Ataúdes colgantes en China

Una de las partes más interesante de mi viaje a China fue ver los ataúdes colgantes.

Los ataúdes se colocaban en las grietas, cuevas naturales y artificiales o en los salientes de la roca. Aunque los que resultan más espectaculares son los que eran colocados sobre el vacío apoyados sobre postes de madera que se fijaban en agujeros que previamente se habían hecho en las paredes de la roca. 

En mi recorrido en barco por el río Yangtse desde Badong pude ver ataúdes colocados sobre vigas de madera entre los huecos de la pared rocosa, a bastante altura. Mientras que otros se veían más cercanos al agua colocados sobre estructuras de madera sobre la roca.

En las fotos se ven los huecos de las paredes desde el barco que nos llevaba, y luego un zoom para ver los ataúdes apoyados sobre vigas de madera en esos mismos huecos. Dos imágenes que reflejan el extraño ritual de enterramiento de esta desaparecida etnia china.

Vista desde el barco de los huecos de la piedra y los ataúdes.
Detalle de cerca de los ataúdes colgantes
Los Bo dejaron numerosas pinturas murales en las paredes de sus precipicios en las que se muestra a personas bailando, montando a caballo o realizando acrobacias, así como escenas de su vida diaria y sus batallas. Sin embargo, no dejaron ningún escrito o documento. Por lo que todavía no se sabe cómo y por qué los Bo colocaron los ataúdes de madera hasta semejantes alturas. 

Hay varias leyendas chinas que atribuyen a los Bo la capacidad de volar, algunos historiadores indican que estas leyendas estarán basadas en el método de poleas pro el cual los Bo debían colocar los ataúdes a esas alturas en las montañas.


Detalle de ataúd en el hueco de la pared.
En la casa museo que visitamos se pueden ver algunas de las pinturas y explicaciones de las diversas teorías que tienen los arqueólogos sobre esta etnia desaparecida.

También es posible ver uno de estos ataúdes de madera, donde dentro se cubría el cuerpo con un lino, y a sus pies dejaban varias joyas. En uno de los cuadros explicativos indicaban que también encontraban ataúdes con dos o tres cuerpos, por lo que suponían que era un enterramiento familiar.

Una cosa muy curiosa es que estando en el museo los visitantes asiáticos (eramos solo seis occidentales) metían dinero en las rendijas de la vitrina de cristal para que cayera sobre el ataúd. Supongo que tendrá su explicación pero ya de por sí los ataúdes colgantes son algo muy misterioso donde todo lo que cuentan son teorías.

Cuando viajé en mayo del 2009 no había mucho occidental (4 españoles-contándome- y 2 australianos) el resto eran asiáticos, pero espero que con el tiempo, al igual que pasó con Corea del Sur, haya aumentado la visita de estos lugares, que no por ser menos conocidos son menos interesantes.

Ataúd en el museo

Brujas - Belgica

Brujas
De Gante cogimos el tren a Brujas con la comida comprada para poder comer mientras hacíamos el trayecto. No había nadie en el tren pero es que paraba en un montón de pueblecitos. No nos importó mucho porque llegábamos más o menos a la misma hora que el tren directo solo que teníamos más sitio para escoger sentarnos y comer que en la estación de tren de Gante. La tarde que dedicamos a ver Brujas podría haber visto Amberes y así cumplir con mi itinerario planeado, pero mi amiga no había estado nunca en Bélgica y como todo el mundo va a: Bruselas, Gantes, Brujas, no sé quería perder Brujas. Aunque luego reconocería ante las típicas preguntas de ¿a qué te ha gustado mucho Brujas? Que le gustó mucho más la visita a Ostende. Y es que a la hora de viajar todo depende de los gustos de las personas. En mis viajes he viajado sola o acompañada y quitando las tres amigas con las que sé que puedo viajar, con el resto prefiero viajar sola. No empecé viajando sola por decisión propia sino porque nadie me podía acompañar en esos tiempos, pero ahora cuando hago un viaje sola sí es porque quiero. Disfruto igual y depende de la compañía, hasta más. Con tantos viajes ya sé con quién puedo viajar y con quién no (y no es por hacer honor al dicho de “mejor solo que mal acompañado” pero un viaje con gente que no tiene los mismos intereses que tú a la hora de viajar, puede ser un auténtico suplicio, y dejar un mal recuerdo a todos). Siguiendo con el viaje a Brujas, tuvimos un “pequeño” altercado con el de los tickets de la estación, el hombre tenía buena voluntad pero se enfadó mucho cuando no le dijimos de primeras nuestra edad pero, que aunque no lo aparentáramos, no teníamos edad para un descuento en los tickets. Saliendo de la estación y siguiendo el canal (se puede hacer por el parquecillo pero por mi alergia lo dejamos de lado) se llega al Begijnhof, y aquí ya se entra dentro de los que es el centro histórico y turístico de Brujas. Todo el camino va a estar rodeado de canales, cisnes, coches de caballos, muchos turistas y preciosas casitas. A medida que iba guiando a mi amiga por los rincones típicos de la ciudad (es lo que tiene ya haber estado, aunque fuera varios años atrás), podía observar cómo nada había cambiado. Las personas sí, la forma de vestir, pero los rincones de mi memoria seguían igual, y mirando luego las fotografías, hasta los monumentos seguían igual. Tuvimos la suerte de que tras la comida salió el sol, por lo que pasear por Brujas fue mucho más agradable que por Gantes. A parte de ver los lugares típicos rodeados de turistas, también compramos chocolate, típico también, y nos dejamos el paseo, también típico, por barco por los canales. No lo he hecho todavía pero con los puentes y callecitas junto a los canales tampoco es algo tan imprescindible como pueden ser en Venecia, donde las calles en tierra son un auténtico laberinto y muchas no te dejan ver nada. La pena, por mi amiga, es que la plaza del ayuntamiento estaba rodeada por una carpa y grúas, por lo que la vista de la Grote Mark era incompleta, y difícil disfrutar de los edificios que la rodean. Acabamos de verlo todo a tiempo para volver a Bruselas a preparar el equipaje para salir a las 4.40 de la mañana destino el aeropuerto. Nuevamente al facturar mi maleta grande – por el bonete de primavera de 1814- nos ofrecieron facturar gratis el equipaje de mano, y es que nuevamente el vuelo a Zaragoza -con ryanair- iba lleno (aunque los aeropuertos estén alejados de las ciudades es una maravilla no tener que desplazarse hasta Madrid o Barcelona).

Visita: Junio 2015

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Gante - Belgica

Gantes/ Gante

En Gantes había estado hacía trece años, y siempre me quedé con la sensación de o haberme equivocado de lugar o no entender el atractivo de esta ciudad para estar en entre los tres clásicos de la región de Flandes, luego comprendí que no lo había visto por completo, que no llegué hasta el rincón más espectacular de la ciudad (según mi opinión) que es el castillo de los condes de Gante. Tomamos el tren a primera hora destino Gante, y nada más llegar lo primero que hay para disfrutar es la estación de tren de Sant Piers, que es como un palacio, tanto por fuera como por dentro. Recordaba esta estación de mi primer viaje a Gantes así que aproveché para volver a ver los techos pintados de la estación y su exterior de ladrillo rojizo. De aquí es fácil llegar andando al centro, a mi amiga le propuse ir en tranvía si quería, no lo había cogido pero así había que andar menos. Como no había nadie decidió que podíamos ir andando, yo recordaba que con seguir las vías del tranvía todo recto acababas llegando al centro de la ciudad mientras se cruzaban un par de canales. El centro tiene unos cuantos enormes edificios, algunos con unas escaleras tan altas que yo que no soy bajita no conseguí sacar la cabeza por encima. Las casas y los canales eran iguales a los que recordaba (eso significa que efectivamente no me equivoqué) y aunque una chica cuando nos oyó hablar español nos ofreció un tour guiado que iba a empezar, aunque había unos cuantos turistas para apuntarse no nos daba el tiempo, porque aparte de ver los edificios y su rincóncito con puerto, barquitos y casitas en uno de sus canales, o su enorme torre con San Miguel dorado y reluciente matando al dragón desde lo alto (aquí sería San Jorge), nuestro objetivo era el castillo de Gante, que en su día no pude ver y que tenía planeado ver de arriba abajo. A mi amiga le gustó mucho por fuera, la entrada al lado del tranvía, cubierta con sus cables, puede engañar (aunque como dijo mi amiga esa poca decoración es típica de un castillo medieval sin retocar por otras épocas posteriores) pero el lateral que da al canal es una vista impresionante. No había nadie cuando nos acercamos y nos tomamos nuestro tiempo para hacer muchas fotografías desde el puente admirando un castillo de juguete, con sus piedras grises, sus altos torreones, sus mini ventanas tan medievales, y su aspecto redondo. Entramos y tras comprar los tickets me quedé esperando a mi amiga, que estaba indecisa porque no sabía si nos daría tiempo, le había hablado de no perderse Brujas, que no estaba en mis planes porque ya había estado y había visto todo lo que tiene la ciudad, pero que como ella no había estado al final íbamos a ir ese mismo día. Le dije que había tiempo y que yo o veía el castillo de Gante o no repetía otra ciudad más. Al final mi amiga acabó encantada con el castillo, y si bien es cierto que nos tomó bastante tiempo recorrerlo nos dio tiempo a ver Brujas sin problemas. El castillo tiene un formato redondo que uno puede recorrer completamente, son sus murallas exteriores con sus altos torreones y sus pequeñas ventanas para evitar ataques exteriores y con el espacio justo para disparar con ballestas. Luego, en el centro del catillo está la torre principal con lo que son las salas del castillo, entrando se pueden ver varias salas adornadas con vitrinas con diversas armas de fuego antiguas, ballestas, armaduras, instrumentos de tortura, etc. Y mientras vas cambiando de salas vas subiendo y subiendo hasta que ya solo quedan unas escaleras (más escaleras, sin duda el viaje de las escaleras y las cuestas) para llegar a lo alto del torreón con sus banderas ondeando al viento y sus vistas de toda la ciudad de Gante (eso sí, hay que asomarse por las pequeñas ranuras entre muro y muro, para verla). Aquí arriba duramos poco porque después de varios días de sol el domingo amaneció nublado y el viento soplaba fuerte, así que hacía mucho frío tan arriba. Tras subir hasta arriba del todo sigues descendiendo mientras vas pasando por varias salas hasta salir y acabar con la visita. No recuerdo cuantas horas estuvimos viendo el castillo pero es un lugar recomendable, sobre todo por lo único del lugar, lo bien conservado de su estructura y cómo lo han respetado sin añadir épocas nuevas, algo poco habitual. 

Visita: Junio 2015


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Recreación de la Batalla de Waterloo en su Bicentenario - BELGICA








Recreación de la Batalla de Waterloo

Y como últimamente vemos que en la pagina del Facebook del blog las fotografías y los vídeos se ven mejor, como es muy difícil explicar con palabras lo vivido y visto en la batalla, os he dejado un vídeo del viernes y otro del sábado.

Viernes:


Sábado:




La música era de la megafonía del evento, no se ha añadido nada al vídeo.

Recreación de la Batalla de Waterloo - Belgica

Recreación de la Batalla de Waterloo

La recreación de la batalla comenzaba a las ocho de la tarde, muy tarde, en mi opinión, para las dos horas que duraba la batalla. La organización llegó a algún acuerdo porque ampliaron los horarios de los trenes siendo el último en salir a la una y diez de la madrugada (lo recordaron por megafonía el viernes). Aun así yo creo que lo del bicentenario se les fue un poco de las manos, cuando compré las entradas según el plano había la mitad de gradas de las que en realidad hubo, y dos zonas de pie. Nosotras teníamos tickets para la zona de pie dado que las entradas para estar sentada eran más caras y no sabía cómo serían en realidad. Entre las dos zonas para estar de pie optamos por la zona E que era la que inicialmente estaba en el plano, y por lo que nos dijeron el montículo de la zona J disminuyó la visibilidad de la batalla. Aparte del hecho de que había muchas más gradas y zonas de espectadores que las iniciales también  pasó que abrieron solo dos horas antes, y con la de gente que tenía que entrar (según la prensa unos 60.000 espectadores el viernes) la batalla acabó comenzando más tarde de las ocho y nos cansamos de oír a los locutores pedir que se sentaran en las gradas lo más rápido posible. También al abrir las puertas tuvieron un problema con el lector de los tickets y tardaron en poder dejar pasar a la gente, hasta se disculparon por megafonía por ello. El caso es que no estaban muy preparados para el mega evento que se montó por tema del bicentenario, pero me complace informar que el sábado las cosas fueron mejores; hubo más seguridad (vallas que no había el viernes) para evitar accidentes en las colas de entrada, los escáneres de tickets funcionaron y hasta abrieron dos horas y media antes de la batalla para que no pasara como el día anterior. Volviendo al viernes, cuando llegamos a la puerta quedaban dos horas y media para la batalla y ya había gente, por lo que decidimos hacer fila, estábamos las segundas en la fila pero teníamos que recorrer un largo trayecto hasta la zona de pie. Afortunadamente sabemos andar rápido y pudimos elegir sitio, lo cual nos costó mucho porque no sabíamos dónde podríamos verlo mejor. Al final elegimos un lugar intermedio, justo frente a la colina del león. No se pudo ver toda la batalla pero la parte que vimos nos encantó, nos entusiasmó, en fin, que nos alegramos de haber hecho la fila. Como quedaban dos horas para que comenzara la batalla hicimos lo que todo el mundo, nos sentamos en el suelo a esperar y guardar sitio. A eso de la hora de la batalla detrás de nosotras había bastante gente pero aun así nos enteramos de los recreadores que desfilaron y se colocaron para entrar en el campo de batalla desde nuestra zona. Desde donde nos posicionamos el viernes, que se recreaba el ataque francés, teníamos visibilidad del cementerio, la granja de Hougoumont y la casita roja que ya no recuerdo que granja era. De lejos vimos a los escoceses en la zona de la casita roja, que nos pillaba mucho más alejada por lo que de regimiento escocés solo pillamos el sonido de las gaitas, que se dejaban escuchar sobre el sonido de los disparos, los cañones y los locutores (uno en inglés, otro en francés). Por otro lado, desde nuestro lado estaba la parte francesa y justo delante nuestro se colocaron tres cañones, con lo que tuvimos una gran visibilidad de los disparos con cañón. También desde nuestra posición pudimos ver las formaciones en lo alto de la colina, es cierto que estaban alejados pero aun así se podían ver sus gestos y acciones, avances y retiradas, y lo disfrutamos muchísimo. Cuanto más avanzaba la batalla, lógicamente, más se hacía de noche y más humo rodeaba el ambiento por el tema de la pólvora de los disparos de fusil y cañón, debido a ello cuando se me agotó la batería de la cámara antes de que acabara la batalla tampoco lo lamenté mucho porque mis ojos aún podían ver pero mi cámara no era tan buena como para captar lo que yo veía. El viernes fue el día que más gustó ver la batalla, tal vez porque lo vimos más real, el movimiento, las acciones, es como si estuviéramos viviendo el momento. Lo cierto es que no sabría describirlo, ver en las colinas la caballería desplegarse, las filas de regimientos marchando al mismo ritmo, el sonido de las armas todas juntas resonando entre el humo, en fin, que realmente había que verlo para poder disfrutarlo, no creo que pueda describirlo con palabras. Tras la batalla salimos despacio pero sin pausa y nada más salir nos encontramos con el grupo de españolas, pero mira que hay 60.000 personas y de entre tantas teníamos que encontrarnos por segunda vez. Aprovechando, como ellas el jueves habían tenido que ir al campamento y al espectáculo de Infierno le preguntamos donde se cogía el autobús lanzadera para llegar a la estación de tren porque el mar de gente se dividía en dos, una seguía recto y otra iba hacia la derecha. Seguimos a la gente y vimos la interminable fila que había para coger el autobús y como vimos un cartel para ir andando a la estación de tren, pregunté a un policía y decidimos ir a la estación de tren andando. Había muchísima gente andando (pero muchos era para llegar a los parking donde habían aparcado sus coches) y nos costó muchísimo conseguir pasar el primer tramo a pie, íbamos más lentos que un caracol. A medida que se fue descongestionando la cosa nos encontramos con que no sabíamos si estábamos tomando los desvíos correctos (con lo de los parkings no nos podíamos fiar de que toda la gente a pie fuera hacia la estación de tren), pero cada ciertos tramos había un policía al que preguntarle por la dirección a la estación de tren, o bien pasaban los autobuses lanzadera completamente llenos con el cartel de Gare du train. Y así, sin mucha dificultad, y tras recorrer los 3 kilómetros andando que separaban el campo de batalla de la estación de tren de Braine-l'Alleud, llegamos sin problema. El único momento en que lo pasamos un poco mal fue en la propia estación porque la gente se empujaba, había muchísima gente y unas escaleras que bajar para ir hasta el andén del siguiente tren. Y escaleras y gente empujando nunca son buenas combinaciones. Nada más conseguir llegar al andén entramos al tren y conseguimos sentarnos. El tren paraba en muchísimos sitios pero al final llegaba a Bruselas central así que esperamos pacientemente hasta que sobre la una de la madrugada llegábamos a Bruselas central. El sábado en cambio, como había muchísima más gente que el viernes decidimos hacer fila tres horas antes de la batalla, tomamos el primer lugar, nos sentamos y sacamos nuestro jamón serrano y nuestro queso y nos dispusimos a comer (que idea tan buena el llevarnos el embutido de España para la espera). A todos los que estábamos sentados haciendo file tres horas antes nos quisieron engañar: resuelta que la zona de pie E estaba algo alejada (como ya comenté sobre el viernes), pero hay una puerta que está más cerca. El problema es que para llegar a esa puerta había dos opciones: -ser un VIP y poder ir recto hasta la puerta, o buscarte la vida y caminar durante horas hasta llegar. Y sé esto porque el viernes íbamos sin parar de ver cosas pero el sábado pensamos intentar hace fila en la puerta más cercana a la zona de pie E, pero cada vez que preguntábamos nos hacían lo mismo: ¿eres VIP? no, entonces tienes que dar una vuelta por ahí. Ibas ahí, preguntabas y te decían: ¿eres VIP? respuesta: no, entonces tienes que bajar por el otro lado y dar un rodeo, llegabas ahí y otra vez lo mismo, en fin, que al final dijimos, para estar dando vueltas sin sentido nos vamos a nuestra puerta ya conocida.Y estando sentadas haciendo fila con el resto vinieron dos chicos de la organización intentando convencernos de ir a la otra puerta, pero cómo los presentes nos conocíamos el tema, nadie se movió. Es cierto que ese día hubo muchísima mas gente y que se iba a formar atasco en esa entrada, pero también es cierto que no es lo mismo andas 600 metros rectos que 2 kilómetros dando vueltas, nuestra puerta estaría "más alejada" en teoría, pero a la hora de la verdad era mejor que buscar la otra puerta (si no eras un VIP, claro).  Esta vez, como ya había comentado, la cosa fue mucho mejor, más organizada (eso intentaron). Además los grupos de recreadores desfilaron antes (no solo me permitieron verlos mejor que el viernes sino que esta vez la recreación de la batalla sí comenzó puntualmente). Volvimos a repetir la zona E de pie, pero esta vez cambiamos de lugar y nos pusimos un poquito más arriba. A cada lado nuestro teníamos unas cámaras con objetivos impresionantes, con lo que intuimos que no era un mal lugar. Como más de 60.000 espectadores no es un número muy elevado resultó que el chico al lado nuestro nos escuchó hablar en español, nos preguntó de dónde éramos en un regular español, y resultó que él había estado viviendo en Zaragoza desde el 2007 al 2012. Si ya lo digo siempre: el mundo es demasiado pequeño. El sábado había muchísima más gente que el viernes, notamos la diferencia porque al mirar detrás nuestro había mucha más gente que el día anterior, sin contar con las filas que se formaron antes de entrar. Al final se coló una china alrededor nuestro, a nosotras no, pero a los chicos de al lado les quitaron el sitio descaradamente, los pobres no pudieron hacer ninguna fotografía, y si les dejan hasta se hubieran metido en el campo de batalla, de verdad son un auténtico peligro (lo dije en mi viaje a Rusia y cada vez que viajo lo confirmo). El lugar que elegimos el sábado estaba un poco más elevado que el día anterior, por lo que no veíamos el cementerio pero aun así tuvimos una buena visibilidad del resto del campo de batalla. Antes de comenzar escuché mucho español alrededor (mira que nos dejamos oír) y una familia llevaba la bandera española (alguien que se acordaba que hubo un par de españoles en la batalla de Waterloo (la de hace doscientos años)). Esta vez el combate comenzó a su hora, y antes de comenzar pidieron por megafonía un minuto de silencio en recuerdo. El silencio se notó en los espectadores, pero no en los recreadores más alejados, que no debieron enterarse de la petición porque se oían sus gritos y risas perfectamente (al estar todo lo demás en silencio). He de decir que la batalla del sábado, el contrataque aliado, nos resultó algo más monótona que la del día anterior, aunque nos encantó igualmente, había momentos en los que no sabías hacia donde mirar pues en todos los rincones había un ataque. Eso sí, vimos perfectamente los distintos tipos de formaciones militares (el cuadrado, el círculo, el rombo, etc), los ataques a caballo, las hogueras en lo alto de los montículos, los disparos de las formaciones desde las granjas y desde el trigal. Había momentos en los que no sabias hacia donde mirar, los ataques a caballo, las formaciones avanzando en fila mientras al otro lado de la ladera los aliados en grupos sueltos disparaban ante el ataque. En la granja de enfrente el ataque y disparos de un bando y de otro, dentro y fuera de la granja. Es mucho más impresionante vivirlo en el mismo momento, pues contado me es imposible describir dos horas de ataque. Como había tanta gente en vez de esperar como el día anterior en cuanto el presentador empezó a despedirse nosotras comenzamos a salir deprisa para poder coger cuanto antes el tren. Supongo que por seguridad (la organización intentó mejorar los fallos del viernes) bloquearon el pasillo por donde habíamos salido el día anterior, y solo podíamos salir por detrás de las gradas. En consecuencia se formó un gran atasco porque la gente se paraba, sobre todo porque en cuanto acabó la batalla se puso a llover. Como estábamos cansadas de tantas espera decidimos hacer la cola para coger el autobús a la estación de tren (por supuesto hubo gente que se coló). Mojadas subimos al autobús y por lo menos cuando bajamos para coger el tren no había demasiada gente y nos evitamos los peligrosos empujones que vivimos el viernes. Nuevamente subimos al tren con tiempo para sentarnos y de regreso a Bruselas vimos un par de murales junto a la estación de Midi que estaban iluminados. No sé qué tal lo vivieron la gente de las gradas pero nosotras desde nuestra zona de pie, pese a tener que perder entre dos y cuatro horas de nuestro tiempo, lo vimos todo maravillosamente bien y disfrutamos como niños de la batalla: historia viva en su doscientos aniversario.

Visita: Junio 2015

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