Singapur
Visita: Noviembre 2018
Mis imágenes: Álbum de Facebook dedicado a Singapur
Información para viajar: Pendiente
El vuelo de Taipei a Singapur salió con retraso, íbamos a salir a las doce de la noche pero al final fue más tarde por lo que dormimos poco, y menos de lo esperado. Llegamos sobre las nueve de la mañana y lo primero que hicimos fue dejar las maletas en el hotel e ir a buscar un sitio donde desayunar (y meter cafeína al cuerpo) para luego ponernos a ver la ciudad. El primer día había planeado ver lo que no vi cuando estuve hace cinco años en el país pero ninguna nos sentíamos con ganas de ponernos a andar cinco horas (era un recorrido a pie de aproximadamente 4 horas por las colinas del sur), así que cambie los planes y los adapté a unos que nos permitieran volver al hotel sobre las dos de la tarde (hora en la que ya nos dejaban entrar a la habitación) y así cambiarnos de ropa y descansar algo. Lo primero que visitamos fue el barrio árabe, estábamos cerca por lo que podíamos ir a pie, encontré muchos más turistas que hace cinco años, pero al final no solo fue la impresión de este barrio, fue la impresión del lugar. No sé si es que ahora es más turístico, conocido o simplemente es que era un mes de temporada alta de turismo pero hace cinco años había muchísimo menos turismo, lo cierto es que me sentí como cuando hice turismo en Barcelona, allá a donde fuéramos había hordas de turistas. Incluso encontramos mucho turista español, pero mucho, y hasta los buses turísticos tenían guías en español (cosa que hace cinco años no tenían). Vi también otros cambios, pero creo que es porque la ciudad ha evolucionado con el turismo. En cualquier caso, hicimos el recorrido por el barrio árabe, que es una zona bastante pequeña formada por un puñado de calles en torno a la Sultán Mosque (Mezquita del Sultán). Se pueden encontrar tiendas de tejidos, alfombras, saris, batiks, cuero y perfumes. A quien le gusten los países árabes disfrutarán de este pequeño barrio. Un paseo por este barrio es imprescindible, como un viaje al pasado, además hay varios carteles con fotografías antiguas que te cuentan la historia del lugar (no necesitas un guía para ello si sabes inglés). Junto al barrio está el Malay Heritage Centre, que fue durante mucho tiempo la residencia de la familia real malaya que ya habitaba la región antes de la llegada de los ingleses. Luego cogimos el metro para ir al barrio hindú. Debían ser fiestas hindús porque en el metro te deseaban happy (lo que fuera) y cuando salimos a la calle nos encontramos todo decorado con carteles coloridos. Aquí vi otro de los cambios y es que cuando fui a este barrio las aceras y los comercios del mercado no estaban tan reestructurados ni divididos por vallas verdes. A mi tanto comercio y restaurante en parcela me recordó a los bares en las avenidas con sus terrazas, cada uno pegado al otro con su parcela. Aquí vimos la casa china que se conserva y el mercado en sí, con menos cosillas que la vez anterior. De aquí hicimos el recorrido que hice la vez anterior para ver los diversos templos hindús, además así paseábamos por sus, ahora, organizadas calles y veíamos los comercios típicos de la zona. Otro de los cambios es que cuando yo estuve hace cinco años en las mezquitas había código de vestimenta (lo sigue habiendo, hay una en este barrio que por fuera es muy bonita, por dentro al igual que hace cinco años pasamos de ir porque eso de cubrirnos de pies a cabeza nos parece exagerado), pero en los templos hindús y chinos pude entrar con mi ropa de viaje (eso sí, descalzándome). En cambio ahora hay código de vestimenta, tanto en los templos hindús como en los chinos, con sus cárteles bien grandes para que te tapes como corresponde. Y creo que esto puede deberse al aumento de turistas, si alguno entraba con camiseta de tirantes o pantalón corto igual no pasaba nada, pero si entran las hordas de turistas que había por todos los lados vestidos así la cosa cambia. Como llevaba mi ropa de viaje no tuve problema, porque en los vuelos siempre paso frio así que iba decentemente vestida, y además siempre llevo un pañuelo para el cuello, pero es algo que me llamó la atención. Primero entramos al Sri Veeramakaliamman Temple, el templo no ha cambiado mucho y eso que la última vez estaba en obras, lo que vi diferente fue la entrada, ahora han hecho un jardincillo con asientos para dejar los zapatos, antes eran dos baldas de madera y el suelo. Dentro sigue habiendo muchas imágenes, dentro del templo, de la diosa Kali, diosa del poder y consorte de Shiva. Se puede ver cómo pueden adorar a una diosa que aparece con niños muertos y tragando las vísceras de una mujer muerta. De aquí visitamos otros dos templos hindús más, en uno de ellos la vez anterior solo vi por fuera por falta de tiempo, esta vez sique entramos, aun siendo más grande que el anterior, el más lleno de gente e impactante es el primero, tal vez porque fue el primero que construyeron los inmigrantes indios al llegar a Singapur y esa diferencia se nota, dado que los otros, más modernos, eran más parecidos entre sí. Luego visitamos el templo chino con e Buda feliz y el taoísta con su buda gigante y alargado. Es interesante ver las diferencias entre uno y otro, la vez anterior solo los pude ver por fuera. Y por supuesto, las calles están mucho mejor para transitar que hace cinco años. Se nota una reforma sustancial del barrio. De aquí volvimos en metro al hotel y nos aseamos y descansamos una horita antes de seguir moviéndonos por Singapur. Esa noche íbamos a caer muertas, pero así es la vida del turista, muy sacrificada si se quieren ver cosas. Del hotel salimos hacia el barrio chino, y nada más salir del metro comenzó a llover. Y si hubiera sido poco pero el caso es que caía con ganas y duro lo que quedó de tarde, afortunadamente por la noche paró de llover. En el barrio chino recorrimos la Chinatown Food Street y entramos en el templo Sri Mariamman, aquí pagabas por hacer fotografía y sigues teniendo que hacerlo, nosotras entramos pero esta vez no pagué por hacer fotos. Y el caso es que la mayoría del templo estaba con unas cuerdas de metal amarillo que impedían acercarse a ver los detalles de cerca así que entramos pero no hicimos fotografías, porque casi no se veía el templo. Esas cadenas amarillas que cortaban el paso no estaban hace cinco años. Seguimos bajo la lluvia para entrar al templo chino Buddha Tooth Relic, aquí hay código de vestimenta, y tienes al guardia que va a vigilar que cumplas con el mismo. Por dentro hay una gran cantidad de figuras de todos los tamaños y un predominante color oro y rojo inundan el templo, en diferencia a la época en la que lo visite la sala central del templo estaba cerrada y llena de mesas con frutas y alimentos. Yendo por los laterales se puede ver la otra parte del templo y como seguía lloviendo buscamos el ascensor para subir a las plantas superiores del templo, aquí seguimos a los chinos. Se pueden recorrer todas las plantas y esto, por ejemplo, no lo hice hace cinco años. A la primera planta a la que fuimos es donde hay que descalzarse, ir adecuadamente vestido y entrar en silencio porque es donde guardan una reliquia y hay varias personas meditando, es una sala de oración y meditación junto a la reliquia por lo que hay que ir con silencio y respeto. De aquí decidimos coger el ascensor y subir a la última planta: la terraza, que tiene un jardín exterior y pasillos para recorrerlo, así que no nos mojamos, en el centro tiene una
rueda de la oración vairocana de buda. Desde el último piso fuimos bajando por las escaleras a las otras plantas, que son como un museo con figuras y demás objetos budistas que tiene el templo. Y la última planta del templo que visitamos fue la que tiene un pasillo exterior que recorre la sala central del templo, desde abajo veíamos a gente caminar por entre las esteras que cubren el pasillo y de ahí descubrimos el ascensor. Por este pasillo tienes a un lado la sala central y al otro una fila de figuras de cera de los distintos lamas. Tras visitar el barrio chino regresamos al metro para ir a los jardines de la bahía y ver el espectáculo de luz y sonido nocturno. Aquí me perdí un poco y dimos vueltas por el hotel Marina Bay Sands, no hacíamos más que rodear el edificio porque no encontrábamos la forma de cruzar la carretera hacia los jardines, al final seguimos a dos turistas extranjeras que estaban perdidas pero preguntaban a todo el mundo, era fácil seguirlas porque una llevaba un chubasquero amarillo como si fuera BOB Esponja. Finalmente encontramos el camino y una vez en los jardines ya recordaba cómo llegar al mirador donde mejor se ve el espectáculo. Y aunque la música era distinta (normal) el espectáculo de los Supertree me siguió encantando igual que la primera vez que lo vi hace cinco años. La cosa es que cuando escribí las primeras entradas sobre Singapur hace 5 años dije que Singapur era un sitio para repetir, y como veis he repetido. Y aún con los cambios y la masificación turística igualmente repetiría, para volver a verlo y ver lo que, por ciertos motivos que ya contaré, se me quedó pendiente. Al día siguiente nos tocaba más relax que el día anterior, pero teniendo en cuenta lo poco que dormimos tampoco es algo malo. Al día siguiente nos dirigimos al hotel Marina Bay Sands donde pasaríamos la noche, aquí como en el resto de la ciudad han cambiado las cosas. Ahora la gente puede comprar entrada y subir a la terraza (pro lo que por la noche no había ni un hueco libre para disfrutar de las vistas y el espectáculo nocturno) y para entrar a la piscina ya no hace falta pulsera, han puesto unos tornos para pasar con la tarjeta de la habitación. Por lo que al hacer el check-in te dan una tarjeta por persona. Nos dieron un piso bajo pero con vista directa a los jardines del Supertree así que nos quedamos contentas con las vistas. Dejamos la habitación y marchamos hacia la noria Singapur Flyer. Antes de subir tienes una sala con algunas cosillas interesantes de ver, es como un museo moderno. Había muy poquita gente así que pudimos entrar solas a una de las cabinas de la noria, la cabinas son muy grandes y para tres íbamos dando vueltas. La subida merece la pena porque puedes ver Singapur desde ahí arriba sin agobios de calor. Se ven los Jardines de la bahía (Gardens by the Bay), el Marina Bay Sands, la bahía de Singapur con el Merlion, y al fondo el resto de edificios. La Singapore Flyer es la noria mirador más alta del mundo (mide 165 metros de altura). En contra a hace cinco años el cielo estaba despejado y brillaba el sol por lo que se veía mucho más en detalle el fondo que la primera vez que subí. Tras bajar me compré un helado, estaba acatarrada pero ya que tenía que viajar congestionada y sufriendo al menos podría darme un capricho. Aquí había un embarcadero para coger uno de los barcos que hacen tours por la bahía, mis amigas no parecían animadas ante la idea así que no lo hicimos, no importa, la próxima vez caerá. De la noria nos acercamos al puente que hay junto al campo de fútbol para cruzar al otro lado, junto al edificio con forma de flor que es un museo, y así dar una vuelta a toda la bahía. En el paseo había varias palmeras plantadas por diversos países, al final encontramos la de España, aquí hay gente paseando pero sobre todo ocultándose del sol, cuando dimos la vuelta el merlion estaba todo lleno de turista haciéndose la foto con el símbolo de la ciudad: el merlion, mitad pez mitad león. Realmente hay dos merlion en esta zona, uno grande y otro pequeñito, los dos iguales que lanzan un chorro de agua por la boca. Aquí hay un puente que no estaba cuando fui hace cinco años y es porque lo construyeron en el aniversario de los 50 años de independencia de Singapur. Sabía que Singapur era moderno pero no sabía que tan pocos años. Cruzamos el puente del jubileo y volvimos a dar la vuelta para ir a los jardines de la bahía, fuimos directas a coger los tickets para subir a los supertree, arriba había ya gente, lo dicho, esto estaba a rebosar de turistas. Desde arriba se puede notar el aire fresco y las vistas son preciosas, sin contar con que el paseo por la pasarela suspendida por los supertree vale la pena la entrada aunque se acaba muy rápido. Creo que no he comentado que los supertree son árboles filogenéticos montados a partir de una combinación de pequeños árboles filogenéticos (y ahora os habréis quedado como yo, sin saber lo que es hasta que lo ves). De aquí regresamos al Marina Bay Sands, para cambiarnos y subir a la Infinity pool, la piscina famosa del hotel, La piscina tiene vistas a la bahía de Singapur, pero la zona de bares y de jacuzzis tiene vistas a los jardines de la bahía, que desde esa altura tienen un aspecto diferente. Hay dos piscinas, una para niños, que está cubierta por un cristal que la protege del borde y la de adultos que no tiene ningún cristal, aunque apenas tiene profundidad. Había muchísima gente, era dificilísimo encontrar un sitio donde dejar el albornoz del hotel o la toalla que te daban ahí mismo los del hotel. Como no nos fiamos (esto no era Taiwán) nos turnamos para entrar a la piscina, entraban dos y la otra se quedaba guardando las pertenencias. La más friolera se salió rápido así que pude disfrutar más tiempo de la piscina, que tiene truco, y es que cuando te acercas al borde, o desde la terraza, se puede ver que el agua cae a un canal que separa el borde de la piscina del borde del edificio, aunque de lejos parece que el agua cae directamente a la ciudad, y estar dentro con los rascacielos de fondo es impresionante. De la piscina nos acercamos al jacuzzi, hay menos gente y ahí yo estoy un rato, con las vistas a la bahía pero mis amigas se quedan más tiempo, en ese rato yo me voy a ver la vista desde la terraza. Después de perderme dando vueltas por los ascensores (esto de que a la terraza haya dos tipos de acceso es un lio) voy a buscar a mis amigas para que vayan a coger sitio a la terraza para ver el espectáculo de luz, agua y sonido de la bahía. La vista desde arriba del espectáculo era diferente al espectáculo visto desde abajo, me gustó más el de hace cinco años, pero igualmente este espectáculo es mucho más completo que el de otros países. Y sobre todo la vista nocturna de la bahía es impresionante. Tras ver el espectáculo de la bahía bajamos a la habitación para ver desde la misma el espectáculo de los Supertree. Al día siguiente, el último, tenía planeado hacer la caminata de cuatro horas por las colinas del sur que el primer día por agotamiento no hicimos. El caso es que este día amaneció lloviendo y se pasó toda la mañana lloviendo sin parar pero como era un lugar donde no había estado igualmente salimos para coger el metro. Había dos opciones de caminos pero visto que una de mis amigas decía que con la lluvia no pensaba salir y que nos esperaba 4 horas ahí decidí cambiar el plan y salir en la estación de metro desde donde se podía hacer el camino largo o el corto. Al final salimos las tres a hacer el camino corto, por lo que hay restos históricos y naturales que se quedaron pendientes de ver. El camino que hicimos empezaba e por aproximadamente la mitad del sendero original, es decir, menos hroas de recorrido, y pasa por los parques de Telok Blangah Hill y Mount Faber. En el camino hasta el puente Alexandra Arch no encontramos a nadie por la calle bajo la lluvia pero cuando comenzamos el camino ya vimos gente que estaba haciendo el camino con paraguas o impermeable. Si es cierto que no había apenas gente pero ya no estábamos solas como cuando andábamos por la calle. El Alexandra Arch es un puente peatonal conecta el Floral Walk de HortPark con el Forest Walk, una vez llegado al puente lo cruzamos y vimos que comienzan unas pasarelas de metal que se adentran en el bosque, son las Forest Walk (paseo por el bosque) del parque Telok Blangah Hill. Son más de un kilómetro de pasarelas elevadas que recorren el parque. Hay carteles a lo largo del camino que informan sobre la avifauna y la flora que puede ser vista durante el paseo así como del Singing Forest(bosque cantante), así llamado por albergar más de 200 especies de árboles que atraen a aves cantoras, pero nosotras no vimos ni los pájaros cantores ni los monos salvajes pero el paseo es bonito, con tanta naturaleza verde combatiendo con la altura de los rascacielos al fondo. El último trecho de pasarelas sube de forma pronunciada hasta la parte alta del parque, donde está el Forest of Giants (bosque de los gigantes), con grandes especies en peligro de extinción. Continuad caminando siguiendo las señales que muestran la dirección de las Henderson Waves. El puente con curvas que desde el camino puedes observarlas antes de entrar, una vez en el puente no puedes ver las ondas que forma su estructura. Las Olas de Henderson es un puente que conecta los parques Telok Blangah Hill y Mount Faber a varios metros de altura (es el puente peatonal más alto de Singapur). La parte final del sendero lleva hasta Mount Faber, el punto donde se encuentra la estación del teleférico de Singapore. Al llegar aquí cogimos el teleférico a la Isla Sentosa. En la taquilla hay un cartel enorme con los puntos de interés, como el balcón de los candados, la campana de la felicidad y el baño con las mejores vistas (es un baño acristalado en una esquina del edificio y se ve el bosque, el teleférico, el mar y la isla de Sentosa. Tras hacernos las fotos de rigor tomamos el teleférico, cogimos el round trip que nos permitía ir a la isla y luego coger el teleférico de la isla por todas las paradas. El recorrido en teleférico es muy recomendable, había parado de llover y se ve toda la isla desde arriba así como los alrededores. Las playas y lo cristalino de sus aguas hacen que se vean los arrecifes desde lo alto, parecen playas de islas paradisiacas del caribe. La isla de sentosa es un resort y un complejo de parque de atracciones variado. Si no quieres gastar dinero en esas cosas, como era nuestro caso, lo mejor es coger el teleférico y ver la isla desde arriba. Aquí nos paramos a comer y a ver desde fuera y sin pagar el otro Merlion que tiene el país. Desde el teleférico se puede ver la cabeza de león de este merlion, al ser el símbolo de Singapur no podía faltar una réplica del mismo en la isla de Sentosa. Aunque para entrar dentro del Merlion hay que pagar como en el resto de atracciones, y no estábamos para gastar dinero. Hay pases para usar en varias atracciones pero no somos de atracciones, lo que si nos gustaron mucho son las vistas desde lo alto y las playas que son increíbles con esa arena blanca y esa vegetación verdosa, y el agua del océano tan limpia. Parece una isla paradisiaca si no te fijas en todos los resorts y atracciones que tiene en el interior, claro. Regresamos en teleférico de la Isla Sentosa al Monte Faber para seguir el camino, que se hace a través del bosque, en un sendero empinado que, afortunadamente, es todo cuesta abajo, ya sea por escaleras de madera o por un sendero de tierra. Hay varios mosquitos porque es como estar andando por la selva. También hay señales de precaución porque con las lluvias se caen las ramas de los árboles, nosotras mientras andábamos escuchamos el ruido de algo romperse y caer y el estruendo se estuvo oyendo bastante, afortunadamente no nos tocó estar dentro del bosque en ese momento sino que todavía íbamos pro la carretera. Es normal que haya señales avisando porque ciertamente, somos testigos, se caen las ramas (llevaba lloviendo toda la mañana) y las ramas de esos árboles son como troncos. Al final del camino acabas saliendo al metro y un centro comercial. Y cogimos el metro para ir al Quarter bay, saliendo del metro y de camino a barrio de la bahía con encontramos con la fachada de un edificio con varias ventanas coloridas, es el MICA building, de aquí hay un puente, el Elgin, nosotras seguimos por este lado del río que nos llevará al muelle Boat Quay, desde este lado del río vemos el muro del Parlamento de Singapur , seguimos camino a la desembocadura del río y al otro lado está la estatua de Sir Stamfor Raffles, donde el este sir, fundador de Singapur puso por primera vez el pie en la isla. Nosotra sya estamos dentro del Boat Quayque era el muelle más importante del antiguo puerto de Singapur y también el más próximo de la desembocadura del río. Como para la colonia china local la región donde se localiza recordaba la barriga de una carpa, lo que era una señal de prosperidad, la zona atrajo también muchas tiendas que ahora han sido reformadas y convertidas en restaurantes y bares que ofrecen marisco y pescado conservado fresco en acuarios. Aquí paramos a tomar algo viendo las focas nadar en el río, los barcos turísticos pasar de un lado a otro, y las tabernas cerveceras inglesas. Cuando dejamos la terraza del bar seguimos bajo las casas bajas de Boat Quay que dan paso a los rascacielos del distrito financiero. El primer rascacielos es el UOB Plaza Tower 1. En su entrada se encuentra el homenaje a Newton de Salvador Dalí y poco después, entre la torre 1 y la 2, se encuentra la estatua Bird (pájaro) del artista colombiano Fernando Botero. Seguimos el curso del río hasta llegar al puente Cavenagh, junto al rascacielos del Banco de China. En el cartel a la entrada del puente se prohíbe la circulación de animales y carretas pesadas. Junto al puente hay unas figuras de una carreta cargada y tirada por un buey y tres tipos de personas negociando, lo que sería al representación de los chinos, ingleses y malayos de la zona. Pasado el puente, en la misma orilla del río, nos encontraremos con la escultura Primera Generación que representa a unos niños saltando al río. Y en un lado está el Hotel Fullerton. De aquí llegamos a la desembocadura del río en la bahía y volvemos a estar junto al Merlion, cruzamos el puente del jubileo y nos dirigimos a los jardines de la bahía para entrar al invernadero tropical. Aquí hay muchísima gente, encontramos de nuevo a las hordas de turistas. El ambiente es muy fresco, justo en la entrada tienen una inmensa cascada de agua artificial y la decoración y las pantas del lugar han cambiado con respecto a la última vez, aunque teniendo en cuenta que es noviembre y no mayo es normal que sea temporada de otro tipo de flora. El jardín está como en una montaña con diferentes pasarelas aéreas. Así que entras en la montaña y tienes un ascensor para subir al último piso y de ahí ir bajando por las escaleras mecánica y las rampas hasta llegar al suelo. Entre más cascadas, flores, y salas interactivas vas disfrutando del lugar, aunque demasiada gente para mi gusto. El invernadero es todo acristalado y desde las pasarelas aéreas se puede ver la noria y los supertree. Cuando salimos del invernadero vamos a ver el espectáculo de luz y sonido de la bahía pero al pie de la bahía, más cerca para ver mejor las figuras que proyectan las luces. Por desgracia se pone a llover cuando queda nada para que empiece el espectáculo, aun así con paraguas y de pie disfrutamos del espectáculo, que es muy recomendable y mucho mejor que el de otras ciudades. De aquí entramos al centro comercial que tiene de todo para entretenernos hasta que nos vayamos al hotel, nos recogen a las dos de la madrugada porque el vuelo sale a las seis de la mañana, de esa forma íbamos a aprovechar más horas de lux en Hong Kong. Luego no fue así pero eso ya lo cuento en la entrada de Hong Kong. Cosa curiosa es que las tiendas, al menos las joyerías, están abiertas hasta las dos de la madrugada en esta parte de Singapur.
Mis imágenes: Álbum de Facebook dedicado a Singapur
Información para viajar: Pendiente
Comentarios
Publicar un comentario
.