Singapur - Singapur

Singapur

El vuelo de Taipei a Singapur salió con retraso, íbamos a salir a las doce de la noche pero al final fue más tarde por lo que dormimos poco, y menos de lo esperado. Llegamos sobre las nueve de la mañana y lo primero que hicimos fue dejar las maletas en el hotel e ir a buscar un sitio donde desayunar (y meter cafeína al cuerpo) para luego ponernos a ver la ciudad. El primer día había planeado ver lo que no vi cuando estuve hace cinco años en el país pero ninguna nos sentíamos con ganas de ponernos a andar cinco horas (era un recorrido a pie de aproximadamente 4 horas por las colinas del sur), así que cambie los planes y los adapté a unos que nos permitieran volver al hotel sobre las dos de la tarde (hora en la que ya nos dejaban entrar a la habitación) y así cambiarnos de ropa y descansar algo. Lo primero que visitamos fue el barrio árabe, estábamos cerca por lo que podíamos ir a pie, encontré muchos más turistas que hace cinco años, pero al final no solo fue la impresión de este barrio, fue la impresión del lugar. No sé si es que ahora es más turístico, conocido o simplemente es que era un mes de temporada alta de turismo pero hace cinco años había muchísimo menos turismo, lo cierto es que me sentí como cuando hice turismo en Barcelona, allá a donde fuéramos había hordas de turistas. Incluso encontramos mucho turista español, pero mucho, y hasta los buses turísticos tenían guías en español (cosa que hace cinco años no tenían). Vi también otros cambios, pero creo que es porque la ciudad ha evolucionado con el turismo. En cualquier caso, hicimos el recorrido por el barrio árabe, que es una zona bastante pequeña formada por un puñado de calles en torno a la Sultán Mosque (Mezquita del Sultán). Se pueden encontrar tiendas de tejidos, alfombras, saris, batiks, cuero y perfumes. A quien le gusten los países árabes disfrutarán de este pequeño barrio. Un paseo por este barrio es imprescindible, como un viaje al pasado, además hay varios carteles con fotografías antiguas que te cuentan la historia del lugar (no necesitas un guía para ello si sabes inglés). Junto al barrio está el Malay Heritage Centre, que fue durante mucho tiempo la residencia de la familia real malaya que ya habitaba la región antes de la llegada de los ingleses. Luego cogimos el metro para ir al barrio hindú. Debían ser fiestas hindús porque en el metro te deseaban happy (lo que fuera) y cuando salimos a la calle nos encontramos todo decorado con carteles coloridos. Aquí vi otro de los cambios y es que cuando fui a este barrio las aceras y los comercios del mercado no estaban tan reestructurados ni divididos por vallas verdes. A mi tanto comercio y restaurante en parcela me recordó a los bares en las avenidas con sus terrazas, cada uno pegado al otro con su parcela. Aquí vimos la casa china que se conserva y el mercado en sí, con menos cosillas que la vez anterior. De aquí hicimos el recorrido que hice la vez anterior para ver los diversos templos hindús, además así paseábamos por sus, ahora, organizadas calles y veíamos los comercios típicos de la zona. Otro de los cambios es que cuando yo estuve hace cinco años en las mezquitas había código de vestimenta (lo sigue habiendo, hay una en este barrio que por fuera es muy bonita, por dentro al igual que hace cinco años pasamos de ir porque eso de cubrirnos de pies a cabeza nos parece exagerado), pero en los templos hindús y chinos pude entrar con mi ropa de viaje (eso sí, descalzándome). En cambio ahora hay código de vestimenta, tanto en los templos hindús como en los chinos, con sus cárteles bien grandes para que te tapes como corresponde. Y creo que esto puede deberse al aumento de turistas, si alguno entraba con camiseta de tirantes o pantalón corto igual no pasaba nada, pero si entran las hordas de turistas que había por todos los lados vestidos así la cosa cambia. Como llevaba mi ropa de viaje no tuve problema, porque en los vuelos siempre paso frio así que iba decentemente vestida, y además siempre llevo un pañuelo para el cuello, pero es algo que me llamó la atención. Primero entramos al Sri Veeramakaliamman Temple, el templo no ha cambiado mucho y eso que la última vez estaba en obras, lo que vi diferente fue la entrada, ahora han hecho un jardincillo con asientos para dejar los zapatos, antes eran dos baldas de madera y el suelo. Dentro sigue habiendo muchas imágenes, dentro del templo, de la diosa Kali, diosa del poder y consorte de Shiva. Se puede ver cómo pueden adorar a una diosa que aparece con niños muertos y tragando las vísceras de una mujer muerta. De aquí visitamos otros dos templos hindús más, en uno de ellos la vez anterior solo vi por fuera por falta de tiempo, esta vez sique entramos, aun siendo más grande que el anterior, el más lleno de gente e impactante es el primero, tal vez porque fue el primero que construyeron los inmigrantes indios al llegar a Singapur y esa diferencia se nota, dado que los otros, más modernos, eran más parecidos entre sí. Luego visitamos el templo chino con e Buda feliz y el taoísta con su buda gigante y alargado. Es interesante ver las diferencias entre uno y otro, la vez anterior solo los pude ver por fuera. Y por supuesto, las calles están mucho mejor para transitar que hace cinco años. Se nota una reforma sustancial del barrio. De aquí volvimos en metro al hotel y nos aseamos y descansamos una horita antes de seguir moviéndonos por Singapur. Esa noche íbamos a caer muertas, pero así es la vida del turista, muy sacrificada si se quieren ver cosas. Del hotel salimos hacia el barrio chino, y nada más salir del metro comenzó a llover. Y si hubiera sido poco pero el caso es que caía con ganas y duro lo que quedó de tarde, afortunadamente por la noche paró de llover. En el barrio chino recorrimos la Chinatown Food Street y entramos en el templo Sri Mariamman, aquí pagabas por hacer fotografía y sigues teniendo que hacerlo, nosotras entramos pero esta vez no pagué por hacer fotos. Y el caso es que la mayoría del templo estaba con unas cuerdas de metal amarillo que impedían acercarse a ver los detalles de cerca así que entramos pero no hicimos fotografías, porque casi no se veía el templo. Esas cadenas amarillas que cortaban el paso no estaban hace cinco años. Seguimos bajo la lluvia para entrar al templo chino Buddha Tooth Relic, aquí hay código de vestimenta, y tienes al guardia que va a vigilar que cumplas con el mismo. Por dentro hay una gran cantidad de figuras de todos los tamaños y un predominante color oro y rojo inundan el templo, en diferencia a la época en la que lo visite la sala central del templo estaba cerrada y llena de mesas con frutas y alimentos. Yendo por los laterales se puede ver la otra parte del templo y como seguía lloviendo buscamos el ascensor para subir a las plantas superiores del templo, aquí seguimos a los chinos. Se pueden recorrer todas las plantas y esto, por ejemplo, no lo hice hace cinco años. A la primera planta a la que fuimos es donde hay que descalzarse, ir adecuadamente vestido y entrar en silencio porque es donde guardan una reliquia y hay varias personas meditando, es una sala de oración y meditación junto a la reliquia por lo que hay que ir con silencio y respeto. De aquí decidimos coger el ascensor y subir a la última planta: la terraza, que tiene un jardín exterior y pasillos para recorrerlo, así que no nos mojamos, en el centro tiene una rueda de la oración vairocana de buda. Desde el último piso fuimos bajando por las escaleras a las otras plantas, que son como un museo con figuras y demás objetos budistas que tiene el templo. Y la última planta del templo que visitamos fue la que tiene un pasillo exterior que recorre la sala central del templo, desde abajo veíamos a gente caminar por entre las esteras que cubren el pasillo y de ahí descubrimos el ascensor. Por este pasillo tienes a un lado la sala central y al otro una fila de figuras de cera de los distintos lamas. Tras visitar el barrio chino regresamos al metro para ir a los jardines de la bahía y ver el espectáculo de luz y sonido nocturno. Aquí me perdí un poco y dimos vueltas por el hotel Marina Bay Sands, no hacíamos más que rodear el edificio porque no encontrábamos la forma de cruzar la carretera hacia los jardines, al final seguimos a dos turistas extranjeras que estaban perdidas pero preguntaban a todo el mundo, era fácil seguirlas porque una llevaba un chubasquero amarillo como si fuera BOB Esponja. Finalmente encontramos el camino y una vez en los jardines ya recordaba cómo llegar al mirador donde mejor se ve el espectáculo. Y aunque la música era distinta (normal) el espectáculo de los Supertree me siguió encantando igual que la primera vez que lo vi hace cinco años. La cosa es que cuando escribí las primeras entradas sobre Singapur hace 5 años dije que Singapur era un sitio para repetir, y como veis he repetido. Y aún con los cambios y la masificación turística igualmente repetiría, para volver a verlo y ver lo que, por ciertos motivos que ya contaré, se me quedó pendiente. Al día siguiente nos tocaba más relax que el día anterior, pero teniendo en cuenta lo poco que dormimos tampoco es algo malo. Al día siguiente nos dirigimos al hotel Marina Bay Sands donde pasaríamos la noche, aquí como en el resto de la ciudad han cambiado las cosas. Ahora la gente puede comprar entrada y subir a la terraza (pro lo que por la noche no había ni un hueco libre para disfrutar de las vistas y el espectáculo nocturno) y para entrar a la piscina ya no hace falta pulsera, han puesto unos tornos para pasar con la tarjeta de la habitación. Por lo que al hacer el check-in te dan una tarjeta por persona. Nos dieron un piso bajo pero con vista directa a los jardines del Supertree así que nos quedamos contentas con las vistas. Dejamos la habitación y marchamos hacia la noria Singapur Flyer. Antes de subir tienes una sala con algunas cosillas interesantes de ver, es como un museo moderno. Había muy poquita gente así que pudimos entrar solas a una de las cabinas de la noria, la cabinas son muy grandes y para tres íbamos dando vueltas. La subida merece la pena porque puedes ver Singapur desde ahí arriba sin agobios de calor. Se ven los Jardines de la bahía (Gardens by the Bay), el Marina Bay Sands, la bahía de Singapur con el Merlion, y al fondo el resto de edificios. La Singapore Flyer es la noria mirador más alta del mundo (mide 165 metros de altura). En contra a hace cinco años el cielo estaba despejado y brillaba el sol por lo que se veía mucho más en detalle el fondo que la primera vez que subí. Tras bajar me compré un helado, estaba acatarrada pero ya que tenía que viajar congestionada y sufriendo al menos podría darme un capricho. Aquí había un embarcadero para coger uno de los barcos que hacen tours por la bahía, mis amigas no parecían animadas ante la idea así que no lo hicimos, no importa, la próxima vez caerá. De la noria nos acercamos al puente que hay junto al campo de fútbol para cruzar al otro lado, junto al edificio con forma de flor que es un museo, y así dar una vuelta a toda la bahía. En el paseo había varias palmeras plantadas por diversos países, al final encontramos la de España, aquí hay gente paseando pero sobre todo ocultándose del sol, cuando dimos la vuelta el merlion estaba todo lleno de turista haciéndose la foto con el símbolo de la ciudad: el merlion, mitad pez mitad león. Realmente hay dos merlion en esta zona, uno grande y otro pequeñito, los dos iguales que lanzan un chorro de agua por la boca. Aquí hay un puente que no estaba cuando fui hace cinco años y es porque lo construyeron en el aniversario de los 50 años de independencia de Singapur. Sabía que Singapur era moderno pero no sabía que tan pocos años. Cruzamos el puente del jubileo y volvimos a dar la vuelta para ir a los jardines de la bahía, fuimos directas a coger los tickets para subir a los supertree, arriba había ya gente, lo dicho, esto estaba a rebosar de turistas. Desde arriba se puede notar el aire fresco y las vistas son preciosas, sin contar con que el paseo por la pasarela suspendida por los supertree vale la pena la entrada aunque se acaba muy rápido. Creo que no he comentado que los supertree son árboles filogenéticos montados a partir de una combinación de pequeños árboles filogenéticos (y ahora os habréis quedado como yo, sin saber lo que es hasta que lo ves). De aquí regresamos al Marina Bay Sands, para cambiarnos y subir a la Infinity pool, la piscina famosa del hotel, La piscina tiene vistas a la bahía de Singapur, pero la zona de bares y de jacuzzis tiene vistas a los jardines de la bahía, que desde esa altura tienen un aspecto diferente. Hay dos piscinas, una para niños, que está cubierta por un cristal que la protege del borde y la de adultos que no tiene ningún cristal, aunque apenas tiene profundidad. Había muchísima gente, era dificilísimo encontrar un sitio donde dejar el albornoz del hotel o la toalla que te daban ahí mismo los del hotel. Como no nos fiamos (esto no era Taiwán) nos turnamos para entrar a la piscina, entraban dos y la otra se quedaba guardando las pertenencias. La más friolera se salió rápido así que pude disfrutar más tiempo de la piscina, que tiene truco, y es que cuando te acercas al borde, o desde la terraza, se puede ver que el agua cae a un canal que separa el borde de la piscina del borde del edificio, aunque de lejos parece que el agua cae directamente a la ciudad, y estar dentro con los rascacielos de fondo es impresionante. De la piscina nos acercamos al jacuzzi, hay menos gente y ahí yo estoy un rato, con las vistas a la bahía pero mis amigas se quedan más tiempo, en ese rato yo me voy a ver la vista desde la terraza. Después de perderme dando vueltas por los ascensores (esto de que a la terraza haya dos tipos de acceso es un lio) voy a buscar a mis amigas para que vayan a coger sitio a la terraza para ver el espectáculo de luz, agua y sonido de la bahía. La vista desde arriba del espectáculo era diferente al espectáculo visto desde abajo, me gustó más el de hace cinco años, pero igualmente este espectáculo es mucho más completo que el de otros países. Y sobre todo la vista nocturna de la bahía es impresionante. Tras ver el espectáculo de la bahía bajamos a la habitación para ver desde la misma el espectáculo de los Supertree. Al día siguiente, el último, tenía planeado hacer la caminata de cuatro horas por las colinas del sur que el primer día por agotamiento no hicimos. El caso es que este día amaneció lloviendo y se pasó toda la mañana lloviendo sin parar pero como era un lugar donde no había estado igualmente salimos para coger el metro. Había dos opciones de caminos pero visto que una de mis amigas decía que con la lluvia no pensaba salir y que nos esperaba 4 horas ahí decidí cambiar el plan y salir en la estación de metro desde donde se podía hacer el camino largo o el corto. Al final salimos las tres a hacer el camino corto, por lo que hay restos históricos y naturales que se quedaron pendientes de ver. El camino que hicimos empezaba e por aproximadamente la mitad del sendero original, es decir, menos hroas de recorrido, y pasa por los parques de Telok Blangah Hill y Mount Faber. En el camino hasta el puente Alexandra Arch no encontramos a nadie por la calle bajo la lluvia pero cuando comenzamos el camino ya vimos gente que estaba haciendo el camino con paraguas o impermeable. Si es cierto que no había apenas gente pero ya no estábamos solas como cuando andábamos por la calle. El Alexandra Arch es un puente peatonal conecta el Floral Walk de HortPark con el Forest Walk, una vez llegado al puente lo cruzamos y vimos que comienzan unas pasarelas de metal que se adentran en el bosque, son las Forest Walk (paseo por el bosque) del parque Telok Blangah Hill. Son más de un kilómetro de pasarelas elevadas que recorren el parque. Hay carteles a lo largo del camino que informan sobre la avifauna y la flora que puede ser vista durante el paseo así como del Singing Forest(bosque cantante), así llamado por albergar más de 200 especies de árboles que atraen a aves cantoras, pero nosotras no vimos ni los pájaros cantores ni los monos salvajes pero el paseo es bonito, con tanta naturaleza verde combatiendo con la altura de los rascacielos al fondo. El último trecho de pasarelas sube de forma pronunciada hasta la parte alta del parque, donde está el Forest of Giants (bosque de los gigantes), con grandes especies en peligro de extinción. Continuad caminando siguiendo las señales que muestran la dirección de las Henderson Waves. El puente con curvas que desde el camino puedes observarlas antes de entrar, una vez en el puente no puedes ver las ondas que forma su estructura. Las Olas de Henderson es un puente que conecta los parques Telok Blangah Hill y Mount Faber a varios metros de altura (es el puente peatonal más alto de Singapur). La parte final del sendero lleva hasta Mount Faber, el punto donde se encuentra la estación del teleférico de Singapore. Al llegar aquí cogimos el teleférico a la Isla Sentosa. En la taquilla hay un cartel enorme con los puntos de interés, como el balcón de los candados, la campana de la felicidad y el baño con las mejores vistas (es un baño acristalado en una esquina del edificio y se ve el bosque, el teleférico, el mar y la isla de Sentosa. Tras hacernos las fotos de rigor tomamos el teleférico, cogimos el round trip que nos permitía ir a la isla y luego coger el teleférico de la isla por todas las paradas. El recorrido en teleférico es muy recomendable, había parado de llover y se ve toda la isla desde arriba así como los alrededores. Las playas y lo cristalino de sus aguas hacen que se vean los arrecifes desde lo alto, parecen playas de islas paradisiacas del caribe. La isla de sentosa es un resort y un complejo de parque de atracciones variado. Si no quieres gastar dinero en esas cosas, como era nuestro caso, lo mejor es coger el teleférico y ver la isla desde arriba. Aquí nos paramos a comer y a ver desde fuera y sin pagar el otro Merlion que tiene el país. Desde el teleférico se puede ver la cabeza de león de este merlion, al ser el símbolo de Singapur no podía faltar una réplica del mismo en la isla de Sentosa. Aunque para entrar dentro del Merlion hay que pagar como en el resto de atracciones, y no estábamos para gastar dinero. Hay pases para usar en varias atracciones pero no somos de atracciones, lo que si nos gustaron mucho son las vistas desde lo alto y las playas que son increíbles con esa arena blanca y esa vegetación verdosa, y el agua del océano tan limpia. Parece una isla paradisiaca si no te fijas en todos los resorts y atracciones que tiene en el interior, claro. Regresamos en teleférico de la Isla Sentosa al Monte Faber para seguir el camino, que se hace a través del bosque, en un sendero empinado que, afortunadamente, es todo cuesta abajo, ya sea por escaleras de madera o por un sendero de tierra. Hay varios mosquitos porque es como estar andando por la selva. También hay señales de precaución porque con las lluvias se caen las ramas de los árboles, nosotras mientras andábamos escuchamos el ruido de algo romperse y caer y el estruendo se estuvo oyendo bastante, afortunadamente no nos tocó estar dentro del bosque en ese momento sino que todavía íbamos pro la carretera. Es normal que haya señales avisando porque ciertamente, somos testigos, se caen las ramas (llevaba lloviendo toda la mañana) y las ramas de esos árboles son como troncos. Al final del camino acabas saliendo al metro y un centro comercial. Y cogimos el metro para ir al Quarter bay, saliendo del metro y de camino a barrio de la bahía con encontramos con la fachada de un edificio con varias ventanas coloridas, es el MICA building, de aquí hay un puente, el Elgin, nosotras seguimos por este lado del río que nos llevará al muelle Boat Quay, desde este lado del río vemos el muro del Parlamento de Singapur , seguimos camino a la desembocadura del río y al otro lado está la estatua de Sir Stamfor Raffles, donde el este sir, fundador de Singapur puso por primera vez el pie en la isla. Nosotra sya estamos dentro del Boat Quayque era el muelle más importante del antiguo puerto de Singapur y también el más próximo de la desembocadura del río. Como para la colonia china local la región donde se localiza recordaba la barriga de una carpa, lo que era una señal de prosperidad, la zona atrajo también muchas tiendas que ahora han sido reformadas y convertidas en restaurantes y bares que ofrecen marisco y pescado conservado fresco en acuarios. Aquí paramos a tomar algo viendo las focas nadar en el río, los barcos turísticos pasar de un lado a otro, y las tabernas cerveceras inglesas. Cuando dejamos la terraza del bar seguimos bajo las casas bajas de Boat Quay que dan paso a los rascacielos del distrito financiero. El primer rascacielos es el UOB Plaza Tower 1. En su entrada se encuentra el homenaje a Newton de Salvador Dalí y poco después, entre la torre 1 y la 2, se encuentra la estatua Bird (pájaro) del artista colombiano Fernando Botero. Seguimos el curso del río hasta llegar al puente Cavenagh, junto al rascacielos del Banco de China. En el cartel a la entrada del puente se prohíbe la circulación de animales y carretas pesadas. Junto al puente hay unas figuras de una carreta cargada y tirada por un buey y tres tipos de personas negociando, lo que sería al representación de los chinos, ingleses y malayos de la zona. Pasado el puente, en la misma orilla del río, nos encontraremos con la escultura Primera Generación que representa a unos niños saltando al río. Y en un lado está el Hotel Fullerton. De aquí llegamos a la desembocadura del río en la bahía y volvemos a estar junto al Merlion, cruzamos el puente del jubileo y nos dirigimos a los jardines de la bahía para entrar al invernadero tropical. Aquí hay muchísima gente, encontramos de nuevo a las hordas de turistas. El ambiente es muy fresco, justo en la entrada tienen una inmensa cascada de agua artificial y la decoración y las pantas del lugar han cambiado con respecto a la última vez, aunque teniendo en cuenta que es noviembre y no mayo es normal que sea temporada de otro tipo de flora. El jardín está como en una montaña con diferentes pasarelas aéreas. Así que entras en la montaña y tienes un ascensor para subir al último piso y de ahí ir bajando por las escaleras mecánica y las rampas hasta llegar al suelo. Entre más cascadas, flores, y salas interactivas vas disfrutando del lugar, aunque demasiada gente para mi gusto. El invernadero es todo acristalado y desde las pasarelas aéreas se puede ver la noria y los supertree. Cuando salimos del invernadero vamos a ver el espectáculo de luz y sonido de la bahía pero al pie de la bahía, más cerca para ver mejor las figuras que proyectan las luces. Por desgracia se pone a llover cuando queda nada para que empiece el espectáculo, aun así con paraguas y de pie disfrutamos del espectáculo, que es muy recomendable y mucho mejor que el de otras ciudades. De aquí entramos al centro comercial que tiene de todo para entretenernos hasta que nos vayamos al hotel, nos recogen a las dos de la madrugada porque el vuelo sale a las seis de la mañana, de esa forma íbamos a aprovechar más horas de lux en Hong Kong. Luego no fue así pero eso ya lo cuento en la entrada de Hong Kong. Cosa curiosa es que las tiendas, al menos las joyerías, están abiertas hasta las dos de la madrugada en esta parte de Singapur.

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Mis imágenes: Álbum de Facebook dedicado a Singapur

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Beitou - Taiwan

Beitou

Salimos del hotel de Kaohsiung y teníamos la opción de ir con las maletas a la estación y coger el metro hasta la estación de tren de alta velocidad o bien coger un taxi en la misma estación de tren. Visto que los taxis son baratos y lo único de lo que hay que preocuparse es de tener el nombre en chino de a dónde, vas decidimos tomar un taxi. Hoy iremos de Kaohsiung a Taipéi en el tren de alta velocidad. Hasta ahora hemos viajado por Taiwán en el TRA, el tren normal, que es más lento pero mucho más barato. Como el recorrido es largo y ya hicimos todas las paradas intermedias deseadas decidimos gastar un poco más y así aprovechar horas de luz. El tren de alta velocidad tiene sus estaciones normalmente en las afueras de la ciudad por el cambio de vías, en este caso la estación está al lado del Lago de Loto donde ya estuvimos. Aunque el tren normal tuvimos que comprar los billetes con antelación ya estando en Taiwán por lo de los dos días de plazo entre el pago y la recogida. El tren de alta velocidad permite reservarlo y recogerlo con mucha más antelación. Dos meses antes del viaje compramos el billete de tren. Aunque he dicho que el tren de alta velocidad es más caro que el tren normal aun así es más barato que un ave Madrid-Zaragoza (y ni contaros Barcelona-Zaragoza que siempre es más caro). Una vez estuvimos en Taipéi, además de encargarnos de comprar todos los billetes del TRA, también ese día nos encargamos de recoger los billetes del tren de alta velocidad. En la estación central de Taipéi está en una ventanilla distinta a los trenes normales, nos costó un poco localizarlo pero afortunadamente los taiwaneses siempre amables nos corrigieron y nos enviaron a las ventanillas correctas. Con el pasaporte con el que haces la compra es como lo puedes retirar. Así que retiré los tres billetes de tren y así en Kaohsiung no tuvimos que hacer nada más que llegar, buscar la vía y bajar al andén a coger el tren. Como en los trenes normales en el suelo te marca el vagón que va a parar ahí. Cuando llegamos salimos en dirección al hotel del primer día y dejamos las maletas para volver a la estación central y coger el metro hasta Beitou. Habíamos dejado Beitou para el final porque nos gustan las aguas termales y después de ir recorriendo la isla (y teniendo por delante otros dos países más que visitar) nos apetecía un día de relax. Tomamos la línea roja del metro hasta la parada Beitou y aquí la rosa hasta la parada XinBeitou, había bastante gente esperando para coger el metro a XinBeitou, el metro es pequeño, hay solo dos o tres vagones y por dentro tienen adornos relacionados con las aguas termales que dan información interactiva del lugar. Nada más salir del metro hay dos avenidas, nosotras tomamos la que está más a la derecha y andando llegamos a la biblioteca pública. Hay que comentar que salimos de Kaohsiung a veintidós grados a las nueve de la mañana y a Beitou llegamos con lluvia, y no una lluvia suave, por lo que la visita a Beitou nos la tomamos con calma, de forma que dimos un rodeo al estanque y el puente en el jardín que rodea la biblioteca y acabamos en un mirador de madera que tienen y que da cara a la biblioteca y el jardín, lo bueno del sitio es que tiene techo por lo que había bastante gente también parada ahí. Con la lluvia que caía no apetecía mucho caminar pero nos llegó una música cercana, nos daba la impresión que salía de la casa que había junto a la biblioteca por lo que salimos de nuevo a la calle y seguimos subiendo hasta llegar a una fila. Cuando miramos bien descubrimos que esa fila era para entrar al museo de las Aguas Termales de Beitou, y como la casa está a cubierto y de ahí salía la música no dudamos en entrar. Al entrar tienes que quitarte los zapatos y con ellos en las manos te llevan hacia unas taquillas donde te sacan unas zapatillas de tu número (y digo de tu número porque las tres tenemos diferentes tamaños y ninguna tuvo problemas con sus zapatillas), y te dan una llave de un casillero donde guardar tus zapatos hasta que decidas irte. Una vez calzadas con las zapatillas entramos en el museo. El museo es una antigua casa de baños comunal de arquitectura japonesa(fue la casa de baños públicos más grande del noreste de Asia de su época.) y en la planta de arriba, a la que accedimos desde la calle, hay una banda de música de instituto y son los que producían la música que nos llegaba desde el jardín. Hay un tatami y la gente está sentada sobre él escuchando la música. Nos quedamos hasta que terminan su actuación y entonces comenzamos a recorrer la casa. La planta primera se presenta como una casa con columnas de piedras, balcones para asomarse al jardín y ventanas y paredes de madera. La vista desde los porches de la primera planta son agradables, la pena es la lluvia que sigue cayendo. Hay varias salas en la primera planta con información sobre la historia de las aguas termales y de la población aborigen de la zona. Antes de que llegaran los japoneses, Beitou estaba donde residían los aborígenes Ketagalan, y el nombre Beitou se deriva del asentamiento de esta tribu aborigen Beitou. Bajando unas escaleras de madera se llega a la planta baja donde nos encontramos con una piscina y diversas salas con la decoración de los baños termales antiguos y algunos objetos de la época. La idea de las aguas termales se introdujo por primera vez en Taiwán durante la era colonial japonesa y aquí se encuentran objetos de esa época, igualmente las salas de baño tienen sus mosaicos y hay una pequeña sala separada que es, según los paneles explicativos, la sala VIP de los oficiales japoneses cuando iban a las aguas termales. Las ventanas de abajo tienen vidrieras y las dan al jardín, y sigue lloviendo. Al final salimos del lugar para poder seguir viendo cosas, aunque nos mojemos. Seguimos la calle hacía arriba y pasamos junto al río, hay varios carteles donde se indica que está prohibido el baño debido a las altas temperaturas. El paisaje es muy bonito aunque el agua empieza a sacar humo. Siguiendo hacia arriba hay unos carteles que nos orientan hacia la izquierda para entrar el Valle Termal o del Infierno. Aquí se pueden ver los manantiales de agua de azufre, dado que un cráter volcánico lleno agua sulfurosa de color verdoso, el agua está tan caliente que al principio casi no vemos el color debido al intenso vapor que sale del agua. Después de un rato por la zona conseguimos ver el agua de color verdoso y con burbujas debido a la ebullición. Tras ver la zona regresamos por donde hemos venido hasta llegar a los baños termales públicos, que era lo que queríamos hacer hoy,, tomar unas aguas termales y descansar. Cuando llegamos vemos mucha gente de pie delante de la puerta y no entendemos nada, como la calle es muy estrecha y sigue lloviendo con los paraguas nos cuesta conseguir ver las máquinas para sacar el billete de entrada. Junto a la puerta de acceso a la izquierda hay unas máquinas donde hay comprar el billete para acceder a las aguas termales. Después a la izquierda empezamos a hacer fila, al parecer todos están esperando a que las aguas termales se vacíen de gente para que pueda entrar más gente. Aquí hay varios orientales y unos franceses, debido a que solo estaban los franceses nos costó llegar a la deducción de que tocaba hacer fila bajo la lluvia, no lo entendíamos porque salía gente pero no entraba nadie. Junto a la puerta hay varios carteles con la ropa que está prohibida. Cuando por fin entramos la mujer de la puerta nos separó a los franceses y a nosotras del resto, resulta que no se fían y nos pidieron que le enseñáramos los bañadores, hasta que no vieran que cumplíamos las normas no nos dejaban entrar. Tras demostrárselo bajamos la escaleras que dan a las duchas y las taquillas, para guardar las cosas necesitas cambio justo, menos mal que teníamos suficiente. Guardamos todas las cosas y nos fuimos a las duchas, antes de entrar en este tipo de aguas termales hay que lavarse con agua fría primero (no eran nuestras primeras aguas termales) y luego entramos en la primera piscina, estaba caliente pero se podía aguantar. Mis amigas probaron las otras piscinas, hay por niveles y según vas subiendo de nivel el agua está más caliente. Bajo el techo que ponen a las piscinas (y que nos evita la lluvia) hay un marcador con la temperatura del agua. La última estaba prácticamente vacía pero es que era inhumano el calor de esa agua. El vigilante se toma muy en serio su trabajo, a todos los que intentaron hacer fotografías les pegó una pitada y una buena bronca, y a los padres con niños pequeños que hacían lo que querían también. Luego, sin tejado hay otra piscina que es la de agua fría, aunque en vez de fría estaba helada. Cuando nos cansamos de salir y entrar nos duchamos nos vestimos y salimos. Aunque nos duchamos yo aún olía a azufre en la piel, aunque hay que decir que la piel se quedó toda suave, una maravilla. Volviendo pro la misma calle hacia la estación de metro entramos en el Centro Cultural Ketagalan que está dedicado a las distintas tribus aborígenes de Taiwán. En la primera planta encontramos los trajes típicos de cada tribu y aquí vimos a los de Taroko así como el traje de la figura aborigen que vimos en Kenting. Muy interesante tener más información sobre todas esas pinceladas aborígenes que habíamos ido teniendo por nuestro viaje por la isla. De aquí salimos para ir al metro y regresar a Taipéi. El regreso fue bastante duro porque había muchísima gente, tuvimos que ir aplastados de pie con el aire acondicionado muy fuerte y a mí se me había metido agua en los zapatos al meter el pie en un charco y tras una hora con los pies mojados bajo el frío acabé acatarrándome.


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Parque Nacional de Kenting - Taiwan

Parque Nacional de Kenting

De Hengchun salimos hacia el parque nacional de Kenting, por la carretera tenemos a un lado las montañas y al otro la playa de fina arena, en vez de piedra como en Hualien. La entrada del parque está subiendo una montaña, y cuando entramos al parque estábamos prácticamente solos pero cuando salimos el parking estaba ocupado con varios autobuses, y a decir vedad al salir del parque nos encontramos con un grupo grande de estudiantes que se dedicaron a saludarnos al pasar. Aun así me dio la impresión que hay más turismo en el norte que en el sur, y si bien es un paisaje distinto a mí me resulta igual de interesante o más, tal vez porque no estoy tan acostumbrada. Al igual que en otros sitios en el parque hay dos tipos de caminos; la carretera asfaltada y los caminos de tierra entre los árboles. Como en otros parques según la ruta cogimos un camino u otro, sobre todo haciendo caso de las señales de peligro por avispas y serpientes venenosas. Lo primero de los que te das cuenta al entrar al parque es la variedad y diversidad de especies naturales. No se puede concretar en un estilo sino que tiene árboles que serían más tropicales, pero también otros más mediterráneos. Hay tantos paisajes diferentes. En la entrada te dan un folleto con un mapa así que nada más entrar podemos organizar lo que queremos visitar. Debido a que no hacemos noche en Kenting sino que tenemos que volver a Kaohsiung, no tenemos tanto tiempo como quisiéramos así que toca organizarse y decidimos tomar los caminos que nos lleven a las dos grutas que tiene el parque, porque preciosamente las grutas de ese tipo no son habituales en Taiwán. Mientras caminamos por la ruta roja del plano nos encontramos con un paisaje más verde y con árboles llenos de frutos y flores, pero luego entramos en un paisaje completamente diferente, el sol y el cielo azul que nos acompañaba se oculta bajo la frondosidad de los árboles y el camino se torna de un tono más gris y marrón. Esta parte del parque es diferente a la que hemos podido ver en otros parques porque lo que ocupa el camino son rocas porosas de tono grisáceo, estas rocas tan curiosas se deben a que este suelo estaba bajo el mar hace millones de años, y aquí se acumulan fósiles de algas, mariscos y corales que son lo que le dan ese paisaje a este rincón del parque. En ocasiones nos parece que estemos caminando entre enormes piedras pómez, debido a la porosidad de las rocas y del suelo, por otro lado los árboles que pueden vivir en este suelo marino son muy específicos, por eso cambiamos de vegetación y nos encontramos con muchas lianas que estrangulan a los árboles y las raíces que se van moviendo y alargando en busca de lugares de donde alimentarse. A través de este paisaje llegamos a una pequeña explanada donde hay una torre artificial, desde lo alto de la torre se puede disfrutar de la vista del lugar: la costa, el mar, el verdor del parque en su vegetación y un pico que sobresale, y que nos comentó el guía que era el símbolo del parque de Kenting. El solo se refleja en el agua y nos da una vista de postal del lugar. Al lado de la torre hay una de las grutas a las que vamos, esta gruta se llama “cueva del Dragón”, es una cueva de estalactitas de erosión creada por el agua subterránea que tiene este lugar, este tipo de cuevas, aunque para nosotros no son raras, para Taiwán es una rareza. Y es cierto que de todos los lugares naturales es el único donde las hemos encontrado. La cueva del dragón tiene un corto recorrido, es alta y estrecha por lo que es de sentido único, aunque al salir de la cueva hay dos caminos uno para seguir el recorrido, y otro para volver a donde estabas antes. Así que puedes repetir trayecto si quieres. Nosotras continuamos el recorrido entre rocas porosas hasta la siguiente gruta que es mucho más grande. Pero cuando llegamos ahí hay una valla con un cartel que indica que el acceso a la gruta ha sido cortado debido a que está inundada por el agua subterránea. Con mucha pena hicimos fotografías al cartel con las explicaciones sobre la formación de la gruta y las fotografías de la misma y seguimos el camino por el parque. Siguiendo llegamos a un mirador con escaleras desde donde se tiene una vista del parque, el mar y la famosa roca representativa del lugar. Seguimos por este camino y nos encontramos con una figura de piedra de un aborigen, el guía nos indica que este lugar solía ser un pueblo llamado "Sheding", que pertenecía a la gente de Paiwan desde hace cientos de años. Luego se convirtió en un jardín de plantas tropicales en el período de ocupación de Japón y finalmente se estableció el parque para preservar la vida y los paisajes naturales. El camino que tomamos es un jardín tropical llenos de árboles y carteles sobre ellos. Por este camino también llegamos a uno de estos árboles que tienen las raíces por la zona superior y son tan delgadas, los vio bastante por la selva de Malasia pero jamás me quedo con el nombre pero no es el tipo de árbol que te puedes encontrar en España. Mientras nos entretenemos mirando sus curiosas raíces oíamos un ruido a nuestras espaldas, volvemos la vista y sobre las ramas de unos árboles hay unos monos mirándonos en silencio. Cuando se dan cuenta que nos hemos dado cuenta que nos están observando empiezan a correr de rama en rama y van pasando de un árbol a otro hasta alejarse hasta cuatro monos. Afortunadamente son fauna libre que hay pro el parque y no se acercan a los humanos, no me gustan los monos salvajes y prefiero que nos observen de lejos a que se acercaran. El guía nos comenta que aquí se suelen ver monos y águilas. Las águilas no las llegamos a ver. Tras dejar atrás esa parte del parque llegamos a un invernadero con una gran variedad de cactus, donde según me dijo mi amiga hay arañas enormes, pero yo no las vi, creo que ya tuve bastante de arañas gigantes. Al lado del invernadero hay un estanque con su diversa flora, es como están en un jardín botánico dado que pasamos de un tipo de planta a otra. No muy lejos llegamos a un lugar lleno de pequeñas palmeras en el suelo, el guía nos comenta que esa es una planta prehistórica y lo cierto es que me recuerdan a una planta prehistórica que vi en Malasia, aquí no hay cartel explicativo como en Malasia pero sí que tiene la misma forma, y es que no lo he olvidado porque me pareció muy curioso cómo es que se conserva una planta sin evolucionar tantos millones de años después. El camino continúa recorriendo más plantas y árboles distintos y llegamos al centro de visitantes que está completamente vacío. Como decía, me da que no hay mucho turista por la zona. En el centro de visitantes nos regalan, a cada una, una fotografía del parque que venden como postales. Nos tomamos algo y seguimos el camino hasta la salida del parque porque no tenemos más tiempo para seguir. En el camino de regreso es cuando nos encontramos con el grupo de estudiantes que van de visita y a los que les llamamos más la atención que las plantas. El regreso en coche desde Kenting hasta Kaohsiung lo hacemos sin parar, aunque tenemos que pedir al guía que baje el aire acondicionado. Esto no lo he comentado pero es algo muy curioso, cuando llegamos a Taipéi nos parecían raros los taiwaneses, los veíamos vistiendo gorros y jersey de lana y abrigos de inviernos, y en la calle hacia una temperatura minina de 21 grados y máxima de veinticinco par a arriba, pero no era para ir tan abrigado, hasta los niños nos daban pena verlos tan abrigados, pero eso fue antes de descubrir que en todos los lugares con aire acondicionado (tiendas, centros comerciales, hoteles, metro, estación de tren, tren, aeropuerto, etc) ponen el aire acondicionado altísimo. Tan alto que yo tuve que usar el polar solo para los interiores, y una de mis amigas tuvo que sacar el plumas, que por la calle llevarlo encima era una molestia pero es que luego nos congelábamos cuando entrabamos al metro durante mucho tiempo, o incluso una vez en el 7-11 casi salí en el mismo momento que entré porque era como entrar en un congelador. Y debe ser algo típico de ellos porque cuando fuimos en coche con un guía estadounidense el aire acondicionado era normal, de ponerse una chaqueta, cuando nos tocaban guías taiwaneses tocaba sacar la chaqueta, el polar, el pañuelo, y no saque el abrigo porque no me lo llevé. No entendimos esos extremos.

Visita: Noviembre 2018


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Hengchun - Taiwan

Hengchun

Si tuviéramos más tiempo una opción a tener en cuenta es bajar en autobús a Kenting (no hay tren) y así disfrutar de sus playas y su parque natural, pero a mis amigas no les va la playa por lo que Kenting hubiera quedado fuera, pero aunque no pudiera ver las que dicen son las fabulosas playas del sur, sí quería ver el parque natural de Kenting. Pero ¿Cómo verlo sin bajar en autobús hasta ahí? Pues la opción la encontré en un tour que recoge en Kaohsiung y te lleva hasta Kenting. El tour, al igual que el autobús de ruta, para en Hengchun. Aquí tenemos nuestra primera visita, el Templo Checheng Fuan, que es el templo que rinde culto a Tu Di Gong (que significa Dios de la Tierra, o Dios con Virtud y Fortuna) más grande de Taiwan. Tiene doscientos años de antigüedad y es un edificio del estilo del templo real del norte de China. Este templo fue construido para aliviar el dolor y actuar como apoyo para los pioneros de China continental. La estatua del dios es del estado de Chuan en China. Por fuera puede parecer igual que otro templo de este estilo pero por dentro me recuerda a una iglesia, nada más entrar te encuentras con un altar con diferentes pisos que cuentan historias o tienen figuras, al igual que los altoares de las iglesias tienen sus apartados con los santos. También dentro del templo encontramos objetos que no hemos visto en otros templos. En la zona superior podemos ver con más detalle la parte superior del “altar”, y resulta curioso porque en los otros templos cuando subes tienes el altar de otro dios o dioses, pero aquí es simplemente un hueco para observar el altar principal desde arriba. Un poco más adentro encontramos una mesa y zona para rezar. Hay que comentar que otra de las cosas que tiene este templo son las vistas que tiene, desde uno de los balcones de la zona superior se puede ver toda la montaña que rodea la ciudad, donde destacan las figuras de varios templos, y por el otro balcón se puede ver la costa y las playas, así como el mercado de frutas que hay en la parte inferior y trasera de templo. Bajando por el ascensor del templo llegamos al mercado. De aquí nos vamos a la ciudad antigua de Hengchun. Cerca del final de la dinastía Qing, el canciller Shen Bao-zhen fue asignado aquí. Construyó la primera ciudad castillo de Taiwán para derrotar a los enemigos que venían del mar. Ahora es uno de los sitios históricos de segundo grado y la única ciudad castillo de Taiwán que conserva todas sus puertas en pie. Algunas partes de la muralla del castillo también se mantienen adecuadamente y se puede caminar sobre ellas. Nosotras nos dirigimos a una de las puertas que permite subir y pasear por las murallas de la ciudad. La muralla así como la puerta está hecha de ladrillo rojo, hay escaleras para subir hasta la parte superior y se ve todo alrededor. Como había dicho ya, cuando más al sur más calor hace y aquí, cercanos a la punta sur de la isla de Taiwán el sol pica con fuerza. Las tres tenemos que taparnos, ya sea con paraguas o con pañuelos sobre los sombreros porque la piel quema bajo el sol. Alrededor de la muralla hay varios árboles por lo que, si no fuera por el calor, sería un paseo agradable. Cuesta imaginar cómo lo hacían en esa época porque debía haber gente en las murallas vigilando ante posibles ataques. De aquí nos dirigimos a otra de las puertas, tanto la oeste, este, norte y sur se pueden ver en pie, pero solo podemos andar por dos de ellas. Por esta otra puerta la parte de la muralla tiene una rampa en vez de escaleras, el guía nos comenta que era para subir ahí con los caballos. Desde aquí nos asomamos a las almenas de la puerta que hoy es acceso de carretera a la ciudad, y de las murallas. Junto a la muralla hay un parque con árboles que dan sombra para protegerse del calor. De cualquier manera somos las únicas personas tanto aquí como en la otra puerta. Es en Hengchun donde nos quedamos a comer, sus casas son todas de una o dos plantas y el guía nos lleva a comer a un sitio de los que veo en las series asiáticas donde cocinan al lado del comedor para que lo puedas ver, y donde hacen un sabroso pulpo a la brasa. De aquí nos acercamos a ver otra de las puertas, la más grande. Al contrario de las otras esta puerta tiene techo y no tiene murallas, y además se encuentra en ¡una rotonda!. Después de casi dos semanas en Taiwán es prácticamente la primera rotonda que vemos. Esta es una de las cosas que más nos sorprendieron en Taiwán, y es que ellos no tienen apenas rotondas sino que se cruzan en las intersecciones sin accidentes ni pitadas. Nosotras nos entreteníamos viendo el tráfico de Taiwán sin las rotondas pero ellos se pueden volver locos si llegan a España (donde parece que no sabemos vivir sin una rotonda).

Visita: Noviembre 2018


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Kaohsiung - Taiwan

Kaohsiung

Tomamos el tren normal de Tainan a Kaohsiung y dejamos las maletas en el hotel antes de empezar la vista a la ciudad. El hotel, como todos los demás, estaba cerca de la estación de forma que no nos costó nada volver a la estación y coger el metro hasta la estación de tren de alta velocidad, y desde ahí caminamos unos minutos para llegar al Lago de Loto. Desde el lado más cercano a la estación se encuentra el templo de Confucio. Al entrar te piden que escribas tu nombre, de dónde vienes y cuantas personáis sois. Fuimos las primeras en escribir en nuestro alfabeto y cuando miró de donde éramos el hombre puso cara de sorpresa, ya sabíamos que no hay mucho turismo español por ahí. Dentro del templo había una pareja haciéndose fotografías vestidos con trajes chinos pero aparte de ellos no había mucha más gente, luego irían apareciendo más turistas; occidentales y orientales, pero por ahora teníamos el templo para nosotras solas. El lugar tiene una amplia plaza con un edificio central, que es el más decorado, y visto desde el exterior es mucho más grande que otros templos de Confucio que habíamos visitado. En los edificios que rodean al templo central podemos encontrar una exposición tipo museo como ya pasó con el Templo de Confucio en Tainan, solo que aquí hay menos objetos y mucha más información escrita. Salimos del templo y aunque era pronto el sol ya empezaba a pegar fuerte, caminamos atravesando la puerta donde había una docena de perros tumbados bajo la sombra del arco (lo que dado del calor que iba haciendo tan poco era tan raro) y continuando recto llegamos al puente y el muro con las inscripciones de Confucio. Desde aquí llegamos a ver el templo de Wenchang, que está tapado por los árboles, y luego queríamos dar un rodeo al estanque pero nos encontramos con que había obras. Así que tuvimos que salir del jardín que rodea el lago a una calle que estaba llena de comerciantes, lo que viene siendo el rastro de toda la vida. Pasando a través del mercado conseguimos llegar al pabellón del Ártico que adora al dios Xuanwu. La estatua es de setenta y dos metros de altura y es uno de los edificios más altos del lago. Se llega a través de un puente adornado con pequeñas estatuas, todas decoradas con esos lazos rojos que les ponen y que no conseguimos saber por qué. Al fondo está la estatua gigante de Xuantian, el emperador del cielo oscuro. Arrepentido de sus pecados, se arrancó el estómago y el intestino y los tiró al río. El estómago se convirtió en una tortuga y el intestino en una serpiente que se dedicaron a hacer el mal. Por eso se le representa sentado sobre una gran roca sujetando la espada Qixing de las Siete Estrellas y pisando a la tortuga y a la serpiente. Se puede entrar al interior de Xuantian, aquí tenemos escaleras por las que subir y en un lateral vemos la figura de una tortuga y una serpiente, representando los símbolos del mal de Xuantian. Antes de entrar nos quedamos mirando a unos orientales que estaban jugando a una de las muchas máquinas que hay en todos los templos y que parecen gustarles tanto. En esta se dedicaban a tirar monedas a la cara de unas esculturas y cuando acertaban, éstas se ponían a tocar los tambores que llevaban. No sé si ya lo había comentado antes, pero cuanto más bajamos hacia el sur, más calor hace. De aquí nos fuimos al Pabellón de la Primavera y el Otoño que son Pagodas pertenecientes al Templo Ciming. Son dos torres separadas por la figura de un enorme dragón, sobre el que cabalga Guanyin, la diosa de la Misericordia, vestida de blanco y acompañada de dos niños. Aquí se entra a través de la boca del Dragón, subiendo unas escaleras que simulan ser su lengua, por dentro los pasillos están decorados con la historia y la vida del dios, y acabas saliendo por la cola del Dragón, a la salida se pueden ver las tortugas vivas que tienen en el estanque. A partir de aquí el paseo alrededor del lago está lleno de flores de loto, aves y vistas de postal. Las Pagodas del templo Ciji están situadas dentro del lago. Son uno de los principales atractivos. Para llegar a ellas hay que atravesar un puente sobre el lago en zig-zag. La Pagoda de la izquierda tiene un enorme Dragón y la de la derecha un Tigre. Es muy importante entrar por la boca del Dragón y salir por la del Tigre para tener suerte y librarnos de los malos espíritus, por lo que se aseguran al poner varios carteles que te “obliguen” a entrar correctamente. Dentro del dragón, como el otro, hay que recorrer un pasillo con relieves que te cuentan una historia. Al final del pasillo nos encontramos con una mesa y una señora que nos pide un donativo. Después de pasar por el interior del Dragón se llega a su pagoda que tiene 7 plantas. Para subir hay unas escaleras de caracol. Yo solo subo un par de pisos mientras mis amigas se niegan a seguir subiendo escaleras con el calor que hace. La Pagoda del Dragón se comunica con la Pagoda del Tigre a través de un puente, lo único bueno de subir los pisos de las pagodas es que tienes una mejor vista de las figuras que decoran las susodichas pagodas. Al final del recorrido se sale por la boca del tigre que, como los otros pasajes, está lleno de relieves de colores. Tras la visita a la pagoda del tigre y el dragón hay una panadería cuyo olor nos llegaba desde el templo así que nos acercamos a por dulce para comerlo a la sombra de los arboles junto a lago. Cuando terminamos de comer cogemos un taxi de esos que los turistas que llegaban al lago iban dejando libre y señalándole el nombre en chino del consulado británico nos dirigimos hacia allí. Cuando llegamos el taxista nos dejó en un lado de la montaña que tenía una gran escalera. Empezamos a sospechar que los taxistas tenían gran interés porque subiéramos muchas escaleras porque igual que el de Jiufen, nos señaló las escaleras como si tuviéramos que subirlas. Resulta que la antigua Residencia Consular Británica se encuentra en lo alto del monte Gushan, y aunque ofrece unas buenas vistas de la ciudad como ya íbamos a subir al rascacielos Sky Tower 88 no necesitábamos subir hasta el monte a por vistas. Andamos por el paseo marítimo que hay por esta zona y que tiene vistas a la isla cijin y a su faro de forma que rodeamos el monte Gushan y cuando vimos el precio de la entrada al Consulado decidimos no entrar, no nos valía la pena. Normalmente las entradas a los sitios son muy baratas, pero esta no lo era y tampoco nos iba a compensar. Nos dirigimos a coger el ferry que va a la isla Cijin. El billete del ferry se puede pagar pasando la easy card, que es lo que nosotras hicimos a la ida y a la vuelta. Subimos a la parte superior del ferry, para disfrutar de las vistas y el frescor del aire de mar. El paseo es muy corto pero agradable. Cuando llegamos y salimos del ferry nos dirigimos hacia la derecha para ir hasta el faro de la isla pero mis amigas con el calor que están pasando han decidido ponerse en plan relax y no quieren subir escaleras. Como no me apetece subir y dejarlas tiradas damos la vuelta y acabamos en la calle principal que cruza la isla de un lado a otro, esta calle está llena de tiendas, principalmente de comida: mariscos, ranas, y demás bichos desconocidos, pero también hay otro tipo de tiendas. La calle termina en la playa de fina arena y que estaba curiosamente vacía, aunque el paseo marítimo de la playa estaba lleno de gente paseando y montando en bicicleta. Acabamos en un chiringuito de la playa tomando algo para que mis amigas descansen a la sombra. Por la isla vemos muchos de los turistas montados en bicicletas que alquilan nada más bajar del ferry. Antes de que se haga tarde volvemos sobre nuestros pasos para coger el ferry y luego caminar hasta la parada de metro que nos llevará hasta el Rascacielos Sky Tower 85. Al contrario que con el Taipei 101 esta vez conseguimos subir antes de que anochezca, pero no es algo muy difícil si tenemos en cuenta que éramos las únicas turistas en el mirador. Cuando subimos nos encontramos con que estábamos nosotras y los dependientes de la tienda, así que dimos tranquilamente la vuelta al mirador, y nos sentamos frente al mar para ver el atardecer. Cuando bajamos del mirador volvemos al metro para ir a lo que va a ser nuestra última parada, en Kaohsiung hay más sitios que ver pero por ahora hemos visto suficiente teniendo en cuenta que acabamos de llegar en el mismo día. Nuestra visita final es la parada de metro llamada “The dome of light”, que una cúpula hecha con cristales de colores que cuenta la historia del universo, y desde diferentes ángulos una misma imagen en realidad son dos o tres imágenes diferentes. Estuvimos dando vueltas y vueltas intentado ver todas las imágenes que representa. Tras ello volvimos a la estación central para salir a cenar algo y donde nos encontramos con toda la gente que no habíamos visto haciendo turismo.

Visita: Noviembre 2018


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