Nuestro último día en Taipéi antes de coger el vuelo a Singapur consistió en visitar el Museo palacio Nacional, donde ya había comprado las entradas por internet para evitar colas dado que era domingo, y los domingos ya habíamos comprobado que Taipéi se llena de gente (aún más de la que normalmente tiene). Para ir al museo hay que tomar el metro hasta la parada de Shilin y luego caminar recto hasta la primera parada de autobús, hay varios carteles en inglés que indican que autobuses llevan al Museo del Palacio Nacional, nosotras cogimos el R30 porque tenía marcado que era el bus que tenía su última parada en el Museo Palacio Nacional, esto era para evitar bajarnos en una parada equivocada o no darnos cuenta de la parada hasta verla pasar de largo. El bus urbano también lo pagamos con la Easy Card, aunque no teníamos claro si como en el tren y el metro había que pasarla dos veces (al entrar y al salir) o solo una, así que hicimos lo que vimos y marcamos al subir. Al llegar al museo tuvimos una pequeña confusión, y es que una pareja había subido y preguntado al conductor algo (en chino) y les abrió la puerta en la explanada de acceso a las escaleras del museo, así que pensamos que la parada era ahí pero todos los gritaron e hicieron aspavientos de que no bajáramos así que nos quedamos dentro del autobús sin saber que pasaba hasta que vimos que el bus subía una cuesta rodeada de jardines y paraba a mitad de camino del museo y abría sus puestas. Al parecer la parada de salida y comienzo de la línea era ahí y no abajo del todo.
Tras bajar del autobús entramos al museo y pasamos la entrada con rapidez. Dentro había un montón de excursiones escolares con sus uniformes, pero apenas gente en comparación con la que nos encontraríamos una hora más tarde. El museo tiene tres plantas y no sabía por cual empezar, así que subimos a la planta superior y de ahí fuimos bajando. En la planta superior estaban los adornos y figuras de jade que son muy famosos como la berza con insecto de jade (un símbolo de fertilidad de la época de la Dinastía Qing) o el trozo de carne, también hecho en jade. Nosotras el de la berza solo vimos imágenes porque había otra figura en su lugar, pero el trozo de carne si lo vimos, claramente era un trozo de carne, y porque lo decían en el museo, pero nunca hubiera imaginado que estaba hecho de jade. Hay que ver la cantidad de riqueza que tienen en jade y porcelana en esTe museo. Nosotras disfrutamos mucho de los museos, pero a medida que íbamos bajando plantas más y más gente iba llenando el museo: grupos de turistas, gente por libre, excursiones escolares, ningún museo que hubiéramos visitado había tenido tal conglomeración de gente. Así que al final salimos rápido del museo (unas tres horas estuvimos dentro) y al salir un grupo de estudiantes que iban disfrazados de personas de la historia de Taiwán pidieron hacerse una foto con nosotras y subirla a Instagram, por si no lo había comentado no había mucho turista occidental, pero es que español en Taiwán solo lo oímos en Hualien y de un argentino.
Después del museo tomamos el bus de regreso a la estación de metro, el R30 que conocíamos y que se cogía en el mismo museo. Hay carteles que de vez en cuando, además de en chino, también sale la parada en inglés pero no siempre, por lo que es más fácil saber dónde bajar por conocer el recorrido que por enterarse de las paradas. Tras bajar del autobús es muy fácil ver el camino hasta el metro, donde tomamos la línea que lleva hasta el Zoo de Taipéi. Una vez ahí hay carteles que te indican el camino a seguir si quieres salir dirección al teleférico (Maokong Gondola). Al salir vas por una calle llena de huellas de animales en la acera nos llevaron a la góndola, que no es otra cosa que un teleférico que sube a las montañas Zhishan. Al llegar había una gran fila para subir debido a que era domingo, pero hacía mucho calor y se estaba a la sombra, así que no nos importó hacer fila. Mientras esperábamos vimos que muchos tipos con camiseta morada se acercaban a los chinos y les decían algo, tras lo cual algunos hacían fila al teleférico y otros se veían más adelante. Al subir al teleférico pude ver que eran taxistas y seguramente convencían a la gente de que para evitarse colas subieran en taxi y luego bajaran en teleférico si querían. Y así conseguían clientes. Nosotras teníamos claro que queríamos ir en teleférico, es cómodo y además había unas increíbles vistas.
El acceso lo pagamos con la Eady Card, esa tarjeta sirve para todo. Cogimos una cabina de cristal, que al contrario de las cabinas normales tienen el suelo de cristal por lo que es más fácil ver la altura que hay hasta el suelo y todo lo que hay bajo tus pies. El trayecto vale la pena, tiene cuatro paradas y nosotras fuimos directa a la última porque no teníamos intención de andar más. Mientras vas subiendo con el telesferico tienes unas vistas impresionantes de las afueras de Taipei, de las montañas, del Taipei 101 y cerca de la tercera parada puedes ver el Templo Zhinan, con su cúpula en forma de corona llena de arcos, y la vegetación que rodea toda la montaña. Había tan increíbles vistas que no sabíamos si mirar hacia un lado o hacia otro, nos faltaban ojos para disfrutar de tanta vista. Un recorrido de lo más recomendable. Cuando llegamos arriba del todo vimos que había mucha gente; comiendo, paseando, cantando, y todo tipo de actividades para un domingo por la tarde. Nosotras compramos algo de comida y nos sentamos en unos bancos a comer. Tras comer volvimos a hacer una larga fila para bajar en teleférico, pero con las vistas que había era recomendable repetir recorrido en teleférico a bajar en taxi. Tomamos de nuevo las cabinas de cristal para poder ver todo desde la derecha, izquierda, frente, atrás y debajo de nuestros pies. Una vez abajo caminamos hacia el metro para regresar al hotel.
Como estaba acatarrada debido a que cogí frío en el metro después de llevar los pies mojados durante todo el trayecto de Beitou a la Estación central de Taipéi, no me encontraba en condiciones de hacer más recorrido por Taipéi,mientras yo estaba en el hotel soportando mi catarro mis amigas se fueron a ver el cruce de la Estación central para entretenerse. No lo he comentado antes pero como estábamos tan cerca de la estación y era nuestro centro neurálgico todas las veces que pasábamos veíamos cómo funcionaba el tráfico, que ahí es algo muy curioso. Resulta que de día puedes cruzar con los semáforos sin problema pero de noche hay un policía en cada semáforo con un chaleco reflectante y un palito reflectante y en vez de seguir la luz del semáforo es necesario seguir la instrucciones de la policía que es quien deja pasar el tráfico o que lo para para que los peatones crucen. El por qué pasa esto no lo sabemos pero pasa en todas las ciudades de Taiwán donde estuvimos. Y cuidado con no hacer caso a los policías, porque ellos son los que pueden parar el tráfico o echarte la bronca por cruzar cuando ellos no te dejan.Después cogimos las maletas y tomamos el metro al aeropuerto (con la easy card) y nos despedimos de Tawán, nosotras seguíamos viaje de vacaciones pero nos quedamos con muy buen sabor de boca tras el recorrido por la isla Formosa; naturaleza, cultura, templos y gente muy amable y agradable.
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