Diario 2018 TAIWAN Día 13- Parque Nacional de Kenting

De Hengchun salimos hacia el parque nacional de Kenting, por la carretera tenemos a un lado las montañas y al otro la playa de fina arena, en vez de piedra como en Hualien. La entrada del parque está subiendo una montaña, y cuando entramos al parque estábamos prácticamente solos pero cuando salimos el parking estaba ocupado con varios autobuses, y a decir vedad al salir del parque nos encontramos con un grupo grande de estudiantes que se dedicaron a saludarnos al pasar. Aun así me dio la impresión que hay más turismo en el norte que en el sur, y si bien es un paisaje distinto a mí me resulta igual de interesante o más, tal vez porque no estoy tan acostumbrada. 


  

  

Al igual que en otros sitios en el parque hay dos tipos de caminos; la carretera asfaltada y los caminos de tierra entre los árboles. Como en otros parques según la ruta cogimos un camino u otro, sobre todo haciendo caso de las señales de peligro por avispas y serpientes venenosas. Lo primero de los que te das cuenta al entrar al parque es la variedad y diversidad de especies naturales. No se puede concretar en un estilo sino que tiene árboles que serían más tropicales, pero también otros más mediterráneos. Hay tantos paisajes diferentes. En la entrada te dan un folleto con un mapa así que nada más entrar podemos organizar lo que queremos visitar. Debido a que no hacemos noche en Kenting sino que tenemos que volver a Kaohsiung, no tenemos tanto tiempo como quisiéramos así que toca organizarse y decidimos tomar los caminos que nos lleven a las dos grutas que tiene el parque, porque preciosamente las grutas de ese tipo no son habituales en Taiwán. 

  
  

Mientras caminamos por la ruta roja del plano nos encontramos con un paisaje más verde y con árboles llenos de frutos y flores, pero luego entramos en un paisaje completamente diferente, el sol y el cielo azul que nos acompañaba se oculta bajo la frondosidad de los árboles y el camino se torna de un tono más gris y marrón. Esta parte del parque es diferente a la que hemos podido ver en otros parques porque lo que ocupa el camino son rocas porosas de tono grisáceo, estas rocas tan curiosas se deben a que este suelo estaba bajo el mar hace millones de años, y aquí se acumulan fósiles de algas, mariscos y corales que son lo que le dan ese paisaje a este rincón del parque. En ocasiones nos parece que estemos caminando entre enormes piedras pómez, debido a la porosidad de las rocas y del suelo, por otro lado los árboles que pueden vivir en este suelo marino son muy específicos, por eso cambiamos de vegetación y nos encontramos con muchas lianas que estrangulan a los árboles y las raíces que se van moviendo y alargando en busca de lugares de donde alimentarse. 

  
 

A través de este paisaje llegamos a una pequeña explanada donde hay una torre artificial, desde lo alto de la torre se puede disfrutar de la vista del lugar: la costa, el mar, el verdor del parque en su vegetación y un pico que sobresale, y que nos comentó el guía que era el símbolo del parque de Kenting. El solo se refleja en el agua y nos da una vista de postal del lugar. Al lado de la torre hay una de las grutas a las que vamos, esta gruta se llama “cueva del Dragón”, es una cueva de estalactitas de erosión creada por el agua subterránea que tiene este lugar, este tipo de cuevas, aunque para nosotros no son raras, para Taiwán es una rareza. Y es cierto que de todos los lugares naturales es el único donde las hemos encontrado. La cueva del dragón tiene un corto recorrido, es alta y estrecha por lo que es de sentido único, aunque al salir de la cueva hay dos caminos uno para seguir el recorrido, y otro para volver a donde estabas antes. Así que puedes repetir trayecto si quieres. 

   
   

Nosotras continuamos el recorrido entre rocas porosas hasta la siguiente gruta que es mucho más grande. Pero cuando llegamos ahí hay una valla con un cartel que indica que el acceso a la gruta ha sido cortado debido a que está inundada por el agua subterránea. Con mucha pena hicimos fotografías al cartel con las explicaciones sobre la formación de la gruta y las fotografías de la misma y seguimos el camino por el parque. Siguiendo llegamos a un mirador con escaleras desde donde se tiene una vista del parque, el mar y la famosa roca representativa del lugar.

  
  

Seguimos por este camino y nos encontramos con una figura de piedra de un aborigen, el guía nos indica que este lugar solía ser un pueblo llamado "Sheding", que pertenecía a la gente de Paiwan desde hace cientos de años. Luego se convirtió en un jardín de plantas tropicales en el período de ocupación de Japón y finalmente se estableció el parque para preservar la vida y los paisajes naturales. El camino que tomamos es un jardín tropical llenos de árboles y carteles sobre ellos. Por este camino también llegamos a uno de estos árboles que tienen las raíces por la zona superior y son tan delgadas, los vio bastante por la selva de Malasia pero jamás me quedo con el nombre pero no es el tipo de árbol que te puedes encontrar en España. Mientras nos entretenemos mirando sus curiosas raíces oíamos un ruido a nuestras espaldas, volvemos la vista y sobre las ramas de unos árboles hay unos monos mirándonos en silencio. Cuando se dan cuenta que nos hemos dado cuenta que nos están observando empiezan a correr de rama en rama y van pasando de un árbol a otro hasta alejarse hasta cuatro monos. Afortunadamente son fauna libre que hay pro el parque y no se acercan a los humanos, no me gustan los monos salvajes y prefiero que nos observen de lejos a que se acercaran. El guía nos comenta que aquí se suelen ver monos y águilas. Las águilas no las llegamos a ver. 

  
  

Tras dejar atrás esa parte del parque llegamos a un invernadero con una gran variedad de cactus, donde según me dijo mi amiga hay arañas enormes, pero yo no las vi, creo que ya tuve bastante de arañas gigantes. Al lado del invernadero hay un estanque con su diversa flora, es como están en un jardín botánico dado que pasamos de un tipo de planta a otra. No muy lejos llegamos a un lugar lleno de pequeñas palmeras en el suelo, el guía nos comenta que esa es una planta prehistórica y lo cierto es que me recuerdan a una planta prehistórica que vi en Malasia, aquí no hay cartel explicativo como en Malasia pero sí que tiene la misma forma, y es que no lo he olvidado porque me pareció muy curioso cómo es que se conserva una planta sin evolucionar tantos millones de años después.

  
  

El camino continúa recorriendo más plantas y árboles distintos y llegamos al centro de visitantes que está completamente vacío. Como decía, me da que no hay mucho turista por la zona. En el centro de visitantes nos regalan, a cada una, una fotografía del parque que venden como postales. Nos tomamos algo y seguimos el camino hasta la salida del parque porque no tenemos más tiempo para seguir. En el camino de regreso es cuando nos encontramos con el grupo de estudiantes que van de visita y a los que les llamamos más la atención que las plantas. 

  
  

El regreso en coche desde Kenting hasta Kaohsiung lo hacemos sin parar, aunque tenemos que pedir al guía que baje el aire acondicionado. Esto no lo he comentado pero es algo muy curioso, cuando llegamos a Taipéi nos parecían raros los taiwaneses, los veíamos vistiendo gorros y jersey de lana y abrigos de inviernos, y en la calle hacia una temperatura minina de 21 grados y máxima de veinticinco par a arriba, pero no era para ir tan abrigado, hasta los niños nos daban pena verlos tan abrigados, pero eso fue antes de descubrir que en todos los lugares con aire acondicionado (tiendas, centros comerciales, hoteles, metro, estación de tren, tren, aeropuerto, etc) ponen el aire acondicionado altísimo. Tan alto que yo tuve que usar el polar solo para los interiores, y una de mis amigas tuvo que sacar el plumas, que por la calle llevarlo encima era una molestia pero es que luego nos congelábamos cuando entrabamos al metro durante mucho tiempo, o incluso una vez en el 7-11 casi salí en el mismo momento que entré porque era como entrar en un congelador. Y debe ser algo típico de ellos porque cuando fuimos en coche con un guía estadounidense el aire acondicionado era normal, de ponerse una chaqueta, cuando nos tocaban guías taiwaneses tocaba sacar la chaqueta, el polar, el pañuelo, y no saque el abrigo porque no me lo llevé. No entendimos esos extremos.

  
  

 



Diario 2018 TAIWAN Día 14- Beitou

Salimos del hotel de Kaohsiung y teníamos la opción de ir con las maletas a la estación y coger el metro hasta la estación de tren de alta velocidad o bien coger un taxi en la misma estación de tren. Visto que los taxis son baratos y lo único de lo que hay que preocuparse es de tener el nombre en chino de a dónde, vas decidimos tomar un taxi. Hoy iremos de Kaohsiung a Taipéi en el tren de alta velocidad. Hasta ahora hemos viajado por Taiwán en el TRA, el tren normal, que es más lento pero mucho más barato. Como el recorrido es largo y ya hicimos todas las paradas intermedias deseadas decidimos gastar un poco más y así aprovechar horas de luz. El tren de alta velocidad tiene sus estaciones normalmente en las afueras de la ciudad por el cambio de vías, en este caso la estación está al lado del Lago de Loto donde ya estuvimos. Aunque el tren normal tuvimos que comprar los billetes con antelación ya estando en Taiwán por lo de los dos días de plazo entre el pago y la recogida. El tren de alta velocidad permite reservarlo y recogerlo con mucha más antelación. Web del tren de alta velocidad: Tren Rápido Taiwán


 

Dos meses antes del viaje compramos el billete de tren. Aunque he dicho que el tren de alta velocidad es más caro que el tren normal aun así es más barato que un ave Madrid-Zaragoza (y ni contaros Barcelona-Zaragoza que siempre es más caro). Una vez estuvimos en Taipéi, además de encargarnos de comprar todos los billetes del TRA, también ese día nos encargamos de recoger los billetes del tren de alta velocidad. En la estación central de Taipéi está en una ventanilla distinta a los trenes normales, nos costó un poco localizarlo pero afortunadamente los taiwaneses siempre amables nos corrigieron y nos enviaron a las ventanillas correctas. Con el pasaporte con el que haces la compra es como lo puedes retirar. Así que retiré los tres billetes de tren y así en Kaohsiung no tuvimos que hacer nada más que llegar, buscar la vía y bajar al andén a coger el tren. Como en los trenes normales en el suelo te marca el vagón que va a parar ahí. Hay información útil en la página de Turismo de Taiwán en español: Turismo Taiwan

 

Cuando llegamos salimos en dirección al hotel del primer día (el que recomendó ALFMA en su diario)y dejamos las maletas para volver a la estación central y coger el metro hasta Beitou. Habíamos dejado Beitou para el final porque nos gustan las aguas termales y después de ir recorriendo la isla (y teniendo por delante otros dos países más que visitar) nos apetecía un día de relax. Tomamos la línea roja del metro hasta la parada Beitou y aquí la rosa hasta la parada XinBeitou, había bastante gente esperando para coger el metro a XinBeitou, el metro es pequeño, hay solo dos o tres vagones y por dentro tienen adornos relacionados con las aguas termales que dan información interactiva del lugar. Nada más salir del metro hay dos avenidas, nosotras tomamos la que está más a la derecha y andando llegamos a la biblioteca pública. Hay que comentar que salimos de Kaohsiung a veintidós grados a las nueve de la mañana y a Beitou llegamos con lluvia, y no una lluvia suave, por lo que la visita a Beitou nos la tomamos con calma, de forma que dimos un rodeo al estanque y el puente en el jardín que rodea la biblioteca y acabamos en un mirador de madera que tienen y que da cara a la biblioteca y el jardín, lo bueno del sitio es que tiene techo por lo que había bastante gente también parada ahí. Con la lluvia que caía no apetecía mucho caminar pero nos llegó una música cercana, nos daba la impresión que salía de la casa que había junto a la biblioteca por lo que salimos de nuevo a la calle y seguimos subiendo hasta llegar a una fila. 
 
 

Cuando miramos bien descubrimos que esa fila era para entrar al museo de las Aguas Termales de Beitou, y como la casa está a cubierto y de ahí salía la música no dudamos en entrar. Al entrar tienes que quitarte los zapatos y con ellos en las manos te llevan hacia unas taquillas donde te sacan unas zapatillas de tu número (y digo de tu número porque las tres tenemos diferentes tamaños y ninguna tuvo problemas con sus zapatillas), y te dan una llave de un casillero donde guardar tus zapatos hasta que decidas irte. Una vez calzadas con las zapatillas entramos en el museo. El museo es una antigua casa de baños comunal de arquitectura japonesa(fue la casa de baños públicos más grande del noreste de Asia de su época.) y en la planta de arriba, a la que accedimos desde la calle, hay una banda de música de instituto y son los que producían la música que nos llegaba desde el jardín. Hay un tatami y la gente está sentada sobre él escuchando la música. Nos quedamos hasta que terminan su actuación y entonces comenzamos a recorrer la casa. 
 

 

La planta primera se presenta como una casa con columnas de piedras, balcones para asomarse al jardín y ventanas y paredes de madera. La vista desde los porches de la primera planta son agradables, la pena es la lluvia que sigue cayendo. Hay varias salas en la primera planta con información sobre la historia de las aguas termales y de la población aborigen de la zona. Antes de que llegaran los japoneses, Beitou estaba donde residían los aborígenes Ketagalan, y el nombre Beitou se deriva del asentamiento de esta tribu aborigen Beitou. Bajando unas escaleras de madera se llega a la planta baja donde nos encontramos con una piscina y diversas salas con la decoración de los baños termales antiguos y algunos objetos de la época. La idea de las aguas termales se introdujo por primera vez en Taiwán durante la era colonial japonesa y aquí se encuentran objetos de esa época, igualmente las salas de baño tienen sus mosaicos y hay una pequeña sala separada que es, según los paneles explicativos, la sala VIP de los oficiales japoneses cuando iban a las aguas termales. Las ventanas de abajo tienen vidrieras y las dan al jardín, y sigue lloviendo. 

  
  

Al final salimos del lugar para poder seguir viendo cosas, aunque nos mojemos. Seguimos la calle hacía arriba y pasamos junto al río, hay varios carteles donde se indica que está prohibido el baño debido a las altas temperaturas. El paisaje es muy bonito aunque el agua empieza a sacar humo. Siguiendo hacia arriba hay unos carteles que nos orientan hacia la izquierda para entrar el Valle Termal o del Infierno. Aquí se pueden ver los manantiales de agua de azufre, dado que un cráter volcánico lleno agua sulfurosa de color verdoso, el agua está tan caliente que al principio casi no vemos el color debido al intenso vapor que sale del agua. Después de un rato por la zona conseguimos ver el agua de color verdoso y con burbujas debido a la ebullición. 

  

  

Tras ver la zona regresamos por donde hemos venido hasta llegar a los baños termales públicos, que era lo que queríamos hacer hoy: tomar unas aguas termales y descansar. Cuando llegamos vimos mucha gente de pie delante de la puerta y no entendemos nada, como la calle es muy estrecha y sigue lloviendo con los paraguas nos cuesta conseguir ver las máquinas para sacar el billete de entrada. Junto a la puerta de acceso a la izquierda hay unas máquinas donde hay comprar el billete para acceder a las aguas termales. Después a la izquierda empezamos a hacer fila, al parecer todos están esperando a que las aguas termales se vacíen de gente para que pueda entrar más gente. Aquí hay varios orientales y unos franceses, debido a que solo estaban los franceses nos costó llegar a la deducción de que tocaba hacer fila bajo la lluvia, no lo entendíamos porque salía gente pero no entraba nadie. Junto a la puerta hay varios carteles con la ropa que está prohibida. Cuando por fin entramos la mujer de la puerta nos separó a los franceses y a nosotras del resto, resulta que no se fían y nos pidieron que le enseñáramos los bañadores, hasta que no vieran que cumplíamos las normas no nos dejaban entrar. Tras demostrárselo bajamos la escaleras que dan a las duchas y las taquillas, para guardar las cosas necesitas cambio justo, menos mal que teníamos suficiente. Guardamos todas las cosas y nos fuimos a las duchas, antes de entrar en este tipo de aguas termales hay que lavarse con agua fría primero (no eran nuestras primeras aguas termales) y luego entramos en la primera piscina, estaba caliente pero se podía aguantar. Mis amigas probaron las otras piscinas, hay por niveles y según vas subiendo de nivel el agua está más caliente. Bajo el techo que ponen a las piscinas (y que nos evita la lluvia) hay un marcador con la temperatura del agua. La última estaba prácticamente vacía pero es que era inhumano el calor de esa agua. El vigilante se toma muy en serio su trabajo, a todos los que intentaron hacer fotografías les pegó una pitada y una buena bronca, y a los padres con niños pequeños que hacían lo que querían también. Luego, sin tejado hay otra piscina que es la de agua fría, aunque en vez de fría estaba helada. 

   

  

Cuando nos cansamos de salir y entrar nos duchamos nos vestimos y salimos. Aunque nos duchamos yo aún olía a azufre en la piel, aunque hay que decir que la piel se quedó toda suave, una maravilla. Volviendo pro la misma calle hacia la estación de metro entramos en el Centro Cultural Ketagalan que está dedicado a las distintas tribus aborígenes de Taiwán. En la primera planta encontramos los trajes típicos de cada tribu y aquí vimos a los de Taroko así como el traje de la figura aborigen que vimos en Kenting. Muy interesante tener más información sobre todas esas pinceladas aborígenes que habíamos ido teniendo por nuestro viaje por la isla. De aquí salimos para ir al metro y regresar a Taipéi. El regreso fue bastante duro porque había muchísima gente, tuvimos que ir aplastados de pie con el aire acondicionado muy fuerte y a mí se me había metido agua en los zapatos al meter el pie en un charco y tras una hora con los pies mojados bajo el frío acabé acatarrándome.

 



Diario 2018 TAIWAN Día 15- Taipei: Museo Nacional y Maokong Gondola

Nuestro último día en Taipéi antes de coger el vuelo a Singapur consistió en visitar el Museo palacio Nacional, donde ya había comprado las entradas por internet para evitar colas dado que era domingo, y los domingos ya habíamos comprobado que Taipéi se llena de gente (aún más de la que normalmente tiene). Para ir al museo hay que tomar el metro hasta la parada de Shilin y luego caminar recto hasta la primera parada de autobús, hay varios carteles en inglés que indican que autobuses llevan al Museo del Palacio Nacional, nosotras cogimos el R30 porque tenía marcado que era el bus que tenía su última parada en el Museo Palacio Nacional, esto era para evitar bajarnos en una parada equivocada o no darnos cuenta de la parada hasta verla pasar de largo. El bus urbano también lo pagamos con la Easy Card, aunque no teníamos claro si como en el tren y el metro había que pasarla dos veces (al entrar y al salir) o solo una, así que hicimos lo que vimos y marcamos al subir. Al llegar al museo tuvimos una pequeña confusión, y es que una pareja había subido y preguntado al conductor algo (en chino) y les abrió la puerta en la explanada de acceso a las escaleras del museo, así que pensamos que la parada era ahí pero todos los gritaron e hicieron aspavientos de que no bajáramos así que nos quedamos dentro del autobús sin saber que pasaba hasta que vimos que el bus subía una cuesta rodeada de jardines y paraba a mitad de camino del museo y abría sus puestas. Al parecer la parada de salida y comienzo de la línea era ahí y no abajo del todo.




Tras bajar del autobús entramos al museo y pasamos la entrada con rapidez. Dentro había un montón de excursiones escolares con sus uniformes, pero apenas gente en comparación con la que nos encontraríamos una hora más tarde. El museo tiene tres plantas y no sabía por cual empezar, así que subimos a la planta superior y de ahí fuimos bajando. En la planta superior estaban los adornos y figuras de jade que son muy famosos como la berza con insecto de jade (un símbolo de fertilidad de la época de la Dinastía Qing) o el trozo de carne, también hecho en jade. Nosotras el de la berza solo vimos imágenes porque había otra figura en su lugar, pero el trozo de carne si lo vimos, claramente era un trozo de carne, y porque lo decían en el museo, pero nunca hubiera imaginado que estaba hecho de jade. Hay que ver la cantidad de riqueza que tienen en jade y porcelana en esTe museo. Nosotras disfrutamos mucho de los museos, pero a medida que íbamos bajando plantas más y más gente iba llenando el museo: grupos de turistas, gente por libre, excursiones escolares, ningún museo que hubiéramos visitado había tenido tal conglomeración de gente. Así que al final salimos rápido del museo (unas tres horas estuvimos dentro) y al salir un grupo de estudiantes que iban disfrazados de personas de la historia de Taiwán pidieron hacerse una foto con nosotras y subirla a Instagram, por si no lo había comentado no había mucho turista occidental, pero es que español en Taiwán solo lo oímos en Hualien y de un argentino. 

 
 

Después del museo tomamos el bus de regreso a la estación de metro, el R30 que conocíamos y que se cogía en el mismo museo. Hay carteles que de vez en cuando, además de en chino, también sale la parada en inglés pero no siempre, por lo que es más fácil saber dónde bajar por conocer el recorrido que por enterarse de las paradas. Tras bajar del autobús es muy fácil ver el camino hasta el metro, donde tomamos la línea que lleva hasta el Zoo de Taipéi. Una vez ahí hay carteles que te indican el camino a seguir si quieres salir dirección al teleférico (Maokong Gondola). Al salir vas por una calle llena de huellas de animales en la acera nos llevaron a la góndola, que no es otra cosa que un teleférico que sube a las montañas Zhishan. Al llegar había una gran fila para subir debido a que era domingo, pero hacía mucho calor y se estaba a la sombra, así que no nos importó hacer fila. Mientras esperábamos vimos que muchos tipos con camiseta morada se acercaban a los chinos y les decían algo, tras lo cual algunos hacían fila al teleférico y otros se veían más adelante. Al subir al teleférico pude ver que eran taxistas y seguramente convencían a la gente de que para evitarse colas subieran en taxi y luego bajaran en teleférico si querían. Y así conseguían clientes. Nosotras teníamos claro que queríamos ir en teleférico, es cómodo y además había unas increíbles vistas. 

 

El acceso lo pagamos con la Eady Card, esa tarjeta sirve para todo. Cogimos una cabina de cristal, que al contrario de las cabinas normales tienen el suelo de cristal por lo que es más fácil ver la altura que hay hasta el suelo y todo lo que hay bajo tus pies. El trayecto vale la pena, tiene cuatro paradas y nosotras fuimos directa a la última porque no teníamos intención de andar más. Mientras vas subiendo con el telesferico tienes unas vistas impresionantes de las afueras de Taipei, de las montañas, del Taipei 101 y cerca de la tercera parada puedes ver el Templo Zhinan, con su cúpula en forma de corona llena de arcos, y la vegetación que rodea toda la montaña. Había tan increíbles vistas que no sabíamos si mirar hacia un lado o hacia otro, nos faltaban ojos para disfrutar de tanta vista. Un recorrido de lo más recomendable. Cuando llegamos arriba del todo vimos que había mucha gente; comiendo, paseando, cantando, y todo tipo de actividades para un domingo por la tarde. Nosotras compramos algo de comida y nos sentamos en unos bancos a comer. Tras comer volvimos a hacer una larga fila para bajar en teleférico, pero con las vistas que había era recomendable repetir recorrido en teleférico a bajar en taxi. Tomamos de nuevo las cabinas de cristal para poder ver todo desde la derecha, izquierda, frente, atrás y debajo de nuestros pies. Una vez abajo caminamos hacia el metro para regresar al hotel. 

 

 

Como estaba acatarrada debido a que cogí frío en el metro después de llevar los pies mojados durante todo el trayecto de Beitou a la Estación central de Taipéi, no me encontraba en condiciones de hacer más recorrido por Taipéi,mientras yo estaba en el hotel soportando mi catarro mis amigas se fueron a ver el cruce de la Estación central para entretenerse. No lo he comentado antes pero como estábamos tan cerca de la estación y era nuestro centro neurálgico todas las veces que pasábamos veíamos cómo funcionaba el tráfico, que ahí es algo muy curioso. Resulta que de día puedes cruzar con los semáforos sin problema pero de noche hay un policía en cada semáforo con un chaleco reflectante y un palito reflectante y en vez de seguir la luz del semáforo es necesario seguir la instrucciones de la policía que es quien deja pasar el tráfico o que lo para para que los peatones crucen. El por qué pasa esto no lo sabemos pero pasa en todas las ciudades de Taiwán donde estuvimos. Y cuidado con no hacer caso a los policías, porque ellos son los que pueden parar el tráfico o echarte la bronca por cruzar cuando ellos no te dejan.Después cogimos las maletas y tomamos el metro al aeropuerto (con la easy card) y nos despedimos de Tawán, nosotras seguíamos viaje de vacaciones pero nos quedamos con muy buen sabor de boca tras el recorrido por la isla Formosa; naturaleza, cultura, templos y gente muy amable y agradable. 
 
 

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