Este día podríamos haber hecho otro tour a otro sitio, pero todo el mundo decía que la Isla de Pascua era muy cara y que aprovecháramos a comprar comida que se permite llevarla. Así que habíamos dejado la tarde libre para compras, pero la verdad es que los precios de la Isla de Pascua eran como los de Santiago de Chile, ya que la vida en Santiago de Chile ha subido mucho. El caso es que no había necesidad de llevar comida ni nada, se podía comprar ahí como en Santiago por los mismos precios. Eso no significa que fuera barata, sino que salía como irse a Francia, Austria o algún otro sitio así. Pero es que Chile no se parece al resto de países de América Latina, con esto no solo me refiero a los precios, o a la seguridad ciudadana, también por como son, son mega amables sin ser empalagosos, en España los que atienden cara al público son todos super bordes en comparación con los chilenos, en todo el viaje todos los chilenos fueron super amables, y ninguno pidió propina, solo en los bares y restaurantes, pero en los tours, taxis, supermercados, hoteles, etc nadie te pide propina pero son super amables y educados. En los bares y restaurantes si que te ponen sumado al total la “propina sugerida”, y luego ya uno puede pagar ese total o el total sin propina sugerida pero la verdad es que son tan amables que no te cuesta nada pagar el total de la factura.
Pero quitando bares y restaurantes en el resto no piden propina, pero no dejan de ser amables, no como en otros países donde solo son amables para que les des dinero. El caso es que como no sabíamos que la Isla de Pascua ya no tiene tanta diferencia de precio usamos el día entero en Santiago de Chile, y nos llevamos comida que luego nos sobro. Comenzamos el día con un tour que nos llevaría al cerro de San Cristóbal, a este cerro se puede subir andando, en teleférico o funicular. El tour subía en teleférico y bajaba en funicular, y se puede hacer andando, pero es mucho más alto que el cerro de Santa Lucia así que tómalo con calma y lleva agua si decides hacerlo andando. A nosotras nos encantan los teleféricos, allá donde hay alguno siempre acabamos cogiéndolo, así que encantadas de hacer la cola para subir, y mientras en la cola había máquinas de algodón de azúcar. Lo bueno del teleférico son las visas que se tienen mientras subes hasta la cima del cerro. Puedes ver la ciudad de Santiago desde arriba, expandida con sus casitas y rodeada por las montañas y la cordillera de los Andes, y en un rincón los altos rascacielos, sobresaliendo el Sky costanera sobre todo lo demás. Una vez llegamos arriba hicimos el recorrido del vía crucis porque aparte de que hay una cruza diseñada de forma distinta las vistas que hay desde ahí son el mejor mirador del lugar. La iglesia es pequeñita, pero al lado están las escaleras para subir hasta la figura de la Virgen de la Inmaculada Concepción donde están las siguientes mejores vistas del cerro, donde poder ver toda la ciudad. Se sube por las escaleras junto a la iglesia y se baja por las escaleras al lado del cementerio.
Y antes de bajar para tomar el funicular paramos en los puestos que hay en las escaleras para probar el ante con huesillos, que es la bebida típica de ahí. Ya sabéis, los que me leen, que yo no soy de comidas o bebidas que no sea a las que estoy acostumbrada, pero tenía curiosidad por el ante con huesillos que es dulce, pero para mí asqueroso, no puede tomármelo. Una vez finalizado el reto de la bebida fuimos a la cola del funicular, para tomarlo a la bajada y ver otras vistas. El Cerro San Cristóbal acoge también el Parque Metropolitano y un Zoológico, y el funicular tiene parada ahí, y pasa junto a las mismas jaulas de los animales. El paseo en el funicular no dura más que unos minutos, pero al pasar entre los arboles del cerro y ser abierto da un cierto frescor que se pierde en cuanto llegamos abajo. De aquí nos vamos al cerro de Santa Lucia, nosotras ya habíamos estado, pero por la tarde y la verdad es que por la mañana se puede disfrutar de las vistas sin el sol dando de lleno, y así poder disfrutar de sus caminos.
Después de la parada inesperada en el cerro de Santa Lucia nos fuimos a la plaza Mayor para entrar a la catedral, ya que el día anterior al ser domingo con tanta gente no pudimos entrar. La catedral esta bien, nada fuera de lo normal, pero ya que estábamos ahí no nos íbamos a marchar sin verla. Nos sobro tiempo y lo pasamos bajo los arboles de la plaza ya que el sol pegaba con fuerza. De aquí nos acercamos a las calles peatonales adyacentes a la plaza mayor para comer una empeñada de pino también tipo y que estaba buenísima, porque aquí la salsa la ponen aparte, así que me pude comer la empanada de pino que, como dijo la guía, la hacen distinta porque ahí la hacen de cebada de trigo y no de maíz, tal vez pro eso me la comí toda, porque el sabor del pan de la empanada más la carne era como un bocadillo de carne sin salsa ni sabores raros. Ni siquiera he sido capaz de comer las empanadas gallegas porque un mordisco y ya me dan arcadas, pero la comida de chile es tan parecida a la que estoy acostumbrada. El bar donde comimos la empanada de pino estaba junto a un “Café con piernas” que son las cafeterías donde van los oficinistas y las camareras sirven mostrando mucho las piernas, ejem, muy japonés el concepto.
Después de comer nos dirigimos al Palacio de la Moneda pero a la cara del frente que el otro día no vimos, hay una gran bandera de Chile al frente y alrededor del edificio están las esculturas de todos los presidentes de Chile menos de Pinochet. En la parte de atrás había un tablado de madera montada para el cambio de guardia por lo que tuvimos suerte de haber visto la parte de atrás sin nada que tapara el edificio ni el despacho del presidente. Debido a que solo estuvimos dos días en Santiago no pudimos coordinarlos para poder ver el cambio de guardia que se hace cada día impar, no tiene un calendario fijo. De aquí volvimos al hotel para descansar un rato del sol para luego salir al barrio Lastarria, muy cerca de nuestro hotel, para ver el ambiente lleno de gente, tenderetes, bares y restaurantes. Desde aquí nos acercamos a la plaza mayor para visitar la real audiencia que es hoy el Museo Nacional, la entrada es gratuita y a nosotras nos encantan los museos así que nos lo recorrimos entero. Es un museo donde hay de todo; ropa, cuadros, objetos. Un compendio de la historia de Chile desde su liberación (independencia de España) en 1818 hasta la actualidad. Cuando acabamos de ver el museo esperamos sentadas en su patio porque a y media daban un tour gratuito a la torre del edificio.
Llegado el momento el guía solo nos tenía a nosotras dos para el tour así que se recorrió todo el museo de arriba abajo para recopilar mas gente, hasta trajo a un par de estadunidenses que no entendían español – y el guía no lo daba en inglés- para que el recorrido le valiera la pena. Tras recopilar a la gente del museo como si fuera un barrendero el guía nos abrió paso a la escalera de caracol que sube al primer piso de la torre, ahí nos explicó como esta construido el edificio, ya que Santiago de Chile tiene una gran actividad sísmica pero el edificio sigue después de tantos siglos en pie porque se construyó para resistir los terremotos. Luego subimos a la segunda planta donde estaba la cuerda del reloj, la torre se amplio en plantas para que el reloj pudiera ser funcionar ya que el reloj de la torre es de cuerda y para ponerlo en hora lo visita cada dos días un relojero y necesita que la cuerda mida ciertos metros, por eso ampliaron las plantas de la torre. En la última planta tenemos un balcón desde donde podemos ver la plaza de armas y su alrededor desde lo alto. Aunque solo fuera por las vistas desde la torre el recorrido vale la pena, y es gratuito.
Una vez terminamos de ver la torre nos acercamos a comprar un helado en la plaza de Armas para comerlo de camino a la parada de metro más cercana. Una cosa que nos llamó la atención es que las paradas de metro no están anda señaladas, pero habíamos investigado pro donde estaba la parada más cercana, pero si no lo saben no hay ninguna señal que viéramos que lo identifique. En el metro no hay billetes, sino que tienes que comprar la tarjeta que luego vas recargando con lo que necesites, como nosotras solo lo íbamos a usar para ir y volver del Sky Costanera solo la recargamos con el dinero necesario para ello. En contra de lo que pasa en otros lugares el metro no va pro zonas sino va por periodos de tiempo (como la luz en España), así que tienes un precio para el periodo valle, llano y hora punta. Como nuestra vuelta coincidía con la hora punta nos toco pagar más pero aún teníamos que ir a comprar la comida (si hubiéramos sabido que no es necesario, que cuesta lo mismo en Santiago que en la Isla de Pascua habríamos organizado de otra manera). El metro te deja justo junto al centro comercial sobre el que se eleva el Sky Costanera, eso es algo habitual, ya que también somos habituales a visitar los rascacielos de las ciudades ya sabemos que eso lo hacen en todos los sitios. Como ya es noviembre en el centro comercial ya está todo decorado con el ambiente navideño, y ahí pudimos ver que a Papa Noel lo llaman el Viejito Pascuero. En el rascacielos Sky Costanera deben tener bastante turismo brasileño ya que en el ascensor cuando suben y te explican sobre el lugar te hablan en español y en portugués. Una vez arriba tienes dos plantas, la primera planta te permite verlo todo en un giro de 360 grados por lo que se ve toda la ciudad rodeada por la cordillera de los Andes, los cerros y hasta más allá. En la segunda planta tienes la misma vista, pero desde más alto y sin el bar entre medias. Cada poco hay binoculares y carteles que explican los edificios que se ven en la distancia.
La torre del Costanera Center era la más alta de Latinoamérica, aunque ya no lo es la vista es impresionante y mientras estábamos sentadas disfrutando de la vista avisaron que había un tour gratuito, así que ahí que nos unimos y había gente de todos los lugares; Brasil, Venezuela, Colombia, Perú, España, etc. El guía nos explicó como ese rascacielos había paso dos terremotos sin caerse, uno durante su construcción y otro de 9.5 poco después de su inauguración. Pero como construyen a prueba de terremotos el edificio lo que hizo fue desplazarse a los laterales, y en caso de estar dentro de él durante un terremoto hay que dirigirse al centro a esperar que salte la alarma que indica cuando bajar por las escaleras, y siempre han de bajar los más rápidos primero. A las 7 de la tarde nos avisaron de que había un espectáculo de luz con el atardecer (también gratuito) pero como era entrada la primavera en Santiago ya anochecía sobre las diez de la noche así que no nos quedamos porque teníamos que comprar. Cogimos el metro de vuelta y pasamos por la plaza que no tiene mas que un pedestal sin figura que es la plaza donde se inició una revuelta por la diferencia entre los pobres y los ricos en la ciudad, y esa plaza marca el limite de la zona alta y la zona baja.
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Y aquí fuimos a comprar comida y bebida – que luego nos sobraría-, y una de las cosas que nos llamó la atención eran los tamaños de las bolsas y de las bebidas, las botellas de agua no eran de 500ml o 1,5l sino de 600ml o 1,6l, las botellas de Coca-Cola de 591ml. Eran medidas inusuales y, sobre todo, más grandes que en España. Y los refrescos los llamaban “bebida de fantasía”. Marchamos pronto al aeropuerto porque la noche anterior había visto en la pagina del aeropuerto que había huelga, y nos toco que la huelga durara todo nuestro viaje de casi tres semanas, aunque el mayor impacto lo vimos este día; el primer día de huelga es cuando más se notaron las cancelaciones y retrasos. Las colas que vimos en el aeropuerto eran kilométricas, ni siquiera veías hacia donde se hacía cola. La taxista que nos toco también le gustaba hablar. Tengo que decir que todos los chilenos con los que hablábamos acababan diciendo lo mismo sobre el tema de delincuencia con violencia de los grupos venezolanos y vuelta de nuevo nos lo contó la taxista que nos llevó al aeropuerto, nos dijo que ella trabajaba en la cooperativa de taxi con venezolanos, pero que no solo iba la buena gente de ese país, sino también la mala.
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