómo eran los bailes. Y finalmente lo encontré, había estado practicando con las picas y una vez localizado ya no lo perdí la vista, ya bien de cerca o de lejos, lo tenía localizado. Y como no había sido suficiente en la plaza empezaron a juntarse la gente del pueblo con un par de músicos que comenzaron a enseñarnos bailes de la época y animándonos a bailar con ellos, y había bastante gente pese a que comenzó a llover (nunca llegó a llover muy fuerte pero si cayó algo de agua). Y sin darme cuenta llegó la hora de la comida, donde aproveche para regresar a mi alojamiento y descansar un poco, porque había pasado toda la mañana sin descanso disfrutando de instrucciones, de experiencias ajenas (es lo que tiene ser un observador) y de bailes. Y justo mientras miraba por el balcón de mi habitación, que daba al frente de la ciudadela, vi al objeto de mi seguimiento, así que me prepare y seguí a la persona con calma hasta descubrir que era el momento de la instrucción de los rodeleros. Me quedé observando parte de la instrucción donde los rodeleros practicaban con la espada y el escudo y aprendían a como atacar a las picas. Después subía a echar un ojo al campamento y así observé a los mosqueteros practicar en otro patio de la ciudadela, y mientras estaba sentada en el muro también vi como los pequeños mosqueteros luchaban con los rodeleros. Cuando empezó a llegar la gente me pidieron hacerme varias fotos, al parecer (con la cofia bien puesta) les recordaba a un cuadro, excepto una pareja de japoneses que me pidieron muy educadamente una foto (como son ellos) y luego me intentaron decir a quien me parecía pero no los entendí. Mientras me levantaba y volvía para bajar a ver otra vez el campamento vi como los mosqueteros que estaban desfilando paraban para la bendición del clero, o luego a unos cuantos que estaban luchando con espadas, así que me senté cerca del pozo para ver el combate de esgrima que fue interrumpido por el capitán, porque los duelos estaban prohibidos, pero ellos aludieron que no era un duelo que solo estaban practicando. Luego tuve que dejar la ciudadela un rato para ir a ver a un amigo, que es de Jaca, y cuando regresaba coincidí con los tercios de dar una ronda por la ciudad, desfilando con sus picas por Jaca. Los seguí al interior y en ese momento vi que en el salón estaba la nobleza reunida con el clero, no podía entrar dentro porque la sala estaba escoltada por dos soldados (uno de ellos la persona a la que “espiaba”) y apenas podía escuchar pero entendía que le estaban dictando al escribano el testamento de una de las damas. Dejándoles con su testamento me dirigí a la plaza central donde me encontré con una procesión que llevaba la virgen y el olor del incienso impregnaba el ambienta mientras los niños corrían detrás, escuche a unos decir que era un entierro y luego vi en la televisión que hubo algo en la morgue, pero me lo perdí, es que había muchos cosas y todas a la vez, era pasear y descubrir un rincón nuevo, es decir, como la vida misma, y no una representación cronometrada. También vi a un recreador sacar el móvil un momento (porque hay vida y tiempo fuera de las murallas) y escuchar a una niña toda serie “mama, en aquella época ya había móviles” y la madre sonreír y decirle que no. Así como un padre decir a sus hijos: “mira ya salen los caballeros, no los caballos, sino los caballeros”, cuando los mosqueteros desfilaban por el foso de la ciudadela. Aunque también un profesor de historia nos dijo que estaba enseñando a sus alumnos ese siglo y que les iba a enseñar las fotos porque era la historia viva. Así que hubo de todo entre el público, incluso el que el domingo se quejó que había todo cajas y bolsas de plástico (eso era nada más abrir la puerta de la ciudadela a primera hora del domingo en que la gente todavía ni se había preparado, porque los de fuera no saben lo duro que es vivir un día en otra época. Los recreadores que estaban en la habitación contigua a la mía dijeron “yo he venido a pasármelo bien” y eso precisamente hacemos, pero cuando uno se pega todo el día sin parar, pasándoselo bien, pero sin descansar más allá de una hora para comer, al final acaba muy cansado como para estar listo a primerísima hora, y a eso hay sumarle el frio que llegó de repente para instalarse el domingo, que ni que fuera invierno. Pero no creáis que la tarde del sábado acabó en el entierro o procesión o lo que fuera. Sino que después hubo una explicación de las diversas armas y el uso de estas durante la época, aquí volvió a llover un poco, y al final se hizo el alzado de bandera y un minuto de silencio. Y aunque salimos de la ciudadela luego regresamos tras cenar para comenzar el desfile con antorchas por la ciudad. La noche con el viento y habiendo nevado en las montañas se volvió muy fría y hubo mucha gente que no apareció. Aunque otra mucha más que por el frío no apareció porque falleció tras el intenso día, como una dama de la nobleza, que cayó agotada y por la noche ya no se la vio. Pero el desfile con antorchas por la ciudad es muy interesante porque pese a que los desfiles son lo más aburrido de las recreaciones este tenía un regalo para los recreadores. Me explico, el desfile comienza en la ciudadela donde nos dan antorchas y salimos con ellas encendidas por las puertas de la ciudadela y empezamos a recorrer toda la ciudad, Jaca no es muy grande pero a esas horas todo el mundo está en los bares y restaurantes así que nos dejamos ver y oír porque también salimos con un tambor y la cruz delante de nosotros abriendo camino. Y el tambor con su sonido llama la atención sobre la procesión de tercios y el pueblo con fuego. Pero cuando por fin regresamos a la ciudadela el desfile no acaba aquí sino que vamos a dar una vuelta por la plaza con las antorchas y de regalo nos apagan todas las luces del lugar, y estábamos andando en la noche solo con la iluminación de las llamas de nuestras antorchas. Un momento fabuloso, no para el público pero si para nosotros, que el público ya nos tuvo andando por la ciudad un rato largo, que tras todo el día sin parar (y yo no había estado entrenando o de guardia de pie, o pelando) ya estábamos cansados. Y al final de la noche por fin regresamos a dormir y al día siguiente de nuevo a vestirse y salir. Dentro de lo que cabe yo tuve suerte porque como no tenía traje de la época me apañé uno de pueblo con el baúl de baturra de mi hermana una cofia que tenía, pero la nobleza se levantó a las ocho para empezar a vestirse y terminó a las diez y cuarto. El domingo disfruté de ver la batalla, podía haber participado pero tenía muchísimo frío, dado que no tenía ropa de lana, no me esperaba esas temperaturas a estas alturas. Antes de la batalla disfruté paseando y hablando con la gente del campamento, esta vez había mucho más publico pero o que más me apetecía era acercarme al fuego y comer. La batalla fue muy interesante porque recreaba un ataque unos aldeanos por una partida francesa y luego un regimiento español contratacaba. Me gustó por dos motivos, uno porque incluían a los civiles, cosa normal en la época, pero no usual en algunas recreaciones en ciudad, y otra porque como es una época de la que no conozco apenas la estructuración de ataque fue muy interesante (el cañón tal vez demasiado cargado porque el público nos ahogamos en pólvora y un viento muy fuerte que no dejaba oír las explicaciones, pero por todo lo demás muy interesante y entretenida.

Visita: Mayo 2018 

Mis imágenes: España - Recreaciones VII - S.XVI.

Información para viajar: Pendiente

Comentarios

  1. Que bonito lugar y muy buen articulo.
    Lo que veo es que España tiene diversos lugares turisticos que son dignos de visitar. Muy buen post.

    saludos!

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