Mis experiencias, que ver y consejos:
Llegué con Singapur Airlines, el vuelo salió
con retraso así que llegué bastante más tarde lo previsto al aeropuerto. Como
viajaba con Singapur Airlines había cogido el paquete que te dan por el mismo
precio que el vuelo de transporte ida y vuelta al aeropuerto. Y los cupones de
descuento a varios sitios. Así que nada más salir me dirigí al mostrador de la
Singapur Airlines Stopover (que es como se llama el programa) y ahí me dieron
todos los cupones y me tocó esperar a que me llevaran al aeropuerto porque
había otras personas, una mega familia hindú, que también llegaban en el mismo
vuelo. Pero no es lo mismo ir sola que ir con una docena más incluidos niños.
En fin, que con la tontería y la espera al final llegaba a la recepción del
hotel pasadas las cinco de la mañana, y apenas tenía dos días, contando ese
para ver la ciudad.
Aun así, con muchísimo sueño al día siguiente a las diez estaba fuera del hotel
encaminada hacia la bahía de Singapur. El día de mi llegada me alojé en un hotel
dentro del stopover pero conseguí una oferta en internet y la siguiente noche la pasé en el Marina Bay Sands. Desde el barrio musulmán, donde estaba mi hotel, bajé andando hasta la noria Singapur Flyer para así ver esa parte de la ciudad,
si no fuera por el calor Singapur es una ciudad muy cómoda para pasear, y mucho
más civilizada que su vecina Malasia. Por el camino pasé por el Raffles Hotel, un hotel de estilo colonial del 1887 que fundador por Sir Stanford Raffles (dentro tiene un jardín y un museo) y que representa esa parte colonial de la ciudad.
Con el stopover de la SIA hay un cupón
para subir gratis a la noria. Antes de subir tienes una sala con algunas
cosillas interesantes de ver, es como un museo moderno. La subida merece la
pena porque puedes ver Singapur desde ahí arriba sin agobios de calor. Hay una
gran zona que está construyendo ganando terreno al mar. Se ven los Jardines de
la bahía (Gardens by the Bay), el Marina Bay Sands, la bahía de Singapur con el
merlion, y al fondo el resto de edificios. La Singapore Flyer es la noria
mirador más alta del mundo (mide 165 metros de altura).
Tras la noria me
acerqué al puente para cruzar al otro lado, junto al edificio con forma de flor
que es un museo, y así dar una vuelta a toda la bahía. La vista desde todos los
ángulos es impresionante. Hay mucha gente haciendo deporte, paseando, tomando
algo en las terrazas, y cuando llegué al merlion estaba todo lleno de turista
haciéndose la foto con el símbolo de la ciudad: el merlion, mitad pez mitad
león. Realmente hay dos merlion, uno grande y otro pequeñito, los dos iguales
que lanzan un chorro de agua por la boca. Dejando atrás el merlion volví hacia
el Marina Bay Sand para terminar de dar la vuelta a la bahía, y disfrutar de la zona financiera-comercial, de y sus rascacielos y estructuras modernas (el centro comercial del Marina Bahia Sands tiene canales por donde poder navegar).
Antes de recorrerme los jardines fui directa a coger los tickets
para subir a los supertree pero me dijeron que ese día estaba cerrado por
mantenimiento, vamos, que tengo yo una suerte. Así que me marché a comer y
después me registré en el Marina Bay Sands, donde hasta las tres de la tarde no
puedes entrar. Como huésped del hotel podía ir a la Infinity pool, la piscina
famosa del hotel, y a la terraza siempre que quisiera, aunque para entrar a la
piscina todas las veces que quieras tienes que dejarte una pulserita que ellos
te ponen en la muñeca. Si te la quitas ya no puedes volver a entrar por mucho
que enseñes la tarjeta de la habitación del hotel. Mi habitación daba a los
Jardines de la bahía y las vistas del supertree y la noria eran espectaculares.
Subí al piso 57, a la piscina, y tras dejar que me pusieran la pulserita
recorrí la zona antes de pararme a disfrutar. Y es que las vistas desde aquí
son increíbles.
La piscina tiene vistas a la bahía de Singapur, pero la zona de
bares y de jacuzzis tiene vistas a los jardines de la bahía, que desde esa
altura tienen un aspecto diferente. Hay dos piscinas, una para niños, que está
cubierta por un cristal que la protege del borde y la de adultos que no tiene
ningún cristal, aunque apenas tiene profundidad. Había muchísima gente, era
dificilísimo encontrar un sitio donde dejar el albornoz del hotel o la toalla
que te daban ahí mismo los del hotel. Encontré un hueco en una hamaca y me metí
a disfrutar de la piscina, que tiene truco, y es que cuando te acercas al
borde, o desde la terraza, se puede ver que el agua cae a un canal que separa
el borde de la piscina del borde del edificio, aunque de lejos parece que el
agua cae directamente a la ciudad, y estar dentro con los rascacielos de fondo
es impresionante. Dio la casualidad que aunque la piscina no es pequeña justo delante
de mí se pusieron dos chicos españoles. Para que usar el inglés si podía pedir
una foto en español. Al cabo de un rato se puso a gotear, y a medida que salía
la gente de la piscina y llovía más me marché. Además así podía aprovechar para
ver los invernaderos de los jardines de la bahía, que aunque soy alérgica y estar cerca de un jardín me pone enferma, tenían
muy buena pinta.
Cuando llegué a los Jardines de la bahía, y eso que el hotel está justo enfrente, ya
había parado de llover. Al ir a coger los tickets para entrar me di cuenta de
que me había olvidado los cupones en la habitación del hotel, pero como
alojándose en el Marina Bay Sand tienes descuento, compré los tickets sin tanta
pena. Hay dos invernaderos, el tropical y el continental. Cuando entras tienes
salas interactivas sobre la naturaleza, los espacios verdes, para jugar y
aprender de forma táctil. El continental medió un poquito de alergia con la
zona mediterránea, las amapolas, y demás árboles – menos los de África-. Así
que, aunque muy bonito, pasé pronto al otro invernadero.
El invernadero tropical cuando
entras te sorprende. El ambiente es muy fresco, como sería en la selva con
mucha agua, pero sobre todo es porque justo en la entrada tienen una inmensa
cascada de agua artificial iluminada, que te refresca aún más y que es la
primera parada del lugar. El jardín está como en una montaña con diferentes
pasarelas aéreas. Así que entras en la montaña y tienes un ascensor para subir
al último piso y de ahí ir bajando por las escaleras mecánica y las rampas
hasta llegar al suelo. Cuando entré ya estaba atardeciendo y la iluminación con
la vegetación le daba un aspecto futurista encantador. Entre más cascadas,
flores, y salas interactivas vas disfrutando del lugar. El invernadero es todo
acristalado y desde las pasarelas aéreas se puede ver la noria y los supertree.
También hay una sala con un video sobre el ecosistema actual y la temperatura
de la tierra y como va aumentando con los años y como eso afecta a la tierra,
las salas interactivas de este invernadero me recordaron a la Expo de Zaragoza
(es que no he estado en otra).
Cuando salí del invernadero ya era de noche pero
descubrí que la salida (que es diferente a la entrada) daba a un paseo con una
perfecta vista de la noria Firefly. Caminando salí de los jardines de la bahía
dirección el Marina Bay Sands para primero hacer fotos desde mi habitación y
luego subir a la terraza a disfrutar de la vista nocturna de la bahía de
Singapur. Al poco de estar en la terraza comenzó el espectáculo de luz, agua y
sonido. La vista desde arriba del espectáculo era diferente a lo que había visto
en fotos, usualmente el espectáculo visto desde abajo. Y sobre todo la vista
nocturna de la bahía es impresionante. Ya estaba enamorada de Singapur y apenas
había estado un día. Sé que tengo que volver otra vez, con más tiempo. Tras
terminar el espectáculo y tras dar otro rodeo a la terraza para fotografiar todo Singapur desde las alturas salí a pasear por la bahía y ver si podía cenar
algo aunque fuera muy tarde, porque entre unas cosas y otras no había
parado en todo el día.
Al siguiente y último día en Singapur aproveché para madrugar (a la vuelta a España ya dormiría las horas que iba acumulando de sueño) y tomé el metro de Singapur, que es facilísimo y una autentica comodidad para desplazarte sin morir del calor de la ciudad.
Metro de Singapur:
Las líneas están marcadas cada una con su color y cuando se
hace transbordo no se necesita comprar otro ticket ni pasar los tornos.
Los mapas del metro están escritos en inglés.
En las taquillas del metro no se acepta moneda extranjera.
Las tarifas varían en función de la estación de la que salgas
y la estación de destino, independientemente de los transbordos que se
realicen.
Para subir al metro (una vez hemos localizado el andén del
que salir) hay que colocarse en fila en las líneas verdes pintadas en el suelo
y esperar a que la gente del metro salga por la zona marcada en el suelo por
líneas rojas.
Cómo y dónde coger el billete:
En todas las estaciones hay máquinas expendedoras de
billetes, y cabinas con personal del metro y mapas de la red.
En las estaciones donde no hay cabinas el personal del metro
se encuentra junto a las maquinas expendedoras para ayudar a quien lo necesite.
Para comprar un billete individual en las máquinas
expendedoras:
Selecciona el idioma inglés (no hay idioma español).
Selecciona “Buy Standard Ticket”
Aquí tienes dos opciones, buscar por nombre el nombre de la
estación (que va por orden alfabético) o buscar en el mapa del metro la
estación a la que se desea llegar.
Si se elige la opción "por nombre de la estación"
solo hay que buscar en el listado (ordenado alfabéticamente) el nombre de
nuestra estación de destino final.
Si se elige la opción del mapa hay que seleccionar la
estación final de destino. En este caso puede que haya que pulsar dos veces
porque la estación está alejada y el mapa se te agranda para que elijas, sin
opción a error, la estación donde se quiere ir. Recordar marcar la estación
final, la de salida, ignorando todos los cambios de líneas que puedes hacer entre
medio.
Tras marcar la estación aparecerá en la pantalla el valor del
viaje.
Introduce tus monedas o billetes (según como estén doblados
los billetes igual hay que insistir). Recuerda que no se admite moneda
extranjera.
Y esperar a que caiga el billete de metro y el cambio.
Como entrar y salir del metro:
Para acceder a los andenes, coloca el billete (que se parece
más a una tarjeta) encima del lector electrónico y espera a que se oiga un
pitido, que vendrá seguido de la abertura de la barrera y de una luz
verde.
Se necesita guardar el billete para salir.
Para salir del metro coloca el billete encima del lector
electrónico y espera la abertura del torno y la luz verde.
Si se ha perdido el billete en algunas estaciones dentro del
metro hay maquinas expendedoras, así puede sacarse de nuevo.
Dentro del metro:
Hay letreros con las líneas y las direcciones en todos los
pasillos.
Solo hay que buscar la línea del color/nombre que se tiene
que coger.
Y si hay varios carteles fijarse en la parada final de la
línea, y coger la línea que vaya en esa dirección.
En ocasiones en diferentes vías salen metros hacia la misma
dirección y línea. Para ver si es la línea deseada que ha cambiado de andén hay
que fijarse en las pantallas de televisión que tienen todas las líneas de metro
y que anuncian cuánto tarda el metro y que línea de metro y dirección es la que
lleva el vagón que va a llegar a ese andén.
Además de los carteles y pantallas también hay carteles con
mapas de las líneas operativas en la estación en la que nos encontremos.
Y mucho personal de seguridad al que se le pude preguntar por
una línea en particular si no se sabe si se toma de un andén u otro.
Prohibiciones en el metro:
No se puede comer ni beber.
El chicle está prohibido.
Y tampoco se puede fumar dentro del metro.
Y está prohibido entrar al metro los dúranos (una fruta).
Así comencé mi recorrido por el barrio árabe de Singapur. El barrio árabe es una
zona bastante pequeña formada por un puñado de calles en torno a la Sultán
Mosque (Mezquita del Sultán). Por la noche está muy animado y en sus terrazas y
restaurante hay gente a cualquier hora. Pero también se pueden encontrar
tiendas de tejidos, alfombras, saris, batiks, cuero y perfumes. A quien le
gusten los países árabes disfrutarán de este pequeño barrio, a primera hora de
la mañana está bastante vacío pero parece sacado de un cuento de Aladín, con su
magnífica mezquita y su calle de tiendas coloridas y alfombras. Un paseo por
este barrio es imprescindible, como un viaje al pasado. Junto al barrio está el
Malay Heritage Centre, que fue durante mucho tiempo la residencia de la familia
real malaya que ya habitaba la región antes de la llegada de los ingleses.
Una
vez terminado el paseo por el barrio árabe, pequeño pero con mucho encanto, me
acerqué a Little India. Los dos barrios están cerca andando pero con el calor y
el sueño me fui a la estación de metro Bugis y cogí un billete para la estación
Farrer Park. En la estación hay que buscar la salida A que da directamente a la
Serangoon Road. Esta zona ya no está civilizada con respecto a tráfico, por lo
que igual tienes que ir hasta el semáforo para poder cruzar y luego desandar lo
andado para coger la calle que da justo enfrente de la salida A del metro. O
también puedes probar suerte y ver si entre calles mal asfaltadas y coches
consigues cruzar sin que te pase nada. Y es que esta es la principal arteria de
Little India. En principio iba a hacer el recorrido corto que recomiendan en la
guía de Singapur de Internet (muy recomendable echarle un ojo para organizarse
recorridos) pero como tenía tiempo me acerqué a un par de templos hindús y
chinos que están un poco alejados de lo que es el eje central de Little India.
Tras visitar un par de templos chinos, de los más antiguos creados en la ciudad y que
se encuentran rodeados de templos hindús, y visitar también un par de templos hindús, sigo por
la Serangoon Road en el sentido contrario al tráfico de vehículos hasta el
templo hindú Sri Veeramakaliamman Temple, el templo está en obras así que es
una pena porque no se puede ver por completo su exterior y su torre, que es lo
que según leí llama más la atención pro todos esos personajes coloridos y
sangrientos, dado que hay muchas imágenes, dentro del templo, de la diosa Kali,
diosa del poder y consorte de Shiva, eso sí, la entrada solo es de 12:30 a
16:00. Pero vale la pena aunque sea ver cómo pueden adorar a una diosa que
aparece con niños muertos y tragando las vísceras de una mujer muerta. Como
estaban en obras dentro del templo tenían una televisión con imágenes a momento
real e las obras que se realizaban en el exterior. Curioso como lo controlaban,
pero lo entiendo dado que este fue el primer templo hindú fundado en Singapur
por los primeros inmigrantes hindús. Como en todos los templos hindús antes de
entrar al templo tendrás que descalzarte y dejar tus zapatos en el exterior.
Seguí
por la avenida hasta la Dickson Road que recorrí hasta casi su comienzo. En el
número 2 está el Wanderlust Hotel. Y en la Dunlop Street se encuentra la
mezquita Abdul Gafoor, monumento histórico nacional. A las mezquita no entré,
sé que en muchas solo dejan entrar si eres musulmán, así que ni me molesté,
pero está pro fuera era de un estilo y colorido diferente a las otras que vi
por Singapur, asi que recomiendo su visita aunque solo sea exterior. De aquí
callejeé y pude ver mucha basura, calles sin asfaltar y pequeños templos dentro
de los troncos de los árboles. Caminando por el mercado que cruza la arteria
principal del barrio indio se puede encontrar una antigua casa de comerciantes
chinos muy colorida y llamativa por el diseño diferente al del resto del
barrio.
De ahí hasta la estación del metro apenas son unos pasos. Aquí tomé el
metro para visitar Chinatown. De nuevo hay que ir por la salida “A” en
dirección a Pagode Street. La escalera mecánica de esa salida del metro te deja
en el comienzo de la calle. Nada más salir tenemos la bulliciosa y turística
Pagode Street, que con sus casas y decoración te hacen viajar de nuevo al
pasado. Toda la calle está flanqueada por casas restauradas que reproducen el
tradicional estilo arquitectónico de las tiendas de antaño. A mitad de calle,
se encuentra el Chinatown Heritage Centre, y hacia el final de la calle aparece
el muro del templo Sri Mariamman, con sus vacas vigilándonos desde lo alto. Es
el único templo hindú de Singapur en el que se exige pagar para realizar
fotografías dentro del mismo pero resulta diferente a otros y mucho más grande,
cuando fui no había nadie, ni siquiera fieles, aunque teniendo en cuenta que se
encuentra en pleno corazón de Chinatown es normal.
Es curioso como en todos los
barrios hay algún templo de otra cultura. Al lado contrario de este templo
hindú podemos encontrar una mezquita, la de Jamae, de tonos verdes y dos torres
como si fuera una iglesia más que una mezquita. Vuelvo al templo hindú para
entrar en la primera calle, la Temple Street. Otra calle típica de Chinatown
donde se mezclan restaurantes y tiendas en medio de un bullicio constante hasta
llegar a la Smith Street que se transforma al final del día en la Chinatown
Food Street. Ya están abiertos los puestos de comida así que paro a comer antes
de continuar con el recorrido. Luego vuelvo a la South Bridge Road donde puedo
encontrar una farmacia de medicina china tradicional, la Eu Yan Sang. Sigo por
la avenida hasta llegar al majestuoso e imponente Buddha Tooth Relic Temple,
que merece una visita atenta en su interior. La entrada es gratuita pero hay
que tener los hombros tapados para poder entrar dado que requieren respecto.
Por dentro una gran cantidad de figuras de todos los tamaños y un predominante
color oro y rojo inundan el templo que es un templo imprescindible si se visita
Singapur.
Tras visitar el templo cogí el metro para volver a los Jardines de la
Bahia, tenía que aprovechar para verlo enteros, y además ver si podía subir a
los supertree, dado que el día anterior no fue posible. Tuve bastante suerte
porque este día si se podía subir a los supertree, aunque aquí no sirve ningún
cupón y hay que pagar el precio, el ticket se compra frente a los supertree, y
no en las taquillas de entrada de los jardines (fácil confundirse). Desde
arriba se puede notar el aire fresco y las vistas son preciosas, sin contar con
que el paseo por la pasarela suspendida por los supertree vale la pena la
entrada aunque se acaba muy rápido. Creo que no he comentado que los supertree
son árboles filogenéticos montados a partir de una combinación de pequeños
árboles filogenéticos (y ahora os habréis quedado como yo, sin saber lo que es
hasta que lo ves).
Aprovechando que tenía los cupones del stopover decidí
volver a entrar los invernaderos que tanto me gustaron y verlos de día (ya que
me salía gratis entrar a los invernaderos), dado que cuando entré ya era bastante tarde. Creo que
prefiero los invernaderos de noche todos iluminados. Terminando de ver el
jardín quedaba poco para que comenzara el espectáculo nocturno de los
supertree, que se hace dos veces al día, así que me quedé a disfrutar del
espectáculo de luz y sonido (es gratis). Los supertree que de noche están todos iluminados
no son ningún derroche energético dado que están equipados con tecnologías
ambientales que imitan la función ecológica de los árboles: las células
fotovoltaicas aprovechan la energía solar que es utilizada para la iluminación
que tienen luego por la noche. El espectáculo de luces y sonido es muy
recomendable y es como estar en el futuro. Una vez terminado el espectáculo
tomé el camino hacia el hotel para esperar que los del Stopover me recogieran
para ir al aeropuerto y despedirme de Singapur, un país del que me quedan
muchas cosas que ver, así que tocará volver.
Comentarios
Publicar un comentario
.