DIARIO 2024: CHILE - Dia 06 - ISLA DE PASCUA - Dia 03 -- Ana Te Pahu - Ahu Akivi - Puna Pau - Vinapu - Rano Kau - Orongo
El día amaneció con lluvia y otro tour de día completo. Empezamos yendo a Ana Te Pahu lo que fue un acierto por parte del guía ya que en el camino a la cueva comenzó a llover, pero en la cueva estuvimos resguardados. Esta cueva es conocida como la cueva de los plátanos debido a la gran cantidad de estos árboles que hay en la entrada situada a unos metros bajo la superficie. Junto a ellos crecen parras, paltos y tubérculos como el taro o el ñame. En la entrada de Ana Te Pahu también se pueden observar huellas petrificadas de la palma endémica de Rapa Nui, y de una colmena de las abejas endémicas de la isla.
Cuando salimos del interior de la cueva las nubes se había ido y teníamos el sol brillando sobre el cielo azul. Tomamos camino hacia Ahu Akivi, aquí encontramos siete moais que, contrarios a los que hemos estado viendo hasta ahora, son todos muy parecidos entre sí en tamaño y facciones. Además de ser tan parecidos estos parece que miran hacia el océano en vez de hacia el interior, pero en realidad miraban hacia una aldea como el resto de Ahu. Lo que si es diferente es que estos moais están en una posición astronómica y los rostros de los moai miran hacia el punto donde el sol se pone durante el equinoccio de la primavera. El guía también nos cuenta le leyenda de que estos moais fueron erigidos en honor de los siete exploradores que por encargo del rey se lanzaron al océano a explorar, pero es solo una leyenda que no se avala con los restos encontrados. Como los visitamos de día el sol les daba de frente por lo que pare ver sus rasgos es mejor hacer la visita por la tarde.
Seguimos el tour hasta Puna Pau, otro volcán cantera ya que este es el lugar desde donde se extrajeron y tallaron los pukao (los tocados que llevaban los moais sobre sus cabezas). Como el tipo de piedra es distinto es normal que en la cantera de Rano Raraku no encontráramos más que moais desperdigados por todos los lados, como la piedra con la que se hacen los tocados es otra es en esta otra cantera donde los encontraremos desperdigados por todo el camino como pasaba en la otra cantera con los moais. La visita empieza por el sendero de la derecha, donde aparecen los primeros pukao a la izquierda. Allí hay un panel interpretativo y luego el camino asciende hasta un pequeño mirador. Una vez arriba a la izquierda tienes el interior de cráter, y su forma me recuerda a los cenotes y teniendo en cuenta que el nombre del lugar hace referencia a una fuente o pozo de agua puede que en el pasado hubiera agua como en los cenotes. La escoria roja que se extrae de esta zona es con la que se hacían los tocados y se pueden encontrar algunos de ellos dispersos por la ladera del volcán. Una vez arriba hacia la izquierda y dando la espalda al cráter del volcán se disfruta de una magnífica vista de los alrededores de Hanga Roa, el océano Pacífico y los terrenos de cultivo. Solo la vista merece la pena la visita a la cantera. Después se desciende el volcán para salir por otro lado que deja ver con más detalle los pukaos dispersos.
Tras dejar atrás la cantera marchamos al siguiente lugar a visitar; Vinapu. Este lugar es un complejo arqueológico situado en una extensa explanada en el borde de la costa de la isla, donde termina la pista del aeropuerto según se puede ver en las señalizaciones. El sitio es hermoso, como todos en la isla, con una gran pradera verde y el océano de increíble azul. Aquí se encuentran los restos de tres plataformas, aunque de una prácticamente no queda nada así que lo que podemos ver es el Ahu Tahira y Ahu Vinapu. La primera plataforma te encuentras con seis moáis boca abajo y tres tocados frente a ellos, ando la vuelta por la parte derecha se llega a la plataforma más impresionante, es un muro perfectamente ensamblado, con mucho parecido a los muros incas en Peru. En la parte trasera se encuentra un moái semienterrado, y de cerca se puede ver que no tiene las cuencas de los ojos talladas, por lo que se sabe que nunca estuvo sobre una plataforma. En el lugar se encuentra, aparte de los pukaos también caras de moais enterradas y dando la vuelta a la plataforma nos encontramos con una figura alargada de color rojizo como los moais. El guía nos indica que es un moai femenino que no tiene cabeza porque cuando llegaron los franceses se dedicaron a cortar las cabezas de las estatuas. No sabíamos que había moais femeninos, pero por lo que indica el guía solo se han encontrado este y otro más que está en el museo de Hanga Roa (que no podemos ver porque está cerrado) y donde se distingue mucho mejor que es el cuerpo de una mujer.
Tras una parada para comer seguimos a nuestra siguiente visita, el volcán Rano Kau. Vamos primero a su mirador de libre acceso. El lugar tiene un sitio donde aparcar y de ahí es entrar y te encuentras con el cráter del volcán. Mi amiga se quedó impactada, ya que no había visto ninguno así, yo en cambio había visto parecidos en Corea del Sur, pero eso no quita que este sea un lugar imperdible. El acceso al mirador te enfoca directamente en la parte central desde donde puedes sacar el crater completos, todo el rango ovalado, con sus cortes de tierra y su fondo lleno de numerosos juncos de totora. Mi amiga ve como unos caminos que bajan abajo del cráter y le preguntamos al guía, que nos comenta que solo bajan ahí expediciones de científicos para extraer muestras y estudiar el lugar, y los foráneos para bañarse. Me cuesta imaginar lo que será bañarse ahí. En los laterales del cartel del mirador hay caminos que se pueden recorrer para seguir teniendo diferentes vistas del cráter del volcán. El tiempo nos da para subir por el camino e ir parando para ver como va cambiando la forma del cráter y sobre todo ver las diferentes paredes del cráter, así como la acumulación de agua de lluvia en el interior de la gran caldera del cráter volcánico. El guía nos comenta que esta es una de las principales fuentes de agua dulce de la isla junto con las aguas subterráneas.
Y tras dejar este lugar marchamos al volcán Rano Kau, yendo primero a su mirador de libre acceso. El lugar tiene un sitio donde aparcar y de ahí es entrar y te encuentras con el cráter del volcán. Mi amiga se quedó impactada, ya que no había visto ninguno así, yo en cambio había visto parecidos en Corea del Sur, pero eso no quita que este sea un lugar imperdible. El acceso al mirador te enfoca directamente en la parte central desde donde puedes sacar el crater completos, todo el rango ovalado, con sus cortes de tierra y su fondo lleno de numerosos juncos de totora. Mi amiga ve como unos caminos que bajan abajo del cráter y le preguntamos al guía, que nos comenta que solo bajan ahí expediciones de científicos para extraer muestras y estudiar el lugar, y los foráneos para bañarse. Me cuesta imaginar lo que será bañarse ahí. En los laterales del cartel del mirador hay caminos que se pueden recorrer para seguir teniendo diferentes vistas del cráter del volcán. El tiempo nos da para subir por el camino e ir parando para ver como va cambiando la forma del cráter y sobre todo ver las diferentes paredes del cráter, así como la acumulación de agua de lluvia en el interior de la gran caldera del cráter volcánico. El guía nos comenta que esta es una de las principales fuentes de agua dulce de la isla junto con las aguas subterráneas. Y de aquí nos acercamos a Orongo, aquí encontrareis baños y paneles informativos en la entrada, atención porque solo puedes acceder una vez, y como digo, hemos visto que de verdad toman nota y revisan si ya has accedido antes.
Dentro del centro el guía nos explica de varios temas tratados en los carteles. Según el guía debido a la sobrepoblación empezaron las guerras internas y aunque hasta entonces habían reinado por monarquia ante la situación establecieron un nuevo rito por el cual cualquiera podía ser rey por un año entero. A raíz de esa nueva propuesta se creo la competencia del hombre pájaro, la aldea de Orongo era habitada de manera estacional por los jefes y personajes principales de las antiguas tribus que esperaban observar quién era el primero en recoger el primer huevo sagrado del pájaro manutara en los meses de la primavera. Se trataba de una celebración que alcanzaba su momento álgido durante la competencia del Tangata Manu. Los que tomaban parte en esta ceremonia, vivían durante ese tiempo en casas que estaban especialmente construidas para este fin y que presentan un tipo arquitectónico especial y desde pequeños habían sido entrenados para tener éxito en esta competencia que consistía en ir a nada hasta el motu (islote) más grande y robar el primer huevo del manutara y llevarlo sin romper hasta la aldea nadando y escalando los acantilados. Cada ganador grababa su reinado en las piedras de la aldea. Luego en el centro hay unos carteles donde se comenta que encontraron un moai muy bien conservado dentro del antiguo ahu de Orongo, que fue extraído en 1868 por la tripulación del barco de guerra inglés y que se encuentra desde entonces en el Museo Británico de Londres. Muchos rapa nuis reclaman el moai para que lo devuelvan (pero ya sabemos que los ingleses poco devuelven).
Tras las explicaciones salimos al conjunto arqueológico, nada más salir fuera del recinto debes pasar los cárteles y la zona de descanso que está a la derecha y girar a la derecha cuando encuentres un camino que se divide y un poco más adelante te encuentras con los tres motus que están frente a la cost; Motu Kao Kao, con forma de aguja, Motu Iti, el más pequeño y Motu Nui, el más grande de los tres. En esta zona hay bancos para disfrutar de las vistas espectaculares del lugar. Siguiendo el sendero vemos algunas de las casas de esta aldea ceremonial, no podemos entrar, pero se puede observar agachándose el acceso a las mismas era como las cuevas, estrecho para después agrandarse. Me recordaron a los iglús de tierra que vi en Quassiarsuq en Groenlandia. A medida que vas avanzando por el sendero se puede ver perfectamente como algunas de las casas tenían varias entradas e incluso algunas estaban conectadas entre ellas. La última casa de la hilera es la más importante de Orongo, y es la que era utilizada por los sacerdotes que se encargaban de la ceremonia de los Hombres Pájaro y que nos lleva al cráter del volcán, y aunque está prohibido el paseo se pueden ver las piedras con petroglifos que hay en esa última zona de Orongo. Tras llegar al cráter sigues otro camino que te lleva por un sendero donde puedes ver más piedras con petroglifos y restos de la antigua aldea.Tras salir de Orongo paramos en un mirador donde se puede ver el aeropuerto de Hanga Roa y tras la pequeña parada fotografía continuamos de camino a nuestros hoteles dando por finalizado el tour.
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