La excursión consistía en visitar los Aguarales de Valpalmas pero debido al día de tormentas que daban la programación cambio un poco. Lo bueno que sigue manteniendo esta agencia es que pese a los años sigue siendo lo suficientemente cercano con sus clientes como entender que si el tiempo no permite disfrutar pro completo de la actividad ofrecen otras alternativas para disfrutar de todo el día fuera. He cogido suficientes excursiones para haber visto que hay agencias que una vez pasan los años y consiguen la fama y la clientela la preocupación por satisfacer a sus clientes disminuye hasta el punto de ofrecer lo que hay, si hay tormenta y solo estás cinco minutos disfrutando del lugar no es su problema. Pero esta agencia, por ahora, tras cinco años desde que la conocí, y aunque hayan crecido siguen igual con respecto a sus excursiones. Como decía salimos en dirección de Valpalmas pero antes de llegar el guía Adrián nos hizo una parada previa en el acueducto arco de la mora. Pegado a la carretera hay un pequeño camino que te acerca a este gran acueducto. El Arco de la Mora es un acueducto de origen islámico del siglo XI fue construido para que la acequia salvara un pequeño barranco; gran parte de esta acequia discurre en forma de túnel como se puede ver si caminas hasta justo bajo el acueducto. Los restos que se mantienen restaurados son un arco algo desfigurado más las dos pilas que lo sustentan; en la parte superior se conserva la parte por donde suponemos iba el agua. Tras esta pequeña e interesante parada nos dirigimos directamente a los Aguarales de Valpalmas. Según el itinerario pararíamos antes para ir l servicio, tomar algo, pero teniendo en cuenta las previsiones meteorológicas primero nos dirigimos a ver los aguarales y luego iremos al bar del pueblo. Hay que aprovechar que todavía n hay nubes de lluvia. El sitio tiene un pequeño parking donde solo encontramos una autocaravana de una pareja, así que tuvimos los aguarales para nosotros solos. Hay un cartel que te enseña los dos recorridos, uno circular pro arriba para ver la zona desde lo alto, y otro bajando a moverse entre las formaciones rocosas. Empezamos bajando, por si decidía adelantarse la lluvia, y adentrarnos en el recorrido interior donde poder ver de cerca las formaciones del lugar. En aragonés aguarales es como se llaman las zonas creadas por el efecto del agua, por lo que durante este paseo podemos ver diversas formas en la tierra creada por los recorridos del agua tras las tormentas y viento, ya que la roca es arcillosa y por tanto fácilmente modificable. Para evitar que el paseo humano las cambie están rodeadas pro una cuerda que delimita que zonas se puede entrar y tocar, pero hay algunas formaciones que están al alcance de la mano, que se pueden tocar y descubrir que es arcilla muy modificable. Hay un banco para sentarse a disfrutar de la vista, y también pequeños miradores con carteles explicativos de cómo se crearon esas formaciones. Hay de todo tipo de formas, como chimeneas, como pasteles derretidos, y algunos los camparan con las formaciones de la capadocia o del bryce canyon, por supuesto no tienen nada que ver, pero si demuestran que vale la pena el recorrido por el lugar. Tras visitar el interior salimos para hacer el recorrido superior y disfrutar de la vista desde arriba de todas esas formaciones curiosas. En este estuvimos poco tiempo porque comenzó a llover. Llegamos al bar de Valpalmas (justo en la salida hacia los aguarales) a tiempo ya que al poco de entrar empezó a caer el diluvio universal, viento, granizo y lluvia con intensidad. Desayunamos y esperamos dentro hasta que amaino un poco la tormenta, en consecuencia, estuvimos bastante tiempo en el bar, pero tampoco se podía hacer mucho con semejante tormenta de lluvia y viento. Cuando dejó de llover en vez de regresar como todavía era pronto el guía nos llevó a otro recorrido que se le había ocurrido. Esa es la diferencia. Otros ya habrían cumplido con el recorrido. Aquí para compensar no haber tenido tiempo para estar toda la mañana disfrutando buscó tora alternativa. En este caso nos llevó hacia Sora. Debido a las lluvias intensas el camino se había embarrado de tal forma que casi se queda atascado pero un agricultor que estaba por ahí nos vio y se acercó para sacarnos campo a través y guiarnos hasta el recorrido que lleva a la derecha al castillo de Sora y a la izquierda al pino de Sora. Pero debido a las lluvias recomendó no ir en la furgoneta. Como había dejado de llover decidimos hacer el camino de 2km hasta el pino andando. El camino era prácticamente llano y cómodo, excepto por las zonas más embarradas que obligaban a ir zigzagueando para evitar resbalarse o hundirse dentro del terreno. Durante el camino a cada lado nos acompañaban las vistas de un verde terreno debido a las constantes y poco habituales lluvias de este año. Justo cuando ya veíamos el pino de Sora, rodeador por un cerco de madera protegiendo el entorno a su alrededor empezó a llover. Casi tuvimos que correr y colocarnos debajo del pino. No es muy recomendable durante una tormenta colocarse bajo un árbol, pero no había truenos y relámpagos solo una intensa lluvia que se convirtió en granizo. Con los paraguas bajo el árbol disfrutamos de su inmensidad mientras nos protegíamos de la intensa lluvia y granizo. El tronco es tan grande que se necesitan varias personas para abarcarlos peor las ramas apenas nos cubrían, no porque hubiera pocas sino porque las ramas de los pinos son muy finas. Este “Pino Milenario o Pino Borau o Pino de Sora” está catalogado como Árbol singular en 2005. Cuando la lluvia disminuyó retomamos el camino de vuelta y cuando llegamos al coche salió el sol. De aquí tomamos el camino hasta el Castillo de Sora para hacer una parada fotografía y disfrutar de la imagen de los restos del Castillo de Sora, sobre acantilados de arenisca. Tras la parada par ver el catillo de sora, que no queda mucho en pie pero que se distingue en la distancia lo grande que fue en su momento, nos dirigimos al primer pueblo para comer y luego recorrer de regreso a Zaragoza.
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La excursión es de solo medio día lo que nos viene perfecto para tener la tarde libre y ver Punta Arenas. El día amanece soleado pero frío, aunque sin el aire del día anterior no hace un frío que te hiela los huesos. A las ocho de la mañana nos recogen para ir hacia el sur (unos 70 km) por la Ruta 9 hasta llegar a Punta Árbol. Llegando a Punta Árbol nos encontramos con un camping y muchos coches, y aquí junto al cartel de “Cabo Froward, hito geográfico donde comienza el continente americano señalizado por la cruz de los mares” nos encontramos con un zorro, según nos dice el guía ya está casi domesticados por lo que se acercan de forma habitual a los humanos. Tras dejar atrás al zorrito y al cartel que marca el punto más austral del continente americano comenzamos la caminata hasta el Faro San Isidro.
El sendero tiene una distancia de unos 5,5 km y se camina a lo largo de una playa de guijarros del Estrecho de Magallanes, por lo que las vistas del paseo son muy bonitas debido al buen día que hace. Lo único hay que tener buena forma física porque un paseo de 5 km en llano es sencillo, un camino por playa de guijarros donde te hundes en cada paso y tienes que hacer más esfuerzo para andar supone más esfuerzo físico. Es un paseo apto para todos, pero según el ritmo puedes acabar muy cansado. En nuestro caso el ritmo del guía era rápido, se ve que los guías de Chile están muy acostumbrados a recorrer estos caminos agrestes y ya no paran ni a disfrutar de las vistas, cada vez que paraba para hacer una fotografía tenía que correr tras el guía. También me paso en la isla de Pascua, parece que solo me dedicaba a correr tras los guías. Como decía el recorrido comienza caminando con el estrecho a la izquierda y sus aguas cristalinas y a la derecha el bosque magallánico con sus arboles retorcidos por el viento. Si se tiene la suerte de tener un día despejado como nosotras se pueden ver las montañas de las islas que se encuentran disgregadas por el estrecho.
Y durante todo el camino por la costa se ven troncos de arboles secos que ha traído la marea, todos están retorcidos y parecen esculturas modernas. Llegamos a un riachuelo que según el guía el día anterior con un salto se cruzaba, pero ahora hay tanta agua que es imposible saltarlo o no mojarse en el proceso de cruzarlo. El agua tiene el color marrón oscuro que vimos en el pasado en Escocia. Hay algunos troncos grandes caídos tras la cascada, pero no resultan fiables para cruzar, así que el guía se mete dentro del bosque magallánico y caminando entre la maleza (podría jurar que no hay camino claro) llegamos a una zona con cuerdas atadas de un lado a otro de un árbol y que permiten cruzar los troncos de los arboles sin resbalarse al permitirte apoyar en ellas. Así que con la vigilancia y ayuda del guía cruzamos el riachuelo a través de los árboles.
Tras cruzar el riachuelo el guía nos lleva de regreso al camino de la playa para seguir el recorrido con más comodidad, en el trayecto ya podemos ver una de los montes altos debido a lo despejado que está, aunque me es imposible recordad que nombre tiene el monte. Por esta parte del camino el guía nos va enseñando la distinta flora característica del bosque, vimos varios frutos y flores de árboles y también una especie hongo que crece en los arboles que en el pasado las tribus que vivían en esta zona se comían, nos lo da a probar, pero como sabéis yo no soy muy de alimentos fuera de mi zona de confort, el guía dice que no sabe a nada, pero cuando no hay nada más es lo que se usaba para alimentarse. Por el camino vemos diferentes aves que nos identifica el guía, también rocas laminadas y cada vez más vemos más montañas de islas.
Según nos comenta el guía el faro es el ultimo punto de la masa continental, pero todo lo demás que vemos, muchas montañas nevadas al fondo, son las montañas de las diferentes islas que hay en el continente americano. Mi amiga para a tomarse las pastillas, que tienen una hora determinada, y con la parada la otra chica que iba en el grupo distingue algo al fondo, el guía se fija y nos indica que es una ballena, miramos y vemos el chorro del agua expulsarse fuertemente hacia arriba, lo seguimos con la vista y vemos a la ballena saltar en el agua, luego por mi parte ya la pierdo de vista. Y así llegamos a ver el hotel de San Isidro junto a la playa y un cartel sobre el faro histórico de San Isidro. Entramos dentro del boque y cuando salimos nos encontramos con una vista de postal, el faro sobre un montículo de césped, una playa de agua azul, y un camino de flores amarillas con un pequeño muelle de madera derruido. El paisaje vale la pena, es un lugar idílico excepto por el aire frio.
Mientras estamos observando una barra de madera tallada que se encuentra junto al muelle derruido se nos acerca un zorrito buscando que le demos comida, aunque hay un cartel bien claro que dice que está prohibido dar comida a los animales de la zona dado que son animales salvajes algunos visitantes deben de alimentarlo porque cuando uno se agacha se acerca como si fuera un perro tras la comida. El guía comenta que los zorros de ahí están medio domesticados y en vez de buscar su comida en cuanto ven humanos se acercan para pedir comida, mi amiga pone la mano y el guía rápidamente la aparta ya que el zorro va a ir directo a por comida y no estamos precisamente en una zona cómoda para tener una mordedura de zorro. Seguimos por el camino de flores amarillas para ir al montículo y subir al faro. Finalmente llegamos al Faro de San Isidro, desde donde tendremos una vista panorámica del Estrecho de Magallanes, la Isla Dawson, la Cordillera Darwin y la Península de Brunswick en su máximo esplendor. Aquí vemos como llegan al faro más personas en una lancha y es que hay otros tours que hacen el recorrido por otro lado en lancha y llegan también al faro. El faro está cerrado y el guía nos comenta que están preparando un museo, en el exterior hay una cabeza de ballena y en el interior se pueden ver el resto de huesos de una ballena. El ultimo faro del continente americano tiene unas vistas increíbles y volvemos a ver ballenas en el estrecho.
Como ahí arriba hace frio pro el viento bajamos a la playa para refugiarnos del viento y parar a comer, mientras estamos ahí se nos acerca un zorro que se tumba en la playa de piedras con cara de pena para que le demos algo de comer. Tras comer retomamos el camino de regreso. El guía de este tour fue uno de los mejores porque sabía de todo, nos ayudaba, e iba bien preparado. A la vuelta nos encontramos con que hay mucha gente que va camino al faro, familias, parejas con sus perritos, todo tipo de gente, por lo que el lugar, que parecía vacío está ahora muy frecuentado. La vuelta, al no parar a hacer fotografías y como la marea ha permitido que el riachuelo se pueda cruzar con apenas estirar la pierna, resulta que la hacemos mucho más rápido que la ida. Así que enseguida regresamos en coche a Punta Arenas para visitarla antes de ir al aeropuerto.


Nos dirigimos a la Plaza de Armas, para ver todas las casas señoriales que hay a su alrededor. De aquí nos dirigimos al cementerio, desde que llegamos a Punta Arenas todo el mundo nos dice que tenemos que visitar el cementerio que es muy bonito, así que ahí que vamos, entramos por un lateral por lo que pasamos por tumbas famosas sin darnos cuenta, las más llamativas están junto a la puerta principal, cuando salimos pro la puerta principal vemos el plano de tumbas famosas y decidimos volver a entrar por el lateral para ver una de ellas que vimos de pasada pero dejamos de lado la del indio desconocido porque pilla un poco lejos y estamos destrozadas del treking como para andar para ver una escultura. Del cementerio volvimos a la plaza de Armas para subir a uno de los dos miradores de la ciudad, estábamos muy cansadas, pero había que aprovechar el día despejado así que subimos la cuesta y luego las escaleras para ser recompensadas con unas vistas de la ciudad, el estrecho y las montañas impresionantes.
Tras disfrutar un rato de las vistas bajamos al muelle para pasear por la costanera o paseo marítimo para ver el antiguo muelle de madera con las vías de hierro que conservan de recuerdo histórico, las esculturas, las letras de la ciudad, y todos los demás monumentos que había y la gente paseando con tranquilidad, pese al aire frío que ya hacía por la zona. Cansadas nos vamos a buscar un lugar donde cenar antes de ir al hotel a por las maletas y esperar al taxi que nos lleve al aeropuerto para volver a Santiago de chile, a nuestro último día y de regreso a casa. En la vuelta nos toco el mismo taxi que a la ida y la mujer nos dijo que aquí no cerraban las puertas porque no había el peligro que había en Valparaíso de donde era ella.
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