Diario 2019: Cuba - Las Terrazas - dia 3

Nuestro segundo día entero incluía una visita a las Terrazas. Como íbamos en circuito ya la teníamos contratada dentro del viaje pero si vas por libre lo mejor es contratarla por tu cuenta con un tour que incluya también visitar Soroa (con su preciosa cascada y orquidiario). Nosotras, como decía, solo hicimos Las Terrazas. Tanto la guía como el conductor fueron los más simpáticos de todo el circuito, nos hicieron sentir cómodas y nos dieron mucha información interesante. El conductor nos explicó mucho de la Santeria y la razón por la que en la ceremonia del cañonazo de noche vimos a alguien con un paraguas abierto (cuando no había ni lluvia ni sol). Como comenté en otra entrada el circuito acabó siendo compuesto de dos personas: mi amiga y yo, la diferencia es que al ser solo dos el tiempo se acorta y lo que con un grupo de 10 o más se alarga durante todo el día, con dos personas esta excursión se hace en medio día. Pero vamos a lo interesante, que es el recorrido por Las Terrazas. El camino es una autopista que parece una carretera con la gente cruzando, andado, vendiendo, etc y mucho llano verde y más verde, combinado con un cielo muy azul. 

  
 

Entramos en la provincia de Artemisa, y una vez aquí el coche entra en una carretera rodeada de vegetación alta y frondosa con la vista de las montañas de fondo. Es la carretera que lleva de camino a las Terrazas y las montañas que vemos son de la Sierra del Rosario. Por esta carretera llegamos a la comunidad de Las Terrrazas, con su guardia y su barrera de acceso dado que es un complejo creado en 1986 como iniciativa del gobierno cubano para rescatar una zona en desforestación y reconvertirla. La UNESCO declaró “Reserva de la Biosfera” a la Sierra del Rosario y se iniciaron planes para convertir “Las Terrazas” en un centro de turismo sostenible y ecológico. Así llegamos al Rancho Curujey y centro de visitantes, aquí la guía se fue a pagar las entradas mientras nosotras nos quedamos por el mirador del sitio, que pese al sol de la mañana tenía unas vistas preciosas de la montaña y el lago. Con ello quiero decir que la visita de la mayor parte de los lugares con interés turístico, incluso en plena naturaleza, suele costar un precio en Cuba. Mientras la guía estaba fuera nos dedicamos a disfrutar de la vista del mirador del rancho, que da a las montañas repobladas con palmeras y vegetación selvática, y el hermoso lago de agua tan cristalina y tranquila que era un perfecto espejo reflectante de la naturaleza que lo rodea. 


Después de disfrutar de las vistas llegó la guía que nos explicó un poco el recorrido que íbamos a hacer a lo largo de la comunidad y nos obsequiaron con un coctel Curujey (naranja, coca-cola y ron). Una vez tomamos el cóctel seguimos el camino en coche al hotel Moka. El Hotel Moka se encuentra dentro de la comunidad en lo alto de la montaña y es famoso por su construcción ecológica dado que se hizo manteniendo todos los árboles del monte sin tocar. Por eso cuando uno lo visita puede encontrarse a las ramas de los arboles entrando por las ventanas de las habitaciones, un gran árbol en el centro de la recepción del hotel, y las raíces de varios árboles sobresaliendo de los suelos, así como las ramas saliendo por los tejados del hotel. La guía nos comentó que una vez se alojó ahí y que el baño de las habitaciones es abierto al campo y se ve todo. Desde la recepción del hotel fuimos bajando por las escaleras que lo rodean para disfrutar de las gallinas raras paseando, la vegetación, y las increíbles vistas del lugar. El lugar está lleno de edificios blancos y tejados de colores construidos a lo largo de la montaña, que armonizan con la naturaleza de la zona. Una vez abajo fuimos andando hasta el Café de María a tomar una taza de café (incluida en el tour). El café de María se encuentra en uno de estos edificios blancos de colores que conforman la comunidad y tiene una terraza con una vista espectacular de la sierra y las casas. 

 

Desde ahí, tomando un café helado (recomendación de la guía) disfrutamos de las vistas y el frescor que daba la sombra de los árboles, dado que era un día muy soleado y caluroso y la sombra se agradecía. María, la dueña del lugar, había muerto hacia unos años pero el sitio se mantenía. En la comunidad todos tienen algún lugar con servicios como si fuera una ciudad, aquí el café, en otro la tienda de souvenirs, en otro el médico, etc. Pero todo incluido dentro de la naturaleza, para respetar el lugar. De aquí fuimos hasta la plaza principal donde estaba la base de la tirolina, la guía nos preguntó si queríamos hacer tirolina (aunque no estaba incluida en el tour podíamos hacerla) pero no conseguimos ver a nadie junto a la tirolina y así no hubo manera de hacerla. Mientras la guía iba preguntando o descubría a alguien encargado de la tirolina nosotras nos acercamos a uno de los edificios y descubrimos que ahí estaba la consulta médica, la sala de esterilización, etc. Muy rudimentario pero teniendo en cuenta como es el país, tampoco sorprendente. Desde este edificio también había unas vistas preciosas de la sierra, con sus árboles, sus montañas y alguna persona caminando con su paraguas protector del sol (menos mal que mi amiga recordó traer el paraguas de rayos uva para el sol que compró en Taiwan, porque le fue muy útil allá a donde fuimos). El árbol que había en la plaza tenía botellas de colores colgando de sus ramas como si fueran adornos navideños (aunque ahí lo celebrar la Navidad muy poco) y más gallos y gallinas. Desde la plaza había también una buena vista del lugar y vimos a muchas de las aves rapaces (¿buitres?) que sobrevuelan habitualmente los cielos de Cuba y que se pueden ver durante el camino por carretera. 


Finalmente, tras no localizar a nadie dejamos la tirolina como experiencia imposible de ejecutar y nos montamos en el coche para acercarnos al río San Juan. El lugar es precioso y es el punto más especial de la excursión dado que el camino al lado del río por el campo da lugar a una idílica poza natural preparada para el baño. Los baños se encuentran rodeados de rocas que forman unas terrazas naturales preciosas, por las que el agua cristalina cae en cascada dando lugar a una serie de pozas. Cerca del río hay varios lugares al aire libre donde comer, así como vestuarios e incluso hay cabañas en las que es posible pasar la noche. Aquí la guía nos dejó tiempo libre para disfrutar del lugar, donde había varias personas bajándose en las pocetas y yo no pude dejar de acercarme al río y sus pequeñas cascadas porque cada rincón era precioso, con el agua tan cristalina y limpia y la vegetación que le rodeaba tan verde. .Tuvimos tiempo suficiente para bañarnos en el río pero curiosamente si a mi amiga no le gusta meterse al mar a mí no me gusta meterme al río. La cosa es que yo si fui con bañador y mi amiga no. Así que al final no tuvimos baño por falta de coordinación entre nosotras, y mi amiga solo llegó a mojarse un poco los pies. Para ella fue un fallo porque quedó enamorada de las pozas del lugar, y es que el agua era increíblemente limpia y cristalina y la vegetación que lo rodeaba muy verde y limpia. 


De aquí cogimos el coche y fuimos colina arriba hasta las ruinas del antiguo Cafetal Buenavista, ruinas restauradas de lo que fue el primer cafetal de Cuba construido en 1801 por varios refugiados franceses de Haití. Lo primero que nos enseñó la guía fueron las vistas de Cuba, que desde allí arriba y con un día tan despejado mostraban hasta la costa y la sierra del rosario. La mejor vista de la provincia de artemisa. Y después de deleitarnos con la vista nos enseñó los resto arqueológicos que quedan del primer cafetal de Cuba. Descubrimos de mano de la guía el fruto del café, de forma que lo podíamos identificar en cualquier lugar de Cuba, así como la flor nacional de cuba: la mariposa, que es una flor blanca. El cafetal tiene varias terrazas donde se pueden ver los antiguos secaderos, los barracones donde vivían los esclavos, y arriba del todo un ejemplo de cómo se molía el café. Te permiten mover el aparato y la verdad es que pesaba bastante el girarlo así que era fácil imaginar lo que costaba a los esclavos crear el café. Después de disfrutar de las vistas que desde arriba del cafetal había (lo único bueno que tuvieron los pobres esclavos en el cafetal y los barracones), bajamos hasta un edificio con tejado de estilo francés (tejado de dos aguas con tejas redondas y rojas) que conserva la cocina original y que se ha convertido en un pequeño restaurante. 


Y tras visitar el cafetal cogimos de nuevo el coche para ir a otra zona de la comunidad a almorzar. El almuerzo en Cuba comienza a las doce del mediodía y al inicio del viaje eso de comer tan pronto nos costó un poco. En el lugar donde comimos, como en todos los demás sitios, había música en directo y después de obligarte a escucharlos mientras comes (quieras o no) te pasan el cestillo de mimbre pidiendo dinero y vendiéndote sus cds. En este lugar donde comimos nos dijo la guía que había estado tocando Polo Montañez, un conocido cantante de la zona, fallecido a los 37 años en un accidente, muy querido por los cubanos que se hizo bastante famoso después de ser descubierto por un empresario cuando estaba tocando en una comida (aunque nosotras no lo conocíamos de nada). Nos dijo la guía que quienes tocaron en nuestra comida eran de la banda de Polo Montañez pero aun así cuando pasaron el cestillo y los discos solo los turistas extranjeros les dieron algo y compraron cds. Aquí fue el mejor sitio donde comí de todo el viaje. Pusieron raciones para repartir (algo que pasó bastante durante el viaje) pero hubo bastante comida para que todos repitiéramos. La comida fue pollo, cerdo, moros y cristianos (arroz blanco con frijoles negros), plátano frito (que nos sabía a patatas fritas), y de postre natillas. Y a eso de la una de la tarde comenzamos el camino de regreso a La Habana. Una visita muy recomendada, nos gustó cada rincón que vimos de la comunidad, con ese verde tan espectacular, el azul del cielo, y las aguas cristalinas. No dudéis en incluirla si visitáis Cuba.

Diario 2019: Cuba - Ceremonia del Cañonazo en La Habana nocturna - dia 2

El motivo de esta visita es que no solo se va a ver el cañonazo sino que la visita incluye vista del anochecer desde la fortaleza de los tres reyes del morro, vista del mirador del Cristo de La Habana, el museo al aire libre de la armamentística de la batalla de playa Girón, visita a la fortaleza de San Carlos de la Cabaña y sus museos, y vista de la ceremonia del Cañonazo. Es decir, no pagas por solo ver la ceremonia, al menos no con la agencia que nosotros contratamos. En nuestro caso no hicimos la fortaleza de los tres reyes del morro porque por logística con nuestro circuito contratado desde España empezamos el tour 1 hora más tarde de lo usual (también nos costó menos, dado que se paga por horas). Nos recogieron en el hotel, puntales, aunque llegaron antes y se les ocurrió escribirnos por wasap. El wifi en Cuba es de pago y solo en algunos sitios, y los precios de habilitar los datos no son para nuestros bolsillos así que decidimos viajar mucho más desconectadas que de costumbre. El móvil solo usábamos para enviar un mensaje de los de texto a España para dar señales de vida a la familia. El caso es que como no teníamos internet no recibimos el wasap. Los últimos días en La Habana si compramos las tarjetitas de un euro por hora para usar en el hotel, pero solo porque ya habíamos tenido bastante de noche por La Habana. 

 
 

Pero volviendo a la excursión, la hicimos en un coche clásico americano cerrado, al principio eso de no tener cinturones de seguridad se te hace complicado, pero luego ya te adaptas tan bien que cuando llegamos a Madrid tenía que mirar a mi amiga con cara rara hasta que se acordaba que tenía que ponerse el cinturón. Tomamos el coche para cruzar el túnel subterráneo construido en los años cincuenta que une la Habana vieja con las fortalezas. Nuestra primera parada es el Cristo de La Habana, esta escultura de mármol de 20 metros de altura, se haya al otro lado de la bahía de La Habana y representa la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Como curiosidad, la escultura tiene los ojos vacíos y sandalias en los pies (no lleva los pies descalzos). El Cristo no es que diga mucho pero es un fabuloso mirador de la ciudad de La Habana. Apenas hay un par de personas ahí porque lógicamente es de noche y La Habana de noches es una ciudad con muy poquita o casi nula luz (menos mal que hay luna llena esta noche y que los móviles tienen linternas). Desde este mirador a los pies del Cristo tenemos enfrente el castillo de la real fuerza, y por tanto se tiene una vista de toda la bahía además del Capitolio que hoy tiene su cúpula dorada iluminada. La mejor vista nocturna de la Habana la encontraras en este lugar, pero es complicado ir por tu cuenta de noche, por eso los tours del cañonazo que te incluyen estas visitas son interesantes. El guía Vladimir nos comenta que las láminas que adornan la cúpula son de oro regalo de Rusia. Al lado del Cristo está la antigua comandancia del Che pero como es de noche apenas se puede ver la casa.  

 
 

Cogemos el coche y nos acercamos hasta la zona donde se encuentran una serie de tanques y aviones de combate, al lado hay una taquilla nada iluminada (pero que el guía nos va iluminando con la linterna de su móvil) para poder ver la crisis de Octubre cuando la batalla en playa Girón y el triunfo cubano sobre la armada estadounidense (estos cubanos son muy patrióticos, a todos los escuchas hablar de ellos y su país como si fueran los mejores del mundo-y tuvimos diez días de ello-). De aquí nos dirigimos a la fortaleza de San Carlos de la Cabaña. No había nadie en la zona de taquillas para entrar en la fortaleza y un cubano le dijo al guía algo, así que entramos en uno de los primeros patios de acceso y ahí nos dijo que le habían ofrecido que si queríamos entrar con un “guía” aparte pagando la mitad de la entrada. Estas cosillas, como las propinas, es como los cubanos se van sacando su dinerillo, porque conseguir dinero en un país comunista donde no existe la propiedad privada tiene su miga (y eso que uno de los guías en Trinidad nos dijo que ahora los cubanos ya podían venderse casas entre ellos-el extranjero por ahora nada-). Una vez dentro aprovechamos para visitar la iglesia de la fortaleza, pero el guía al ver tanta gente nos comentó que si preferíamos acercarnos a las murallas a ver la vista y coger buen sitio para el cañonazo y ver los museos de la fortaleza después. Según nos dijo fue el día que más turistas había visto en la ceremonia. Al parecer con eso de los 500 años había aumentado el turismo esa semana. La vista desde la fortaleza no está mal pero al estar más arriba no se ve con tanto detalle el castillo de la real fuerza y la iluminación de la ciudad ya se sabe, eso sí, se tiene una perspectiva perfecta de la forma de la bahía y como antiguamente era un sitio estratégicamente idóneo para evitar el acceso de los piratas y los ingleses. Aquí vimos a una mujer vestida de blanco que llevaba un paraguas/sombrilla abierto, de día con lo fuerte que pegaba el sol de Cuba no nos extrañaba, pero de noche y sin lluvia no entendíamos que hacía la mujer. El conductor de nuestra visita a Las Terrazas nos lo explico, forma parte de la tradición de la Santeria, la religión principal de Cuba por lo que vimos. 

 
 
 
 

Esperamos hasta comenzar la ceremonia que consiste en una recreación (algo más espectacular para el turista) del cañonazo que históricamente se hacía a las nueve de la noche desde la fortaleza y que avisaba a los ciudadanos de La Habana que iban a subir la cadena que unía el castillo de los tres reyes del morro (un Conjunto de edificios defensivos ubicados estratégicamente en la entrada del canal utilizados en el pasado para proteger la ciudad de piratas e invasores) y el castillo de San salvador de la punta, y que así evitaba al entrada de cualquier embarcación, grande o pequeña, a la bahía de la Habana. Tras el cañonazo la mayoría de los turistas se fueron y nosotras pudimos disfrutar de ver los museos, vimos primero el delas armas donde el guía nos comentó que siempre le habían parecido muy curiosas unas navajas españolas más grandes que unas dagas, casi como espadas (nunca las había visto así que no tengo idea de cómo y para qué había semejantes navajas) y luego fuimos al museo que guarda varios objetos usados a lo largo de su vida por el Che Guevara (como su mochila de medico) y fotografías con la historia de su vida de revolucionario. Es sorprendente como el guía, un chico joven, hablaba con orgullo del Che y se sabía todas sus acciones de guerra como si hubiera pasado ayer. En Cuba, entre esa obsesión por la esclavitud española a los africanos y chinos y la revolución del Che y Castro, a veces nos parecía que habíamos viajado en el tiempo, pero comentarios así no se podían escuchar en este siglo. Cuando terminamos de vernos toda la fortaleza montamos en el coche para cruzar el túnel y regresar a nuestro hotel pasando por un Capitolio completamente iluminado (y no sabéis lo mucho que nos costó verlo así en las siguientes noches), el Gran Teatro, y el hotel Inglaterra iluminados. Un tour nocturno muy completo, pues hay poco más que ver iluminado en la ciudad y muy recomendable por su vista nocturna desde el Cristo de La Habana.

 
 
 

Presentación

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