Diario 2013: Canada - Quebec - dia 5

Al día siguiente tuvimos una excursión de medio día por la costa de beaupre, mont morency y la isla de Orleans, y por la tarde en vez de comer con el resto del grupo en el hotel Chateau, nos dispusimos a recorrer la ciudad de Quebec. No quería que nos pasara como en Ottawa así que aprovechamos las pocas horas de luz solar para ver la ciudad. Cumplimos con nuestro recorrido y también disfrutamos de la ciudad de noche, muy bonita con las luces nocturnas y navideñas pero eran solo las seis de la tarde y parecían las dos de la madrugada. Pero empecemos por el principio, el guía nos dejó en la plaza de armas junto al hotel castillo, dado que el resto del grupo iba a comer ahí, así que nosotras empezamos la visita en el mirador junto al castillo, desde ahí arriba se ve todo Quebec, como los ferrys van de un lado al otro del rio, los puentes y todo con bastante claridad porque aunque el día amaneció nublado el fuerte y helador viento dejaba bastante claridad. 


 
 
 
 

Recorrimos el paseo, vacío a esas horas, para ver el hotel castillo, realmente es un edificio muy bonito aunque no sea antigua, cerca del hotel, pro e paseo se llegan a los cañones y al fuerte- ciudadela de Quebec, desde aquí se llega fácilmente a las llanuras de Abraham donde en septiembre de 1.759, se enfrentaron los franceses contra la armada inglesa y fue un momento decisivo para la historia de Canadá.. Pero pasear por la ciudadela en un día como ese era muy incómodo, así que tras jugar un poco con los cañones regresamos por el mismo camino andado hasta llegar a la plaza de armas y darle un giro completo. 

 
 
 
 

Pasando por el museo llegamos a la iglesia de Notre Damme, una de las más antiguas del continente americano. Ha sido restaurada varias veces por sufrir incendios y la ira de los británicos durante su asedio a la ciudad. La catedral actual mantiene el estilo original, de aquí marchamos hacia la la plaza d'Youville. El palacio Montcalm, situado a un lado de la plaza, es uno de los lugares más importantes de conciertos, tanto de música clásica, jazz como contemporánea. Al otro lado está el Capitole, lugar multi-usos , una de las puertas de la ciudad , y la pista de patinaje, que estaba llena de gente patinando, ahí, tras la puerta estaba la nieve con la que jugamos de tal manera que un canadiense se paró y pregunto si no había nieve en nuestra casa, le comentamos que sí, pero que no muy cerca, y cuando le dijimos que éramos de España él nos comentó que en unas semanas se iba a Barcelona y que tal tiempo hacía. En se momento en Quebec estábamos a 3 grados y en Zaragoza mi madre me había dicho que estaban a 21, así que imaginaos mi respuesta. 

 
 
 
 

Dejando atrás la pista de patinaje, con gran envidia dado que ninguna de las tres sabe patinar, seguimos la muralla que nos llevo a otra puerta, a casitas encantadoras y finalmente salimos de la ciudad vieja amurallada para acercarnos al parlamento. De aquí bajamos hasta la calle de Petit Champlain y que hay que recorrer sí o sí en la visita a la ciudad. Parte del lugar donde se encuentra la escalera que lleva a la parte alta de la ciudad (y del funicular) y llega hasta el Boulevard Champlain. Merece la pena ver sus galerías de arte, ojear las tiendas de recuerdos. Se conserva como siglos atrás y tiene un gran encanto pero hoy en día está repleta de pequeñas tiendas de artesanía con productos enfocados al turista y llenos de adornos navideños. 

 
 
 
 

Al lado tenemos la plaza con una iglesia de la que no averiguamos su historia aunque había un grupo de estudiantes junto a ella en, concretamente, un circulo en el empedrado del suelo que estaba conectado a la iglesia como en un dibujo. En el centro de la plaza rodeado de curiosas casitas estaba el busto del rey Luis XIV, callejeando por esta zona bajamos hasta el puerto viejo no sin antes disfrutar de las casitas que me recordaron a la zona de la Bretaña francesa, hay que tener en consideración que aquí son más franceses que ingleses y que cuando era una colonia francesa el rey Luis XIV envió a todas las huérfanas de 14 años en adelante para que si querían fundaran una familia con los hombres de Quebec, si no deseaban casarse podían volver a Paris, todo el pasaje de ida y vuelta lo pagaba el rey, así que a esas mujeres se las llamaba las hijas del rey y la ciudad recuerda la historia de cómo evolucionó. Dejamos a tras los cañones del viejo puerto y la vista del hotel castillo y las murallas de la ciudad y seguimos callejeando hasta la Place Royale donde hay un gran mural , en el lado de una casa, en el que se representan muchos personajes históricos de Quebec, situados en las ventanas, puentes y elementos de una "supuesta" calle de Quebec. Frente a él hay un panel en el que los podemos identificar a todos. 

 
 
 
 

Nos debatimos si tomar algo en una cafetería pero nos decantamos por hacer compras. Como pudimos comprobar el mejor lugar donde comprar souvenirs es Quebec, en ningún otro lugar antes o después encontramos cosas tan interesantes y bonitas. Ya de noche subimos en el funicular a la parte de arriba de la ciudad, la zona tras las murallas para visitar la tienda de navidad, hacer unas cuantas fotos nocturnas y visto que ya eran cerca de las seis de la tarde y las tiendas cerraban y solo estábamos nosotras y una pareja pro la calle (parecían las dos de la madrugada en vez de las seis de la tarde, que depresivo) tomamos un taxi (la mejor opción y bastante barato) para volver al hotel. Si en Perú la gente conocía más Extremadura (de donde son mis amigas) que Zaragoza, en Quebec y Montreal mas bien fue al revés y lo que conocían era Zaragoza (el taxis mismo, por ejemplo). Puede que parezca que regresamos muy pronto al hotel pero cada vez hacía mas frío y por lo que hablamos al día siguiente con el resto del grupo, la ciudad no es como Dublin, aunque se haga de noche y haga frío la gente no se reúne en un pub a beber sin conocimiento.

 
 
 
 
 


Diario 2013: Canada - Santa Ana, Costa de Beaupre & Isla de Orleans - dia 5

Tras dejar la cascada de Montmorency nos dirigimos a cruzar el puente que conecta con la isla de Orleans. Había visto por internet varias excursiones a las isla de Orleans cruzando el río San Lorenzo en ferry pero nosotros lo haríamos en autobús, de esta manera recorrimos la costa viendo las casitas de madera rodeadas de árboles, un paisaje otoñal idílico, aunque no se veía ninguna persona, estaba todo como vacío, aunque con el día frio y gris que hacia lo normal es que estuvieran dentro de sus casas calentitos. Llegamos a un pueblo donde paramos para tomar algo en una chocolateria-heladería, a nuestros ojos parecía que la chocolatería estaba cerrada y vacía pero no, había gente dentro, lo que confirmo la idea de que el lugar no estaba abandonado solo que no se quedaban fuera de casa, y eso que todavía no había llegado el invierno, en el invierno debía ser aún más triste el no poder salir a la calle y ver gente. Contra el viento y el frio, mientras el resto del grupo reposaba con su chocolate caliente (en la tienda importan el chocolate desde Bélgica), nosotras salimos fuera a ver el pueblecito; solo las casas porque no había ni un alma, aparte de nosotros, en la calle. 

 
 
 

Y nos acercamos al puerto lo justo para ver Quebec desde la isla de Orleans, se veía muy bien y era una bonita vista pero el aire frío y el agua del rio que salpicaba nos hizo marcharnos pronto y , por lo menos yo, regresar dentro de la tienda a calorcito. Después de un descanso continuamos por la costa de Beupre hasta llegar a Santa Ana de Beaupre, donde la catedral de Santa Ana ocupa un inmenso espacio en el pueblo. Tiene una gran plaza y una fachada altísima, pero lo más impresionante de Santa Ana es el interior. Primero tienes un pasillo central cubierto el suelo de mosaicos pero con imágenes modernas como máquinas de escribir y teléfonos y el techo cubierto también de mosaicos dorados e imágenes. Este pasillo te lleva a las puertas de entrada a la catedral, es normal encontrar pasillos y entradas pre-salas de la entrada al lugar pues así, aparte de las pesadas puertas que se puede encontrar pro todo Canadá, evitan que el frío entre al interior. Una vez dentro de la iglesia la vista se te va del suelo al techo que es altísimo, hay una hermosa y dorada decoración por todos los lados, y si no lo supiéramos dudaríamos de que fuera una iglesia moderna porque es una auténtica belleza en decoración. La primera columna de la entrada está llena de muletas, desde viejas de madera hasta las más modernas, pregunté al guía al respecto y me comentó que la gente que reza a Santa Ana una vez recuperada deja sus muletas en la columna. 

 
 
 

El recorrido de la iglesia del suelo al techo de inicio a fin vale la pena porque tiene todos los detalles cuidadísimos y es preciosa. En el lateral derecho del altar se encuentra una reliquia de Santa Ana, el hueso del brazo, nunca había visto una reliquia de tan cerca (te puedes acercar sin problemas) debe ser que por ahí no tienen muchos ladrones de iglesias como pasa en España. Por el lateral izquierdo al altar hay unas escaleras que llevan a la cripta toda decorada del techo al suelo con todo tipo de mosaicos pintados, y una réplica de la piedad. Saliendo por la parte trasera de Santa Ana han un monte donde hay diversas figuras representando el via crucis. Como esta parte está más recogida y no hacía tanto viento todo el grupo fuimos subiendo la empinada cuesta siguiendo el vía crucis a escala real. Desde arriba, en la crucifixión de Jesús la vista de Santa Ana y la costa de Beaupre era admirable, tanto paraje vacío y de repente la gran cuidada Sana Ana como presidiendo el lugar. Tras la visita fuimos al baño y regresamos a Quebec (hay muchos baños públicos por este lado de Canadá, con calefacción, gratis y limpios).

 
 
 

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