Siracusa - Italia

Siracusa 

Tras Taormina nos marchamos a Siracusa, para ello el autobús fue otra vez hasta Catania y de ahí a Siracusa, este trayecto lo hizo varias veces y nos comentó el guía que porque la carretera de la costa era muy mala. Llegamos de noche y tras la cena nos acercamos la ciudad vieja en la antigua isla de Ortigia. Se construyó un puente que la une al resto de la isla así que ya no es más una isla, la Siracusa moderna está a un lado del puente, al otro lado comienza Ortigia: la Siracusa antigua. Ada más pasar el puente, que tiene mucho más encanto de noche que de día se llega al templo de Jupiter, o más bien a sus ruinas. Como es semana santa hay mucho movimiento, todas las iglesias están abiertas (lo estarán todo la noche) y familias enteras con niñas van y vienen entrando y saliendo de las iglesias, formando grupos, hablando, y todos los curas que vemos, incluso los jóvenes, llevan sotanas. Siracusa de noche tiene un cierto encanto que pierde al verla de día, las casas antiguas con sus balcones barrocos están iluminadas de forma tenue, dándole un toque romántico al callejear, y la catedral resalta sobre el resto. Dentro de la catedral, entre el paseo de feligreses y rezos y la tenue luz de las lámparas, esta adquiere un aspecto evocador, un paseo al pasado; con esas columnas griegas, esas lámparas de estilo árabe, y las pinturas barrocas. Toda una extraña mezcla que no desentona sino que al contrario, hace a la catedral muy hermosa. Caminamos hacia el mar y regresamos al hotel después de entrar en unas cuantas iglesias más. Al día siguiente Siracusa de día no tiene el mismo encanto que por la noche, hay una fuente, la de Aretusa, que se ve mucho mejor de día que con la tenue luz de las farolas por la noche, pero el templo de Júpiter parece más pobre de lo que se veía de noche, y la casas resultan descuidadas. La fuente de Aretusa es un manantial de agua dulce que surge del suelo a escasos metros del agua del mar. La existencia de este curioso lugar, tan valioso para la ciudad, se explica mediante el mito de Aretusa, hija de Artemisa. Alfeo persiguió a Aretusa anonadado por su belleza, así que Artemisa convirtió a su hija en corriente de agua para que pudiera escapar, pero Zeus convirtió a Alfeo en un río y, así, las aguas de ambos se mezclan al llegar al mar. Antes de llegar a esta fuente de agua dulce podemos ver la catedral, por fuera se ve más grande dado que de noche solo la portada estaba iluminada. Se ve como una mezcla de mezquita, templo griego y catedral barroca, todo debido a que fue todas las cosas cada una en la época en la que cada civilización gobernó la ciudad. Por dentro la catedral sigue siendo muy bonita en sus contrastes de civilizaciones, pero pierde ese brillo misterioso que tenía por la noche. Antes de visitar la ciudad de Siracusa, donde paramos a comer, visitamos el recinto arqueológico, y con el madrugón somos los primeros en entrar. El parque arqueológico de Neapolis está situado en la parte alta de Siracusa, y se compone de tres partes: el teatro griego, el anfiteatro romano y la latomía, la entrada costó 9 euros. El teatro griego se conserva tal cual, sin modificaciones romanas, en el escenario están trabajando unos obreros dado que el teatro se usa para un festival de teatro griego. Tras los árboles que hacen de pared del escenario se podría ver el mar Mediterráneo, los griegos construían sus teatros como miradores a un paisaje, como en Taormina y la vista del Etna. Tras el teatro nos acercamos a la oreja de Dionisio, la cantera donde se extrajeron las rocas para las construcciones de la época del tirano Dionisio, y cuyo nombre del lugar fue dado por Caravaggio que consideró que la cueva tenia forma de oreja y que además, todo el que hablaba mal de Dionisio acababa en las canteras, por eso convenía el nombre por sus dos significados. Además el eco que formaba la cueva fue usado en algunas obras de teatro. Luego vimos el latomía y el anfiteatro romano, nada que resaltar.
Visita: Marzo 2013

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Taormina - Italia

Taormina  

Nos marchamos del Etna en dirección a Taormina, y antes de llegar a Taormina comimos en un pueblecito junto al mar, que tiene unos restos arqueológicos para visitar cuyo acceso estaba cerrado cuando llegamos, y donde desde el puerto y la playa se puede ver el Etna y como las nubes iban cubriendo la cima. Hemos tenido mucha suerte de subir con el día despejado, las vistas desde el Etna merecían la pena y teniendo en cuenta el viento frío que hacía, ahora con nubes el tiempo debe ser bastante insoportable, en comparación con el calor que hacer a la orilla del mar. No recuerdo el nombre del pueblecito pero está claro que Sicilia es un lugar para visitar en coche, una pena que no sepa conducir, en todo caso, si no te gusta conducir siempre hay tours como el que cogí yo que te lleva a todos los rincones interesantes de la isla. Para subir a Taormina hay que hacerlo en un bus gratuito que pone la ciudad para que la gente no suba en autobús o coches al casco histórico de la ciudad. Con varios turistas subimos a los mini buses amarillos que suben la montaña hasta dejarnos frente a una de las puertas antiguas de la ciudad. Taormina esta sobre una montaña y ofrece una buena vista de las calas y el mar, así como de los pueblecitos de la costa. No hay muchos pueblos situados en la costa debido a los piratas que durante siglos asolaban esa zona así que la mayoría de pueblos antiguos están en lo alto de las montañas como Taormina o en el interior. Lo primero que visitamos es el teatro griego romano de Taormina que se encuentra nada más pasar la puerta principal, llegando al duomo y girando a la derecha, y la entrada cuesta 10 euros. El teatro es una mezcla de ambos estilos, pero es increíble por la situación en la que se encuentra, desde lo alto de las gradas del teatro se puede ver por completo el Etna, aunque ahora está medio cubierto por nubes. Por la parte trasera del teatro se ven dos peñascos, uno en forma de ballena y otro en forma de tortuga, además de la costa por la que hemos llegado. Al otro lado se ve la otra parte de la costa y las casas del pueblo en la montaña. Los griegos en sus teatros no tenían pared en el escenario para poder disfrutar del paisaje y la contemplación, este tiene algo de pared romana pero aun así se puede ver que la vista es asombrosa. Realmente me encantó el lugar, no sé si por donde está localizado o por la mezcla y conservación de los estilos pero es lo más destacado de Taormina. Una vez salí del teatro me recorrí el caso antiguo del pueblo, que consiste en una calle principal que va de una puerta a otra, la del medio, y de esa seguir la calle hasta la puerta del final de la ciudad. Hay callejuelas que llevan a la calle principal que suben a la montaña o que te llevan al muro que separa el pueblo del acantilado de la montaña, la vista consiste en plazas con paisajes naturales al alcance y varias iglesias, todo muy decorado por la semana santa pero nada que resaltar excepto el helado delicioso que me comí, el primero de muchos.

Visita: Marzo 2013

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Monte Etna - Italia

Monte Etna

Llegamos a Catania por la noche, el hotel está cerca del mar así que por la mañana antes de que salgamos con el autobús a iniciar el circuito doy un paseo en que solo pequeñas calas y puertos de pescadores y ninguna playa decente, y muchos corredores. Desde la entrada del hotel se ve el pico del Etna nevado. Subimos hasta el Etna y el día está tan despejado que se pueden ver todos los pueblos a sus pies, las colinas gemelas que parecen pechos, la forma de la costa con el mar y la amplia pradera verde surcada de casitas. Por el camino, mientras subimos, en medio de la carretera hay zorrillo que está cambiando su pelaje, no se aparta ni nos mira con miedo, debe estar acostumbrado a los turistas. A medida que se ven las rocas volcánicas aparece una casa enterrada por esas mismas rocas, lava de una antigua erupción la tiene enterrada. Solo hay unas pocas casas por esta zona, todas de cultivo, algo comprensible dado que el Etna de vez en cuando entra en erupción y sus vapores son constantes (por algo es un volcán activo). Llegamos a los 1.910 metros, al refugio Sapienza, donde hay un sinfín de tiendas, dos cráteres antiguos formados en diversas erupciones volcánicas que se pueden visitar y el teleférico que te sube a los 2.500 metros, donde a veces hay excursiones para ir con un autobús 4×4 y un guía especializado por el Etna y ver esa zona desolada y de roca negra que muestran los paisajes volcánicos (60 euros). Debido a la nieve que cayó hace tres días y al intenso viento no hay excursiones, así que cogemos el teleférico (28 euros) aunque sea para disfrutar de las vistas que el magnífico y despejado día nos regala. Durante la subida el paisaje no es muy visible por lo rayados que están los cristales pero vemos a algún valiente que va subiendo el Etna a pie y otros con esquí de travesía, con tiempo y mejor clima sería una actividad interesante. A los 2.500 metros se nota el frío, la mayoría tal cual salen vuelven a entrar a la casita, yo había leído lo del frio en la guía así que iba preparada para el frio, aunque no tanto para el viento. Voy subiendo despacio por la pista donde hay huellas del quitanieves hasta llegar a uno de los montículos de roca volcánica del Etna (uno de los doscientos cráteres que tiene la cima del Etna), es de color negro debido a la roca volcánica y cubierto con figuras de cristal formadas por hielo. A mi alrededor la nieve volando por el viento sobre la roca negra forma una extraña imagen. Es un paisaje lleno de contrastes. Disfruto del paisaje todo lo que el viento me permite y desciendo de nuevo mientras más gente va subiendo (fui de las primeras en subir). Dentro de la casita espero hasta poder ver, olvidé las gafas de sol y entre el sol y la nieve no consigo ver nada. Cuando recupero la vista tomo el teleférico de vuelta y así me acerco a los cráteres que hay por la zona. Uno de ellos tiene una empinada cuesta y por el tiempo que me queda no me da para subir y bajar con tranquilidad (es decir, haciendo fotos sin parar), así que me acerco al otro, que tiene una fabulosa vista de la costa. Es el cráter Silvestri y tiene dos intensos agujeros negros que se pueden recorrer, vale tanto ir alrededor del cráter, por arriba como verlo desde abajo, me recuerda a cuando estuve en uno de los volcanes de la isla coreana de Jeju, solo que este cráter está ausente de cualquier tipo de vegetación. Solo es tierra rojiza y negra, puramente volcánica, y nada más (habitualmente la tierra volcánica es muy buena para el cultivo), pero tiene el encanto de no ser algo habitual.

Visita: Marzo 2013

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Inari - Finlandia

Inari

Al mirar por la ventana al levantarme al día siguiente vi que había nevado la noche anterior, aunque no lo suficiente para cubrir los árboles de ese blanco de cuento de La Reina de las Nieves. Este día teníamos que esquiar y visitar la isla sagrada de los sami pero el viento que estado apareciendo a lo largo del día anterior ahora soplaba con fuerza, así que el esquí no era una opción muy viable, no con un grupo de inexpertos como nosotros, por lo que fuimos a dar un paseo andando. Este paseo fue improvisado pero también muy entretenido, vimos un cementerio, todo cubierto de nieve, a travesamos un lago, nos hundimos varias veces en la nieve y echamos en falta las raquetas dado que por ahí el camino hubiera sido más sencillo con las raquetas puestas. En el camino conseguimos ver a dos renos más por entre los arboles, pero cada vez que nos movíamos para fotografiarlos nos hundíamos hasta la rodilla en la nieve, hubo hasta una caída en cadena, pero nos divertimos mucho. El paisaje con el cielo cubierto de nubes y el aire soplando, además de ser los únicos andando por ahí daba un aspecto extraño al paisaje. Al regreso fuimos por la carretera y nos cruzamos con el señor en bicicleta más fotografiado de Inari, creo que nadie con cámara se quedó sin hacerle una foto. Y tuvimos un debate por saber cuánto habíamos andado, como costaba avanzar suponíamos que pese al tiempo gastado no demasiado pero tan poco tan poco como decían los fotógrafos, el caso es que al final me quede sin saber de verdad cuanto habíamos andado, tampoco es que lo necesitara saber. Antes de ir a comer fuimos al Parlamento sami para visitarlo por dentro (el día anterior estaba cerrado), y muy amables hasta abriendonos abrieron el teatro que estaba cerrado. A la vuelta el viento nos permitió hacer algo de esquí aunque solo en el lago Inari. Así que fuimos a la tienda de al lado del hotel a por el material y salimos con los esquís y bastones en manos. Ya en el lago nos pusimos los esquís y nos explicaron como andar con ellos. A la ida aún fui manteniéndome pero empecé a cansarme, tenía ganas de que los primeros del grupo se dieran la vuelta y volverían, estaba comentándole lo pesado que se me estaba haciendo a uno del grupo, y al momento estaba en el suelo, me había caído y estaba muerta de risa, tanto que no podía levantarme, me quite los esquí, me levanté, fui a por los bastones y volví a caerme , ¡y esta vez estaba andando sin esquís!. En fin, que de ahí ya regresamos al hotel y cada dos por tres me caía, pero con muchas risas, lo que lo hace bueno. Al regresar al hotel se vislumbraba entre las nubes trocitos de cielo amarillento del atardecer, el viento estaba levantando las nubes, y si soplaba un poco más igual esta noche conseguíamos ver la aurora. Dejamos los esquís y volvimos al lago para hacer pesca en el hielo. Se nos acumulaban las actividades. Nos adentramos en el lago y con las palas fuimos quitando la nieve hasta descubrir el hielo, en el hielo utilizamos algo como un sacacorchos para hacer el agujero lo cierto es que había muchas capas de hielo porque costó hasta conseguir llegar al agua líquida. Luego tomamos las mini cañas de pescar, las cañas para pescar en el hielo eran como baritas. Lo cierto es que todos estábamos emocionados con la pesca en el hielo pero me aburrí relativamente pronto dado que no se pescaba nada y cada dos por tres el agujero donde estaba el hielo de la caña se quedaba helado y había que estar atento para que no se te quedara el hilo atrapado en el hielo. Al fin y al cabo seguíamos estando en temperaturas bajo cero. Aún así a todos nos gustó al experiencia, por lo entretenido que era, no porque pudiéramos sobrevivir con la pesca en el hielo. Una vez cubiertos los agujeros de la pesca fuimos hasta el iglú para terminarlo, como solo había dos palas, solo dos hicieron todo el trabajo de hacer el agujero en la montaña de nieve y dejar el hueco para que una persona entrara. Pero al final todos nos arrastramos por el iglú para ver cómo era. Y tras ello nos fuimos corriendo a cenar al hotel. Por la noche el viento consiguió limpiar el cielo de nubes y disfrutamos del cielo cubierto de estrellas, vimos al caída de las estrellas fugaces, caían muchas brillantes, y por fin apareció la aurora, con tonos verdes y algún rosado al inicio, con un poco menos de intensidad que el primer día pero hermosas igualmente, moviéndose por el cielo estrellado. Conseguimos una casi foto grupo bajo la aurora (nunca conseguíamos estar todos, siempre faltaba alguien) y hasta tuvimos un okupa en nuestro iglú. Sin cansarnos de mirar al cielo otra vez hasta las dos de la mañana estuvimos disfrutando de este espectáculo de la naturaleza. Para completar el día alguien del hotel se dejó la sauna abierta así que casi todos entramos a cotillear.

Último día en Inari, hoy toca regreso a España, así que saldremos de Inari para ir a Ivalo, de Ivalo a Helsinki, de Helsinki a Madrid, de Madrid a Zaragoza. Nada especial para hacer excepto cambiar de transporte en muchos sitios. Por la mañana conseguimos hace nuestra foto de grupo completa, siempre faltaba alguien pero el último día junto a nuestro iglú tuvimos la última oportunidad. el día amaneció despejado, una pena que nos fuéramos ya porque esa noche si había actividad de auroras estas se podrían ver muy bien. Bueno, una suerte para el resto de españoles que había por ahí. Es algo que me sorprendió pero en Inari había mucho turista japonés y español. El japonés conociéndolo es normal, el encontrarse con tantos españoles pasado el círculo polar ártico ya se me hacía más chocante. Después de hacernos la foto de grupo en el iglú y diciendo adiós al lago Inari los moteros que había llegado al hotel el día anterior se marcharon a toda velocidad regalando un espectáculo de caballitos y saltos. Para aclarar decir que estos moteros iban en motos de nieve solo que eran igualitos a un grupo de moteros de no nieve, y cuando se marcharon hicieron cabriolas sobre la moto nieve (justo cuando nosotros estábamos volviendo de la foto de grupo en el iglú). Y ya no pudimos hacer más, si hubiera tenido más tiempo libre igual hubiera hecho como unos compañeros de viaje que no vinieron a la excursión a la iglesia y se fueron en paseo de trineo de perros. Pero yo no quería dejar ninguna de las actividades programada, y el paisaje y la iglesia merecían también el paseo. Lo más positivo es que conseguimos ver las auroras boreales, puedo decir que no es lo mismo ver una foto que verlas moverse por el cielo y formar figuras caprichosas de colores.

Visita: Marzo 2013

Mis imagenes: Ivalo, Inari y alrededores

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Nota: La fotografia de la aurora es de Carlos &Carmen, compañeros en este viaje, cuya camara sí podía captarla.

Inari - Finlandia

Inari
Al día siguiente en Inari la temperatura subió, seguíamos bajo cero pero superábamos los -10 grados. El día estaba medio nublado y el sol que nos había acompañado el día anterior durante el camino a la iglesia ya no se veía brillar con potencia en el cielo cubierto de nubes. Este era el día de la moto nieve. La tienda estaba al lado del hotel, y allí nos fuimos calzando los calcetines, botas, guantes, mono, casco, etc. Una vez cubiertos e irreconocibles con tantas capas, observamos al guía de las moto nieve explicarnos como funcionaban. Luego probamos todos de uno en uno para asegurarse de que todos sabíamos cómo llevarla. Una vez hecho nos montamos de dos en dos en las moto nieves y bajamos de ahí al lago, donde dimos una vuelta para ver como íbamos todos y luego ya continuamos siguiendo al de la moto nieve. A mí lo de conducir no me llamaba nada, así que aunque después de la parada la gente se cambio de lugar y los que iban de pasajeros pasaron a ser pilotos yo me quede donde estaba, además así podía disfrutar del paisaje. Cuando íbamos por el lago el paisaje parecía un desierto de nieve, sin nada alrededor, solo la nieve lisa y brillante, y el sol tras las nubes, nubes que ocultaban el azul del cielo convirtiéndolo en un tono blanquecino reflejo del suelo nevado, añadiendo poco a poco el viento que empezaba soplar levantando ráfagas de nieve. Todo ello te daba la sensación de estar completamente solo en un paisaje lunar. Hicimos una parada para ver entre los árboles a dos renos moverse. Por fin conseguíamos ver renos. El guía nos había llevado entre árboles además de por el lago para ver si podíamos verlos, en la nieve blanca había huellas pero hasta la parada no conseguimos verlos. Al otro lado estaba la isla sagrada de los sami, aunque al final debido al tiempo no pudimos ir ahí. Nos paramos en una de las muchas casitas de madera junto al lago, dentro había una estufa y tazones de madera para tomar algo caliente y entrar en calor. Según nos dijeron hay varias de esas casitas como esa por toda la zona. Luego regresamos al hotel y antes de comer teníamos tiempo libre, solo una hora más o menos. Para aprovechar el día fuimos en busca de tiendas donde comprar souvenirs, aunque teníamos una grande frente al hotel ese día estaba cerrada, así que anduvimos por el pueblo, que son más bien casas desperdigadas unas junto a otras. El viento comenzaba a soplar más fuerte y aunque la temperatura era mayor que el otro día la sensación de frio con el viento era también considerable. Todos nos alegramos de haber hecho la caminata con raquetas el día anterior que tuvimos sol, porque de haberlo hecho al revés hubiéramos pasado mucho más frio. El viento es un elemento muy incómodo de combatir. En nuestro primer recorrido no encontramos ninguna tienda abierta pero sí una casona, unos columpios enterrados en la nieve, y la iglesia del pueblo. La iglesia estaba muy bien cuidada por fuera y cuando llegamos empezaron a sonar las campanas, quisimos entrar pero estaba cerrada. Así que vuelta al hotel y cruzamos el rio para ver la otra parte del pueblo, ahí encontramos una tienda, estaba abierta pero no había nadie, aunque llamamos y nadie contesto, suponemos que estarían comiendo en la parte de arriba de la casa. Así que como nos fuimos y regresamos a comer al hotel. Después de comer salimos todos juntos hacia el museo de la cultura sami (lapona), por el camino pasamos enfrente del parlamento sami, resulta muy curioso pero exteriormente me recordó al pabellón de España de la Expo de Zaragoza del 2008. En el museo la tienda estaba abierta así que compramos todos los souvenirs deseados, por lo menos yo así lo hice y me olvide de parar en busca de más tiendas. Luego vimos una proyección con fotografías de auroras boreales vistas en la zona, y recorrimos el interior del museo sobre la vida de los sami. Mientras el resto del grupo compraba me acerqué a una casita de madera y subí un camino que había junto al edifico del museo. Había leído que el museo tenia parte de museo al aire libre con las casas, trampas, almacenes y demás cosas que tenía un poblado sami. Vi la primera parte de casas, me resultaba muy curiosa una que era como una tienda de campaña o topi de los indios norteamericanos, y que en la visita al pueblo de Inari había visto junto a una de las casas. Había mucha nieve y algunas zonas era difícil acercarse hasta los postes explicativos dado que te hundías pasadas las rodillas. Regrese a ver si el resto de gente salía de la tienda y luego, con más gente, regresé y visité todo el museo al aire libre. Por el camino oímos el sonido de los renos pero no conseguimos ver ninguno más, en algunas zonas no se había pasado mucho porque costaba mucho andar y te hundías constantemente pero era muy curioso ver las trampas para zorros y otros animales que tenían los sami. La visita se acaba en un teatro de nieve, los asientos de nieve eran un poco fríos pero muy curioso porque tenía hasta fluorescentes para iluminar las puertas de nieve del teatro o cine al aire libre dado que frente a los asientos había una pantalla de nieve. Una vez visitado todo el museo regresamos al hotel haciendo una breve parada para ver el Parlamento Sami por fuera, y de paso vimos las baterías en el aparcamiento del Parlamento, muy curioso, y la bandera sami ondeando con el viento. Cuando llegamos al hotel nos estaban esperando para ir a construir el iglú, lo construimos en el lago no muy lejos del hotel pero resguardado del viento por unos matorrales, solo había dos palas y no soy muy buena cavando, como prueba puedo decir que puse más nieve al iglú con las manos que con la pala. Debido al tipo de nieve no se podía hacer un iglú de bloques pero al final sería un iglú, para que la nieve se compactara teníamos que empezar a acumularla un día antes. Así que eso hicimos y cuando ya teníamos una montaña de nieve regresamos al hotel a cenar. Por la noche había previsión de auroras de alta intensidad pero el tiempo en Inari era nublado, era tan nublado que las nubes se veían todas blancas bien entrada la noche, algunas se veían como rojizas, suponemos que por la aurora que estaba tras ellas. Estuve hasta las dos de la mañana en el lago mirando al cielo, esperando que el viento que soplaba dejara ver alguna ventana entre nubes, pero al final me fui a dormir sin tener suerte. Las condiciones climatológicas no se controlan, solo hay que ver que en Groenlandia me hizo de todo menos nevar.

Visita: Marzo 2013

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