2º Encuentros Viajeros en Zaragoza

Ya está aquí el 2º encuentro viajero organizado por VBZ - Viajeros Blogueros de Zaragoza.
Cada viajero es diferente y tiene su propio estilo, así que porqué no hablar de COMO, CUANDO, DONDE Y CON QUIEN VIAJAS ....
Háblanos de eso que hace que TU viaje sea diferente...

Fecha: 17 de Junio de 2013.
Lugar: El Atrapamundo - Café del Museo del Teatro Cesaraugusta.


Medina Azhara - España

Medina Azahara

Nos levantamos menos pronto que el día anterior pero aun así pronto para ser domingo para ir a coger el primer autobús que va a Madinat al-Zahra, o Medina Azahara, que es un conjunto arqueológico a unos 8 km de Córdoba. En la parada del autobús hubo gente que preguntaba si se cogían ahí los billetes, yo los cogí por internet (pagina de turismo de Córdoba) porque había descuento y así las dos nos salía por doce euros, pero creo que solo se pueden coger en la oficina de turismo o su página web. Cuando llegó el bus a la segunda parada (la nuestra) estaba casi lleno y con los que estábamos ahí (y teníamos el billete ya comprado) se llenó, así que el resto de gente se marcho a buscar la oficina de turismo. Solo hay dos horarios de autobús para ir a Medina Azahara así que mucho ojo de intentar ir a la parada sin billete porque es fácil que te quedes en tierra. El trayecto no dura mucho y cuando llegamos la guía de la oficina de turismo recoge a los que han pagado la visita y pregunta que si alguien quiere puede contratarla, aunque no recuerdo cuanto dijo que costaba la visita guiada. Del autobús es fácil ir al museo dado que no hay nada más alrededor, en el museo te dan la entrada para coger el bus que lleva a las ruinas de Mediana Azahara (ida y vuelta). Este bus lanzadera hay que pagarlo si vas por tu cuenta, pero si vas habiendo comprado el billete de autobús Córdoba-Medina Azahara se incluye en el precio, solo hay que enseñar el billete del autobús y te dan el del bus-lanzadera que te lleva al recinto arqueológico. Así que tomamos las entradas, cogimos el bus (que se llenó) y entramos al centro de interpretación. Este está en lo alto de las ruinas y tiene una vista magnifica de lo que es el reciento arqueológico, solo un 10% de la ciudad es lo que está excavado, así que es fácil imaginarse lo grande que sería en su época. Cuándo me regalaron el viaje a Córdoba estuve mirando la vista a Medina Azhara y pude ver que el salón de Abderramán II o salón rico estaba cerrado por restauración. Sé, por todo lo leído y las fotografías que en el centro había, que es lo más bonito que se conserva en Medina Azahara. Aun así también había leído que la visita merecía la pena aunque no se vea el salón rico, y tienen razón. Sobre todo hay que tener en cuenta que el acceso al reciento es gratuito, como mucho pagas el transporte lanzadera, excepto si vas en otro transporte (bicicleta por ejemplo). Primero disfrutamos de la vista del reciento desde lo alto, me reafirmo: impresionante, y luego comenzamos a bajar a la ciudad de Medina Azahara por lo que era la entrada trasera de la ciudad. Antes de llegar aquí es importante haberse provisto de varias botellas de agua, porque excepto un tenderete antes de entrar al recinto arqueológico, no hay ni una sola fuente ni lugar donde conseguir agua, y el sol abrasa bastante en el descampado de cualquier reciento arqueológico que se precie. Vimos los abrevaderos de los caballos que eran antiguas tumbas romanas, los baños de una casa, la piscina y los patios con sus arcos decorados, el Edificio Basilical Superior, la puerta de la Casa de Ya´far, hornos de ladrillo en los que cocinaban, las paredes pintadas de rojo, etc. y así fuimos detalle por detalle recorriendo las calles y casas de la ciudad hasta llegar donde el acceso al salón rico estaba corta por las obras de restauración. En todo caso no teníamos mucho más tiempo y subimos corriendo otra vez hacia el centro de interpretación para coger el bus-lanzadera. Llegamos al museo y nos metimos a ver la proyección (de unos 30 minutos), que vale mucho la pena porque puedes ver cómo eran lugares por los que has pasado y para lo que se usaban en su época de esplendor de la ciudad. Tras la proyección nos hubiera gustado ver el museo pero por el tiempo gastado en las ruinas no teníamos esa posibilidad. Así que cogimos el bus de regreso a Córdoba, nos acercamos a comer cerca del hotel y después de comer nos fuimos al hotel para coger la maletas, ir a la estación y coger el ave con destino a Zaragoza casi sin apenas parar para nada. Con todo ello queda pendiente una visita más completa a Medina Azahara (tal vez cuando abran el salón rico) y así aprovechar para ver de nuevo con detalle la mezquita de Córdoba, porque una hora no es suficiente para disfrutarla de verdad.
Visita: Junio 2013

Mis imagenes: Pendientes

Información para viajar:  Lugares Cordoba (sobre Medina Azahara al final de la entrada)

Cordoba - España

Cordoba 

Tras salir de trabajar y comer en la estación cogimos el AVE con destino Córdoba. Había dos aves juntos y nunca había visto tanta gente para coger el tren, parecía que media Zaragoza se marchaba a Andalucía. En el mismo vagón coincidimos con una despedida de solteros con los que coincidiríamos a la vuelta (con lo grande que era el tren), y en el mismo tren también coincidimos con compañeros de trabajo que se iban de fin de semana Sevilla (luego en el vagón de vuelta había una chica del trabajo que había ido el fin de semana a Córdoba con su marido para una boda; menuda casualidad coincidir en el mismo vagón con lo grande que era el tren). Cuando llegamos a la estación de Córdoba nos tropezamos, nada más salir, con una discusión, y lo saco a colación porque me lleve un poco mal sabor de boca debido al trato de varios cordobeses. Se me hacían más simpáticos y en cambio fueron bastante desagradables, no sé si es el calor o que no le caen bien los turistas. El caso es que salimos de la estación por la puerta que no era, para no variar, pero en seguida nos orientamos y fuimos hasta el hotel sin perdida, que estaba localizado entre la plaza de las tendillas y la estación de tren. Dejamos el hotel para dirigirnos hacia a la plaza de las tendillas y de ahí, por calles estrechas, de paredes blancas engalanadas con macetas de coloridas flores, fuimos caminando hasta llegar frente de la catedral-mequita. A un lado estaba la torre, toda ilumina, al otro la virgen de los faroles. Comenzamos a rodear la mezquita por el lado de la virgen y así hasta llegar al lado de la torre. La mezquita por fuera es preciosa, tanto más de noche que de día porque la iluminación y el enclave, aparte de su estructura y detalles árabes antiguos, evocan un tiempo pasado con gran facilidad y romanticismo. Rodeando la mezquita llegamos a la puerta y el puente romano. Cruzamos el puente junto con un montón de gente que iba de fiesta, pero no avanzamos más allá de la puerta y nos dimos la vuelta atacadas por los mosquitos. Entre vuelta y vuelta se había hecho bastante tarde y todavía no habíamos cenado, y como hacía mucho calor, pese a ser cerca de la medianoche nos paramos en un bar a beber algo y nos sorprendieron con unas tapas acompañadas con la bebida, ahí el precio incluye bebida y tapa así que con los minis bocadillos que nos dieron nos dimos por cenadas y regresamos al hotel dado que al día siguiente teníamos que levantarnos pronto. Además teníamos que salir antes de que abrieran el comedor de desayuno del hotel (que en fin de semana abría muy tarde) para ver la mezquita de Córdoba, dado que de ocho y media a nueve y media el acceso es gratuito. Cuando llegamos no sabíamos muy bien por cual puerta se entraba pero rodeándola encontramos más turistas alrededor de una puerta, asi que nos quedamos por ahí, junto a ellos y justo se abrió la puerta (la lateral derecha mirando al rio) y nos dejaron entrar en la mezquita en silencio hasta las nueve y media. Yo sabía que entrar hasta las nueve y media era gratis, lo que no sabía es que a las nueve y media te echan, y solo una hora no fue suficiente para tanta belleza. En una hora sí nos la recorrimos entera pero con lo que nos gusta el arte y al historia a mi amiga y a mí, una hora se nos hizo corta y cuando salíamos al patio pensábamos que en cuanto termináramos de ver el resto de la ciudad volveríamos a entrar, aunque fuera pagando, dado que no nos importaba con tal de gastar más tiempo y verla con más detalle: hay tanto arte, árabe, romano, cristiano mezclado y tanta combinación de luces y colores. Aunque al final no pudo ser, porque no paramos de ver cosas en Córdoba (y eso que en el trabajo aparte de los patios cordobeses y la mezquita la gente nos decía que la ciudad no tenía más cosas para ver). Tras la mezquita fuimos a buscar los baños califales y como donde se suponía que estaba no lo vimos empezamos a callejear por bonitas callejuelas blancas llenas de macetas con coloridas flores buscando los baños. Y perdidas con las vistas de las casas y las calles llenas de flores al final no encontramos los baños, así que tomamos el camino hacia la sinagoga, ya que entre calleja y calleja habíamos entrado en el barrio judío. Junto a la plaza donde hay una estatua de un ilustre judío había un andaluz tocando la guitarra también muy maleducado, imbécil diría yo, y siguiendo esa calle a la derecha, el acceso a un patio cordobés todo engalanado con flores que en teoría era un mercado pero que solo tenía una tienda abierta. Se podían subir las escaleras y disfrutar de los balcones del patio cordobés y de sus vistas. Tras salir del patio llegamos a la sinagoga, que se distingue por la placa que tiene, dado que no hay nada especial en su fachada. La entrada aquí es gratis así que seguimos sin pagar nada, hay más turistas aquí y me sorprende que aunque pequeña está muy bien conservada con los detalles de las letras hebreas y sus muros decorados en piedra y arcos más de estilo árabe que judío. Sorprendida gratamente por la sinagoga, dado que espera mucho menos, nos quedamos pensando si ir a la casa sefardí o volver por nuestros pasos y acercarnos a la capilla mudéjar que habíamos pasado de largo al estar cerrada. Finalmente nos acercamos a la capilla mudéjar, pagamos el euros y medio que cuesta la entrada y disfrutamos de los azulejos y pinturas de la capilla, pequeñita pero bien conservada y decorada del suelo al techo, hasta los azulejos del suelo habían sido restaurados, y también su lámpara de candil. Al lado de la capilla esta la facultad de filosofía, abierta el sábado por la mañana. Luego volvimos en busca de los baños califales. Como no había forma de encontrarlos en la plaza donde deberían estar, junto al Alcázar de los reyes cristianos, nos acercamos a información y turismo y nos dijeron que estaban ahí mismo y nosotras, bien, pero exactamente donde es aquí mismo porque llevamos dando vuelta alrededor un par de veces, así que nos dijeron que estaban bajando unas escaleras, la entrada a las escaleras cerca de una farmacia, y justo por ese lado no habíamos ido. Y ya que estábamos ahí, compramos la entrada para el Alcázar cristiano, si las compras para entrar a partir de las cuatro y media la puedes adquirirla con acceso al espectáculo nocturno de luz, sonido y agua. Yo no pensaba en el espectáculo pero como mi amiga quería y no era caro cogimos esa entrada. Tras la compra nos acercamos hacia la farmacia y ya, desde la farmacia, pudimos ver el cartel de los baños califales y las escaleras para bajar a ellos, si hubiera sido un perro nos hubiera mordido pero es que desde el lado donde dábamos vueltas no se veía el cartel, solo se veía desde la farmacia, y las escaleras pensábamos que daban a un parking como el de la plaza del pilar de Zaragoza. En fin, que pagamos la entrada a los baños (por muchas entradas que pagáramos Córdoba nos pareció baratísima en comparación con Barcelona o incluso Zaragoza). De los baños califales no queda mucho pero hay una serie de audiovisuales y luces que sirven para recrear el aspecto y la historia del lugar. Tras salir de los baños nos acercamos a las callejuelas de la mezquita y de ahí subir hasta la plaza de las tendillas, y tomar la calle hasta el ayuntamiento donde están los restos de un templo romano. Cuando llegamos ahí, frente a las columnas romanas elevándose tras unas verjas (eso es todo lo que se podía ver) había un termómetro marcando cuarenta y dos grados (y eso que es junio) y como cerca de ahí nos habían recomendado un sitio de tapas, pues de tapas que nos fuimos a comer. Cerca teníamos el Cristo de los faroles pero tras terminar de comer decidimos ir en dirección contraria hacia la plaza de la Corredera, muy al estilo de la plaza mayor de Madrid, toda de arcos y estilo cuadrangular. Y de ahí empezamos a callejear de nuevo, protegiéndonos del sol y disfrutando de las calles típicamente andaluzas de Córdoba hasta llegar a la posada del potro y su plaza. Tras las fotos de rigor seguimos caminando, esta vez hacia la mezquita, y por aquí pudimos ver muchas despedidas de solteros y solteras, además de parar a tomar algo. Tras llegar a la mezquita subimos por una calle paralela a la que subimos para ir de la mezquita al hotel y esta nos llevó al callejón de las flores. Haciendo honor a su nombre lo encontramos todo engalanado de flores en sus arcos de pared encalada de blanco, recorrimos el callejón hasta la fuente y pequeña placita y luego volvimos a recorrer el callejón para seguir subiendo la calle y descubrir que los baños árabes de santa María (de una casa privada) son un tablao flamenco, y que si para ver los baños hay que ver flamenco para turista, como que se lo dejamos para los japoneses, que eso lo disfrutan mucho. As que regresamos por donde habíamos venido y fuimos a cruzar el puente romano, dado que el día anterior fue llegar a la otra punta y volver, y no lo habíamos cruzado del todo. De esta manera disfrutamos de la vista de la ciudad, con la mezquita de Córdoba en lo más alto y el puente sobre el río con sus molinos a los lados. Esa foto, desde el otro lado del puente, es la postal típica de la ciudad. Dimos vuelta atrás sobre nuestros pasos y volvimos a cruzar el puente para dirigirnos hacia el molino junto al muro y de ahí hasta el Alcázar de los reyes cristianos. Los alcázares son pequeñitos, lo más grande que tiene son los jardines. La subida a la torre con sus espectaculares vistas de la ciudad desde lo alto vale la pena, tanto que no cabía ni un alfiler en lo alto de la torre de los turistas que había. Así que bajamos rápido y nos dirigimos hacia las salas del Alcázar, no sin antes bajar por las escaleras de caracol con tal velocidad que si hubiera habido un muro me lo hubiera tragado, los turistas que iban a subir se rieron tras mi salida triunfal de las escaleras. En fin, en las salas poco adornadas lo más llamativo son los mosaicos romanos que se conservan en las paredes, me recordaron Mérida (España), Pompeya (Italia) y Cartago (Túnez) por lo grandes y bien conservados. Bajando hasta los jardines hay una placa conmemorativa del cautiverio y alumbramiento de la reina de canaria en ese alcázar. Y cerca de esta placa hay un camino con algunos recodos para entrar a los baños árabes, de los baños solo quedan los arcos del techo y las figuras estrelladas en ellos pero la luz que le otorgan le dan un aspecto místico al lugar, es difícil imaginar ese lugar como unos baños pero fácil imaginar las figuras de luz que las estrellas creadas en los techos del baño arrojarían en el agua. Tras los baños pasamos al patio del Alcázar y de ahí a los jardines, que en comparación con la residencia del Alcázar son muchísimo mayores. Hay una fuente con mosaicos romanos en el fondo, que en el espectáculo nocturno se utiliza para contar la historia de la Córdoba romana, y también las figuras de los reyes católicos con Cristóbal colon, que se usan también en el espectáculo nocturno. Salimos de los jardines y marchamos corriendo al hotel para cargar las baterías de las cámaras, cuando estuve en Tokio se me olvidó comprar otra batería, hago siempre tantas fotos que necesito o dos cámaras o dos baterías, antes tenía dos baterías. En todo caso, a mi amiga le paso lo mismo, tantas fotos sin parar y el calor (cuarenta y dos grados) dejo muertas las baterías. Teníamos una hora hasta el comienzo del espectáculo a las diez, era el primer pase, todos duran una hora y te van llevando de un sitio a otro del Alcázar y los jardines contándote una época de su historia con la chica del espectáculo cambiando de ropa en función de la época y luego hacían un juego de luces, sonido y jugaban con el agua de las fuentes, así se repasó toda la historia de Córdoba: romanos, árabes, judíos, cristianos… la última visita es de las fuentes principales de los jardines con el Alcázar de fondo, y es una foto preciosa. Al salir buscamos donde cenar algo de tapeo, para no variar, y de ahí nos marchamos para ver el Cristo de los faroles, al día siguiente nos íbamos de Córdoba y lo habíamos dejado pendiente hasta que casi nos lo perdemos, así que pasamos la cuesta enchinada (con todos los dibujos en chinas, adornado de flores y bien iluminado) y nos metimos por un callejón oscuro que nos llevo a una plaza solitaria y oscura, solamente iluminada por los faroles que rodeaban al Cristo del mismo nombre. Mi amiga, un poco miedosa, quería salir de ahí enseguida, demasiado silencio y oscuridad para ella, así que las fotos salieron un poco movidas. Aún así valió la pena ir de noche, porque de día no hubiera tenido el mismo encanto y, por supuesto, no hubiera tenido ese juego de luces y oscuridad como a esas horas de la noche. Las murallas de la ciudad las vimos el domingo antes de coger el autobús a Medina Azhara y de lo planeado solo quedó el palacio de Vianna, pero se podría decir que no paramos en todo el día, así que tampoco lamentamos la visita.
Visita: Junio 2013

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Información para viajar: Lugares Cordoba

Singapur - Singapur

Singapur 

Como decía al final de la entrada de Tokio, el vuelo salió con retraso así que llegué bastante más tarde lo previsto al aeropuerto. Como viajaba con Singapur Airlines había cogido el paquete que te dan pro el mismo precio que el vuelo de transporte ida y vuelta al aeropuerto. Y los cupones de descuento a varios sitios. Así que nada más salir me dirigí al mostrador de la Singapur Airlines Stopover (que es como se llama el programa) y ahí me dieron todos los cupones y me tocó esperar a que me llevaran al aeropuerto porque había otras personas, una mega familia hindú, que también llegaban en el mismo vuelo. Pero no es lo mismo ir sola que ir con una docena más incluidos niños. En fin, que con la tontería y la espera al final llegaba a la recepción del hotel pasadas las cinco de la mañana, y apenas tenía dos días, contando ese para ver la ciudad. Y no es que el viaje de regreso hubiera sido tranquilo, sino que me pasé casi las siete horas de vuelo entre Tokio y Singapur viendo películas porque no había quien durmiera. Aun así, con muchísimo sueño al día siguiente a las diez estaba fuera del hotel encaminada hacia la bahía de Singapur. Cuando llegaba me alojaba en un hotel dentro del stopover pero por una oferta en internet la siguiente noche la pasaba en el Marina Bay Sands. Desde el barrio musulmán donde estaba mi hotel bajé andando hasta la noria Singapur Flyer para así ver esa parte de la ciudad, si no fuera por el calor Singapur es una ciudad muy cómoda para pasear, y mucho más civilizada que su vecina Malasia. Con el stopover de la SIA hay un cupón para subir gratis a la noria. Antes de subir tienes una sala con algunas cosillas interesantes de ver, es como un museo moderno. La subida merece la pena porque puedes ver Singapur desde ahí arriba sin agobios de calor. Hay una gran zona que está construyendo ganando terreno al mar. Se ven los Jardines de la bahía (Gardens by the Bay), el Marina Bay Sands, la bahía de Singapur con el merlion, y al fondo el resto de edificios. La Singapore Flyer es la noria mirador más alta del mundo (mide 165 metros de altura). Tras la noria me acerqué al puente para cruzar al otro lado, junto al edificio con forma de flor que es un museo, y así dar una vuelta a toda la bahía. La vista desde todos los ángulos es impresionante. Hay mucha gente haciendo deporte, paseando, tomando algo en las terrazas, y cuando llegué al merlion estaba todo lleno de turista haciéndose la foto con el símbolo de la ciudad: el merlion, mitad pez mitad león. Realmente hay dos merlion, uno grande y otro pequeñito, los dos iguales que lanzan un chorro de agua por la boca. Dejando atrás el merlion volví hacia el Marina Bay Sand para terminar de dar la vuelta a la bahía y entrar a los Jardines de la bahía. Antes de recorrerme los jardines fui directa a coger los tickets para subir a los supertree pero me dijeron que ese día estaba cerrado por mantenimiento, vamos, que tengo yo una suerte. Así que me marché a comer y después me registré en el Marina Bay Sands, donde hasta las tres de la tarde no puedes entrar. Como huésped del hotel podía ir a la Infinity pool, la piscina famosa del hotel, y a la terraza siempre que quisiera, aunque para entrar a la piscina todas las veces que quieras tienes que dejarte una pulserita que ellos te ponen en la muñeca. Si te la quitas ya no puedes volver a entrar por mucho que enseñes la tarjeta de la habitación del hotel. Mi habitación daba a los Jardines de la bahía y las vistas del supertree y la noria eran espectaculares. Subí al piso 57, a la piscina, y tras dejar que me pusieran la pulserita recorrí la zona antes de pararme a disfrutar. Y es que las vistas desde aquí son increíbles. La piscina tiene vistas a la bahía de Singapur, pero la zona de bares y de jacuzzis tiene vistas a los jardines de la bahía, que desde esa altura tienen un aspecto diferente. Hay dos piscinas, una para niños, que está cubierta por un cristal que la protege del borde y la de adultos que no tiene ningún cristal, aunque apenas tiene profundidad. Había muchísima gente, era dificilísimo encontrar un sitio donde dejar el albornoz del hotel o la toalla que te daban ahí mismo los del hotel. Encontré un hueco en una hamaca y me metí a disfrutar de la piscina, que tiene truco, y es que cuando te acercas al borde, o desde la terraza, se puede ver que el agua cae a un canal que separa el borde de la piscina del borde del edificio, aunque de lejos parece que el agua cae directamente a la ciudad, y estar dentro con los rascacielos de fondo es impresionante. Dio la casualidad que aunque la piscina no es pequeña justo delante de mí se pusieron dos chicos españoles. Para que usar el inglés si podía pedir una foto en español. Al cabo de un rato se puso a gotear, y a medida que salía la gente de la piscina y llovía más me marché. Además así podía aprovechar para ver los invernaderos de los jardines de la bahía, que aunque soy alergia tenían muy buena pinta. Cuando llegué, y eso que el hotel está justo enfrente, ya había parado de llover. Al ir a coger los tickets para entrar me di cuenta de que me había olvidado los cupones en la habitación del hotel, pero como alojándose en el Marina Bay Sand tienes descuento, compré los tickets sin tanta pena. Hay dos invernaderos, el tropical y el continental. Cuando entras tienes salas interactivas sorbe la naturaleza, los espacios verdes, para jugar y aprender de forma táctil. El continental medió un poquito de alergia con la zona mediterránea, las amapolas, y demás árboles – menos los de África-. Así que, aunque muy bonito, pasé pronto al otro invernadero. El tropical cuando entras te sorprende. El ambiente es muy fresco, como sería en la selva con mucha agua, pero sobre todo es porque justo en la entrada tienen una inmensa cascada de agua artificial iluminada, que te refresca aún más y que es la primera parada del lugar. El jardín está como en una montaña con diferentes pasarelas aéreas. Así que entras en la montaña y tienes un ascensor para subir al último piso y de ahí ir bajando por las escaleras mecánica y las rampas hasta llegar al suelo. Cuando entré ya estaba atardeciendo y la iluminación con la vegetación le daba un aspecto futurista encantador. Entre más cascadas, flores, y salas interactivas vas disfrutando del lugar. El invernadero es todo acristalado y desde las pasarelas aéreas se puede ver la noria y los supertree. También hay una sala con un video sobre el ecosistema actual y la temperatura de la tierra y como va aumentando con los años y como eso afecta a la tierra, las salas interactivas de este invernadero me recordaron a la Expo de Zaragoza (es que no he estado en otra). Cuando salí del invernadero ya era de noche pero descubrí que la salida (que es diferente a la entrada) daba a un paseo con una perfecta vista de la noria Firefly. Caminando salí de los jardines de la bahía dirección el Marina Bay Sands para primero hacer fotos desde mi habitación y luego subir a la terraza a disfrutar de la vista nocturna de la bahía de Singapur. Al poco de estar en la terraza comenzó el espectáculo de luz, agua y sonido. La vista desde arriba del espectáculo era diferente a lo que había visto en fotos, usualmente el espectáculo visto desde abajo. Y sobre todo la vista nocturna de la bahía es impresionante. Ya estaba enamorada de Singapur y apenas había estado un día. Sé que tengo que volver otra vez, con más tiempo. Tras terminar el espectáculo y tras dar otro rodeo a la terraza para fotografías todo Singapur desde las alturas salí a pasear por la bahía y ver si podía cenar algo aunque fuera muy tarde ya, porque entre unas cosas y otras no había parado. Y tras un paseo acabé muerta hasta el día siguiente. Este día aproveche para madrugar (a la vuelta a España ya dormiría las horas que iba acumulando de sueño) y tomé el metro de Singapur, que es facilísimo y una autentica comodidad para desplazarte sin morir del calor de la ciudad, y comencé mi recorrido por el barrio árabe de Singapur. El barrio árabe es una zona bastante pequeña formada por un puñado de calles en torno a la Sultan Mosque (Mezquita del Sultán). Por la noche está muy animado y en sus terrazas y restaurante hay gente a cualquier hora. Pero también se pueden encontrar tiendas de tejidos, alfombras, saris, batiks, cuero y perfumes. A quien le gusten laso países árabes disfrutarán de este pequeño barrio, a primera hora de la mañana está bastante vacio pero parece sacado de un cuento de Aladin, con su magnífica mezquita y su calle de tiendas coloridas y alfombras. Un paseo por este barrio es imprescindible, como un viaje al pasado. Junto al barrio está el Malay Heritage Centre, que fue durante mucho tiempo la residencia de la familia real malaya que ya habitaba la región antes de la llegada de los ingleses. Una vez temrinado elpaseo por el barrio árabe, pequeño pero con mucho encanto me acerqué a Littel India, los dos barrios están cerca andando pero con el calor y el sueño me fui a la estación de metro Bugis y cogi un billete para la estación Farrer Park. En la estación hay que buscar la salida A que da directamente a la Serangoon Road. Esta zona ya no está civilizada con respecto a tráfico, por lo que igual tienes que ir hasta el semáforo para poder cruzar y luego desandar lo andado para coger la calle que da justo enfrente de la salida A del metro. O también puedes probar suerte y ver si entre calles mal asfaltadas y coches consigues cruzar sin que te pase nada. Y es que esta es la principal arteria de Little India. En principio iba a hacer el recorrido corto que recomiendan en la guía de Singapur de Internet (muy recomendable echarle un ojo para organizarse recorridos) pero como tenía tiempo me acerqué a un par de templos hindús y chinos que están un poco alejados de lo que es el eje central de Littel India. Visito un par de templos chinos, de los más antiguos creados en la ciudad y que se encuentran rodeados de templos hindús, y un par de templos hindús y sigo por la Serangoon Road en el sentido contrario al tráfico de vehículos hasta el templo hindú Sri Veeramakaliamman Temple, el templo está en obras así que es una pena porque no se puede ver por completo su exterior y su torre, que es lo que según leí llama más al atención pro todos esos personajes coloridos y sangrientos, dado que hay muchas imágenes, dentro del templo, de la diosa Kali, diosa del poder y consorte de Shiva, eso sí, la entrada solo es de 12:30 a 16:00. Pero vale la pena aunque sea ver como pueden adorar a una diosa que aparece con niños muertos y tragando las vísceras de una mujer muerta. Como estaban en obras dentro del templo tenían una televisión con imágenes a momento real e las obras que se realizaban en el exterior. Curioso como lo controlaban, pero lo entiendo dado que este fue el primer templo hindú fundado en Singapur por los primeros inmigrantes hindús. Como en todos los templos hindús antes de entrar al templo tendrás que descalzarte y dejar tus zapatos en el exterior. Segui por la avenida hasta la Dickson Road que recorrí hasta casi su comienzo. En el número 2 está el Wanderlust Hotel. Y en la Dunlop Street se encuentra la mezquita Abdul Gafoor, monumento histórico nacional. A las mezquita no entré, sé que en muchas solo dejan entrar si eres musulmán, así que ni me molesté, pero está pro fuera era de un estilo y colorido diferente a las otras que vi por Singapur, asique recomiendo su visita aunque solo sea exterior. De aquí callejeé y pude ver mucha basura, calles sin asfaltar y pequeños templos dentro de los troncos de los árboles. Caminando por el mercado que cruza la arteria principal del barrio indio se puede encontrar una antigua casa de comerciantes chinos muy colorida y llamativa por el diseño diferente al del resto del barrio. De ahí hasta la estación del metro apenas son unos pasos. Aquí tomé el metro para visitar Chinatown. De nuevo hay que ir por la salida “A” en dirección a Pagode Street. La escalera mecánica de esa salida del metro te deja en el comienzo de la calle. Nada más salir tenemos la bulliciosa y turística Pagode Street, que con sus casas y decoración te hacen viajar de nuevo al pasado. Toda la calle está flanqueada por casas restauradas que reproducen el tradicional estilo arquitectónico de las tiendas de antaño. A mitad de calle, se encuentra el Chinatown Heritage Centre, y hacia el final de la calle aparece el muro del templo Sri Mariamman, con sus vacas vigilándonos desde lo alto. Es el único templo hindú de Singapur en el que se exige pagar para realizar fotografías dentro del mismo pero resulta diferente a otros y mucho más grande, cuando fui no había nadie, ni siquiera fieles, aunque teniendo en cuenta que se encuentra en pleno corazón de Chinatown es normal. Es curioso como en todos los barrios hay algún templo de otra cultura. Al lado contrario de este templo hindú podemos encontrar una mezquita, la de Jamae, de tonos verdes y dos torres como si fuera una iglesia más que una mezquita. Vuelvo al templo hindú para entrar en la primera calle, la Temple Street. Otra calle típica de Chinatown donde se mezclan restaurantes y tiendas en medio de un bullicio constante hasta llegar a la Smith Street que se transforma al final del día en la Chinatown Food Street. Ya están abiertos los puestos de comida así que paro a comer antes de continuar con el recorrido. Luego vuelvo a la South Bridge Road donde puedo encontrar una farmacia de medicina china tradicional, la Eu Yan Sang. Sigo por la avenida hasta llegar al majestuoso e imponente Buddha Tooth Relic Temple, que merece una visita atenta en su interior. La entrada es gratuita pero hay que tener los hombros tapados para poder entrar dado que requieren respecto. Por dentro una gran cantidad de figuras de todos los tamaños y un predominante color oro y rojo inundan el templo que es un templo imperdible si se visita Singapur .tras visitar el templo cogí el metro para volver a los Jardines de la Bahia, tenía que aprovechar para verlo enteros, y además ver si podía subir a los supertree, dado que el día anterior no fue posible. Tuve bastante suerte porque este día si se podía subir a los supertree, aunque aquí no sirve ningún cupón y hay que pagar el precio, el ticket se compra frente a los supertree, y no en las taquillas de entrada de los jardines (fácil confundirse). Desde arriba se puede notar el aire fresco y las vistas son preciosas, sin contar con que el paseo por la pasarela suspendida por los supertree vale la pena la entrada aunque se acaba muy rápido. Ccreo que no he comentado que los supertree son árboles filogenéticos montados a partir de una combinación de pequeños árboles filogenéticos (y ahora os habréis quedado como yo, sin saber lo que es hasta que lo ves). Aprovechando que tenía los cupones del stopover decidí volver a entrar los invernaderos que tanto me gustaron y verlos de día (ya que me salía gratis), dado que cuando entré ya era bastante tarde. Creo que prefiero los invernaderos de noche todos iluminados. Terminando de ver el jardín quedaba poco para que comenzara el espectáculo nocturno de los supertree, que se hace dos veces al día, así que me quedé a disfrutar del espectáculo de luz y sonido. Los supertree que de noche están todos iluminados no son ningún derroche energético dado que están equipados con tecnologías ambientales que imitan la función ecológica de los árboles: las células fotovoltaicas aprovechan la energía solar que es utilizada para la iluminación que tienen luego por la noche. El espectáculo de luces y sonido es muy recomendable y es como estar en el futuro. Una vez terminado el espectáculo tomé el camino hacia el hotel para esperar que los del Stopover me recogieran para ir al aeropuerto y despedirme de Singapur, un país del que me quedan muchas cosas que ver y sé que volveré.
Visita: Mayo 2013

Mis imagenes: SINGAPUR

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Videos de: Espectaculo nocturno Supertree de los Jardines dela bahia - Singapur

Tokyo - Japon

Tokyo

Llegué a Tokio a eso de las siete de la mañana (el vuelo, para no variar, salió con retraso). El viaje era para ver a una amiga que se fue de Zaragoza y ahora está trabajando y estudiando ahí y a un amigo japonés que estuvo viviendo dos años en Zaragoza (Yuta y Silvia), pero también quería aprovechar y ver cosillas que se quedaron pendientes cuando fui a Japón, sobre todo de Tokio porque cuando estuvimos ahí me enfermé, cogí un gripazo impresionante, y no pude salir en todo día y medio de la cama de mi habitación, ni para comer algo siquiera. Así que tenía pendiente la bahía de Tokio, que no pude ver en su día, y comprar una cámara. Hay que recordar que la cámara de fotos se me rompió en Taman Negara, el zoom no funcionaba bien porque las fotos salían borrosas y además la pantalla también se había estropeado y solo se veía la mitad, la otra mitad eran rayas blancas, esto mismo me paso el año anterior pero la cámara todavía estaba en garantía y me la arreglaron, ahora la garantía ya no valía y el coste de arreglarla iba a ser mayor que comprar una nueva. Así le dije a mi amiga por internet que la primera parada era comprar una cámara nueva, y que bien que se me rompió la cámara justo antes de Tokio porque las cámaras en Japón son baratísimas (según internet mi cámara actual cuesta más de 100 euros de lo que me costó) y tiene más funciones de lo que yo jamás voy a llegar a aprender a usar, una maravilla. Pero sigamos en orden cronológico, llegue a Tokio y baje hasta las vías de tren, en busca de la oficina de JR, muy fácil de localizar, para comprar el NEX and SUICA. Había estado mirando mucho en internet cómo hacer el trayecto del aeropuerto a Tokio y regreso (que dura una hora aprox.) teniendo en cuenta que no podía sacarme el JPRail porque ya lo había usado una vez. Y la opción de la suica me pareció buena idea, aparte de porque era un precio aceptable, esta tarjeta pre-pago la tenían mi amiga y mi amigo japonés, y sabia me iba a ser de mucha utilidad para moverme por Tokio sin tener que retrasarnos para que solo yo tuviera que comprar un billete cada vez que cogiera el tren. Así que cogí el NEX and SUICA y luego cogí el tren hasta y la estación de Tokio. Cuando salí pude ver que hacia un sol tremendo y mucho calor, lo que me esperaba eran lluvias dado que por ahí es primavera, pero me toco un día increíble. Me costó mucho más tiempo conseguir salir de la estación de Tokio por la puerta correcta que encontrar el hotel, el problema es que la estación es muy, muy, grande. Una vez me registre, deje la maleta y me cambié, llamé a mi amiga para que me viniera a recoger y salir a donde quisieran, aunque la primera parada era comprar la cámara fotográfica (mis amigos me conocen y saben que adoro hacer fotos de todo). Así que Yuta y Silvia, mis amigos, me recogieron y salimos a tomar el tren. Con la suica con pasarla por el lector entras y te va diciendo lo que te queda de saldo, como con la tarjeta del bus de Zaragoza. Y marchamos hacia Akihabara a la zona de electrónica, lo que más costó fue elegir cámara entre todas las opciones que había. Para saber las características que debía tener tenía a mis amigos que sabían japonés y lo podían leer en los cartelitos, así no había que pelear con el inglés de los dependientes. Con el pasaporte, que llevo siempre encima, te hacen descuento. Salimos y cogimos el tren a Asakusa, porque otra de las cosas que tenía que hacer era comprarle a mi madre los zuecos y los calcetines para hacer juego con los kimonos, obis y demás del traje japonés que ya tenía de su viaje y del mío anterior. Solo que cuando llegamos ahí había una marea inmensa de gente porque era el Sanja Matsuri (matsuri es festival). Sanja-matsuri, el Festival del Santuario Asakusa en Tokyo, es un desfile de tres grandes santuarios portátiles y más de cien mikoshi más pequeños (santuarios portátiles). La procesión era en algunos aspectos muy parecida a la española, pero en otros aspectos había mucha desorganización (quien lo hubiera dicho de los japoneses). Lo que más me llamo la atención es como al llegar al tori del templo de asakusa levantaron el altar que llevaban en hombros y la gente empezó a aplaudir, como en alguna procesión andaluza de semana santa, igualito. Dejamos al mogollón de gente y nos acercamos a ver la segunda torre más alta del mundo que se construyo pro el 2008 o algo así y que cuando fui a Japón en el 2005 todavía no existía. Tras la torre cruzamos de nuevo el puente hacia asakusa y compramos los billetes para montar en un barco que recorre la bahía de Tokio. De los tres ninguno lo habíamos hecho así que estábamos todos contentos, no solo porque yo hacía turismo además de oponerme al día con mis amigos, sino que ellos hacían cosas nuevas también. Había un montón de gente y no quedaba ni un asiento libre en el barco, aprovechamos a estar sentados viendo las riberas de Tokio, sus edificios y puentes hasta que, antes de llegar al puente arco iris, hicimos una primera parada donde teníamos que cambiar de barco. Al cambiar de barco no cogimos asiento sino que subimos arriba para poder ver el puente arco iris y la bahía mejor que sentados dentro pero se nubló y empezó a hacer mucho frio así que bajamos y estuvimos viéndolo todo desde abajo, resguardados del frio. Llegamos a la playa de Tokio donde bajamos del barco y mientras Yuta fumaba en una de las zonas designadas para fumadores mi amiga Silvia y yo paseábamos por la playa y hacíamos fotos de la playa y del puente arco iris, aunque el puente es mucho, pero mucho más, bonito de noche que de día. De aquí nos dirigimos a un centro comercial que por dentro es como una ciudad italiana, a decir verdad es como el hotel Venecia de Las Vegas solo que en pequeñito. Tomamos algo y paseamos hasta llegar al Tokio Center para ver la estatua del del robot Gundam a tamaño real, impresionante cuando comienza a moverse. Tras hacer unas cuantas fotos frikis con Gundam nos metimos en el centro comercial porque Yuta quería comprar algo y así vimos una exposición de coches donde había un coche Pikachu, con las orejas y la cola. Para hacer tiempo hasta que se hiciera de noche entramos en el Mappel town, un centro recreativo donde entretenernos con las maquinitas y los dance revolución (había fila para bailar). Luego, ya de noche compramos los billetes para la noria para poder ver desde lo alto con la ciudad iluminada. Como decía compramos los ticket, lo más caro que gaste en Tokio, y subimos a una cabina de la noria, son todas cerrada y va muy lento así que no se nota nada (lo digo porque Silvia tiene algo de vértigo). La vista de noche es espectacular, odaiba (la bahía), todos los rascacielos iluminados, la torre de Tokio brillando roja al fondo y el puente arco iris cambiando de colores como su propio nombre indica. Tras terminar el recorrido de la noria fuimos a ver la réplica de la estatua de la libertad que hay en la bahía y disfrutar de las vistas de la ciudad y del puente arco iris. Y de ahí entramos al centro comercial a cenar, dado que ahí tienes un montón de puestos de todo tipo de comida al mismo precio, muy barato. Después de cenar regresamos, primero fuimos a mi hotel, dado que todavía no me sabia el camino de salida de la estación correcto (y como decía me costó mucho más salir de la estación que llegar al hotel) y de noche no era cosa de ir dando vueltas, y luego mis amigos se fueron a su casa. La SUICA una vez más para todo el día en movimiento de un lugar a otro fue un gran acierto. Justo cuando iba llegando al hotel se puso a llover y al día siguientes se pasaría todo el día lloviendo. Al día siguiente Yuta no podía quedar por la mañana así que con Silvia, que se saltó las clase y pidió día libre en el trabajo, fuimos a la estatua donde quedaron los protagonistas de Hana Yori Dango, justo bajo la lluvia como en el drama (del manga no recuerdo). También nos acercamos a Asukasa a comprar los encargos de mi madre y una yukata para un amigo del trabajo que se casa este mes de agosto. Tras comer en otro sitio muy barato quedamos con Yuta cerca de Hachiko, la estatua del famoso perro. Pero hasta entonces fuimos también al barrio coreano de Tokio, donde hay un tipo que lee la fortuna en las manos, y una tienda con muchos videos de los grupos musicales coreanos, y ahí cerca hay una tienda de mangas, drama y música asiática de segunda mano que es una maravilla comparando el precio y lo que se puede encontrar. Y del barrio coreano nos acercamos al barrio de host clubs para ver que ahora son feísimos los chicos de los host, en Osaka los vi mucho más guapos (hace ya varios años), no sé cómo alguien va a ir. Un poco cansadas de la lluvia fuimos viendo algunas tiendas y subimos al rascacielos del Ayuntamiento, pero con la lluvia las nubes cubrían casi todo Tokio y no teníamos una vista tan interesante como la noche anterior desde la noria de la bahía de Tokio, la vista más interesante fueron tres chicos en cosplay que estaban en el ayuntamiento también. Finalmente fuimos de izakayas, mi amiga se sorprendió que no fuera a un izakaya cuando estuve en Tokio, pero yo no sabía qué era eso. Izakaya es un típico bar o restaurante japonés. Son muy populares en Japón para tomar algo después del trabajo. En una izakaya se sirven tanto comidas como bebidas. Y en la mayoría de ellas hay disponibles tanto mesas y sillas al estilo occidental como zonas y habitaciones privadas con suelo de tatami siguiendo el tradicional estilo japonés. En muchos puedes comer y beber por dos horas a buen precio, es donde suelen ir mis amigos con los compañeros del trabajo tras salir del curro. Así que fuimos buscando uno que los convenciera (yo no sé de precios y calidad así que lo dejé en sus manos). Entramos a un edifico y subimos hasta la cuarta planta donde estaba el bar elegido, dejando nuestros zapatos en los casilleros de la entrada nos pusimos a pedir comida. La manera más habitual de comer y beber en una izakaya consiste en ir pidiendo distintos platos que se comparten entre los comensales, nosotros pedimos demasiado porque nos sobró comida. El precio a pagar era según la comida que pedíamos. Y durante dos horas, cada cliente puede pedir cuanta comida y bebida desee, a elegir de un menú especial, mientras los camareros no paran de llevar bebidas y comida a la mesa (incluidas todas las bebidas alcohólicas que quieras). Tras la cena nos marchamos cada uno a coger el tren de destino a su casa (ahora ya podía ir yo sola, ya sabía que salida coger en la inmensa estación de Tokio). Y en el trayecto pude ver a varios japoneses trajeados que se tambaleaban de un lado a otro, viendo que es cierto eso de ir después de trabajar a un Izakaya. Y tras dos horas de vodka por un precio tan barato es normal que se tamborean así. Al día siguiente me marchaba con destino a Singapur, sé que lo normal hubiera sido Malasia, Singapur, Japón, pero económicamente me salía mejor hacer Malasia, Japón, Singapur. Este día lo pasamos por Akihabara, buscando figuritas que me habían encargado, viendo coches tuneados estilo anime (aunque nada como el coche picacho que vimos el primer día en la bahía de Tokio) y haciendo Purikuras. Cuando estuve en Japón la vez anterior no hice ninguna, mi amiga Silvia alucinaba conmigo, diciendo que como podía haber estado en Japón y no haber hecho una Purkura, que son un tipo de colección de fotografías muy popular en Japón, y que trata de pequeñas fotos retocadas coleccionables. Así que nos metimos en unas maquinas de esas , todas eran muy parecidas, metimos las monedas (300 yenes) y posamos mientras nos hacían fotos, elegimos el fondo y el formato y luego pasamos a otro lado de la máquina para dibujar escribir y hacer monerías a las fotos, aunque tiene un tiempo limitado, y mientras esperábamos a que se imprimieran las fotos las maquinas te dan un juego de parejas ocultas para que las emparejes. Luego hay una mesita con tijeras para cortar las tiras fotográficas y que cada uno se lleve la suya de recuerdo. En España ya no habría tijeras al segundo de ponerlas en la mesa. Lo cierto es que me encantaron las purikuras e hicimos tres más, en unos ellos sitios se podía hacer cosplay para las purikuras. Fuimos a comer a un sitio de pasta, donde también había paellas además de comida japonesa, y todo a un precio baratísimo. Y luego Yuta nos llevo a su café muid preferido. Un café maid o cafés de sirvientas son restaurantes temáticos donde las camareras van elegantemente vestidas con trajes de sirvientas, y donde el servicio que ofrecen los sirvientes no solo queda en el traje sino que tratan a los clientes con el título honorífico de señor/a, amo/a. Aunque en este café no permitían hacer fotos. Yuta se pidió el té inglés que implica que la sirvienta te trae el té y te lo sirve delante tal y como tú se lo pides. En el lugar había un hombre haciendo cosplay del padre de Koji del de Evangelion, que es una serie que pese a ser antigua se veía mucho por akihabara, al igual que salior moon y one piece. Por la tarde nos acercamos la estación de Tokio para poder ir a buscar las maletas al hotel sin primas y me despedí con mucha pena de mis amigos,. Me hubiera quedado más tiempo con ellos en Japón (lo que vi cambiado de mi visita anterior a Japón es que ahora el gracias que te dicen en todos los sitios si eres extranjero ya no dicen arigatogazimas sino thank you, lo que a mi amiga le parece mal porque ella sabe japonés y español, no inglés, y tiene su punto, no todos los extranjeros tiene porque saber inglés. Para no variar, el vuelo dirección Singapur salió con retraso de nuevo, si lo hubiera sabido habría pasado más tiempo en Tokio con mis amigos. Lo malo es que llegue al hotel de Singapur mucho más tarde lo previsto pero ya os contare.
Visita: Mayo 2013

Mis imagenes: Album Facebook Japón
Diario 2013 JAPON Tokyo Dia 1 y 2

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