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Tope de Collantes: Parque Guanaraya - Cuba

Tope de Collantes: Parque Gunaraya

Tras pasar la noche en Trinidad nos dirigimos hacia el parque nacional Tope de Collantes. Para visitarlo es necesario hacerlo con los guías del parque por lo que en las dos ocasiones en la que lo visitemos nos acompañaran estos guías expertos en naturaleza. En la entrada del parque nos encontramos que hay varios camiones aparcados frente al centro de visitantes, pero ninguno es el nuestro. En el centro de visitantes hay carteles de todos los senderos que se pueden hacer en el parque, en nuestro circuito están los dos más sencillos pero más bonitos según los cubanos que los han hecho. Frente al centro de visitantes hay una gran plaza que el guía nos enseña que en realidad es un reloj solar enorme. Y al frente hay un alto edificio blanco que es el hotel del parque. En esta zona refresca, lo que significa que nosotras estamos a gusto y los cubanos tienen que taparse con chaquetas. Nuestra excursión se vio afecta por uno de los grupos que componían el tour. Como solo somos dos y este tour se hace en camión, juntan a varios grupos, en nuestro caso íbamos con un grupo de alemanes y otros estadunidenses de Texas. Pero aunque estuvimos una hora esperando a los estadounidenses al final no aparecieron y nos marchamos (porque si seguíamos esperando no iba a dar tiempo de hacer todo el recorrido). El motivo de esperar tanto es porque en Cuba dan media hora de cortesía para llegar tarde (me pasó con uno de los tours del circuito), si ya empiezas dando 30 minutos de margen, bien puedes alargarlo. Para nosotras fue una suerte porque la guía quería dar el tour en alemán y en inglés y mi amiga estaba cansada de que le hablaran siempre en inglés en Cuba, justamente un sitio donde pueden hablarle en español (esa misma mañana en el hotel de Trinidad nos habían hablado varias veces en inglés el camarero del desayuno, hasta que hice de traductora (sí, increíble) y nos habían pedido rellenar unas largas encuestas que solo tenían en francés e inglés (divertidísimo). Al faltar los estadunidenses el tour lo hizo en español y alemán, aunque realmente no entiendo el por qué es necesario una guía del parque si tampoco cuenta mucho, pero así es como lo tienen organizado. Nos montamos en los camiones y acabamos muy cerca de ahí, en un antiguo cafetal. La guía nos mostró la flore y el fruto del café y un pequeño museo que tienen montado en una cafetería, y nos dio tiempo libre para tomar un café, mientras le dábamos más tiempo a los estadounidenses a llegar. Finalmente nos marchamos y comenzamos el recorrido por el parque en camión. El lugar tiene unas vistas impresionantes, y a quien le gusten las montañas disfrutará de la excursión. A lo largo del camino vimos caballos, las montañas, mucha vegetación y a las plantas crecer en los cables de la luz. Llegamo al parque Guanayara, donde comienza el sendero llamado “centinelas del río melodioso”, según la guía son 3 o 5 kilometros cubanos, porque en todas las guias pone que son tres kilómetros pero que ellos en cuba lo han medido varias veces y les sale cinco kilómetros. El día era estupendo porque hacía sol, y como el recorrido está lleno de árboles en la sombra no hacía mucho calor. Empezamos el sendero caminando por un pequeño llano entre árboles, donde conseguí ver por primera vez al pájaro nacional: el tocororo, (un pájaro con los colores de la bandera nacional cubana) . conseguí verlo porque aunque no soy de hablar con la gente si soy de prestar atención a lo que dicen (por eso me enteré que el grupo que faltaba eran de tExas), y es que estando caminando un guía llamó a nuestra guía para enseñarle el tocororo, la guía se lo mostró a los alemanes pero como yo no soy sorda me acerqué y conseguí llegar a verlo. Pero cuando acabó con los alemanes el ave se echó a volar. Así que si hubiéramos esperado a que la guía nos lo enseñara no hubiéramos podido verlo. No conseguimos ver a mas aves porque tras nosotros llego un grupo enorme de cubanos que son mu ruidosos, gritaban, saltaban, se metían al agua vestidos, vamos, lo que se llama un grupo de personas sin civilizar (porque no, no eran jóvenes a los que achacar su exceso a la juventud). Esta fue la mayor desgracia que tuvimos en el recorrido, porque la verdad es que fueron un auténtico incordio en todo momento. Seguimos el sendero hasta que entramos entre espesa vegetación de la selva tropical, así bajamos y subimos (y nos alegramos de haber llevado las botas de trekking) hasta encontrarnos con la cascada llamada Salto del Rocío.. La vista resultaría de postal sino fuera por el grupo de cubanos, pero aun así no consiguen quitarle el aspecto increíble de esas altas cascadas soltando agua desde lo alto. Abajo el agua es tan cristalina que se puede ver perfectamente cada grieta de las rocas y cada pececillo. Aquí hay una pasarela de madera suspendida sobre el río, la primera de varías que tendríamos que pasar a lo largo del sendero, y es que para tocar lo menos posible el entorno en vez de hacer puente simplemente han hecho pasarelas con un tablón de madera (¿para qué gastar más tablones?).Tras el pequeño recodo de cielo abierto que nos brinda el salto del Rocío, volvemos a adentrarnos en la espesura de la vegetación mientras el camino va paralelo al río, por eso se escucha el agua (cuando no se oye a los cubanos gritar como histéricos) y por ello el camino se llama centinelas del río melodioso. Durante el camino nos encontrábamos bambú (que han tallado con nombres como si pintarrajean las paredes – hay que decir que este parque es muy visitado por el turismo nacional y alemán, y a los alemanes no les veo yo haciendo esas cosas…), con la palmera real (que hemos estado y veríamos por toda la isla y que es el árbol nacional de Cuba) y bonitos recovecos y saltos de agua con impresionante color azul. La guía nos enseña la flor de la palmera real y tras alguna que otra pasarela más sobre el agua llegamos a la poza del Venado, en donde es posible bañarse y tomar un cóctel típico en su pequeño bar (que no conseguí beber porque el hombre se marchó con su caballo antes de que mi amiga saliera del agua). Aquí hice un intento de meterme al gua, pero no me gusta el agua de río, a una no le gusta el mar y a la otra no le gusta el río. Pero en mi intento me hundí en el barro, me raspe la mano donde llevaba la cámara y se cayó al agua. Y ya no volvió a encenderse. Cuando llegamos a Trinidad fui a un supermercado a comprar a arroz y la tuve en arroz hasta que volvió a funcionar. Aunque a veces el mando de control se vuelve loco. La poza es preciosa, con una pequeña cascada que da a la poza, bastante grande y llena de agua color azul turquesa. Mientras mi amiga se cambiaba de ropa la guía me llamó donde los alemana para enseñarme otro tocororo. Y cuando mi amiga estuvo lista seguimos el camino (ninguno de los alemanes se había bañado así que la esperábamos a ella). Nuevamente, el paisaje es encantador, con lianas selváticas, zonas de altísimos bambús y largas y gruesas raíces de árboles, como los que ves por el sudeste asiático. En esta parte la guía nos enseñó un nido en lo alto de las ramas, nos preguntó que si sabíamos que era, no conocíamos ningún ave (y las cigüeñas allí no cuentan) que pudiera hacerse eso, y al final resultó que era un nido de termitas. Tras seguir el camino por entre vegetación, palmeras y agua cristalina llegamos a donde se encuentra el restaurante “La Gallega”, fundado por una gallega y donde nos obsequian con un coctel de alcohol (no sé si habéis leído todas las entradas pero todos los días acabamos bebiendo un coctel con alcohol) antes de comer pollo y arroz (que sorpresa) y una especie de tubérculo que tienen ahí (y que no recuerdo el nombre). El lugar tiene tiendas de campaña donde nos comenta la guía que hay excursiones que hacen noche ahí y recorren el parque durante varios días (suecos, noruegos, alemanes…). Cuando salimos del lugar comienza a llover pero afortunadamente estamos dentro del camión. Antes de llegar al centro de visitantes hacemos una parada en el camino en un puesto de dulces y frutas, y nos compramos unas tabletas tipo turrón que son muy dulces y que me encantan. Una vez terminada la excursión bajamos con nuestro guía hacia el mirador del Caribe donde disfrutamos de una vista espectacular de las montañas y del Mar Caribe, que en un día despejado como hoy resulta precioso (se ve hasta Trinidad), y que al hacerlo por la tarde (los grupos suelen subir por la mañana) estamos prácticamente solas en el mirador. Y finalmente regresamos a Trinidad.

Visita: Noviembre 2019

Mis imágenes: Cuba - cuaderno fotográfico

Información para viajar: Pendiente

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