Palazzo Sessa - Italia

Palacio Sessa

Quedamos a las diez y media en la plaza, mi alojamiento se encontraba justo al lado, la ubicación no solo fue perfecta sino que era un bed and breakfast regentado de forma familiar con un desayuno casero delicioso y una habitación en un edificio aparte que era como un apartamento, el mejor sitio donde me he alojado de todos mis viajes a Italia. Pero volviendo a lo que nos interesa, este jueves por la mañana, soleado en Nápoles, nos fuimos encontrando en la plaza dei Martiri recreadores de todo el mundo; canadienses, malteses, estadounidenses, franceses, holandeses, españoles, ingleses, rusos, italianos… las mujeres con sus bonetes, velos o mantillas, y sus sombrillas para protegerse del sol, los hombres con sus bicornios o sombreros, bastones, abanicos, botas, zapatos, chaquetas, un sinfín de complementos y colores llenaron la plaza (muchas gente nos preguntó durante el fin de semana si estábamos rodando una película y todos que estábamos muy bien). De aquí fuimos caminando todos juntos hasta el Palazzo Sessa que se encuentra bastante oculto en la ciudad. Si no fuera porque seguíamos a Margarita, la encargada de este evento en Nápoles, fácilmente nos habríamos perdido, porque encontrar el palacio es como buscar algo entre las laberínticas calles napolitanas porque ha sido absorbido por los edificios napolitanos, el crecimiento continuo de esta gran, ruidosa, caótica y sucia ciudad que a algunos espanta y a otros los enamora (me he encontrado con comentarios de viajeros con una y otra postura). A mi Nápoles, donde ya había estado hace unos trece años (si la memoria no falla) me pareció que no había cambiado nada. El caso es que si te interesa descubrir el palacio Sessa hay que ir por Feltrinelli, atravesar la Cappella Vecchia, pasar por debajo de un pórtico, aquí acabas en un patio que es como una plaza cuyo camino está rodeado por macetas de palmeras enanas, luego te deslizas en una curva cerrada para llegar a un pequeño callejón a la izquierda entras debajo de un arco, sales a un segundo patio y finalmente te encuentras con la fachada interior del palacio. Es en ese arco que se atraviesa dónde nos encontramos con guardias armados. En el edificio hay una sinagoga, por lo que soldados armados regulan el acceso al edificio por seguridad de la sinagoga, así como están prohibidas las fotografías, aunque he de decir que todos hicimos alguna pero nadie nos dijo nada, entiendo que se veía que las fotografías eran a nosotros con nuestros ropajes en ese lugar histórico, y no al edificio en sí. Como decía una vez atravesado el patio (un camino que te recuerda a la antigua Venecia y sus palacios) entramos en el patio que da a la fachada del palacio, el palacio tiene su fachada sin restaurar por lo que encontramos sus balcones como podemos pensar que eran en la época, por aquí entramos por otro arco que parece que continua hasta otro patio pero que en un lateral tiene unas amplias escaleras de piedra, subimos con cuidado las escaleras, como entonces subirían las dama con sus vestidos. Pasamos de la sinagoga y subimos a la segunda planta, actualmente el Instituto Goethe y antigua residencia de Emma Hamilton y donde estuvo Goethe en su visita a Nápoles. Antes de entrar disfrutamos de las vistas del techo de madera que cubre las escaleras del palacio y nos informan que el siguiente piso no existía en la época de Emma Hamilton. Entramos al moderno instituto Goethe donde han conservado todo lo posible algunos de los restos de decoración del palacio original, apenas un par de rincones porque el resto estaba muy desgastado, aquí tomamos asiento para descubrir la historia del lugar, porque al parecer no muchos la saben o como yo no quieren levantar la mano y reconocer que conocen la historia (yo porque tengo la costumbre de investigar antes de viajar). Lady Emma Hamilton nació como Amy Lyon de una familia pobre, trabajó de doncella antes de comenzar a trabajar como actriz. Si hacemos caso a los cuadros que hay de ella, era hermosísima, y de actriz también pasó a ser modelo y amante. Así se hizo amante de Greville quien le pidió que posara para su amigo George Romney, quien hizo varios de sus retratos. Además de hermosa Emma era muy inteligente y aprendía con rapidez, se convirtió en alguien de quien decían era elegante, ingeniosa e inteligente. Llego el momento en que Greville tuvo que casarse por dinero, y como no podía mantenerse con su amante (que a estas alturas ya era altamente conocida en la sociedad) y conseguir casarse con la heredera de dieciocho años Henrietta Middleton que podría no aceptarlo como pretendiente, decidió presentar a Emma a su tío. Y así fue como Emma llegó a conocer a Sir William Hamilton, el tío de Greville. Sir William era un aficionado a las antigüedades y objetos bellos, y conocía la famosa belleza de Emma. Su hogar en Nápoles era bien conocido por todo el mundo por su hospitalidad y refinamiento. Greville le planteó a Emma un viaje a Nápoles como unas prolongadas vacaciones mientras él estaba fuera por negocios. Ya en Nápoles, Emma se convirtió en amante de Sir William y posteriormente en su esposa. Desarrolló como entretenimiento social un tipo de espectáculo que ella llamaba attitudes. Combinaba poses clásicas con encanto moderno y traje livianos inspirados en la antigua Grecia. Nuevamente, gracias a la combinación de su belleza e inteligencia, sus “attitudes” la hicieron famosa. Fue ahí en Nápoles, donde Emma no solo se convirtió en Lady Emma sino que además se codeó con la realeza, y donde conoció al amor de su vida: el almirante Lord Nelson. Como esposa del enviado británico (Sir William), Emma dio la bienvenida a Nelson en 1793, cuando acudió a recoger refuerzos contra los franceses. Emma y Sir William escoltaron a Nelson al Palazzo Sessa donde Emma lo cuidó y se hicieron amantes. Se decía que Nelson y Emma estaban completamente y mutuamente enamorados, y así fue hasta su muerte. Pero cuando Sir William y Nelson murieron Emma y su hija quedaron sumidas a merced de sus parientes políticos, por lo que pronto fue olvidada y murió en la pobreza. Para terminar de transportarnos a la época de este personaje tan curioso como el de Emma Hamilton nos dividimos en dos grupos, uno se queda escuchando lo que Goehte escribió cuando estuvo en Nápoles y en el propio Palacio donde ahora estamos, y otro grupo sale a la terraza a disfrutar de las vistas que tenían en la época. Haciendo referencia a un testimonio de Wolfang Goethe. Goehte, en compañía de su amigo pintor Wilhelm Tischbein, llegó al Palacio Sessa en marzo de 1787 para rendir visita a Lord Hamilton, que tenía su residencia aquí. Por supuesto Goethe admiró los hallazgos de anticuarios y los objetos de arte raros recogidos por el embajador. Pero aun así más que la profusión de tesoros expuestos, el poeta fue golpeado, tal y como indica en la Italienische Reise, con el incomparable encanto de Emma Lyon que eran tan inteligente y astuta como hermosa, sabía cautivar mejor a aquellos caballeros inmersos en la cultura neoclásica, donde lució sus “attitudes” vistiendo en "traje griego" poses inspiradas en mitos antiguos. Uno puede imaginar que en las escaleras o pasillos del palacio Sessa Nelson tuvo la suerte de ver y enamorarse desesperadamente de Lady Hamilton, o como desde los balcones del palacio Emma observaba la flota inglesa, porque por entonces el Palazzo Sessa aún no había sido tragado por los edificios en la calle Morelli y destacaba su fachada exterior al esplendor del golfo (como el Palacio Real), actualmente los balcones del palacio no nos permiten ver el mar. Finalmente salimos del edificio y nos dirigimos a Ristorante Umberto (Via Alabardieri, 30) de cien años de antigüedad y buena comida, y tras la comida aún tuvimos el tiempo justo para poder cambiarse de ropa para la tarde.

Visita: Mayo 2019

Mis imágenes:Fin de semana Napoleónico en el Golfo de Napoles

Información para viajar: Jane Austen Florence Society

Napoles Subterraneo - Italia

Nápoles subterráneo

Estuve en Nápoles hace mucho tiempo, cuando empecé a viajar uno de mis primeros destinos lo tenía claro: Italia. Pero después de tanto tiempo seguro habían cambiado algunas cosas, así que busqué en internet que había que ver en Nápoles (y que no hubiera visto ya en mi anterior visita) y encontré varias visitas, de las cuales pero llamó la atención la de Nápoles subterráneo y las catacumbas de San Genaro. No tenía mucho tiempo libre en Nápoles por lo que entre las dos elegí la de Nápoles subterráneo, dado que ya había visto varias catacumbas y tenía curiosidad por lo que se vería en esta visita. Hay visitas en italiano, inglés, español y francés. Solo que las visitas en español y francés no son cada dos horas como las otras, sino que son a las 12, a las 2 y a las 6 de la tarde. Mi vuelo llegaba justo para, con el tráfico italiano (y más el napolitano), llegar al bed and breakfast donde me alojaba y dejar las maletas para salir corriendo hacia la visita. Desde donde me alojaba hasta la entrada de la visita tenía unos cuarenta minutos andando. Afortunadamente la ruta para llegar era bastante sencilla (hasta que entras en las laberínticas calles del centro, entonces es fácil perderse). A las dos de la tarde pensaba que no habría mucha gente, teniendo en cuenta que además era jueves, pero todo lo contrario, había varios grupos de turistas, primero entran los de habla inglesa e italiana y luego fuimos los españoles. La visita vale la pena, son dos horas de recorrido donde ver algo diferente, conocer la historia de la ciudad, y escapar del calor de la superficie. Por supuesto no es apto para claustrofóbicos. La única pega que le encontré es que la guía iba demasiado rápido (pro eso tengo muchas fotos borrosas, de hacerlas en movimiento para no quedarme atrás) por lo demás muy recomendable. Aunque si planeas hacerla si lees toda mi entrada posiblemente te estropee todas las sorpresas de la visita guiada, por lo que si esperas que te sorprendan, no continúes leyendo demasiado dado que peco de dar mucho detalle. La visita a Nápoles subterráneo comienza junto a la plaza de San Gaetano. Uno comienza la visita frente a unas escaleras de 121 escalones que hay que bajar para descender 40 metros y comenzar la visita al subsuelo, abajo recomiendan llevar una chaqueta porque es cierto que no hace el calor que hace en la superficie (yo tuve que ponérmela), cosa que me sorprendió porque en Turquía las ciudades subterráneas eran agobiantes de calor cuanto más se descendía. Nada más bajar nos encontramos con una gran cavidad con mucho espacio y en un rincón un jardín, aquí la guía nos explicó que el Nápoles subterráneo se remonta a antes de Cristo, cuando los griegos que habitaban la zona, ante la necesidad de crear depósitos subterráneos para acumular agua, empezaron a crear grandes depósitos subterráneos de agua. Seguimos a la guía y bajamos algunas escaleras más para llegar a otra zona aún más espaciosa, donde podemos ver un agujero en el techo desde donde cuelga una bomba, y abajo junto a la piedra hay otras dos bombas. Aquí la guía nos comenta otra de las utilizaciones de ese Nápoles subterráneo, porque tras los romanos y los griegos los túneles quedaron semiolvidados y usados de vertederos. Pero cuando durante la Segunda Guerra Mundial, tuvieron que buscar un refugio para la ciudad para defenderse de los bombardeos, y cayeron en que tenían una red de túneles bajo tierra que podían usar de refugio, pero tanta gente afinada ahí abajo les hacía extrañar la luz y además creían que las iglesias no serían bombardeadas así que sobre la iglesia hicieron un agujero, el que estábamos viendo, pero se equivocaron y si fue bombardeada, de aquí se pasa por unos amplios pasillos donde tras una rejas hay una réplica de un tanque de la guerra y lo que si son reales son las máscaras de gas de las figuras tras las rejas. Aquí nos cuentan cómo vivieron bajo tierra durante la guerra y se pueden ver la zona que usaron como aseos. Aquí también podemos ver unas líneas de color en las paredes, son las que nos indican hasta donde llegaba el subsuelo original. Resulta que tras una grave epidemia de cólera, se decidió dejar de utilizar los depósitos subterráneos de agua de Nápoles. Por entonces, la ciudad ya tenía un increíble laberinto de galerías y túneles subterráneos, a los cuales se accedía por largos pozos que descendían desde cada una de las casas del barrio español de Nápoles y se decidió usar esos acueductos de agua como vertederos. Los tunes se llenaron de basura y hoy en día no se han podido recuperar muchos de los túneles originales y por los que pasamos están sobre metros y metros de basura. Se puede decir que Nápoles está sobre un cúmulo de basura. Algunos de los túneles se recuperaron como refugio en la guerra pero no se pudo recuperar la profundidad real que tenía en subsuelo de Nápoles. De aquí seguimos por los tunes a la guía que nos lleva hasta lo que representa la antigua cantera, tras la llegada a Nápoles de Carlos I de Anjou, se acentuó la extracción de toba volcánica para construir edificios en la ciudad. Y con el propósito el limitar el crecimiento desordenado de Nápoles, se prohibió introducir materiales de construcción en la ciudad. Lo que llevó a los napolitanos intensificaran el proceso de extracción de toba volcánica de los subterráneos. Seguimos hasta una zona donde el techo casi roza nuestras cabezas, aquí la guía nos señala la marca roja que nos refleja que esta zona está llena de basura bajo nuestros pies y por eso el techo está más cerca de nosotros que nunca, dado que las galerías originales eran mucho más profundas y con unos techos amplios como los que hemos visto al bajar inicialmente. Aquí la guía nos enseña varias salidas de los pozos y nos habla de la profesión del pocero, hombres menudos que se encargaban de la limpieza y del mantenimiento de las cisternas. Para acceder a las mismas utilizaban huecos en los que apenas cabían y se desplazaban por ellas mediante una ingeniosa red de agarres que aún hoy se pueden ver en los laterales de algunas de las cisternas. También nos comenta que los italianos pensaban que los poceros encontraban grandes tesoros bajo tierra y que como se conocían todos los túneles estos poceros podían visitar a una mujer casada cuando su marido no estaba en casa, y cuando el marido llegaba y veía el dinero decía “ya nos ha visitado el pocero”. Aquí la guía avisa que los tunes que pasmaos a pasar son estrechos, muchos de ellos hay que hacerlos de medio lado y sin bolsos ni mochilas por lo que avisa que quien tenga problemas con las zonas estrechas que es libre de no hacerlo, pero claro, si no lo haces te pierdes ver las cisternas napolitanas. En esta parte del trayecto te dan velas eléctricas para iluminar el camino, aunque es mucho mejor la linterna del móvil, el camino es realmente estrecho, lo usual es pasar rozando todas las paredes, pero se puede respirar sin problemas. Aquí la guía fue muy rápido pero así llegamos a la primera de las cisternas artificiales, dado que tras el desuso de los túneles solo tras la creación del metro se decidió recuperar la zona subterránea de Nápoles, y se llenaron de agua dos de las cisternas que había. De arriba del techo había un cántaro romano, y las escaleras originales, el agua es de un tono verde que me recuerda al agua de las termas de Bath. Mientras se recorren los estrechos túneles se escucha el agua correr. Y en una de las cisternas se pueden ver los agujeros que usaban los poceros para moverse por las paredes y los túneles. Finalmente acabamos saliendo a la misma sala por donde hemos entrado, si alguien no quería entrar los hubiéramos encontrado, pero todos en mi grupo entraron. De aquí nos acercamos a dos de las zonas de los túneles que los estudiantes universitarios utilizan como cultivo, en un experimento científico de ver si las plantas puedes crecer bajo tierra. De camino de un jardín artificial a otro pasamos junto a un sarcófago, pero la guía no se detiene a comentarnos que es, el lugar es enorme. De aquí nos lleva a una zona que parece una antigua bodega y nos explica que normalmente por falta de tiempo esa zona no la enseña (como hemos ido tan rápido es normal que nosotros si la podamos ver) y es la parte de un convento, dado que no solo las casas sino también los conventos hacían uso de los túneles subterráneos para guardar vino, alimentos o para encontrarse con amantes. Aquí acabamos esta parte del recorrido y nos toca subir los 130 escalones que nos separan de la superficie. Arriba se puede ver una exposición de uniformes y objetos de la segunda guerra mundial, que sirven de entretenimiento hasta recuperar el aliento y seguir con la visita, porque la visita no acaba aquí. La guía nos lleva por el exterior hasta una casa, donde entra con las llaves, por fuera parece una casa normal excepto que hay un cartel sobre un teatro greco-romano. En el interior nos encontramos con una antigua televisión, una cama y otros muebles y unos arcos. La guía nos cuenta que hace trece años (después de visitar por primera vez Nápoles, así que esta visita no existía cuando estuve en Nápoles) estaban investigando donde se podían encontrar los resto del antiguo teatro grecorromano, si es que todavía se conservaban tras las construcciones de las casas actuales (como en Zaragoza que apareció el teatro romano cuando demolieron un antiguo edificio, los que querían reconstruir se quedaron con las ganas ya que ahora se encuentra el museo del teatro romano). El caso es que encontraron esa casa con esos arcos y cuando preguntaron a la mujer que vivía ahí ella reconoció que tenían un escondite secreto que usaron en el pasado, la guía mueve la cama, que se introduce en la pared y deja un tablón de madera con una cadena del cual tiras y te abre unas escaleras al subsuelo napolitano, y que bajando nos lleva directamente a los resto del teatro grecoromano. El teatro se conserva casi en su totalidad pero sus muros se aprovecharon para construir casas en las que hoy en día continúan viviendo vecinos por lo que, aunque lo vemos en parte, la amplitud real del teatro nos lo tenemos que imaginar. Está muy bien conservado y es curioso como encima de este teatro tan bien conservado (lo usaron de bodega) se encuentran las casas actuales. De aquí pasamos a otra casa, donde se conserva resto del teatro, aunque no tanto como en la otra casa, por lo que en su interior podemos encontrar otros alicientes, resto de una película donde salió Sofía Loren y muchos variados belenes napolitanos. Aquí acaba la visita al Nápoles subterráneo, las prisas habían valido la pena.

Visita: Mayo 2019

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 Información para viajar: Pendiente

Castillo de Santa Florentina de Canet de Mar - España

Castillo de Santa Florentina

Salí de Tarrasa antes de que saliera el sol para coger el cercanías hasta Canet de Mar, para ello tenía que ir hasta Barcelona y ahí cambiar de línea de tren y llegar para las 9.30 o antes, dado que desde el tren hasta el castillo hay una media hora a pie (ya solo el tren de Barcelona a Canet tarda una hora, luego no hay trenes cada cinco minutos, es decir, tenía que milímetrar bien el tiempo para poder llegar en hora). Cualquiera podría pensar que es complicarse demasiado el estar en un punto lejano de Canet y decidir ir hasta ahí para visitar el castillo. En realidad esperaba quitarme dos visitas pendientes desde la Feria Modernista de Canet, por un lado el castillo y por otro la casa museo de Domenech, pero por vicisitudes del destino solo visité el castillo. El motivo por el cual hacía este esfuerzo tiene historia. Comenzando por el principio todo empezó con una serie coreana. La serie coreana “legendas de un mar azul” se rodó en parte por España, principalmente Galicia y Cataluña. Cuando vi la serie fui reconociendo lugares, dado que aparte de visitar sitios fuera de España, también he viajado por dentro (aunque no tenga entradas de todos los sitios visitados). Y lo que me dejó mosqueada es que reconocí todos los lugares menos uno, un castillo donde los protagonistas pasaban la noche. No soy muy de buscar localizaciones de series pero cuando fui a la feria modernista de Canet de Mar busqué que había para visitar en Canet y descubrí la fotografía del castillo, que era el mismo lugar que salía en la serie. Por fin había dado con ese lugar, y por supuesto dado que era el único de la serie que no había visto tocaba visitarlo. El problema es que le catillo está ocupado actualmente, por unos rusos creo, y tienen ahí su vivienda, de forma que solo una parte del castillo es visitable y siempre cuando no lo alquilan y solo los tercer fines de semana del mes. Es decir, tienes que estar en Canet de Mar el tercer fin de semana del mes, o no tienes opción de ver el castillo. Y como el tercer fin de semana del mes de mayo coincidía con la noche de los museos y estaba en Cataluña, no podía dejar pasar la oportunidad.me levanté antes de la hora por lo que llegué en el tren anterior al previsto, así que de la estación paré en una cafetería a desayunar y luego caminé despacio mirando las casas, el mercado y alguna fábrica abandonada, todo modernista, que la avenida que llevaba hasta el castillo tenía. El camino andando lleva media hora pero es sencillo y nada difícil perderse dado que es línea recta todo hacia arriba, pues el castillo está en lo alto. Una vez acaba la carretera y la acerca comienza un camino natural, pasando por este camino llegué a un rincón donde había unas verjas y un cartel de propiedad privada, no se veía el castillo pro ningún lado así que seguí subiendo por el camino natural, mientras caminaba me encontré con corredores y paseadores de perros, gente amable que saludaba en catalán o castellano. Cuando llegué a una bifurcación de caminos deduje que el castillo debía estar más abajo, saqué el móvil para poner el google maps y desanduve al camino hasta la zona con verjas. Al parecer esa era la entrada aunque no hay ningún cartel que lo avise. Me quedé esperando ahí pues suponía que habría más gente en la visita (dado que solo se dan una vez al mes) y al poco rato llegó un coche donde el conductor me preguntó si ahí era el castillo (otro igual de perdido, deberían poner señalizaciones de algún tipo, aunque sea una vivienda privada). En el coche había una mujer mayor y su hija, estadunidenses, del estado de Nueva York, la mujer mayor no sabía español pero la hija sí, estaban de vacaciones solo por Cataluña, según me comentó la mujer España tenía muchas regiones y lo que hacían eran dividirse cada año hacían una zona. Luego apareció una familia de rusos y poco a poco nos juntamos un grupo grandecillo de gente. Una de las guías (había dos) abrió la puerta y les dijo en inglés que la visita era en español o catalán pero no en inglés, como la hija sabía español no había problema. Por un camino lleno de frondosos arboles llegamos al castillo, que está bien oculto del camino por todos esos enorme árboles que lo rodean. Aquí hicimos fila para pagar e indicar de donde veníamos. Mientras esperábamos todos nos pusimos a hacer fotos del exterior del castillo visible, dos grandes torreones con sus almenas, sus ventanales y sus gárgolas modernas, digo modernas porque nunca había visto una gárgola que fuera un cocodrilo. Luego la guía explicaría que el castillo fue comprado y reformado por Domenech así que está lleno de escultura y simbología modernista. De ahí las gárgolas con forma de cocodrilo. Una vez todos pagamos la guía (otra mujer distinta a la de la entrada que nos había cobrado) dijo que como había gente de Cataluña, y de otros países la visita guiada se haría en catalán ¿perdón?. Por lo que vi, la mitad del grupo eran mujeres que hablaban en catalán, y el resto éramos otra mujer y yo, los estadunidenses (aparte de la madre y su hija había otro grupillo más, identificables por su acento al habla), los rusos, y los italianos. Pero la mayoría sabía español. Si el 80% entiende español y el 50% entiende catalán ¿no tiene más sentido hacer la visita en español y no en catalán?. Es una decisión unilateral de la guía que no entiendo, pero bueno, yo entiendo el catalán, la hija de la estadunidense entiende el español pero no el catalán, así que yo no proteste pero hubo una mujer que pregunto ¿y en español no?. Quien lo dijo estaba a una persona de distancia de la guía pero la guía, expresamente, la ignoro completamente y pasó de su pregunta. No me cabía la menor duda de que lo había escuchado pero no quiso contestar, fue eso, y no el que decidiera hacer la visita en catalán, lo que ya me dio mala espina. La guía tenía el poder de decir el idioma en la que dar la visita, pero si te preguntan algo y lo entiendes (porque luego hablo –cuando le interesó- algo en español, por lo que lo entendía) lo mínimo es que respondas, en cambio ese gesto ya fue el inicio que demostró que esa guía no tenía ningún aprecio al español, y con esto me refiero a que a las turistas catalanas las trato de una forma completamente distinta que al resto, que bien podríamos haber ido por libre sino fuera porque para vigilarnos y demás de repente recordaba que sabía español. Que yo sepa mis doce euros, así como los de los estadounidenses o los rusos, valen igual que los doce euros de las catalanas. Habla en catalán si quieres pero no nos desprecies. Por desgracia como entiendo el catalán sí que me acercaba a escuchar las explicaciones y tuve que oírla decir algunas cosas que fueron lo que más me enfadaron, como cuando una de las turistas catalanas (que también había que darles de comer aparte) le preguntó qué porque lo decía en español, y la guía contestó que porque así la entendían no porque le gustara. Como decía el castillo es vivienda actual así que no se puede visitar por completo, solo una pequeña parte es visitable. Aunque el castillo es de origen medieval la zona visitable está completamente reconvertida. En la entrada tenemos gárgolas de perros y dos leones con cadenas que representan que en ese castillo durmió un rey, según la guía el objetivo de Domenech era recuperar el título nobiliario que su familia había perdido en el pasado, y finalmente gracias a sus negocios y relaciones lo consiguió (poderosos caballero es don dinero, que todo lo consigue). Desde esta puerta se entra al patio de estilo gótico, lo más bonito de lo que vi del castillo. En la parte de arriba hay una balconada a la que luego subiríamos que estaba decorada con arcos góticos que originalmente pertenecieron a un monasterio y que se llevaron de ahí tras desamortización de Mendizabal. De aquí una puerta de estilo gótico nos da acceso al salón principal, con una gran chimenea, ventanales de coloridas vidrieras, techos de madera pintados, mármol en el suelo, y un gran cuadro de San Jorge con unas cadenas que según la guía representan la liberación del catalán de su opresión. La guía comentó que la chimenea era una de las más fotografiadas de Cataluña desde que se rodó en este castillo la serie “Juego de tronos”. Yo no lo sabía (no sigo la serie) pero eso explica porque al final de la visita la otra guía comentara que iban a ampliar las visitas al castillo y hacer más que solo una al mes (debe ser por la demanda). Junto al salón hay otra sala más austera pero con también sus cuidados detalles, en esta hay un gran cuadro de la leyenda de cómo con sangre se crearon las barras de la Corona Aragonesa y que se usan en las banderas de Aragón, Cataluña, Valencia o Mallorca. Aquí la guía comentó que solo había dos cuadros iguales, este y otro que se conserva en un museo de Zaragoza y que el cuadro representa como se crearon las barras de la corona catalano-aragonesa y que en realidad el cuadro no es leyenda sino un hecho real y demostrado históricamente, aquí decidí irme antes de escuchar que según libros históricos la tierra es plana por lo que es plana. Así que me marché con los turistas extranjeros que estaban haciéndose un sinfín de fotografías en el salón, al parecer había optado por la decisión de “si la guía te ignora, ignora tú a la guía”. Así que ya no os puedo contar mucho más sobre el castillo porque decidí expresamente pasar de lo que contaba la guía (por salud y paz mental). El salón pro el otro lado daba a dos salas un poco más pequeñas con pequeños ventanales de vidrieras, techos de madera pintada, una lámpara de cristal de murano (algo escuchaba a la guía, era irremediable) y un sofá. De aquí volvemos a salir fuera, en el suelo se pueden ver detalles en cerámica que representan la ciudad de Canet de mar, como son los perros, el mar, etc. Por aquí se acceden a dos estancias pequeñas, una es un dormitorio con su cama con dosel y su tocador, y el baño que se encuentra colocado en la torre circular. Resulta curioso ver como se ha aprovechado la torre para hacer un baño se estilo modernista, con sus baldonas y curvas coloridas tan típicas del modernismo catalán. Aquí tuvimos otro desplante por parte de la guía hacia los turistas no catalanes, que contara lo que quisiera y en el idioma que quisiera pero todos habíamos pagado la misma entrada y los favoritismos sobraban. La otra sala es el fumadero, la guía intento hacer que adivináramos para que servía esa sala, sin ventanas pero con una claraboya en el techo por donde entraba la luz natural, también adonada de estilo modernista, y dos grandes lámparas con detalles de dragones. Las paredes y el suelo de la sala estaban recubiertos de madera, y esa era la pista para que adivináramos que era la sala donde fumaban los señores, dado que la madera ayuda con respecto al humo. De esta zona bajamos las escaleras para ver la capilla y la bodega, en la entrada a la capilla hay un hueso colgado y según la guía es una costilla de ballena que regalaron a Domenech y que la colocó ahí para verla. Y la bodega tiene algún azulejo pero no tiene mucho más que barricas y olor a vino, aquí estuvimos como una media hora, el motivo es porque cambiamos de guía, esta guía era la de las entradas y sabía mucho de arte, peo también hacía la visita solo en catalán así que fue rodeada por las turistas catalanas (eran todo mujeres) y el resto nos desperdigamos por la bodega mientras las turistas le preguntaban. Es por eso que digo que sabía mucho de arte porque ante las preguntas que le hacían explicaba muchas cosas con tal detalle que me dio a entender que sabía bastante de arte, lástima que solo lo decía en catalán, porque tanta explicación si no la entiendes cansa, claro, después de estar tanto rato en un sitio (pues una media hora) sin nada que ver (solo barriles de vino) ni entender nada (solo hablaban catalán) pues te aburres, así que los grupos de turistas extranjeros hablaban entre sí. Y de repente una turista catalana se vuelve y les chista para que se callen. Me pareció fatal, porque además de ser obligados a tener una visita en un idioma que no conocemos, a estar en una sala que no tiene nada que ver y tener que esperar mientras ellas están dale y que dale a hablar sobre arte, el resto tiene que quedarse quieto y callado. Mi pequeña venganza a su gesto fue volverme y buscar a la mujer y su hija estadounidenses y ponerme a habar con ellas ¿querías que nos calláramos?, pues ahora yo que estaba quieta escuchando voy y me pongo a hablar, que ya os vale. La mujer estadounidense me preguntó de qué hablan la guía y las otras y le dije que estaban discutiendo de arte, no sobre el castillo. A decir verdad esta otra guía no era tan cerrada como la otra guía y las turistas catalanas del grupo, porque todo comenzó cuando una de las turistas le dijo a la guía que como el modernismo catalán no había nada y que era lo mejor, y la guía le dijo que cada estilo era diferente y que de la época el Art Nouveau francés y belga también era muy interesante y bonito, y ahí comenzaron su discusión sobre el arte que alargo la visita en la que medio grupo estuvo perdido sin nada que hacer. Por desgracia, debido a la media hora de más que duró la visita no llegué a poder ver la casa-museo de Domenech, así que decidí irme directa a coger el tren y comer en Barcelona antes de volver a Zaragoza, cuanto antes me alejara antes se me pasaría la frustración de una visita insatisfactoria. Con lo ilusionada que estaba por ver el castillo de la serie coreana, al final fue una completa decepción, y acabé con un regusto amargo porque un gran fin de semana en Cataluña se había estropeado. Por mucho “Juego de tronos” que se rodara, hay muchos sitios en Cataluña igual de bonitos donde, aun en hablando en catalán, la gente no te trata como un turista de tercera categoría.

Visita: Mayo 2019

 Mis imágenes: España

 Información para viajar: Castillo de Santa Florentina

Noche de los Museos de Tarrasa - España

Noche de los Museos de Tarrasa

Gracias a la gente de la asociación Retrofoturista Nautilus no solo puedo disfrutar de su compañía, sino que como están presenten en varias ferias, recreaciones o simplemente quedan entre ellos con proyectos e ideas en mente para recrear una época o estilo no dejo de hacer cosas nuevas. No es la única asociación de recreación que hay, pero son tan agradables y amables que no puedo evitar estar con ellos todo lo que puedo, casi parece que viva en Cataluña por la de veces que los visito. Es debido a ello que acabé disfrutando de una noche de los museos diferente en Tarrasa. Debido a la celebración de su Día Internacional (18 de mayo) los museos ofrecen puertas abiertas de día y hasta bien entrada la noche. Con el objetivo de animar las visitas, los museos programan una serie de propuestas como exponer piezas únicas, visitas guiadas, conciertos y representaciones teatrales. El Museo Textil centró su interés en "Vestidos de películas" y las representaciones de escenas de la película. Nosotros llegamos antes para ensayar las escenas de las películas que el público tenía que adivinar, como acompañante teníamos a una pianista en directo. También podíamos visitar el museo con varios trajes. En mi caso hice de pareja de “Casanova” (traje de Malena Atelier) y lo mejor fue el buen rato pasado entre amigos. También teníamos muchas ganas de saber que les pareció a los espectadores porque es la primera vez que hacíamos esto, tocamos un poco de todo. Creo que empezaron con Drácula (no pude verlo así que no lo tengo muy claro), luego fue Jurasic Park, música y humor con El Golpe, de ahí pasamos a Braveheart,  el beso de Persuasión, la tierna niña Ana de las Tejas verdes, y una lucha de Mad Max, luego los sorprendimos con El Mago de Oz, con la canción en directo de Under the Rainbow con Dorothy al piano, y de ahí la escena de Dorothy y Toto con las  brujas buena y mala, luego fuimos Casanova y nuestro baile de mascaras y finalmente música y baile de la niñera Mary Poppins y uno de sus niños cantando y bailando al son de "Supercalifragilisticoespidialidoso". Para los que vinieran es algo diferente y entretenido, para los que no, supongo que como tocaba Eurovisión mucha gente se quedó viendo la televisión. Por mi parte desde las siete de la tarde hasta las doce y media de la noche la pase en buena compañía, con amigos que hacen cosas divertidas, y disfrutando del buen arte que tienen en hacerse esos trajes tan parecidos a los de la película. Luego me costó una media hora llegar al hotel y casi una hora conseguir deshacer el peinado, y antes de todo esto había pasado el día visitando Terrasa, pero no importa el cansancio cuando se pasa bien (por cierto, a quien le gusten los trajes el museo textil de Tarrasa tiene varias plantas y es muy interesante, apuntadlo también como otro lugar para visitar).

Visita: Mayo 2019

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 Información para viajar: Diario de Terrassa

Tarrasa - España

Tarrasa

Aprovechando que había estado el fin de semana anterior, ya tenía mirados los horarios de los lugares que visitar en Tarrasa. Como era el día de los museos no había que pagar entradas pero eso implicaba que había más gente de lo habitual, aunque nada comparable a las inmensas filas de visitantes del fin de semana anterior durante la Feria Modernista, en esta ocasión se podían visitar los sitios sin tanto agobio y agradecí el poder aprovechar el día al máximo. Salí temprano de Zaragoza (los dos trenes a Barcelona estaban llenos, para que luego se quejen de que no venden) y en Sants cogí el cercanías a Terrassa Nord. Que yo viera, hay dos paradas de tren en Tarrasa pero yo cogí la Nord porque era el camino más recto hacia mi hotel y necesitaba una referencia, dado que al día siguiente me tocaba coger el tren de vuelta de madrugada y la otra parada implicaba callejear más, y no conozco la ciudad como para hacerlo a ciertas horas de la madrugada, en este caso prefiero un camino recto. De la estación norte bajé andando todo recto hasta llegar al teatro de Tarrasa, de estilo modernista en su exterior, y continuando por aquí se pueden ver casas antigua con la fecha de cuando son en las paredes, y así llegué hasta la Casa Alegre. Aquí me preguntaron de donde venía, y si entendía el catalán o no para darme explicaciones en otro idioma, muy amable y de agradecer por su parte (algunos pensaran que es un museo y por tanto no debería ser algo resaltable, pero por desgracia últimamente he visitados sitios en Cataluña donde ignoran el darte información en otro idioma que no sea el catalán, que aunque yo entiendo el catalán no deja de parecerme un poco mal para el turismo de fuera de Cataluña – incluidos países de América de habla hispana-), le comenté que podía leer los carteles sin problema y entré en la primera sala, ahí escuche que hablaba en catalán con una familia que había entrado y le ofrecía dejar sus mochilas en la entrada, así que salí de la sala y le pedí que si yo también podía (para no perder tiempo de visitas no me acerqué al hotel hasta la hora de la comida) y no tuvo problemas en ello (puedo no saber hablar catalán pero es muy útil entenderlo, así me quité un peso de encima mientras visitaba la casa). La diferencia entre visitar la casa Alegre el día de los museos a visitar en la Feria Modernista es el volumen de gente, el otro día había muchísima gente como para andar y visitar todos los rincones de la casa y hacía un calor que mareaba, esta vez en cambio eran dos familias y yo las únicas personas y no hacia ese calor bochornoso del otro día. La casa Alegre por fuera puede pasar desapercibida, a decir verdad yo pasé de largo y tuve que volver atrás para poder visitarla, pero por dentro es una visita imprescindible de la ciudad. Nada más entrar hay dos pasillos, el de la izquierda te lleva a dos salas despacho con muebles originales, no hay continuación por lo que de esas salas vuelves a la entrada, donde hay otro pasillo a la derecha con una sala llena de libros. De ahí regresas de nuevo a la entrada y accedes al salón de la casa. Este espacio está lleno de detalles interesantes que ver, está el salón con columnas, pinturas en la pared y piano, está el baño con vidrieras y los sofás que da acceso al comedor con más impresionantes vidrieras y la chimenea. De aquí puedes volver a la galería que da paso al patio de la casa y al jardín privado de la misma. Una vez de nuevo dentro de la casa el salón da paso a una escalera que te hace mirar hacia arriba, con sus pinturas, detalles en la pared, y vidrieras en el techo y ventanales. Subiendo a la planta de arriba descubres que la casa es bastante grande, llena de salas y baños, es como un pequeño palacete. El precio de la entrada lo vale. Es una visita en la que no te importa pagar porque lo vale. Al final salí de la Casa para seguir con mi visita de la ciudad. La mujer que estaba en la entrada era muy agradable, y cuando me fui aún me regaló un punto de lectura de Tarrasa. Lo cierto es que en todos los museos de Tarrasa me trataron bien, y estoy bastante contenta con escribir una entrada donde puedo recomendar todo el turismo por la ciudad sin ninguna pega o descontento. Es una ciudad donde hay varios sitios que visitar por dentro y por fuera, muchos museos, y gente agradable y amable. De aquí me fui hasta la plaza Vella donde se encuentra la catedral del Santo Espíritu y la Torre del Palau, por más vueltas que di no encontré la base de la torre, solo conseguía ver la parte de arriba de la torre, así que busqué la catedral, que casi pasa desapercibida por encontrarse en un lateral que hace esquina. Podría parecer que es una catedral muy nueva y sin ninguna decoración pero si uno se fija bien tiene varias esculturas y gárgolas interesantes de ver. De aquí me metí por una callejuela (con una historia divertida en cerámica en la pared) y que daba al Ayuntamiento, el ayuntamiento por fuera tiene un estilo que me recuerda los ayuntamientos de Bélgica, lo vi de pasada durante la Feria modernista pero en esa zona había tenderetes y mucha gente, por lo que no se podía disfrutar de los detalles, por lo que también lo tenía en mi lista de pendientes. De aquí seguí el paseo hasta el mercado de la independencia, pasando junto a una antigua farmacia modernista, y de aquí continué hasta el museo de la ciencia y la tecnología que se encuentra junto a una antigua fábrica textil que hoy es parte del museo. Busqué la entrada y pregunté para poder visitarlo, lo cierto es que con eso de que era gratis me dijeron que podía entrar y pasaron de mí, por lo que a la hora de visitar el museo di algún rodeo y tomé caminos laberínticos al revés del recorrido recomendado, pero en fin, yo intenté seguir las flechas y verlo como mejor pude. Tampoco vi ningún cartel de si se podían hacer fotografías, no me dijeron nada en la entrada, y vi a una pareja haciendo fotos así que supongo que no había problema para hacerlas sin flash. El museo es enorme y si te interesan las maquinas, coches u aviones antiguos, o bien la ciencia, este es tu museo. Recuerdo que el museo no tenía fin, y es que tiene varias exposiciones de máquinas y están dentro de lo que era la antigua fábrica, que al ser de estilo modernista conserva su tejado que representa las formas de las olas, por fuera no llegué a verlo (a veces hay visitas a la parte superior del tejado pero en la página web no está claro y como era el día de los museos tampoco dan información en la entrada a menos que específicamente preguntes) pero por dentro la arquitectura del techo también vale la pena verla. Por las dimensiones que tiene la planta debía ser una gran fábrica textil. Tras recorrerlo dividiría el museo en partes, por un lado la parte tecnológica, la zona hecha para que los niños, y no tan niños, jueguen con la ciencia, la parte dedicada al desarrollo industrial, con las maquinarias antiguas, la parte de los aviones, coches y motocicletas antiguas, y la parte dedicada a la antigua fábrica textil. Esta parte la hice al revés, y me di cuenta cuando descubrí a un grupo con guía que iba al sentido contrario a mí. En esta zona puedes ver las máquinas de las calderas, la parte del carbón y la chimenea, la zona del laboratorio químico, las máquinas de tejes de la época, el antiguo despacho, y la zona de los trabajadores. Me encantó esta zona y estoy segura que preguntando en la entrada dan visitas guiadas. Una vez terminada esta visita regresé por otro camino, uno que da a la plaza nueva donde hay una pequeña chimenea y unos edificios que tienen forma de antiguas linternas. Este rincón, donde creo que hay un museo o sala de exposiciones, no recuerdo bien, lo descubrí en la Feria modernista gracias a nuestro guía Paco, de la asociación retrofuturista Nautilus, que quiso mostrarnos pequeños detalles de Tarrasa durante la feria. Fue por ello que sabía que tenía rincones pendientes que visitar con tranquilidad en esta ciudad llena de sorpresas. De aquí me marché al hotel para dejar la mochila y luego irme a comer, dado que durante las horas de la comida todo estaba cerrado. Tras comer volví de nuevo a recorrer la ciudad, esta vez di un paseo por el parque y pasé junto a la escuela industrial, edificio de estilo modernista, y de aquí llegué al Castillo de Vallparadis, lo había descubierto cuando el fin de semana anterior nos acercamos al museo textil (dado que están uno junto al otro), el castillo actual conserva pocos restos del original, rodeado de un foso y con una gran torre central, es de planta rectangular, de muros con almenas y con cuatro torres cuadradas en los ángulos y tres medias torres en el centro de los lados norte, sur y este. Las transformaciones arquitectónicas para adecuarlo a su función de cartuja aún se conservan. Destaca el claustro, de dos pisos -el inferior de aberturas bastante irregulares y el superior de arcos apuntados y capiteles sin decorar-, así como la sala capitular, cubierta con una bóveda de crucería. Cuando entré e indiqué de donde venía escuche al hombre de la entrada decirle a la mujer de al lado que por la mañana había ido otros dos de Zaragoza, supongo que lo habitual es tener turismo interior. Al entrar a las salas había un cartel de prohibido comer, beber, fumar y hacer fotografías, pero en los patios no vi ningún cartel así que hice fotos, luego me quedó la duda de si aunque estaba fuera de las salas de exposición se podía o no hacer fotografías, no vi ningún cartel ni nadie me dijo nada, pero tampoco vi a nadie haciendo fotos. Si no se podía mi sugerencia es que pongan algún aviso general y no solo en las salas de exposiciones (no soy de esas personas que hacen fotografías cuando se les ha dicho que no se puede). El museo es muy pequeñito y me lo vi antes de lo esperado, aunque lo que más me gustó fue el exterior, que con la tarde soleada que hacía los colores que creaba la luz del sol acompañaban al del castillo, un rincón pequeñito y muy bonito para visitar, aunque claro, no tuve que pagar entrada y todo depende del precio que suponga el acceso. De aquí me fui a ver por fuera la Maxia Fraixa, durante la Feria Modernista habíamos visitado su interior por lo que deje la visita a su exterior (con tanta gente durante la Feria fue imposible) para por la tarde (aunque por la tarde no se puede visitar por dentro). Al rededores de la Maxia hay un parque donde había varías parejas y familias, hacía un día para estar en la calle y la Maxia relucía con su impoluto color blanco y sus formas redondeadas. de aquí regrese sobre mis pasos para parar en un bar a tomar algo y descansar un ratito hasta la hora en la que habíamos quedado en el Museo Textil para prepararnos para la noche de los museos, pero eso, es otra historia. Muy recomendable la visita a Tarrasa, tiene muchos sitios interesantes que visitar por dentro y por fuera, y la gente con la que tratar es muy amable. Eso sí, en un día es imposible verlo todo, afortunadamente yo ya había visto algún sitio durante la Feria del fin de semana anterior.

Visita: Mayo 2019

Mis imágenes: España

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