Museo y Parque Real de Capodimonte - Italia

Museo y Parque Real de Capodimonte

A las diez de la mañana tomamos el autobús para ir hasta el Parque Real y Museo de Capodimonte. El lugar está algo alejado del centro (me alojaba en la zona de Chiaia) pero en el trascurso se puede ver el puerto y el tráfico caótico e Nápoles. Primero visitamos el palacio, dentro se pueden observar tres enormes patios y porches abiertos al exterior con grandes arcos, nosotros estuvimos en el patio interior del palacio esperando para entrar porque al ser un museo y ser un grupo tan grande teníamos que entrar en grupos de veinte personas poco a poco para no llenar las salas de golpe. Podíamos ver los dos primeros pisos, aunque las escaleras son muy oscuras las salas valen la pena porque aunque el museo es inmenso, lleno de obras de Miguel Ángel, Caravaggio, Tiziano, Goya, Fortuny, aunque también tiene exposición de armería. Es un museo muy completo, del cual te puedes perder detalles si no tienes tiempo suficiente para descubrir todas sus salas. Aunque lo ideal fue visitar el palacio en sí porque sus salas conservan las pinturas de sus techos, sus suelos brillantes, lámparas preciosas, techos pintados, porcelanas, sofás, mesas, espejos, etc auténticos rincones donde todos coincidimos que creaba un ambiente único para la recreación. Mientras paseábamos por las salas de este palacio de repente llegó una música de piano hasta nosotros, acercándonos hacia la música llegamos a uno de los salones principales donde un piano d cola y un pianista tocaba para el público. Entre las lámparas, las columnas, los ventanales, los suelos, los techos, nuestros ropajes y la música, todos evocamos lo que sería hacer ahí un baile. Aunque no sé si este palacio, que tiene varias salas, pero no muy grandes, tuvo bailes. El palacio Real de Capodimonte se creó por Carlos de Borbón como una residencia para la Corte junto a una reserva de caza. Así alrededor del palacio hay un gran parque que fue coto de caza real, desde el museo hay caminos entre árboles, fuentes y unas vistas inolvidables de la ciudad y el mar. Los momentos más memorables de la visita fueron encontrar ese espejo en una sala con el que observar al resto, la música del piano sonando de fondo en el palacio, descubrir de repente un cuadro de Goya (con un vestido amarillo, el color de moda – ya veréis-) y sobre todo el paseo por el Parque real. Imaginad salir del palacio por uno de los laterales y encontrar un paseo cubierto por frondosos verdes árboles, un par de farolas (de las de estilo antiguo no moderno) y ver caminar a los caballeros con las damas del brazo, así hasta llegar a una plaza con fuente al otro lado del palacio, con un mirador hacia el mar donde sentarse y pasear y hablar. Un paseo ideal para acabar la mañana antes de regresar al centro para comer y prepararse para el baile.

Visita: Mayo 2019

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Información para viajar: Jane Austen Florence Society

Certosa di San Martino - Italia

Certosa di San Martino

Tras salir del museo arqueológico montamos en los autobuses para ir hasta la plaza que se encuentra en frente de Certosa di San Martino. Hay bastante distancia (aunque con el tráfico de Nápoles igual parece mucha y no es tanta), pero la vista con la que te encuentras es la mejor recompense para ir hasta aquí. Nada más bajar el autobús nos encontramos con una vista de la ciudad de Nápoles desde arriba espectacular. Nos gustó tanto que había que seguir a Margarita hasta el restaurante y la mayoría se quedaron retenidos por la impresionante vista de la ciudad a nuestros pies. Pero el restaurante tenía un punto positivo, estaba aún más arriba de esa misma calle y por tanto tenía un mirador en su terraza desde donde podías ve la catedral, el mar, pero lo más impresionante fue el Vesubio, tan cambiante según anochecía, la luz cambiaba y las nubes se movían. Mientras disfrutábamos de las vistas, era subyugante observar como cambiaba el aspecto del volcán con el paso del tiempo, sacaron aperitivos deliciosos. Y cuando anocheció entramos a cenar sentados en el interior las luces eran muy modernas, no pegaban mucho con nuestros atuendos pero la cena fue también espectacular, hubo tantos deliciosos platos que en vez de retirarnos a las diez y media acabamos marchándonos a las once y media, por lo que de nuevo, otra noche que llegamos a medianoche. Estos días de recreación son madrugar y no parar hasta la medianoche. Recomiendo una escapada hasta Certosa di San Martino, las vistas valen la pena el trayecto.

Visita: Mayo 2019

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Museo Arqueologico de Napoles - Italia

Visita y práctica de baile en el Museo Arqueológico de Napoles 

Tras la comida y un rápido cambio de ropa cogimos el autobús que nos llevó al Museo Arqueológico de Nápoles. Según el programa inicial esta tarde íbamos a ir al Palacio Real de Caserta pero debido a un cambio en la directiva los permisos para entrar en ropa de época (no, no se puede entrar a los sitios vestidos como uno quiera) fueron cancelados. Pero Margarita consiguió, en poco tiempo, encontrar un reemplazo, visitaríamos el Museo Arqueológico de Nápoles, con la exposición de Cánovas, y tendríamos la práctica de baile entre las esculturas de la Sala Farmeso. Yo ya había estado en el museo arqueológico la primera vez que estuve en Nápoles, y pasé varias horas recorriéndolo, y sorprendentemente el museo no había cambiado ni un poco, así que excepto la exposición de Cánovas, el resto del museo ya me lo había visto en su día, por lo que el tiempo libre de visita se me hizo un poquito largo, para entretenerme me dediqué a observar a la gente. Lo primero de todo al entrar todos los turistas se quedaron mirándonos, éramos dos autobuses de 60 personas llenos y vestidos de época que llegamos y entramos en fila en el museo, no son precisamente poca gente. Nada más entrar ya se mostraba una exposición de algunas de las esculturas así que casi todos revoloteamos por la entrada, según Margarita el baile era en la sal del Toro pero no sabíamos localizarla, Oxana, tan simpática ella, mandó a su marido Dimitri a ir a buscar un folleto en español del museo para buscar la sala. Ni en ruso ni en español la encontramos, pero al final era la sala del toro Farmeso. Una de las mejores imágenes eran las escaleras del museo pero con tanto turista no había forma de imaginarse la escena con solo nosotros, así que volví a recorrer las salas del museo, empezando por la zona donde se muestran los resto romanos de los lupanares de Pompeya, y luego el resto del museo. El museo es muy grande y como recordaba haberlo visto hubo momentos en los que me dediqué a estar sentada descansando (y no fui la única). No sé cuánto cuesta la entrada pero si te gustan los museos, hace años valía la pena la visita y hoy en día sigue valiendo la pena, aunque está igual de desordenado que hace años, aquí, en Nápoles, parece que no pasa el tiempo. Finalmente subí a la zona superior donde había más esculturas de la exposición de Canovas, aquí pudimos ver algunas esculturas famosas como Las tres Gracias o la Venus Victoriosa, y que incluso yo que no he estudiado arte las reconocí. La más curiosa, dado nuestros atuendos, fue la escultura de Paulina Bonaparte como Venus victoriosa. Esta escultura forma parte de la serie de mujeres tumbadas que se producen en esa época, como Madame Recamier de David y las Majas de Goya. Paulina yace aquí desnuda, según el estilo Imperio, en consonancia con la recuperación arqueológica del mundo clásico, los recientes descubrimientos de Herculano y Pompeya y la toma de modelos históricos. Aquí lo más curioso eran los puntos negros que cubrían toda la escultura, más tarde investigué al respecto (lo había estado hablando sentados con uno de los holandeses) y resulta que es el método que usaba Canovas para crear copias de las esculturas. Había una máquina de sacar puntos o puntómetro para lograr un copiado. Cuantos más puntos se transportan del modelo al bloque, más precisión se alcanza en la reproducción. Una vez sacados los puntos el acabado final se realiza por medio de la talla directa. Con el sacado de puntos, el maestro realiza una figura en barro y serán los operarios los que se encarguen de realizar el resto. De esta forma el artista ganaba tiempo para seguir creando hasta que retomaba la escultura los últimos retoques. Canova exponía en su taller distintos modelos en yeso; una vez elegido uno por el cliente, era copiado en mármol. Con el sacado de puntos, un modelo puede repetirse tantas veces como se quiera. Me resultó una información muy curiosa, pero también es como ver una escultura que realmente no la creó del todo el autor. Además de las esculturas, el techo de esta sala era como el de un palacio, todo decorado y con unas enormes puertas, con museos como palacios es un lujo pasear vestido de época. En la parte superior de la escalera muchos se dedicaron a recrear escenas de época, y ahí es cuando yo me coloque en la escalera y me dedique a observar. Finalmente (fueron dos horas libres para visitar el museo) nos acercamos todos a la sala Farmeso, había algunos turistas, no muchos porque ya era más tarde y no es una de las salas principales ni la que más turistas atrae, que se quedaron a vernos bailar. Aquí, como es usual, el maestro Donald Francis nos enseñó los pasos de cada baile, y luego bailamos con la música entre las esculturas del museo. No deja de ser curioso eso de bailar entre las gigantes esculturas de la sala Farmeso, la pena era la acústica, bastante mala para escuchar las directrices del maestro de baile. Además de los bailes habituales nos enseñó un baile basado en la coreografía de Gennaro Magri. Magri fue el maestro de baile del Palacio de Caserta en 1773. Estuvimos bailando hasta las siete y media, hora en la que el museo cierra sus puertas.

Visita: Mayo 2019

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Fin de semana Napoleónico en el Golfo de Napoles
Fin de semana napoleónico en el Golfo de Napoles II

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Palazzo Sessa - Italia

Palacio Sessa

Quedamos a las diez y media en la plaza, mi alojamiento se encontraba justo al lado, la ubicación no solo fue perfecta sino que era un bed and breakfast regentado de forma familiar con un desayuno casero delicioso y una habitación en un edificio aparte que era como un apartamento, el mejor sitio donde me he alojado de todos mis viajes a Italia. Pero volviendo a lo que nos interesa, este jueves por la mañana, soleado en Nápoles, nos fuimos encontrando en la plaza dei Martiri recreadores de todo el mundo; canadienses, malteses, estadounidenses, franceses, holandeses, españoles, ingleses, rusos, italianos… las mujeres con sus bonetes, velos o mantillas, y sus sombrillas para protegerse del sol, los hombres con sus bicornios o sombreros, bastones, abanicos, botas, zapatos, chaquetas, un sinfín de complementos y colores llenaron la plaza (muchas gente nos preguntó durante el fin de semana si estábamos rodando una película y todos que estábamos muy bien). De aquí fuimos caminando todos juntos hasta el Palazzo Sessa que se encuentra bastante oculto en la ciudad. Si no fuera porque seguíamos a Margarita, la encargada de este evento en Nápoles, fácilmente nos habríamos perdido, porque encontrar el palacio es como buscar algo entre las laberínticas calles napolitanas porque ha sido absorbido por los edificios napolitanos, el crecimiento continuo de esta gran, ruidosa, caótica y sucia ciudad que a algunos espanta y a otros los enamora (me he encontrado con comentarios de viajeros con una y otra postura). A mi Nápoles, donde ya había estado hace unos trece años (si la memoria no falla) me pareció que no había cambiado nada. El caso es que si te interesa descubrir el palacio Sessa hay que ir por Feltrinelli, atravesar la Cappella Vecchia, pasar por debajo de un pórtico, aquí acabas en un patio que es como una plaza cuyo camino está rodeado por macetas de palmeras enanas, luego te deslizas en una curva cerrada para llegar a un pequeño callejón a la izquierda entras debajo de un arco, sales a un segundo patio y finalmente te encuentras con la fachada interior del palacio. Es en ese arco que se atraviesa dónde nos encontramos con guardias armados. En el edificio hay una sinagoga, por lo que soldados armados regulan el acceso al edificio por seguridad de la sinagoga, así como están prohibidas las fotografías, aunque he de decir que todos hicimos alguna pero nadie nos dijo nada, entiendo que se veía que las fotografías eran a nosotros con nuestros ropajes en ese lugar histórico, y no al edificio en sí. Como decía una vez atravesado el patio (un camino que te recuerda a la antigua Venecia y sus palacios) entramos en el patio que da a la fachada del palacio, el palacio tiene su fachada sin restaurar por lo que encontramos sus balcones como podemos pensar que eran en la época, por aquí entramos por otro arco que parece que continua hasta otro patio pero que en un lateral tiene unas amplias escaleras de piedra, subimos con cuidado las escaleras, como entonces subirían las dama con sus vestidos. Pasamos de la sinagoga y subimos a la segunda planta, actualmente el Instituto Goethe y antigua residencia de Emma Hamilton y donde estuvo Goethe en su visita a Nápoles. Antes de entrar disfrutamos de las vistas del techo de madera que cubre las escaleras del palacio y nos informan que el siguiente piso no existía en la época de Emma Hamilton. Entramos al moderno instituto Goethe donde han conservado todo lo posible algunos de los restos de decoración del palacio original, apenas un par de rincones porque el resto estaba muy desgastado, aquí tomamos asiento para descubrir la historia del lugar, porque al parecer no muchos la saben o como yo no quieren levantar la mano y reconocer que conocen la historia (yo porque tengo la costumbre de investigar antes de viajar). Lady Emma Hamilton nació como Amy Lyon de una familia pobre, trabajó de doncella antes de comenzar a trabajar como actriz. Si hacemos caso a los cuadros que hay de ella, era hermosísima, y de actriz también pasó a ser modelo y amante. Así se hizo amante de Greville quien le pidió que posara para su amigo George Romney, quien hizo varios de sus retratos. Además de hermosa Emma era muy inteligente y aprendía con rapidez, se convirtió en alguien de quien decían era elegante, ingeniosa e inteligente. Llego el momento en que Greville tuvo que casarse por dinero, y como no podía mantenerse con su amante (que a estas alturas ya era altamente conocida en la sociedad) y conseguir casarse con la heredera de dieciocho años Henrietta Middleton que podría no aceptarlo como pretendiente, decidió presentar a Emma a su tío. Y así fue como Emma llegó a conocer a Sir William Hamilton, el tío de Greville. Sir William era un aficionado a las antigüedades y objetos bellos, y conocía la famosa belleza de Emma. Su hogar en Nápoles era bien conocido por todo el mundo por su hospitalidad y refinamiento. Greville le planteó a Emma un viaje a Nápoles como unas prolongadas vacaciones mientras él estaba fuera por negocios. Ya en Nápoles, Emma se convirtió en amante de Sir William y posteriormente en su esposa. Desarrolló como entretenimiento social un tipo de espectáculo que ella llamaba attitudes. Combinaba poses clásicas con encanto moderno y traje livianos inspirados en la antigua Grecia. Nuevamente, gracias a la combinación de su belleza e inteligencia, sus “attitudes” la hicieron famosa. Fue ahí en Nápoles, donde Emma no solo se convirtió en Lady Emma sino que además se codeó con la realeza, y donde conoció al amor de su vida: el almirante Lord Nelson. Como esposa del enviado británico (Sir William), Emma dio la bienvenida a Nelson en 1793, cuando acudió a recoger refuerzos contra los franceses. Emma y Sir William escoltaron a Nelson al Palazzo Sessa donde Emma lo cuidó y se hicieron amantes. Se decía que Nelson y Emma estaban completamente y mutuamente enamorados, y así fue hasta su muerte. Pero cuando Sir William y Nelson murieron Emma y su hija quedaron sumidas a merced de sus parientes políticos, por lo que pronto fue olvidada y murió en la pobreza. Para terminar de transportarnos a la época de este personaje tan curioso como el de Emma Hamilton nos dividimos en dos grupos, uno se queda escuchando lo que Goehte escribió cuando estuvo en Nápoles y en el propio Palacio donde ahora estamos, y otro grupo sale a la terraza a disfrutar de las vistas que tenían en la época. Haciendo referencia a un testimonio de Wolfang Goethe. Goehte, en compañía de su amigo pintor Wilhelm Tischbein, llegó al Palacio Sessa en marzo de 1787 para rendir visita a Lord Hamilton, que tenía su residencia aquí. Por supuesto Goethe admiró los hallazgos de anticuarios y los objetos de arte raros recogidos por el embajador. Pero aun así más que la profusión de tesoros expuestos, el poeta fue golpeado, tal y como indica en la Italienische Reise, con el incomparable encanto de Emma Lyon que eran tan inteligente y astuta como hermosa, sabía cautivar mejor a aquellos caballeros inmersos en la cultura neoclásica, donde lució sus “attitudes” vistiendo en "traje griego" poses inspiradas en mitos antiguos. Uno puede imaginar que en las escaleras o pasillos del palacio Sessa Nelson tuvo la suerte de ver y enamorarse desesperadamente de Lady Hamilton, o como desde los balcones del palacio Emma observaba la flota inglesa, porque por entonces el Palazzo Sessa aún no había sido tragado por los edificios en la calle Morelli y destacaba su fachada exterior al esplendor del golfo (como el Palacio Real), actualmente los balcones del palacio no nos permiten ver el mar. Finalmente salimos del edificio y nos dirigimos a Ristorante Umberto (Via Alabardieri, 30) de cien años de antigüedad y buena comida, y tras la comida aún tuvimos el tiempo justo para poder cambiarse de ropa para la tarde.

Visita: Mayo 2019

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Napoles Subterraneo - Italia

Nápoles subterráneo

Estuve en Nápoles hace mucho tiempo, cuando empecé a viajar uno de mis primeros destinos lo tenía claro: Italia. Pero después de tanto tiempo seguro habían cambiado algunas cosas, así que busqué en internet que había que ver en Nápoles (y que no hubiera visto ya en mi anterior visita) y encontré varias visitas, de las cuales pero llamó la atención la de Nápoles subterráneo y las catacumbas de San Genaro. No tenía mucho tiempo libre en Nápoles por lo que entre las dos elegí la de Nápoles subterráneo, dado que ya había visto varias catacumbas y tenía curiosidad por lo que se vería en esta visita. Hay visitas en italiano, inglés, español y francés. Solo que las visitas en español y francés no son cada dos horas como las otras, sino que son a las 12, a las 2 y a las 6 de la tarde. Mi vuelo llegaba justo para, con el tráfico italiano (y más el napolitano), llegar al bed and breakfast donde me alojaba y dejar las maletas para salir corriendo hacia la visita. Desde donde me alojaba hasta la entrada de la visita tenía unos cuarenta minutos andando. Afortunadamente la ruta para llegar era bastante sencilla (hasta que entras en las laberínticas calles del centro, entonces es fácil perderse). A las dos de la tarde pensaba que no habría mucha gente, teniendo en cuenta que además era jueves, pero todo lo contrario, había varios grupos de turistas, primero entran los de habla inglesa e italiana y luego fuimos los españoles. La visita vale la pena, son dos horas de recorrido donde ver algo diferente, conocer la historia de la ciudad, y escapar del calor de la superficie. Por supuesto no es apto para claustrofóbicos. La única pega que le encontré es que la guía iba demasiado rápido (pro eso tengo muchas fotos borrosas, de hacerlas en movimiento para no quedarme atrás) por lo demás muy recomendable. Aunque si planeas hacerla si lees toda mi entrada posiblemente te estropee todas las sorpresas de la visita guiada, por lo que si esperas que te sorprendan, no continúes leyendo demasiado dado que peco de dar mucho detalle. La visita a Nápoles subterráneo comienza junto a la plaza de San Gaetano. Uno comienza la visita frente a unas escaleras de 121 escalones que hay que bajar para descender 40 metros y comenzar la visita al subsuelo, abajo recomiendan llevar una chaqueta porque es cierto que no hace el calor que hace en la superficie (yo tuve que ponérmela), cosa que me sorprendió porque en Turquía las ciudades subterráneas eran agobiantes de calor cuanto más se descendía. Nada más bajar nos encontramos con una gran cavidad con mucho espacio y en un rincón un jardín, aquí la guía nos explicó que el Nápoles subterráneo se remonta a antes de Cristo, cuando los griegos que habitaban la zona, ante la necesidad de crear depósitos subterráneos para acumular agua, empezaron a crear grandes depósitos subterráneos de agua. Seguimos a la guía y bajamos algunas escaleras más para llegar a otra zona aún más espaciosa, donde podemos ver un agujero en el techo desde donde cuelga una bomba, y abajo junto a la piedra hay otras dos bombas. Aquí la guía nos comenta otra de las utilizaciones de ese Nápoles subterráneo, porque tras los romanos y los griegos los túneles quedaron semiolvidados y usados de vertederos. Pero cuando durante la Segunda Guerra Mundial, tuvieron que buscar un refugio para la ciudad para defenderse de los bombardeos, y cayeron en que tenían una red de túneles bajo tierra que podían usar de refugio, pero tanta gente afinada ahí abajo les hacía extrañar la luz y además creían que las iglesias no serían bombardeadas así que sobre la iglesia hicieron un agujero, el que estábamos viendo, pero se equivocaron y si fue bombardeada, de aquí se pasa por unos amplios pasillos donde tras una rejas hay una réplica de un tanque de la guerra y lo que si son reales son las máscaras de gas de las figuras tras las rejas. Aquí nos cuentan cómo vivieron bajo tierra durante la guerra y se pueden ver la zona que usaron como aseos. Aquí también podemos ver unas líneas de color en las paredes, son las que nos indican hasta donde llegaba el subsuelo original. Resulta que tras una grave epidemia de cólera, se decidió dejar de utilizar los depósitos subterráneos de agua de Nápoles. Por entonces, la ciudad ya tenía un increíble laberinto de galerías y túneles subterráneos, a los cuales se accedía por largos pozos que descendían desde cada una de las casas del barrio español de Nápoles y se decidió usar esos acueductos de agua como vertederos. Los tunes se llenaron de basura y hoy en día no se han podido recuperar muchos de los túneles originales y por los que pasamos están sobre metros y metros de basura. Se puede decir que Nápoles está sobre un cúmulo de basura. Algunos de los túneles se recuperaron como refugio en la guerra pero no se pudo recuperar la profundidad real que tenía en subsuelo de Nápoles. De aquí seguimos por los tunes a la guía que nos lleva hasta lo que representa la antigua cantera, tras la llegada a Nápoles de Carlos I de Anjou, se acentuó la extracción de toba volcánica para construir edificios en la ciudad. Y con el propósito el limitar el crecimiento desordenado de Nápoles, se prohibió introducir materiales de construcción en la ciudad. Lo que llevó a los napolitanos intensificaran el proceso de extracción de toba volcánica de los subterráneos. Seguimos hasta una zona donde el techo casi roza nuestras cabezas, aquí la guía nos señala la marca roja que nos refleja que esta zona está llena de basura bajo nuestros pies y por eso el techo está más cerca de nosotros que nunca, dado que las galerías originales eran mucho más profundas y con unos techos amplios como los que hemos visto al bajar inicialmente. Aquí la guía nos enseña varias salidas de los pozos y nos habla de la profesión del pocero, hombres menudos que se encargaban de la limpieza y del mantenimiento de las cisternas. Para acceder a las mismas utilizaban huecos en los que apenas cabían y se desplazaban por ellas mediante una ingeniosa red de agarres que aún hoy se pueden ver en los laterales de algunas de las cisternas. También nos comenta que los italianos pensaban que los poceros encontraban grandes tesoros bajo tierra y que como se conocían todos los túneles estos poceros podían visitar a una mujer casada cuando su marido no estaba en casa, y cuando el marido llegaba y veía el dinero decía “ya nos ha visitado el pocero”. Aquí la guía avisa que los tunes que pasmaos a pasar son estrechos, muchos de ellos hay que hacerlos de medio lado y sin bolsos ni mochilas por lo que avisa que quien tenga problemas con las zonas estrechas que es libre de no hacerlo, pero claro, si no lo haces te pierdes ver las cisternas napolitanas. En esta parte del trayecto te dan velas eléctricas para iluminar el camino, aunque es mucho mejor la linterna del móvil, el camino es realmente estrecho, lo usual es pasar rozando todas las paredes, pero se puede respirar sin problemas. Aquí la guía fue muy rápido pero así llegamos a la primera de las cisternas artificiales, dado que tras el desuso de los túneles solo tras la creación del metro se decidió recuperar la zona subterránea de Nápoles, y se llenaron de agua dos de las cisternas que había. De arriba del techo había un cántaro romano, y las escaleras originales, el agua es de un tono verde que me recuerda al agua de las termas de Bath. Mientras se recorren los estrechos túneles se escucha el agua correr. Y en una de las cisternas se pueden ver los agujeros que usaban los poceros para moverse por las paredes y los túneles. Finalmente acabamos saliendo a la misma sala por donde hemos entrado, si alguien no quería entrar los hubiéramos encontrado, pero todos en mi grupo entraron. De aquí nos acercamos a dos de las zonas de los túneles que los estudiantes universitarios utilizan como cultivo, en un experimento científico de ver si las plantas puedes crecer bajo tierra. De camino de un jardín artificial a otro pasamos junto a un sarcófago, pero la guía no se detiene a comentarnos que es, el lugar es enorme. De aquí nos lleva a una zona que parece una antigua bodega y nos explica que normalmente por falta de tiempo esa zona no la enseña (como hemos ido tan rápido es normal que nosotros si la podamos ver) y es la parte de un convento, dado que no solo las casas sino también los conventos hacían uso de los túneles subterráneos para guardar vino, alimentos o para encontrarse con amantes. Aquí acabamos esta parte del recorrido y nos toca subir los 130 escalones que nos separan de la superficie. Arriba se puede ver una exposición de uniformes y objetos de la segunda guerra mundial, que sirven de entretenimiento hasta recuperar el aliento y seguir con la visita, porque la visita no acaba aquí. La guía nos lleva por el exterior hasta una casa, donde entra con las llaves, por fuera parece una casa normal excepto que hay un cartel sobre un teatro greco-romano. En el interior nos encontramos con una antigua televisión, una cama y otros muebles y unos arcos. La guía nos cuenta que hace trece años (después de visitar por primera vez Nápoles, así que esta visita no existía cuando estuve en Nápoles) estaban investigando donde se podían encontrar los resto del antiguo teatro grecorromano, si es que todavía se conservaban tras las construcciones de las casas actuales (como en Zaragoza que apareció el teatro romano cuando demolieron un antiguo edificio, los que querían reconstruir se quedaron con las ganas ya que ahora se encuentra el museo del teatro romano). El caso es que encontraron esa casa con esos arcos y cuando preguntaron a la mujer que vivía ahí ella reconoció que tenían un escondite secreto que usaron en el pasado, la guía mueve la cama, que se introduce en la pared y deja un tablón de madera con una cadena del cual tiras y te abre unas escaleras al subsuelo napolitano, y que bajando nos lleva directamente a los resto del teatro grecoromano. El teatro se conserva casi en su totalidad pero sus muros se aprovecharon para construir casas en las que hoy en día continúan viviendo vecinos por lo que, aunque lo vemos en parte, la amplitud real del teatro nos lo tenemos que imaginar. Está muy bien conservado y es curioso como encima de este teatro tan bien conservado (lo usaron de bodega) se encuentran las casas actuales. De aquí pasamos a otra casa, donde se conserva resto del teatro, aunque no tanto como en la otra casa, por lo que en su interior podemos encontrar otros alicientes, resto de una película donde salió Sofía Loren y muchos variados belenes napolitanos. Aquí acaba la visita al Nápoles subterráneo, las prisas habían valido la pena.

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