Miguel, el guia de Greenland Adventure, nos contó una serie de leyendas inuits mientras estuve en Groenlandia.
Dicen los inuits que el cielo que tenemos sobre nuestras cabezas no es un cielo real. Los límites de la tierra y el mar son bordeados por un inmenso abismo, sobre él aparece un sendero estrecho y peligroso que conduce a las regiones celestiales.
El cielo es una gran bóveda de material duro, arqueado sobre la tierra. Hay un agujero en él a través del que los espíritus pasan a los verdaderos cielos. Los inuits una vez fallecidos tienen que recorrer ese camino peligroso que es el cielo que hay sobre nuestras cabezas para así poder llegar al verdadero cielo.
Para ello los antepasados de los inuits, que ya han recorrido el sendero y que viven en el verdadero cielo, encienden antorchas para que sus familiares puedan guiarse a través de los precipicios y lleguen al verdadero cielo. La luz de esas antorchas, que guían a los espíritus hacia el cielo, es lo que llamamos la aurora boreal.
El cielo es una gran bóveda de material duro, arqueado sobre la tierra. Hay un agujero en él a través del que los espíritus pasan a los verdaderos cielos. Los inuits una vez fallecidos tienen que recorrer ese camino peligroso que es el cielo que hay sobre nuestras cabezas para así poder llegar al verdadero cielo.
Para ello los antepasados de los inuits, que ya han recorrido el sendero y que viven en el verdadero cielo, encienden antorchas para que sus familiares puedan guiarse a través de los precipicios y lleguen al verdadero cielo. La luz de esas antorchas, que guían a los espíritus hacia el cielo, es lo que llamamos la aurora boreal.
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