Ferrotipos

Una de las actividades más curiosas que he realizado últimamente ha sido hacerme un par de fotografías con unos ferrotipistas ambulantes (Jabi Soto y el Equipo 108).

Los procesos fotográficos a lo largo de la historia han sido tan diferentes como numerosos. El ferrotipo es uno de esos procesos que se realizaron antes de que llegara la fotografía como la conocemos.

Equipo108 en Andoain

Adolphe Alexandre Martin de Francia inventó el proceso de ferrotipo en 1853. Los ferrotipos fueron muy populares entre los soldados de la Guerra Civil, a quienes les gustaba tomarse fotos en su uniforme para enviarlas a su casa. 

La tarea de posar para un ferrotipo consiste en colocarte delante de la cámara y durante un tiempo no moverte del sitio. Entonces el fotógrafo regresa y tienes que congelarte en al posición, y durante el tiempo en el que destapa el objetivo mantenerte completamente inmóvil. Eso incluye los ojos, si parpadeas o miran en otra dirección ese ligero movimiento es captado por la cámara y la fotografía saldrá movida (según Elena del Equipo 108 es mejor parpadear que mover la vista porque sino sales como "la niña del Exorcista"). 

Ferrotipo de Equipo 108

El proceso químico para sacar la placa donde aparecerá la imagen es muy interesante a la vez que largo y laborioso (en mi opinión), teniendo en cuenta que tienen que montar su propio laboratorio en el exterior. También es un proceso largo porque es una copia única y puede que no salga bien por la luz o el movimiento, en cuyo caso habría que repetir el proceso (y no lo sabes hasta que ha terminado de salir la imagen en la plancha).

Uno de los ferrotipos más famosos de la historia es el realizado a Billy "El Niño" (creo que dicen que es la sexta fotografía más cara de la historia).

Comillas - España

Comillas

Cuando llegamos a Comillas relucía el sol y la plaza se encontraba llena de turistas (costó bastante encontrar aparcamiento) pero en vez de visitar el lugar entramos a comer. Cuando salimos de comer el día se había nublado, pero lo de comer pronto fue una buena idea porque cuando íbamos terminando de comer iban entrando más y más turistas y les decían que algunos platos del menú se había acabado (yo disfruté de un cocido montañés y de sardinas de segundo). Cuando salimos pasamos por la plaza con la fuente de los tres caños, que parece un candelabro. De aquí se llega a la Plaza de la Constitución, con el suelo en pendiente empedrado y rodeado de típicas casas con galerías acristaladas. Aquí se encuentra el antiguo Ayuntamiento con arcos porticados y un balcón sobre el que vemos los cinco escudos. Y a su izquierda, la Iglesia de San Cristóbal. En un lado está San Cristóbal con los escudos de armas de Castilla y de Comillas. De la plaza fuimos a ver el capricho de Gaudí, todas las veces anteriores que mi amiga había estado no había que pagar más que para ver el interior, ahora habían vallado todo el reciento y había que pagar para verlo también por fuera. El problema es que la valla corta un camino que evita la vista de la fachada lateral de la casa, la parte más bonita por su decoración. Aún así pagamos la entrada para ver por fuera (lo que se puede) y por dentro lo que queda de la casa, el capricho de Gaudi, un edificio modernista de la primera etapa del arquitecto (con  este ya he visto todas las obras de Gaudi fuera de Cataluña). La casa por fuera se lleva todo el atractivo dado que por fuera, excepto un par de sillas y muebles han dejado las salas prácticamente vacías. En el exterior predominan los colores rojos, amarillos y verdes y se repite en la decoración el tema del girasol combinando la sillería, el ladrillo, el hierro y la cerámica. Todas las estancias están dispuestas de manera que la luz del sol se aprovecha al máximo, de ahí la decoración con girasoles. La sala más grande del interior de la casa es el invernadero, donde ahora se muestra un video sobre el diseño de la casa, que se creó para ser autosuficiente con las corrientes de aire y la luz del sol. Se puede subir y salir a la terraza donde se tiene una vista más completa de la torre de entrada, y de su diseño pentagonal. Aunque las escaleras de caracol para bajar, y las puertas para salir son muy estrechas y hay gente que no puede pasar. Tras salir del capricho preguntamos a la chica de la caseta por la entrada a la Capilla panteón y al palacio de Sobradiel y sus jardines, dado que como la zona había cambiado desde que estuvo mi amiga y ahora había verjas, para confirmar si se podía entrar. La chica nos dijo que estaba abierto pero dimos un montón de vueltas y ahí todos los caminos estaban cerrados con verjas y candados y no había nadie para abrir, así que tanto la capilla como el palacio se quedaron en la lista de sitios pendientes para la próxima visita. Cuando salimos de El capricho se puso a llover bastante, lo suficiente como para sacar el paraguas que no había usado en todo el fin de semana, y después de dar vueltas bajo la lluvia (y ver que la chica se había equivocado) nos dirigimos hacia el coche. Parecía que la intensidad de la lluvia se reducía así que decidimos seguir y subir andando hasta el cementerio que se sitúa sobre una colina divisando el mar. En él se encuentran los restos de una iglesia gótica y sobre ella Ángel Guardián o ángel blanco (cuya misión consiste en rescatar del infierno las almas que fueron injustamente condenadas). El cementerio se amplió conservando sus ruinas y rodeándolo con una alta tapia desde donde se ve el mar. Porque Comillas tiene tanto montaña como playa. La playa es de arena fina y dorada, y mirando al mar, se encuentra el pequeño puerto, protegido de mareas y temporales por un dique que lo rodea. También hay la figura de una “mariscadora”. Tras ello dimos unas cuantas vueltas buscando el parque Güell y Martos, por donde se llega al Monumento al Marqués de Comillas y se puede ver la casa conocida como El Duque, pero no hubo forma con tanta lluvia. De lejos vi la Universidad Pontificia y al final, debido a la intensa lluvia que no parecía marcharse, dejamos la visita de Comillas y nos volvimos a Castro a tomar algo caliente en casa, dado que no solo llovía sino que había bajado la temperatura. Todos esos sitios de Comillas quedaron pendientes para la próxima visita que hiciera a mi amiga. Una excusa como otra cualquiera para volver.

Visita: Septiembre 2017

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Barcena Mayor - España

Bárcena Mayor

El lunes, aprovechando que seguía haciendo sol mi amiga me llevó a ver Bárcena Mayor, la única población incluida en el Parque Natural Saja- Besaya, situado junto al Rio Argoza. Hay dos formas de llegar a Bárcena, nosotras entramos dentro del parque natural y por la carretera nos acercamos a Bárcena, donde dejamos el coche en el parking habilitado para ello. En este pueblo está prohibido ir con coche (excepto los residentes) así que tienen una explanada, antes de entrar en el pueblo, donde dejar los coches o, como nos encontramos, autobuses de turistas. El camino hasta el pueblo andando es muy pequeño y está asfaltado con piedras por lo que es fácil llegar a pie. Apenas unos pasos y estás entrando en el pueblo. Las casas y casonas de Bárcena Mayor siguen la arquitectura típica montañesa. Sus soportales de piedra y sus balconadas de madera llenas de flores, así como las montañas que lo rodean le dan ese aspecto de pueblo interior cántabro. Los aleros de los tejados son grandes para las nevadas, sus balcones están orientados al sur para aprovechar el calor del sol y, tal y como vimos durante el paseo, colgar la ropa a secar, así como los muros medianeros sobresalen en la primera planta en forma de “s” para dar un espacio al aire libre pero protegido de la lluvia. Así que nos dedicamos a recorrer todas las calles y rincones de Bárcena Mayor observando cada detalle, como las balconadas de madera y las pequeñas tiendas de artesanía, utensilios de cocina y aperos de labranza, sobaos y otros manjares, todo ello rodeado de montañas verdes y árboles frondosos del parque natural. Estábamos quejando del sol y de lo mal que salían las fotografías con el sol de frente cuando parece que el cielo nos escuchó, se nublo y empezó a chispear. Tras lo cual desandamos lo andado hasta llegar al coche y coger el paraguas, porque aunque era lluvia fina era constante y mojaba. Ya con el paraguas seguimos paseando por el pueblo, paramos a tomar algo en un restaurante que tiene vistas al puente y el río. Y cuando volvió a dejar de llover y salir el sol salimos para cruzar el puente, donde comienzan algunas de las rutas naturales que se pueden hacer por el parque. Cuando se hacen estas rutas hay que tener cuidado de cerrar las verjas que hay a nuestro paso, que están así para evitar que los animales de la reserva entre en el pueblo. Decidimos dar una vuelta junto al río y ver las pequeñas cascadas de agua de manantial que llegan al río, complemente cristalina. Como era la hora de comer y ya habíamos recorrido todo el pueblo, y ninguna del as dos iba preparada para hacer una de las rutas naturales (para otra visita) nos marchamos hacia otro pueblo para comer. Sin duda es un pueblo pequeño pero bonito y debe haber muchas rutas para disfrutar, con lo cual un buen lugar para pasar un par de días de vacaciones.

Visita: Septiembre 2017

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Lierganes - España

Liérganes

El domingo por la tarde, aprovechando que hacía mejor tiempo del esperado mi amiga me llevó a un pueblo del interior al cual le gusta ir. Liérganes es un pueblo muy turístico y costó encontrar sitio para aparcar, había bastante gente paseando por las calles empedradas del pueblo, viendo sus casitas del interior cántabro, de madera con tejados inclinados por las nieves del invierno y flores en sus balcones, como en el Pirineo. Hay casas de varios siglos, como la Casa de los Cañones, la Casa y la Cruz de Rubalcaba, el Palacio de la Rañada o la Casa Setién. Además, es muy fácil reconocible la Torre de Cacho o Giraldilla, este edificio es ahora una casa rural y se le llama así por su aspecto de estilo andaluz, que resalta mucho dentro del resto de edificios del pueblo. El pueblo también tiene un balneario, el balneario de Fuensanta y jardines, construido en 1844 y al que mi amiga ha ido en alguna ocasión. Y además de dar un paseo por el pueblo viendo las casas, nos acercamos a la zona del río. Estos pequeños pueblos con casitas de madera y piedra con adornados de flores siempre son muy bonitos pero además por Liérganes pasa un río, por lo que la vista más bonita es acercarse al puente de piedra y disfrutar de ahí de la vista de las montañas. Antes de llegar al puente sobre el río está el antiguo molino que es un pequeño centro de interpretación donde puedes ver las ruedas de molino y la explicación de cómo funcionaba y también una escultura y la leyenda del hombre pez. En Liérganes hay una leyenda que cuenta que un hombre del pueblo se zambulló en 1672 en sus aguas y apareció, como tritón, cinco años después en Cádiz. En realidad el hombre tenía malformaciones y hay dos esculturas representándolo, una debajo del molino junto al río, y la otra al lado del puente. Es esta última la más fotografiada. Así que después del molino cruzamos el puente mayor o puente romano, porque desde él se obtiene una de las mejores vistas del pueblo. Las montañas, el río, el verdor de la ribera, las casitas cuidadas a los lados forman una postal que consigue que este pueblo esté entre esos pueblos más bonitos de España que todos los años votan los viajeros. Cruzando la arcada del puente se puede llegar la escultura de bronce del Hombre Pez, en la ribera del río Miera, donde se pueden ver las deformaciones que el escultor recreó en la figura.

Visita: Septiembre 2017

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Castro Urdiales - España

Castro Urdiales

He estado en varias ocasiones en Castro Urdiales, así que cuando en el tiempo dieron tan malos pronósticos, no me preocupé, pues ya había visto la población. Aun así, como al final hizo muy buen día, después de que mi amiga me recogiera fuimos a comer y luego dimos un paseo por Castro, que había cambiado algo desde la última vez que estuve. Fuimos al centro de la ciudad, esta parte había cambiado desde la última vez dado que ahora era toda peatonal. Había mucha gente en la calle paseando por el paseo marítimo o tomando algo, disfrutando de las vistas que el cielo despejado brindaba. Nos acercamos al puerto donde pude ver de cerca el puente que lleva al faro-torre que las otras veces, debido al mal tiempo, estaba cerrado al paso. Como la ermita solo la abren en las fiestas de la misma, y por tanto no puedo ver por dentro el suelo de cristal que me comentan que tiene, subo las escaleras de piedra del puente. Efectivamente, tal y como me dice mi amiga, la mejor vista se obtiene desde lo alto del puente. Desde el punto más alto del puente, si el día es despejado, se pueden ver las montañas de toda la costa, los acantilados, y hasta el final de la ría. El mar parecía estar tranquilo y el cielo claro. El castillo faro fue restaurado desde la última vez que estuve y solo lo abren cuando hay exposiciones. Como no había ninguna no estaba abierto, por lo que no pude entrar. Del castillo faro lo más interesante es la vista, porque ya se sabe que los torreones en acantilados tienen la mejor vista para avistar piratas. En este caso, vistas de la costa. Y porque el interior lo prepararon para hacer un restaurante y luego la cosa quedó en nada, y ahora está vacío. La iglesia también ha sido restaurada porque la piedra original se va deshaciendo, pero cada restaurador ha usado un método y una piedra diferente, así que se ven las diferencias entre las varias épocas de restauración. De lo alto de la iglesia volvemos al centro, a la zona del ayuntamiento. Aún hay más lugares para ver por Castro, pero como ya había estado nos fuimos a otra población de Cantabria.

Visita: Septiembre 2017

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