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Diario 2021: España - El Circo de Otal desde el Valle de Bujaruelo (Aragón)

Como desde que los descubrimos salimos del Paseo Maria Agustin camino al Pirineo para hacer otra preciosa ruta. Esta vez, y rompiendo la costumbre, paramos dos veces, una en una panadería donde siempre hay coches donde esta vez si me cogí un dulce, que se nota que es de obrador. Y de aquí continuamos hasta la siguiente parada obligatorio de café y baño antes de empezar la ruta. Nada más pasar la panadería nos encontramos con luces varias de policía y ambulancia y pasando por la carretera vimos tres coches implicados en un accidente, uno de los coches tenía todo el morro destrozado. Hay que recordar que es el último fin de semana de agosto y eso implica muchas vueltas de vacaciones, así que hay tráfico y hay que tener cuidado. Finalmente, tras las paradas indicadas, llegamos al valle de Bujaruelo y buscamos un sito donde aparcar, aunque hay una gran explanada para ello el lugar esta lleno de coches y caravanas, sin duda es un lugar de verano apetecible para quien tenga tienda de campaña o autocaravana.

 
 
 
 

Una vez aparcamos comenzamos la ruta. Es circular y la comenzamos dejando a nuestra derecha los resto de la antigua ermita y dejando el río a nuestra derecha mientras subimos por una pista prácticamente llana y fácil de seguir. a la derecha entre las ramas de los arboles vemos las aguas cristalinas del río, con tonos azul-verdosos, y mucha gente junto a la orilla. mientras seguimos el camino entramos en el valle donde podemos ver las montañas que lo rodean y las explanadas verdes con gente sentada o tumbada tomando el sol como si de una piscina se tratará, y alguno que otro pescando (es vedado de pesca) ya que aunque con este calor veraniego apetece meterse en ese agua cristalina que parece tan fresquita la cosa es que no está fresca, el agua está helada, así que normal que no haya mucho valiente suelto.

 
 
 

Cuando llegas a la única fuente de agua potable que vas a encontrar en el camino tienes una bifurcación, un camino que sale a tu izquierda y otro que sube ladera arriba. Este camino se dirige al valle de Otal pero para llegar ahí hay que subir durante un tiempo, ya que este valle está sobre el de Bujaruelo. La subida es pro el mismo camino de piedra y la misma vegetación en los laterales, lo que en verano es una tortura porque no hay demasiada sombra. Afortunadamente la subida termina cuando parece que ya no podemos seguir subiendo más, y dejando atrás las vistas de los pinos nos encontramos con el circulo de Otal y su valle, una preciosa vista que vale todo el esfuerzo realizado para llegar hasta ahí.

 
 
 
 

Una vez aquí nos deleitamos con las imágenes de las latas montañas al fondo del valle con sus formas y tonalidades, mientras más cerca tenemos otras montañas verdes amarillentas que junto con el cielo azul me recuerdan a las de Escocia. el camino desciende hasta un puente que cruza el río Otal, tan cristalino y de tonos verdes azulados ahora lo tenemos más cerca que antes y podemos ver cada piedra y su curso hacia las montañas. Desde aquí seguimos el camino que recorre el valle dejando el río a nuestra izquierda. Aunque son algunos kilómetros el camino es llano por lo que se puede disfrutar del paisaje, debido al verano está todo seco (lo que es una suerte para mi ya que así no tengo alergia) y todas la vegetación son flores secas, pero las montañas mantienen sus tonalidades y por eso se puede vislumbrar un valle muy parecido al de Aguas Tuertas con sus vacas pastando y las curvas que hace el río a través del valle.

 
 

He leído por internet que en primavera también se ven marmotas y muchas flores, por eso, entre las curvas del río, las montañas, las vacas, es fácil imaginarse que es muy parecido al de aguas tuertas, solo que en este momento ya llevamos mucho verano y eso se nota en la flora y la fauna. continuamos caminando por el valle hasta llegar una cascada donde se tiene que elegir, tomar el camino hacia arriba y seguir subiendo, o tomar el camino recto y parar a descansar junto a la cascada.

 
 
 

Nosotros tomamos está ultima opción ya que era la hora de comer y que mejor lugar donde sentarse a comer que junto al agua fresca y cristalina de la cascada, además las familias con niños que había por ahí daban entretenimiento, porque ya se sabe, los niños hacen cualquier cosa menos obedecer, y eso de no subas las rocas de la cascada para algunos es un aliciente para hacer precisamente eso. y por supuesto, los niños de cabeza al agua, y eso que está helada, los mayores los pies o las piernas, lo de meter enteros en agua helada como si fuera una piscina es cosa de la juventud.

 
 
 
 

Es un camino sencillo por lo que es normal que viéramos tantas familias con niños. tras la comida volvemos por donde hemos venido, de vuelta al valle de Bujaruelo, solo que al llegar al cruce de caminos junto a la fuente ahora tomamos dirección hasta el puente de Oncins, que permite cruzar el río en una zona donde queda encajonado entre dos paredes verticales de roca, desde aquí nos encontramos con un grupo de (¿Cómo se llaman a los que hacen rafting?) bueno, nos encontramos con un grupo que aprovecha para tirarse desde el puente al agua del río, ya que forma una poza profunda de color azul verdoso transparente.

 
 
 
 
 

Un pequeño rincón precioso para disfrutar de la vista. de aquí seguimos el camino volviendo por un lado contrario al que habíamos ido, seguimos manteniendo el río a nuestra derecha y nos alegramos de haber tomado otro camino de vuelta porque podemos caminar por una zona realmente bonita y mucho más salvaje y asilvestrada que aquella por la que habíamos hecho el camino de subida que era incluso más seca. Aquí tenemos más vegetación y césped verde, y también tenemos el río cerca para asomarnos y disfrutar de sus aguas cristalinas, con el calor apetece mojarse, hasta que piensas en que estará helada y se te quitan las ganas.

 
 
 

Al final el camino llega al puente de San Nicolas de Bujaruelo, donde podemos ver a un montón de gente disfrutando dentro del agua del río, una vez cruzamos este antiguo puente de piedra junto a las ruinas de la ermita nos acercamos al bar del camping para hacer la parada previa a tomar de nuevo el coche y de regreso a Zaragoza, eso sí, esta vez con veinte minutos o así de retención. Pero ya sabíamos que este era el peor fin de semana para salir en domingo.

 
 
 

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