Finisterre - España

Finisterre

El camino de Santiago no termina en Santiago sino que continúa, puedes llegar hasta Finsiterre o hasta Muxia. Como son más kilómetros se necesitan más días y a mí ya no me quedaban días de vacaciones así que planeé visitar Finisterre pero yendo en autobús desde Santiago. No éramos los únicos peregrinos en pensar así, en el albergue del primer día una francesa también quería hacerlo y le di los horarios del autobús que tenía descargados de Internet. Una vez llegamos a Finsiterre vimos a nuestro peregrino alemán ya conocido en todas las etapas, y que había llegado también en autobús. El autobús te deja en el pueblo, y de ahí tienes que subir andando hasta el faro. El caso es que al final, en vez de ir por nuestra cuenta en autobús, cogimos un mini circuito, aunque no todas. Estando en el albergue una amiga vio las excursiones a Muxia y Finisterre en el día con guía por diez euros más de lo que nos costaría hacerlo por nuestra cuenta en bus solo yendo a Finisterre. Así que cuatro de nosotras decidimos coger el circuito de todo el día e incluir más visitas. Las otras dos fueron en autobús hasta Finisterre y la última se volvió a Madrid ese mismo día. Así que Pedrouzo- Santiago fue el principio del fin del grupo. Como decía, tomamos un circuito que incluía primero la visita a Muxia, luego Finisterre, parábamos a comer ahí, y luego íbamos a ver la cascada de Ézaro y el hórreo de Carnota, además de unas increíbles vistas de la costa de la muerte. En el circuito íbamos nosotras cuatro y otro peregrino brasileño. Muxia y Finisterre se disputan entre sí ser el kilómetro cero del camino de Santiago, y a decir verdad en ambos lugares se puede ver el mojón indicando el kilómetro cero. Como decía hay una subida desde el pueblo hasta el faro. La vista desde la carretera (es decir, de la subida) es impresionante. Se ve toda la costa de la muerte y como hacia sol y estaba más o menos despejado se podía ver todo el verde de las montañas y el azul de la costa. Al llegar al faro hay un par de tiendas donde te pueden poner el sello del peregrino a su llegada a Finsiterre, que están junto a un cruceiro. De aquí andando llegamos al kilómetro cero y al faro, que está cerrado, y junto al faro en la montaña hay varias placas recordatorio como la de la batalla naval de Finisterre de 1805 en la época napoleónica. De aquí se puede bajar hasta una cruz y en varios rincones, entre las rocas se puede ver ropa ardiendo. Actualmente está prohibido, y multado, pero aún así los peregrinos cumplen con la tradición de la edad media de quedar algo que llevaron durante todo el camino. Otro de los rituales es ver la puesta de sol como símbolo de muerte y resurrección como se hacía en la época romana cuando llamarón a este lugar finis Terrae: el fin de la tierra conocida. No tuvimos la suerte de estar hasta la puesta de sol pero disfrutamos de un fabuloso clima que nos proporcionó unas nubes densas y oscuras al fondo, y bajo ellas una línea dorada que separaba el mar del cielo, nada más allá de la vista más que mar y cielo. Sentada en las rocas que hay pasado el faro, con la vista puesta al mar, uno podía pensar que es el fin de la tierra tal y como fenicios romanos lo hicieron en su tiempo. Fácilmente pasamos un buen rato ahí sentadas, disfrutando de la vista. Es muy recomendable subir hasta el faro más occidental de Europa y sentarse en las rocas frente al mar. Es uno de esos momentos mágicos. Tras disfrutar de las vistas del “fin de la tierra” bajamos por la carretera hacia el pueblo, dejando a nuestra izquierda una capilla visitada (cuando está vierta) por los peregrinos que suben andando hasta el faro. Llegamos al núcleo urbano y el guía nos acerca hasta la lonja de Finisterre, vacía a estas horas, pero que se sitúa junto al muelle, donde se tienen una preciosa vista del puerto y los edificios de la ciudad. Aquí, junto a una playa vacía se encuentra el castillo de San Carlos, levantado dentro de un plan defensivo para proteger la ría. Esta fortificación fue terminada a mitad del siglo XVIII bajo el mandato del rey Carlos III. Se sitúa en un terreno rocoso, con forma irregular, y como el guía no nos animó a ir supusimos que estaba cerrado, como tantas otras cosas en Galicia (por temas de robos nos dijo el guía). El castillo sufrió, al igual que toda la zona, el asalto de las tropas francesas de Napoleón durante la Guerra de la Independencia. Aquí, con vista al castillo y junto a la playa, nos sentamos bajo el sol y sacamos los bocadillos para comer. Tras la comida saldríamos hacia nuestra siguiente visita del día mientras el guía nos cuenta como en Finsiterre se inventó el futbolín.

Visita: Noviembre 2014

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Camino de Santiago VI: De Pedrouzo a Santiago - España

Camino de Santiago VI: De Pedrouzo a Santiago

Los levantamos con ganas de terminar la última etapa, la de la llegada a Santiago. Tal y como nos había dicho el peregrino del día anterior llueve a cantaros. No son ni las ocho y lleva ya varias horas lloviendo. Como ya tuvimos la experiencia del camino bajo una lluvia torrencial que duró más de diez horas intentamos prevenir lo máximo posible. Metemos los pies en bolsas de basura, para que cubran el calcetín dentro de la bota, luego cubrimos la parte del tobillo de la bota con el pantalón impermeable, cubrimos esa parte con más bolsas de basura, y luego lo vuelvo a cubrir con el resto del pantalón de la nieve. Nos ponemos los chubasqueros y las capas de agua, además de los gorros para el agua. Al final acabaríamos mojándonos los pies, pero no tanto como la primera vez (no tengo charcos de agua dentro de las botas y al parecer hasta llegar al monte de Gozo los pies se han mantenido secos) y el resto del cuerpo permanece seco. Así que al final tanto plástico ha valido la pena. Salimos a nuestra hora habitual a desayunar y comenzamos el camino bajo la lluvia. Noto la diferencia con respecto al día anterior en cuanto a que cuando comenzamos a andar todavía es de noche. Realmente no es que hayamos empezado antes, es que está tan nublado que no se ve nada de luz natural, y las farolas alumbran nuestro camino hasta que salimos del pueblo y entramos en un camino natural cubierto de árboles. Aquí no queda otra que comenzar a sacar las linternas, que hasta ahora no habíamos tenido que usar. Avanzamos bajo la lluvia y los árboles durante un rato hasta que algo de claridad permite guardar las linternas. El camino sigue igual, una larga fila de peregrinos caminando bajo la intensa lluvia cubiertos por árboles en nuestro camino. El agua cae con tanta fuerza que no levanto la mirada del suelo porque sino cae el agua como cascada sobre mi cara. Así seguimos andando hasta comenzar uno de los ascensos indicados en la guía. La noche anterior en el albergue estuvimos leyendo lo que nos deparaba esta etapa y oír tanta subida deprimía. Empezamos las subidas, constante y pronunciada a ratos. El agua cae con ganas y paso por una ermita y un bar, donde varios peregrinos han parado para resguardarse del agua, más que para descansar. Yo he perdido de vista a mis compañeras, sé que tengo algunas por delante y otras por detrás. Siempre hemos ido a nuestro ritmo pero hemos quedado en algún punto del camino para juntarnos. En esta etapa, no sé si pro las ganas que tiene la gente por llegar y dejar a tras tanta agua, o por llegar a Santiago cuanto antes, pero es la única etapa en la que no nos juntamos y cada una llega a su ritmo y cuando quiere. Vergonzoso pero llegamos a Santiago separadas, y la verdad es que hasta me enfadé, no por esto, sino porque una vez llegamos cada una quería hacer una cosa diferente, ni siquiera recogimos la compostelana juntas. Si no uno quiere hacer el camino en solitario y a su ritmo, se va sola como suelo hacer yo. Pero si se va en grupo, se va en grupo para lo bueno y lo malo. E ir en grupo significa claudicar en algunas ocasiones y ser menos egoísta. Y luego me preguntan porque suelo viajar más sola que acompañada. Si lo dice el dicho: Siempre mejor solo. Tras dejar atrás el bar comienza una pendiente constante por un camino rodeado de arbustos que no cubren nada. Aquí sigo viendo mucho peregrino. Cuando empiezo a oír (que no ver) a los aviones despegar y aterrizar me doy cuenta de que estoy ya cerca de Santiago. Finalmente la ascensión termina y se puede bajar para ver a un avión despegar en el aeropuerto de Santiago, sigue lloviendo con fuerza y el camino continúa. Aquí dejo atrás un monolito con bordón, calabaza y vieira, los símbolos del peregrino, que anuncia la llegada a Santiago. Bordeando la zona del aeropuerto (con sus verjas) se sigue el camino con varios altibajos y un sendero de tierra embarrado, y lo que es peor, con tanto altibajo y tanta agua se crean autentico ríos. Hay momentos en que resulta imposible caminar y acabo metiendo los pies en el agua y ya no sé si llegaré a Santiago andando o a nado. Llega el camino hasta otro pueblo y una ermita, pero sigo el camino hasta Lavacolla, donde hemos quedado el grupo en parar en un bar. Cuando llego aquí miro en los dos bares del pueblo junto al camino y no veo a nadie, llamo y mando wasap al grupo pero nadie contesta. Me da la impresión que han seguido andando y han pasado de parar. Continuo el camino que gira a la izquierda y se aproxima a unas escaleras que dan a la iglesia del lugar, rodeada por el cementerio, como tantas otras iglesias que hemos visto por aquí, donde al parecer es normal que el cementerio se encuentre rodeando la iglesia, en el medio del pueblo. Aquí cruza la carretera hasta pasar un riachuelo que con la lluvia que cae está desbordado, aquí la guía ponía que era tradicional que los peregrinos se lavaran antes de llegar a Santiago. Consigo hablar por el móvil con las liebres mientras sigo el camino bajo la lluvia constante y fuerte. Quedamos en el próximo bar, solo que su próximo bar no es el mío dado que llevan muchos más kilómetros de ventaja. Tras pasar otro pueblo comenzamos otra subida hasta pasar la televisión gallega. No sé qué me está matando más de esta etapa: las subidas, la lluvia o la poca gracia del camino. Afortunadamente esta etapa del camino es, en mi opinión, la más fea, por lo que no pasa nada que por culpa de la fortísima lluvia n levante la mirada del suelo. Finalmente paso el hipódromo y veo la cuesta del Monte de Gozo con varios peregrinos subiendo. Comienzo la cuesta y antes de llegar al monumento del monte de Gozo hay un bar donde me acerco para ver si el resto están ahí. Efectivamente están ahí pero se han cansado de esperar y se largan. Visto el panorama aviso a las que van por detrás mío que quedamos todas en Santiago para comer, porque está claro que hoy no vamos a ir juntas ni al baño. Dos compañeras del grupo me esperan y tras ir al baño salimos dirección el monumento (muy feo en mi opinión) del monte de Gozo. Las tres comenzamos por fin la bajada al monte, ya empiezo a sentir humedad en la punta de los pies, hasta aquí duró el invento de las bolsas de basura. De aquí hasta Santiago el camino circula por las ciudades y las calles bajo la lluvia, nada resaltable en esta etapa. No sé si porque sé que ya queda poco pero la llegada a la plaza del Obradoiro se me hace eterna, y cuando llego no siento esa sensación que todos los peregrinos que ya habían hecho el camino antes han vivido. No hay casi nadie en la plaza, aunque con la que está cayendo es normal. De aquí nos acercamos al albergue que está muy cerca y que desde la habitación que nos dan podemos ver una de las torres de la catedral. Tras dejar las mochilas y cambiarme de calcetines y botas (por fin uso las botas de repuesto) salimos a recoger la compostelana, esperar al resto del grupo, comer, y entrar a la catedral de Santiago. Por fuera está cubierta de andamios, pero no es la primera vez que estoy ahí. Por dentro en cambio solo tiene unos pocos donde el pórtico de la gloria. Cuando fui a Santiago el pórtico de la gloria estaba todo cubierto por restauración y no pude ver más que una fotografía. Ahora es la primera vez que puedo verlo completo y es precioso. La entrada principal, pro las obras, está cerrada así que entramos por un lateral, desde la bomba en el Pilar está prohibido entrar con mochilas, por lo que hicimos bien en dejar todo el equipaje en el albergue. Aquí cumplimos con pasar por la cripta del apóstol y darle el abrazo de rigor. De aquí pasamos a ver el hostal de los reyes católicos y nos acercamos a la iglesia de San Francisco de Asís para recoger la cotolaya, que hasta dentro de cien años no la vuelven a dar. Delante nuestro hay un montón de coreanos. Según la oficina del peregrino los peregrinos extranjeros que más hacen el camino son alemanes, como el señor mayor con parkinson, y los segundos son los coreanos. El día que nosotras llegamos se registraron 276 peregrinos llegados a Santiago. A las siete estamos en la catedral para la misa del peregrino, en la recogida de la compostelana hemos pedido (no nos lo han ofrecido pero sabíamos que se puede hacer) que digan en la misa de siete (lógicamente a la de doce no llegábamos) de dónde venimos. Así en la misa dicen desde donde han empezado el camino los peregrinos que han llegado y de donde son estos peregrinos. Si no lo sabes puede ser que no te lo digan, pero hace ilusión. Luego también vimos el botafumeiro en acción, y estaba sentada en el tercer banco del frente al altar, así que mejor vista imposible (la vez que estuve en Santiago también lo vi porque había una misa especial y había pagado por usarlo y estaba en un lateral rodeada de gente). En este caso, yo pensaba que era normal al ser la misa del peregrino, luego nos dijeron que en sábado no es normal ver el botafumeiro en acción. Debió ser porque estaban varios franciscanos celebrando el 800 aniversario de que San Francisco hiciera el camino. Asi que tuvimos un día completo. Al salir de la catedral la entrada lateral da a una administración de lotería así que compramos lotería de navidad porque tal y como nos dijo un párroco durante el camino: “peregrino mojado, peregrino afortunado”, y más mojadas que nosotras pocas.

Visita: Noviembre 2014

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Camino de Santiago V: De Arzua a Pedrouzo - España

Camino de Santiago V: De Arzua a Pedrouzo

Salimos de Arzua camino a Pedrouzo y como es costumbre nada más salir y empezar el camino nos colocamos las capas de agua, que son como nuestra segunda piel desde que comenzamos el camino. Al poco de comenzar, y tras pasar un par de caminos embarrados y alguna cuesta, me percato que el día está muy soleado así que no solo me quito la capa de agua sino que me paro, justo antes de comenzar otra cuesta, para cambiarme de ropa. La temperatura que nos ha acompañado durante el camino ha sido muy agradable, con la lluvia no lo hemos notado pero se podría decir que hacía calor para ser noviembre y estar en el norte de España. Así que me cambio los pantalones que llevo por otros de treking que uso en verano, más la camiseta de manga corta. Por una vez hago uso de la mochila que llevo a cuestas todo el camino. Alguna vez tiene que haber alguna ventaja de llevar tanta cosa a cuestas, como un caracol, y esta vez hago provecho de ello. Tras dejar toda la ropa de invierno en la mochila continuo el camino (y la cuesta) y durante todo el día el sol nos acompañaría así que hoy luciríamos más que nunca la manga corta. Tal vez porque hace mejor día nos encontramos con muchos más peregrinos que en las etapas anteriores. Aunque ningún día han faltado los coreanos (no sabía que había tantos peregrinos coreanos en el Camino). El camino discurre por caminos cubiertos de castaños y eucaliptos, de vez en cuando los árboles dejan paso a las vistas, que son solo de prados verdes y cruzamos varios pueblos que parecen deshabitados (algunos tienen los bares y terrazas cerrados, por lo que entiendo que en época estival eso está abierto y lleno de peregrinos). Encontramos muchas setas, de todo tipo, forma y color. Alguna pequeña cuesta y asi hasta que casi ya estamos desesperados por encontrar un pueblo con gente, para poder descansar, ir al baño y comer algo. No es que no podamos hacerlo en el campo pero mejor si tenemos un bar. Tras pasar el pueblo abandonado por fin encontramos el primer bar del camino, aquí nos vamos encontrado el grupo, que hoy ha salido más separado que nunca, y que mañana seguirá así, cualquier diría que nos hemos enfadado dado que cada una va sola y a su ritmo, aquí por menos esperamos a todas en este bar, donde no hay ni un rincón en la pared sin escribir y donde cuelgan camisetas de todo tipo con las firmas de los peregrinos que han pasado por ahí y las han dejado de recuerdo. La adjunta al grupo en el camino saca su camiseta de Venezuela y todas firmamos en ella. Aquí nos regala una pulserita con la concha de Santiago de forma que las siete llevamos una igual. Así seguimos la carretera hasta entrar otra vez en caminos cubiertos por lo árboles y pasamos una placa en homenaje al peregrino Guillermo Watt que murió haciendo el camino. Salimos de los caminos de árboles para llegar a la carretera donde, después de pasar un molino de viento al estilo del viejo oeste, se alcanza la figura gigante de la mascota del Xacoveo: Peregrin (que ha ido apareciendo en alguna ocasión durante el camino). Aquí es donde se llega al cruce más peligroso de todas las etapas que hemos tenido. Seguimos el camino de nuevo bajo árboles hasta llegar a pasar por debajo de un túnel que deja a nuestra izquierda un arco donde en el centro, debió estar la figura de Santa Irene pero que ahora tienen una bota abandonada y rota. Un poco más adelante está la fuente y la ermita (que es privada). La fuente de Santa Irene tiene varias leyendas a su alrededor y la zona que rodea la ermita es donde cuenta la historia que en el 1808 las tropas napoleónicas, en su camino a Santiago, entraron y robaron en el lugar antes de ir a dormir al atrio de la iglesia parroquial de Arca, por desgracia la fuente como el resto están a manos del vandalismo. De aquí el camino sigue hasta Arca y de aquí no tarda en llegar hasta el pueblo de O Predouzo. En vez de cruzar la carretera y seguir el camino de Santiago (y llegar al centro del pueblo) sigo la indicación de la carretera a mis pies que me indica que tengo que desviarme a la izquierda y entrar al pueblo desde la carretera para poder llegar al albergue donde tengo planeado ir, este desvío permite llegar antes al destinos final dado que las liebres que estaban por delante mío llegan al albergue después de que yo ya haya llegado y elegido literas (en este albergue se elige el número de literas y te registran). Llegué a la vez que un grupo de brasileños, pero todavía no había llegado mucha gente por lo que había suficientes literas para elegir un bonito rincón donde estar las siete recogidas. El albergue tiene en su entrada donde están las mesas unos murales con varias imágenes con frases interesantes. Como de costumbre nos fuimos a comer tras descargar todo el equipaje. Hay muchos bares y restaurante en la calle del pueblo donde estaba el albergue así que solo tuvimos el problema de decidir cuál de todos. Al final comimos muy bien y nos reímos mucho con el camarero, que nos gastó alguna que otra broma. Tras comer fue el proceso de siempre, aproveché para preguntar al del albergue sobre la hora en la que la iglesia abría, hasta ahora todas las misas eran a las siete perro esperaba no tener que repetir lo de Arzúa. Fue una suerte que volviera a preguntar porque aquí la misa la hacían antes: a las seis de la tarde. Por lo que es cercana a esa hora cuando estaría la iglesia abierta. Así nos acercamos hacia la iglesia, bien señalizada con carteles y un cruceiro de camino, y mientras u hombre tocaba la campana hice fotos al lugar. No estaba haciendo fotos al hombre, no es la primera vez que veo tocar una campana para llamar a misa pero me resultó curioso que me diera la espalda, y cuando los brasileños o yo preguntamos por cuando abría la iglesia nos respondió de muy malos modos y nos dejó como estábamos; con la duda. Una pena pero desde Arzúa hasta el final del camino ya no encontré a la gente agradable y simpática que había estado viendo durante el resto del camino. Lo comenté con el grupo y no soy la única que se dio cuenta de esto. Esas cosas se sienten. La iglesia de Pedrouzo es muy bonita, es pequeña y poco decorada por fuera, parece hasta una ermita nueva, pero por dentro el altar es toda una enorme concha de Santiago dorada. Y el sello, el más grande que tuve del camino, estaba en una mesa justo al entrar a la iglesia. Cuando salimos de la iglesia un peregrino que llevaba mejor ritmo que nosotras (por los horarios de salida y llegada que llevaba), nos comentó que para el día siguiente daban más lluvias que el lunes. El lunes fue el día en el que empezamos el camino, ese en que llegamos con los pies formando charcos de agua dentro de las botas de goretex. También nos comentó que ese año, aparte de la compostelana también se podía recoger la cotolaya que es el diploma que te dan porque este año era el 800 aniversario de que San Francisco de Asís hiciera el camino de Santiago. Por nuestra parte le informé que no teníamos que madrugar más de lo habitual porque aunque no llegáramos a las doce cuando es la misa del peregrino, porque había otra misa de peregrino por la tarde (más exactamente a las siete de la tarde). Lo cierto es que me hizo dudar porque decía que no, pero al final yo tuve razón, lo que pasa es que esa misa no la anuncian en internet, aunque existe.

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Cascadas de Hortas - España

Fervenza das Hortas 

El día anterior en Melide habíamos visto en la guía que en los alrededores de Arzua había tres sitios recomendables para visitar: una fábrica de miel, una presa y su transbordador y las cascadas de Hortas (Fervenza das Hortas es el nombre con el que las encontramos, luego deduciríamos que fervenza es cascada en gallego). Para ir decidimos visitar solo las cascadas y tras comer en Arzúa quedamos con los taxis para visitarlas. El taxista también nos sugirió llevarnos a los otros dos sitios pero como somos varias y cada una organiza sus finanzas nos quedamos solo con las cascadas. Como hicimos con el castillo de Pambre incluíamos en el precio el ir, el esperar hasta que hiciéramos nuestras fotos en plan japonés, y el volver. Tuvimos mucha suerte dado que aunque por la mañana nos había estado lloviendo por la tarde, aunque se levantó algo de viento, no cayó ni una gota de agua, por lo que tuvimos, como en el castillo, una magnifica suerte. Dejaron los taxis en la explanada donde está el cartel natural de la cascada y bajamos la pendientes hasta llegar debajo de la montaña donde escondida se encontraba la cascada. Los taxista muy amables nos acompañaron todo el camino hasta abajo, esperaron ahí, nos hicieron fotos grupales y luego subieron de vuelta con nosotras. Desde arriba había unas vistas magnificas de las montañas todas verdes y el cielo gris de fondo. La bajada es a través de la vegetación y en la zona donde hay escaleras ponen cuerdas para evitar la caída en pendiente al bajar no se nota mucho pero al subir se puede apreciar que hay bastante cuesta. Tras sortear mucha vegetación por fin se llega a ver la cascada. En reaidad se odría decir cascadas porque son dos saltos de agua, uno más abundante que el otro. El agua cae desde una altura suficiente para que se vea muy bonita, hay varios chorros de agua que caen que luego siguen su curso formando cascadas mucho más pequeñas y rápidos. Algunas locas del grupo de mojaron para llegar justo debajo de la cascada más grande. Otras seguimos a los taxistas que nos guiaron hasta el antiguo molino para ver las otras pequeñas cascadas que forma el río. Hay una leyenda sobre la cascada que a veces toma el nombre de Santa Maria por esta leyenda. Es un paisaje precioso y muy recomendado de visitar. Tras hacer todas las fotos posibles y esperar a que las que había ido justo debajo de la cascada regresaran volvimos para subir la cuesta hasta los taxis y volver a Arzúa. El lugar es muy recomendable y el taxista nos comentó que nunca había visto las cascadas con tanta agua. Normal, pensé yo, con la de agua que estaba cayéndonos era imposible que en otros momentos el río tuviera más agua. El precio de la excursión nos salió muy bien y además tuvimos al taxista Manuel (639311633) y su compañero haciendo de guía, sin que se lo pidiéramos. Lo cierto es que tanto en la vista de Pambre como en esta tuvimos mucha suerte con los taxis; que nos salieron bastante bien de precio (para este caso llamamos a unos tres o cuatro y nos quedamos con el presupuesto más barato para las siete) y además nos dieron varias explicaciones y consejos como si fueran guías, cuando no tienen por qué hacerlo.

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Camino de Santiago IV: De Melide a Arzua - España

Camino de Santiago IV: De Melide a Arzua
El camino de Melide a Arzua fue el más duro que nos había tocado hasta ahora. Y agradecí haber dividido la etapa, porque una cosa es hacer más o menos kilómetros y otra hacerlos con cuestas. Aun así llegamos más o menos como en el resto de etapas por lo que tras comer hicimos la parte de turismo que habíamos estado mirando el día de antes en Melide. Salimos de Melide y llegamos hasta un pueblo con cruceiro y una iglesia grande y con pinta de ser románica, aquí nos hacemos una foto grupal y seguimos caminando. Pasamos por un par de casas, una con un bonito pozo de piedra y rodeada de verdes prados, muy idílica. Mientras voy quitándome ropa (salí demasiado abrigada) el camino sigue por los prados y los bosques de eucaliptos y poco a poco nos vamos alejando unas de otras. Pasamos junto a otro pueblo donde se encuentra un curioso tenderete sin vigilancia. Aquí hay frutas, agua, .. todo con un precio, unas horas y boli y una hucha donde dejar el dinero a cambio del alimento que cojas. Durante el camino y antes de llegar a otro puente y un bonito río, las liebres (que es como llamamos a las que van siempre primeras) se han pasado y han seguido caminando por un camino que no es el de Santiago (es por ir con prisas, si uno va andando tan deprisa es como si fuera a una competición de velocidad y no a disfrutar del camino). Afortunadamente una persona les avisa y regresan rápido al camino. Pero siguiendo en su ritmo pasamos junto a otro pueblo, donde hay una iglesia donde se puede sellar la credencial porque está abierta (increíble). Hay un cartel muy grande que pone stamps y credencial, para que se vea que ahí se puede sellar la credencial, pero las liebres pasan de largo, asi que las llamo por el movil para que regresen si quieren tener el sello de la iglesia (como el resto del grupo). Lo bueno es que la etapa era corta asi que los kilometros de más que hacen las liebres no lo notarán. En el Camino se siguen intercalando pronunciados descensos con violentos ascensos, y así seguimos subiendo y bajando. Tras pasar por un arroyo vuelven otra vez las pendientes, las subidas de esta etapa son matadoras. Hay un cartel que indica que el camino ha sido desviado por obras, y por el resto del camino, en subida, no se preocupan de dejar ninguna indicación que indique al peregrino que no se ha perdido y que va bien. Finalmente llegamos al punto donde las obras acaban y volvemos a tener nuestros mojones y nuestras flechas amarillas indicándonos si vamos bien o mal. Seguimos subiendo y bajando bajo la lluvia mientras pasamos otro puente y su río hasta arriba de agua, rodeado por verdes prados. Así, subiendo y bajando, llegamos a Ribadiso: un lugar muy bonito, con preciosas casas, flores, y vistas, solo que tiene unas horribles cuestas. En la guía pone algo de que la despedida a este pueblo es doblemente dolorosa, una por la belleza del lugar que se abandona y otra por las cuestas. Afortunadamente estas serían ya las últimas cuestas, aunque corta había sido una etapa matadora con tanta cuesta empinada. Y dejando atrás la cuesta pasamos una gasolinera, y según la guía ya queda poco para llegar a Arzúa, aquí me llamó mi amiga Leyre porque al sacar el móvil no debí de bloquearlo correctamente y según ella yo le había llamado. Aquí recibí malas noticias del trabajo pero se me olvidó todo hasta que regresé a casa. Es lo que tiene el camino, que te olvidas de otras preocupaciones. Y así entramos en Arzúa. Dejamos las cosas en el albergue, que se encontraba al inicio del pueblo, y comimos frente al albergue. Quedamos con el taxista para después de comer visitar las cascadas. Según la guía hay tres cosas interesantes que ver en los alrededores (fábrica de miel, presa con transbordador y cascadas), y como somos varias al final decidimos entre todas ver solo una: las cascadas. A la vuelta de ver las cascadas nos quedamos en el centro del pueblo donde anduvimos hasta un supermercado para procurarnos la cena y esperar hasta que la iglesia abriera para misa. Me cayeron muy mal los feligreses de Arzua porque nos “obligaron” a quedarnos toda la media hora del rosario, y luego la misa, para después decir, riéndose, que el sello lo sacan a la entrada cuando termina la misa. No fuimos las únicas que se quejaron del “engaño”, había otros peregrinos que comentaron que hasta ahí todas las iglesias del camino les daban mejor acogida que esta. En fin, todos podríamos habernos ido a sellar la credencial a un bar (te dan la compostelana igual) así que tampoco es que tuvieras que quedarte sino el que te engañen de esa forma y se te rían en la cara, eso es lo que a mí me cayó mal, por eso no guardo un buen recuerdo de Arzúa.
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