Camino de Santiago III: De Palas de Rei a Melide - España

Camino de Santiago III: De Palas de Rei a Melide

Después de ver el Castillo de Pambre regresamos a Palas de Rei donde retomamos el camino de Santiago. Usualmente la etapa es de Palas de Rei a Arzua pero como eran 30 kilómetros decidimos dividirla más o menos en dos, y nuestra nueva amiga se nos unió dado que por el tema de su rodilla no quería explotarla demasiado, el señor alemán con parkinson también la debió dividir ya que lo vimos terminar a la vez que nosotras. Así que la etapa de este día era Palas de Rei – Melide. Para no variar el tiempo fue sol y lluvia. Es decir, no dejábamos la capa de agua ni un momento, pero al final salió el sol y se mantuvo toda la tarde, y hasta pudimos lucir camisetas de manga corta en el mismo mes de noviembre. El camino deja Palas de Rei adentrándose por jardines y flechas hechas con flores. Aquí se pasa por varias corredeiras, que es como llaman en Galicia a los caminos rodeados de castaños. Durante un largo trecho del camino todo lo que vemos es hórreos y castaños. Aquí el camino está lleno de charcos y barro. Es lo que ocurre cuando el camino es de tierra y no ha dejado de llover en días. Pero pese a la lluvia y al barro andar por los caminos bajo los castaños es precioso si te gustan los paisajes naturales, sobre todo en otoño. La lluvia que caía nos daba cierto descanso y aunque no teníamos sol, el verde y marrón de los castaños hacía muy bonita la etapa. Hasta los charcos con barro reflejan los árboles una vez calmada la lluvia. Seguimos pasando hórreos y castaños (y mucho barro). Y a medida que andamos vemos que hemos cambiado de provincia porque en el nombre que tienen los mojones que indican el camino de Santiago aparece A Coruña: dejamos atrás Lugo y entramos en La Coruña. Así seguimos hasta Leboreiro, en este pueblo nos detenemos a disfrutar de las vistas del lugar dado que aparte de bonitas casitas de piedra tan típicas de ahí está su iglesia románica (que no podemos ver por dentro porque está cerrada) y enfrente hay un cabazo. Un cabazo es como una cesta con tapa de tienda de campaña hecha de madera que sirve para lo mismo que los hórreos y que es típica de esa zona de Galicia. Yo nunca había visto ninguna pero en este pueblo hay varias, aquí, mientras vemos la iglesia por fuera, nos encontramos con una mujer del lugar que no está nada contenta con los peregrinos. Seguimos andando, ahora ha vuelto a llover (había parado cuando estábamos viendo el pueblo). Como es costumbre cada una lleva su ritmo y al final nos encontramos todas en el puente de Furelos. El sol ha salido y la vista del puente de piedra de arcos sobre el río se llena de color: verde árboles, azul oscuro agua del río y azul el color del cielo. Tras disfrutar de varias fotos de este lugar de postal seguimos avanzando, parece que hemos llegado a la meta pero el pueblo es muy pequeño, con casitas de piedra y cruceiros, y Melide tiene pinta de ser un pueblo más grande (luego vería en la guía que es Furelos). Y así avanzamos algo más y por fin vemos varias casas más modernas y nos adentramos en un polígono industrial que es el comienzo de Melide por el camino de Santiago. Dejamos las cosas en el albergue y salimos para comer, no hay mucho peregrino así que tenemos donde elegir, pasamos por la famosa pulpería Ezequiel pero no hace falta parar ahí para comer pulpo. Todo el mundo me había dicho que había que comer pulp aquí, y como me gusta mucho el pulpo a la gallega cumplí con la tradición con mucho gusto. A la vuelta todo el mundo que me preguntaba qué tal mis vacaciones y oía lo del camino de Santiago me hacia la misma pregunta “¿comiste pulpo en Melide?. Así que cumplí gratamente con la tradición y no defraude a todos los peregrinos que me preguntaron, no puedo decir lo mismo del resto de mis compañeras. En Melide vimos por fuera la ermita, junto al cruceiro, y visitamos, a la hora de misa, la iglesia. Una mujer mayor muy maja (he de decir que hasta Arzua todo el mundo que nos encontramos en el camino fue majísimos, todos amabilísimos, muy buena gente) nos acompañó hasta la iglesia porque iba a misa y comprobó si podíamos pasar para sellar nuestra credencial. La iglesia de Melide por dentro es muy bonita, tiene una serie de arcos que no se pueden adivinar por su exterior, y también tiene unas increíbles pinturas en el techo de vivos colores. La mujer nos recomendó visitar el museo que hay junto a la iglesia (en la misma plaza del ayuntamiento) que es gratis. Así que tras sellar al credencial visitamos el museo, que tiene un poco de todo: ropas, objetos, pinturas… de todo un poco y de todas épocas sobre Galicia. Muy interesante. Cuando salimos ya era de noche y la luna brillaba entre las nubes, recuerdo que hice un foto que parecía sacada de una película de miedo (le faltaba el hombre lobo). Tras esto regresamos al albergue, el peor albergue de todos. De todos los sitios donde nos alojamos todos son recomendados excepto este, que fue realmente horroroso (¡y sin calefacción!), menos mal que ese día había salido el sol y teníamos los sacos de dormir y varias mantas. Lo único positivo es que tenía un ordenador con acceso a internet gratis que usamos para mirar qué visitar al día siguiente. Teniendo en cuenta el tiempo en el que hacíamos los kilómetros nos iba a sobrar tiempo para hacer turismo así que tomando tres lugares que no perderse recomendados en la guía (fábrica de miel, presa y transbordador, y cascadas) buscamos en internet cómo ir.

Visita: Noviembre 2014

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Castillo de Pambre - España

Castillo de Pambre

Como había comentado el Castillo de Pambre merecía entrada a parte. La siguiente etapa del camino de Santiago es más larga y dura pero dado que teníamos condiciones físicas muy diferentes decidimos desde un principio dividirla en dos, la cuestión era llegar al destino final, no hacía falta correr cuando teníamos días para poder dividirla. La cuestión es que si la dividíamos podíamos acabar muy pronto y no tener nada que hacer. Por eso busque lugares interesante que ver y cerca de Palas de Rei se encuentra el castillo de Pambre. En verano ponen autobuses para peregrinos y turistas puedan visitarlo (tienen visitas guiadas) pero como la temporada había terminado no había ningún tipo de autobús que nos llevara y como peregrinas que éramos no teníamos coche para ir hasta ahí (y andando eran demasiados kilómetros para hacerlos en mismo día que hacíamos un tramo del camino de Santiago) por todo ello decidí buscar en internet la forma de ir en taxi, éramos seis personas (al final fuimos siete) y por tanto el precio del taxi dividido no saldría muy caro. Encontré un teléfono para pedir presupuesto de taxi por wasap en el área de Melide y Palas de Rei (675625112). La mujer taxista fue muy maja, no solo nos dio el presupuesto de como saldría el ir desde Melide o Palas de Rei sino que también cuanto nos costaría la espera (lo que tardáramos en cada sitio hasta coger le taxi y volver) y aunque no tenía obligación nos avisó de que el castillo estaba en obras (en ninguna web oficial venia nada al respecto) y que por tanto no se podía entrar a verlo. Es una pena porque había leído buenos comentarios de la visita dado que este castillo es el mejor ejemplo de arquitectura militar medieval de Galicia y de planta cuadrada. Es uno de los tres castillos que quedaron en pie en Galicia tras las revueltas irmandiñas. Pese a que estuviera cerrado por obras nos decidimos a ir a ver el castillo por fuera. Tuvimos bastante suerte porque al ir hacía sol y el camino hasta el castillo se veía elevado sobre la colina verde y a la vuelta cayó la niebla y se veía cubierto por la niebla como un paisaje de misterio. Quedamos a las nueve con los dos taxis y al final fuimos siete personas porque aquí se nos unió la séptima mujer del grupo, tenía mal la rodilla e iba a dividir la etapa como nosotras, y animada por nosotras se apuntó a la visita. Cuando llegamos al castillo estaban los obreros trabajando y la verdad es que no solo es que estuviera en obras es que había grúa y maquinaria pesada por todos los lado por lo que el exterior no se podía disfrutar igual. Aun así la taxista nos recomendó bajar por un camino junto al castillo y que llevaba hasta el río Pambre. El camino acababa en un puentecillo y unas pequeñas cascadas dando al lugar un toque encantador. Bajamos (y subimos) la cuesta hasta el río Pambre y disfrutamos mucho del rincón que, como nos dijo la taxista, valía mucho la pena. Cuando terminamos cogimos el taxi de regreso a Palas de Rei. Hay que decir que aunque estuvimos media hora, los taxistas solo nos cobraron quince minutos de espera y no treinta (un detalle por su parte). Por lo que si vais por ahí y necesitáis un taxi es muy recomendable contactar con ella, es majísima.

Visita: Noviembre 2014

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Camino de Santiago II: De PortoMarin a Palas de Rei - España

Camino de Santiago II: De Portomarin a Palas de Rei

Nos levantamos a las seis de la mañana porque entre que las seis nos preparábamos, comíamos, arreglábamos las mochilas, en fin, que nos lo tomamos con paciencia y hasta las ocho no salíamos para empezar el camino. Afortunadamente en este día también nos llovió pero no tanto como el día anterior, así que salimos con la capa de agua (nuestra prenda más usada en lo que sería todo el camino) pero ya no hizo falta el chubasquero. Dentro de lo que cabe fuimos afortunadas con el tiempo porque para ser noviembre hacia muy buen día, el agua que nos cayó con frio hubiera sido un gran inconveniente pero tuvimos unos 15 grados todos los días, uno que salió el sol tuvimos hasta más temperatura. Y como hacíamos ejercicio lo usual es que fuera en manga corta y cubierta con la capa de agua para protegerme de la lluvia. El día de nuestra partida empezó el frio y lo cierto es que dejé esa mañana para ver Santiago pero con el frio que hacía nos pasamos como un montón de horas calentitas y secas dentro de la catedral de Santiago, que era casi como nuestra segunda casa, pero no voy a adelantarme, estábamos saliendo de Portomarin camino a Palas de Rei, la despedida del pueblo es con el espectacular paisaje del río con el verde intenso (tanta lluvia tenía que servir para algo). Tras despedirnos del pueblo el camino comienza una dura subida de la que ya nos avisaba la guía. Menos mal que iba de manga corta porque las subidas no son mi fuerte. La subida, eso sí, tiene un paisaje muy bonito de árboles y colores otoñales. Una vez dejamos la cuesta atrás comienza el camino monótono, donde muchos peregrinos extranjeros me adelantaron (alemanes, coreanos, canadienses) , y es que durante un buen tramo el camino circula paralelo a la carretera, teniendo que cruzar en varias ocasiones, dado que a veces va pro el margen derecho y otras por el izquierdo. Para no faltar a la costumbre llueve, y cuando más llueve pasamos cerca de un camino, algo más metido que junto a la carretera, donde hay unos círculos hechos de piedra que algunas se entretienen en seguir hasta completarlo y pedir un deseo. Otras, como yo, prefieren seguir y evitar mojarse. El camino retoma la carretera y esta ruta tiene poco paisaje que admirar con tanta carretera, pero el sol ha salido y los verdes prados y el azul del cielo invitan a parar. De nuevo regresa la lluvia y paso junto al cruceiro de Os Lameiros , por un lado está cristo crucificado y en el otro la virgen, en la Bse está a un lado una calavera y unos huesos y al otro lado una escalera, unas tenaza y unos clavos. Es un punto remarcado en la guía pero por desgracia está rodeado de basura. Hacemos la parada para comer en el bar de Airexe y justo sale el sol, aquí pregunto por la iglesia dado que según la guía tiene un sepulcro semiantropoide medieval, pero me dicen que solo abren una vez a la semana y que en verano suele estar cerrado por lo que en esta época aún más cerrado. Así que tenemos que pasar de largo sin verla, otra iglesia más del camino que no se puede visitar. Como si la lluvia nos persiguiera, mientras comíamos hacía sol pero nada más comenzar a andar vuelve a llover. Llegamos a Paso de Hormiga donde hay unas esculturas gigantes de hormigas. Aquí nos refugiamos en la entrada de un bar para llamar al párroco de Vilar de Donas, en la guía pone su número de teléfono fijo y móvil (982 153 833 y 669 544 009) para contactar y ver la iglesia de Vilar de Donas (por fin una iglesia que te abren para que la veas). Pero el caso es que hay poca cobertura y la llamada se corta así que toca salir a la lluvia y colocarse en una extraña posición para poder quedar con el párroco. El caso es que seguimos andando y cuando llegamos al siguiente pueblo me paro porque según la guía ya tendría que haber salido el desvío. Preguntamos a un conductor y nos dice que el desvío está donde nos habíamos parado a llamar. Así que toca volver sobre nuestros pasos y cuando nos acercamos ya vemos el letrero. Aquí ha habido un par de inconvenientes. Primero no mirábamos en esa dirección, por otro lado el cartel está orientado a los coches que van en dirección contraria a los peregrinos por lo que siempre quedará a la espalda del peregrino, y para rematar tienen un recogedor verde de botellas justo al lado. Así que, entre unas cosas y otras es fácil pasarse el desvío. Tomamos el camino y aunque la guía no lo pone son unos cuantos kilómetros, cada vez que pensamos que hemos llegado vemos un cartel que anuncia un kilómetro hasta Vilar de Donas, pero entre un kilómetro y un kilómetro la cosa aumenta (aunque siempre queda un kilómetro). Finalmente llegamos y el párroco lo tenemos esperándonos y preguntándose por qué tardamos tanto. La iglesia de Vilar de Donas es muy recomendable y aún con lluvia y kilómetros por delante el desvío merece mucho la pena porque es una obra de arte, y además el párroco te cuenta toda la historia al detalle, que es una maravilla toda la información que nos da, mejor que cualquier guía. Al terminar de ver la iglesia también nos comenta que no hace falta que regresemos todo el camino, que podemos seguir hasta la carretera y en la carreta girar a la derecha y seguir andando hasta el bar A Brea, donde ya enlazamos con el camino original hasta llegar a nuestro destino. Confunde que una serie de albergues tienen el nombre de Palas de Rei antes de llegar al pueblo pero Palas de Rei es más grande por lo que no paramos y seguimos un poco más hasta que finalmente llegamos a Palas de Rei. El albergue está en el mismo camino de Santiago, sus instalaciones estaban muy bien y nos dejaron una habitación para las seis. Enfrente teníamos la iglesia románica de Palas de Rei así que fuimos a sellar la credencial y luego al supermercado a por la cena. Por la noche mandé unos cuantos wasap al número que había encontrado por internet (675625112) para pedir presupuesto para ir al día siguiente en taxi a visitar el castillo de Pambre, lugar y vivencia que merece una entrada a parte.

Visita: Noviembre 2014

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Camino de Santiago I: De Sarria a PortoMarin - España

Camino de Santiago I: De Sarria a Portomarin
 
Tras salir de Estambul por la mañana aterrizamos en Madrid donde esperamos a que llegarán desde Mallorca en otro vuelo dos más a unirse al grupo para hacer parte del Camino de Santiago. Una vez llegaron nos movimos con todo el equipaje en metro del aeropuerto hasta la estación de tren. Cuando llegamos llovía con mucha fuerza, como comenté en la entrada sobre Estambul donde también me llovió. La lluvia fue una constante en mis últimos días de vacaciones. En la estación de tren recogimos a la última del grupo: ya estábamos las seis, ahora solo faltaba el equipaje. En Madrid hicimos cambio de equipaje: en medio de la estación cambiamos las maletas de Turquía por las mochilas del Camino, y cenamos un bocadillo apurando el tiempo hasta el último minuto dado que cambiar de un equipaje a otro implicaba sacar algunas coas de la maleta y cambiarlas a la mochila. Finalmente cogimos el tren que desde Madrid nos dejaría en Sarria. Yo suelo dormir en cualquier lugar pero en las camas del tren dormí fatal, pase muy mala noche, al menos nuestra compañera de cubículo (eso era claustrofóbico con tanta mochila y nosotras) era muy simpática. Antes de las siete de la mañana llamó el revisor para despertarnos pero no fue necesario ya estábamos preparadas para salir, no tuvimos muy buena noche y con el cansancio de tanto movernos de un lado a otro el día anterior no fue el día que más en forma estuve. Nada más salir del tren hubo un par de peregrinos que empezaron el camino y nosotras nos paramos en el primer bar a sellar la credencial y desayunar apropiadamente antes de comenzar a andar. Aquí dejamos algunas mochilas para que fueran hasta nuestro albergue del día aunque en la mochila diaria llevaba más peso que en la otra, tantas cosas de por si acaso (ropa, medicamentos, comida, agua, linternas, batería…) y al final lo mismo hubiera dado visto que al final me apañé y use todo lo que llevaba. Había mochilas de otras compañeras de viaje que pesaban horrores, andar con eso me hubiera matado (o a ellas). Yo creo que aprendí de Groenlandia a meter de todo pero no pasarme con el peso. Una vez bien desayunadas y habiendo dejado las mochilas “pesadas” comenzamos el camino, para ello tuvimos que ir cruzando Sarria y nos sentimos un poco perdidas hasta que nos metimos en el propio Camino de Santiago, muy bien localizado por flejas amarillas. La cosa tuvo su gracia porque cuando llegamos a Sarria no llovía pero fue salir del bar y decirnos la mujer del bar “ir preparadas porque va a llover”, y andar dos pasos y empezar a llover, de forma que tuvimos que retroceder y bajo el toldo del bar ponernos los chubasqueros y las capas de agua. Al comenzar el camino en Santiago nos encontramos con bastante gente, pero normalmente me adelantaban. No soy de las que anda rápido, siempre he sido más de resistencia que de velocidad. En el grupo había de todo, así que siempre había algunas más por delante y otras más por detrás. Aunque recuerdo que en esta etapa íbamos más juntas, luego la gente empezó a hacer el camino a su ritmo, por eso es mejor o ir solo o ir con alguien que lleve tu misma forma de caminar. Al inicio del camino, cuando estábamos saliendo de Sarria, tras pasar nuestro primer cruceiro y la vista del pueblo desde lo alto un par de peregrinas me pidió una foto y luego, al verme hacer tantas otros me preguntaron cómo no se me estropeaba la cámara con el agua. Lo cierto es que el año pasado ya s eme rompió una cámara con el agua y ya le he cogido el truco a esconderla en el bolsillo del impermeable y solo sacarla para la foto. La chica se marchó comentando como se le había estropeado al suya por la lluvia y es cierto que en el grupo hubo alguna cámara y móvil tocado por el agua y es que salimos a las ocho de la mañana del bar, cuando comenzó a llover, y hasta las seis de la tarde que llegamos a nuestro destinos final nos pasamos todo ese tiempo bajo el agua, no dejó de llover en ningún minuto, y además no llovía chirimiri sino que caía agua con ganas, de la que se ve en las fotos y deja inundadas las calles. El recorrido de esta etapa de Sarria a Portomarin fue de los más bonitos que tuvimos, pese al agua que caía los paisajes eran preciosos, ya fuera andando al lado de la vía del tren, o atravesando los campos de maíz sobre el monte, o los pueblos con sus hórreos y casitas de piedra. Todo el camino tenía mucho encanto. Aquí las guías ponían lugares para conseguir servicios y bebidas sin dificultad pero en realidad muchos estaban cerrados en esta temporada, supongo que en verano deben estar en uso pero en estas fechas nos pasó que había muchísimos cerrados y, o ibas preparado, o podías pasarte muchos kilómetros sin encontrar ningún lugar donde abastecerte, o incluso guarecerte del agua. Llovía tanto que cuando saque los papeles de la guía para ver cuánto quedaba se mojó tanto que la tinta quedó toda borrosa, me sentí hasta mal porque un hombre mayor, alemán, que tenía parkinson me preguntó por cuanto quedaba cuando estaba intentado encontrarlo en la guía y no le pude responder porque no había forma de leer nada bajo la lluvia (y ya he comentado que no había rincones en los pueblos donde resguardarse). Sé que el hombre era alemán y demás porque nos lo encontraos varias veces en el camino y asistimos a la misma misa del peregrino en Santiago. Aquí también conocimos a la que sería la séptima mujer del grupo. Esta hacia el camino en solitario y como andaba a un ritmo parecido a lagunas del grupo, a veces más rápido otras más lento al final fue una más del grupo. Durante el camino me adelantaron varios coreanos y me sorprendió ver tanto coreano haciendo el camino, eso sí, iban mucho más deprisa que yo, aunque por muy preparados que estuvieran al final se mojaban igual que el resto porque al llegar a Portomarin el hombre del albergue nos comentó que por muy preparados que fueran los coreanos se mojaban igual bajo la lluvia de Galicia. Además ese día la mujer del albergue comentó que la lluvia que había caído ese día no era normal, que estaban en alerta porque por ahí suele llover pero no de esa forma. Pero estábamos con la parada para ver cuánto quedaba hasta el final y todavía no habíamos encontrado ni un bar o lugar donde conseguir agua o refugio. Aquí aproveche bajo el agua llamar para reservar el albergue del día siguiente, en vez de ir a los públicos fuimos a privados, son diez euros pero valen la pena porque la añadida al grupo la primera noche con el hombre mayor de Alemania lo pasó en un público tan mal que el resto ambos lo hicieron en privados, que por la diferencia de precio les compensaba más. La pena de los albergues privados es llamar el día antes para reservar, porque siempre nos pillaba andando en algún lugar, y usualmente bajo el agua. Pero la otra opción es andar rápido y llegar de los primeros, y eso no iba a pasar conmigo. El caso es que todavía quedaba aún un trecho dado que todavía no habíamos llegado al kilómetro 100. En la guía ponía que había dos kilómetros 100 pero el verdadero que marca 100 km hasta Santiago es uno lleno de pintadas y piedrecitas, y aquí la guía sí que acertó. Pasé dos km 100 hasta que llegué al que tenía las pintadas. De aquí llegamos a un pueblo con un merendero cubierto (por fin) pero había un bar y decidí acercarme a ver si este estaba abierto. Como lo estaba entramos para poder ir al baño, comer, beber, y acercarnos a la estufa caliente para secarnos un poco, porque estábamos empapados, aquí coincidimos las siete y el señor de Alemania, que iba con su parkinson y su mochila, olé por el hombre. Aquí todos sellamos la credencial, en los últimos 110 kilómetros del camino de Santiago hay que sellarla por lo menos dos veces al día para que sea válida. Tras un descanso no muy largo continuamos el camino hasta Portomarin, el camino igual es bonito pero no me fijé mucho porque de aquí hasta que llegamos empezó a llover mucho más fuerte. Mientras andaba solo veía agua y más agua, estaba con la cara empapada, la cámara y el móvil ni se me ocurría sacarlas, y solo queríamos llegar o que dejara de llover. Durante este tiempo dejamos de ver peregrinos y estuvimos solas el camino, aunque con la que caía era más que normal. Los últimos kilómetros los caminos se habían convertido en ríos, para poder pasar teníamos que meternos de lleno dentro de los charcos de agua porque esta caía como ríos y en cascadas del campo al camino. En este momento mis pies cuando andaba hacían plof plof dela gua que llevaba entre la bota y el pie. La llegada a Portomarin mereció la pena porque estaba todo de un color verde irreal, y las piedras grises del antiguo pueblo (sumergido por la construcción de un pantano) estaban cubiertas por el agua de color lechoso, debido a la cantidad de agua que llevaba el rio. El paisaje era precioso, pese a la lluvia y lo mojadas que estábamos me paré para hacer fotos y disfrutar de las vistas. Tras una subida hecha a idea para rematar la llegada al pueblo preguntamos por el albergue dado que llegar al pueblo era fácil, pero luego encontrar los albergues costaba un poco más. El albergue estaba muy cerca de la plaza del pueblo (donde está el ayuntamiento y la iglesia que está orientada inadecuadamente porque al trasladarla desde el viejo pueblo el alcalde decidí ponerle otra orientación para que cuadrara con sus planes de arquitectura. O eso no contó el párroco de Vilas de Donas, y lo cierto es conociendo España es más que creíble. En el albergue se desvivieron por nosotras que llegamos como otros peregrinos (todo extranjeros) chorreando agua. Nos dieron mucho papel de periódico para secar las botas (dio igual porque por dentro al día siguiente seguían mojadas), y estuvieron atento de nuestras ropas cuando las dejamos en la secadora (hicimos varios turnos porque todos usaron la secadora – normal dada el agua que había caído y que seguía cayendo-). Tras una ducha caliente nos cambiamos de ropa y fuimos a comprar al supermercado nuestra cena y desayuno del día siguiente y nos acercaos a la iglesia de Portomarin para sellar la credencial (ya teníamos dos sellos pero teníamos al intención de tener sellos de iglesias y no de bares como mucha gente hacía). El cura estaba preparándose para la misa pero muy majo nos selló la credencial a las seis. Y también pudimos ver la iglesia mucho más bonita por dentro que por fuera. Aquí aprendimos que a las siete es la misa y que las iglesias abren un poco antes, y que si queríamos ver alguna iglesia por dentro había que acercarse a esa hora (excepto en Pedrouzo que la misa nos dijo el del albergue era a las seis de la tarde).

Visita: Noviembre 2014

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Souvenir Turquia II

Zona: Turquia

No compré nada especial esta vez porque nada me llamaba la atención lo suficiente.

Lo típico en la Capadocia:
- Joyas de turquesa. La Turquesa es la piedra típica. (lo que pasa es que no me gustaba ningún diseño, porque si no ya sabéis que no me cuesta nada comprar una joya típica)
 - Cuero. (No soy de llevar cuero o pieles).
 - Alfombras. (Preciosas pero no tengo donde usarlas, no es mi estilo).

 Y en Estambul están las lámparas, las especias, etc.

 Ver otros souvenirs en: Recuerdos de Turquia I


Presentación

Curriculum Viajero - Presentación