Chiesa di Ognissanti, Florencia - Italia

Chiesa di Ognissanti (Iglesia de Todos los Santos en Florencia)

La última actividad de la tarde del domingo había sido cambiada (tema de permisos) y en vez de disfrutar de una ópera Buffa en el teatro, teníamos un concierto en la iglesia de todos los santos (Chiesa di Ognnisanti). Entre el calor, y lo cansadas que estábamos lo cierto es que no lo disfrute mucho. Como de costumbre la actividad empezó tarde, entramos al patio de la iglesia decorado con fresco y tras firmas el libro de visitas entramos en la sala de la iglesia donde había una pintura de Giotto. La pintura nos la explicó la directora del museo Cristina Gnoni. Ella nos detallaba todo en italiano la pintura y después Margarita traducía al inglés, yo estaba tan cansada que empecé solo a entender el italiano, y llegó un momento que ya mi cabeza no entendía nada así que me salí fuera, al patio, a sentarme (porque toda la explicación era de pie). Estaba demasiado cansada para seguir con otra media hora de explicación de pie. Luego, cuando acabó la información sobre la pintura, nos dirigimos a la iglesia donde fue enterrada Caroline Bonaparte. Ahí tuvimos otra larguísima charla en italiano (con resúmenes en inglés, afortunadamente) sobre la vida de Caroline Bonaparte y la restauración de la capilla donde está enterrada. Aunque era sentado creo que ya estaba en la fase de que el cuerpo lo único que quiere es descansar y dejar de pasar calor. En este evento estaba presente la princesa Caroline Murat, descendiente directa de la hermana menor de Napoleón. Tras la explicación llegó el general Napoleón y su séquito, y se colocaron en un lateral de honor de la iglesia para que empezara el concierto, tocarían la tercera sinfonía de Ludwig Von Beethoven (Heroica) originalmente dedicada a Napoleón. Yo no soy nadie para juzgar, y lo cierto que aplaudí mucho al final del concierto, pero juraría que las pausas eran demasiado largas, una de las veces pensaba que ya había acabado todo. Tras el concierto era posible visitar de cerca la capilla donde están los restos de Caroline Bonaparte. Pero yo solo quería irme, la maleta sin hacer y yo con la misma ropa desde las diez de la mañana ¡y eran ya las diez y media de la noche!. Y la ropa de corte de 1796 no es precisamente fresca y cómoda para llevarla todo el día. Así que no disfrute tanto de esta actividad cómo podría haber sido si las circunstancias hubieran sido otras, aún así disfruté de un fresco de Giotto restaurado y del interior de la iglesia también muy decorada.

Visita: Junio 2017

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Jardines Bardini y Jadines Boboli, Florencia - Italia

Jardines Bardini y Boboli

Salimos del Palazzo Vecchio y nos dirigimos tras Napoleón y los duques de la Toscana, hacia las galerías Uffizi para coger el corredor cubierto que lleva al puente Vecchio. Atravesamos el puente Vecchio y vamos andando hasta los jardines Bordini. La subida a los jardines es a pie, lo que nadie esperaba es que fuera un monte tan pronunciado. Bajo el calor de la tarde (que además el domingo fue el día de más calor en Florencia) y los ropajes de corte, la subida por el camino a la parte alta de los jardines, fue complicada, agotadora y casi hasta mortal. En la subida vi a más de un inglés o ruso rojo como un tomate, sin respiración y buscando la sombra de algún árbol. Las ropas de corte no eran las más adecuadas para ese paseo. Sé que cuando se pensó en ello fue porque la subida, aunque en continua pendiente, va descubriendo hermosas vistas de Florencia. En una de las curvas de la cuesta, entre las hojas de los árboles se podía ver la cúpula del duomo al fondo. Y cuando nos acercamos a la villa donde comeríamos hermosos jardines escalonados brillaban bajo el sol de la toscana. Pero el catering falló de nuevo, después de esa difícil y larga subida en cuesta bajo el sol abrasador llegamos deshidratados y el agua se había acabado y nadie del catering había sacado más. De todo el fin de semana finalmente, por mucho que me haya podido “quejar”, que los que me conocen saben que no son quejas, lo que de verdad me dolió y esta vez sí es una queja, es llegar a la villa después de esa subida bajo el sol y no tener agua. Además la gente de la villa, menos una persona, fueron superdesagradables, parecía que nos estaban haciendo un favor por dejarnos comer ahí. Y lo de menos, pero como anécdota no está mal, el catering se confundió, nos envió el catering de otros y además no había más que cucharas y cuchillos, y sí, se puede comer con cuchara y sin tenedor. El lugar era maravilloso, los jardines escalonados, y desde la villa una vista completa de Florencia: el duomo, las torres, el río y sus puentes. Lo que se dice una vista impresionante de Florencia. Hubiera sido una tarde maravillosa si no hubiéramos tenido ese infierno de clima. Ese calor era mortal, y por muy admirables que fueran las vistas cuando uno está agobiado, no disfruta igual. La moda de 1796 implicaba que las mujeres llevaran el pelo largo y rizado, vestidos anchos (así que varias enaguas debajo), y turbantes o pañuelos con plumas en la cabeza. Debido a ello la mayoría de las mujeres llevaban pelucas o extensiones rizadas, y si ya de por sí hacía un día más caluroso de los normal, si le añades pelucas o extensiones extras de cabello y telas sobre la cabeza, el resultado es mucho más calor encima. Yo no había sudado así desde la selva de Malasia. Estaba saliendo fuera de la villa tras la comida y notaba como las gotas de sudor me iban cayendo y recordaba Malasia y el calor húmedo de la selva. Ese calor húmedo que no te deja ni respirar con tranquilidad. Ese es el calor que tuve ese domingo en Florencia, de manera que pasé un poco de las vistas maravillosas de Florencia y acabé dentro de la villa en el pasillo del aire acondicionado. Tras la comida había que ir en grupos pequeños por el jardín Bardini al jardín Boboli y de ahí al palacio Pitti para visitar el museo. Según el programa la salida era en grupos pequeños y parecía fácil, pero de fácil no tenía nada. Cuando nos dispusimos a ir al museo ya se había ido Margarita con gran parte del grupo y tuvimos que buscar el camino, después de subir por las cuestas del jardín Bardini buscando la salida hasta el jardín Boboli finalmente agotadas y deshidratadas llamamos a un taxi (otra vez a esperar contactar con uno, porque el radio taxi deja bastante que desear en Florencia) y de ahí fuimos en taxi hasta la entrada del palacio Pitti. En los jardines Boboli (parte del palacio Pitti) nos encontramos con gente del grupo que se iba a descansar y otros que ya avisaban que no irían a la actividad de la noche (el calor nos pasó factura a todos). El paseo fue una gran desilusión porque hacía demasiado calor y pocos árboles para disfrutar del jardín Boboli (que por cierto estaba lleno de esculturas modernas que afeaban el paisaje) y las salas del museo estaban cerradas por la exposición, y solo podíamos ver la sala de porcelana, que la verdad, como que no nos interesaba. Así que la dichosa exposición moderna nos dejó con las ganas de disfrutar del Palacio Pitti. La próxima vez hay que asegurarse de que no haya cosas así para poder disfrutar del sitio como corresponde.  

Visita: Junio 2017

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Palazzo Vecchio, Florencia - Italia

Encuentro del General Napoleón y el Gran Duque de la Toscana en el Palazzo Vecchio, Florencia

Estamos en Florencia, pero en 1976. En este año Napoleón todavía no ha sido coronado Emperador pero es un general ambicioso cuando llega a Florencia y se encuentra con el Gran Duque de la Toscana y su corte para discutir los términos de la neutralidad de la Toscana. Este hecho histórico fue en realidad en la Plazzo Pitti donde se había trasladado la corte dejando en el Palazzo Vecchio la parte del gobierno. Lamentablemente había una exposición moderna programada (que aprovechando comento que tenía casi todo el museo cerrado) y no dieron los permisos para ello. Pero en su lugar la recreación se realizó en el palacio Vecchio, que también había sido sede de la corte italiana. Cuando llegamos al palazzo Vecchio en su exterior hay muchos grupos de turistas congregados, no es algo inusual, pero me sorprendo cuando entro en el patio del Palazzo y lo encuentro medio vacío. Las últimas veces que entré no estaba tan vacío, y luego confirmo mi sospecha cuando la sala del evento estaba prácticamente vacía de visitantes. Lo que he de decir es una pena, porque con la misma entrada no solo veías el museo y el palacio, sino también la recreación. Lo más sorprendente era que aunque no fueran a la recreación al menos deberían ver el palacio y el museo, no es nada caro (sobre todo si lo comparas con las visitas en Cataluña), pero en cambio no había mucha gente. Cuando recorrimos el palacio prácticamente solo estábamos nosotros. Lamentablemente no pude recorrer con calma todo el museo porque también éramos menos recreadores de los habituales. Al ser otra época la moda femenina y masculina cambia y no todo el mundo tiene trajes de esta época. Debido a ello, aunque había dos recreaciones del encuentro, y el plan era asistir a una y el resto de tiempo ver el palacio. O ver el palacio y asistir a la otra recreación. Por falta de gente tuvimos que ir a las dos recreaciones, lo que nos quito tiempo de ver el museo (aunque teniendo en cuenta que no pagamos entrada tampoco nos vamos a quejar mucho, solo que hubo gente muy lista que estuvo en la primera recreación pero que se escaqueó de la segunda y yo lo noté porque la segunda vez éramos muy poquitos formando la corte). Pero volviendo al principio, entramos al Palazzo Vecchio por el primer patio cubierto y rodeado de columnas, en las paredes y bóvedas del patio se pueden ver frescos con paisajes de época y en el centro del patio podemos encontrar una fuente. Pasando el patio entramos al palacio para encontrarnos con el segundo patio, con enormes pilares y nada adornado en comparación con el primer patio y sus frescos. Aquí nos encontramos al 113 regimiento, formando junto a la escalera de acceso al salón de los quinientos (Salone dei Cinquecento). En el interior del segundo patio nos vamos encontrando con amigos y conocidos, y saludando para que en la hora en punto (cosa extraña) subir las escaleras hasta el salón. Entramos de a dos en el salón de los quinientos. Este salón resulta impresionante con tantas pinturas cubriendo sus paredes y techo. Los cuadros que adornan el salón las escenas de batalla son pintados por Vasari: la conquista de Siena, la toma de Porto Ercole, la victoria della Chiana, la derrota de Pisa, el ataque en Livorno, y Pisa atacada por las tropas de Florencia. La decoración del techo representa, en varios paneles, los episodios más importantes en la vida de Cosme I, los barrios de la ciudad y, en el centro, la escena de su nombramiento a Gran Duque de Toscana Nosotros nos colocamos al fondo del salón y conversamos, criticamos, cotilleamos, reímos, cosas naturales en la corte italiana de 1796. Entonces suenan las trompetas y avisan al duque y la duquesa que llega el general Napoleón. Los duques toman asiento en sus tronos y la corte nos colocamos alrededor, para observar al recién llegado. Entra la guardia de Napoleón, con los soldados del 113 regimiento, y el mismo general Napoleón avanza con seguridad hacia el gran Duque de la toscana Ferdinando III. Napoleón se presenta y muestra sus respectos al duque y la duquesa, el duque se levanta y saluda a Napoleón mientras empiezan una conversación sobre la neutralidad de la Toscana en la guerra que está librando el general francés. Mientras recreamos las situaciones los del equipo MUS.E del Palazzo Vecchio se encargan de explicar la historia en inglés e italiano, para que los espectadores que hay sepan qué se está recreando. Tras llegar a un acuerdo Napoleón se marcha y la corte junto con los duques se marchan también, ya somos libres para pasear por el salón y visitar los cuartos monumentales. Lo primero es mirar atentamente las pinturas de los techos y las paredes del salón. Es posible subir a la parte de arriba para verlo más cerca. Al fondo de la sala resultan llamativas seis estatuas, incluyendo el Genio de la Victoria de Miguel Ángel. Tal vez por ser la parte menos decorada de la sala resaltan en su desnudez. Por aquí ya podemos entrar a los cuartos monumentales donde nos encontramos con salas decoradas con frescos y pinturas. Lo cierto que subiendo escaleras y girando pro pasillos te puedes perder con tanta sala que tiene el palacio, aunque no sea un palacio muy grande. Sin duda alguna una mañana muy productiva. Tras la última reconstrucción histórica salimos en grupo camino a los jardines Bardani, aunque eso es otra historia.

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Palazzo Corsini, Florencia - Italia

Baile en el Palazzo Corsini, Florencia

Afuera ni una sola brisa se nota en el ambiente, no ha llegado el verano y el calor ya abrasa esta ciudad. Desde la ventana de mi habitación puedo ver le puente alla grazie sobre el río Arno y como la luna ilumina la oscuridad de la noche. Son apenas las dos de la madrugada y entre el calor y la emoción no puedo conciliar el sueño. Esta noche he asistido al baile en honor del cumpleaños del General Andrea Puleo, que se ha celebrado en el Palazzo Corsini de Florencia. Como es habitual en mi, he llegado tan puntual que apenas estaba la guardia de Napoleón en el patio del palacio. Sé que no se estila pero no consigo acostumbrarme a llegar tarde a todos los sitios, la ventaja de no seguir la moda es que he podido observar de primera mano la llegada al palacio de Napoleón Bonaparte, de su hermana Paolina Bonaparte, y sus generales. Al llegar Napoleón la tropa ha formado fila, mostrando respeto, y han ofrecido la bandera del Imperio francés para que su emperador la besara. Tras ello Napoleón y Paolina se han dirigido al interior del palacio en compañía de los anfitriones mientras el resto de gente va llegando al palacio y se pasea por el patio para hablar con los conocidos mientras observan entre sí sus vestimentas. El patio del palacio es de tipo cuadrangular y su acceso es a través de las puertas del palacio que dan al río Arno. El palacio tiene bastante de arquitectura barroca, lo que es raro en Florencia. Mientras va llegando más gente podemos empezar a subir por la escalera principal que da a los apartamentos superiores del palacio. El elemento más característico es la famosa escalera de caracol y en el interior del "caracol" por el que se puede ver la entrada. En lo alto de la escalera hay dos guardias del regimiento 113, uno a cada lado y en posición de firmes. Esta escalera, con su iluminación y la guardia napoleónica al frente hace que sienta que estas entrando a un lugar importante. Tras subir la grandiosa escalera accedemos al interior del palacio donde nos espera un pasaje con ventanales que tiene vistas al patio y al río Arno, y que en sus techos nos ofrecen hermosas pinturas clásicas. En este pasaje podemos encontrar en un lateral bebidas frescas para soportar el calor de la tarde. En todo el interior del palacio se encuentran hermosas habitaciones con frescos y estucos, como la del Trono, ricamente decorado, el de la danza, el de Silvani, etc. En los laterales del pasaje podemos encontrar varias habitaciones disponibles para nuestro disfrute, salas con sillones, salas de juegos, sala de bebidas, y el acceso al salón de baile. A través del salón encontramos más habitaciones, con sillones y sofás donde recostarse a descansar, beber, o jugar. El palacio es un lugar inmenso, aunque no todas las habitaciones están disponibles a la vista de inv itados, por ejemplo, la sala donde será servido el buffet está cerrada hasta la hora de la cena. Tras llegar todos los invitados al baile somos llamados al salón principal donde Napoleón y su hermana Paolina están sentados en la zona del “trono” y el resto de nosotros los rodeamos atentos a la presentación que se va a realizar. El salón del trono es la sala más grande del pnalacio, cubierta con tapices coloridos a juego con su suelo, y brillantes lámparas que iluminan la sala durante toda la noche. En primer lugar la anfitriona agradece la presencia de Napoleón y su familia, que dan tanto caché a su baile, y posteriormente presenta a los músicos que neos van a acompañar durante toda la velada. Tras ello ofrece a Napoleón una sorpresa, un baile dedicado a la familia Bonaparte: el fandango. El fandango es una danza popular española con la que Bonaparte quedó impresionado cuando le fue mostrada en la Isla de Elba. El fandango recreado fue compuesto por el italiano Luigi Boccherini, que lo escribió durante el período en que vivió en Madrid, periodo, también, en el que estaba en estrecha relación con la familia Bonaparte. Así es como dos bailarines aparecen con trajes con un aire español, suenan las castañuelas y comienzan a bailar con los pasos característico de un fandango.Tras la muestra del fandango, con el aplauso de todos los presentes la anfitriona nos reserva otra sorpresa; un solo de violín del maestro Paganini. Esto es algo que ya pudimos disfrutar el año pasado, en Lucca, en el baile de la corte de Elisa Bonaparte, otra de las hermanas de Napoleón. Para poneros en antecedente el maestro Paganini fue un prodigio del violín, de tal manera que corrían rumores de que había hecho un trato con el diablo para conseguir ese talento. De 1805 a 1813 fue director musical en la corte de Maria Anna Elisa Bacciocchi, princesa de Lucca y Piombino, que no era otra que una de las hermanas de Napoleón. Y tras los aplausos nos llega otra tercera sorpres a: el canto de la soprano Sarina Rausa, que nos ha deleitado en otras ocasiones en teatros de Italia, y que esta vez nos ofrece un canto de varios temas musicales. Sarina no solo es una cantante maravillosa sino que además es una persona encantadora, la vi la tarde antes del baile cuando regresaba del paseo con Napoleón por Florencia y enseguida me saludó con cariño y me preguntó por lo que hacíamos. Y se despidió hasta la noche, por lo que yo sabía de antemano que iba a estar en el baile, lo que posiblemente significaba que íbamos a poder disfrutar de su voz en directo. Sin duda la anfitriona quiere que se recuerde su baile como uno de los mejores de la temporada. Tras las sorpresas de la anfitriona con las que ha deleitado nuestra vista con el baile del fandango, y nuestros oídos con la música de Paganini y la voz de Sarina, el maestro de baile Donald Francis toma lugar para dar comienzo al baile, los músicos afinan los instrumentos y comienza el baile. Una de las cosas divertidas de los bailes de esta época es que es habitual el cambio de pareja, por lo que es fácil encontrarse de la mano del emperador dando un giro o un molite. Y no tomo el mundo puede decir que ha bailado con el emperador Bonaparte. Tras haber bailado unos pasos bailes me acerco a uno de los salones. Como casi todos ellos está decorado con hermosos frescos y pinturas en el techo, enormes y brillantes lámparas, y cómodas long chaise o sillones para poder reposar los cansados pies mientras disfrutamos de una bebida fría. Desde la chaise longe donde me asiento puedo ver la sala de baile y como los bailarines van cambiando de pareja, me resulta interesante ver a las parejas bailar, así puedo observar los errores en los pasos, o los trajes de la gente. Sin duda el baile más divertido es (nunca recuerdo el nombre) el que hay que formar un gran circulo porque nunca consigo verlo sin que las parejas se confundan y pierdan el paso. La cuestión es que cuando pierdes el paso en este baile te quedas fuera del círculo. Y hay ocasiones (como esta noche) en las que la gente vuelve a entrar y es como un divertido juego del corro de la patata o un tira y afloja, a ver quién sale y entra más vez. Tras estar un rato observando la sala de baile decido levantarme e investigar por las habitaciones del palacio. Cruzando el salón de baile y pasando por varias habitaciones encuentro una pequeña puerta pintada como si fuera la pared y abriéndola descubrimos un excusado. Avanzando un poco más entrando en salones oscuros y solo iluminados por la leve luz de la tarde que se filtra por las ventanas, descubro la biblioteca, con libros antiguos guardados en sus estanterías, también hay una chimenea en la sala, aunque ningún lugar para sentarse a leer un buen libro junto al fuego. En el salón de baile, tras uno de los tapices descubrimos una sala donde guardar todas esas cosas anacrónicas. Esta vez dejé la cámara de fotografías guardada por lo que no tengo imágenes o videos de esas pequeñas sorpresas que nos ofreció el baile, pero os lo puedo contar y compartir fotografías/videos de compañeros de viaje. Así, pasando de salón en salón acabo en el pasaje, disfrutando de una bebida, conversando con amigos junto a los ventanales, que debido al calor de la noche se han abierto para intentar refrescar el ambiente. La noche es muy calurosa pero es interesante asomarse y cotillear al resto de invitados haciendo exactamente lo mismo, intentado encontrar la incorrección de alguien. Entonces la música se detiene y somos llamados de nuevo al gran salón de baile donde Napoleón va a homenajear a uno de los invitados, dándole una medalla por sus servicios prestados. Me gustaría poder explicar más peo lo cierto es que no me enteré de todo lo que decían. Tras finalizar el evento comienza el baile de nuevo y decidimos dejar el agobio de la danza y pasar por la sala de juegos. Por todas las habitaciones por las que he pasado, menos en la biblioteca, había gente, y la sala de juegos no fue una excepción. Aquí encontramos a varios caballeros y damas jugando al faraón. Poniéndoos en antecedentes mucha de la gente había leído sobre el juego del faraón y tenía curiosidad sobre ello, por lo que la mesa de juego nunca estaba vacía. En muchos libros se refleja la importancia de este juego, en “la historia de mi vida hasta 1797” Casanova admite que el Pharaon (faraón) era una de sus fuentes de ingresos. El español encargado en ilustrarnos en este juego de la época lo explicó adecuadamente pero ya no me acuerdo. Lo que he encontrado en internet dice que en la mesa se dispone el tapete que reproduce las 13 cartas (del as al rey) de un mismo palo, generalmente picas. El banquero, después de haber barajado y cortado, coloca el montón sobre la mesa. Los jugadores efectúan su apuesta sobre una de las cartas dibujadas en el tapete. En este momento, la banca descubre tres cartas, la primera no se toma en consideración, la segunda pierde y la tercera resulta vencedora. La banca recoge las apuestas colocadas sobre la carta perdedora. En caso que el banquero destape dos veces la misma carta, retira la mitad de la apuesta. A medida que salen las cartas, se registran en el marcador, colocando las bolitas en las proximidades de la carta que haya salido. Hay mucha gente en la sala por lo que apetece dar un paseo por el patio del palacio, además me he dado cuenta de que se me ha desatado la cinta del zapato. Mis amigas suelen ir siempre a la última moda, llevan esos conjuntos que uno ve en las fashion plate de último mes de la época a recrear (este baile era de 1800 a 1817), pero siempre dicen que yo tengo ojo para los complementos, ya sean joyas, decoraciones del cabello o zapatos. De 1810 en adelante los vestidos de noches se han acortado permitiendo danzar con más libertad, enseñando los tobillos lo suficiente para que se vean las hermosas cintas de las zapatillas de baile que llevamos. Para no ser indiscreta me siento en el inicio de la gran escalera para atarme las cintas de la zapatilla, la razón de buscar un sitio donde no haya gente es debido a los escotes de la época. Justamente habíamos estado hablando de lo feo que quedaba el moreno y blanco de los escotes de algunas damas. Y es que en la época moderna, como decía Amaia, los pantalones se llevan cortísimos enseñando mucho más que solo pierna y en cambio apenas se enseña escote, y mucho menos nada comparado con la época napoleónica. De ahí que encontráramos esos choques de bronceado. Lo de los escotes se podía sospechar por lo que dijo una rusa: los (recreadores) militares rusos solo van a los bailes (de recreación) por dos motivos: la bebida, y los escotes de las mujeres. Por eso mismo dado el escote del vestido, si me tengo que agachar, mejor hacerlo disimuladamente. Al fin bajamos la escalera y cruzamos le patio hasta la puerta donde nos encontramos con la guardia. Porque tal y como manda la época tenemos a una guardia francesa vigilando la puerta de acceso al palacio. Aunque están de guardia durante toda la noche hasta que acabe el baile, la tropa no se lo está pasando nada mal dado que se divierten entre ellos y entre la gente que va pasando por la calle y que les pide hacerse fotografías y demás. Nosotras salimos de la puerta a disfrutar de un poco de aire frente al río Arno, la pena es que no sopla nada de aire. Volvemos y mantenemos una conversación entretenida con la guardia de la puerta. Para que nos quede claro, son el 113th regiment. Y tal y como sospechábamos se mantendrán en guardia hasta que acabe el baile,y no pueden subir al baile a bailar ni comer porque todos los que están ahí abajo son tropa, solo los oficiales o personas de más rango pueden estar arriba en el baile (y eso es llevar la recreación de forma fidedigna). Toda la tropa es italiana, pero de los presentes solo hay uno que sea de Florencia, el resto son de otros sitios de Italia. Cuando regresamos el que habla bastante fluidamente español nos acompaña hasta casi la puerta, muy descarado que la tropa ligue así con unas damas, pero nos tiene que abandonar cuando Napoleón cruza el patio camino a la puerta, y tal y como se despide parece que se va a meter en un lío: “voy a ver que quiere el emperador” y sale corriendo hacia la puerta. Aún volveremos a bajar al patio de nuevo, esta vez para espiar a Napoleón y su hermana en una de sus salidas, donde solo conversan y ríen junto al río Arno y junto a una persona de chaqué verde, bautizado como “sujetavelas”. Lo de “sujetavelas” viene porque, estando en la puerta, espiando a Napoleón cubiertas por la tropa, nos comentaron que el que les acompañaba se llamaba xxx(no recuerdo el nombre) y preguntaron como era en español. Me costó pero al final recordé que el tercero en compañía de la pareja es un”sujetavelas”. Así que fue rebautizado como “sujetavelas”. Nos escapamos de vuelta al baile antes de que Napoleón y Paolina regresaran, y disfrutamos de las salas del lugar (alguno vio a las damas quitarse camisolas y tumbarse en los divanes) y esperamos junto a al sala del banquete a la llegada de la cena. La cena se compuso de un inmenso Buffet Froid a la Carême siguiendo el estilo de la época, los que me habéis leído de otros bailes en Italia sabréis que el salmón conserva su cabeza, los dulces tienen una forma cuidada, etc. Esta vez una gran tarta blanca con velas coronaba la mesa. La anfitriona nos invitó a cantar el cumpleaños feliz al general Andrea, y tras ello el general apagó todas las velas de la tarta el solo. Y se abrió la veda para la comida. Lo cierto es que esta vez hasta sobró comida y el pastel de chocolate fue exquisito. La mejor cena de todas (y con lo rara que soy yo comiendo, eso es mucho decir). Y con esto se dio por acaba la velada y poco a poco nos fuimos despidiendo y volviendo a nuestros alojamientos, nosotras solo teníamos que cruzar el puente para ello, y la noche acompañaba a permanecer despiertos.

Visita: Junio 2017

Mis imágenes: Recreación Napoleonica Florencia I

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