Viñales - Cuba

Viñales

Desde La Habana hay muchas excursiones a Viñales, nosotras la contratamos con la misma agencia del circuito desde España pero se pueden hacer muchas otras (como pasear a caballo entre los mogotes) o hacer noche en Viñales y recorrer el interior de varias de sus cuevas. Todo el mundo que había estado me decía que había sido lo mejor de su viaje y lo cierto que nos gustó pero no nos pareció tan espectacular, igual es que tras tanto comentario las expectativas eran altas o bien porque volvíamos de pasar varios días por Tope de Collantes y el Valle de los Ingenios y comparativamente Viñales está bien pero si te gusta la naturaleza es más recomendable Tope de Collantes (para nuestro gusto, claro). Como es una excursión habitual el tour no lo hicimos nosotras dos solas sino que fuimos en un autobús con varios turistas (italianos, japonés, mexicanos, rusos, etc.). El Parque Nacional de Viñales está ubicado en Pinar del Río y de camino hasta ahí volvimos a ver el paisaje que tomamos para ir a Las Terrazas donde no hay tanto cartel propagandístico de la revolución. Esta zona estuvo cubierta por el mar y se caracteriza por sus montañas bajas de caliza, cubiertas de vegetación y únicas en el país, llamadas mogotes. Si has viajado a China o a Malaca este tipo de montaña te puede sonar porque es muy parecida por no decir que prácticamente igual. Lo especial es que se encuentra en Cuba y no en Asia. Supongo que el haberla visto en China y Malasia le quitó un poco de grandiosidad al asunto. La visita vale la pena, es un lugar natural precioso que hay que visitar si estás en Cuba, pero no es superior a Tope de Collantes, son diferentes tipos de naturaleza, pero hermosas por igual. La UNESCO lo nombró Paisaje Cultural de la Humanidad y es cierto que a medida que entramos en Pinar del Rio empezamos a ver los valles verdes plagados de altas palmera, cultivos de tierra roja (supongo que cultivos de tabaco) y de fondo las montañas redondeadas y con vegetación que son los famosos mogotes. Nuestra primera parada es una plantación de tabaco, y así damos por cerrado el ciclo de visitas de plantaciones de Cuba. Como ya habíamos estado viendo a lo largo de nuestro recorrido por Cuba, la agricultura es a la vieja usanza, con bueyes y arados manuales y caballos. Según nos dijeron en Tope de Collantes los agricultores tiene que entregar el 90% de su producción al gobierno y el resto es para ellos, ya sea para su consumo o para su venta. En la excursión a Viñales el guía nos comentó que con el tabaco es igual, el 90% es para el Estado y la familia se queda con el 10% restante. Y para quien le guste fumar habano recomendó comprarlos a los agricultores pero si lo que le gusta es tener la pegatina de la marca habanos entonces hay que comprarlo al estado. La diferencia es que uno tiene la marca y el otro no, y que el del estado es más caro y el del agricultor más baratos. Eso sí, dijo que el sabor es el mismo porque el habano se hace con el mismo producto, solo que el 90% se vende al estado y el resto se lo queda el agricultor, pero no puede usar la marca. La plantación de tabaco donde paramos pudimos ver los campos de tierra roja y el propietario nos mostró la semilla del tabaco, la más pequeña que vimos. Después de la plantación pasamos por el pueblo de Viñales que se encuentra dedicado al turismo. Es una localidad con bonitas casas con soportales, pintadas en llamativos colores. En muchas de ellas se pueden ver carteles alquilando habitaciones a turistas o restaurantes. Hay mucha gente que decide dormir aquí para hacer varias excursiones por los mogotes. De aquí nos acercamos al mural de la prehistoria donde vamos a comer, lo bueno de este lugar es que se encuentra dónde están localizados los mogotes “Las dos hermanas” , lo que significa que tenemos una vista de cerca de los famosos mogotes y le da su valor a esta parada porque lo que menos visto fue el mural de la prehistoria. Como decía entramos al recinto y fuimos admirando los mogotes de cerca, las montañas redondeadas estaban llenas de palmeras que sobresalían de cada rincón de su roca calcárea, y así de cerca aún me recordaron más a los que vi en China. A medida que te acercas al mural de la prehistoria puedes ver los mogotes desde un poco más lejos y resultan más bonitos que vistos de cerca, porque parecen hongos grandes de color verde en el valle. Es un buen lugar para ver la perspectiva de los mogotes de cerca, en cuanto al mural, es una pintura de colores en la pared de un mogote con su interpretación de la historia de la evolución humana, aprovechando las grietas de la roca para creer efectos especiales de luz y color. A nosotras fue lo que menos nos llamó la atención o nos gustó, pero lo teníamos contratado porque comíamos ahí. Aunque como decía, lo mejor del lugar es estar cerca de los mogotes. Y por supuesto el recorrido desde la plantación al mural de la prehistoria te permite ver los mogotes del valle que es la vista más preciosa. De toda la excursión lo mejor era el paseo en autobús por el valle, disfrutando de la vista de los mogotes sobresaliendo de color verde y el suelo liso de color rojo por las plantaciones. Después de comer fuimos a visitar la Cueva del Indio. En Viñales, debido al tipo de roca que es la que forman los mogotes hay muchas cuevas atravesadas por ríos subterráneos. Dicen que la cueva de Santo Tomás es la más grande pero nuestra excursión visitaba la Cueva del Indio que combina recorrido a pie y en barca. En la cueva nos encontramos con más turistas y el guía dijo que continuáramos y no nos paráramos, lo dijo para que luego no tuviéramos problemas a la hora de subir a la barca, porque la fila de espera dentro de la cueva por el número de turista fue tipo atracción de ferias. En la primera parte de la cueva, como decía, se hace un recorrido andando, la cueva es muy grande y está asfaltada de forma que no es difícil andar por ella, no hay muchas estalactitas y parece que va a ser una decepción, pero entonces consigues montar en la barca que te lleva a través de las aguas subterráneas de la cueva, y ahí sí que disfrutas de la visita, las formaciones de las estalactitas y estalagmitas en esta zona forma figuras como la cabeza de un indio (que da nombre a la cueva), un cocodrilo, una figura de la virgen del pilar, etc. La parte de la cueva con aguas subterráneas está oscura de forma que ves las formaciones rocosas porque el piloto de la barca las va marcando con una linterna. Pero el plato fuerte llega al final, cuando la barca gira para tomar la salida de la cueva y te encuentras con una inmensa entrada de estalactitas y estalagmitas abiertas por el paso del agua, afuera las hierbas no dejan suponer la imagen de su interior. Lo cierto es que la cueva en sí parece que no vale la pena en comparación con otras cuevas del lugar, pero te sirve para hacerte una idea de estas formaciones. De aquí fuimos al mirador de Los Jazmines, que en todos los blog dicen que es el mejor mirador para ver el valle de Viñales, y efectivamente fue la mejor parada de la visita. Cuando ves este paisaje en toda su inmensidad de vibrantes colores verdes, azules y rojos te das cuenta el por qué se considera a Viñales la zona más bonita de Cuba. La panorámica del valle desde este mirador es espectacular, una sola fotografía no es capaz de captar lo bonito del paisaje. Junto con el recorrido de la plantación al mirador de la prehistórica este punto es el mejor del recorrido, muy recomendable la visita si te enamoran los paisajes y la naturaleza.

Visita: Noviembre 2019

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Tope de Collantes: Parque El Nicho - Cuba

Tope de Collantes: El Nicho

Dejamos Trinidad para ir a tope de Collantes, esta vez un poco más lejos, para visitar el Parque de El Nicho. La carretera para llegar al Nicho es complicada, en el circuito pone que se llegará hasta allí en jeep (entiendo que cuando vas en grupo en el circuito), como solo somos dos llegamos hasta ahí en coche. La carretera de montaña no es de las mejores conservadas pero tiene un fabuloso paisaje de vegetación entre subida y curva. El día está nublado y cada cierto tiempo empieza a llover. De los diez días por Cuba fue el único día que nos llovió. Lástima que fuera precisamente ese día. Aún así el conductor y el guía llevan el aire acondicionado encendido y a ratos esto te parece a Taiwán por el frío que hace. Afortunadamente debido a las cuestas y la carretera el conductor nos dice que tiene que quitar el aire para tener más potencia en el motor, y como que se lo agradecemos. Finalmente llegados a la entrada del parque por una carretera que ya se ha convertido en un camino de tierra y barro, en el parking (de tierra) del lugar dejamos el coche bajo los árboles y vemos que apenas hay coches, madrugar tiene la ventaja de encontrar poca gente. Una vez pasas la entrada al parque (donde el guía paga nuestro acceso) llegas a un pequeño centro de visitantes con bar, restaurante, merendero, y donde saldremos con el guía del parque a realizar el sendero “Reino de las Aguas”. Empezamos el recorrido y, aunque había parado, volvió a ponerse a llover. Por suerte llevábamos los chubasqueros y las botas de treking que usamos en el diluvio del Camino de Santiago y del Camino Caoling. Aunque lo que le faltaba a mi cámara (que el día anterior había caído al agua) era más agua. El camino es muy sencillo y plano rodeado de alta vegetación (aquí vemos más nidos de termitas, ahora ya reconocibles), pasando el camino del río sobre una pasarela de madera llegamos a la Poceta de Los Enamorados, el guía nos comenta que como está lloviendo desde ayer el agua parece muy marrón porque está revuelta pero normalmente se ve de un color azul turquesa y cristalina, nos lo creemos porque ayer estuvimos viendo otras pocetas del parque (y también que nos marchamos con lluvia). De la poceta de los enamorados continúa el camino cruzando otra vez el río y se escucha, antes de que se vea, el ruido de la cascada de El Nicho. La cascada es impresionante, realmente es el punto más visitable del camino y lo más llamativo. La cascada se divide en tres chorros de agua grandes que caen sobre las rocas y luego van inundando, en mayor o menor medida, el resto de la zona, todo depende de cuánta agua lleve. A la derecha hay otra cascada que también lleva agua al río, digamos que estamos rodeados de agua, pues apenas hay una pequeña parte de camino sin que haya cascadas o pocetas, por ello el nombre del sendero es el Reino del Agua. Aquí deja de llover y seguimos el camino sin los chubasqueros. Ahora toca subida y camino por tierra entre arboles selváticos con sus largas raíces. Entre los arboles hay flores y conseguimos ver a un colibrí, se mueve rapidísimo y cuesta seguirlo con la vista por lo rápido que va de arbusto en arbusto. Seguimos el camino, el guía del parque era para nosotras dos así que iba a nuestro ritmo, y llegamos a la Poceta de Cristal. Usualmente dan tiempo libre para bañarse en la poceta, que es de un agua cristalina pero como estaba medio lloviendo, el agua después de estar tantas horas lloviendo no era cristalina sino de un tono verde y marrón a mí no me llamaba meterme ahí dentro, y mi amiga por otro motivos tampoco pudo, así que nuestro trayecto se acortó bastante pues no entramos a la poceta. Aunque luego llegaron unos cubanos y se metieron sin pensarlo y se acercaron hasta las cascadas que alimentan de agua a la poceta. Si en la excursión anterior había alemanes y rusos, además de los nacionales, aquí había mucho turismo nacional. Yo me subí en el tronco de un árbol caído que me permitía acercarme a ver las cascadas de la poceta sin tener que meterme al agua. Y dejando atrás a los que se bañaban seguimos el camino de tierra y barro y seguimos subiendo hasta el punto más alto del trayecto que tiene un espectacular mirador al parque. Aunque estaba nublado eso lo hizo aún mejor porque podíamos ver como se movían las nubes entre las montañas grisáceas y más abajo el verdor de la selva del parque con vista a algunos recodos del río. Aquí nos quedamos un rato disfrutando del paisaje, y avisamos al guía que como no nos dijera algo nos quedamos ahí enganchadas. Una vez llegas aquí el resto del camino (circular) es de bajada a través de la selva. Los arboles estaban marcados con carteles indicando el tipo de árbol que es por lo que no hacía mucha falta el guía. Y así llegamos de nuevo a la cascada de El Nicho. Son apenas dos kilómetros (aquí no hay controversia) y como no habíamos gastado tiempo de baño el guía nos dijo que nos podíamos quedar por ahí y regresar al centro de visitantes más tarde, hasta las once y media no abrían la cocina (comíamos ahí, nuevamente arroz y pollo). En esta excursión fuimos prácticamente solas, suponemos que debido a la lluvia que había estado cayendo, pero al terminar el recorrido circular nos encontramos con un montón de turistas y al salir de comer el parking estaba bastante lleno de coches. De aquí nos marchamos camino a La Habana donde pasaríamos las últimas noches y por el camino (este día fueron muchas horas de carretera) pudimos volver a ver todos los carteles que la primera vez (camino a Cienfuegos y Trinidad) me llamaron la atención, y es que son todos carteles en referencia al Che y a la Revolución, como si estuviera todavía viva

Visita: Noviembre 2019

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Tope de Collantes: Parque Guanaraya - Cuba

Tope de Collantes: Parque Gunaraya

Tras pasar la noche en Trinidad nos dirigimos hacia el parque nacional Tope de Collantes. Para visitarlo es necesario hacerlo con los guías del parque por lo que en las dos ocasiones en la que lo visitemos nos acompañaran estos guías expertos en naturaleza. En la entrada del parque nos encontramos que hay varios camiones aparcados frente al centro de visitantes, pero ninguno es el nuestro. En el centro de visitantes hay carteles de todos los senderos que se pueden hacer en el parque, en nuestro circuito están los dos más sencillos pero más bonitos según los cubanos que los han hecho. Frente al centro de visitantes hay una gran plaza que el guía nos enseña que en realidad es un reloj solar enorme. Y al frente hay un alto edificio blanco que es el hotel del parque. En esta zona refresca, lo que significa que nosotras estamos a gusto y los cubanos tienen que taparse con chaquetas. Nuestra excursión se vio afecta por uno de los grupos que componían el tour. Como solo somos dos y este tour se hace en camión, juntan a varios grupos, en nuestro caso íbamos con un grupo de alemanes y otros estadunidenses de Texas. Pero aunque estuvimos una hora esperando a los estadounidenses al final no aparecieron y nos marchamos (porque si seguíamos esperando no iba a dar tiempo de hacer todo el recorrido). El motivo de esperar tanto es porque en Cuba dan media hora de cortesía para llegar tarde (me pasó con uno de los tours del circuito), si ya empiezas dando 30 minutos de margen, bien puedes alargarlo. Para nosotras fue una suerte porque la guía quería dar el tour en alemán y en inglés y mi amiga estaba cansada de que le hablaran siempre en inglés en Cuba, justamente un sitio donde pueden hablarle en español (esa misma mañana en el hotel de Trinidad nos habían hablado varias veces en inglés el camarero del desayuno, hasta que hice de traductora (sí, increíble) y nos habían pedido rellenar unas largas encuestas que solo tenían en francés e inglés (divertidísimo). Al faltar los estadunidenses el tour lo hizo en español y alemán, aunque realmente no entiendo el por qué es necesario una guía del parque si tampoco cuenta mucho, pero así es como lo tienen organizado. Nos montamos en los camiones y acabamos muy cerca de ahí, en un antiguo cafetal. La guía nos mostró la flore y el fruto del café y un pequeño museo que tienen montado en una cafetería, y nos dio tiempo libre para tomar un café, mientras le dábamos más tiempo a los estadounidenses a llegar. Finalmente nos marchamos y comenzamos el recorrido por el parque en camión. El lugar tiene unas vistas impresionantes, y a quien le gusten las montañas disfrutará de la excursión. A lo largo del camino vimos caballos, las montañas, mucha vegetación y a las plantas crecer en los cables de la luz. Llegamo al parque Guanayara, donde comienza el sendero llamado “centinelas del río melodioso”, según la guía son 3 o 5 kilometros cubanos, porque en todas las guias pone que son tres kilómetros pero que ellos en cuba lo han medido varias veces y les sale cinco kilómetros. El día era estupendo porque hacía sol, y como el recorrido está lleno de árboles en la sombra no hacía mucho calor. Empezamos el sendero caminando por un pequeño llano entre árboles, donde conseguí ver por primera vez al pájaro nacional: el tocororo, (un pájaro con los colores de la bandera nacional cubana) . conseguí verlo porque aunque no soy de hablar con la gente si soy de prestar atención a lo que dicen (por eso me enteré que el grupo que faltaba eran de tExas), y es que estando caminando un guía llamó a nuestra guía para enseñarle el tocororo, la guía se lo mostró a los alemanes pero como yo no soy sorda me acerqué y conseguí llegar a verlo. Pero cuando acabó con los alemanes el ave se echó a volar. Así que si hubiéramos esperado a que la guía nos lo enseñara no hubiéramos podido verlo. No conseguimos ver a mas aves porque tras nosotros llego un grupo enorme de cubanos que son mu ruidosos, gritaban, saltaban, se metían al agua vestidos, vamos, lo que se llama un grupo de personas sin civilizar (porque no, no eran jóvenes a los que achacar su exceso a la juventud). Esta fue la mayor desgracia que tuvimos en el recorrido, porque la verdad es que fueron un auténtico incordio en todo momento. Seguimos el sendero hasta que entramos entre espesa vegetación de la selva tropical, así bajamos y subimos (y nos alegramos de haber llevado las botas de trekking) hasta encontrarnos con la cascada llamada Salto del Rocío.. La vista resultaría de postal sino fuera por el grupo de cubanos, pero aun así no consiguen quitarle el aspecto increíble de esas altas cascadas soltando agua desde lo alto. Abajo el agua es tan cristalina que se puede ver perfectamente cada grieta de las rocas y cada pececillo. Aquí hay una pasarela de madera suspendida sobre el río, la primera de varías que tendríamos que pasar a lo largo del sendero, y es que para tocar lo menos posible el entorno en vez de hacer puente simplemente han hecho pasarelas con un tablón de madera (¿para qué gastar más tablones?).Tras el pequeño recodo de cielo abierto que nos brinda el salto del Rocío, volvemos a adentrarnos en la espesura de la vegetación mientras el camino va paralelo al río, por eso se escucha el agua (cuando no se oye a los cubanos gritar como histéricos) y por ello el camino se llama centinelas del río melodioso. Durante el camino nos encontrábamos bambú (que han tallado con nombres como si pintarrajean las paredes – hay que decir que este parque es muy visitado por el turismo nacional y alemán, y a los alemanes no les veo yo haciendo esas cosas…), con la palmera real (que hemos estado y veríamos por toda la isla y que es el árbol nacional de Cuba) y bonitos recovecos y saltos de agua con impresionante color azul. La guía nos enseña la flor de la palmera real y tras alguna que otra pasarela más sobre el agua llegamos a la poza del Venado, en donde es posible bañarse y tomar un cóctel típico en su pequeño bar (que no conseguí beber porque el hombre se marchó con su caballo antes de que mi amiga saliera del agua). Aquí hice un intento de meterme al gua, pero no me gusta el agua de río, a una no le gusta el mar y a la otra no le gusta el río. Pero en mi intento me hundí en el barro, me raspe la mano donde llevaba la cámara y se cayó al agua. Y ya no volvió a encenderse. Cuando llegamos a Trinidad fui a un supermercado a comprar a arroz y la tuve en arroz hasta que volvió a funcionar. Aunque a veces el mando de control se vuelve loco. La poza es preciosa, con una pequeña cascada que da a la poza, bastante grande y llena de agua color azul turquesa. Mientras mi amiga se cambiaba de ropa la guía me llamó donde los alemana para enseñarme otro tocororo. Y cuando mi amiga estuvo lista seguimos el camino (ninguno de los alemanes se había bañado así que la esperábamos a ella). Nuevamente, el paisaje es encantador, con lianas selváticas, zonas de altísimos bambús y largas y gruesas raíces de árboles, como los que ves por el sudeste asiático. En esta parte la guía nos enseñó un nido en lo alto de las ramas, nos preguntó que si sabíamos que era, no conocíamos ningún ave (y las cigüeñas allí no cuentan) que pudiera hacerse eso, y al final resultó que era un nido de termitas. Tras seguir el camino por entre vegetación, palmeras y agua cristalina llegamos a donde se encuentra el restaurante “La Gallega”, fundado por una gallega y donde nos obsequian con un coctel de alcohol (no sé si habéis leído todas las entradas pero todos los días acabamos bebiendo un coctel con alcohol) antes de comer pollo y arroz (que sorpresa) y una especie de tubérculo que tienen ahí (y que no recuerdo el nombre). El lugar tiene tiendas de campaña donde nos comenta la guía que hay excursiones que hacen noche ahí y recorren el parque durante varios días (suecos, noruegos, alemanes…). Cuando salimos del lugar comienza a llover pero afortunadamente estamos dentro del camión. Antes de llegar al centro de visitantes hacemos una parada en el camino en un puesto de dulces y frutas, y nos compramos unas tabletas tipo turrón que son muy dulces y que me encantan. Una vez terminada la excursión bajamos con nuestro guía hacia el mirador del Caribe donde disfrutamos de una vista espectacular de las montañas y del Mar Caribe, que en un día despejado como hoy resulta precioso (se ve hasta Trinidad), y que al hacerlo por la tarde (los grupos suelen subir por la mañana) estamos prácticamente solas en el mirador. Y finalmente regresamos a Trinidad.

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Valle de los Ingenios - Cuba

Valle de los Ingenios

Tras la comida en Trinidad salimos en coche hacia el Valle de los Ingenios. Estábamos esperando que nos explicaran que era eso de los ingenios pero al final tuvimos que preguntar al guía. Resulta que ahí se llaman Ingenios a las haciendas azucareras, así que si como nosotras no sabías que era eso de los Ingenios, ahora ya lo sabes. Entre paisajes naturales verdes impresionantes se encuentran haciendas y fincas declaradas patrimonio de la Humanidad. Nosotras pararíamos en dos, la primera de ellas la hacienda Manaca-Iznaga, una de las mejor conservadas del valle. Compuesta por la casa hacienda, la torre vigía y el cementerio de esclavos, Manaca-Iznaga alcanzó un poder económico gracias a la industria azucarera. El lugar perteneció originalmente a Manuel José de Tellería que lo compra para construir un ingenio de miel y azúcar. La familia Iznaga-Borrell era de las más poderosas y adineradas de Trinidad y contaban con grandes caballerías de tierras dedicadas a la producción azucarera, con miles de esclavos finalmente acaban obteniendo el ingenio. Cuando llegamos al lugar hay que cruzar una vía del tren, luego descubriríamos que ese tren sigo en vigor. Pasando por varios tenderetes llegas a la hacienda donde vivian los dueños y hoy reconvertida en restaurante y tienda. Enfrente de la hacienda (una casa de una sola planta) nos encontramos con una gran campana y dos calderos de hierro, los calderos son resto de la antigua fábrica y la campana pertenecía a lo alto de la torre vigía y que hoy ya no está situada ahí porque la torre se ha convertido en un mirador. Este ingenio estuvo formado por hacienda donde vivían los dueños, una fábrica de azúcar, los barracones de esclavos y una torre vigía. Hoy se conservan restos de la fábrica y de los barracones, la casa hacienda y la torre. Aunque nosotros solo visitamos la hacienda y la torre. La arquitectura de las haciendas de los ingenios es diferente al de las casas coloniales de Trinidad, son edificios de una planta, con patios de arcos en el frente y un portal con dos ventanas abalaustradas a los lados y una puerta de madera con un gran arco. Nuestra primera visita fue subir a la torre vigía, hoy mirador, y en nuestro camino nos encontramos con un montón de sábanas blancas tejidas, todo hecho a mano pero que no nos interesaban y que a mí me daban aspecto de ropa tendida al sol. La torre tiene casi 45 metros y fue construida para vigilar a los esclavos en sus labores en la plantación y con su campanario se indicaba la hora del comienzo y del fin de la jornada laboral. Para subir por ella tenemos tramos de escaleras de madera interior, tiene siete niveles con formas geométricas diferentes que terminan en un octágono. El guía nos dijo que la mejor vista era en el nivel medio porque el inferior tenía muy poca altura y el superior es muy estrecho para apreciar las vistas, en el nivel medio en cambio hay amplios ventanales donde disfrutar de las vistas. A mí, personalmente, me gustaron las vistas desde todos los ángulos y niveles. Desde ahí arriba puedes ver todo el vale, las casas que rodean el ingenio, la hacienda del ingenio, el terreno de las antiguas plantaciones, así como las montañas al fondo. No podría elegir una vista porque cada una era diferente pero hermosa. Tuvimos, además, la suerte de que mientras estábamos arriba llego el tren a vapor que hacer un recorrido por el valle. El antiguo tren de vapor sale diariamente a las 9.30 desde la Estación de Trinidad y realiza un recorrido por el Valle con varias paradas (la hacienda Manaca-Iznaga incluida) que dura dos horas. Hay que recordar que Cuba fue el primer lugar de España (en esa época todavía era España) donde se inauguró el ferrocarril y su funcionamiento fue muy útil para el transporte del azúcar. No sé si el recorrido en tren vale la pena, pero las vistas desde la torre sin duda lo hacen, si os alojais en Trinidad hay que visitar este ingenio. Después de bajar de la torre entramos en la hacienda Manaca-Iznaga, en sus interiores se distingue un salón principal, con la decoración propia de la época y un techo de madera como los otros que vi en Trinidad. A los lados se encuentran los dormitorios, aposentos y oficinas. Y están los retratos de los dueños de la hacienda. El lugar es un bar restaurante así que hay bastante turista. Saliendo al balcón trasero de la haciendo podemos encontrar un trapiche que es n molino utilizado para extraer el jugo de la caña de azucar. Tras terminar de ver la hacienda cogimos el coche para ir de camino a San Isidro de los Destiladeros y en el coche el guía nos contó las leyendas que hay alrededor de la Torre Vigía. Se dice que el levantamiento de la torre se debió a una disputa amorosa entre los hermanos Pedro y Alejo Iznaga. Enamorados de la misma mujer, una hermosa esclava que había traído su padre, se jugaron el amor a quien construyera la mayor obra. Alejo se propuso construir una torre majestuosa y Pedro un pozo de gran profundidad. Un año demoró en levantar la torre, los esclavos trabajaron sin descanso día y noche, bajo el azote del mayoral, para que Alejo ganara la competencia. Más tarde, su hermano Pedro, también alcanzó su propósito y construyó un pozo que todavía hoy es utilizado por los pobladores de la zona. El padre de ambos no supo decidir cuál de los dos había ganado la competencia por lo que pregunto cuando medían la torre y el pozo, como ambos medían lo mismo y se habían terminado a la vez, y eran cosas igual de útiles, el padre decidió que se quedaba la esclava para él, además de obtener la torre y el pozo. Y llegamos a San Isidro de los Destiladeros, donde veríamos solas con la guía del lugar esta hacienda fue una de las más prestigiosas en producción de azúcar y donde más antiguos vestigios arquitectónicos se han encontrado. En la actualidad, los hallazgos expuestos a cielo abierto dan cuenta de la importancia del patrimonio industrial del célebre valle. El lugar está en rehabilitación, por lo que el interior de la hacienda está prácticamente desmantelado, pero con su estructura uno se puede imaginar cómo era la hacienda en sus mejores momentos. La guía nos comentó que su construcción data del siglo XVIII y que fue propiedad de Alejo María del Carmen Iznaga y Borrell, catalán que llegó a Cuba con la esperanza de amasar una buena fortuna. Su propósito se cumplió y años después las ganancias comenzaron a crecer. Luego, la propiedad fue vendida y se aprovechó la máquina de vapor y el incremento del número de esclavos para transformar a San Isidro en uno de los diez ingenios azucareros más productivos del valle y del país. El lugar se encuentra en una zona con amplios árboles que forman parte del conjunto campestre y donde podemos encontrar uno de estos árboles sagrados para los cubanos, que como dijo la guía, puedes creer o no, pero mejor no tocar el árbol por si acaso. Lo primero que nos encontrábamos, cuando quitamos la vista de la hacienda son los muros del sistema hidráulico que llevaba las aguas de un arroyo cercano al área destinada a la producción de azúcar. Allí las excavaciones han desenterrado lo que otrora fuera la destilería o molino de barro. Un poco más allá, frente a la hacienda se encuentra la torre campanario de estilo neoclásico, muy bajita y de solo tres pisos de base cuadrada, los arcos de medio punto y los detalles ornamentales. Se dice que cumplía tres funciones: mirador, campanario para avisar sobre el inicio o el fin de la jornada de trabajo, y como capilla de retiro, meditación y adoración. Como la hacienda está en reconstrucción tras ver sus arcos y estructura pasamos al a zona donde se encuentras los restos arqueológicos del llamado tren jamaiquino, en realidad de origen francés, aunque arribó desde Jamaica. Estaba compuesto por cinco calderas que se alimentaban del fuego de un horno común y cuyo fin era cocer las mieles para el azúcar. Este sistema fue la máxima expresión de la revolución industrial en el siglo XIX. Cerca se encuentra el pozo y resto de otras zonas del ingenio. Aunque pese a esas innovaciones tecnológicas la guía no deja de recalcar la barbarie acometida por los españoles a los hombres y mujeres traídos de África y China que se usaron para trabajar en los ingenios y como esclavos sexuales para generar una especie más resistente para hacer el trabajo. Lo que aquí sacó algo bueno de los españoles, resulta que con esto de usar a las esclavas sexuales paraa tener hijos que trabajaran en la Hacienda consiguieron que con la mezcla de africanos y españoles naciera la raza cubana. En esta hacienda también visitamos las ruinas de los barracones, pequeños espacios con condiciones infrahumanas. Con esto acabamos la visita al valle, con una parte de historia y otra de naturaleza. Ya habíamos visto un cafetal en Las terrazas y aquí una hacienda azucarera, ya solo nos quedaba una plantación de tabaco para dar por vistas todas las más importantes plantaciones de Cuba. Sin duda esta es una excursión imprescindible si visitas Cuba.

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Trinidad - Cuba

Trinidad

De Cienfuegos nos dirigimos a Trinidad, una ciudad que a mí me gustó mucho. No hacía más que salirme el nombre de Trujillo pero es que mi inconsciente relacionaba Trinidad con Trujillo de Perú por sus casas de estilo colonial, con el enrejado en sus ventanas y sus paredes de colores, y con sus calles empedradas. Por supuesto Trinidad está mejor conservada que La Habana que es muy grande, por eso las casas de alquiler que vimos por aquí parecía que estaban bastante bien, hasta nuestro hotel fue una maravilla de lujo estilo colonial (no tenía ni wifi ni ascensor pero estaba limpio y con el encanto que tienen las casas coloniales de Trinidad). Aquí es donde el guía nos identificó que significaban esos carteles con una especie de ancla, a veces rojos y otras veces azul. Son los símbolos para identificar las casas y lugares con habitaciones de alquiler, símbolo rojo para nacionales y azul para extranjeros. Trinidad sería nuestra sede para pasar dos días por el parque nacional Tope de Collantes, lo que no esperaba era llegar tan pronto en la tarde (como el circuito resulto ser nosotras dos, el conductor y el guía, pues llegamos mucho antes que un circuito de varias personas), pero eso nos permitió ver la ciudad por libre y disfrutar de su anochecer. Y ya sabéis que nos gusta combinar visitas con guía con visitar por libre. Trinidad es Patrimonio Mundial por la Unesco desde1988, entre sus laberintos de calles con casas de colores la vida pasa con calma y las guitarras suenan en un compás lento. Sí, Trinidad no deja atrás el amor de los cubanos por la música, aunque aquí son menos pesados, te hacen disfrutar mucho más del viaje, aquí han entendido que no por acosar al turista van a conseguir ganar más. En la recepción del hotel pedimos un plano, ya que nuestro alojamiento no estaba en pleno centro histórico, pero la fotocopia casi sin tinta que nos dieron no fue muy útil ni necesaria, afortunadamente. Dejamos el hotel que estaba junto a una de las plazas de la ciudad que tiene conexión wifi, y nos dirigimos hacia el casco histórico de la ciudad. Para ello pasamos por sus calles, donde es muy fácil no perderse dado que tienen una estructura organizada de calles perpendicular y paralelas. Uno puede acabar girando en la calle que no es, pero no se puede perder por otro motivo más que ese (y que de noche hay muy poca luz y toca usar la linterna del móvil). Aparte de a Trujillo (Perú) también me recordó, con sus casas, calles y restaurantes, a San Cristóbal de las Casas en México. Y por fin empecé a disfrutar de Cuba. Como decía dejamos a tras el parque Céspedes; la plaza donde podías conseguir wifi y donde se encontraba la iglesia de Paula (y es que esta fue la ciudad donde más iglesias católicas encontramos) y nos dirigimos hacia la plaza mayor. Pasear por las calles empedradas de Trinidad, subir sus cuestas y ver sus casas con ventanales enrejados y jaulas colgadas de sus fachadas es algo muy recomendable y que uno no debe dejar de hacer cuando esté en esta ciudad. Escuchar a los coches de caballos (para turistas) pasar es viajar en el tiempo. La de veces que le dije a mi amiga que ahí me veía yo con mis trajes de recreación. Lo de las jaula con aves en las fachadas de las casas viene de antiguo, el guía nos lo explico pero la verdad es que no lo retuve (nuestro guía chino-cubano hablaba muy bajito), así que no so puedo contar el porqué de esta tradición de adornar las fachadas de las casas con pájaros en jaulas de madera o hierro. En la plaza Mayor nos encontramos con la Iglesia de la Santísima Trinidad, en teoría la visitábamos por dentro con el guía pero al final resultó que estaba cerrada y solo abrían el domingo, así que no pudimos verla. Aquí subimos unas escaleras de piedra que dan a la plaza (como si fuera la plaza de España de Roma) donde estratégicamente habían puesto mesas y sillas y los turistas se sentaban a beber algo disfrutando de las vistas de la ciudad desde más altura. Al terminar de subir las escaleras te encuentras con la casa de la Música, tendrás música en vivo y ve instrumentos musicales de otras épocas, o nos interesó pagar para entrar así que bajamos las escaleras para ir caminando hasta el antiguo convento de San Francisco de Asís que hoy se ha convertido en el Museo de la Lucha contra Bandidos, creo que los aficionados a las armas de otras épocas estarán encantados con todos los museos que hay por Cuba donde guardan las armas de la revolución como si fueran de hace siglos. No es que fuera lo que más nos llamó la atención pero el precio vale la pena solo por subir a la torre del convento, con unas increíbles vistas del mar, las montañas de la Sierra de Escambray y la ciudad de Trinidad. Después de maravillarnos con las vistas volvimos a la plaza mayor con sus palmeras y sus galgos (figuras que dan acceso a la plaza ajardinada y vallada) en busca de algunos de los museos que ahí se ubican. Resulta que las casas de Trinidad están reconvertidas en “museos” o en casas/habitaciones de alquiler u hoteles. El problema en Cuba es que no ponen letreros a los edificios por lo que ya estábamos decididas a desistir de encontrar alguno de los dos supuestos museos que estaban en la plaza cuando un hombre sentado frente a una casa nos dijo “el museo de Arquitectura Colonial, ¿quieren verlo?”. Y nosotras justamente diciendo “Pues ese estábamos buscando”. El precio es barato, pero teniendo en cuenta que los museos de ahí son solo casas donde han almacenado lo antiguo, pues tampoco pueden pedir más por entrar. Según dijo el hombre que la enseñaba (a otros turistas sudamericanos que entraron tras nosotras, que a nosotras españolas no), esta era la casa de un negrero catalán. Es una casa de planta baja que mantienen abierta y con muebles de la época. Se conservaba tal cual, incluso con las dependencias de aseo, ducha y wáter en el jardín, donde la ducha era de lo más moderno en la época en la que se puso, así como el wáter de porcelana, la cocina, apenas mantenida, y el jardín donde se mostraba un rudo cepo en el que se inmovilizaba a los negros como castigo. El hombre les dijo a los otros que los agarraban de las manos y los pies, pero en Matanzas otra guía dijo que de la cabeza. Igual a los esclavistas les daba igual como retenerlos. Una vez salimos decidimos volver a subir las escaleras que hay junto a la casa de los conspiradores (una preciosa casa con su fachada bien conservada y rodeada de preciosas flores y enredaderas) y tomarnos una piña colada (yo casi no la probé porque descubrí que no me gusta nada). Y desde ahí estuvimos, como el resto de turistas, disfrutando del anochecer sobre la ciudad. Luego tuvimos que volver corriendo y con la linterna del móvil hasta nuestro hotel. Al día siguiente teníamos la vista de Trinidad con el guía, que ilusamente nos indicó el plano de la ciudad para que le hiciéramos una fotografía, dado que él desconocía que por la tarde ya había hecho eso mismo, así como visto parte de la ciudad. Como no pudimos ver la iglesia por dentro fuimos directamente a nuestra siguiente visita que era el Museo del Romanticismo. La tarde anterior habíamos pasado varias veces por enfrente sin conseguir descubrir lo que era, el tema de los carteles no lo llevan muy bien. Para entrar al museo hay que guardar los bolsos en unas taquillas y par ano variar el museo es una casa de dos plantas con un patio interior que está toda amueblada. Se conserva todo muy bien y es como viajar en el tiempo a una casa colonial de la época. Las escaleras de acceso a la planta superior donde te encuentras con el comer y la mesa puesta con toda la vajilla, el saloncito, donde lo que más me llamó la atención son los techos de madera, no por la madera decorada en sí sino por la estructura que tienen; son techos en forma triangular pero que tienen vigas rectas donde cuelgan las lámparas de cristal o empiezan los muros de las apredes, lo que significa que hay zonas sin cerrar entre las habitación. Y esta no fue la única casa de Trinidad que vi así, y no lo he visto en otros lugares, por lo que me pareció muy original. Las salas para visitar eran habitaciones con sus camas y mosquiteras, tocadores, mecedoras y costureros, baños con retrete (un agujero en una silla de madera) y bañeras, cocinas (también muy originales), más comedores. Una casa muy completa y bonita, aunque el toque principal lo tiene sus balcones, que dan al mar y a la montaña y tiene una vista directa a la plaza mayor y todas sus calles aledañas. Nuestro guía chino-cubano nos dijo que un paisaje con mar y montaña da buen fenshui. Una vez salimos del museo nos diriguimos hacia el Restaurante El Jigüe cuya casa tiene una fachada decorada con baldosas de cerámica (resaltando sobre el resto de edificios) y en cuya placeta hay un güira plantada en los años veinte y donde se celebra misa. De aquí nos acercamos a la Canchanchara para tomar la bebida famosa de ahí que no me gustó porque lleva aguardiente y miel. Aquí también vimos el proceso con el que se hacían los habanos. Tras esto nuestro guía nos comentó que había terminado la visita y que hasta las doce que era la comida si queríamos que nos acompañara o íbamos por libre, como nos quedaron cosas por ver preferimos ir por libre y buscando el templo de Yemaya (que manía con no poner carteles fuera del interior de las casas) encontramos el museo municipal (que no recuerdo que casa era pero que como elr esto de museos de Trinidad era una antigua casa colonial que había llenado de objetos, dado que algunas de las salas tenían objetos de la casa, como la cocina (tan curiosa como la del Museo del Romanticismo) como las camas, pero luego había zapatos, anclas, banderas, armas y todo lo que se te pueda ocurrir que se antiguo y se pueda mostrar. También tiene un carruaje antiguo en la zona que era las cocheras, y aquí sí que encontramos muchos turistas, principalmente alemanes y rusos. No conseguí saber de quién era la casa pero sus techos, de nuevo, me parecieron muy originales y bonitos. De aquí fuimos hasta la plazuela segarte y en una callejuela entramos (por buscar sombra) donde había un mercadillo y vimos muchos dominó de nueve. La primera vez en mi vida que he visto un dominó de nueve ha sido en Trinidad, le pregunté al guía y me dijo que a los cubanos les gusta mucho jugar al dominó de nueve, que es más interesante que el de seis. Y la guía de Matanzas me dijo que se lo toman como un deporte nacional porque todos alguna vez en familia acaban jugando al dominó de nueve. Seguimos y vimos el ayuntamiento y cárcel antigua por fuera y conseguimos descubrir el templo de Yemaya, donde se encuentran altares de santería y ceremonias religiosas, a mí me recordó a una mezcla entre el vudú que vi en Luisiana y la religión de los pueblos de Chiapas en México. En Matanzas descubriríamos más sobre la santería y todos los dioses (como Yemaya) que vienen de la religión africana traída por los esclavos a Cuba. Esta Santería está muy extendida y si los ves vestidos todos de blanco no es algo que hagan siempre, según nos explicó el conductor del tour de Las Terrazas se viste de blanco es un corto periodo de tiempo, normalmente de un año, durante el que deben cumplir ciertas normas, como que jamás les de la luz del sol o la luna, de ahí que lleven un paraguas cuando salen de casa de noche. Aunque aquí es donde más iglesias en activo hay y donde vimos un adorno navideño y caímos en lo más sorprendente del viaje, excepto en Trinidad en el resto de Cuba no existía la Navidad. Como normalmente viajo por el mundo en noviembre estoy acostumbrada a ver adornos navideños, ya sea Europa, Asia o América, por lo que estar en Cuba sin ver ni un adorno se nos hizo raro. Por lo que nos dijeron está casi prohibida por el Gobierno (fíjate que nos llegaron decir que era un invento estadounidense y que por eso no se celebraba). Y finalmente nos fuimos a comer a la bodeguita de en medio de Trinidad donde comí Ropa Vieja (por fin salí del arroz y el pollo o cerdo) y con nuestro afán de no dar propinas conseguí que los músicos dejaran de tocar (¡bien, una comida sin música obligada!). Al día siguiente salíamos de Trinidad a Tope de Collantes y nos pasaron dos cosas muy curiosas, el día anterior habíamos preguntado la hora de apertura del desayuno, nos dijeron que las siete y cuando bajamos y vimos que no había nada el camarero nos dijo algo, mi amiga pregunto ¿que? porque como yo no había escuchado, el camarero volvió a repetirlo (ahora sí me enteré decía siete y media en inglés) y a la tercer vez que mi amiga preguntó ¿que? intervine yo diciendo en español que nos estaba diciendo en ingles que abría a las siete y media, este es un ejemplo de lo que nos pasó mucho por cuba, que nos hablaban en inglés,Aunque en algunos casos era muy útil para ignorarlos cuando se ponían pedigüeños, Y la otra cosa es que al llegar a Tope de Collantes la guía nos dijo que como había un grupo en alemán, otro en inglés y solo nosotras dos en español que lo hacía solo en alemán y en inglés, vamos, que no había forma que en Cuba nos hablaran en español.

Visita: Noviembre 2019

Mis imágenes: Cuba - cuaderno fotográfico

Información para viajar: Pendiente

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