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Beitou - Taiwan

Beitou

Salimos del hotel de Kaohsiung y teníamos la opción de ir con las maletas a la estación y coger el metro hasta la estación de tren de alta velocidad o bien coger un taxi en la misma estación de tren. Visto que los taxis son baratos y lo único de lo que hay que preocuparse es de tener el nombre en chino de a dónde, vas decidimos tomar un taxi. Hoy iremos de Kaohsiung a Taipéi en el tren de alta velocidad. Hasta ahora hemos viajado por Taiwán en el TRA, el tren normal, que es más lento pero mucho más barato. Como el recorrido es largo y ya hicimos todas las paradas intermedias deseadas decidimos gastar un poco más y así aprovechar horas de luz. El tren de alta velocidad tiene sus estaciones normalmente en las afueras de la ciudad por el cambio de vías, en este caso la estación está al lado del Lago de Loto donde ya estuvimos. Aunque el tren normal tuvimos que comprar los billetes con antelación ya estando en Taiwán por lo de los dos días de plazo entre el pago y la recogida. El tren de alta velocidad permite reservarlo y recogerlo con mucha más antelación. Dos meses antes del viaje compramos el billete de tren. Aunque he dicho que el tren de alta velocidad es más caro que el tren normal aun así es más barato que un ave Madrid-Zaragoza (y ni contaros Barcelona-Zaragoza que siempre es más caro). Una vez estuvimos en Taipéi, además de encargarnos de comprar todos los billetes del TRA, también ese día nos encargamos de recoger los billetes del tren de alta velocidad. En la estación central de Taipéi está en una ventanilla distinta a los trenes normales, nos costó un poco localizarlo pero afortunadamente los taiwaneses siempre amables nos corrigieron y nos enviaron a las ventanillas correctas. Con el pasaporte con el que haces la compra es como lo puedes retirar. Así que retiré los tres billetes de tren y así en Kaohsiung no tuvimos que hacer nada más que llegar, buscar la vía y bajar al andén a coger el tren. Como en los trenes normales en el suelo te marca el vagón que va a parar ahí. Cuando llegamos salimos en dirección al hotel del primer día y dejamos las maletas para volver a la estación central y coger el metro hasta Beitou. Habíamos dejado Beitou para el final porque nos gustan las aguas termales y después de ir recorriendo la isla (y teniendo por delante otros dos países más que visitar) nos apetecía un día de relax. Tomamos la línea roja del metro hasta la parada Beitou y aquí la rosa hasta la parada XinBeitou, había bastante gente esperando para coger el metro a XinBeitou, el metro es pequeño, hay solo dos o tres vagones y por dentro tienen adornos relacionados con las aguas termales que dan información interactiva del lugar. Nada más salir del metro hay dos avenidas, nosotras tomamos la que está más a la derecha y andando llegamos a la biblioteca pública. Hay que comentar que salimos de Kaohsiung a veintidós grados a las nueve de la mañana y a Beitou llegamos con lluvia, y no una lluvia suave, por lo que la visita a Beitou nos la tomamos con calma, de forma que dimos un rodeo al estanque y el puente en el jardín que rodea la biblioteca y acabamos en un mirador de madera que tienen y que da cara a la biblioteca y el jardín, lo bueno del sitio es que tiene techo por lo que había bastante gente también parada ahí. Con la lluvia que caía no apetecía mucho caminar pero nos llegó una música cercana, nos daba la impresión que salía de la casa que había junto a la biblioteca por lo que salimos de nuevo a la calle y seguimos subiendo hasta llegar a una fila. Cuando miramos bien descubrimos que esa fila era para entrar al museo de las Aguas Termales de Beitou, y como la casa está a cubierto y de ahí salía la música no dudamos en entrar. Al entrar tienes que quitarte los zapatos y con ellos en las manos te llevan hacia unas taquillas donde te sacan unas zapatillas de tu número (y digo de tu número porque las tres tenemos diferentes tamaños y ninguna tuvo problemas con sus zapatillas), y te dan una llave de un casillero donde guardar tus zapatos hasta que decidas irte. Una vez calzadas con las zapatillas entramos en el museo. El museo es una antigua casa de baños comunal de arquitectura japonesa(fue la casa de baños públicos más grande del noreste de Asia de su época.) y en la planta de arriba, a la que accedimos desde la calle, hay una banda de música de instituto y son los que producían la música que nos llegaba desde el jardín. Hay un tatami y la gente está sentada sobre él escuchando la música. Nos quedamos hasta que terminan su actuación y entonces comenzamos a recorrer la casa. La planta primera se presenta como una casa con columnas de piedras, balcones para asomarse al jardín y ventanas y paredes de madera. La vista desde los porches de la primera planta son agradables, la pena es la lluvia que sigue cayendo. Hay varias salas en la primera planta con información sobre la historia de las aguas termales y de la población aborigen de la zona. Antes de que llegaran los japoneses, Beitou estaba donde residían los aborígenes Ketagalan, y el nombre Beitou se deriva del asentamiento de esta tribu aborigen Beitou. Bajando unas escaleras de madera se llega a la planta baja donde nos encontramos con una piscina y diversas salas con la decoración de los baños termales antiguos y algunos objetos de la época. La idea de las aguas termales se introdujo por primera vez en Taiwán durante la era colonial japonesa y aquí se encuentran objetos de esa época, igualmente las salas de baño tienen sus mosaicos y hay una pequeña sala separada que es, según los paneles explicativos, la sala VIP de los oficiales japoneses cuando iban a las aguas termales. Las ventanas de abajo tienen vidrieras y las dan al jardín, y sigue lloviendo. Al final salimos del lugar para poder seguir viendo cosas, aunque nos mojemos. Seguimos la calle hacía arriba y pasamos junto al río, hay varios carteles donde se indica que está prohibido el baño debido a las altas temperaturas. El paisaje es muy bonito aunque el agua empieza a sacar humo. Siguiendo hacia arriba hay unos carteles que nos orientan hacia la izquierda para entrar el Valle Termal o del Infierno. Aquí se pueden ver los manantiales de agua de azufre, dado que un cráter volcánico lleno agua sulfurosa de color verdoso, el agua está tan caliente que al principio casi no vemos el color debido al intenso vapor que sale del agua. Después de un rato por la zona conseguimos ver el agua de color verdoso y con burbujas debido a la ebullición. Tras ver la zona regresamos por donde hemos venido hasta llegar a los baños termales públicos, que era lo que queríamos hacer hoy,, tomar unas aguas termales y descansar. Cuando llegamos vemos mucha gente de pie delante de la puerta y no entendemos nada, como la calle es muy estrecha y sigue lloviendo con los paraguas nos cuesta conseguir ver las máquinas para sacar el billete de entrada. Junto a la puerta de acceso a la izquierda hay unas máquinas donde hay comprar el billete para acceder a las aguas termales. Después a la izquierda empezamos a hacer fila, al parecer todos están esperando a que las aguas termales se vacíen de gente para que pueda entrar más gente. Aquí hay varios orientales y unos franceses, debido a que solo estaban los franceses nos costó llegar a la deducción de que tocaba hacer fila bajo la lluvia, no lo entendíamos porque salía gente pero no entraba nadie. Junto a la puerta hay varios carteles con la ropa que está prohibida. Cuando por fin entramos la mujer de la puerta nos separó a los franceses y a nosotras del resto, resulta que no se fían y nos pidieron que le enseñáramos los bañadores, hasta que no vieran que cumplíamos las normas no nos dejaban entrar. Tras demostrárselo bajamos la escaleras que dan a las duchas y las taquillas, para guardar las cosas necesitas cambio justo, menos mal que teníamos suficiente. Guardamos todas las cosas y nos fuimos a las duchas, antes de entrar en este tipo de aguas termales hay que lavarse con agua fría primero (no eran nuestras primeras aguas termales) y luego entramos en la primera piscina, estaba caliente pero se podía aguantar. Mis amigas probaron las otras piscinas, hay por niveles y según vas subiendo de nivel el agua está más caliente. Bajo el techo que ponen a las piscinas (y que nos evita la lluvia) hay un marcador con la temperatura del agua. La última estaba prácticamente vacía pero es que era inhumano el calor de esa agua. El vigilante se toma muy en serio su trabajo, a todos los que intentaron hacer fotografías les pegó una pitada y una buena bronca, y a los padres con niños pequeños que hacían lo que querían también. Luego, sin tejado hay otra piscina que es la de agua fría, aunque en vez de fría estaba helada. Cuando nos cansamos de salir y entrar nos duchamos nos vestimos y salimos. Aunque nos duchamos yo aún olía a azufre en la piel, aunque hay que decir que la piel se quedó toda suave, una maravilla. Volviendo pro la misma calle hacia la estación de metro entramos en el Centro Cultural Ketagalan que está dedicado a las distintas tribus aborígenes de Taiwán. En la primera planta encontramos los trajes típicos de cada tribu y aquí vimos a los de Taroko así como el traje de la figura aborigen que vimos en Kenting. Muy interesante tener más información sobre todas esas pinceladas aborígenes que habíamos ido teniendo por nuestro viaje por la isla. De aquí salimos para ir al metro y regresar a Taipéi. El regreso fue bastante duro porque había muchísima gente, tuvimos que ir aplastados de pie con el aire acondicionado muy fuerte y a mí se me había metido agua en los zapatos al meter el pie en un charco y tras una hora con los pies mojados bajo el frío acabé acatarrándome.


Visita: Noviembre 2018


Información para viajar: Pendiente

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