Paseo en tren de vapor - Holanda

 Una de las actividades a realizar en Holanda es hacer un viaje en el tiempo, que es posible montando en un tren a vapor que te lleva por distintas estaciones. Siendo su estación de inicio Hoorn, y su estación final Medemblink (unos 21 km).


Personalmente es una actividad que me encantó por lo poco usual que es y por el encanto que lleva el paisaje y la gente que participa. En primer lugar comienzas a entrar en el pasado cuando llegas a Hoorn y tienes que comprar los billetes de tren, que se hacen en el museo del tren a vapor que tiene varios tipos de trenes, y una taquilla antigua donde comprar los billetes. También están los revisores vestidos de época  que una vez subes al tren pasan a chequear tu billete. 


El trayecto del tren pasa por lugares muy interesantes, pequeños rincones bonitos y por grandes campos de amapolas. Cuando fui en otoño las amapolas no estaban en flor pero el gran campo de flores y los molinos típicos holandeses creaban un hermoso paisaje, que en primavera será aún más espectacular.


Las paradas eran en pequeñas estaciones que conservaban el aspecto antiguo, con la gente vestida de época como trabajadores y viajeros, de forma que en esas pequeñas paradas quienes desentonaban eran los turistas como yo y no ellos. En el camino un coche de época con su conductor y pasajeros ataviados de época siguen al tren pro carretera y uno puede salir a la parte trasera del vagón y disfrutar del paisaje además de saludarlos, al igual que ellos.



Hay varias pequeñas paradas hasta que el tren llega a su destino final junto al puerto donde espera un barco de vapor. La actividad tiene dos puntos de interés: por un lado el punto histórico del viaje en el tiempo y por otro lado el paisaje, que es bonito en otoño y en primavera será espectacular.


Treking hasta el mirador del Fiordo de Erik El Rojo - Groenlandia

Uno de los treking más bonitos que hice en Groenlandia fue el camino hasta el mirador del Fiordo de Erik el Rojo. Empezamos el recorrido en el pueblo de Igaliku, fue un tranquilo paseo por sus pastos y lagos repletos de truchas de agua clara y cristalina (algo que se puede esperar). Tras un agradable paseo empieza la subida más empina del trayecto, mientras subíamos bajaban unas vacas con algunas personas, en esta zona en julio no hay mosquitos porque hay ganado, tal vez por eso el trekking fue el mejor de todos, porque no había mosquitos incordiando.


Tras conseguir superar el “repecho” el camino discurre por subidas y bajas de colinas que no tienen ningún esfuerzo porque la parte para llegar a lo alto ya se ha superado. Finalmente conseguimos ver el mar y subido hasta la punta de una roca que es como un mirador. Cuando finalmente llegas ahí arriba puedes contemplar relativamente cerca el glaciar a un lado, entre las montañas, y al otro lado de las montañas el fiordo de Erik El Rojo cubierto de icebergs que ha ido soltando el glaciar.


Como hacía mucho viento para poder disfrutar mejor de la vista bajamos un poco, y a menos altura aunque el glaciar con sus hielos se contemplaba peor dado que las nubes negras comenzaban a cubrir el horizonte, la vista del mirador era perfecta. El fiordo se abría ante nosotros con sus aguas de color hielo, al fondo las nubes cubrían el fondo pero eso hacía resaltar el color del agua del fiordo, y entre el agua los icebergs de blanca a azul pasando por las tonalidades intermedias. Una belleza de vista.


Sobrevolar las cataratas del Niagara en helicóptero - Canada

Una de mis actividades preferida es el volar en helicóptero. Es algo adictivo. Desde que lo hice la primera vez en cada ocasión que veo que existe la posibilidad, no dudo en hacerla. Y he de decir que  hasta ahora no me ha decepcionado. Estoy tan emocionada que conseguí convencer en esta ocasión a mis amigas para que hicieran su primer vuelo en helicóptero, y acabaron enganchadas como yo. Una de las razones es la emoción del vuelo. La otra razón; las vistas.


Ya había estado viendo las cataratas del Niágara algunos años antes de realizar esta actividad, pero no es lo mismo verlas en barco o dentro de los túneles subterráneos, o paseando a su lado que verlas desde el aire. Tras este vuelo si tengo que recomendar una vista que hacer de las cataratas del Niagara, esa va a ser la vista desde el helicóptero. Efectivamente hay un rascacielos restaurante que tiene una vista panorámica y de altura de las cataratas pero no se acerca ni de lejos a lo que es verlas desde un helicóptero.




El vuelo en helicóptero primero nos otorga vistas de la ciudad y va recorriendo el camino del río Niágara hasta llegar a las cataratas. Una vez llegas a las cataratas el helicóptero nos da un paseo sobre las mismas pudiendo ver desde diversos puntos cómo cae la inmensa agua del río sobre el mismo río cambiando su propio color. Si desde arriba se ve el color azul y tierra del río, en un súbito salto se convierte en blanco espumoso debido a la caída. Además que desde esa posición podemos ver la semicircunferencia que crea el río en su caída. Una vista impresionante. 



Y en ningún otro lugar se puede tener la vista desde el aire que se tiene en helicóptero, por lo que sin duda es absolutamente recomendable hacer esta actividad en las cataratas del Niágara.


La primera vez que estuve en Niagara Falls me pareció que ver las cataratas desde el río, con el agua cayendo y toda la vista de las mismas al ras del suelo era algo más impresionantes que vistas desde lo alto por los caminos del parque, pero la verdad es que cuando monté helicóptero y entré en los túneles subterráneos, disfrute mucho, ya veis que el helicóptero me parece algo absolutamente recomendable. Creo que son tres perspectivas diferentes de ver las cataratas y por tanto, de todas las opciones las tres son recomendables para no dejar ningún aspecto de las cataratas pro descubrir (y decidir desde donde las cataratas te parecen más bonitas o interesantes).

Paseo en canoa por la selva de Taman Negara - Malasia

Y una de las actividades que te trasportan a los tiempos en que los viajeros eran aventureros con tierras por descubrir es, sin duda, un paseo en canoa por la selva de Tamán Negara. No sé si alguno le ha pasado que de pequeño leía libros de aventuras y viajes por la selva, o alguno más mayor se veía los programas de la ruta Quetzal y los viajes que hacían, pero yo sí lo hacía, y el paseo que hice en canoa por Tamán Negara me trajo esos recuerdos y lo viví con entusiasmo.




Hay varias actividades a realizar dentro de Tamán Negara, una de ellas es ir en canoa. En el restaurante flotante donde comí, y donde se vendían excursiones, monté en una canoa de madera que fue llevada por el guía (el mismo que me acompañó durante todo el día por la selva). Comenzamos el recorrido tranquilamente, viendo las casitas flotantes a un lado y los frondosos árboles de la selva al otro hasta que finalmente ya solo quedaron a la vista el río y la selva a ambos lados. De vez en cuando aparecían pequeños rincones arenosos donde la selva abría un hueco y dejaba adentrarse a su interior. Una de nuestras paradas fue en uno de esos rincones para hacer un treking (eso es otra actividad) pero el recorrido en canoa continuaba, el tranquilo paseo me recordó a esos momentos pasados, donde solo estaba yo, el guía, el río marrón y la selva. 




Sin duda el momento más emociónate fue el pasar los rápidos en canoa, con el miedo a caer al agua la emoción del recorrido y el roce con la selva intentado evitar las zonas más peligrosas. El regreso fue más tranquilo, un largo paseo de vuelta por tranquilas aguas, además salió el sol, el cielo se volvió azul y los niños de la aldea se lanzaron a jugar en el agua mientras nos marchábamos y dejábamos tras nosotros la aldea que en poco desaparecería, pues las tribus de Taman Negara son nómadas. 



Subida al templo de Cobá - México

Una de las cosas que nos gusta a hacer a los turistas (y a los que no se llaman a si mismos turistas) es subir a los sitios, en este caso a los templos mayas. Ya en Chichen Itza cuando fui estaba prohibida la subida, algo normal y lógico teniendo en cuenta las auténticas barbaridades que hace la gente, a la que subir esas piedras altas y desgastadas les parece un juego de niños. Pero hay otras ruinas mayas en las que todavía hay libertad para subir, como por ejemplo el templo de Cobá.


Tras atravesar la selva que rodea los diversos monumentos mayas se llega a una explanada donde te encuentras con el templo de Cobá, una montaña de piedra por las que ves subir a la gente, mucha como si se arrastrara por el suelo. Las escaleras del templo están divididas por una cuerda que separa el lado para la subida del lado para la bajada, para así evitar accidentes. Es conveniente, sobre todo a la bajada dada la separación entre piedra y piedra, que se eviten las piedras más usadas, y por tanto más erosionadas, porque esa piedra pulida por el uso resbala y puede provocar más de un accidente. La subida no cuesta demasiado pero vale la pena la vista que se obtiene desde lo alto.


Sin duda alguna es una actividad recomendable solo por la impresionante vista que se puede obtener. Cuando uno llega arriba del todo y encuentra un hueco entre tanto turista y mira hacia el frente se encuentra con un inmenso mar de árboles que lo cubren todo. Y es que cuando parecía que la selva había desaparecido, desde lo alto del templo de Cobá uno puede ver la inmensidad que todavía queda, ese mar verde, y sobre el verdor oscuro solo se vislumbra el sol reluciente. 



Curiosamente todo parece estar a la misma altura, los árboles parecen alineados por lo que a veces ver la punta de otros templos es algo complicado (y si se tiene el sol de frente aún más). Es una vista para quedarse sentado y darse cuenta de lo pequeño que es uno dentro de toda la naturaleza que nos rodea.


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