Como decía al final de la entrada de Tokio, el vuelo salió con retraso así que llegué bastante más tarde lo previsto al aeropuerto. Como viajaba con Singapur Airlines había cogido el paquete que te dan pro el mismo precio que el vuelo de transporte ida y vuelta al aeropuerto. Y los cupones de descuento a varios sitios. Así que nada más salir me dirigí al mostrador de la Singapur Airlines Stopover (que es como se llama el programa) y ahí me dieron todos los cupones y me tocó esperar a que me llevaran al aeropuerto porque había otras personas, una mega familia hindú, que también llegaban en el mismo vuelo. Pero no es lo mismo ir sola que ir con una docena más incluidos niños. En fin, que con la tontería y la espera al final llegaba a la recepción del hotel pasadas las cinco de la mañana, y apenas tenía dos días, contando ese para ver la ciudad. Y no es que el viaje de regreso hubiera sido tranquilo, sino que me pasé casi las siete horas de vuelo entre Tokio y Singapur viendo películas porque no había quien durmiera. Aun así, con muchísimo sueño al día siguiente a las diez estaba fuera del hotel encaminada hacia la bahía de Singapur. Cuando llegaba me alojaba en un hotel dentro del stopover pero por una oferta en internet la siguiente noche la pasaba en el Marina Bay Sands. Desde el barrio musulmán donde estaba mi hotel bajé andando hasta la noria Singapur Flyer para así ver esa parte de la ciudad, si no fuera por el calor Singapur es una ciudad muy cómoda para pasear, y mucho más civilizada que su vecina Malasia. Con el stopover de la SIA hay un cupón para subir gratis a la noria. Antes de subir tienes una sala con algunas cosillas interesantes de ver, es como un museo moderno. La subida merece la pena porque puedes ver Singapur desde ahí arriba sin agobios de calor. Hay una gran zona que está construyendo ganando terreno al mar. Se ven los Jardines de la bahía (Gardens by the Bay), el Marina Bay Sands, la bahía de Singapur con el merlion, y al fondo el resto de edificios. La Singapore Flyer es la noria mirador más alta del mundo (mide 165 metros de altura). Tras la noria me acerqué al puente para cruzar al otro lado, junto al edificio con forma de flor que es un museo, y así dar una vuelta a toda la bahía. La vista desde todos los ángulos es impresionante. Hay mucha gente haciendo deporte, paseando, tomando algo en las terrazas, y cuando llegué al merlion estaba todo lleno de turista haciéndose la foto con el símbolo de la ciudad: el merlion, mitad pez mitad león. Realmente hay dos merlion, uno grande y otro pequeñito, los dos iguales que lanzan un chorro de agua por la boca. Dejando atrás el merlion volví hacia el Marina Bay Sand para terminar de dar la vuelta a la bahía y entrar a los Jardines de la bahía. Antes de recorrerme los jardines fui directa a coger los tickets para subir a los supertree pero me dijeron que ese día estaba cerrado por mantenimiento, vamos, que tengo yo una suerte. Así que me marché a comer y después me registré en el Marina Bay Sands, donde hasta las tres de la tarde no puedes entrar. Como huésped del hotel podía ir a la Infinity pool, la piscina famosa del hotel, y a la terraza siempre que quisiera, aunque para entrar a la piscina todas las veces que quieras tienes que dejarte una pulserita que ellos te ponen en la muñeca. Si te la quitas ya no puedes volver a entrar por mucho que enseñes la tarjeta de la habitación del hotel. Mi habitación daba a los Jardines de la bahía y las vistas del supertree y la noria eran espectaculares. Subí al piso 57, a la piscina, y tras dejar que me pusieran la pulserita recorrí la zona antes de pararme a disfrutar. Y es que las vistas desde aquí son increíbles. La piscina tiene vistas a la bahía de Singapur, pero la zona de bares y de jacuzzis tiene vistas a los jardines de la bahía, que desde esa altura tienen un aspecto diferente. Hay dos piscinas, una para niños, que está cubierta por un cristal que la protege del borde y la de adultos que no tiene ningún cristal, aunque apenas tiene profundidad. Había muchísima gente, era dificilísimo encontrar un sitio donde dejar el albornoz del hotel o la toalla que te daban ahí mismo los del hotel. Encontré un hueco en una hamaca y me metí a disfrutar de la piscina, que tiene truco, y es que cuando te acercas al borde, o desde la terraza, se puede ver que el agua cae a un canal que separa el borde de la piscina del borde del edificio, aunque de lejos parece que el agua cae directamente a la ciudad, y estar dentro con los rascacielos de fondo es impresionante. Dio la casualidad que aunque la piscina no es pequeña justo delante de mí se pusieron dos chicos españoles. Para que usar el inglés si podía pedir una foto en español. Al cabo de un rato se puso a gotear, y a medida que salía la gente de la piscina y llovía más me marché. Además así podía aprovechar para ver los invernaderos de los jardines de la bahía, que aunque soy alergia tenían muy buena pinta. Cuando llegué, y eso que el hotel está justo enfrente, ya había parado de llover. Al ir a coger los tickets para entrar me di cuenta de que me había olvidado los cupones en la habitación del hotel, pero como alojándose en el Marina Bay Sand tienes descuento, compré los tickets sin tanta pena. Hay dos invernaderos, el tropical y el continental. Cuando entras tienes salas interactivas sorbe la naturaleza, los espacios verdes, para jugar y aprender de forma táctil. El continental medió un poquito de alergia con la zona mediterránea, las amapolas, y demás árboles – menos los de África-. Así que, aunque muy bonito, pasé pronto al otro invernadero. El tropical cuando entras te sorprende. El ambiente es muy fresco, como sería en la selva con mucha agua, pero sobre todo es porque justo en la entrada tienen una inmensa cascada de agua artificial iluminada, que te refresca aún más y que es la primera parada del lugar. El jardín está como en una montaña con diferentes pasarelas aéreas. Así que entras en la montaña y tienes un ascensor para subir al último piso y de ahí ir bajando por las escaleras mecánica y las rampas hasta llegar al suelo. Cuando entré ya estaba atardeciendo y la iluminación con la vegetación le daba un aspecto futurista encantador. Entre más cascadas, flores, y salas interactivas vas disfrutando del lugar. El invernadero es todo acristalado y desde las pasarelas aéreas se puede ver la noria y los supertree. También hay una sala con un video sobre el ecosistema actual y la temperatura de la tierra y como va aumentando con los años y como eso afecta a la tierra, las salas interactivas de este invernadero me recordaron a la Expo de Zaragoza (es que no he estado en otra). Cuando salí del invernadero ya era de noche pero descubrí que la salida (que es diferente a la entrada) daba a un paseo con una perfecta vista de la noria Firefly. Caminando salí de los jardines de la bahía dirección el Marina Bay Sands para primero hacer fotos desde mi habitación y luego subir a la terraza a disfrutar de la vista nocturna de la bahía de Singapur. Al poco de estar en la terraza comenzó el espectáculo de luz, agua y sonido. La vista desde arriba del espectáculo era diferente a lo que había visto en fotos, usualmente el espectáculo visto desde abajo. Y sobre todo la vista nocturna de la bahía es impresionante. Ya estaba enamorada de Singapur y apenas había estado un día. Sé que tengo que volver otra vez, con más tiempo. Tras terminar el espectáculo y tras dar otro rodeo a la terraza para fotografías todo Singapur desde las alturas salí a pasear por la bahía y ver si podía cenar algo aunque fuera muy tarde ya, porque entre unas cosas y otras no había parado. Y tras un paseo acabé muerta hasta el día siguiente. Este día aproveche para madrugar (a la vuelta a España ya dormiría las horas que iba acumulando de sueño) y tomé el metro de Singapur, que es facilísimo y una autentica comodidad para desplazarte sin morir del calor de la ciudad, y comencé mi recorrido por el barrio árabe de Singapur. El barrio árabe es una zona bastante pequeña formada por un puñado de calles en torno a la Sultan Mosque (Mezquita del Sultán). Por la noche está muy animado y en sus terrazas y restaurante hay gente a cualquier hora. Pero también se pueden encontrar tiendas de tejidos, alfombras, saris, batiks, cuero y perfumes. A quien le gusten laso países árabes disfrutarán de este pequeño barrio, a primera hora de la mañana está bastante vacio pero parece sacado de un cuento de Aladin, con su magnífica mezquita y su calle de tiendas coloridas y alfombras. Un paseo por este barrio es imprescindible, como un viaje al pasado. Junto al barrio está el Malay Heritage Centre, que fue durante mucho tiempo la residencia de la familia real malaya que ya habitaba la región antes de la llegada de los ingleses. Una vez temrinado elpaseo por el barrio árabe, pequeño pero con mucho encanto me acerqué a Littel India, los dos barrios están cerca andando pero con el calor y el sueño me fui a la estación de metro Bugis y cogi un billete para la estación Farrer Park. En la estación hay que buscar la salida A que da directamente a la Serangoon Road. Esta zona ya no está civilizada con respecto a tráfico, por lo que igual tienes que ir hasta el semáforo para poder cruzar y luego desandar lo andado para coger la calle que da justo enfrente de la salida A del metro. O también puedes probar suerte y ver si entre calles mal asfaltadas y coches consigues cruzar sin que te pase nada. Y es que esta es la principal arteria de Little India. En principio iba a hacer el recorrido corto que recomiendan en la guía de Singapur de Internet (muy recomendable echarle un ojo para organizarse recorridos) pero como tenía tiempo me acerqué a un par de templos hindús y chinos que están un poco alejados de lo que es el eje central de Littel India. Visito un par de templos chinos, de los más antiguos creados en la ciudad y que se encuentran rodeados de templos hindús, y un par de templos hindús y sigo por la Serangoon Road en el sentido contrario al tráfico de vehículos hasta el templo hindú Sri Veeramakaliamman Temple, el templo está en obras así que es una pena porque no se puede ver por completo su exterior y su torre, que es lo que según leí llama más al atención pro todos esos personajes coloridos y sangrientos, dado que hay muchas imágenes, dentro del templo, de la diosa Kali, diosa del poder y consorte de Shiva, eso sí, la entrada solo es de 12:30 a 16:00. Pero vale la pena aunque sea ver como pueden adorar a una diosa que aparece con niños muertos y tragando las vísceras de una mujer muerta. Como estaban en obras dentro del templo tenían una televisión con imágenes a momento real e las obras que se realizaban en el exterior. Curioso como lo controlaban, pero lo entiendo dado que este fue el primer templo hindú fundado en Singapur por los primeros inmigrantes hindús. Como en todos los templos hindús antes de entrar al templo tendrás que descalzarte y dejar tus zapatos en el exterior. Segui por la avenida hasta la Dickson Road que recorrí hasta casi su comienzo. En el número 2 está el Wanderlust Hotel. Y en la Dunlop Street se encuentra la mezquita Abdul Gafoor, monumento histórico nacional. A las mezquita no entré, sé que en muchas solo dejan entrar si eres musulmán, así que ni me molesté, pero está pro fuera era de un estilo y colorido diferente a las otras que vi por Singapur, asique recomiendo su visita aunque solo sea exterior. De aquí callejeé y pude ver mucha basura, calles sin asfaltar y pequeños templos dentro de los troncos de los árboles. Caminando por el mercado que cruza la arteria principal del barrio indio se puede encontrar una antigua casa de comerciantes chinos muy colorida y llamativa por el diseño diferente al del resto del barrio. De ahí hasta la estación del metro apenas son unos pasos. Aquí tomé el metro para visitar Chinatown. De nuevo hay que ir por la salida “A” en dirección a Pagode Street. La escalera mecánica de esa salida del metro te deja en el comienzo de la calle. Nada más salir tenemos la bulliciosa y turística Pagode Street, que con sus casas y decoración te hacen viajar de nuevo al pasado. Toda la calle está flanqueada por casas restauradas que reproducen el tradicional estilo arquitectónico de las tiendas de antaño. A mitad de calle, se encuentra el Chinatown Heritage Centre, y hacia el final de la calle aparece el muro del templo Sri Mariamman, con sus vacas vigilándonos desde lo alto. Es el único templo hindú de Singapur en el que se exige pagar para realizar fotografías dentro del mismo pero resulta diferente a otros y mucho más grande, cuando fui no había nadie, ni siquiera fieles, aunque teniendo en cuenta que se encuentra en pleno corazón de Chinatown es normal. Es curioso como en todos los barrios hay algún templo de otra cultura. Al lado contrario de este templo hindú podemos encontrar una mezquita, la de Jamae, de tonos verdes y dos torres como si fuera una iglesia más que una mezquita. Vuelvo al templo hindú para entrar en la primera calle, la Temple Street. Otra calle típica de Chinatown donde se mezclan restaurantes y tiendas en medio de un bullicio constante hasta llegar a la Smith Street que se transforma al final del día en la Chinatown Food Street. Ya están abiertos los puestos de comida así que paro a comer antes de continuar con el recorrido. Luego vuelvo a la South Bridge Road donde puedo encontrar una farmacia de medicina china tradicional, la Eu Yan Sang. Sigo por la avenida hasta llegar al majestuoso e imponente Buddha Tooth Relic Temple, que merece una visita atenta en su interior. La entrada es gratuita pero hay que tener los hombros tapados para poder entrar dado que requieren respecto. Por dentro una gran cantidad de figuras de todos los tamaños y un predominante color oro y rojo inundan el templo que es un templo imperdible si se visita Singapur .tras visitar el templo cogí el metro para volver a los Jardines de la Bahia, tenía que aprovechar para verlo enteros, y además ver si podía subir a los supertree, dado que el día anterior no fue posible. Tuve bastante suerte porque este día si se podía subir a los supertree, aunque aquí no sirve ningún cupón y hay que pagar el precio, el ticket se compra frente a los supertree, y no en las taquillas de entrada de los jardines (fácil confundirse). Desde arriba se puede notar el aire fresco y las vistas son preciosas, sin contar con que el paseo por la pasarela suspendida por los supertree vale la pena la entrada aunque se acaba muy rápido. Ccreo que no he comentado que los supertree son árboles filogenéticos montados a partir de una combinación de pequeños árboles filogenéticos (y ahora os habréis quedado como yo, sin saber lo que es hasta que lo ves). Aprovechando que tenía los cupones del stopover decidí volver a entrar los invernaderos que tanto me gustaron y verlos de día (ya que me salía gratis), dado que cuando entré ya era bastante tarde. Creo que prefiero los invernaderos de noche todos iluminados. Terminando de ver el jardín quedaba poco para que comenzara el espectáculo nocturno de los supertree, que se hace dos veces al día, así que me quedé a disfrutar del espectáculo de luz y sonido. Los supertree que de noche están todos iluminados no son ningún derroche energético dado que están equipados con tecnologías ambientales que imitan la función ecológica de los árboles: las células fotovoltaicas aprovechan la energía solar que es utilizada para la iluminación que tienen luego por la noche. El espectáculo de luces y sonido es muy recomendable y es como estar en el futuro. Una vez terminado el espectáculo tomé el camino hacia el hotel para esperar que los del Stopover me recogieran para ir al aeropuerto y despedirme de Singapur, un país del que me quedan muchas cosas que ver y sé que volveré.
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Videos de: Espectaculo nocturno Supertree de los Jardines dela bahia - Singapur
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