Aprovechando que salía de trabajar a las 3 de la tarde, Salí del trabajo directa con la mochila hacia la estación de tren para coger el ave hasta Madrid (benditas tarifas web). Y media hora más tarde (que teniendo en cuenta que ahora el Ave te deja algo alejado de la estación no es mucho tiempo para aburrirse) tomaba el Ave Madrid-Cuenca.
La estación de Ave está en un cerro, bastante lejos de la ciudad, aunque nada más salir estaba el autobús esperando. Si se quiere visitar solo Cuenca es mejor alojarse en el casco histórico para no subir y bajar tantas cuestas a todas horas. En todo caso yo me aloje en la zona centro que es la zona baja de la ciudad, no precisamente en el casco histórico pero si cerca de la estación de autobuses y la estación de tren regional.
El hotel está muy bien y la mujer que lo lleva muy simpática me dio mucha información (que ya sabía pero que si uno no va preparado viene muy bien).Me acerqué a la oficina de turismo de la plaza de la Hispanidad para informarme de las visitas a la ciudad encantada (que no es Cuenca ciudad). En verano hay un autobús que sube y baja a la ciudad encantada, un sitio interesante de ver que si uno no tiene coche (antes solo se podía ir en taxi). En invierno no hay bus que suba pero hay excursiones de la oficina de turismo, con bus y guía cuesta 20 euros, y depende de cuantas personas se vaya es más económico que un taxi. En la oficina de turismo también salen otras excursiones al castillo de Belmonte y otros lugares pero son en verano. La oficina de turismo de la plaza Hispanidad está al lado de la biblioteca que tiene un diseño moderno muy original. Por esa zona también hay bares para tomar algo por la noche. La gente me había comentado que en medio día me vería Cuenca así que busque diferentes rutas para no perderme nada.
Al día siguiente salí pronto para aprovechar el día, al salir estaba nublado y no había casi gente pero a eso de las once de la mañana Cuenca se llenó de turistas por cada rincón que pasaba y también salió el sol. Para ser un fin de semana más o menos normal había un número considerable de turistas. Como estaba en la zona baja empecé por acercarme a la Iglesia de la virgen de la Luz, desde le puente hay un buena vista de la zona alta de la ciudad, la torre sobresaliendo y por el otro lado del puente si uno se fija bien y aprovechando que en invierno los arboles no tienen hojas se ve la figura de una virgen en la roca sobre el río.
Luego fui subiendo hacia el centro de la ciudad, ahí encontré un pasadizo que daba a una bajada hasta un camino a pie por el río. Luego subí hacia la plaza mayor, donde de repente aparecen las casitas de colores todas estrechas y juntas hasta dar paso al arco que da la entrada a la plaza mayor. Subiendo hay una zona que es la ruta subterránea de cuenca pero ahora en invierno estaba en obras así que no pude ver que había. Antes de llegar a la altura de la catedral tome una calle estrecha que me llevó a una aparcamiento desde donde se veían algunas casas colgadas, hacia el otro lado se podía ver el puente y el parador nacional que es un antiguo convento. Ahí me encontré con una pareja de alemanes haciendo fotos con los que me tropezaría varías veces.
Finalmente llegué a donde están las casas colgadas más fotografiadas, crucé el puente de San Pablo hacía el lado del parador nacional y luego baje hacia el pueblo por el otro lado. Agradecí haber preparado la ruta antes mientras bajando veía como la gente subía la cuesta casi con la lengua afuera, dado que a de la manera en que lo hice yo es menos cuesta continua y por tanto menos agotador. Cuando llegué a la puerta de Valencia el sol ya había salido, la ciudad estaba llena de gente y había unos cuantos pintores por la calle dibujando el paisaje de Cuenca.
Nuevamente me tocaba subir pero así me acerqué a la torre Mangana y la vista desde los miradores cercanos, ahí al lado estaba el museo de ciencias que estaba abierto, lo que no estaba abierto era el espacio Torner junto al parador nacional. Una cosa muy curiosa es la cantidad de museos que tiene la ciudad, para ser tan pequeña en cada rincón había un museo para visitar. Finalmente me acerqué de nuevo a la plaza mayor para ver la catedral, realmente muy curiosa que me gustó más que las casas colgadas, y callejeé hacía arriba de la plaza varias veces hasta llegar al castillo.
El camino de los jerónimos que comienza cerca del castillo es de lo más recomendable de hacer, desde ahí se tiene una vista de Cuenca espectacular, que fue lo que más me gustó. Desde la zona del castillo se debe mirar también al otro lado, así se puede ver la playa de Cuenca y los ojos del dragón pintado en la montaña. La noche que llegué conocí a un cóquense que me comentó que querían haber pintado un dragón en la montaña haciendo algo como la ruta de las caras pero que solo les dejaron pintar los ojos.
Y así, entre subidas y bajadas para no dejarme ni un rincón por ver, más la parada para comer, se me pasó todo el día y que dé gratamente complacida con la ciudad. considero que se debería pasar un día entero para disfrutar de la ciudad, y no solo medio día como decían mis compañeros de trabajo.
Comentarios
Publicar un comentario
.